La Presentación de la Capitana.

Después de la gran tragedia que azotara a todo el sereitei y gran parte de Rukongai los escuadrones poco a poco volvían a la normalidad. Nuevos capitanes estaban siendo nombrados de cada una de las divisiones y clamaban a la calma y al esfuerzo para volver al orden que de manera tan brusca se vió desgarrado.

Había sido teniente del mismo escuadrón durante muchos años. Era una chica servicial, modesta y trabajadora. Siempre cumplía lo que se esperaba de ella y se esforzaba al máximo por lo q no era de extrañar que quien heredara el cargo de Capitán del 2º Escuadrón fuera la Teniente Hokori Yoruko.

Después de pasar varios días al cuidado del cuarto escuadrón la recién nombrada capitana volvió a su despacho dispuesta a hacerse cargo de las labores acorde con su nuevo rango. El rostro impasible y algo nervioso con una leve sonrisa cuando alguien conocido le saludaba o la felicitaba por su ascenso. No tardó demasiado en llegar hasta la habitación donde tomó asiento lentamente y suspiró levemente haciéndose a la idea de q ahora era ella quien ocuparía siempre ese lugar.

A los pocos minutos se levantó y se dirigió hacia la sala de reuniones con tranquilidad y paso calmado. Allí le esperaba su escuadrón al completo. Miró las caras de los jóvenes shinigami y se colocó frente a ellos con las manos a ambos lados de su cuerpo. Entonces antes de empezar a hablar hizo una reverencia a modo de saludo a sus subordinados y volvió a erguirse para dar sus primeras instrucciones como capitana.

-Buenos días, mi nombre es Hokori Yoruko. A partir de este momento seré la nueva capitana del segundo escuadrón. -se tomó una pausa de algunos segundos antes de continuar para dejarles comprender sus palabras con claridad. -Por ahora nuestra prioridad es devolver a la normalidad lo más rápidamente posible la Sociedad de Almas. Cualquier cosa que me quieran decir pueden acercarse a mi despacho sin problemas. Gracias por su atención. Demos lo mejor de todos nosotros en memoria del Ikuze-taicho.

Cuando hubo terminado su discurso volvió a hacer otra reverencia dejando que los shinigami se desperdigaran a su antojo mientras ella se mantenía pensativa unos minutos de pie por si alguno de ellos quería hablar con ella en ese momento. Seguramente o por lo menos ella creía que sus subordnados tendrían ahora muchas preguntas. En ese momento sabía que tendría q escoger un teniente pronto. Sus ojos recorrieron los rostros de sus nuevos subordinados con cierta confusión intentando discernir quien podría ser su mano derecha como ella lo había sido para Izuke-taicho. Se detuvo a observar a más de un shinigami. Varios de ellos eran buenos candidatos: mangíficos shinigamis, guerreros fuertes y con una personalidad decidida. Pero también carecían de la fuerza mental y la capacidad de mando para dirigir al resto de sus compañeros cuando Yoruko faltase.

En ese momento sus ojos se posaron sobre Galahar Hatake, un shinigami que ella misma salvó de la pena de muerte y que se había encargado de amadrinar en el escuadrón. Sabía que su decisión había sido cuestionada por el resto de las familias nobles pero sus hermanos la habían apoyado y al final se había salido con la suya haciéndose responsable directa del muchacho. Como miembro de la familia Hokori no osaron cuestionar demasiado su decisión de frente pero sabía que le había traído más de un quebradero de cabeza a sus hermanos.

-Galahar-san, quédate un momento. Necesito hablar contigo en privado -dijo dando un par de pasos hacia el shinigami indicando con la mirada que los demás que estaban en la estancia la abandonaran. Sus hermanos iban a matarla si supieran lo que tenía pensado hacer.

El ambiente de habitación era incomodo, el silencio caía sobre nosotros como una losa, incluso para los miembros del 2º escuadrón, casi siempre callados e inmunes a las tragedias ajenas o propias, la muerte del capitán que nos había vuelto ha mostrar las doctrinas del escuadrón no había dejado indiferente a nadie.
Yo como siempre me apoye en la pared del final de la sala, pasando desapercibido por el resto de miembros de mi escuadrón, conocía mi mala reputación entre mis camaradas, entre muchas cosas que se decían sobre mi pocas eran ciertas (No como los ojos de jóvenes o bebo sangre de mujeres vírgenes) pero el problema es una pequeña parte de ellas eran ciertas. Por no hablar de la fama que tenia de ser el favorito de la teniente del escuadrón, Hokori Yoruko, la cual me había salvado de ser ejecutado años atrás.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la entrada una joven de unos 24 años, de piel pálida que contrastaba con su pelo negro y sus fracciones sorprendentemente simétricas hacían que de la recién nombrada capitana Hokori Yoruko el mejor partido del Seretei.
Todo el mundo se quedo en completo silencio mientras se ponía en el centro de la sala y soltaba su pequeño discurso.
-Buenos días, mi nombre es Hokori Yoruko. A partir de este momento seré la nueva capitana del segundo escuadrón. -dijo -Por ahora nuestra prioridad es devolver a la normalidad lo más rápidamente posible la Sociedad de Almas. Cualquier cosa que me quieran decir pueden acercarse a mi despacho sin problemas. Gracias por su atención. Demos lo mejor de todos nosotros en memoria del Ikuze-taicho.
Después de este corto discurso todos nos disponíamos ha salir, cada uno para reflexionar sobre la reciente muerte del capitán en sus cuartos, cuando escuche como me llamaba.
-Galahar-san, quédate un momento. Necesito hablar contigo en privado- me dijo, mientras hacia un gesto al resto para que se fueran, espere a que el ultimo saliera para hablar.
-¿Quería algo Taicho?- pregunte.

Con gesto calmado buscando las palabras adecuadas se volvió hace la tarima donde se situó para hablar pero se arrodilló delante de él indicándole a que Galahar lo hiciera frente a ella. Colocó sus manos sobre su regazo y suspiró profundamente. Sabía que el muchacho que estaba ante ella no era de muchas palabras pero no era la primera vez que compartía con él sus inseguridades y ahora mismo no encontraba a nadie mejor para lo que rondaba por su mente.

-Que raro suena, taicho... Ya sabes que puedes llamarme de una manera más personal Galahar-san, por lo menos cuando estemos a solas. Por fin lo peor ha pasado por ahora. Que tal las cosas por el escuadrón en mi ausencia? Lamento haberos dejado solos tanto tiempo -dijo a modo de disculpa agarrándose al borde de las mangas de su haori en señal tensa. -Ha sido todo tan de repente que casi no me ha dado tiempo a asumir la muerte del capitán y ya estoy llevando su haori. Es todo tan extraño... -volvió a sumirse la habitación en silencio.

Ambos se conocían desde hace bastante tiempo. La capitana, había plantado cara al resto de las familias nobles en honor del muchacho y no se había equivocado. Desde que entró en el segundo escuadrón había sido un shinigami ejemplar. En cierto modo se sentía orgullosa de haberle acogido bajo su protección tantos años atrás. En ese momento observaba a Galahar buscando las respuestas que necesitaba esbozando una leve sonrisa avergonzada por su forma de actuar. Acababa de ser nombrada capitana y ya estaba confundida y preocupada por si sus decisiones no eran bien aceptadas por sus subordinados. Suspiró una vez más y se acomodó sobre sus piernas de nuevo.

-Supongo que ya sabrás que tengo que elegir teniente ahora que mi puesto lo he dejado libre. Tienes alguna recomendación que hacerme? Deseas tú ser mi teniente, Galahar-san? -preguntó mirándole inquisitivamente.

Ambos comprendían la magnitud de esa decisión y la capitana esperaba que el muchacho le contestara con completa sinceridad, todas y cada una de sus preguntas. Tenía mucha fe puesta en ese muchacho, tanto o más que tiempo atrás. Estaba segura de que sería un teniente magnífico pero dependía de él que obtuviera el cargo.

Me arrodillé frente a ella, escuchando lo que me decía con gesto serio, me sorprendía que se mostrara tan abierta y me invitara a tratarla de forma menos formal.
Su primera pregunta también me sorprendió, ¿Qué como estaba el escuadrón? Teniendo en cuenta que han matado a todos los capitanes, que los tenientes están siendo ascendidos y que hay gente que mataría por estar en los puestos que quedaban libres, pues muy bien no estaba.

-Esta todo tranquilo, Hokori, aún no se han acostumbrado a la perdida del comandante y tu asenso, pero no creo que muestren ningún inconveniente, al menos lo que he podido ver.- dije, con otra persona habría sido mucho mas brusco, no habría tenido tanto tacto, pero se veía a la legua que la capitana estaba asustada con sus nuevas responsabilidades.
Pero ella siguió hablando, al parecer sin importarle demasiado lo que yo decía, así que simplemente me dediqué ha escuchar. La conversación era intranscendente, pensé durante un momento que solo me había convocado porque tenía que hablar con alguien, pero me equivoqué.

-¿Quieres ser mi teniente?- preguntó, y mi cara reflejó mi sorpresa ¿Yo teniente? Esperé un momento para ver si me estaba tomando el pelo, cuando vi que no iba en broma me paré ha pensar en lo que me proponía.
Después de un rato pensando hable.

-Hokori, tu me conoces y sabes que pienso que desde un punto de vista militar estoi listo para asumir el puesto de teniente-dije mientras la miraba a los ojos con gesto pensativo- sin embargo, no gozo de buena fama dentro del escuadrón, si me nombras teniente no me será difícil mantener el orden, pero solo porque me tienen miedo, no porque me tengan respeto. Sin embargo tal eso es lo que haga falta ahora, orden en esta época de caos. Cuando el tiempo los miembros del escuadrón querrán mas tranquilidad, un subcomandante en el que puedan confiar- murmure esto ultimo con algo de ironía- Estaré encantado de asumir el cargo de teniente,al menos hasta que puedas encontrar alguien que inspire mas confianza que yo.
Pero la pregunta es ¿Me acepta como teniente, Taicho?

La capitana sonreía amablemente a Galahar escuchando su respuesta. Sabía que se encontraba ligeramente cómodo pero sonrió más ampliamente cuando notó la sorpresa que surcó su rostro al proponerle el cargo de teniente. Esperó pacientemente devolviéndole la mirada que tenía fija en sus ojos observando sus cabilaciones y las dudas que tenía, hasta que por fin habló.

La capitana se mantuvo en silencio completamente quieta prestándole su completa atención. Era conocedora de la fama que tenía Galahar entre sus compañeros y de que algunos le tenían miedo, otros envidia. Al terminar su discurso le hizo una pregunta que dejaba ver más de él que lo que quería conseguir de ella. Bajó la mirada por unos momentos para volver a mirarle a los ojos.

En el segundo escuadrón n rasgo importante era que sus integrantes se entendieran con una mirada. En ese momento ambos tenían una conexión de la que disfrutaban desde el momento en el que el shinigami ingresara en las filas de su escuadrón. No era necesario poner en palabras lo que ambos intercambiaban en esos instantes pero aún así romper el silencio que reinaba era en ese momento lo adecuado.

-Tienes la suficiente confianza en ti mismo para conocer tus virtudes y tus defectos. Ikuze-taicho me enseñó que lo más importante que debe tener un shinigami de nuestro escuadrón es disciplina y la entrega. Nuestro escuadrón se encarga de las misiones más delicadas y peligrosas del Seireitei. Necesito q estés completamente seguro de que estás dispuesto a sacrificarte por tus subordinados. El cargo de teniente viene con muchos deberes y exigencias que se asumen en el momento en el que te entregan la insignia.

En ese momento Yoruko giró el cuerpo hacia la izquierda llevando la atención a una caja de madera elaborada que se encontraba a su lado. Tomó la caja entre sus manos y pasó los dedos por encima de la tapa acariciando la insignia y el tulipán que representaba el segundo escuadrón. Suspiró levemente y cerró los ojos consciente de la importancia del momento que ambos estaban viviendo. Levantó la cabeza y miró a Galahar dejando la caja delante de ella en el suelo orientada hacia ella.

-Esta caja contiene la insignia de teniente del segundo escuadrón. No necesito a alguien que inspire confianza. Tus compañeros aprenderán a respetarte por tus virtudes dejando de lado el pasado. Es algo que ahora mismo la corte de los espíritus puros necesita. Pero también es algo que el futuro requerirá -guardó silencio unos segundos dejando que Galahar meditara sobre sus palabras para proseguir al poco tiempo. -Un capitán, un teniente, un oficial, son los que deben guiar y servir de ejemplo a los nuevos shinigami que se unen a nosotros. De todos los que componen este escuadrón eres el que mejor cualidades tiene para llevar a cabo esta labor Galahar-san. Como has dicho te conozco bien, y estoy completamente segura de que serás un teniente ejemplar, no podría escoger a nadie mejor ni más preparado para ello -volvió a guardar silencio intentando transmitirle la profunda confianza que tenía hacia él. Si no fuera así nunca habría puesto en peligro su estatus ni el de su familia al acogerle. -Pero quiero que estés seguro de la decisión que estás a punto de tomar. No pretendo que te sientas presionado.

La capitana volvió a inclinarse hacia delante para girar la caja ahora encarando a Galahar y abrir la tapa de la caja mostrando un interior acolchado de telas rojas con la insignia de madera prefectamente colocada en el centro de esta con el lazo blanco doblado bajo ella. Recuperó su posición al momento volviendo a observar a su protegido. Ahora era el momento de la verdad. Sabía que había tomado una buena decisión pero aún así no podía evitar sentirse nerviosa.

Mire con gesto serio la insignia de teniente, sabia lo que significaba si me la ponía, estaría a cargo de los shinigamis del escuadrón, eso quería decir que si alguno se veía en problemas yo sería el que lo salvaría, aunque eso significara morir.
Morir por defender a otro, no era de mi estilo, pero si aceptaba la insignia lo tendría que hacerlo a la fuerza, si se daba la situación. Como bien había dicho la capitana ese era del deber de un teniente.

Mi mente viajo hacia el pasado, a la época en la que yo era un simple estudiante condenado a morir de rodillas frente a un amplio público. Recordé como la espera me había desgarrado el alma mientas horas pasaban encerrado en la húmeda celda, en mente la imagen de mi persona puesta de rodillas frente a una multitud que la abucheaba. Como cualquier ser humano yo había caído en la desesperación y el miedo.
La suerte se puso de mi lado cuando por la mañana del día de la ejecución una carta llego a la prisión donde explicaba como la teniente del segundo escuadrón había pedido mi liberación y ingreso en su escuadrón, ha pesar de que eso haría que perdiera popularidad ante el resto de casas nobles.

Volví al presente, viendo como la antigua teniente y actual capitana volvía a poner en duda su reputación al aceptarme como teniente. Si era capaz de hacer algo así, ¿Por qué no era yo capaz de asumir algunas responsabilidades de más?
Sin pensarlo más agarre la placa y rápidamente me la ate al brazo izquierdo.
Mientras lo hacía miré a Hokori
-Tendras que decirme cuales son mis nuevas responsabilidades- dije con ironía.

OFF: Lamento lo mal explicado del post, es que no tengo mucho tiempo.

El segundo escuadrón. Un lugar donde, al contrario que en otros, reinaba el silencio y el sigilo. Los shinigamis de este escuadrón tenían muchas similitudes, por no decir casi todas, con los ninja. Eran los encargados de llevar a cabo con rapidez y efectividad impecable las labores más peligrosas y delicadas de todo el Seireitei. Hokori era bien consciente de ello y ahora sabía que tenía a alguien en quien poder relegar algunas de sus labores cuando ella no estuviera.

Una sonrisa relajada se dibujó en su rostro al ver la expresión de Hatake y la respuesta al colocarse la insignia. Sabía que al principio le costaría adaptarse a sus labores de teniente, pero anteriormente se había adaptado al modo de vida del segundo escuadrón y aquello no era algo que hicieran todos los postulantes a un lugar en aquella división.

Ella misma había recordado el momento en el que los dos se encontraron. Ver el miedo y la tensión cuando por fin conoció al muchacho al que había salvado de una ejecución segura la había hecho sentirse mucho más humana de lo que nunca lo hubiera imaginado. Sus hermanos volverían a reprenderla por seguir dándoles quebraderos de cabeza respecto a Hatake que ella estaba resuelta con todo lo que tenía relación con él. Ahora por fin se habían disipado las pequeñas dudas que quedaban sobre su capacidad de entrega. Sabía que Galahar haría un buen trabajo.

-Me alegra que hayas aceptado. Por lo pronto debemos coordinar las guardias de la división y sus cometidos para empezar a darle movimiento a la división. Aunque podemos empezar mañana -comentó encogiéndose levemente de hombros sonriendo. -Puedes hacer lo que quieras esta tarde, por hoy no te exigiré que hagas ninguna labor, Galahar-fukutaicho -terminó con una leve inclinación del cuerpo y la cabeza en señal de respeto por su nuevo teniente.

Al cabo de unos momentos volvió a recuperar una postura más erguida y se puso en pie con una facilidad extrema y se ajustó el haori sobre sus hombros con las manos para luego mirar a Galahar esperando a ver cual sería su respuesta a esa licencia que acababa de otorgarle.

Me termine de ajustar la insignia con gesto distraído, me resultaba raro tenerla en el hombro, no sabría si daría la talla de de lo que significaba esa insignia, pero tenia que intentarlo.

Escuche con gesto serio a Yoruko, ¿Coordinar las guardias de la división? Eso no seria algo muy nuevo, de hecho ya lo había hecho mientras esperábamos el nombramiento de un nuevo capitán y teniente.

Mire a Yoruko con calma, estudiando su rostro, para el cual no parecía pasar el tiempo, me fije en el haori, me pude imaginar las grandes dudas que tenia, el simple hecho de tener tanta responsabilidad sobre tus hombros no era el estilo de un asesino. Supuse que no debería haber sido una decisión fácil en los tiempos actuales
“Galahar fukutaicho” me llamo
Una leve sonrisa asomo entre la comisura de mis labios, pero sin llegar a más.

-Gracias, Taicho- dije con una reverencia saliendo de la habitación con rapidez.

OFF: Lamento lo malo del post, pero telefonica me esta jugando una mala pasada y el ciber de debajo de mi casa no es barato.

La joven capitana observó al shinigami irse dejándola en aquella habitación sola, o no tan sola como parecía. De su rostro de porcelana se borró la sonrisa que había mantenido durante casi todo el tiempo y sus dedos se entrelazaron entre ellos mirando hacia el tatami que estaba ante ella, perdida en sus cavilaciones. Unos instantes más tarde un hombre completamente vestido de negro portando el atuendo de las fuerzas especiales apareció en la puerta por donde había salido Galahar con una rodilla en el suelo y los puños también. La cabeza agachada ante su superiora. Yoruko giró la cabeza al detectarlo y su expresión se vació, salvo sus ojos con algo de duda.

-Hokori-sama, todo está preparado tal y como pidió -dijo el hombre con voz grave y moderada. No levantó la cabeza ni un solo instante.

-Bien, ahora iré. Manténganme informada de sus movimientos -respondió la joven con voz monocorde pero melodiosa después de todo hablando en voz suave.

-Hai, Hokori-sama.

El hombre desapareció volviendo a dejar a la joven capitana en sus pensamientos. Un siseo suave se escuchó en su mente dando a entender a Yoruko que pronto su durmiente compañero tendría unas palabras con ella. La shinigami suspiró levemente y se arrodilló en el suelo de nuevo tomando una postura tranquila y relajada.

-"Has hecho lo correcto, créeme" -dijo una voz susurrante marcando las eses en cada palabra que decía como si un susurro sensual se tratase.

-Solo espero que te equivoques en esto...

-"Confía en mí, Yoruko."

La shinigami sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando su zanpakutou pronunció su nombre. Siempre le producía ese efecto y Kuraihebi sabía usarlo muy bien a su favor. La capitana después de unos segundos se puso en pie y salió de la habitación cerrando la puerta tras ella. Una brisa suave meció sus largos cabellos azabache y se perdió entre los intrincados pasillos del 2º Escuadrón.