Esperando a la capitana

El ambiente por el escuadrón estaba demasiado tenso, hacía poco tiempo que Yoruko había sido ascendida a capitana, y a pesar de la aprobación de la mayoría del escuadrón, el recuerdo del capitán Ikuze todavía resonaba en sus mentes y cuerpos.
En general el ambiente de toda la Sociedad de Almas era distendido, el mismo que se tiene cuando se acaba de salir de una gran guerra de mil años y se recuperan las cosas, sin embargo, Himeko sabía que entre todos debían levantarse y preparase para una nueva batalla. La joven se había percatado hacía unos días de que los problemas, a pesar de no se vistos a simple vista, se encontraban allí, escondidos en lo más profundo de los cuarteles.

Himeko había sabido de la marcha de su capitana, como todos en el escuadrón, pero los motivos que se anunciaron eran más bien, otros completamente diferentes, y ella sabía el porqué de todo ese problema. No sabía con exactitud todos y cada uno de los detalles de la misión de su capitana, pero alcanzaba a entender que era una situación lo suficientemente grave como para que alguien como Yoruko-taicho tuviera que acudir en persona en vez de delegar sus tareas. Y allí estaba el problema, la capitana le había comentado hacía cosa de un par de semanas que iba a vigilar a Galahar-fukutaicho para algo muy importante. Himeko no había preguntado más, pues, sabía que no debía presionar a los altos estamentos ya que su posición era claramente inferior como para exigir algo, pero la capitana había confiado en ella y la había pedido que supervisara todo mientras no estuviera.

Y eso era exactamente lo que estaba haciendo en ese momento, la joven shinigami paseaba con tranquilidad pero a un paso fijo por todos los pasillos del escuadrón. Miraba a ambos lados para asegurarse de que todos y cada uno de los integrantes cumplía su función y no se escaqueaba del trabajo. Había sido enseñada para que trabajara y cumpliera bien su trabajo, esta vez, su trabajo consistía en asegurarse de que todo funcionara cual engranaje y no quería que no se le pasara nada.

Así, y durante todo el paseo iba meditando sobre todos los acontecimientos que estaban por desarrollarse, se formulaba preguntas a sí misma para encontrarle una respuesta convincente y poder continuar con todas sus dudas. De momento, se guardaría las preguntas hasta que su capitana volviera. Mientras pasaba por un pasillo cercano a un pequeño jardín, Himeko escuchó una conversación que la saco de sus cavilaciones.

-Bueno, yo no creo que sea para tanto Takashi-chan…-oyó hablar a una mujer. Su voz sonaba como si estuviese defendiendo algo, pero no fervientemente.

-Que sí, que sí Midori, que te digo que sí. ¿A que crees sino que ha ido Yoruko-taicho al mundo humano?.

-Pues deberá ser un asunto importante sino…

-Sino ¿Qué?, Ves, te lo dije, ella no es de fiar…-Himeko intervino antes de que continuaran la conversación. Ella era la única que sabía de los planes de Yoruko y no podía permitir que blasfemaran de esa manera, pero tampoco debía hablar de ello con nadie, por lo que entro en la conversación con un tono informal.

-Hola chicos, ¿Qué pasando un buen rato?, bueno, ya le diré a Yoruko-taicho que deje más horas libres cuando vuelva…-dejo caer la frase como si no quisiera intervenir.

Ambos shinigamis la miraron un momento y luego sonrieron, no les pareció una amenaza, todo lo contrario, el aspecto infantil de Himeko le daba una ventaja añadida. La joven de pelo verde, se sorprendió al oír las palabras de Himeko.

-¿Yoruko-taicho, ella volverá?-preguntó con un hilo de voz. Himeko sonrió complacida, había conseguido que cambiaran de opinión, al menos por el momento. El otro chico, de pelo grisaceo no estaba convencido del todo, así que Himeko se lanzó por última vez a la caza.

-Pues claro, y deberiais prepararos, su misión de reconocimiento puede acabar en cualquier momento…-en cuanto Himeko pronunció las palabras mágicas, ambos asintieron, satisfechos por el momento y salieron de nuevo hacia el interior del escuadrón, continuado su animada charla.

-¿Ves?, te lo dije Takashi-chan…-reprimió la peliverde.

-Si, si, pues fijate que no lo creía….-su voz se perdió entre el murmullo.

Himeko respiro profundamente, complacida consigo misma y continuó a paso ligero, revisando todos y cada uno de los pasillos y habitaciones.

Tenía mucha prisa, iba corriendo tan rápido como podía por los pasillos del 2º escuadrón,
todo el mundo andaba haciendo sus tareas como si nada pasara mientras Yoruko-sama andaba en el Dangai en peligro, combatiendo contra sucios hollows. Debería ser yo quien estubiera en su lugar, combatiendo para hacer honor al 2º escuadrón y a Yoruko-sama, pero en vez de eso andaba dando vueltas como una pelota por todo el escuadrón.
''Maldición, debo ir a ayudar a Yoruko-sama cuanto antes, ella no debería ensuciarse las manos con estas cosas, seguro que pensará que soy un inútil por no haber ido a encargarme del asunto, con gusto aceptaré un castigo si es necesario..
Doblando una esquina del pasillo fui a chocar contra algo, caí al suelo de culo, al abrir los ojos vi que había tropezado con una pequeña shinigami de cabellos dorados que era bastante mona, me levanté del suelo y le tendí la mano a modo de disculpa sin saber muy bien que decir.
-Gommen señorita, iba muy rápido y no me fije por donde iba.-

Seikuro había salido esa mañana temprano para entrenar un poco, por lo que toda la situación actual le era desconocida, tanto ordenes como situación del escuadrón, aunque su entrenamiento no hubiese sido muy fructifero que se pueda decir al menos había sudado la gota gorda con la tabla de ejercicios que se había puesto a si mismo, recorría con tranquilidad los pasillos del escuadrón, sin saber muy bien donde dirigirse, sabía que Yoruko-taicho estaba fuera, por lo que tal vez ese dia fuese un poco aburrido, o eso creía, los murmullos en los pasillos solo acrecentaban la curiosidad en Seikuro, y de paso hacía que algo le diese mala espina, como un mal presentimiento, su mente divagó, tras la muerte del ex-capitán Izuke Raito la verdad era que muchas de las cosas le eran extrañas...se le hacía raro...simplemente era eso...

-Supongo que es lo que tiene los cambios...-

Siguió entre los pasillos, mirando algo interesante por y para hacer, mirando las decoraciones de éste, como casi toda la sociedad de almas aquello era oriental, tal vez demasiado para su gusto, bufó molesto ante su aburrimiento, no sabía porqué tanta incertidumbre o confusión ante la nueva capitana, es mas, no dudaba que la nueva capitana, Yoruko-taicho podría hacerlo bien.

"Aunque nosotros tambien tenemos que colaborar"

-Aaah...al fin un respiro-

-Malditos documentos...de esto se tendría que encargar el teniente o la nueva taicho-

-Bueno...tal vez se lo tendrias que decir a ver que hace al respecto-

Seikuro había usado un tono mas apagado de lo normal, rozando el sadismo, aquellos dos shinigamis no solo faltaban el respeto, si no que encima lo hacían a las espaldas de la taicho...simplemente imperdonable desde su punto de vista, ambos shinigamis se giraron y al ver que se trataba de Seikuro se tranquilizaron.

-Nuevo vete a darle la vara a otro-

Seikuro dió un suspiro, si eso no fuese ilegal, ambos ya tendrian las cabezas cortadas, por unos momentos no supo porqué cambió la libertad de poder aplacar su odio contra los bandidos por esta vida...al girar por una de las esquinas vió a una de sus únicas amigas...por no decir la única, Himeko, y otro shinigami mas, su nombre lo ignoraba y bien poco le llegaba a importar

-Hola Himeko-chan...¿te está molestando?-

Ciertamente no había llegado en la parte de la disculpa por lo que no sabía que había sido un accidente...

Tras la pequeña charla con aquellos dos shinigamis, Himeko continuaba paseando con naturalidad y un porte digno de alguien de su clase, sabía en que posición se encontraba y como debía actuar. Aún más, todas las órdenes que recibía de su capitana las cumplía al pie de la letra y quería terminar su tarea con la precisión propia de un delineante.
La joven rubia se preocupaba para que Yoruko-taicho lo encontrara todo en su sitio. Pasillo por el que pasaba, pasillo que quedaba colocado a su paso. Habitación en la que hubiera o hubiese shinigamis sin tareas, Himeko se ocupaba de darles alguna ocupación, por nimia que fuese y de levantar los ánimos. Sin embargo, sabía que no podía hacerlo sola, por lo que confiaba en que su capitana acudiera al escuadrón pronto. Yoruko, seguro, sabría que hacer en cada momento. A Himeko se le antojaba como a una madre, alguien a quien seguir fuera a donde fuese e hiciera lo que hiciese, y en ocasiones se olvidaba de las formulas de respeto hacia alguien de una clase claramente superior a la suya.

Mientras divagaba acerca de cuestiones mundanas una vez y de motivos importantes, otra, seguía observando su alrededor y caminando por un pasillo no muy estrecho, en el que a lo lejos se podía distinguir la conexión con otro nuevo corredor. Esa colocación tan rebuscada de los pasillos era lo que a Himeko siempre le había fascinado, todavía se perdía con facilidad por el escuadrón.
En cuanto hubo llegado a la esquina, una sombra se cruzo en su camino y no tuvo tiempo de esquivarla, chocó sin remedio contra ella y cayó de bruces al suelo. Antes de que tocara la madera, extendió sus brazos para apoyar las manos y darse impulso de nuevo hacia arriba. De esa manera, acabo por levantarse antes de haber tocado tierra.

La joven rubia, una vez equilibrada se fijo en aquello contra lo que había impactado, era un joven pelinegro que, como ella iba despistado. No le reconocía de ninguna de las familias nobles por lo que supuso que sería un shinigami corriente. Aquel chico le tendió la mano, pero Himeko consideró innecesario responder de esa manera. Himeko hizo pequeños gestos con la cabeza.

-No debe preocuparse, yo también estaba despistada…-comenzó a hablar en cuanto escuchó una voz muy familiar. Himeko se giró como movida por un resorte y saludó con una amplia sonrisa, al que consideraba su hermano más cercano en el escuadrón. -Buenos días Seikuro-chan.-comentó alegremente, nunca había usado un apelativo con cualquiera que no fuera de su misma clase, pero a veces, hacía excepciones.-No, no que va, nos hemos chocado, solo estaba disculpándose. No te he visto esta mañana en la sala principal ¿Estabas de guardia en las prisiones?-preguntó interesada y obviando casi al otro shinigami, era una costumbre que había aprendido de niña y se le hacía difícil de cambiar. Entonces se dio cuenta de su falta y se volvió un momento al otro chico.-Himeko Fujiwara.-habló, presentándose mientras se dirigía de nuevo a Seikuro esperando escuchar una respuesta.

Por suerte el tropiezo había quedado tan solo en un tropiezo, la ágil joven apenas llegó a tocar el suelo y ya estaba de pie frente ami, pero justo cuando me disculpaba apareció por detrás otro shinigami que al parecer conocía a la joven y que había entendido mal la situación, por el tono en el que intervino pero la pequeña shingami intervino a tiempo de que aquello degenerara en algo más violento. Cuando todo estuvo aclarado ambos shinigamis comenzaron a hablar entre ellos, dejándome al margen, aunque no me parecía extraño pues si ya se conocían no era raro que conversaran, cuando me disponía a irme para no interrumpir en su conversación la shinigami de rubios cabellos se volteó y se presentó.
-Himeko Fujiwara.-.
Como era normal imité su actitud y me presenté yo también, de lo contrario quedaría como un grosero ante los 2 compañeros.
-Encantado, mi nombre es Tokero Hitsuga, pero me pueden llamar Tokero. Siento todo lo ocurrido, pero desde que Yoruko-sama no está, el escuadrón anda patas arriba, ahora mismo me disponía a ir al Dangai a tratar de ayudarla, para acelerar su regreso.-

Seikuro se llevó una mano a la cara, tapandose lso ojos, realmente se le había olvidado la guardia en las prisiones, pero que le iba a hacer ya, de todas formas siempre había alguie alli por si a caso, aunque había sido un gran despiste por su parte, pero lo hecho hecho estaba, ademas, no habría aguantado esa mañana a ningun prisionero bocazas.

-Si este...bueno...prision...más bien he ido a entrenar, necesitaba despejar mi cabeza...pero de camino me he encontrado con un par de tocapelotas del tipo "aaah solo eres el nuevo" ¡¡¡les arrancaría la cabeza por dios!!!-

Seikuro miró su zampakutoh de refilón, esta estaba oculta en su brazo por una venda que solo dejaba ver tras la manga de su traje un poco de la empuñadura, cualquiera que lo viese podría pensar "¿donde se ha dejado este loco su zampakutoh?", pero, a quien le importaba lo que el resto pesase...desde luego a Seikuro poco o nada y mucho menos con lo molesto que estaba, su mente divagó un poco, por unos momentos se había olvidado del otro shinigami, al cual lo miró con una mirada tan fria que a algun que otro asesino podría haberle helado la sangre, exactamente la misma mirada que le echaba a otro tipo de gente, luego emitió un bufido y con desgana soltó de golpe

-Seikuro Shin-Tensei-

Sin mas se llevó ambas manos tras la nuca, como si estuviese recostando su cabeza contra estas...asi que la capitana estaba en el Dangai...

-Por cierto Himeko-chan, ¿qué has hecho tu?...¡¡aaaaaa!!...¡como no me den un saco de boxeo reviento!-

Su tono de voz se notaba como molesto o tal vez fastidioso, realmente recordar a aquellos dos shinigamis que...¡¡¡¡¡LE PONIAN DE LOS NERVIOS!!!!!...maldito auto-control...malditas normas inutiles...no llega a ser porque es humanamente posible, estaría escupiendo fuego...realmente la academia había logrado cambiar muy poco de su paciencia y caracter, aunque aun no sabía mucho sobre la vida de shinigami.

Himeko se llevó una mano a la cabeza mientras escuchaba las excusas de su compañero Seikuro. Para la joven rubia, faltar a sus tareas y remplazarlas por entrenamientos u otras actividades la parecía propio de una persona muy poco responsable y siempre se lo había a su amigo, pero no había manera para cambiarlo. Sonrió ante la presentación del otro muchacho e inclinó un poco la cabeza en gesto de entendimiento.

-Creo que no debería preocuparse Tokero, Yoruko-dono sabrá arreglárselas sola, es una excelente shinigami, deberíamos confiar en sus cualidades ante todo y preparar todo para cuando vuelva.-explicó al nuevo shinigami que había conocido, a continuación, se volteó para, con una expresión totalmente seria, hablar a su compañero.

-Shin-Tensei…-la frase empezaba mal para el chico, Himeko no solía ponerse seria con facilidad, pero la desobediencia era uno de sus puntos flacos.-Es nuestro deber vigilar esas prisiones, imaginate que mientras se suponía que debías hacer guardia, hubiera ocurrido alguna desgracia, ¿A quién le echarían todas las culpas?.-le recriminó, sin embargo su expresión volvió a ser la misma de siempre tras comprender que por mucho que se lo explicara, su compañero no lo entendería.

-Bueno, supongo que ya da igual ¿no?...-En ese momento se giró al otro shinigami y hablo mientras señalaba a Seikuro.-Siempre hace lo mismo, no se como lo consigue pero acaba escaqueándose para ir a entrenar.-comentó con una mezcla de diversión y burla. Pero su broma se terminó cuando entendió la siguiente frase de su amigo.

-¿Con quien te has encontrado? Debería tener unas palabritas con ellos…-comentó para sí en un tomo semi-amenazador. No soportaba que los demás se burlaran de ellos por ser recientemente nuevos.-Pero, tu te vas a quedar aquí si no quieres meterte en problemas de los que no pienso sacarte…-dijo.

En un ambiente más calmado, Himeko apoyó ambas manos sobre su cintura y con una pose de orgullo anunció a sus compañeros shinigamis, que es lo que había estado haciendo.

-Simple, he estado ordenando el escuadrón a petición de Yoruko-sama.-dijo con orgullo. Entonces se le ocurrió una idea.-Seikuro-chan, Hitsuga, ¿os apetecería ayudarme? Y ya de paso si terminamos pronto, vamos a las salas de entrenamiento, cuantas más cabezas mejor ¿no?-propuso a ambos jóvenes con una enorme sonrisa.

Asintió resignado ante las palabras de la shinigami y se dedico a encogerse de hombros, estaba en lo cierto respecto a Yoruko-sama, seguro que ella se bastaba sola más que de sobra y mi presencia solo sería un estorbo, era una shinigami alta mente cualificada y ademas la capitana del 2º escuadrón, un simple shinigami común como yo no podría hacer mucho por ayudarla.

Estaba dispuesto a hablar cuando la pequeña shinigami se giró y comenzó a reprender a su amigo por haber faltado a sus deberes de manera tan irresponsable para acudir a entrenar, en ese aspecto coincidía.. con ambos. Por un lado faltar a los deberes es algo imperdonable, pero por otro... entrenar también es importante, por suerte era capaz de compaginar ambas cosas.

Tras la reprimenda la shinigami volvió a girarse para hablar con Tokero, explicándole que esa era la forma de actuar de su compañero y que al parecer no era la primera vez que lo hacía, tras un breve intercambio de palabras la shinigami nos propuso a ambos el ayudarla , aunque no dijo para que nos necesitaba, solo el lugar a donde ir.

-Ayudarte, bueno, por que no, sea lo que sea es mejor que estar perdiendo el tiempo dando vueltas, cuenta conmigo-

Mientras Himeko le echaba la reprimenta a Seikuro este disimuladamente miraba hacia su mano derecha, pensando

"Tal vez lo debería cambiar de sitio"

En vez de atender a la regañina de su buena amiga, una vez terminó de hablar con una gesto como de fastidio dió un suspiro mientras se llevaba las manos a la cabeza

-Entendido entendido, la proxima vez vigilare todo el diiiiiiiiia...-

Realmente no era así, no había atendido a ninguna de las palabras, pero, el simple comentario de Himeko de volver a entrenar hizo que pusiese atención de nuevo, ademas, si su amiga le pedía ayuda, no era de los que decían que no a ayudar a alguien, su personalidad se lo impedía

-Bien, ¿que hay que hacer?-

Seikuro se subió ambas mangas de su traje hasta la altura de los codos, dejando las mangas sujetas por unas vueltas de la propia prenda, en el ante-brazo izquierdo se podía ver perfectamente una venda de color negro, pero poco más, seguidamente puso cara de concentración y decisión, para darle un toque comico a la escena, mientras ponía sus manos en sus rodillas.

-I'm ready-

Poco mas tendría que decir...

PNJ:

En aquel preciso instante, cuando los tres shinigamis del 2º escuadrón esperaban proseguir con las labores que le había ordenado a Himeko Hokori-taicho, hizo su aparición otro shinigami que ninguno de los tres conocía. Sus ropas oscuras y su repentina aparición a espaldas de la pequeña lo delataba como uno de sus compañeros más aventajados. Particularmente el 5º Oficial del Escuadrón, Akihiro Makoto. Era un nombre alto, con complexión atlética y fibrosa. Su cabello de puta negro estaba casi siempre despeinado y portaba una bufanda larga con la que solía cubrirse la parte interior del cuello.

-Fujiwara Himeko, Shin-Tensei Seikuro e Hitsuga Tokero, se precisa vuestra presencia inmediata en la sala de observación -informó el shinigami poniéndose en pie observando a los tres solo por unos instantes antes de girarse y perderse por uno de los laberínticos pasillos del 2º escuadrón.

Si le seguían los suficientemente cerca llegarían a una habitación algo más moderna de lo que en las instalaciones de la segunda división estaban acostumbrados. Se trataba de una zona bastante complicada de encontrar y de acceso solo a los oficiales y a los que tuvieran permiso expreso de la capitana. Allí en aquel momento solo había un par de pantallas encendidas, cortesía del 12 escuadrón y un par de escritorios con varios montones de papeles al igual que algunos archivadores.

-Esperad aquí y no toquéis nada -advirtió el Makoto antes de dejar a los muchachos a sus pensamientos desapareciendo por una puerta lateral.

Himeko sonreía muy alegremente, no sabía por que pero cada vez que lo pensaba, recibir la ayuda de dos compañeros para terminar las tareas a tiempo y bien, parecía reconfortarla. Himeko rió al observar como la atención de su amigo volvía a centrarse en sus palabras tras haber mencionado la palabra “entrenamiento”, Himeko le conocía como a un hermano y sabía que eso funcionaria.

-Ja ja ja, Ya sabía yo que me harías caso si decia algo de entrenamiento.-rió divertida.-Pero primero las obligaciones…-se acercó a su compañero y golpeo debilemente en la nuca.-Vamos “Superman”, hora de ir al trabajo.

La joven rubia se disponía a explicarles a ambos compañeros las tareas que debía terminar antes de ponerse entrenar. A Himeko le quedaban todavía un par de pasillos y plantas por revisar, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, otro shinigami más apareció a su espalda. Himeko se giró con curiosidad y se percató de que aquel que tenía a sus espaldas era el quinto oficial del escuadrón.
Himeko saludó como se debía, inclinando la cabeza durante unos segundos para luego volver la vista al pelinegro. Su aspecto era imponente y comparado con la pequeña Himeko podría decirse que parecían padre e hija.

-Sí Makoto-dono.-contestó la joven.

Himeko se volvió hacía sus compañeros y les hizo señas para que siguieran al oficial hacia la sala de observación. Ella no esperó más y salió tras el joven oficial por entre los pasillos del escuadrón, Himeko esperaba que tanto Seikuro como Tokero la siguieran.

Himeko vio de refilón como el shinigami entraba en una habitación al doblar la esquina y entró después de él. Al entrar Himeko miraba con avidez todos los recovecos de la sala. Era más moderna que las salas normales y en la que se podían observar un par de aparatos electrónicos, sin duda proporcionados por el doceavo escuadrón. Los papeles se amontonaban en escritorios y archivadores esparcidos por toda la sala. Himeko se preguntó que podría ser aquella sala, pero prefirió no preguntar.
Cuando quiso darse cuenta, Makoto desapareció por una puerta lateral y Himeko quedó sorprendida, no había notado la presencia de otra puerta en la sala.

Estaba ya siguiendo a la pequeña shinigami cuando apareció de pronto otro shinigami, era Akihiro Makoto, 5º oficial del 2º escuadrón y al parecer tenía ordenes para nosotros, sin mediar palabra alguna obedecí al oficial y le seguí , yendo por detrás de Himeko-san que no perdía el tiempo y seguía al shinigami a escasos pasos. Tras girar una esquina entré junto a Makoto y Himeko san en una habitación secreta. Cuando entré en la habitación me quede perplejo, una habitación llena de paneles y demás objetos de alta tecnología típicos del escuadrón nº 12, lo más inquietante era que en todo el tiempo que había estado en el escuadrón nunca había notado esta habitación a pesar de andar siempre dando vueltas por los pasillos.
''Pero... cuando demonios han traido todo esto aqui¿''
Curioso ante todo lo que había en la habitación comencé a mirar todos los papeles que encontraba, mirar las pantallas y tratar de averiguar para que servían todos aquellos trastos.
-Pero, que es esto, y que hace todo esto aqui?? , que se supone que debemos hacer?-

Seikuro se quedó callado por unos momentos, ¿superman?, y encima con colleja de regalo, el joven miró a Himeko, intentando reprimirse para no empezar a escupir fuego si podía, tenía una venilla saltada en la frente, pero pronto todo se calmó, el 5º oficiañ nos necesitaba para un trabajo.

No había que decir mas, Seikuro se puso en marcha junto a Himeko y ese tal...¿Potero...Lutero...Montero?...bah, daba lo mismo, la cosa era que los había empezado a seguir hasta llegar a una sala totalmente diferente al resto del escuadron, mas...moderna...era la palabra que buscaba.

Sus ojos se posaron en los monitores, desde luego, estos del 12º escuadron eran unos genios, pese a no ser uno, los respetaba, sabía bien las funciones que desempeñaban y le parecía algo importante, al igual pasaba con el 4º escuadron, aunque los del 11º sigesen lo contrario, sencillamente cada escuadron era importante a su manera, no había mas pretexto.

-S-Sugoi...nunca había visto tanto ordenador junto-

Seikuro se aventuró en la habitación, mirando los monitores, las luces que parpadeaban a sus ojos, ya había visto antes ordenadores, pero nunca había visto los del 12º escuadron ni los fabricados alli, y mucho menos estos que estaban ocultos, por decirlo de alguna manera.

Lentamente extendió uno de sus dedos hacia el primer botón que se le puso por delante, temblando, no sabía que pasaría si lo tocaba, pero, la curiosidad...demasiada curiosidad...estuvo a punto de pulsarlo de hecho, pero justo cuando sintió el frío tacto de este decidió que era mejor no ver lo que pasaba...sobre todo porque podía activar algo como un sistema de auto-borrado o algo por el estilo, por lo que volvió con Himeko y...y...y aquel tipo raro.

-Geeeeez...¿por que tenemos que esperar tanto?-

PNJ:

En aquella sala en penumbra no había nadie salvo los tres jóvenes shinigamis que habían sido guiados hacia allí por el 5º oficial del escuadrón. Los aparatos que había en aquella sala eran documentos de varios tipos: Mapas de algunas localizaciones de hueco mundo, de el mundo humano y de la sociedad de almas, algunas con formulas físicas complejas y rebuscadas que ninguno de ellos fue capaz de leer correctamente amén de varias listas interminables con nombres que no sonaban a nadie que no llevara al menos 240 años en aquella división. Aquel era el dominio de Misato.

Las manos de Tokero recorrieron las montañas de papeles desordenando algunas y mezclando otras. En la habitación de al lado el gruñido profundo de un gran felino se hizo patente en la "silenciosa" sala. Tras unos instantes más de quietud una mano aferró por la muñeca a Tokero y tiró hacia atrás colocando el otro brazo por su cuello inmovilizándolo al instante.

-No se os ha dicho que no toquéis nada? -una voz suave y con un tinte peligroso de hacía patente en aquel lugar.

Ninguno de los tres pudo ver de donde había venido aquella mujer pero ahora se le podía observar bien. Watanabe Misato, coordinadora de operaciones se había presentado ante los tres rasos de una manera... peculiar. Al cabo de unos instantes la mujer soltó a Tokero y se sentó en una mesa dejando su zanpakutou apoyado sobre ella indicándole a los tres que se acercaran. Pulsó el botón de una lámpara e iluminó una sola carpeta marrón que estaba sobre la mesa y sus manos entrelazadas sobre ellas.

-Decidme vuestro nombre y vuestra relación con Galahar Hatake -dijo la mujer con calma aunque sabía la respuesta a aquella pregunta. Los observaba uno a uno con detenimiento, sus ojos azabaches examinando a cada shinigami como si buscara el más mínimo fallo.

Himeko no tuvo tiempo de reaccionar después de la marcha de Makoto, ya que instantes después sus compañeros estaban en la misma sala. La joven rubia miraba con interés la sala, de pie y apostada en el mismo lugar donde se había quedado al entrar, recogía toda la información que le era posible y la almacenaba en su cabeza, para poder utilizarla más adelante. En términos técnicos, se grabó una imagen mental de la sala y todas sus características, los armarios, las paredes, el tipo de suelo, el olor de la madera, todo, absolutamente todo detalle, por nimio que fuera quedaba registrado. Himeko tenía la firme convicción de pensar que todas aquellas imágenes y recuerdos le servirían más adelante y no duda ni un solo segundo de la efectividad de su método.

Estaba tan profundamente internada en realizar esa tarea con precisión que se le pasó por alto el comportamiento del nuevo compañero. Al parecer, Tokero revolvía algunos papeles y buscaba por las pantallas información interesante para saciar su curiosidad. Terminada la imagen de la sala, Himeko volvió la vista a ambos shinigamis y les fulminó con la mirada, de una manera muy seria, demasiado para alguien como ella.

-Será mejor que no toquéis ninguna de las cosas que hay aquí, puede considerarse como búsqueda de información no permitida y eso, llevaría a algo más que una simple riña con un superior.-advirtió y esbozó una media sonrisa cuando Seikuro se abstuvo de hacer algo que le habría costado algo más que un quebradero de cabeza, y no metafóricamente hablando.-De verdad, ¿no podéis esperar? Desde luego, que poca paciencia que tenéis, si tiene que venir alguien vendrá y sino pues no nos queda otro remedio que esperar hasta que aparezca. No cabe duda de que los combates con vosotros se terminan pronto.-comentó con un tono mezcla de ironía y broma.-y tenemos que esperar tanto por que sí Seikuro, no le des más vueltas.-zanjó la conversación

Entonces, como si se tratara de una sombra, algo apareció en la sala, precedido de un gutural gruñido felino. Himeko se volvió hacía la novedad y adivinó la figura de una joven a la que reconoció al instante. Esa mujer era Watanabe Misato, celebérrima coordinadora de operaciones. El contraste de su piel pálida, sus cabellos oscuros y sus ojos inquisidores hacían de ella una figura inspiradora de algo más que respeto.
El cuerpo de Himeko se inclinó con rapidez mostrando el saludo de respeto que había aprendido desde la infancia. Se fijó en como noqueaba a Tokero de una manera de la que le sería muy poco probable escapar sino lo permitía la coordinadora. Unos segundos después soltó al compañero de Himeko y se sentó en una mesa cercana. Himeko había sido preparada durante toda su vida para afrontar situaciones como estas así que fue la primera en dar un paso adelante.

-Mis respetos Watanabe-sama, le pido disculpas en nombre de mi compañero, su intención no era examinar ningún dato.-dijo con rapidez en socorro del posible suceso que podía acarrearle a su compañero el haber mirado unos cuantos papeles. Himeko no sabía con exactitud si Misato lo tomaría como una ofensa, aún así prefería evitarlo.-Mi nombre es Himeko Fujiwara, la hija menor de la familia Fujiwara, soy un simple shinigami raso Watanabe-sama por lo que no tuve contacto con el teniente a excepción del meramente profesional.-respondió con firmeza y de forma altiva, no debía expresar duda alguna, era una joven con una posición adinerada y estaba por encima de todo lo demás. Esa era la filosofía que debía adoptar en una conversación con un superior, sumisa, pero mintiendo su rango sin caer en vulgarismos y Himeko lo había aprendido bien.

Antes de darse cuenta Tokero se encontraba totalmente inmovilizado ante aquel ataque por sorpresa, pero tras unos instantes fue liberado de aquella maniobra. Se giró rápidamente para ver quien era su agresor, pero al ver de quien se trataba tubo que guardarse sus comentarios para si.
''Maldita sea, como soy tan idiota de dejarme atrapar por la espalda''
Ante la orden de su superior se acercó a la mesa y se presentó ante ella.
-Mi nombre es Tokero, shinigami del 2º escuadrón, y no he tenido ningún contacto con ese tal Galahar-

Seikuro vió bastante impresionado como aquella shinigami había reducido sin problemas a...a...nada, no se acordaba del nombre del shinigami, aunque tampoco tenía mucho interés en aprenderlo, tras eso, se sentó, y Seikuro le siguió con la mirada, sin perder detalle, se notaba que sabía lo que hacía, lo había sabido por su tono de voz, sabía que la amenaza de parar podría convertirse en un derramamiento de sangre...tal vez Seikuro no fuese muy listo, pero podía reconocer a las personas que no les importaría vertir sangre o aquellas que lo harían por su deber, a simple vista había comprobado que era una mujer dura...muy dura, por lo que sería mejor comportarse...por el momento

-Mi nombre...Seikuro Shin-Tensei...-

Seikuro no se inclinó, es más, en su tono de voz había un deje de rebeldía que no sabía si molestaría a la shinigami o no, pero no era su costumbre el mostrar respeto a alguien que atacaba un compañero, del cual aun ni sabía su nombre...o no parecía interesarle aprenderlo, y decía que se presentase sin siquiera ella haber dicho nombre.

-hmmmm...Hatake Galahar...-

Seikuro habló, intentando recordar a alguien con susodicho nombre y apellido, pero no recordaba a nadie así, sin embargo, hizo un silencio dramático, para ver que tanta paciencia podía tener aquella mujer, aunque tras lo de..."ese"[off: Tokero], se podía ver que mucha desde luego no tenía.

-creo que......................no...no se quien es-

Realmente ese nombre le venía bien a la frase "me suena a Chino", aunque mas bien era japonés.

[off: siento el post tan corto y mediocre, pero estoy reventado por hoy]

PNJ:

Misato miraba a cada uno de ellos por turnos mientras hablaban. Su ceño fruncido como si estuviera molesta o simplemente repasando mentalmente todo lo que tenía que explicar a aquellos novatos. Sinceramente, no sabía en que había pensado Hokori-taicho cuando le dijo que ellos se encargarían de Hatake-fukutaicho. Suspiró levemente y asintió cuando Seikuro terminó de hablar y se inclinó hacia delante entrelazando sus dedos sobre la carpeta que tenía ante ella.

-Bien, después de esta mera formalidad os voy a explicar porqué se os ha llamado a vosotros y precisamente en este instante. Prestad atención y escuchad atentamente porque solo lo explicaré una vez -dijo mirando a cada uno de ellos por turnos esperando verles asentir y les indicó con la mano que se acercaran más. Tomo aire y lo exhaló una sola vez antes de recuperar la expresión seria de su rostro.

-Sospechamos que Galahar Hatake pueda tener algo que ver con las revueltas de las familias nobles de los primeros distritos del Rukongai -la mujer abrió la carpeta mostrando el rostro de un hombre de pelo largo y expresión seria. -Este es Galahar Hatake. Recién nombrado teniente de este escuadrón y protegido de la capitana. En los últimos días hemos estado viendo que el Hatake-fukutaicho sale demasiadas veces del Seireitei. No sonará extraño, pero lo es cuando según dice su historial, ese muchacho no tiene familia alguna en el Rukongai. Hokori-taicho ha puesto un localizador en la insignia de teniente que ahora Hatake-fukutiacho y lo tenemos localizado en este distrito -dijo colocando un aparato electrónico sobre la carpeta. Se trataba de una pequeña pantalla tactil donde aparecían unas coordenadas y un punto verde parpadeante. (imaginaos un ipod touch).

-Hemos podido averiguar que se dirigía hacia el distrito Yoichiro acompañado de un shinigami del 9º escuadrón -gira la hoja y aparece un hombre con el pelo corto y blanco. -Su nombre es Hattori Hideyoshi, no sabemos en que estado se encuentra exactamente aunque creemos que está preso dentro de la casa -suspira levemente cuando termina la explicación y se cruza de brazos echándose sobre el respaldo del asiento. -Vuestra labor será rescatar a este shinigami y traerlo de vuelta sano y salvo. Si os encontráis con Galahar-fukutaicho, intentad detenerlo, pero esa no es vuestra prioridad. Ha quedado claro? -dijo mirando en especial tanto a Tokero como a Seikuro frunciendo el ceño.

-Ahora es cuando hacéis las preguntas -dijo mirando a los tres.

Por las preguntas que hacía alguien se podía saber mucho de una persona. Si era despierta, si era atenta, ágil de pensamiento y disciplinado. Por supuesto, Misato tenía la labor de informar a la capitana Hokori de si había algún tipo de problema o algo a tener en cuenta.

Poco después de la presentación de la joven rubia, sus compañeros hicieron lo propio. A Himeko le pareció que el nuevo shinigami que había conocido no sabía muy bien el protocolo, o al menos no lo aparentaba. Se sorprendió al notar que no se disculpó por sus acciones, ya le daría algunos consejos cuando Misato no estuviera presente, Himeko tenía fe en que podía ayudarle, en cambio su amigo Seikuro, era ya un caso perdido para la chica.

La manera en la que se presento su compañero de academia hizo que le chillaran los oídos. Mantuvo una expresión neutra, aunque por dentro estaba deseando reprenderle por su comportamiento. A pesar de que en la mayoría de aspectos ya le dejaba por imposible, Himeko, en el fondo esperaba que Seikuro aprendiera de sus errores si insistía en ello todo lo posible, y no se iba a dar por vencida tan fácilmente. Himeko esperó la reverencia por parte de los dos jóvenes pero no hubo respuesta alguna por su parte, por lo que se lo apuntó mentalmente para castigarles como debiera.

Presurosa tras ver como respondían ambos ideo en la mente la frase prefecta para disculparse por ellos, pero algo en su interior le dijo que no lo hiciera o nunca aprenderían, por una vez, decidió escuchar y no actuar. Nada más Watanabe comenzó a hablar, la joven dedicó todos sus sentidos a las palabras de la mujer. Himeko se acercó sin titubear y atendió a la explicación con las manos a los costados.

Himeko observó la fotografía y la grabó en su mente, sin duda ese era el teniente, no le había visto muchas veces, probablemente por que salía demasiado del Sereitei, pero sabía quienes integraban el escuadrón al dedillo. Aquel aparato tecnológico no le llamo mucho la atención, no confiaba demasiado en lo que pudiera o pudiese decir una simple máquina.
Tras la charla de la coordinadora, tocaba el turno de preguntas. Himeko había entendido todo lo explicado pero había puntos que necesitaba saber. Su misión se trataba de rescatar a Hattori Hideyoshi, miembro del noveno escuadrón que posiblemente se encontrará dentro de la casa de algún noble y traerlo de vuelta. Podía parecer fácil, pero la pequeña intuía que había mucho más detrás de ello. No dejo tiempo a que sus compañeros preguntasen, Himeko comenzó la ronda de preguntas.

-Watanabe-sama, ¿Se sabe cuales son las familias nobles que han participado en la revuelta? Sería de gran ayuda saber en cual de las casas se encuentra atrapado el shinigami del noveno escuadrón. Además, si no es mucha molestia, necesitaríamos un mapa del distrito Yochiro.-comentó con rapidez.-Sólo unas preguntas más Watanabe-sama... Ya ha quedado claro que nuestra prioridad es rescatar al shinigami y detener a Galahar-fukutaicho no es sumamente importante, sin embargo, ¿Qué debemos hacer con los nobles que se interpongan en la misión? ¿Sería conveniente considerar su rango o estaríamos metiéndonos en demasiados problemas?.-preguntó la joven. Sí bien había dicho Misato, el teniente se creía que podía estar relacionado con las revueltas de las familias nobles, entonces, no era de extrañar que la mayoría de ellos se opusieran al rescate del shinigami. Las extrañas relaciones de los nobles entre sí siempre habían sido muy cerradas y en la mayoría de ocasiones, los shinigamis que se metían en problemas con nobles influyentes, no habían pasado muy bien el resto de su existencia. Así pues era necesario saber si debían actuar o no contra ellos.

Tras la presentación del otro shinigami que había entrado en la sala junto a Himeko y el, la señorita Watabe comenzó a contarles que es lo que estaba ocurriendo con ese tal Hatake y el por que de esta reunión secreta, al parecer la misión era recuperar a un rehén, y a ser posible capturar al teniente, aunque eso sería difícil, no solo por la diferencia de nivel si no por que contaba con el apoyo de algunas familias nobles y eso haría difícil la misión.
Tras la explicación, el shinigami se acercó a la mesa y les echó un vistazo a las fotos de ambos individuos y al aparato electrónico que había dejado sobre la mesa, sin duda algo bastante útil a la hora de rastrear a un objetivo mínima mente inteligente como era de suponer en el teniente Hatake.
Cuando se disponía a preguntar su compañera se le adelantó, haciendo unas cuantas preguntas bastante importantes, varias de las que tenía en mente, por lo que se dedicó a esperar a que la chica terminará para poder comenzar con las suyas.
-Watanabe-sempai, aparte de como mi compañera dijo, creo que sería útil darnos más información sobre los nobles implicados, así como los integrantes de su familia y las causas de esta revuelta, no sería de extrañar que hubiera más shinigamis del Sereitei implicados en este altercado. Y en el caso hipotético de encontrar a algún alto cargo aparte del teniente Hatake, que deberíamos hacer?, no sería de extrañar de que el teniente solo fuera un peón más en medio de todo este alboroto. Y en caso de tener que combatir, me preguntaba si se sabe algo acerca de sus habilidades, eso nos sería de utilidad por si entablamos combate directo-

Seikuro estaba atento, tal vez para sorpresa en algunos de la sala, ya que normalmente, él, no era de los que acostumbra estarse quieto durante mas de dos segundos sin liarla, pero lo cierto era, y Himeko mismo ya había podido experimentarlo, que cuando iban de misiones, o se jugaban la vida, el caracter de Seikuro cambiava totalmente, como si fuese otra persona en un mismo cuerpo, había oido a Himeko decir que se llamaba Watanabe, o al menos asi le había dicho.

-Mis pregunta son bastante simples Watanabe-san...pero son bastantes, ¿Qué podemos esperarnos de esta misión?...quiero decir, enemigos, tipos de arma...cualquier información nos vale, hasta el mas minimo detalle, tampoco nos vendría mal un plano de donde lo tienen, al igual que posibles pasadizos que se pudiesen usar en contra de los posibles secuestradores, si es que realmente se trata de un secuestro.-

Realmente no se creía que fuese del todo un secuestro, un fukutaicho de ninguna forma se podría haber dejado atrapar así ¿no?, se suponía que estaba preparado para unos shinigamis o más, entonces habló Tokero, le parecía raro que dijese la palabra "combate directo" en estos momentos, y por una vez, podía quitarle la razón del asunto a Himeko.

-No creo que sea realmente necesario el combate directo ni matar a nadie a no ser que sea necesario...quiero decir...si la casa es de nobles, seguramente sea bastante grande, al igual que estará bien vigilada, pero tambien tiene sus puntos ciegos...no es simplemente meter palos y entrar...hay que tener en cuenta el sigilo, si podemos evitar derramamientos innecesarios de sangre mejor.-

Aunque no era quien para hablar sobre derramamientos de sangre, pero, en ese momento no tenía puesta la cabeza en tener que matar, si no en el rescate del fukutaicho y de la salida de la casa, eso era lo que le parecía mas importante en este caso.

-Watanabe-sama, ¿se sabe algo de los implicados?...¿o algun contacto en el distrito para conseguir información?-

PNJ:

Les había permitido un turno de palabra a cada uno para que hicieran las preguntas que les parecieran necesarias en aquel momento. Un shinigami de aquel escuadrón debería ser avispado, inteligente o sobre todo muy observador. No les había revelado demasiado sobre la misión para que ellos mismos pensasen que información les sería necesaria en aquel momento. Sus ojos oscuros primero fueron a posarse sobre el rostro de la más joven del trío. Himeko, como recordaba Misato, era la más rápida adelantándose a los demás a la hora de preguntar imponiéndose sobre los dos muchachos. Ante eso Misato medio sonrió complacida por el hecho y se inclinó hacia delante de nuevo abriendo uno de los cajones de la mesa sacando otro par de carpetas del mismo tono de la que había estado sobre la mesa.

Luego habló Hitsuga Tokero. Sus preguntas iban más dirijidas a conocer todo lo que pudiera sobre los shinigami implicados en todo el asunto. No era una mala pregunta pero se desconocía si había algún otro shinigami involucrado con las revueltas y al ser Hatake-fukutaicho tan reservado para con todos menos para con Yoruko, no le pareció factible aunque debía admitir que había visto otra posibilidad que tal vez los demás no se hubieran dado cuenta.

Asintió levemente para luego mirar a Seikuro. Sus inquietudes eran generales pero era el que había visto la mejor manera de solucionar aquel conflicto. Tanto al Gotei como a la Cámara de los 46, no les interesaba un baño de sangre en los primeros distritos del Rukongai por lo que una forma sigilosa para entrar era la mejor y más efectiva para conseguir sus objetivos. Inevitablemente, si Hatake-fukutaicho estaba involucrado tendrían que enfrentarse a él pero para entonces esperaba que Yoruko hubiera vuelto del dangai, aquel mensaje la había puesto nerviosa tanto a ella como la mayoría de los integrandes del 2º escuadrón. Suspiró levemente y sonrió medianamente contenta con los tres por sus interrogantes y satisfecha con su capacidad de análisis en aquel momento. Sus manos se entrelazaron de nuevo y les volvió a indicar que se acercaran levemente.

-Bien, ahora responderé lo que pueda. En este informe que tengo delante está escrita la información de las familias que pensamos que pueden estar involucradas en la revuelta os leeré la información por encima -dijo abriendo la carpeta y empezando a leer los datos más importantes.

Distritos 3, 5 y 6 del Rukongai.

Se ha informado de varios movimientos sospechosos en las calles de los primeros distritos del Rukongai. Incendios, atracos y demás actos violentos se están llevando a cabo con mucha frecuencia en los últimos días.

Se sospecha que alguna de las familias de la baja nobleza intenta conquistar el resto de zonas de los distritos con algún propósito oculto. Por ahora las que encajan mejor con los recursos necesarios para llevar a cabo este tipo de acontecimientos son tres:

- La familia Konata: Hace varios años el padre del ahora jefe de este clan, Konata Nambu tuvo problemas con varios shinigamis que encerraron a su hijo por atacar a las fuerzas de recuperación del 4º escuadrón.

- La familia Yoichiro: Tienen un historial de revueltas y varios enfrentamientos con shinigamis en los distritos medios del Rukongai. Yoichiro Makoto es el actual líder de la familia y se trata de un ferviente opositor del monopolio de las familias de alta nobleza sobre las decisiones de la sociedad de almas.

- La familia Mitsuya: Haca varios años hubo una situación bastante tensa entre este clan y la familia noble Hokori cuando la hija pequeña detuvo la ejecución del asesino del primogénito Mitsuya Enoki. Mitsuya Fukuda, actual jefe del clan y padre del difunto se la tiene jurada a los shinigami y a la familia Hokori en particular después de este incidente aunque ningún acto violento ha tenido lugar.


Esperó unos segundos tras dar la información pertinente y los miró durante unos instantes para luego sacar un mapa y extenderlo sobre la mesa. Estaba doblado en 4 partes viéndose los pliegues, lo extendió ligeramente y elevó algo el flexo para que pudiera verse mejor al aumentar la zona iluminada.

-La residencia principal de los Yoichiro es esta -señaló un cuadrante con gran tamaño respecto a las casas aledañas. Tenía una línea que la rodeaba por lo que el hogar parecía estar amurallado. -Según hemos podido averiguar con las prácticas a los rasos y demás existe una fisura en la parte oeste de la casa. Si llegais hasta el techo podréis entrar con cierta facilidad por el tercer piso -luego sacó otro plano y repitió el proceso. Este era algo más grande y tenía cuatro cuadrículas del mismo tamaño pero con distribuciones distintas. Eran las plantas de la casa.

-Afortunadamente cuando una familia desea ampliar su hogar a uno de este tamaño debe facilitar unos planos detallados al Gotei -dijo medio sonriendo la coordinadora mirando a los rasos. -Ahora es cuando empieza lo difícil. Supongo que si mantienen al shinigami preso lo tendrán en la bodega bajo la planta inferior. La vigilancia es bastante buena así que deberéis ser pacientes y tener extremo cuidado en no hacer ruido. Si queréis mi consejo supongo que por este pasillo de servicio podréis deslizaros sin demasiados problemas. Estas son las habitaciones de los sirvientes por lo que estarán peor vigiladas que la de los señores -dijo mientras señalaba con un dedo siguiendo el camino que decía para que los rasos pudieran verlo bien. -Respecto a un contacto en la zona, me temo que no hay ninguno. Los habitantes de los distritos tienen que responder ante su señor y temen sus represalias si le ven hablando con un shinigami -dijo cruzándose de brazos de nuevo tras negar con la cabeza ante la pregunta de Seikuro.

-Respecto a los soldados, los exteriores portan lanzas y armaduras ligeras. Los del interior daisho y un kimono reforzado. Tenéis que salir de allí con un shinigami que no sabemos si está herido, inconsciente o algo peor. Sed listos y evitad cualquier tipo de enfrentamiento grande con alguien de dentro de la casa. Si es necesario, dejad inconsciente a quien sea pero no toquéis a los nobles. No queremos una revuelta a gran escala contra el Gotei por este tema. Respecto a Hatake-fukutaicho, no puedo deciros nada. Solo os aconsejo que si os encontráis huíd lo más rápido que podáis. Si eso no es posible y os veis obligados a luchar con él que no libere su shikai, o estáis acabados... -terminó de manera un poco tétrica pero se le veía preocupada por ellos en cierta medida.

-No habléis sobre esto con nadie, ni siquiera con alguien de este escuadrón. Es un asunto interno y así debe quedar. Se os ha elegido a vosotros porque aún no habéis tenido tiempo de ser influenciados por el teniente. Tomad, este será vuestro equipo, así que tened cuidado y buena suerte -terminó la mujer de hablar y guardó los papeles que no les serían necesarios, dándoles los mapas.

Os hace entrega de unos cintos oscuros de la misma tela que vuestros uniformes. Dentro hay unos intercomunicadores que se sitúan alrededor del cuello y con lo que podrán comunicarse, un hilo metálico enrollado, unos viales pequeños que parecen de plástico y unas vendas por si acaso fueran necesarias. Misato se mantiene sentada en su silla con los dedos en sus sienes suspirando relajándose tras la tensión esperando o bien a que se marchen o bien que le digan alguna otra cosa.


[OFF: Postead aquí vuestra marcha y salida del escuadrón a no ser que queráis decirle algo más a Misato. Cuando postee con el narrador iros al post de Distrito Yoichiro en el foro de Rukongai para empezar la misión allí. En ese hilo os daré más directrices que seguir. A divertirse se ha dicho!! ]

Cuando la joven rubia terminó sus preguntas o al menos las necesarias por el momento, el shinigami que había conocido hacía unos escasos minutos continuó con las preguntas sobre la misión que les había entregado la coordinadora. Himeko se preguntaba a la par que escuchaba las preguntas del joven pelinegro, si de verdad sería necesario un combate directo, habría métodos más efectivos, incluso para entrar y salir sin ser vistos, solo habría que encontrar el que mejor viniera a dicha situación y aplicarlo. En teoría podía parecer algo sencillo pero tenía una dificultad añadida por el número de shinigamis que realizarían la misión y Himeko lo sabía.

Pero lo que la joven shinigami no se esperaba era la respuesta de su compañero y hermano de espada. Seikuro había dejado anonada a Himeko, ya que ella pensaba que apenas prestaba atención, pero sus conclusiones eran excepcionales, hasta para él. La expresión de sorpresa de Himeko fue rápidamente sucedida por una mucho más sonriente. Incluso, la pequeña había olvidado la insubordinación de hacia unos segundos. La chica asintió mientras movia la cabeza, si bien habría seguramente encuentros que no podrían evitar, Seikuro llevaba la razón había que ser lo más sigilosos posibles y no levantar sospechas.

Sin embargo, la atención de la joven se desvió a Misato cuando comenzó la explicación a las respuestas. La mujer pelinegra abrió un cajón de la mesa y sacó de el unos cuantos archivos, de los cuales uno era un informe completo de las familias implicadas. Himeko atendió con interés a la lectura de los archivos. Algunos nombres de esas familias le sonaba de las charlas que había escuchado a escondidas con su padre y los mercaderes afiliados a él. Estaba aliviada al menos por que solo fueran relaciones comerciales y no muy buenas. Sabía de la localización de la residencia Konata pero no recordaba nada más de las otras familias.
Necesitaban entrar en la residencia Yoichiro, por lo que el centro de la insurrección noble les pasaría casi rozando, pues se trataba de la familia Mitsuya la que al parecer estaba más implicada.
A continuación, extendió un mapa e iluminó una zona en concreto, la residencia Yoichiro. Era una gran extensión de terreno amurallada, demasiado grande incluso para una familia noble, y las preguntas que surgieron en la mente de la joven fueron solucionadas inmediatamente después. Los planos estaban archivados en el Gotei 13, pues algo tan enormemente suntuoso debía ser informado. Y con un poco de suerte podrían entrar sin ser vistos, la mente de la pequeña comenzaba a maquinar un plan para entrar y salir sin ser vistos por los pasillos de los sirvientes.
Tragó saliva al oír tan alarmistas palabras de boca de una persona que inspiraba gran confianza. Sería mejor no pensar en ello hasta que no sucediera se dijo la pelirrubia.

Himeko recogió las cosas que la entregaban con rapidez y las coloco en su sitio mientras hacía una pequeña reverencia en señal de gratitud. Un cinturón que se ató dando varias vueltas a la cintura pues su tamaño era demasiado pequeño, un intercomunicador que se colocó en la oreja derecha y unas vendas que mantuvo en las manos como paño en oro.

-Vamos, va siendo hora de ir.-comentó a sus compañeros, pero cuando estaba a punto de salir de la sala, una pregunta recorrió su pensamiento con rapidez. Se volvió un último momento hacia la coordinadora.- Una última pregunta Watanabe-sama ¿La familia Yoichiro tiene gatos domésticos?.-preguntó con interés y un brillo especial en los ojos.

Seikuro escuchó atentamente lo que Misato decía, la información de las familias sobre todo, su objetivo parecía ser la segunda de ellas...realmente no entendía mucho sobre las escalas sociales, solo sabía que la mayoría de los nobles simplemente aspiraban a más poder del que tenían y que su gula nunca estaba satisfecha...

Maldijo internamente al saber que no habían informadores, pero aun más cuando Misato dijo que los habitantes de allí servían al noble...era evidente y no sabía porque no lo había pensado antes, miró los planos, atentamente, planificando posibles rutas...vias de acceso e incluso escondites, no era la primera vez que tenía que entrar en una casa a escondidas, aunque si la primera vez que entraba en una de nobles.

Agarró su equipo, colocandose el cinturón y acomodandose el comunicador, probandolo al instante, tapandose la boca y hablando bajito, para que el comunicador fuese lo unico que emitiese sus palabras

-Probando...-

Al comprobar que todo estaba en orden, se acomodó los viales y las vendas para tenerlos a mano, hizo un par de movimientos para comprobar que no se iban a desprender en medio del combate, si es que llegaba a haberlo.

Solo había una petición que Seikuro tenía en mente.

-Watanabe-san, ¿podria proporcionarme somniferos potentes por favor?, no creo que tenga que usarlos...pero nunca se sabe, y es mejor dejar dormido que matar o dejar inconsciente a alguien...-

No quería derramamientos de sangre, era una misión de rescate...y un rescate era lo que iba a hacer, no una matanza.

Tokero no se perdió ni un solo detalle de la explicación de Misato-san asimilando toda la información que esta les estaba dando, asi como también atendía a las acciones y comentarios de sus compañeros sin varios un segundo su actitud tranquila y serena.

Tomo el equipo que esta les propició y al igual que Seikuro se colocó el cinturón y el resto de objetos junto con el comunicador. Tras comprobar que todo estaba en orden les dirigió una mirada a sus compañeros y se limitó a cruzar los brazos en espera de que comenzara la misión.

-Bueno, yo ya estoy listo, cuando queráis podemos marcharnos-