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Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
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Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
La noche se cierne sobre el pequeño grupo de shinigami mientras se adentran en las calles del distrito Yoichiro. Por las calles se puede ver un ascenso de presencia de la guardia propia del lugar que vigilan con ojos atentos todos los recovecos donde los enemigos pudieran atacar. Irónico, cierto? Que los nobles coloquen una guardia cuando se supone que el Gotei 13 es el encargado de la seguridad de toda la sociedad de almas.
Aún así con el entrenamiento al que habían sido sometidos los shinigami consiguieron llegar hasta las murallas exteriores del caserón. Ante ellos se alza una majestuosa muralla blanca que rodea por completo tanto la casa como los jardines que adornan el lugar. En las manos llevan los objetos pedidos a la Coordinadora de Operaciones Watanabe Misato y una idea fija en la mente: cumplir con la misión de rescate a toda costa.
Bueno, siento mucho el retraso pero vamos a darle un poco de caña a esto ^^ Como veo que no entendéis apenas el mapa he decidido retirarlo por lo que voy a describirlo yo. Así que espero que quede todo claro con la descripción. Esmeraros en vuestros post porque esto verá quien será quien mande en el escuadrón.
Creo que todo queda clarito. Tengo pensado que se haga en unos cuantos post así que por favor no me la liéis desde el principio. Id poco a poco y con buena letra. Suerte!!
Aún así con el entrenamiento al que habían sido sometidos los shinigami consiguieron llegar hasta las murallas exteriores del caserón. Ante ellos se alza una majestuosa muralla blanca que rodea por completo tanto la casa como los jardines que adornan el lugar. En las manos llevan los objetos pedidos a la Coordinadora de Operaciones Watanabe Misato y una idea fija en la mente: cumplir con la misión de rescate a toda costa.
Bueno, siento mucho el retraso pero vamos a darle un poco de caña a esto ^^ Como veo que no entendéis apenas el mapa he decidido retirarlo por lo que voy a describirlo yo. Así que espero que quede todo claro con la descripción. Esmeraros en vuestros post porque esto verá quien será quien mande en el escuadrón.
Creo que todo queda clarito. Tengo pensado que se haga en unos cuantos post así que por favor no me la liéis desde el principio. Id poco a poco y con buena letra. Suerte!!
Última edición por Narrador el Miér Abr 14, 2010 9:56 pm, editado 1 vez
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Himeko se sentía con fuerzas, tras toda la charla de la coordinadora, el compañero de la pelirrubia, sopló levemente por el microfono, o al menos ese fue el ruido que se escucho en el oído de la joven que meneó levemente la cabeza. Ese sonido era realmente espantoso, habría que poner las frecuencias de todos los comunicadores bien si querían realizar la misión con éxito. Himeko se lo apuntó en la mente para comentarlo con sus compañeros una vez hubieran llegado al punto de encuentro. Su expresión completamente seria estaba fija en Misato, necesitaba su respuesta puesto que a la joven shinigami se le había ocurrido un plan realmente interesante y con un índice bajo de fracaso. Himeko sonrió levemente al tiempo que asentía con un gesto agradeciendo las indicaciones a la coordinadora.
-Muy amable Watanabe-sama.-contestó agradecida. En su cabeza millones y millones de imágenes y movimientos se agolpaban mientras se deslizaban de un lado a otro. Himeko no esperó a que su amigo recibiera los somníferos que había pedido pues salió disparada hacía la salida del escuadrón y apenas se despidió de sus compañeros.-Os espero a la entrada del distrito, no tardeis.-dijo.
Una vocecilla en su interior comenzaba a reír divertida. Himeko únicamente lanzó un gran suspiro para sí.
Ya era de noche cuando la joven había llegado al distrito Yoichiro, tras haber parado unos minutos en su casa y haber recogido unas cuantas cosas de su habitación, la pelirrubia había sido la primera en llegar al punto de encuentro. Allí donde se suponía comenzarían la misión. Las calles estaban vacías pero el silencio no desaparece, algunos bares comienzan a abrir a estas horas y el bullicio irrumpe el sueño de algunos no tan afortunados. Himeko estaba apoyada en la pared de una casa de madera, justo enfrente de la mansión Yoichiro, agazapada en las sombras, con los brazos cruzados y expresión neutra, observaba todo su alrededor. Las idas y venidas de los guardias mantenían en guardia a la pequeña. La muralla que rodeaba a esa enorme vivienda debía de medir mucho más de lo que pensaba para poder escalarla. El blanco de la muralla diferia mucho del negro de su uniforme.
Mientras esperaba a sus compañeros, Himeko sacó el plano que les había cedido Misato para realizar la misión y lo extendió con cuidado. En su mente comenzaba a forjar estrategias para moverse por el interior de la casa. Cuando Seikuro y Tokero llegaran les contaría su plan para entrar y salir sin apenas ser detectados.
“Himeeeko-chan…¿Vamos a jugar?” Nekomatta gritaba eufórico dentro de la mente de la pequeña. Las espadas colgadas a la espalda de la chica titilaron un momento. Himeko cerró los ojos y sonrió con un gesto complaciente.
“Sí, sí que lo haremos, pero debes prestar atención, esto va a ser muy difícil, es nuestra oportunidad de demostrar que valemos Nekomatta…No debemos fallar.”
“Sí, si, pero ¿jugaremos? ¿a qué vamos a jugar?”
“Bien, te explicaré nuestro juego, es muy divertido...tú te encargarás de…” Y así la joven continuó la explicación a Nekomatta. Himeko prestó especial atención en mostrárselo como un juego pues sabía que era la única manera de atraer a Nekomatta, y él iba a ser decisivo para estos momentos.
-Muy amable Watanabe-sama.-contestó agradecida. En su cabeza millones y millones de imágenes y movimientos se agolpaban mientras se deslizaban de un lado a otro. Himeko no esperó a que su amigo recibiera los somníferos que había pedido pues salió disparada hacía la salida del escuadrón y apenas se despidió de sus compañeros.-Os espero a la entrada del distrito, no tardeis.-dijo.
Una vocecilla en su interior comenzaba a reír divertida. Himeko únicamente lanzó un gran suspiro para sí.
………
Ya era de noche cuando la joven había llegado al distrito Yoichiro, tras haber parado unos minutos en su casa y haber recogido unas cuantas cosas de su habitación, la pelirrubia había sido la primera en llegar al punto de encuentro. Allí donde se suponía comenzarían la misión. Las calles estaban vacías pero el silencio no desaparece, algunos bares comienzan a abrir a estas horas y el bullicio irrumpe el sueño de algunos no tan afortunados. Himeko estaba apoyada en la pared de una casa de madera, justo enfrente de la mansión Yoichiro, agazapada en las sombras, con los brazos cruzados y expresión neutra, observaba todo su alrededor. Las idas y venidas de los guardias mantenían en guardia a la pequeña. La muralla que rodeaba a esa enorme vivienda debía de medir mucho más de lo que pensaba para poder escalarla. El blanco de la muralla diferia mucho del negro de su uniforme.
Mientras esperaba a sus compañeros, Himeko sacó el plano que les había cedido Misato para realizar la misión y lo extendió con cuidado. En su mente comenzaba a forjar estrategias para moverse por el interior de la casa. Cuando Seikuro y Tokero llegaran les contaría su plan para entrar y salir sin apenas ser detectados.
“Himeeeko-chan…¿Vamos a jugar?” Nekomatta gritaba eufórico dentro de la mente de la pequeña. Las espadas colgadas a la espalda de la chica titilaron un momento. Himeko cerró los ojos y sonrió con un gesto complaciente.
“Sí, sí que lo haremos, pero debes prestar atención, esto va a ser muy difícil, es nuestra oportunidad de demostrar que valemos Nekomatta…No debemos fallar.”
“Sí, si, pero ¿jugaremos? ¿a qué vamos a jugar?”
“Bien, te explicaré nuestro juego, es muy divertido...tú te encargarás de…” Y así la joven continuó la explicación a Nekomatta. Himeko prestó especial atención en mostrárselo como un juego pues sabía que era la única manera de atraer a Nekomatta, y él iba a ser decisivo para estos momentos.
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Seikuro aun en el 2º escuadron recogió los botecitos con somniferos y se quedó mirandolos fijamente mientras que Watanabe le explicaba su funcionamiento, nada del otro mundo comparado a lo que podía haber por ahí en el 12º escuadrón por ejemplo, con un movimiento de muñeca se puso uno de los somniferos en las vendas que llevaba en la muñeca para que solo con un movimiento de esta el tarro quedase expuesto para liberar su contenido, cualquier precaución era poca, y él lo sabía de sobra...los feudales no eran personas que estuviesen desprotegidas porque sí, aquello iba a ser más estrategia que dar palos a lo loco, cosa que le suponía un reto y daba la casualidad de que le encantaban los retos.
-Gracias Watanabe-san, acabaremos esto lo antes posible.-
Con una actitud impropia de él, hizo un gesto típico de saludo japonés, para de un rápido shumpo salir de allí, de forma sigilosa, debía prepararse bien para la misión.
[ https://www.youtube.com/watch?v=pp5ZNKxruLk ]
Horas más tarde se había puesto en marcha para reunirse con sus compañeros, nada más salir del barrio Zaraki, ya que sabía que en ese barrio lo unico que le importaba a la gente era el dinero y la lucha, sin embargo, en los otros no era igual, empezó a avanzar rápidamente por los tejados, saltando de uno en otro hasta llegar al distrito Yoichiro, era de noche, y las sombras en ese "juego" eran sus aliadas, al igual que algunas luces las cuales podían hacer que se confundiese con el entorno mientras no dejase que su sombra fuese por delante de sus pies.
Su cuerpo semiflexionado hacía que por la inclinación de los tejados de los edificios quedase oculto entre las sombras, ya que afortunadamente, la luna no reflejaba su luz en los tejados de forma completa, cosa que podía usar a su favor, al menos, para rastrear en un principio, ya que cerrando los ojos empezó a sentir los reiatsus de la zona para intentar dar con sus compañeros, encontrando únicamente el de Himeko unas casas mas adelante.
Con una velocidad y sigilo bastante altos empezó a dirigirse, mientras veía de vez en cuando las rondas de los guardias, los cuales vigilaban con recelo la casa del feudal, donde se suponía que estaba ese tal Hatake, sus piés pararon en seco al llegar justo al tejado de la casa en el que estaba apoyada Himeko, asomando un poco su cabeza para luego de un ágil movimiento descolgalse a unos pasos alejado de ella por si reaccionaba violentamente, mientras sus palabras salían en susurros, no quería que nadie por error los escuchara.
-¿Hay sitio para uno más en la fiesta?- Aunque fuese una broma para intentar bajar tensiones, el tono serio e impropio de Seikuro que solo tenía ne las misiones salió a relucir de forma inconsciente.
Lentamente y pegado a la pared se quedó vigilando a los guardias, asegurandose de que ninguno se acercase para sus rondas, sería algo malo si los descubrían nada más empezar la misión, cosa que esperaba que no pasase, si no...valiente primera misión ibamos a dar al 2º escuadron.
Con lentitud se colocó bien el comunicador mientras que de reojo miraba tras las esquinas para asegurarse de que no había nadie cerca, lo ideal sería que nadie los viese a la hora de irrumpir en la casa del feudal, cosa que veía dificil por las patruyas de los guardias, pero no imposible, sin pensarlo mucho, se quedó allí montando guardia, pegado a la pared y entre las sombras por si a caso algun guardia se acercaba, pero eso si, sin dejar de prestar atención a Himeko y al mapa, cualquier sugerencia era buena es esos momentos.
-Gracias Watanabe-san, acabaremos esto lo antes posible.-
Con una actitud impropia de él, hizo un gesto típico de saludo japonés, para de un rápido shumpo salir de allí, de forma sigilosa, debía prepararse bien para la misión.
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[ https://www.youtube.com/watch?v=pp5ZNKxruLk ]
Horas más tarde se había puesto en marcha para reunirse con sus compañeros, nada más salir del barrio Zaraki, ya que sabía que en ese barrio lo unico que le importaba a la gente era el dinero y la lucha, sin embargo, en los otros no era igual, empezó a avanzar rápidamente por los tejados, saltando de uno en otro hasta llegar al distrito Yoichiro, era de noche, y las sombras en ese "juego" eran sus aliadas, al igual que algunas luces las cuales podían hacer que se confundiese con el entorno mientras no dejase que su sombra fuese por delante de sus pies.
Su cuerpo semiflexionado hacía que por la inclinación de los tejados de los edificios quedase oculto entre las sombras, ya que afortunadamente, la luna no reflejaba su luz en los tejados de forma completa, cosa que podía usar a su favor, al menos, para rastrear en un principio, ya que cerrando los ojos empezó a sentir los reiatsus de la zona para intentar dar con sus compañeros, encontrando únicamente el de Himeko unas casas mas adelante.
Con una velocidad y sigilo bastante altos empezó a dirigirse, mientras veía de vez en cuando las rondas de los guardias, los cuales vigilaban con recelo la casa del feudal, donde se suponía que estaba ese tal Hatake, sus piés pararon en seco al llegar justo al tejado de la casa en el que estaba apoyada Himeko, asomando un poco su cabeza para luego de un ágil movimiento descolgalse a unos pasos alejado de ella por si reaccionaba violentamente, mientras sus palabras salían en susurros, no quería que nadie por error los escuchara.
-¿Hay sitio para uno más en la fiesta?- Aunque fuese una broma para intentar bajar tensiones, el tono serio e impropio de Seikuro que solo tenía ne las misiones salió a relucir de forma inconsciente.
Lentamente y pegado a la pared se quedó vigilando a los guardias, asegurandose de que ninguno se acercase para sus rondas, sería algo malo si los descubrían nada más empezar la misión, cosa que esperaba que no pasase, si no...valiente primera misión ibamos a dar al 2º escuadron.
Con lentitud se colocó bien el comunicador mientras que de reojo miraba tras las esquinas para asegurarse de que no había nadie cerca, lo ideal sería que nadie los viese a la hora de irrumpir en la casa del feudal, cosa que veía dificil por las patruyas de los guardias, pero no imposible, sin pensarlo mucho, se quedó allí montando guardia, pegado a la pared y entre las sombras por si a caso algun guardia se acercaba, pero eso si, sin dejar de prestar atención a Himeko y al mapa, cualquier sugerencia era buena es esos momentos.
Última edición por Seikuro el Miér Abr 14, 2010 10:33 am, editado 1 vez
Seikuro- Post : 89
Edad : 33
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
El manto de la noche era el camuflaje perfecto para que Tokero pudiera moverse sin problemas. Avanzaba agazapado entre los tejados, como si de una fiera se tratase, vigilando en todo momento de no cruzar por algún lugar más transitado de lo común o de avanzar por alguna zona que le dejara al descubierto.
Su cuerpo flexible le permitía avanzar perfectamente escondiendose en las sombras, moviéndose entre tejados y muros lo más rápido posible, esquivando las patrullas de guardias que recorrían todo el distrito. Concentrándose un poco logró captar dos presencias conocidas, sin duda eran Himeko y Seikuro que ya se habían encontrado, avanzando con velocidad llegó a la zona en cuestión y observó a la pareja desde lo alto de un tejado, antes de dejarse caer a su lado.
-Siento el retraso, no conseguía entender el maldito mapa- Susurré
Su cuerpo flexible le permitía avanzar perfectamente escondiendose en las sombras, moviéndose entre tejados y muros lo más rápido posible, esquivando las patrullas de guardias que recorrían todo el distrito. Concentrándose un poco logró captar dos presencias conocidas, sin duda eran Himeko y Seikuro que ya se habían encontrado, avanzando con velocidad llegó a la zona en cuestión y observó a la pareja desde lo alto de un tejado, antes de dejarse caer a su lado.
-Siento el retraso, no conseguía entender el maldito mapa- Susurré
Tokero- Post : 34
Edad : 34
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Los guardias caminaban alrededor de la muralla vigilando que no se acercara nadie indeseable al lugar de descanso de su dirigente. En la parte de atrás de la muralla donde se encontraban los tres shinigamis del segundo escuadrón se hallaba la estructura por la que podrían subir y colarse dentro. Lo cierto es que la muralla era un fallo bastante gordo a la hora de defensa. La parte trasera estaba demasiado cerca de la muralla ofrenciendo un perfecto punto para poder llegar hasta las partes superiores del recinto y ese era su objetivo.
Una vez estuvieran sobre la muralla podrían alcanzar sin problemas el tejado de la casa pudiéndose ver unos pasillos exteriores con baranda donde llevaba hacia las habitaciones de los sirvientes. Para poder alcanzar el pasillo interior tendrían que entrar por alguna de las habitaciones y dentro como mínimo dos muchachas estarían durmiendo placidamente en una noche de sueño primaveral.
La misión comenzaba, y las voces de los guardias se iban apagando para dejar de ver poco a poco como la luz de la antorcha que portaban se alejaban del lugar. Solo tenían unos pocos minutos para poder entrar y llegar a un lugar donde no fueran vistos. Era complicado conseguirlo, pero para ello estaban preparados los shinigamis del 2º escuadrón.
Una vez estuvieran sobre la muralla podrían alcanzar sin problemas el tejado de la casa pudiéndose ver unos pasillos exteriores con baranda donde llevaba hacia las habitaciones de los sirvientes. Para poder alcanzar el pasillo interior tendrían que entrar por alguna de las habitaciones y dentro como mínimo dos muchachas estarían durmiendo placidamente en una noche de sueño primaveral.
La misión comenzaba, y las voces de los guardias se iban apagando para dejar de ver poco a poco como la luz de la antorcha que portaban se alejaban del lugar. Solo tenían unos pocos minutos para poder entrar y llegar a un lugar donde no fueran vistos. Era complicado conseguirlo, pero para ello estaban preparados los shinigamis del 2º escuadrón.
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
La oscuridad avanzaba con paso lento sobre los tejados y a medida que el tiempo pasaba el ruido ambiental aumentaba en las zonas de los alrededores de los suburbios. La joven respiró profundamente absorbiendo todo el aire posible para expulsarlo con lentitud. Ese era su pequeño método secreto para relajarse y olvidar los nervios antes de una importante misión. Himeko ya había terminado de explicarle su plan a Nekomatta que había accedido con entusiasmo, quizás demasiado para la pelirrubia. Ambas espadas titilaban silenciosamente atadas en la espalda de la chica. Himeko sintió una presencia acercarse con rapidez y guardó el mapa dentro de su traje mientras escondía sus rubios cabellos en el gorro del traje. Su compañero Seikuro se estaba acercando con el sigilo que le caracterizaba. Muchas veces Himeko se había preguntado por que no el chico podía comportarse igual que lo hacía en una misión, pero no había manera de cambiarlo.
Notó como su compañero se descolgaba del tejado y caía con un apagado sonido sobre el suelo. Apenas hubo susurrado su llegada pero Himeko le miró con frialdad. Sabía que no debía llamar la atención y dos personas en la misma calle llamaban mucho la atención. Además ¿para que se habían inventado los comunicadores? Por si fuera poco, segundos después apareció Tokero y se unió a ellos, la joven no dudo en dedicarle la misma mirada de reproche que a su amigo.
-63.9 para la frecuencia del comunicador, rápido.-susurró antes de salir disparada hacia el tejado de la casa sobre la que se encontraban apoyados. Ocultaba su reiatsu con precisión, como había sido enseñada. Esperaba que no la siguieran hasta allí arriba y de dirigió con celeridad y a paso firme, escondida entre las sombras, hasta la esquina opuesta a donde se encontraban sus compañeros.
Se agazapo para que no pudiera ser distinguida en las sombras y allí habló despacio y en un tono bajo al intercomunicador. Esperaba que los de sus compañeros estuvieran encendidos pues no le gustaba hablar a la nada como una loca.
-Veamos, primero, no os coloquéis tan juntos podemos levantar sospechas. Segundo, llegais demasiado tarde por poco me salen raices, pero lo bueno de esto es que me ha dado tiempo a estudiar el mapa y según este, estamos justo en el punto más débil de la defensa de la mansión. Nada más saltar estos muros nos encontraremos con la parte trasera de la casa donde se encuentran los aposentos de los siervos. Utilizaremos esa ventaja. Tenemos que hacerlo fácil por lo que si alguno de nosotros se encuentra en peligro nuestra pequeña contraseña para saber que está en peligro y acudir al lugar será una frase. De esta forma el enemigo no se percatará de que existe más de un shinigami en la misión. La frase es muy simple…”Se hace tarde”…Aunque-titubeó la joven.-se admiten sugerencias, no soy muy imaginativa en cuanto a frases de este tipo…-Tras un breve silencio, la chica continuó.-Primero entrareis vosotros, deberéis hacer un examen completo de la planta de los sirvientes por si encontráis alguna pista. De todas formas, dejadme a mi recabar la información para encontrar donde esconden al shinigami.
Mi plan es simple pero no os lo desvelaré del todo, quien sabe si pueden estar escuchando. Seikuro, ya sabes de sobra como es Nekomatta, así que no será difícil disfrazarse.-explicó en clave, lo suficiente como para que su amigo lo entendiese y pudiese explicárselo a Tokero.- Así que cruzad la muralla, yo iré inmediatamente después. Cerraré un momento mi comunicador durante unos segundos, no olvidéis manteneros en contacto todo el tiempo.-dijo al tiempo que desactivaba su comunicador presionando suavemente el botón de la caja.
Himeko se llevó ambas manos a la espalda y agarró con fuerza a Nekomatta. Fue alzando los brazos poco a poco con cuidado de no hacer ruido para hacer deslizar la hoja de la katana sobre su funda. Finalmente ambas espadas relucían a la luz de la luna, pero sólo durante unos minutos pues la joven pelirrubia envió la suficiente energía espiritual para liberar su poder sin que delatara mucho su presencia.
-Fukakai na egao to suteki na gorogoro to genjitsu wo waikyoku shi, Nekomatta.-susurró.
Las espadas se deshacían en sus manos y a medida que caían, adquirían una extraña forma que no se completo hasta pasados unos segundos en los que se descubrió la apariencia de dos gatos, de tamaño algo más grande que los domésticos. Ambos gatos miraron con unos expectantes ojos a su dueña que les dedico una gran sonrisa aunque no pudieran verla por culpa del uniforme.
Kageneko y Bakeneko ronroneaban de forma silenciosa mientras llenaban la mente de la chica con preguntas.
“Himeko, Himeko, ¿salimos ya? ¿Jugamos? “
“Tranquilidad, lo primero de todo es encontrar dos sirvientes para vosotros”
“Quiero un sombrero. Quiero un pato, un pato con cuernos”
“Un..pa…Silencio, vais a acabar por volverme loca”
“Ya estas loca, ya estas loca. Sino no estarías hablando con nosotros, conmigo” A eso Himeko solo supo que responder con un bufido. Le parecían extrañas las respuestas de Nekomatta y sin embargo algunas de sus proposiciones parecían correctas. Correctas aunque extrañas.
Los gatos saltaron hacia los hombros de la chica y bufaron un segundo, la suficiente como para que el aire producido molestara a la pelirrubia en los oídos. Himeko no lo dudó, esperó a que las presencias de sus compañeros se encontraran dentro del edificio para pulsar de nuevo el botón, y mediante un gran impulso saltar hacia el otro lado de la muralla. La diversión comenzaba en este momento.
Con la agilidad propia de un felino aterrizó con suavidad sobre el tejado de la mansión y esperó a que Kageneko y Bakeneko se bajaran de sus hombros. Con un leve gesto de cabeza, los tres entraron con un salto por una ventana abierta de la que no se oía más que una pausada respiración. Al posar los pies sobre esa habitación tuvo que adaptarse hasta que la vista le permitió ver en esa oscuridad. En la habitación se encontraban dos jóvenes, por el estado de la habitación y las ropas que llevaban sin duda se trataban de sirvientas. Himeko sonrió con alegría, era su día de suerte. Kageneko y Bakeneko adivinaron las intenciones de su dueña y se lanzaron sobre las chicas.
Cada uno de ellos esperó a que abrieran los ojos. Himeko se deslizó entre las sombras para esconder su presencia de las jóvenes.
-Hola bonito.-saludó la primera a Kageneko que le miró con sus ojos amarillos para después hacerse un ovillo sobre el regazo de la chica que sonrió y cayó dormida de nuevo.
La otra chica acarició con suavidad a Bakeneko y se mantuvo un momento despierta antes de volver a caer rendida.
Cuando se aseguraron de que las dos dormían placidamente se levantaron de allí y se acercaron a su ama. Ya tenían imagen, ahora no les sería difícil continuar. Himeko abrió con suavidad la puerta y al salir al pasillo liberó la técnica que les permitiría terminar la misión.
-Jinrui futago no neko he no akogare.-al instante el pelaje de los gatos cambiaba de color al igual que su cuerpo se alargaba hasta tomar por completo la imagen de las dos sirvientas. Himeko salió disparada hacia la otra esquina. Tres personas levantaban muchas sospechas y más si una de ellas iba vestida de negro.
“Ahora ya sabéis lo que debéis hacer, bajad a las mazmorras. Si alguien os pregunta estáis buscando al prisionero, sois las encargadas de alimentarle. El juego empieza ¡Ya!”
Ambas chicas sonrieron de una manera espeluznante y se perdieron entre las sombras. Entretanto Himeko esperaba en una esquina agazapada.
-Chicos, ya he entrado ¿algo que comentar?-susurró al micrófono.
Notó como su compañero se descolgaba del tejado y caía con un apagado sonido sobre el suelo. Apenas hubo susurrado su llegada pero Himeko le miró con frialdad. Sabía que no debía llamar la atención y dos personas en la misma calle llamaban mucho la atención. Además ¿para que se habían inventado los comunicadores? Por si fuera poco, segundos después apareció Tokero y se unió a ellos, la joven no dudo en dedicarle la misma mirada de reproche que a su amigo.
-63.9 para la frecuencia del comunicador, rápido.-susurró antes de salir disparada hacia el tejado de la casa sobre la que se encontraban apoyados. Ocultaba su reiatsu con precisión, como había sido enseñada. Esperaba que no la siguieran hasta allí arriba y de dirigió con celeridad y a paso firme, escondida entre las sombras, hasta la esquina opuesta a donde se encontraban sus compañeros.
Se agazapo para que no pudiera ser distinguida en las sombras y allí habló despacio y en un tono bajo al intercomunicador. Esperaba que los de sus compañeros estuvieran encendidos pues no le gustaba hablar a la nada como una loca.
-Veamos, primero, no os coloquéis tan juntos podemos levantar sospechas. Segundo, llegais demasiado tarde por poco me salen raices, pero lo bueno de esto es que me ha dado tiempo a estudiar el mapa y según este, estamos justo en el punto más débil de la defensa de la mansión. Nada más saltar estos muros nos encontraremos con la parte trasera de la casa donde se encuentran los aposentos de los siervos. Utilizaremos esa ventaja. Tenemos que hacerlo fácil por lo que si alguno de nosotros se encuentra en peligro nuestra pequeña contraseña para saber que está en peligro y acudir al lugar será una frase. De esta forma el enemigo no se percatará de que existe más de un shinigami en la misión. La frase es muy simple…”Se hace tarde”…Aunque-titubeó la joven.-se admiten sugerencias, no soy muy imaginativa en cuanto a frases de este tipo…-Tras un breve silencio, la chica continuó.-Primero entrareis vosotros, deberéis hacer un examen completo de la planta de los sirvientes por si encontráis alguna pista. De todas formas, dejadme a mi recabar la información para encontrar donde esconden al shinigami.
Mi plan es simple pero no os lo desvelaré del todo, quien sabe si pueden estar escuchando. Seikuro, ya sabes de sobra como es Nekomatta, así que no será difícil disfrazarse.-explicó en clave, lo suficiente como para que su amigo lo entendiese y pudiese explicárselo a Tokero.- Así que cruzad la muralla, yo iré inmediatamente después. Cerraré un momento mi comunicador durante unos segundos, no olvidéis manteneros en contacto todo el tiempo.-dijo al tiempo que desactivaba su comunicador presionando suavemente el botón de la caja.
Himeko se llevó ambas manos a la espalda y agarró con fuerza a Nekomatta. Fue alzando los brazos poco a poco con cuidado de no hacer ruido para hacer deslizar la hoja de la katana sobre su funda. Finalmente ambas espadas relucían a la luz de la luna, pero sólo durante unos minutos pues la joven pelirrubia envió la suficiente energía espiritual para liberar su poder sin que delatara mucho su presencia.
-Fukakai na egao to suteki na gorogoro to genjitsu wo waikyoku shi, Nekomatta.-susurró.
Las espadas se deshacían en sus manos y a medida que caían, adquirían una extraña forma que no se completo hasta pasados unos segundos en los que se descubrió la apariencia de dos gatos, de tamaño algo más grande que los domésticos. Ambos gatos miraron con unos expectantes ojos a su dueña que les dedico una gran sonrisa aunque no pudieran verla por culpa del uniforme.
Kageneko y Bakeneko ronroneaban de forma silenciosa mientras llenaban la mente de la chica con preguntas.
“Himeko, Himeko, ¿salimos ya? ¿Jugamos? “
“Tranquilidad, lo primero de todo es encontrar dos sirvientes para vosotros”
“Quiero un sombrero. Quiero un pato, un pato con cuernos”
“Un..pa…Silencio, vais a acabar por volverme loca”
“Ya estas loca, ya estas loca. Sino no estarías hablando con nosotros, conmigo” A eso Himeko solo supo que responder con un bufido. Le parecían extrañas las respuestas de Nekomatta y sin embargo algunas de sus proposiciones parecían correctas. Correctas aunque extrañas.
Los gatos saltaron hacia los hombros de la chica y bufaron un segundo, la suficiente como para que el aire producido molestara a la pelirrubia en los oídos. Himeko no lo dudó, esperó a que las presencias de sus compañeros se encontraran dentro del edificio para pulsar de nuevo el botón, y mediante un gran impulso saltar hacia el otro lado de la muralla. La diversión comenzaba en este momento.
Con la agilidad propia de un felino aterrizó con suavidad sobre el tejado de la mansión y esperó a que Kageneko y Bakeneko se bajaran de sus hombros. Con un leve gesto de cabeza, los tres entraron con un salto por una ventana abierta de la que no se oía más que una pausada respiración. Al posar los pies sobre esa habitación tuvo que adaptarse hasta que la vista le permitió ver en esa oscuridad. En la habitación se encontraban dos jóvenes, por el estado de la habitación y las ropas que llevaban sin duda se trataban de sirvientas. Himeko sonrió con alegría, era su día de suerte. Kageneko y Bakeneko adivinaron las intenciones de su dueña y se lanzaron sobre las chicas.
Cada uno de ellos esperó a que abrieran los ojos. Himeko se deslizó entre las sombras para esconder su presencia de las jóvenes.
-Hola bonito.-saludó la primera a Kageneko que le miró con sus ojos amarillos para después hacerse un ovillo sobre el regazo de la chica que sonrió y cayó dormida de nuevo.
La otra chica acarició con suavidad a Bakeneko y se mantuvo un momento despierta antes de volver a caer rendida.
Cuando se aseguraron de que las dos dormían placidamente se levantaron de allí y se acercaron a su ama. Ya tenían imagen, ahora no les sería difícil continuar. Himeko abrió con suavidad la puerta y al salir al pasillo liberó la técnica que les permitiría terminar la misión.
-Jinrui futago no neko he no akogare.-al instante el pelaje de los gatos cambiaba de color al igual que su cuerpo se alargaba hasta tomar por completo la imagen de las dos sirvientas. Himeko salió disparada hacia la otra esquina. Tres personas levantaban muchas sospechas y más si una de ellas iba vestida de negro.
“Ahora ya sabéis lo que debéis hacer, bajad a las mazmorras. Si alguien os pregunta estáis buscando al prisionero, sois las encargadas de alimentarle. El juego empieza ¡Ya!”
Ambas chicas sonrieron de una manera espeluznante y se perdieron entre las sombras. Entretanto Himeko esperaba en una esquina agazapada.
-Chicos, ya he entrado ¿algo que comentar?-susurró al micrófono.
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Seikuro al ver el error que había cometido desapareció de allí, de un rápido movimiento y ocultando su reiatsu se posicionó un par de casas alejado de las de Himeko y Tokero, aun vigilando los movimientos de los guardias, mirando la brecha con una mirada acechadora, como de un cazador a su presa, por si a caso desenvainó su zampakutoh, por si le hacía falta colgarse a algo, con su venda enganchada en la parte trasera de esta, puesta con la hoja mirando hacia abajo, como normalmente se manejaban los cuchillos a la hora de luchar.
Una vez explicado el plan, Seikuro asintió más para si mismo que para sus compañeros, asegurandose de que no había ningun guardia por los alrededores ya que las rondas habían hecho que se alejasen de aquel punto.
De un salto se subió a la muralla, con una agilidad digna de los gatos de Himeko, y aunque realmente prefería ir con sus amigos, prefirió escabullirse entre las sombras del edificio, en su parte más alta, escondiendo su zampakutoh para que ningun reflejo no deseado fuese emitido por ella, con lentitud y paciencia, en aquel manto de sombras natural del edificio, empezó a moverse por uno de los tejados del mismo, intentando encontrar la entrada hacia el ático de la casa del feudal, sin duda, esa entrada estaría escondida, pero no era inexsistente ya que normalmente estaban para la ventilación de los mismos...solo esperaba que no hubiese nadie dentro...aun asi prefirió informar a sus compañeros una vez se aseguró que Himeko volvía a estar en linea.
-Himeko, Porrero, me infiltraré por el ático y os iré informando de lo que veo...espero que esté vacío porque si no...deseadme suerte, por cierto, no os oiré- Dijo mientras bajaba el volumen de su comunicador al mínimo, simplemente para que a él le escuchasen de hablar, si quería escuchar a sus compañeros debía estar atento al auricular y no a su ambiente. -Buena suerte-
Lentamente empezó a deslizarse por aquel conducto de ventilación del edificio, el cual estaba francamente descuidado y que esperaba que le llevase al ático, sin duda sería una putada que no lo hiciese, e incluso hubo una parte en la que tuvo que contener la respiración, ya que había una rata muerta, podrida y en estado de descomposición la cual apartó rápidamente sin pensar siquiera, pero es que el pestazo que desprendía era increible y sumamente insoportable, pero aun así, no era el momento de detenerse a quejarse.
Su travesía por los pazadizos de la ventilación fue muy movidito, entre las ratas, los insectos, las espesas telas de araña que le impedían el paso ya que estaban infestadas de las mismas, de vez en cuando el susto por notar de esos peludos bichejos recorrerle ya fuese el cuello o la cara, por no decir que una de las veces casi se traga a una, e incluso había forzado su cuerpo en algunos giros bruscos de la ventilación, y entonces pensó, que con todo aquello por allí, entre las arañas y otros insectos, si se le derramaba el somnifero...tal vez si que iba a ser su final y no precisamente por mano de otra persona, si no que por acción de los insectos carroñeros que deambulaban por aquel lugar.
-Joder...que asco...- susurró Seikuro de forma que sus compañeros le pudiesen oir, mientras que su cara se hacía a las circunstancias de aquel lugar, al cual no le vendría mal una pequeña inundación o algo.
Entonces tuvo tal vez un poco de ayuda de kami o algo por el estilo que empezó a notar el aire menos podrido y menos cargado de polvo, para desviar su atención de los insectos pensó que cuando saliese su traje ya no sería negro, si no gris, y que le haría falta un buen lavado, desde luego no volvería a salir por ahí, aunque tuviese que hacer ruido saldría por otra ruta.
Al llegar a un tramo pudo ver el final de la ventilación, pero tuvo que maldecir casi en voz alta...aquella salida estaba sellada con una rejilla y su brazo se había atascado con algo, cosa que le impedía llevarlo delante de sí mismo, y que le ponía nervioso, no quería seguir alli dentro por mucho más tiempo.
Expulsó todo su aire, intentando encojer su torso, y lo hizo lo suficiente como para que su brazo pudiese pasar a costa de un poco de su propia piel, aquella madera que componía la ventilación le había arrancado un cachito de carne del antebrazo, pero al menos ahora podía salir de alli...sacando su zampakutoh cortó la rejilla en dos, mientras sus manos la aguantaban para que no hiciese ruido, tenía suerte de que lo que había fuese simplemente unas redecillas de tela, si no se podía haber quedado ahi atrapado.
Lentamente sacó una de sus manos, agarrando la madera de la redecilla y apartó aquel bloqueo y sin llegar a salir del todo empezó a mirar por los alrededores sin saber muy bien donde estaba.
"Bien hecho Seikuro-baka...te has metido en la boca del lobo..."
Una vez explicado el plan, Seikuro asintió más para si mismo que para sus compañeros, asegurandose de que no había ningun guardia por los alrededores ya que las rondas habían hecho que se alejasen de aquel punto.
De un salto se subió a la muralla, con una agilidad digna de los gatos de Himeko, y aunque realmente prefería ir con sus amigos, prefirió escabullirse entre las sombras del edificio, en su parte más alta, escondiendo su zampakutoh para que ningun reflejo no deseado fuese emitido por ella, con lentitud y paciencia, en aquel manto de sombras natural del edificio, empezó a moverse por uno de los tejados del mismo, intentando encontrar la entrada hacia el ático de la casa del feudal, sin duda, esa entrada estaría escondida, pero no era inexsistente ya que normalmente estaban para la ventilación de los mismos...solo esperaba que no hubiese nadie dentro...aun asi prefirió informar a sus compañeros una vez se aseguró que Himeko volvía a estar en linea.
-Himeko, Porrero, me infiltraré por el ático y os iré informando de lo que veo...espero que esté vacío porque si no...deseadme suerte, por cierto, no os oiré- Dijo mientras bajaba el volumen de su comunicador al mínimo, simplemente para que a él le escuchasen de hablar, si quería escuchar a sus compañeros debía estar atento al auricular y no a su ambiente. -Buena suerte-
Lentamente empezó a deslizarse por aquel conducto de ventilación del edificio, el cual estaba francamente descuidado y que esperaba que le llevase al ático, sin duda sería una putada que no lo hiciese, e incluso hubo una parte en la que tuvo que contener la respiración, ya que había una rata muerta, podrida y en estado de descomposición la cual apartó rápidamente sin pensar siquiera, pero es que el pestazo que desprendía era increible y sumamente insoportable, pero aun así, no era el momento de detenerse a quejarse.
Su travesía por los pazadizos de la ventilación fue muy movidito, entre las ratas, los insectos, las espesas telas de araña que le impedían el paso ya que estaban infestadas de las mismas, de vez en cuando el susto por notar de esos peludos bichejos recorrerle ya fuese el cuello o la cara, por no decir que una de las veces casi se traga a una, e incluso había forzado su cuerpo en algunos giros bruscos de la ventilación, y entonces pensó, que con todo aquello por allí, entre las arañas y otros insectos, si se le derramaba el somnifero...tal vez si que iba a ser su final y no precisamente por mano de otra persona, si no que por acción de los insectos carroñeros que deambulaban por aquel lugar.
-Joder...que asco...- susurró Seikuro de forma que sus compañeros le pudiesen oir, mientras que su cara se hacía a las circunstancias de aquel lugar, al cual no le vendría mal una pequeña inundación o algo.
Entonces tuvo tal vez un poco de ayuda de kami o algo por el estilo que empezó a notar el aire menos podrido y menos cargado de polvo, para desviar su atención de los insectos pensó que cuando saliese su traje ya no sería negro, si no gris, y que le haría falta un buen lavado, desde luego no volvería a salir por ahí, aunque tuviese que hacer ruido saldría por otra ruta.
Al llegar a un tramo pudo ver el final de la ventilación, pero tuvo que maldecir casi en voz alta...aquella salida estaba sellada con una rejilla y su brazo se había atascado con algo, cosa que le impedía llevarlo delante de sí mismo, y que le ponía nervioso, no quería seguir alli dentro por mucho más tiempo.
Expulsó todo su aire, intentando encojer su torso, y lo hizo lo suficiente como para que su brazo pudiese pasar a costa de un poco de su propia piel, aquella madera que componía la ventilación le había arrancado un cachito de carne del antebrazo, pero al menos ahora podía salir de alli...sacando su zampakutoh cortó la rejilla en dos, mientras sus manos la aguantaban para que no hiciese ruido, tenía suerte de que lo que había fuese simplemente unas redecillas de tela, si no se podía haber quedado ahi atrapado.
Lentamente sacó una de sus manos, agarrando la madera de la redecilla y apartó aquel bloqueo y sin llegar a salir del todo empezó a mirar por los alrededores sin saber muy bien donde estaba.
"Bien hecho Seikuro-baka...te has metido en la boca del lobo..."
Seikuro- Post : 89
Edad : 33
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
[OFF: Ooooki. Tokero me ha dicho que deja el forito así que me quedo con su personaje ^^ Ya veremos que uso le doy. Sigamos con esta trama mis pequeños... xDDD ]
Parecía que las cosas saldrían bien para la pequeña y astuta shinigami. Las sirvientas, acostumbradas a tener gatos por la casa volvieron a quedarse dormidas sin ser conscientes de que esos mismos animales tomarían su forma y su identidad. Con tranquilidad empezaron a recorrer los pasillos oscuros con paso silencioso aunque lo que no sabían era que se encontrarían con dos guardias de frente. Estos, lejos de estar despiertos o siquiera sobrios miraron a las dos doncellas e intercambiaron una significativa mirada.
-Sachiko... preciosa. Ya hace tiempo que no vienes a visitarme a los barracones... Te echo de menos... -decía uno de ellos poniéndole el brazo por encima del hombro de una de las doncellas acercando su rostro al de ella riendo muy sonrojado por el sake.
El otro se rió colocando el suyo alrededor de la cintura de segunda muchacha atraiéndola hacia él oliendo su cabello de una forma bastante perturbadora. Una risa estúpida salió de su boca y esta se curvó en una sonrisa con olor al licor de arroz que seguramente habrían estado bebiendo hasta altas horas de la madrugada.
-Ayami-chan... Dame un besito, Ayami-chan... -decía mientras ponía morritos acercándose a ella mientras la rodeaba la cintura con sus brazos.
Mientras, Seikuro se había deslizado por los conductos del entretecho arrastrándose por podredumbre y suciedad que se ocultaba tras las blancas paredes de papel de arroz de aquella estructura. Al acercarse a la rejilla que permitía respirar aquella inmensa casa pudo ver la escena anteriormente descrita y la sombra de unos ojos azules ocultos en una esquina entre la seguridad que daban las sombras y la penumbra de la leve iluminación que otorgaba la luna llena.
¿Cómo podrían salir ambos shinigamis de aquella peliaguda situación? ¿Y dónde estaba Tokero?
Parecía que las cosas saldrían bien para la pequeña y astuta shinigami. Las sirvientas, acostumbradas a tener gatos por la casa volvieron a quedarse dormidas sin ser conscientes de que esos mismos animales tomarían su forma y su identidad. Con tranquilidad empezaron a recorrer los pasillos oscuros con paso silencioso aunque lo que no sabían era que se encontrarían con dos guardias de frente. Estos, lejos de estar despiertos o siquiera sobrios miraron a las dos doncellas e intercambiaron una significativa mirada.
-Sachiko... preciosa. Ya hace tiempo que no vienes a visitarme a los barracones... Te echo de menos... -decía uno de ellos poniéndole el brazo por encima del hombro de una de las doncellas acercando su rostro al de ella riendo muy sonrojado por el sake.
El otro se rió colocando el suyo alrededor de la cintura de segunda muchacha atraiéndola hacia él oliendo su cabello de una forma bastante perturbadora. Una risa estúpida salió de su boca y esta se curvó en una sonrisa con olor al licor de arroz que seguramente habrían estado bebiendo hasta altas horas de la madrugada.
-Ayami-chan... Dame un besito, Ayami-chan... -decía mientras ponía morritos acercándose a ella mientras la rodeaba la cintura con sus brazos.
Mientras, Seikuro se había deslizado por los conductos del entretecho arrastrándose por podredumbre y suciedad que se ocultaba tras las blancas paredes de papel de arroz de aquella estructura. Al acercarse a la rejilla que permitía respirar aquella inmensa casa pudo ver la escena anteriormente descrita y la sombra de unos ojos azules ocultos en una esquina entre la seguridad que daban las sombras y la penumbra de la leve iluminación que otorgaba la luna llena.
¿Cómo podrían salir ambos shinigamis de aquella peliaguda situación? ¿Y dónde estaba Tokero?
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
El plan de la pequeña shinigami rubia estaba saliendo a la perfección, o por lo menos, de momento marchaba a las mil maravillas. Himeko no pudo evitar sonreír ante tal pensamiento, aunque algo en su interior la decía que seguramente en algún momento llegaría una sorpresa que desbarataría al completo su plan. Se había pasado unos minutos buscando todos los agujeros posibles y encontrado alguna manera de anticiparse a ellos o buscarles una solución. La pequeña shinigami seguía agazapada en la esquina del corredor. Esperaba una respuesta de sus compañeros antes de ponerse en marcha, si el chico no estaba prisionero en las mazmorras habrían de rebuscar hasta en el más pequeño de los cajones hasta dar con él y la joven pretendía hacerlo costara lo que costase.
Por fin, se escucharon las palabras de su amigo al otro lado del comunicador. Himeko prestó atención a lo que decía y aguantó una sonora carcajada a fin de no ser descubierta. El mote que había puesto al nuevo compañero era muy gracioso y aunque a Himeko le habían enseñado a ignorar ese tipo de bromas, de vez en cuando era relajante. Quizás por la tensión, o incluso por el temor a ser descubiertos, ese era uno de eso momentos.
-Perfecto Seikuro, no olvides la contraseña. Y cuidado con los guardias.-le advirtió la pequeña, no podía evitar pensar que su amigo probablemente y con toda seguridad acabara ante algún que otro enfurecido guardia. Aún así quería que mantener la esperanza de poder salir de allí sin ningún percance. Se sorprendió de no recibir respuesta del otro joven y supuso que habría hecho lo mismo que Seikuro y no les estuviera oyendo.
Himeko copió a su compañero y bajo todo lo posible el volumen de su interfono. Debía estar atenta a todo su alrededor, así podría conseguir información, aunque no fuera sobre el prisionero, poco importaba pues toda información en esos momentos era completamente necesaria. Escuchó con atención todos los ruidos a su alrededor, respiraciones lentas que de vez en cuando paraban para continuar unos segundos después. Himeko se levantó con cuidado y apoyada en la pared miró con atención el pasillo. Justo a su derecha había una puerta que parecía tener toda la pinta de hacer de conexión con las demás habitaciones. Apoyada sobre la pared se movió con cuidado hasta abrir silenciosamente la puerta. En apenas unos segundos y sin que pudiera ser detectada Himeko salió disparada hacia una esquina de la habitación en la que había entrado.
Esta vez parecía una habitación algo más cuidada que la de las sirvientas. Si seguía por ese camino podría llegar a las habitaciones de los jefes de la familia. La ventana se encontraba semi-abierta y la pequeña rubia salió por ella con rapidez propia de un felino. Su cuerpo fino y pequeño la permitía moverse con facilidad por el estrecho tejado.
Tres ventanas seguidas y un espacio después de las siguientes, sin duda en ese espacio se encontraba el pasillo hacia las dependencias mayores. Himeko corría con pasos sordos y con un leve empujón hacia la ventana entro por la primera después de ese espacio. Al entrar el sonido de una ronca respiración inundó los oídos de la pelirrubia que se mantuvo en un estado de alerta total. Esperaba no haber despertado a quien quiera que estuviese durmiendo. Con suaves pasos avanzó arropada por oscuridad hasta salir al nuevo corredor. Se quedó de pie observando su alrededor con ahínco y analizando cada recoveco. Según el mapa, la escalera estaba en esa zona. Se armó de valor y se dispuso a correr hacia el fin del pasillo cuando unas voces interrumpieron su concentración, era la habitación principal. Alguien hablaba de una manera sospechosa, en un tono muy bajo lo que hizo que Himeko parará en seco y se detuviera a escuchar agazapada entre las sombras.
Entre tanto Kageneko y Bakeneko bajaban con timidez las escaleras, todavía tardaban un rato en acostumbrarse a su cuerpo nuevo y aprovecharon todo ese camino para adecuarse. Con una enigmática sonrisa saltaron el último escalón que les faltaba y avanzaban con paso lento por los pasillos, guardando en su mente cualquier información posible. El juego les había parecido muy divertido y según la pequeña podrían encontrarse con infinidad de obstáculos y acertijos. No tardó mucho en aparecérseles el primero.
Al final del pasillo justo en la escalera se encontraban un par de guardias que por su descuidado aspecto no parecían alerta y mucho menos sobrios. Sus mejillas enrojecidas al completo daban la pista definitiva a Kageneko y Bakeneko. Ambos gatos, ahora doncellas intercambiaron una mirada de complicidad.
“Himeko, Himeko, tenemos unos guardias sobrios aquí, guardaremos su imagen pero ¿esta en las normas del juego dejarles inconcientes? ”
“¡NEKOMATA!” Gritó en su mente una desesperada Himeko.-“¡NO! Libraos de ellos de cualquier otra forma, incluso engatusadles pero no los toquéis bajo ningún concepto. Eso sería quedar descalificado”
“Vale, vale, vale, vamos entonces, vamos entonces”
Kageneko se acercó tímidamente y con una sonrisa encantadora se dirigió al guardia. Ya tenían más información, Kageneko era ahora Sachiko.
-Claro que sí querido mío, pero estoy últimamente tan ocupada. -exageró.- Debo de cuidar al preso, ya sabes, ese shinigami. Ahora mismo iba a visitarle, a ya sabes donde.
Bakeneko se dejó acercar con una intrigante sonrisa y habló al oído del otro guardia. Bakeneko sabía también que ahora era Ayami. Bakeneko rió y comenzó su particular juego.
-Lo tendrás después, ahora debo visitar al preso, ya sabes ese que esta encerrado. -intentó sonsacar la información necesaria. -Pero si quieres el beso tienes que acompañarnos hasta él, sino sospecharan mucho de vernos a estas horas por la noche deambulando.- engatusó al guardia.
Ahora todo quedaba en el aire, Himeko y Nekomatta luchaban ambos su particular batalla por descubrir el lugar donde estaba escondido el shinigami.
Por fin, se escucharon las palabras de su amigo al otro lado del comunicador. Himeko prestó atención a lo que decía y aguantó una sonora carcajada a fin de no ser descubierta. El mote que había puesto al nuevo compañero era muy gracioso y aunque a Himeko le habían enseñado a ignorar ese tipo de bromas, de vez en cuando era relajante. Quizás por la tensión, o incluso por el temor a ser descubiertos, ese era uno de eso momentos.
-Perfecto Seikuro, no olvides la contraseña. Y cuidado con los guardias.-le advirtió la pequeña, no podía evitar pensar que su amigo probablemente y con toda seguridad acabara ante algún que otro enfurecido guardia. Aún así quería que mantener la esperanza de poder salir de allí sin ningún percance. Se sorprendió de no recibir respuesta del otro joven y supuso que habría hecho lo mismo que Seikuro y no les estuviera oyendo.
Himeko copió a su compañero y bajo todo lo posible el volumen de su interfono. Debía estar atenta a todo su alrededor, así podría conseguir información, aunque no fuera sobre el prisionero, poco importaba pues toda información en esos momentos era completamente necesaria. Escuchó con atención todos los ruidos a su alrededor, respiraciones lentas que de vez en cuando paraban para continuar unos segundos después. Himeko se levantó con cuidado y apoyada en la pared miró con atención el pasillo. Justo a su derecha había una puerta que parecía tener toda la pinta de hacer de conexión con las demás habitaciones. Apoyada sobre la pared se movió con cuidado hasta abrir silenciosamente la puerta. En apenas unos segundos y sin que pudiera ser detectada Himeko salió disparada hacia una esquina de la habitación en la que había entrado.
Esta vez parecía una habitación algo más cuidada que la de las sirvientas. Si seguía por ese camino podría llegar a las habitaciones de los jefes de la familia. La ventana se encontraba semi-abierta y la pequeña rubia salió por ella con rapidez propia de un felino. Su cuerpo fino y pequeño la permitía moverse con facilidad por el estrecho tejado.
Tres ventanas seguidas y un espacio después de las siguientes, sin duda en ese espacio se encontraba el pasillo hacia las dependencias mayores. Himeko corría con pasos sordos y con un leve empujón hacia la ventana entro por la primera después de ese espacio. Al entrar el sonido de una ronca respiración inundó los oídos de la pelirrubia que se mantuvo en un estado de alerta total. Esperaba no haber despertado a quien quiera que estuviese durmiendo. Con suaves pasos avanzó arropada por oscuridad hasta salir al nuevo corredor. Se quedó de pie observando su alrededor con ahínco y analizando cada recoveco. Según el mapa, la escalera estaba en esa zona. Se armó de valor y se dispuso a correr hacia el fin del pasillo cuando unas voces interrumpieron su concentración, era la habitación principal. Alguien hablaba de una manera sospechosa, en un tono muy bajo lo que hizo que Himeko parará en seco y se detuviera a escuchar agazapada entre las sombras.
………
Entre tanto Kageneko y Bakeneko bajaban con timidez las escaleras, todavía tardaban un rato en acostumbrarse a su cuerpo nuevo y aprovecharon todo ese camino para adecuarse. Con una enigmática sonrisa saltaron el último escalón que les faltaba y avanzaban con paso lento por los pasillos, guardando en su mente cualquier información posible. El juego les había parecido muy divertido y según la pequeña podrían encontrarse con infinidad de obstáculos y acertijos. No tardó mucho en aparecérseles el primero.
Al final del pasillo justo en la escalera se encontraban un par de guardias que por su descuidado aspecto no parecían alerta y mucho menos sobrios. Sus mejillas enrojecidas al completo daban la pista definitiva a Kageneko y Bakeneko. Ambos gatos, ahora doncellas intercambiaron una mirada de complicidad.
“Himeko, Himeko, tenemos unos guardias sobrios aquí, guardaremos su imagen pero ¿esta en las normas del juego dejarles inconcientes? ”
“¡NEKOMATA!” Gritó en su mente una desesperada Himeko.-“¡NO! Libraos de ellos de cualquier otra forma, incluso engatusadles pero no los toquéis bajo ningún concepto. Eso sería quedar descalificado”
“Vale, vale, vale, vamos entonces, vamos entonces”
Kageneko se acercó tímidamente y con una sonrisa encantadora se dirigió al guardia. Ya tenían más información, Kageneko era ahora Sachiko.
-Claro que sí querido mío, pero estoy últimamente tan ocupada. -exageró.- Debo de cuidar al preso, ya sabes, ese shinigami. Ahora mismo iba a visitarle, a ya sabes donde.
Bakeneko se dejó acercar con una intrigante sonrisa y habló al oído del otro guardia. Bakeneko sabía también que ahora era Ayami. Bakeneko rió y comenzó su particular juego.
-Lo tendrás después, ahora debo visitar al preso, ya sabes ese que esta encerrado. -intentó sonsacar la información necesaria. -Pero si quieres el beso tienes que acompañarnos hasta él, sino sospecharan mucho de vernos a estas horas por la noche deambulando.- engatusó al guardia.
Ahora todo quedaba en el aire, Himeko y Nekomatta luchaban ambos su particular batalla por descubrir el lugar donde estaba escondido el shinigami.
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Durante unos segundos se quedó mirando aquella oscura esquina, concentrandose en la sombra que había ahí hasta que se acostumbró a los contrastes de luz y oscuridad, era Himeko sin duda, aunque aquella situación con los guardias simplemente no le gustaba mucho, él estaba casi dandole la espalda a los guardias gracias a los gatos de Himeko, por lo que no tenía problemas en salir en ese momento, aunque no le inspirase mucha confianza esa acción y mucho menos sabiendo que esa gente podía estar preparada para cualquier cosa, aunque también sabía que debía hacer algo, cualquier cosa escepto quedarse alli a esperar que aquellos tipos se quedasen dormidos ya que no había tiempo, era practicamente un contrarreloj y lo tenía bien en cuenta.
"Úsame, si lo haces sabes que puedes pasar mejor entre los guardias."
"No...prefiero hacerlo si no queda más alternativa, no quiero arriesgarme a que nadie muera por una descarga mal dada."
Notó que su zampakutoh estaba de acuerdo con él por un leve zumbido que mandó a través de la muñeca, odiaba cuando hacía eso, era lo más parecido a un calambre que podía haber, pero su zampakutoh era así, no lo podía evitar.
Una vez salió del conducto se quedó tumbado en el suelo, como una mancha de sombras que acompañaba la tenue luz de la habitación, había escuchado la voz de los gatos de Himeko, pero prefería buscar por si mismo, quería que su propio esfuerzo diese lugar a encontrar al shinigami y si Himeko hacía eso, sabiendo el comportamiento pervertido de los guardias, seguramente se lo dirían en cuestión de...¿segundos?, con lentitud y para ocultarse se había metido debajo de una cortinilla que había en la pared, era un manto de seda bordado que funcionaba como kamisa ya que tenía la foto de alguien apoyada contra la pared, lo que le hizo pensar...¿estaría sobre las cenizas de algun muerto?...no, no había llegado a subirse al kamisa, solo se estaba escondiendo en la cortinilla que tenía.
Con una de sus manos retiró el trozo de tela viendo que realmente estaba cerca de la puerta, y que los guardias estaban medio borrachos por no decir que ya lo estaban completamente, por lo que con un par de pasos rápidos salió por la puerta, nada mas salir pudo ver que donde había dado era al interior de la mansión, un largo pasillo bastante bien iluminado, ese factor podia ir en su contra, pero no ahora mismo, necesitaba oscuridad, toda la posible, aunque lo que más le extrañó fue que no habían guardias en el pasillo, estaba vacío...¿sería una trampa?, no estaba seguro de ello pero si lo era había caido de lleno, aun así necesitaba registrar la mansión quisiese o no y ese pasillo iba a ser uno de sus destinos.
Intentando hacer el menos ruido posible se empezó a acercar a las luces, apagandolas mientras pegaba su espalda a la pared, agachado, avanzando con precaución y con sus manos una puesta en el suelo y la otra puesta en el cinturón por si a caso tenía que usar los somniferos que le había pedido a Watanabe.
De vez en cuando, el pasillo tenía desvíos que iban a puertas, no sabía hacia donde iban, pero no se iba a arriesgar a saberlo ya que de un momento a otro podría encontrarse rodeado por los guardias sin siquiera enterarse, definitivo, odiaba aquel tipo de mansiones, pese a eso, no pudo resistir la curiosidad, al final del pasillo se podía ver una puerta corredera hecha de papel de arroz, en esa sabía que había alguien dentro porque había una luz...mejor dicho, una vela encendida dentro, con un dedo hizo un agujero en la puerta, intentando que no le pillasen, mirando una y otra vez hacia atrás y hacia el pasillo, de nuevo no se fiaba de donde había pasado ya o de donde iba a ir, y mucho menos si ya esperaban que pasase algo detrás de esa puerta, lo que si hizo, fue por el agujero hecho, primero echar una ojeada a la habitación y luego oir de lo que estaban hablando si es que había alguien ahi dentro.
Su cuerpo seguía agachado y su cabeza ligeramente estirada sobre el agujero hecho, intentando oir lo que había dentro, una conversación, aunque fuese un mosquito o un eructo de un guardia, lo que fuese que le diese a entender o que ahí podía encontrar información o que no iba a encontrar nada, aunque todo esto le olía a chamusquina...¿una habitación en un extremo de un pasillo con una sola luz encendida?...demasiado bueno para ser cierto...¿no?.
-Esta misión cada vez me gusta menos...¿porque nos la mandarían a nosotros?...- Susurró pensativo, tan bajito que ni siquiera llegaría el sonido hacia el comunicador, sintiendo la paranoia de que estaba siendo obserbado en esos momentos, aunque con dos pasillos a cada lado...¿quien no se sentiría así?, al menos si todo salía bien obtendría algo de información...o eso esperaba.
"Úsame, si lo haces sabes que puedes pasar mejor entre los guardias."
"No...prefiero hacerlo si no queda más alternativa, no quiero arriesgarme a que nadie muera por una descarga mal dada."
Notó que su zampakutoh estaba de acuerdo con él por un leve zumbido que mandó a través de la muñeca, odiaba cuando hacía eso, era lo más parecido a un calambre que podía haber, pero su zampakutoh era así, no lo podía evitar.
Una vez salió del conducto se quedó tumbado en el suelo, como una mancha de sombras que acompañaba la tenue luz de la habitación, había escuchado la voz de los gatos de Himeko, pero prefería buscar por si mismo, quería que su propio esfuerzo diese lugar a encontrar al shinigami y si Himeko hacía eso, sabiendo el comportamiento pervertido de los guardias, seguramente se lo dirían en cuestión de...¿segundos?, con lentitud y para ocultarse se había metido debajo de una cortinilla que había en la pared, era un manto de seda bordado que funcionaba como kamisa ya que tenía la foto de alguien apoyada contra la pared, lo que le hizo pensar...¿estaría sobre las cenizas de algun muerto?...no, no había llegado a subirse al kamisa, solo se estaba escondiendo en la cortinilla que tenía.
Con una de sus manos retiró el trozo de tela viendo que realmente estaba cerca de la puerta, y que los guardias estaban medio borrachos por no decir que ya lo estaban completamente, por lo que con un par de pasos rápidos salió por la puerta, nada mas salir pudo ver que donde había dado era al interior de la mansión, un largo pasillo bastante bien iluminado, ese factor podia ir en su contra, pero no ahora mismo, necesitaba oscuridad, toda la posible, aunque lo que más le extrañó fue que no habían guardias en el pasillo, estaba vacío...¿sería una trampa?, no estaba seguro de ello pero si lo era había caido de lleno, aun así necesitaba registrar la mansión quisiese o no y ese pasillo iba a ser uno de sus destinos.
Intentando hacer el menos ruido posible se empezó a acercar a las luces, apagandolas mientras pegaba su espalda a la pared, agachado, avanzando con precaución y con sus manos una puesta en el suelo y la otra puesta en el cinturón por si a caso tenía que usar los somniferos que le había pedido a Watanabe.
De vez en cuando, el pasillo tenía desvíos que iban a puertas, no sabía hacia donde iban, pero no se iba a arriesgar a saberlo ya que de un momento a otro podría encontrarse rodeado por los guardias sin siquiera enterarse, definitivo, odiaba aquel tipo de mansiones, pese a eso, no pudo resistir la curiosidad, al final del pasillo se podía ver una puerta corredera hecha de papel de arroz, en esa sabía que había alguien dentro porque había una luz...mejor dicho, una vela encendida dentro, con un dedo hizo un agujero en la puerta, intentando que no le pillasen, mirando una y otra vez hacia atrás y hacia el pasillo, de nuevo no se fiaba de donde había pasado ya o de donde iba a ir, y mucho menos si ya esperaban que pasase algo detrás de esa puerta, lo que si hizo, fue por el agujero hecho, primero echar una ojeada a la habitación y luego oir de lo que estaban hablando si es que había alguien ahi dentro.
Su cuerpo seguía agachado y su cabeza ligeramente estirada sobre el agujero hecho, intentando oir lo que había dentro, una conversación, aunque fuese un mosquito o un eructo de un guardia, lo que fuese que le diese a entender o que ahí podía encontrar información o que no iba a encontrar nada, aunque todo esto le olía a chamusquina...¿una habitación en un extremo de un pasillo con una sola luz encendida?...demasiado bueno para ser cierto...¿no?.
-Esta misión cada vez me gusta menos...¿porque nos la mandarían a nosotros?...- Susurró pensativo, tan bajito que ni siquiera llegaría el sonido hacia el comunicador, sintiendo la paranoia de que estaba siendo obserbado en esos momentos, aunque con dos pasillos a cada lado...¿quien no se sentiría así?, al menos si todo salía bien obtendría algo de información...o eso esperaba.
Seikuro- Post : 89
Edad : 33
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
La pequeña con facilidad se había colado en uno de los dormitorios más adelante sin pasar por el pasillo. Con cuidado salió de la habitación para regresar al pasillo y descender por otra de las zonas
Al llegar al final del pasillo llegó a una habitación iluminada por una luz en su interior donde se escuchaban dos voces hablar en voz baja y de manera apresurada. Una de ellas, de mujer, usaba un tono preocupado y en cierta forma angustiado, mientras que la otra, la de un hombre adulto, respondía con cierta severidad.
-¿Sigues pensando que esto es una buena idea? Hemos secuestrado a un shinigami, anata... ¿Qué vamos a hacer si el Gotei se entera? -la preocupación podía sentirse en cada una de las sílabas que pronunciaba la mujer.
-Llevamos muchos años planeando esto Midori...! Ahora no podemos echarnos atrás! -respondía de manera apresurada el hombre en voz baja pero con un tono más severo y duro de lo que podría haberse supuesto en un principio. -Después de la humillación recibida lo que Hatake que haga a esa Hokori no será nada... Pronto ese shinigami estará muerto y nuestros planes tendrán su fruto. De eso puedes estar segura...
¿A qué podía referirse aquel hombre? ¿Qué era lo que le tenía preparado Galahar Hatake a la capitana del 2º escuadrón? Pasillo arriba se escuchaban pasos y no precisamente solo de una persona. Parecía ser que alguien se acercaba hacia allí y era imperioso que Himeko saliera de allí inmediatamente antes de que le descubrieran. Y por si aquello fuera poco, en el interfono, pese a tener el volumen a un mínimo se escuchó el gorgoteo de alguien que lucha por respirar. ¡¿Qué había pasado?!
-No te preocupes Sachiko, yo te llevaré a ver al shinigami. Pobre idiota, se pensaba que podría con las fuerzas de los Yoichiro y se encontró con un teniente de los suyos -dijo bajando las escaleras sin quitar el brazo de encima de los hombros de la joven.
-Pero la fuerza de los shinigami es bestial, menos mal que no nos tocó estar en la entrada en aquel momento o estaríamos muertos... -respondió el otro con un cierto escalofrío recorriéndole la espalda. Con tranquilidad apretó algo más a la Ayami contra él rodeándole la cintura con su brazo.
Los cuatro bajaron las escaleras de dos plantas para llegar a la primera los soldados diciendo idioteces sobre los superiores y sus compañeros que tenían más aires de grandeza que ellos y poco más. Tampoco es que se le entendiera demasiado con lo espesa que tenían la boca por la borrachera.
-Ahora que lo pienso... para que tenéis que ir a ver al shinigami? -preguntó uno de ellos deteniéndose en medio del pasillo antes de bajar las últimas escaleras antes de llegar a la planta baja.
Podría ser que tuvieran un momento de lucidez y que por fin, se dieran cuenta de que era algo extraño que dos doncellas en mitad de la noche tuvieran que visitar a un preso? Aún así no parecían demasiado amenazantes y la excitación mezclado con la sensación del sake no dejaban que sus mentes carburaran de una manera muy limpia.
El shinigami, salió por la puerta a un pasillo iluminado y poco a poco fue apagando las luces que había iluminando aquella zona de la casa. Tal vez se les habría olvidado a los sirvientes apagar aquella zona o estuviera encendida por cualquier otra razón. Sin embargo, poco a poco la oscuridad iba amparando al joven infiltrado en aquella gran casa. Al llegar al final del pasillo llegó a una habitación iluminada por una luz en su interior donde se escuchaba una voz y el removerse de otra persona. Lo cierto es que por el agujero abierto poco podía ver pero la voz que escuchó hizo que la sangre se le helase en las venas del shinigami.
-Nunca pensé que Yoruko fuera tan idiota... Enviar a tres novatos a infiltrarse en mi hogar... Estúpida... -dijo en voz baja riendo para sí mientras mantenía a alguien bajo él, controlado con sus brazos.
Entonces el roce de una katana con la vaina al ser desenvainada se escuchó en la noche, el silbar de la hoja con el viento y el sonido de la carne abriéndose y el gorgoteo de alguien luchando por respirar ahogándose con su propia sangre se grabó a fuego en la mente del shinigami. Otro silbido, el chapoteo de la sangre deslizándose de la hoja hasta las paredes y el suelo, y la voz del moribundo apagándose en la noche amortiguado por alguna cosa. El asesino chasqueó la lengua molesto y se movió por la habitación hasta coger el interfono colocándose en la oreja y el micrófono alrededor del cuello.
De pronto una nueva voz se escuchó a través del comunicador. Primero una respiración profunda, como la de un depredador que tienes a la espalda antes de poder girarte.
-Uno muerto... Me quedan dos. Salid pequeños... vamos a jugar -dijo la voz de Galahar a través del comunicador del tercer miembro del grupo entre risas sádicas. Eran los estertores de Tokero los que habían estado escuchando los dos shinigami en los últimos momentos de su vida?
Al llegar al final del pasillo llegó a una habitación iluminada por una luz en su interior donde se escuchaban dos voces hablar en voz baja y de manera apresurada. Una de ellas, de mujer, usaba un tono preocupado y en cierta forma angustiado, mientras que la otra, la de un hombre adulto, respondía con cierta severidad.
-¿Sigues pensando que esto es una buena idea? Hemos secuestrado a un shinigami, anata... ¿Qué vamos a hacer si el Gotei se entera? -la preocupación podía sentirse en cada una de las sílabas que pronunciaba la mujer.
-Llevamos muchos años planeando esto Midori...! Ahora no podemos echarnos atrás! -respondía de manera apresurada el hombre en voz baja pero con un tono más severo y duro de lo que podría haberse supuesto en un principio. -Después de la humillación recibida lo que Hatake que haga a esa Hokori no será nada... Pronto ese shinigami estará muerto y nuestros planes tendrán su fruto. De eso puedes estar segura...
¿A qué podía referirse aquel hombre? ¿Qué era lo que le tenía preparado Galahar Hatake a la capitana del 2º escuadrón? Pasillo arriba se escuchaban pasos y no precisamente solo de una persona. Parecía ser que alguien se acercaba hacia allí y era imperioso que Himeko saliera de allí inmediatamente antes de que le descubrieran. Y por si aquello fuera poco, en el interfono, pese a tener el volumen a un mínimo se escuchó el gorgoteo de alguien que lucha por respirar. ¡¿Qué había pasado?!
****************
Los soldados, borrachos como cubas sonreían a más no poder ante las atenciones de las sirvientas. Sin saber exactamente cuanta de verdad había en la relación que los hombres decían tener con aquellas doncellas los astutos gatos de la shinigami intentaron sonsacar donde se encontraba el shinigami que estaba preso. Los guardias intercambiaron una mirada cómplice y se rieron por lo bajo asintiendo ambos a cada una de sus acompañantes. -No te preocupes Sachiko, yo te llevaré a ver al shinigami. Pobre idiota, se pensaba que podría con las fuerzas de los Yoichiro y se encontró con un teniente de los suyos -dijo bajando las escaleras sin quitar el brazo de encima de los hombros de la joven.
-Pero la fuerza de los shinigami es bestial, menos mal que no nos tocó estar en la entrada en aquel momento o estaríamos muertos... -respondió el otro con un cierto escalofrío recorriéndole la espalda. Con tranquilidad apretó algo más a la Ayami contra él rodeándole la cintura con su brazo.
Los cuatro bajaron las escaleras de dos plantas para llegar a la primera los soldados diciendo idioteces sobre los superiores y sus compañeros que tenían más aires de grandeza que ellos y poco más. Tampoco es que se le entendiera demasiado con lo espesa que tenían la boca por la borrachera.
-Ahora que lo pienso... para que tenéis que ir a ver al shinigami? -preguntó uno de ellos deteniéndose en medio del pasillo antes de bajar las últimas escaleras antes de llegar a la planta baja.
Podría ser que tuvieran un momento de lucidez y que por fin, se dieran cuenta de que era algo extraño que dos doncellas en mitad de la noche tuvieran que visitar a un preso? Aún así no parecían demasiado amenazantes y la excitación mezclado con la sensación del sake no dejaban que sus mentes carburaran de una manera muy limpia.
****************
Los pasos amortiguados de Seikuro le llevaron a pasar por detrás de los guardias sin que se percataran de lo que había pasado. Era una buena estrategia la que seguían pero el separarse... era una buena idea? Aún estaba por ver... El shinigami, salió por la puerta a un pasillo iluminado y poco a poco fue apagando las luces que había iluminando aquella zona de la casa. Tal vez se les habría olvidado a los sirvientes apagar aquella zona o estuviera encendida por cualquier otra razón. Sin embargo, poco a poco la oscuridad iba amparando al joven infiltrado en aquella gran casa. Al llegar al final del pasillo llegó a una habitación iluminada por una luz en su interior donde se escuchaba una voz y el removerse de otra persona. Lo cierto es que por el agujero abierto poco podía ver pero la voz que escuchó hizo que la sangre se le helase en las venas del shinigami.
-Nunca pensé que Yoruko fuera tan idiota... Enviar a tres novatos a infiltrarse en mi hogar... Estúpida... -dijo en voz baja riendo para sí mientras mantenía a alguien bajo él, controlado con sus brazos.
Entonces el roce de una katana con la vaina al ser desenvainada se escuchó en la noche, el silbar de la hoja con el viento y el sonido de la carne abriéndose y el gorgoteo de alguien luchando por respirar ahogándose con su propia sangre se grabó a fuego en la mente del shinigami. Otro silbido, el chapoteo de la sangre deslizándose de la hoja hasta las paredes y el suelo, y la voz del moribundo apagándose en la noche amortiguado por alguna cosa. El asesino chasqueó la lengua molesto y se movió por la habitación hasta coger el interfono colocándose en la oreja y el micrófono alrededor del cuello.
De pronto una nueva voz se escuchó a través del comunicador. Primero una respiración profunda, como la de un depredador que tienes a la espalda antes de poder girarte.
-Uno muerto... Me quedan dos. Salid pequeños... vamos a jugar -dijo la voz de Galahar a través del comunicador del tercer miembro del grupo entre risas sádicas. Eran los estertores de Tokero los que habían estado escuchando los dos shinigami en los últimos momentos de su vida?
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Himeko continuaba con cuidado de no hacer ruido, esforzándose por que a cada paso que diera el sonido fuera nulo e imperceptible a oídos de hasta el más capacitado. Sus suaves pasos resbalaban con delicadeza sobre el suelo de madera. Cómo un intruso en la noche, la pequeña shinigami rebuscaba por toda la mansión, esperando encontrar algún indicio que la llevara a entender el por qué de esa misión. Al pertenecer a una familia con tratos nobles sabía a la perfección que detrás de ese simple encarcelamiento había algo más, pero ¿el qué?
Al parecer tanto Kageneko como Bakeneko habían actuado bien y aceptaron las reglas del juego que les había impuesto la chica para atraer su atención. La joven rubia pensó durante un momento que por una vez Nekomatta no jugaría con trampas, pero no estaba decidido hasta que la misión hubiera acabado con éxito. Esperaba no tener que volver a llamarles la atención y por lo que entendía según la información que le llegaba, se les daba realmente bien. Quién iba a pensar que conseguirían engañar a los guardias con tan poca información. Naturalmente que éstos estuvieran borrachos ya era un punto más a su favor.
Con menor presión la joven continuó su camino, sin embargo las voces provenientes de una de las habitaciones atrajeron su interés. Según el mapa que había guardado en su memoria y si ésta no le fallaba, se encontraba en la zona de los dormitorios principales, de los señores de la mansión.
Himeko se detuvo en seco y escuchó con cautela la conversación. Entenderla se hacía difícil, pues las imágenes y conversaciones de Nekomatta fluían en torrente por su mente y a ellas se le añadían el intento de ocultar su energía espiritual y de mantenerla bajo mínimos. La hazaña se complicaba por momentos.
Himeko entendió que se trataban de los señores de la familia, los más altos rangos, la nobleza de entre todas y se sintió en cierto modo pequeña al compararse con ellos. Las audiencias y visitas con otros nobles cuando era pequeña, nunca habían llegado hasta tal punto. Una de las voces, la mujer casi con toda seguridad, mucho más preocupada, parecía que a cada sílaba estuviese arrepintiéndose de sus actos. Seguro que de ello se podría aprovechar la joven más adelante. Nada más hubo asimilado el apellido de su capitana, la joven se erigió de forma inmediata. ¿Qué era lo que pretendían hacer? ¿Por qué mencionaban a su teniente? ¿Acaso les había traicionado? Las dudas asolaban su mente.
Himeko seguía parada, de pie, ante la puerta del dormitorio, dubitativa e indecisa, podía entrar y obligar a ambos a explicar todo lo que habían dicho pero se arriesgaba a que la misión fracasara. Cerró los ojos durante un momento y reflexiono sobre ello, las ansias por descubrir la verdad de aquél secuestro eran enormes, la curiosidad de Nekomatta era también un rasgo en común con la pequeña. Las imágenes de lo que podía ser una matanza y sobre todo el temor a una reprimenda pesaban mucho más que esa curiosidad. Si ella era descubierta corrían mucho peligro y como siempre tenía que terminar la misión con éxito. No se permitiría otra vez ése error.
Hablando de ser descubierta, por si no fuera suficiente, la shinigami escuchó el sonido de unos pasos que se acercaban a su actual posición. Repentinamente el corazón de la muchacha comenzó a latir a cien por hora. El peligro acechaba en la otra esquina, esos pasos venían desde su derecha, necesitaba actuar rápido. Echó un vistazo a su mapa mental y encontró su solución. Avanzó con ágiles pasos hacia una esquina oscura, libre de las luces las ventanas, en la que la sombra sería su mayor aliada. Amparada por la oscuridad extrajo sus somníferos y los colocó cuidadosamente entre sus dedos para que cuando llegara el momento, los pudiera utilizar en el menor tiempo posible.
Nekomatta se divertía, mucho más que en los aburridos y monótonos entrenamientos, esto iba un paso más allá. Era un juego real, en el que no se sabían las respuestas y eso era emocionante. Sin embargo, eso no impedía al gato hacer lo que le pareciera y engañar si hacia falta. Que los soldados estuvieran borrachos era un punto a su favor, por ello, el engaño era demasiado fácil, le restaba emoción. Por si fuera poco, Himeko le había prohibido dañar a los guardias, aunque ella no había dicho hasta cuando.
Ambas doncellas sonreían complacidas, podía parecer que de verdad eran las reales. De vez en cuando se podía adivinar un brillo de picardía en sus ojos y algún reflejo anaranjado. Por fin, la información que necesitaban. Kageneko y Bakaneko retransmitían todo lo que ocurría directamente a la mente de la joven.
-Vaya, que miedo, un teniente del Gotei, eso debe de ser increíblemente fuerte.-dijo con un tono fingido de sorpresa y miedo, agarrando el cuello del guardia.
Ayami, o ahora su suplente, se dejo agarrar y también con una expresión sobreactuada, asintió a las palabras de su otra mitad. Siguieron escuchando todos los comentarios de los guardias, respondiendo con débiles risillas que escondía en parte una pérfida intención. Faltaba poco para llegar a su destino, y sucedió lo que esperaban.
“Himeko, Himeko, ¿alguna sugerencia?”
“Danos nombres, nombres”
“¿Podemos usar la fuerza?”
“¡Nekomatta! ¡No! Ya os lo he dicho, nada de golpearles. No sé mucho por el momento, lo único que se me ocurre es el nombre de la señora, Midori se llama.”
“…Juraría que la casa no está pintada de verde….”comentó con voz chillona antes de desconectar de esa conversación. Himeko resopló para sí, poco a poco iba comprendiendo a Nekomatta, pero sus respuestas siempre le resultaban extravagantes.
Una de las doncellas, agachó la cabeza, animando a los dos guardias a que se acercaran a escuchar. La actuación de Nekomatta era merecedora de un premio.
-Esto es un secreto, no se debe enterar nadie o nos castigaran. Midori-sama nos ha encargado bajar a alimentar y cuidar al preso por las noches. La señora no tiene permiso del señor, así que nos lo pidió a nosotras, pues al señor no le parece bien que cuidemos al shinigami.-susurró en un tono muy débil, como si realmente fueran verdad todas y cada una de las palabras que decía. Sólo quedaba comprobar si el engaño funcionaba o no. De todas maneras, Kageneko ya tenía las manos preparadas para desarmar al guardia en cuanto fuera necesario.
Himeko no se podía creer lo que escuchaba por el interfono, el espeluznante gorgoteo le helaba la sangre. ¿Quién era el que estaba al borde de la muerte? Himeko rezaba por que no fuese Seikuro, no podía imaginárselo y no quería admitirlo. Que fuera el otro chico tampoco era algo alentador, se había prometido no dejar morir a nadie bajo su mando y había fracasado. Lo peor de todo era que la voz que se escuchaba era la de su teniente. Himeko parecía estar en estado de shock, pensaba que los nobles estaban inculpando a su teniente, pero nunca se le había ocurrido pensar que de verdad estuviera detrás de todo esto, incluso después de lo que escuchó de boca de los guardias que estaban con Nekomatta.
¿Cómo había podido su teniente traicionarles de esta manera? A todo su escuadrón, a ellos y a la capitana. Era imperdonable y encima ahora acababa con la vida de uno de sus compañeros. Himeko quiso gritarle, responderle, reprenderle por su comportamiento, pero no podía. Aún más, si mantenía el comunicador, podía escuchar los sonidos más cercanos a ella y adivinar con eso su posición. Sin pensarlo dos veces, la joven destrozó u micrófono y auricular. Ya había escuchado suficiente, llegaba la hora de actuar.
Al parecer tanto Kageneko como Bakeneko habían actuado bien y aceptaron las reglas del juego que les había impuesto la chica para atraer su atención. La joven rubia pensó durante un momento que por una vez Nekomatta no jugaría con trampas, pero no estaba decidido hasta que la misión hubiera acabado con éxito. Esperaba no tener que volver a llamarles la atención y por lo que entendía según la información que le llegaba, se les daba realmente bien. Quién iba a pensar que conseguirían engañar a los guardias con tan poca información. Naturalmente que éstos estuvieran borrachos ya era un punto más a su favor.
Con menor presión la joven continuó su camino, sin embargo las voces provenientes de una de las habitaciones atrajeron su interés. Según el mapa que había guardado en su memoria y si ésta no le fallaba, se encontraba en la zona de los dormitorios principales, de los señores de la mansión.
Himeko se detuvo en seco y escuchó con cautela la conversación. Entenderla se hacía difícil, pues las imágenes y conversaciones de Nekomatta fluían en torrente por su mente y a ellas se le añadían el intento de ocultar su energía espiritual y de mantenerla bajo mínimos. La hazaña se complicaba por momentos.
Himeko entendió que se trataban de los señores de la familia, los más altos rangos, la nobleza de entre todas y se sintió en cierto modo pequeña al compararse con ellos. Las audiencias y visitas con otros nobles cuando era pequeña, nunca habían llegado hasta tal punto. Una de las voces, la mujer casi con toda seguridad, mucho más preocupada, parecía que a cada sílaba estuviese arrepintiéndose de sus actos. Seguro que de ello se podría aprovechar la joven más adelante. Nada más hubo asimilado el apellido de su capitana, la joven se erigió de forma inmediata. ¿Qué era lo que pretendían hacer? ¿Por qué mencionaban a su teniente? ¿Acaso les había traicionado? Las dudas asolaban su mente.
Himeko seguía parada, de pie, ante la puerta del dormitorio, dubitativa e indecisa, podía entrar y obligar a ambos a explicar todo lo que habían dicho pero se arriesgaba a que la misión fracasara. Cerró los ojos durante un momento y reflexiono sobre ello, las ansias por descubrir la verdad de aquél secuestro eran enormes, la curiosidad de Nekomatta era también un rasgo en común con la pequeña. Las imágenes de lo que podía ser una matanza y sobre todo el temor a una reprimenda pesaban mucho más que esa curiosidad. Si ella era descubierta corrían mucho peligro y como siempre tenía que terminar la misión con éxito. No se permitiría otra vez ése error.
Hablando de ser descubierta, por si no fuera suficiente, la shinigami escuchó el sonido de unos pasos que se acercaban a su actual posición. Repentinamente el corazón de la muchacha comenzó a latir a cien por hora. El peligro acechaba en la otra esquina, esos pasos venían desde su derecha, necesitaba actuar rápido. Echó un vistazo a su mapa mental y encontró su solución. Avanzó con ágiles pasos hacia una esquina oscura, libre de las luces las ventanas, en la que la sombra sería su mayor aliada. Amparada por la oscuridad extrajo sus somníferos y los colocó cuidadosamente entre sus dedos para que cuando llegara el momento, los pudiera utilizar en el menor tiempo posible.
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Nekomatta se divertía, mucho más que en los aburridos y monótonos entrenamientos, esto iba un paso más allá. Era un juego real, en el que no se sabían las respuestas y eso era emocionante. Sin embargo, eso no impedía al gato hacer lo que le pareciera y engañar si hacia falta. Que los soldados estuvieran borrachos era un punto a su favor, por ello, el engaño era demasiado fácil, le restaba emoción. Por si fuera poco, Himeko le había prohibido dañar a los guardias, aunque ella no había dicho hasta cuando.
Ambas doncellas sonreían complacidas, podía parecer que de verdad eran las reales. De vez en cuando se podía adivinar un brillo de picardía en sus ojos y algún reflejo anaranjado. Por fin, la información que necesitaban. Kageneko y Bakaneko retransmitían todo lo que ocurría directamente a la mente de la joven.
-Vaya, que miedo, un teniente del Gotei, eso debe de ser increíblemente fuerte.-dijo con un tono fingido de sorpresa y miedo, agarrando el cuello del guardia.
Ayami, o ahora su suplente, se dejo agarrar y también con una expresión sobreactuada, asintió a las palabras de su otra mitad. Siguieron escuchando todos los comentarios de los guardias, respondiendo con débiles risillas que escondía en parte una pérfida intención. Faltaba poco para llegar a su destino, y sucedió lo que esperaban.
“Himeko, Himeko, ¿alguna sugerencia?”
“Danos nombres, nombres”
“¿Podemos usar la fuerza?”
“¡Nekomatta! ¡No! Ya os lo he dicho, nada de golpearles. No sé mucho por el momento, lo único que se me ocurre es el nombre de la señora, Midori se llama.”
“…Juraría que la casa no está pintada de verde….”comentó con voz chillona antes de desconectar de esa conversación. Himeko resopló para sí, poco a poco iba comprendiendo a Nekomatta, pero sus respuestas siempre le resultaban extravagantes.
Una de las doncellas, agachó la cabeza, animando a los dos guardias a que se acercaran a escuchar. La actuación de Nekomatta era merecedora de un premio.
-Esto es un secreto, no se debe enterar nadie o nos castigaran. Midori-sama nos ha encargado bajar a alimentar y cuidar al preso por las noches. La señora no tiene permiso del señor, así que nos lo pidió a nosotras, pues al señor no le parece bien que cuidemos al shinigami.-susurró en un tono muy débil, como si realmente fueran verdad todas y cada una de las palabras que decía. Sólo quedaba comprobar si el engaño funcionaba o no. De todas maneras, Kageneko ya tenía las manos preparadas para desarmar al guardia en cuanto fuera necesario.
****************
Himeko no se podía creer lo que escuchaba por el interfono, el espeluznante gorgoteo le helaba la sangre. ¿Quién era el que estaba al borde de la muerte? Himeko rezaba por que no fuese Seikuro, no podía imaginárselo y no quería admitirlo. Que fuera el otro chico tampoco era algo alentador, se había prometido no dejar morir a nadie bajo su mando y había fracasado. Lo peor de todo era que la voz que se escuchaba era la de su teniente. Himeko parecía estar en estado de shock, pensaba que los nobles estaban inculpando a su teniente, pero nunca se le había ocurrido pensar que de verdad estuviera detrás de todo esto, incluso después de lo que escuchó de boca de los guardias que estaban con Nekomatta.
¿Cómo había podido su teniente traicionarles de esta manera? A todo su escuadrón, a ellos y a la capitana. Era imperdonable y encima ahora acababa con la vida de uno de sus compañeros. Himeko quiso gritarle, responderle, reprenderle por su comportamiento, pero no podía. Aún más, si mantenía el comunicador, podía escuchar los sonidos más cercanos a ella y adivinar con eso su posición. Sin pensarlo dos veces, la joven destrozó u micrófono y auricular. Ya había escuchado suficiente, llegaba la hora de actuar.
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Al ver la escena, Seikuro se llevó una mano a la boca para evitar gritarle a Hatake un par de cosillas, evitando asi que su imprudencia llegase a más, ya que podía alarmar a todos los guardias con ese grito, sabiendo los pulmones que él tenía, pero también sabía que él no era rival para un teniente ni de lejos, lo primero que tenía que hacer...era salir de allí...su mejor opción la puerta que había a unos pasos a su izquiera, a la cual fue corriendo de puntillas, de forma sigilosa.
Cuando abrió la puerta se vió en una sala bastante amplia como para ser llamada un dojo, aunque no estaba vacía, varios guardias miraban hacia fuera, era como una especie de balcón, y allí tenía ventaja por las sombras del techo y la luna, todo estaba oscuro, escepto por las antorchas que llevaban los propios guardias ahí, la opción de dejarlos dormidos o inconscientes se fue cuando se imaginó aquella mansión ardiendo, aunque nadie le impedía oir conversaciones a escondidas, negó con la cabeza fuertemente, Hatake estaba cerca y esperaba que Himeko no pasase por delante de esa habitación, por si las moscas más que por nada le avisó en susurros por el micrófono mientras andaba agachado, evitando a los guardias, metiendose entre huecos de la estructura para que las antorchas no llegasen a delatarle.
-Hatake ha matado al otro, sospecho que viene detrás de mi ahora.- Su forma de hablar era de forma atropellada, puesto que la adrenalina recorría su cuerpo en violentas oleadas, haciendo que su reiatsu se descontrolase un poco, no lo podía evitar, solo había estado una vez delante de alguien más superior a él, necesitaba un respiro o cometería un error, puesto que su zampakutoh le llamaba con furia, para que la liberase y que atacase a todo lo que había allí...pero el derramamiento de sangre no era una opción...¿shumpos?...seguro que Hatake le sentía y perseguía, él era más rápido que Seikuro sin duda alguna.
-¿Que...debo hacer?-
-¿Has oido eso?- ¡Mierda!
Uno de los guardias que había pasado por ahi le había oido, instintivamente Seikuro se llevó la mano al cinturón para agarrar los somniferos, aunque los soltó inmediatamente al ver que el soldado se alejaba, dando un gran suspiro para relajarse, toda la tranquilidad que había tenido se había ido, su pulso le temblava en aquel hueco, miedo...tenía miedo despues de haber luchado con tanta gente, era increible que alguien pudiese provocarle miedo de aquella forma, ya que sabía instintivamente que él solo no podía hacer frente a un teniente sin salir decapitado.
¿la forma que tuvo para calmarse?...morderse el labio fuertemente, hasta incluso hacerse sangre, al menos había dejado de temblar de miedo.
Lo unico que hizo, fue salir corriendo de forma agil, rodeando la estructura, metiendose en la última puerta que vió, llegando a una sala donde un par de guardias estaban recostados, la puerta había estado abierta todo el rato por lo que supuso por la decoración hecha de armaduras, espadas, lanzas y arcos que aquella habitación era para los cambios de turno de los guardias...y la luz estaba apagada, había podido ver la decoración gracias a una luz encendida en el fondo de la habitación, seguramente para la calefacción de la sala.
Un ruido se escuchó detrás de él, como si golpeasen madera con madera, las lanzas para ayudarse a andar seguramente, y se dirigían hacia él, el único escondite que vió fueron las estanterías de armas y armaduras, por lo que se escondió casi detrás de una de estas, siempre siguiendo la sombra del lugar, aunque cuando se quiso dar cuenta de algo, ya era demasiado tarde, y es que un chorreón de su sangre había caido en la entrada de la habitación, había tenido suerte porque el chorreón no conducía a nadie hacia donde estaba, pero un fallo asó no podía ser nada bueno.
Con una mano se apoyó en la estantería mientras que con la otra sacaba un poco de la venda que le había dado Watanabe en la reunión, cortando con su zampakutoh un cuadrado, pasandolo por donde estaba sangrando para quitarse la sangre, luego guardó la venda manchada con sangre, no quería que le descubriesen por algo así, aunque la sangre en el tatami...eso podía ser malo.
Cuando abrió la puerta se vió en una sala bastante amplia como para ser llamada un dojo, aunque no estaba vacía, varios guardias miraban hacia fuera, era como una especie de balcón, y allí tenía ventaja por las sombras del techo y la luna, todo estaba oscuro, escepto por las antorchas que llevaban los propios guardias ahí, la opción de dejarlos dormidos o inconscientes se fue cuando se imaginó aquella mansión ardiendo, aunque nadie le impedía oir conversaciones a escondidas, negó con la cabeza fuertemente, Hatake estaba cerca y esperaba que Himeko no pasase por delante de esa habitación, por si las moscas más que por nada le avisó en susurros por el micrófono mientras andaba agachado, evitando a los guardias, metiendose entre huecos de la estructura para que las antorchas no llegasen a delatarle.
-Hatake ha matado al otro, sospecho que viene detrás de mi ahora.- Su forma de hablar era de forma atropellada, puesto que la adrenalina recorría su cuerpo en violentas oleadas, haciendo que su reiatsu se descontrolase un poco, no lo podía evitar, solo había estado una vez delante de alguien más superior a él, necesitaba un respiro o cometería un error, puesto que su zampakutoh le llamaba con furia, para que la liberase y que atacase a todo lo que había allí...pero el derramamiento de sangre no era una opción...¿shumpos?...seguro que Hatake le sentía y perseguía, él era más rápido que Seikuro sin duda alguna.
-¿Que...debo hacer?-
-¿Has oido eso?- ¡Mierda!
Uno de los guardias que había pasado por ahi le había oido, instintivamente Seikuro se llevó la mano al cinturón para agarrar los somniferos, aunque los soltó inmediatamente al ver que el soldado se alejaba, dando un gran suspiro para relajarse, toda la tranquilidad que había tenido se había ido, su pulso le temblava en aquel hueco, miedo...tenía miedo despues de haber luchado con tanta gente, era increible que alguien pudiese provocarle miedo de aquella forma, ya que sabía instintivamente que él solo no podía hacer frente a un teniente sin salir decapitado.
¿la forma que tuvo para calmarse?...morderse el labio fuertemente, hasta incluso hacerse sangre, al menos había dejado de temblar de miedo.
Lo unico que hizo, fue salir corriendo de forma agil, rodeando la estructura, metiendose en la última puerta que vió, llegando a una sala donde un par de guardias estaban recostados, la puerta había estado abierta todo el rato por lo que supuso por la decoración hecha de armaduras, espadas, lanzas y arcos que aquella habitación era para los cambios de turno de los guardias...y la luz estaba apagada, había podido ver la decoración gracias a una luz encendida en el fondo de la habitación, seguramente para la calefacción de la sala.
Un ruido se escuchó detrás de él, como si golpeasen madera con madera, las lanzas para ayudarse a andar seguramente, y se dirigían hacia él, el único escondite que vió fueron las estanterías de armas y armaduras, por lo que se escondió casi detrás de una de estas, siempre siguiendo la sombra del lugar, aunque cuando se quiso dar cuenta de algo, ya era demasiado tarde, y es que un chorreón de su sangre había caido en la entrada de la habitación, había tenido suerte porque el chorreón no conducía a nadie hacia donde estaba, pero un fallo asó no podía ser nada bueno.
Con una mano se apoyó en la estantería mientras que con la otra sacaba un poco de la venda que le había dado Watanabe en la reunión, cortando con su zampakutoh un cuadrado, pasandolo por donde estaba sangrando para quitarse la sangre, luego guardó la venda manchada con sangre, no quería que le descubriesen por algo así, aunque la sangre en el tatami...eso podía ser malo.
Seikuro- Post : 89
Edad : 33
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Los dos soldados miraban a cada una de sus acompañantes con cierta desconfianza. Lo cierto es que raro era pero conociendo a la señora, la rápida respuesta por parte de la zanpakutou de Himeko había solucionado el pequeño percance y parecían convencidos de que era algo normal que Midori-sama, se preocupara por un preso. Aún así ambos fruncieron el ceño levemente.
-No creo que ese maldito shinigami se merezca la preocupación de Midori-sama ni el cuidado de vosotras -dijo uno de ellos algo enfadado mirando a las doncellas casi ardiendo en celos.
-Yo tampoco creo que deba hacerlo -segundó el otro con el puño cerrado en muestra de apoyo por las palabras de su compañero.
Aún así no sería demasiado complicado convencerles de que eran órdenes de la señora y que tenían que cumplirlas. Así que retomando el camino los dos soldados apretaron algo más a las doncellas-gato contra ellos y las llevaron escaleras abajo hasta el sótano donde se encontraba el shinigami encerrado. Afortunadamente no parecía haber guardia extra en el lugar por lo que no tuvieron más problemas aunque los dos soldados era muy reacios a abandonarlas.
-Qué es exactamente lo que tenéis que hacer con el shinigami? -preguntó uno de ellos mientras que el otro cogía de la mano a la otra doncella y le miraba con excesivo melodrama.
-No le daréis de comer, no? Me voy a poner terriblemente celoso... -expuso mientras la apretaba contra él de manera algo exagerada.
Allí se encontraban, delante de la puerta donde se encontraba el shinigami en cuestión según los hombres de los Yoichiro que seguían pensando en otras partes de su cuerpo que no era precisamente la más adecuada en aquellos instantes. Ahora, solo restaba convencerlos para que las dejaran a solas con el secuestrado. Lo conseguirían?
La conversación que Himeko había conseguido escuchar parecía desentrañar algo de lo que estaba pasando en aquella casa. Qué relación podía tener el teniente con aquella familia cuando era sabido que provenía de uno de los barrios bajos del Rukongai. Sin embargo, aunque la curiosidad atenazaba a la pequeña shinigami a que se quedara escuchando, los pasos que se acercaban por su espalda parecían dar punto y final a su espionaje haciendo que la adrenalina volviera a bombear en su sangre.
El sonido que se acercaba era de dos guardias que se detuvieron delante de la habitación inclinándose hacia delante incluso a través de la puerta. Sus voces sonaron en voz baja pero lo suficientemente alto como para escucharlas la pequeña espía que no se encontraba muy lejos oculta en una esquina al cobijo de las sombras.
-Mi señor, parece ser que no ha habido ningún problema por el momento. Los cambios de guardia serán en quince minutos tal y como ordenó. Todo sigue en calma -expuso uno de ellos sin levantarse manteniendo una postura de 60 grados ya que era lo que la armadura le permitía doblarse.
-Bien, decidle a Hatake que venga a verme. Tengo que hablar con él -respondió la voz del señor desde el otro lado de la puerta. La mujer simplemente contuvo la respiración nerviosa.
-Así será -contestó y ambos soldados volvieron por donde habían venido.
O eso pareció. Uno de ellos, el que no había hablado en aquel momento se giró por el pasillo mirando de manera fija la zona por donde la shinigami se encontraba oculta. Aún estaba en la otra punta pero lentamente con pasos calmados y muy, muy despacio se iba acercando mientras llevaba una de sus manos a la wakizashi que llevaba en el cinto. Los guardias del interior del castillo llevaban este tipo de arma ya que era menos largo que una katana y más fácil de manejar en espacios cerrados. Su avance seguía de manera pausada mientras parecía casi revisar cada recoveco de la pared donde Himeko de ocultaba. Su ceño se frunció entonces y deteniéndose se escucharon las partes de su vestimenta chocar entre ellas haciendo que sonara solo un mínimo tintineo y el crujir de la tela al apretar la mano sobre su arma. Miraba fijamente a la shinigami a la cara, aún embozada en su uniforme del segundo escuadrón. ¡¿La había visto?!
Entonces, cuando todo parecía que había encontrado a la pequeña shinigami, el hombre se relajó y chasqueó la lengua en el momento en el que un pequeño gato negro salía de las sombras y se sentaba delante del guardia en el pasillo maullando una sola vez.
-Maldito animal... -murmuró el hombre volviendo a una postura erguida alejándose negando con la cabeza recolocando su arma en el cinto de la armadura.
Por un momento parecía que había sido atrapada pero aquel minino había caído del cielo. Antes de marcharse, giró su cabeza y maulló de nuevo ahora mirando a Himeko antes de desaparecer tan sutilmente como había llegado.
-Anata... -volvió a sonar la voz de la mujer con un timbre casi desesperado pero un tono iracundo en su voz formándose una mezcla un tanto extraña pero poderosa. -No puedes usar a Galahar como si fuera un arma, también es tu hijo... Has hecho que tenga un odio irracional en su interior que le acabará consumiendo...
-Silencio! Te he dicho una y mil veces que no es por Sanosuke. La arrogancia de aquella familia se pagará con una humillación igual o la sangre! Ya no hay vuelta atrás -respondió el jefe del clan poniéndose en pie de manera brusca caminando por la habitación girándose hacia la puerta.
-Y él pagará por tu odio con su vida! Sé que lo hará! -la mujer pareció romper en un llanto amargo cubriéndose el rostro ahogando el sonido mientras que él no se movía manteniendo la postura. Tras unos segundos, que parecieron una eternidad, Mitsuya-sama salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él dejando a su esposa llorando en silencio. Su rostro era duro pero para nada inexpresivo. La ira, la decisión y sobre todo el sufrimiento por lo que estaba a punto de ocurrir se podía ver en cara línea de su rostro.
La trama parecía ir revelándose aún más. La luna seguía bien alta en el cielo aunque poco a poco su tiempo se iba acabando. Debían salir de allí antes de que amaneciera, sin ser vistos y con un shinigami, posiblemente inconsciente encima. Aquello no iba a ser tarea fácil. Pero era algo que había que hacer.
Oculto detrás de la estantería con la sombra del armazón como guarida el shinigami del segundo escuadrón vigilaba la puerta desde su postura como un animal aterrado que quiere ver al depredador antes de que él lo hiciera. Era muy consciente de que Hatake, como teniente y shinigami bastante veterano en el escuadrón era una fuerza a tener muy en cuenta y que, tal y como había dicho Watanabe-san, pocas posibilidades tendría de sobrevivir en un uno contra uno. Aún así debía intentarlo y puede que la arrogancia, o simplemente la suerte estuviera de su parte.
Los pasos de los guardias eran pausados y tranquilos, nada indicaba que se hubieran percatado de su presencia por lo que la única preocupación, al menos por el momento, era rebajar su reiatsu para que Hatake no le encontrara tan facilmente. El golpeteo de la lanza sobre el suelo de madera hizo que se supiera en todo momento donde se encontraban. Sin darse cuenta de donde se encontraba el shinigami. Tal y como vinieron los ruidos se marcharon para dejar paso a un silencio sepulcral solo roto por el leve sonido de los grillos que provenían de fuera. Y aún así casi podía sentir la extremadamente incómoda sensación de estar en peligro. De que una sombra cierra sus dedos alrededor del cuello y no permite que pase el aire hacia los pulmones. Ese podía ser el agobio del joven shinigami.
Pero como casi siempre, la calma precede a la tormenta y la puerta una figura alta, oscura embozada en un uniforme que conocía demasiado bien se había detenido delante de la puerta. Sus ojos fríos carmesíes como la sangre que acababa de derramar brillaban como si los ojos de un demonio se tratasen. Su cabello largo azabache se mecía levemente con el viento mientras se agachaba para pasar un dedo por la sangre que había en la entrada de la habitación. No tenía porque saber exactamente donde estaba el shinigami, pero algo, en la mente del astuto teniente, le dijo que su presa andaba mucho más cerca de lo que pensaba pero el pequeño ratón había entrado en la madriguera de la serpiente. Galahar se sonrió a sí mismo pensando en aquella extraña pero perfectamente aplicable metáfora, aunque en su caso él era el ratón aunque cargado de un veneno más letal que el que pudiera segregar su querida capitana.
La sonrisa confiada se volvió a dibujar en su rostro mirando hacia el interior de la habitación girándose hacia ella completamente de frente. Dio un par de pasos llevándose la mano a su zanpakutou dejando que escuchara el sonido al desenvainarla deslizándose por la vaina hasta quedar libre por completo. Seikuro podía escuchar la voz del dragón gruñéndole al arma del teniente aunque por el momento parecía que no le había descubierto. Entonces se agachó levemente flexionando las rodillas como si se preparara para saltar encima de alguien que estuviera justo al frente.
-Mitsuya-sama quiere verte -una voz hizo aparición en el momento sin que Seikuro se hubiera dado cuenta.
Había estado demasiado concentrado en la amenaza directa como para darse cuenta de que alguien que apenas tenía el poder espiritual de un raso de escuadrón hubiera aparecido, pero había sido tan silencioso... Hatake se colocó en posición vertical envainando de nuevo su zanpakutou dejando que el clic de la guarda al tocar la vaina se escuchara perfectamente quedándose completamente quieto durante unos instantes.
-Iré enseguida... -respondió la voz grave y seca del teniente del 2º escuadrón aún con la cabeza levemente agachada y los ojos cerrados.
Abrió uno de ellos mirando directamente a donde se encontraba Seikuro para luego esbozar una sonrisa maliciosa mientras se giraba para salir de la habitación. Justo al salir le dedicó una mirada de reojo al soldado que se tensó al instante aunque no de miedo sino más bien por precaución. El shinigami se detuvo un instante en la puerta y desapareció pasillo abajo dejando al soldado allí en la entrada de la habitación. Suspiró pesadamente y destensó las manos haciendo crujir el cuero de sus guantes.
-Psicópata... -dijo en un comentario antes de girarse también e irse dejando a Seikuro completamente solo en la habitación.
-Eh, chico. La tercera katana a la derecha del segundo estante... Es la zanpakutou del shinigami secuestrado, Hyoukiba... -dijo la voz calmada y profunda del dragón en la mente de su portador.
-No creo que ese maldito shinigami se merezca la preocupación de Midori-sama ni el cuidado de vosotras -dijo uno de ellos algo enfadado mirando a las doncellas casi ardiendo en celos.
-Yo tampoco creo que deba hacerlo -segundó el otro con el puño cerrado en muestra de apoyo por las palabras de su compañero.
Aún así no sería demasiado complicado convencerles de que eran órdenes de la señora y que tenían que cumplirlas. Así que retomando el camino los dos soldados apretaron algo más a las doncellas-gato contra ellos y las llevaron escaleras abajo hasta el sótano donde se encontraba el shinigami encerrado. Afortunadamente no parecía haber guardia extra en el lugar por lo que no tuvieron más problemas aunque los dos soldados era muy reacios a abandonarlas.
-Qué es exactamente lo que tenéis que hacer con el shinigami? -preguntó uno de ellos mientras que el otro cogía de la mano a la otra doncella y le miraba con excesivo melodrama.
-No le daréis de comer, no? Me voy a poner terriblemente celoso... -expuso mientras la apretaba contra él de manera algo exagerada.
Allí se encontraban, delante de la puerta donde se encontraba el shinigami en cuestión según los hombres de los Yoichiro que seguían pensando en otras partes de su cuerpo que no era precisamente la más adecuada en aquellos instantes. Ahora, solo restaba convencerlos para que las dejaran a solas con el secuestrado. Lo conseguirían?
La conversación que Himeko había conseguido escuchar parecía desentrañar algo de lo que estaba pasando en aquella casa. Qué relación podía tener el teniente con aquella familia cuando era sabido que provenía de uno de los barrios bajos del Rukongai. Sin embargo, aunque la curiosidad atenazaba a la pequeña shinigami a que se quedara escuchando, los pasos que se acercaban por su espalda parecían dar punto y final a su espionaje haciendo que la adrenalina volviera a bombear en su sangre.
El sonido que se acercaba era de dos guardias que se detuvieron delante de la habitación inclinándose hacia delante incluso a través de la puerta. Sus voces sonaron en voz baja pero lo suficientemente alto como para escucharlas la pequeña espía que no se encontraba muy lejos oculta en una esquina al cobijo de las sombras.
-Mi señor, parece ser que no ha habido ningún problema por el momento. Los cambios de guardia serán en quince minutos tal y como ordenó. Todo sigue en calma -expuso uno de ellos sin levantarse manteniendo una postura de 60 grados ya que era lo que la armadura le permitía doblarse.
-Bien, decidle a Hatake que venga a verme. Tengo que hablar con él -respondió la voz del señor desde el otro lado de la puerta. La mujer simplemente contuvo la respiración nerviosa.
-Así será -contestó y ambos soldados volvieron por donde habían venido.
O eso pareció. Uno de ellos, el que no había hablado en aquel momento se giró por el pasillo mirando de manera fija la zona por donde la shinigami se encontraba oculta. Aún estaba en la otra punta pero lentamente con pasos calmados y muy, muy despacio se iba acercando mientras llevaba una de sus manos a la wakizashi que llevaba en el cinto. Los guardias del interior del castillo llevaban este tipo de arma ya que era menos largo que una katana y más fácil de manejar en espacios cerrados. Su avance seguía de manera pausada mientras parecía casi revisar cada recoveco de la pared donde Himeko de ocultaba. Su ceño se frunció entonces y deteniéndose se escucharon las partes de su vestimenta chocar entre ellas haciendo que sonara solo un mínimo tintineo y el crujir de la tela al apretar la mano sobre su arma. Miraba fijamente a la shinigami a la cara, aún embozada en su uniforme del segundo escuadrón. ¡¿La había visto?!
Entonces, cuando todo parecía que había encontrado a la pequeña shinigami, el hombre se relajó y chasqueó la lengua en el momento en el que un pequeño gato negro salía de las sombras y se sentaba delante del guardia en el pasillo maullando una sola vez.
-Maldito animal... -murmuró el hombre volviendo a una postura erguida alejándose negando con la cabeza recolocando su arma en el cinto de la armadura.
Por un momento parecía que había sido atrapada pero aquel minino había caído del cielo. Antes de marcharse, giró su cabeza y maulló de nuevo ahora mirando a Himeko antes de desaparecer tan sutilmente como había llegado.
-Anata... -volvió a sonar la voz de la mujer con un timbre casi desesperado pero un tono iracundo en su voz formándose una mezcla un tanto extraña pero poderosa. -No puedes usar a Galahar como si fuera un arma, también es tu hijo... Has hecho que tenga un odio irracional en su interior que le acabará consumiendo...
-Silencio! Te he dicho una y mil veces que no es por Sanosuke. La arrogancia de aquella familia se pagará con una humillación igual o la sangre! Ya no hay vuelta atrás -respondió el jefe del clan poniéndose en pie de manera brusca caminando por la habitación girándose hacia la puerta.
-Y él pagará por tu odio con su vida! Sé que lo hará! -la mujer pareció romper en un llanto amargo cubriéndose el rostro ahogando el sonido mientras que él no se movía manteniendo la postura. Tras unos segundos, que parecieron una eternidad, Mitsuya-sama salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él dejando a su esposa llorando en silencio. Su rostro era duro pero para nada inexpresivo. La ira, la decisión y sobre todo el sufrimiento por lo que estaba a punto de ocurrir se podía ver en cara línea de su rostro.
La trama parecía ir revelándose aún más. La luna seguía bien alta en el cielo aunque poco a poco su tiempo se iba acabando. Debían salir de allí antes de que amaneciera, sin ser vistos y con un shinigami, posiblemente inconsciente encima. Aquello no iba a ser tarea fácil. Pero era algo que había que hacer.
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Oculto detrás de la estantería con la sombra del armazón como guarida el shinigami del segundo escuadrón vigilaba la puerta desde su postura como un animal aterrado que quiere ver al depredador antes de que él lo hiciera. Era muy consciente de que Hatake, como teniente y shinigami bastante veterano en el escuadrón era una fuerza a tener muy en cuenta y que, tal y como había dicho Watanabe-san, pocas posibilidades tendría de sobrevivir en un uno contra uno. Aún así debía intentarlo y puede que la arrogancia, o simplemente la suerte estuviera de su parte.
Los pasos de los guardias eran pausados y tranquilos, nada indicaba que se hubieran percatado de su presencia por lo que la única preocupación, al menos por el momento, era rebajar su reiatsu para que Hatake no le encontrara tan facilmente. El golpeteo de la lanza sobre el suelo de madera hizo que se supiera en todo momento donde se encontraban. Sin darse cuenta de donde se encontraba el shinigami. Tal y como vinieron los ruidos se marcharon para dejar paso a un silencio sepulcral solo roto por el leve sonido de los grillos que provenían de fuera. Y aún así casi podía sentir la extremadamente incómoda sensación de estar en peligro. De que una sombra cierra sus dedos alrededor del cuello y no permite que pase el aire hacia los pulmones. Ese podía ser el agobio del joven shinigami.
Pero como casi siempre, la calma precede a la tormenta y la puerta una figura alta, oscura embozada en un uniforme que conocía demasiado bien se había detenido delante de la puerta. Sus ojos fríos carmesíes como la sangre que acababa de derramar brillaban como si los ojos de un demonio se tratasen. Su cabello largo azabache se mecía levemente con el viento mientras se agachaba para pasar un dedo por la sangre que había en la entrada de la habitación. No tenía porque saber exactamente donde estaba el shinigami, pero algo, en la mente del astuto teniente, le dijo que su presa andaba mucho más cerca de lo que pensaba pero el pequeño ratón había entrado en la madriguera de la serpiente. Galahar se sonrió a sí mismo pensando en aquella extraña pero perfectamente aplicable metáfora, aunque en su caso él era el ratón aunque cargado de un veneno más letal que el que pudiera segregar su querida capitana.
La sonrisa confiada se volvió a dibujar en su rostro mirando hacia el interior de la habitación girándose hacia ella completamente de frente. Dio un par de pasos llevándose la mano a su zanpakutou dejando que escuchara el sonido al desenvainarla deslizándose por la vaina hasta quedar libre por completo. Seikuro podía escuchar la voz del dragón gruñéndole al arma del teniente aunque por el momento parecía que no le había descubierto. Entonces se agachó levemente flexionando las rodillas como si se preparara para saltar encima de alguien que estuviera justo al frente.
-Mitsuya-sama quiere verte -una voz hizo aparición en el momento sin que Seikuro se hubiera dado cuenta.
Había estado demasiado concentrado en la amenaza directa como para darse cuenta de que alguien que apenas tenía el poder espiritual de un raso de escuadrón hubiera aparecido, pero había sido tan silencioso... Hatake se colocó en posición vertical envainando de nuevo su zanpakutou dejando que el clic de la guarda al tocar la vaina se escuchara perfectamente quedándose completamente quieto durante unos instantes.
-Iré enseguida... -respondió la voz grave y seca del teniente del 2º escuadrón aún con la cabeza levemente agachada y los ojos cerrados.
Abrió uno de ellos mirando directamente a donde se encontraba Seikuro para luego esbozar una sonrisa maliciosa mientras se giraba para salir de la habitación. Justo al salir le dedicó una mirada de reojo al soldado que se tensó al instante aunque no de miedo sino más bien por precaución. El shinigami se detuvo un instante en la puerta y desapareció pasillo abajo dejando al soldado allí en la entrada de la habitación. Suspiró pesadamente y destensó las manos haciendo crujir el cuero de sus guantes.
-Psicópata... -dijo en un comentario antes de girarse también e irse dejando a Seikuro completamente solo en la habitación.
-Eh, chico. La tercera katana a la derecha del segundo estante... Es la zanpakutou del shinigami secuestrado, Hyoukiba... -dijo la voz calmada y profunda del dragón en la mente de su portador.
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
No podía tornarse más oscuro, la situación en estos momentos era con creces la más peliaguda posible en la que podía encontrarse en estos momentos la joven. Escondida entre las sombras, intentaba encontrar sentido a lo que había descubierto hacia unos minutos por el pinganillo. Estaba visto que su teniente no era de fiar, tras muchas elucubraciones la pequeña pelirubia había llegado a la conclusión de acabar por todos los medios esta misión y con ella, el cargo de su teniente para siempre. No se lo merecía, no merecía tanta responsabilidad e información para usarla para sus propios beneficios.
Sin duda lo más extraño de todo aquello era la relación entre Hatake fukutaichou y la familia Yoichiro. Según tenía entendido, el teniente del escuadrón había entrado desde uno de los barrios más peligrosos del Rukongai, entonces ¿qué hacía allí? Himeko no encontraba solución a su respuesta. Y a cada momento que pasaba, estaba más decidida de la culpabilidad de Galahar.
Finalmente, el sonido del leve crujir de la madera siendo pisada por los nuevos extraños consiguió devolver a la joven al momento. Cerró los ojos y mantuvo su postura. Intentaba con perseverancia que su corazón no saliese disparado de su pecho. Tenía que controlar su respiración, mantenerse relajad, y ante todo en guardia para lo que pudiera o pudiese ocurrir.
El sonido de las pisadas acabó donde Himeko creía que se encontraba la habitación de los señores, mas, por precaución la pelirubia no se movió ni un solo milímetro de su actual posición. Afinó su oído y atendió con interés a la conversación.
¿Cambios de guardia en quince minutos? Tenía que tomarlo en cuenta y avisar a Nekomatta en cuanto le fuera posible. En su interior, la afirmación del guardia la dejo respirar con tranquilidad. Si no habían tenido problemas eso significaba que tanto Nekomatta como Seikuro, si es que no era él el que había escuchado, no habían sido descubiertos.
Himeko giró apenas unos centímetros la cabeza al escuchar como se despedían del señor Yoichiro. Desafortunadamente para la muchacha los pasos no se dirigían hacia el lado contrario, si no que uno de los soldados avanzaba con enorme calma hasta donde estaba la pequeña. ¿La había descubierto? Si era así estaba en serios problemas. Sostuvó con más fuerza los somníferos que tenía escondidos entre sus manos.
Escuchó el pausado caminar del guardia, inconfundible por el crujir de la armadura. A cada segundo que pasaba su pulso se aceleraba, su respiración se volvía incontrolabe, notaba como una sensación de intranquilidad recorría cada fibra de su ser. Sin posibilidad de calmarse, allí estaba, a punto de ser descubierta. Si eso ocurría se iba a ver envuelta en graves peligros, y no debía permitirlo, por supuesto que no.
Mantuvo los ojos cerrados todo el tiempo que el guardia inspeccionaba el lugar. No podía delatarse de ninguna manera, tenía que tener esperanzas. Cuando escuchó el ruido de la armadura del guardia supo que estaba en frente de ella. Su cuerpo se tensó al instante, preparándose para lo peor que pudiera ocurrir.
Milagrosamente no parecía haberse dado cuenta de su presencia. Himeko se preguntó que era lo que había detenido al soldado. Abrió los ojos y con sorpresa descubrió el culpable de todo. Un gato negro la miraba fijamente con sus brillantes y avispados ojos de felino.
“Definitivamente, adoro los gatos…” pensó para sí la joven. No quería admitirlo pero en el fondo sin Nekomatta ella no sería nada. Debía recordar darle las gracias al terminar la misión.
Las voces de ambos nobles inundaron, esta vez, la mente de Himeko. No podía dar crédito a lo que oía. Midori afirmaba que el teniente era uno de los Yoichiro, un noble, aquello le hizo volver a replantearse varias preguntas más. Realmente no entendía nada de lo que estaba ocurriendo ¿Qué le hacía odiar tanto el teniente a la capitana? ¿Qué era lo que había ocurrido? ¿Quién era Sanosuke? Esas y otras tantas preguntas fluían como un torrente por sus pensamientos. El movimiento de la puerta al abrirse hizo enderezar a la pequeña. Por segunda vez, era afortunada, no se dirigía hacia ella. Tenía que conseguir adivinar algo más hasta que Nekomatta terminara. Había estado demasiado ocupada que no sabía que había ocurrido con él. No necesitó mucho tiempo, pues ya notaba su voz chillona en la cabeza.
“Himeko, Himeko, ya lo tenemos, tenemos nuestro premio.”
Himeko se asombró de la capacidad de Nekomatta, pero había algo que no la convencía, sentía como su zanpakutoh estaba demasiado alegre. Había estado demasiado despistada y no sabía que había ocurrido con exactitud allí abajo.
“Estupendo Nekomatta pero… ¿Qué has hecho con los guardias? No los habrás tocado ¿verdad?”
“Por supuesto, no les hemos puesto una mano encima, ni una mano. No, no, no, nada, de nada.”
Ante la respuesta del felino Himeko decidió dejarlo por el momento, había cosas más importantes que ponerse a discutir con su espada ahora mismo.
“Bueno, da igual, ahora tenéis que atenderme. Necesito que saquéis al shinigami de allí. Traedlo hasta donde estoy si hace falta. Lleváoslo, yo activaré la técnica de las sombras. ¡Ah! Y volved a vuestra forma de gatos, vais a llamar mucho la atención.” Advirtió la joven. Soltó el aire muy lentamente y se dispuso a salir tras el noble. Aunque era imperante una cosa para el gato.
“¡MALDITA SEA! NEKOMATTA, TIENES QUE LLEVARTELO DE ALLÍ EN MENOS DE 15 MINUTOS, HAY CAMBIO DE GUARDIA, RÁPIDO” Gritó Himeko en su mente. A continuación y tras comprobar que el noble no notaba su presencia salió tras él, amparando entre las sombras que, pronto, serían remplazadas por la luz de la mañana.
Sin duda lo más extraño de todo aquello era la relación entre Hatake fukutaichou y la familia Yoichiro. Según tenía entendido, el teniente del escuadrón había entrado desde uno de los barrios más peligrosos del Rukongai, entonces ¿qué hacía allí? Himeko no encontraba solución a su respuesta. Y a cada momento que pasaba, estaba más decidida de la culpabilidad de Galahar.
Finalmente, el sonido del leve crujir de la madera siendo pisada por los nuevos extraños consiguió devolver a la joven al momento. Cerró los ojos y mantuvo su postura. Intentaba con perseverancia que su corazón no saliese disparado de su pecho. Tenía que controlar su respiración, mantenerse relajad, y ante todo en guardia para lo que pudiera o pudiese ocurrir.
El sonido de las pisadas acabó donde Himeko creía que se encontraba la habitación de los señores, mas, por precaución la pelirubia no se movió ni un solo milímetro de su actual posición. Afinó su oído y atendió con interés a la conversación.
¿Cambios de guardia en quince minutos? Tenía que tomarlo en cuenta y avisar a Nekomatta en cuanto le fuera posible. En su interior, la afirmación del guardia la dejo respirar con tranquilidad. Si no habían tenido problemas eso significaba que tanto Nekomatta como Seikuro, si es que no era él el que había escuchado, no habían sido descubiertos.
Himeko giró apenas unos centímetros la cabeza al escuchar como se despedían del señor Yoichiro. Desafortunadamente para la muchacha los pasos no se dirigían hacia el lado contrario, si no que uno de los soldados avanzaba con enorme calma hasta donde estaba la pequeña. ¿La había descubierto? Si era así estaba en serios problemas. Sostuvó con más fuerza los somníferos que tenía escondidos entre sus manos.
Escuchó el pausado caminar del guardia, inconfundible por el crujir de la armadura. A cada segundo que pasaba su pulso se aceleraba, su respiración se volvía incontrolabe, notaba como una sensación de intranquilidad recorría cada fibra de su ser. Sin posibilidad de calmarse, allí estaba, a punto de ser descubierta. Si eso ocurría se iba a ver envuelta en graves peligros, y no debía permitirlo, por supuesto que no.
Mantuvo los ojos cerrados todo el tiempo que el guardia inspeccionaba el lugar. No podía delatarse de ninguna manera, tenía que tener esperanzas. Cuando escuchó el ruido de la armadura del guardia supo que estaba en frente de ella. Su cuerpo se tensó al instante, preparándose para lo peor que pudiera ocurrir.
Milagrosamente no parecía haberse dado cuenta de su presencia. Himeko se preguntó que era lo que había detenido al soldado. Abrió los ojos y con sorpresa descubrió el culpable de todo. Un gato negro la miraba fijamente con sus brillantes y avispados ojos de felino.
“Definitivamente, adoro los gatos…” pensó para sí la joven. No quería admitirlo pero en el fondo sin Nekomatta ella no sería nada. Debía recordar darle las gracias al terminar la misión.
Las voces de ambos nobles inundaron, esta vez, la mente de Himeko. No podía dar crédito a lo que oía. Midori afirmaba que el teniente era uno de los Yoichiro, un noble, aquello le hizo volver a replantearse varias preguntas más. Realmente no entendía nada de lo que estaba ocurriendo ¿Qué le hacía odiar tanto el teniente a la capitana? ¿Qué era lo que había ocurrido? ¿Quién era Sanosuke? Esas y otras tantas preguntas fluían como un torrente por sus pensamientos. El movimiento de la puerta al abrirse hizo enderezar a la pequeña. Por segunda vez, era afortunada, no se dirigía hacia ella. Tenía que conseguir adivinar algo más hasta que Nekomatta terminara. Había estado demasiado ocupada que no sabía que había ocurrido con él. No necesitó mucho tiempo, pues ya notaba su voz chillona en la cabeza.
“Himeko, Himeko, ya lo tenemos, tenemos nuestro premio.”
Himeko se asombró de la capacidad de Nekomatta, pero había algo que no la convencía, sentía como su zanpakutoh estaba demasiado alegre. Había estado demasiado despistada y no sabía que había ocurrido con exactitud allí abajo.
“Estupendo Nekomatta pero… ¿Qué has hecho con los guardias? No los habrás tocado ¿verdad?”
“Por supuesto, no les hemos puesto una mano encima, ni una mano. No, no, no, nada, de nada.”
Ante la respuesta del felino Himeko decidió dejarlo por el momento, había cosas más importantes que ponerse a discutir con su espada ahora mismo.
“Bueno, da igual, ahora tenéis que atenderme. Necesito que saquéis al shinigami de allí. Traedlo hasta donde estoy si hace falta. Lleváoslo, yo activaré la técnica de las sombras. ¡Ah! Y volved a vuestra forma de gatos, vais a llamar mucho la atención.” Advirtió la joven. Soltó el aire muy lentamente y se dispuso a salir tras el noble. Aunque era imperante una cosa para el gato.
“¡MALDITA SEA! NEKOMATTA, TIENES QUE LLEVARTELO DE ALLÍ EN MENOS DE 15 MINUTOS, HAY CAMBIO DE GUARDIA, RÁPIDO” Gritó Himeko en su mente. A continuación y tras comprobar que el noble no notaba su presencia salió tras él, amparando entre las sombras que, pronto, serían remplazadas por la luz de la mañana.
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Los segundos parecieron convertirse en horas, Hatake al parecer le había seguido, la sangre parecía habersele parado, su color de piel pasó a blanco casi tan palido como la nieve, un fuerte escalofrío recorrió su columna vertebral al ver al teniente traidor atravesando el umbral de la puerta, la respiración se le detuvo, el pulso le temblaba, ¿sería aquello lo que había sentido su compañero antes que él?, estaba delante de su muerte.
Para mayor angustia Hatake empezó a dirigirse hacia él, desenvainando su zampakutoh, por alguna razón el solido metalico al salir de la vaina se hizo mas intenso para él que en cualquier otra ocasión, sabía que no tenía escapatoria, luchar conllevaba a la muerte, huir lo mismo, permanecer oculto lo mismo, la defensa no era opción, Hatake podía hacerle cachitos con un solo suspiro, su zampakutoh no era para luchar, si no para el sigilo.
Su zampakutoh gruñía una y otra vez, de vez en cuando soltando rugidos, pero Seikuro no la oia, tenía su corazón puesto en los oidos, miedo no, terror, podía sentir ya la katana desgarrandolo, aunque aun quedaban segundos para ellos, solo había sido mirando a los ojos del teniente, los fríos y al mismo tiempo sádicos ojos que mostraba, ojos de cazador al encontrar, acorralar y mutilar a su presa, y es que ahora mismo aquello parecía la batalla entre un ratón y un león, incluso iba a saltar sobre él.
-Mitsuya-sama quiere verte.- Seikuro por un momento pensó lo peor, serían dos contra uno, y no solo eso, si no que uno de ellos le doblaba en poder, iba a morir, era un hecho, pero para mayor contradicción, Galahar respondió a aquel shinigami diciendo que se iría, mirando hacia donde él se encontraba, haciendo que Seikuro tragase pesadamente saliva.
En cuanto salió de la habitación el guardia dijo algo, pero no lo escuchó, estaba casi en shock, había visto su muerte pasar por delante de sus ojos, y no solo eso, la había burlado pero por muy poco, ¿que demonios era Hatake?, además de un teniente claro está. cuando salió el guarda dijo algo de Psicopata, no le extrañaba, la mirada de Hatake era de alguien que le gustaba matar, o al menos cuando había puesto sus ojos sobre su sangre, al parecer al guardia tambien le había hecho algo, entonces su zampakutoh le habló.
-Eh, chico. La tercera katana a la derecha del segundo estante... Es la zanpakutou del shinigami secuestrado, Hyoukiba...- ¿Como coño podía seguir su zampakutoh tan tranquila y él a punto de morir del miedo? que no se había cagado ni orinado del mismo de milagro, antes de hacer nada, dejó salir un largo suspiro, apoyandose en la pared para levantarse torpemente, las piernas le temblaban un poco y no se podía sostener bien.
Antes de salir de allí se aseguró de que no hubiese nadie, y cuando salió buscó la katana en la posición que había dicho su zampakutoh, de forma algo torpe eso si, la adrenalina aun sacudía con fuerza su cuerpo y no se podía mantener.
Nada mas encontrarla se la puso en la cintura, justo en la parte derecha, no por nada si no para que no le molestase si tenía que noquear a alguien, aunque si pasaba algo a quien le noquearían sería a él en su estado actual, antes de salir, siguiendo el reiatsu de Hatake, se tranquilizó, y no poco, se alejaba del lugar, ahora no debía sentir ese reiatsu, si no el de Himeko, quiso encontrarlo aunque fuese a la minima frecuencia, pero no pudo, además seguro que se habría escondido bien.
Con lentitud salió de la sala, aun siguiendo el reiatsu de Hatake, se lo había aprendido de memoria, no se olvidaba la cara de alguien que ha estado a punto de matarte, puesto que el reiatsu tampoco, y mucho menos su instinto asesino, por lo que se andaría con cuidado con él.
Con lentitud, esquiando las antorchas de los guardias de nuevo, cosa facil comparado a soportar la presión que había sometido Hatake sobre él, empezó a seguirlo, con su reiatsu escondido, bien escondido entre las sombras y tambien alejado, tanto que en uno de los puntos con mas oscuridad decidió detenerse y ponerse en cuclillas, cerrando los ojos un momento.
"Kurairyu, preguntale a la zampakutoh donde esta el shinigami, antes de que nos maten por favor." pensó, diciendole a su zampakutoh para asomarse un poco por la esquina para ver si alguien venía y esconderse aun más en las sombras, había llegado hasta allí y si le pillaban lo primero que harían sería darle una paliza con suerte y eso si no llegaba Hatake...ese psicopata que había estado a punto de matarle, solo de pensarlo se le ponía la piel de gallina.
Para mayor angustia Hatake empezó a dirigirse hacia él, desenvainando su zampakutoh, por alguna razón el solido metalico al salir de la vaina se hizo mas intenso para él que en cualquier otra ocasión, sabía que no tenía escapatoria, luchar conllevaba a la muerte, huir lo mismo, permanecer oculto lo mismo, la defensa no era opción, Hatake podía hacerle cachitos con un solo suspiro, su zampakutoh no era para luchar, si no para el sigilo.
Su zampakutoh gruñía una y otra vez, de vez en cuando soltando rugidos, pero Seikuro no la oia, tenía su corazón puesto en los oidos, miedo no, terror, podía sentir ya la katana desgarrandolo, aunque aun quedaban segundos para ellos, solo había sido mirando a los ojos del teniente, los fríos y al mismo tiempo sádicos ojos que mostraba, ojos de cazador al encontrar, acorralar y mutilar a su presa, y es que ahora mismo aquello parecía la batalla entre un ratón y un león, incluso iba a saltar sobre él.
-Mitsuya-sama quiere verte.- Seikuro por un momento pensó lo peor, serían dos contra uno, y no solo eso, si no que uno de ellos le doblaba en poder, iba a morir, era un hecho, pero para mayor contradicción, Galahar respondió a aquel shinigami diciendo que se iría, mirando hacia donde él se encontraba, haciendo que Seikuro tragase pesadamente saliva.
En cuanto salió de la habitación el guardia dijo algo, pero no lo escuchó, estaba casi en shock, había visto su muerte pasar por delante de sus ojos, y no solo eso, la había burlado pero por muy poco, ¿que demonios era Hatake?, además de un teniente claro está. cuando salió el guarda dijo algo de Psicopata, no le extrañaba, la mirada de Hatake era de alguien que le gustaba matar, o al menos cuando había puesto sus ojos sobre su sangre, al parecer al guardia tambien le había hecho algo, entonces su zampakutoh le habló.
-Eh, chico. La tercera katana a la derecha del segundo estante... Es la zanpakutou del shinigami secuestrado, Hyoukiba...- ¿Como coño podía seguir su zampakutoh tan tranquila y él a punto de morir del miedo? que no se había cagado ni orinado del mismo de milagro, antes de hacer nada, dejó salir un largo suspiro, apoyandose en la pared para levantarse torpemente, las piernas le temblaban un poco y no se podía sostener bien.
Antes de salir de allí se aseguró de que no hubiese nadie, y cuando salió buscó la katana en la posición que había dicho su zampakutoh, de forma algo torpe eso si, la adrenalina aun sacudía con fuerza su cuerpo y no se podía mantener.
Nada mas encontrarla se la puso en la cintura, justo en la parte derecha, no por nada si no para que no le molestase si tenía que noquear a alguien, aunque si pasaba algo a quien le noquearían sería a él en su estado actual, antes de salir, siguiendo el reiatsu de Hatake, se tranquilizó, y no poco, se alejaba del lugar, ahora no debía sentir ese reiatsu, si no el de Himeko, quiso encontrarlo aunque fuese a la minima frecuencia, pero no pudo, además seguro que se habría escondido bien.
Con lentitud salió de la sala, aun siguiendo el reiatsu de Hatake, se lo había aprendido de memoria, no se olvidaba la cara de alguien que ha estado a punto de matarte, puesto que el reiatsu tampoco, y mucho menos su instinto asesino, por lo que se andaría con cuidado con él.
Con lentitud, esquiando las antorchas de los guardias de nuevo, cosa facil comparado a soportar la presión que había sometido Hatake sobre él, empezó a seguirlo, con su reiatsu escondido, bien escondido entre las sombras y tambien alejado, tanto que en uno de los puntos con mas oscuridad decidió detenerse y ponerse en cuclillas, cerrando los ojos un momento.
"Kurairyu, preguntale a la zampakutoh donde esta el shinigami, antes de que nos maten por favor." pensó, diciendole a su zampakutoh para asomarse un poco por la esquina para ver si alguien venía y esconderse aun más en las sombras, había llegado hasta allí y si le pillaban lo primero que harían sería darle una paliza con suerte y eso si no llegaba Hatake...ese psicopata que había estado a punto de matarle, solo de pensarlo se le ponía la piel de gallina.
Seikuro- Post : 89
Edad : 33
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
La pequeña siguió los pasos del noble desde una distancia más que prudencial. Yoichiro-sama caminaba con paso tranquilo y expresión seria. Parecía hecho de piedra. Dobló algunos recodos sin saber que la pequeña le perseguía. Parecía tener otras cosas en mente. Suspiró levemente antes de girar la última esquina y abrió unas puertas correderas que había en mitad de un pasillo bien iluminado. Entró dentro de la habitación dejando las puertas completamente abiertas y se sentó en el centro de la sala esperando al teniente del segundo escuadrón.
Para poder enterarse de los que estaba pasando la pequeña shinigami tendría que acercarse más, pero como hacerlo? El pasillo estaba demasiado bien iluminado como para acercarse demasiado por lo que tendría que esperar. A los pocos minutos el teniente de su escuadrón llegó desde el pasillo contrario y se detuvo delante de las puertas mirando directamente hacia donde estaría la pequeña. Esta casi podía sentir, viera los ojos del shinigami o no, como su mirada carmesí se fijaba en ella sin error alguno. Sabía que estaba allí.
-Ocurre algo Galahar? -preguntó el noble sin saber por que el joven no había entrado ya en la habitación.
-No es nada, otousama. Solo un gato... -respondió con una sonrisa maliciosa en el rostro y se giró entrando en la habitación cerrando las puertas detrás de sí.
Había dos opciones o acercarse más para escuchar o alejarse y ayudar a su zanpakutou a sacar al shinigami secuestrado de allí. El tiempo se agotaba y pronto serían los cambios de guardia. Qué haría la joven Fujiwara Himeko? Al otro lado del pasillo un reiatsu nervioso y levemente vibrante se hizo patente. Seikuro estaba al otro lado del pasillo. Se habían vuelto a reunir los dos shinigamis que quedaban con vida. Ahora, el modo de proceder quedaba en sus manos.
La adrenalina golpeaba en la sienes del oficial del segundo escuadrón en el momento en el que Galahar Hatake había abandonado la estancia se había sentido aliviado. Sin embargo, esa escena había causado estragos en él y sus movimientos que debían ser continuos, medidos y ágiles se volvían torpes y casi ruidosos. En el momento en el que se detuvo su zanpakutou volvió a increparle.
-Te quieres tranquilizar?! Hyoukiba no sabe donde se encuentra su portador. Deberías centrarte en encontrar a esa pequeñaja. Seguramente juntos podréis hacer algo mejor que temblar escondido en una esquina -las palabras del dragón eran duras pero en el fondo, Seikuro comprendía que era por su bien.
Un poco más adelante, por el pasillo por el que Hatake había doblado la esquina se podía ver el temblor de varias lámparas que iluminaban la zona. En el momento en el que se concentrara mínimamente podría sentir el reiatsu de otra persona a la que no reconocía aunque por su poder shinigami no podía ser. Lo que tal vez sorprendiera al joven oficial es que al otro lado del pasillo se encontraba su compañera casi pudo ver como ocultaba su rostro de niña en el momento en el que el teniente se detuviera delante de la puerta que estaba abierta.
-Ocurre algo Galahar? -preguntó el noble sin saber por que el joven no había entrado ya en la habitación.
-No es nada, otousama. Solo un gato... -respondió con una sonrisa maliciosa en el rostro y se giró entrando en la habitación cerrando las puertas detrás de sí.
La única manera de poder llegar al otro lado sin dar un rodeo inmenso sería pasando por delante de la puerta, ahora cerrada, por su superior. Aunque tal vez, la conversación de ambos sería más interesante como para dejar esta oportunidad pasar de largo. Ahora, el modo de proceder quedaba en sus manos.
Para poder enterarse de los que estaba pasando la pequeña shinigami tendría que acercarse más, pero como hacerlo? El pasillo estaba demasiado bien iluminado como para acercarse demasiado por lo que tendría que esperar. A los pocos minutos el teniente de su escuadrón llegó desde el pasillo contrario y se detuvo delante de las puertas mirando directamente hacia donde estaría la pequeña. Esta casi podía sentir, viera los ojos del shinigami o no, como su mirada carmesí se fijaba en ella sin error alguno. Sabía que estaba allí.
-Ocurre algo Galahar? -preguntó el noble sin saber por que el joven no había entrado ya en la habitación.
-No es nada, otousama. Solo un gato... -respondió con una sonrisa maliciosa en el rostro y se giró entrando en la habitación cerrando las puertas detrás de sí.
Había dos opciones o acercarse más para escuchar o alejarse y ayudar a su zanpakutou a sacar al shinigami secuestrado de allí. El tiempo se agotaba y pronto serían los cambios de guardia. Qué haría la joven Fujiwara Himeko? Al otro lado del pasillo un reiatsu nervioso y levemente vibrante se hizo patente. Seikuro estaba al otro lado del pasillo. Se habían vuelto a reunir los dos shinigamis que quedaban con vida. Ahora, el modo de proceder quedaba en sus manos.
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La adrenalina golpeaba en la sienes del oficial del segundo escuadrón en el momento en el que Galahar Hatake había abandonado la estancia se había sentido aliviado. Sin embargo, esa escena había causado estragos en él y sus movimientos que debían ser continuos, medidos y ágiles se volvían torpes y casi ruidosos. En el momento en el que se detuvo su zanpakutou volvió a increparle.
-Te quieres tranquilizar?! Hyoukiba no sabe donde se encuentra su portador. Deberías centrarte en encontrar a esa pequeñaja. Seguramente juntos podréis hacer algo mejor que temblar escondido en una esquina -las palabras del dragón eran duras pero en el fondo, Seikuro comprendía que era por su bien.
Un poco más adelante, por el pasillo por el que Hatake había doblado la esquina se podía ver el temblor de varias lámparas que iluminaban la zona. En el momento en el que se concentrara mínimamente podría sentir el reiatsu de otra persona a la que no reconocía aunque por su poder shinigami no podía ser. Lo que tal vez sorprendiera al joven oficial es que al otro lado del pasillo se encontraba su compañera casi pudo ver como ocultaba su rostro de niña en el momento en el que el teniente se detuviera delante de la puerta que estaba abierta.
-Ocurre algo Galahar? -preguntó el noble sin saber por que el joven no había entrado ya en la habitación.
-No es nada, otousama. Solo un gato... -respondió con una sonrisa maliciosa en el rostro y se giró entrando en la habitación cerrando las puertas detrás de sí.
La única manera de poder llegar al otro lado sin dar un rodeo inmenso sería pasando por delante de la puerta, ahora cerrada, por su superior. Aunque tal vez, la conversación de ambos sería más interesante como para dejar esta oportunidad pasar de largo. Ahora, el modo de proceder quedaba en sus manos.
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Parecía que todo estaba saliendo a pedir de boca, nadie había pasado por las mazmorras, Nekomatta y el shinigami estaban bien, nadie había sufrido más daños. La espina de aquel último suspiro seguía clavada en el fondo de su corazón. No había terminado la misión con éxito. ¿Qué diría ahora su padre? ¿Qué pasaría con ella? Desechó todas esas preguntas y se centró en lo que hacía, en no dejar rastro allá por donde pasase. Al parecer el noble no se había dado cuenta de su presencia y eso podía significar varias cosas, que la pequeña pelirrubia estuviera haciendo un gran trabajo o que sencillamente el noble estaba en otro mundo, y demasiado preocupado. No era de extrañar que fuese la última de las opciones, teniendo un shinigami secuestrado en su propia mansión cualquiera estaría por lo menos algo inquieto.
Al final del camino, el noble volvió a girar y aparecieron en un iluminado pasillo para contra de la pequeña, no sería nada fácil atravesarlo sin ser vista. Gruñó en su mente, esto se estaba complicando, no podría acercarse a la habitación donde había entrado tan fácilmente, habría que desarrollar un plan.
Para colmo, justo en medio razonamiento, unos pasos ligeros se acercaban al pasillo donde estaba la pelirrubia. Se enderezo y escondió con cuidado entre las pocas sombras que le otorgaba la oscuridad cada vez menos presente. Y de repente una urgente llamada en su mente. Cerró los ojos fuertemente, no podía perder el control, no ahora.
“Himeko, Himeko, estamos listos, activa la técnica, ¡ya!”
“¡OH! ¡Nekomatta! ¿!No puedes ser más inoportuno?!” –Los pasos estaban cada vez mas cerca. Tragó saliva y volvió a abrir los ojos
“Quedan muy pocos minutos Himeko, muy pocos minutos, tu misma dijiste que no debían pillarnos…si, tu misma lo dijiste”
“Esta bien, esta bien, esperad-De repente por el pasillo contrario apareció una figura que no se habría esperado encontrar, el teniente, Galahar, ahí mismo, plantado delante suya-….esperad….-la voz de la chica era temblorosa hasta en su propia mente-esperad………..”-No hacia falta ni que se lo dijeran, la había visto, sabía que estaba ahí. No podía hacer nada ahora, no sabía que hacer, de repente, una voz le saco de su ensoñación.
-Ocurre algo Galahar? –Escuchó hablar al noble desde dentro de la habitación
-No es nada, otousama. Solo un gato... -respondió con una sonrisa maliciosa en el rostro y se giró entrando en la habitación cerrando las puertas detrás de sí. Esta era su oportunidad para levantarse, dar media vuelta y salir corriendo, ahora debería escapar o su vida acabaría para siempre. Sin embargo las fuerzas le flaqueaban, no podía moverse del sito, se había quedado petrificada. No sabía que hacer, hasta entonces había llevado el mando de la misión pero de repente todo se había destruido en sus narices. ¿Y ahora que se suponía que debía hacer? ¿Y Seikuro? ¿Dónde estaba Seikuro? ¿Y Nekomatta? ¿Cuánto quedaría para el cambio de guardia? ¿Estaría en peligro su propia zanpakutoh? Se le llenaba la mente de preguntas sin repuesta, de inseguridades, dudas, ¿y si acababa siendo una fracaso la misión? ¿Qué sería de ella? ¿De su amigo? ¿Del shinigami? De todos…Las fuerzas se le escapaban a cada pensamiento, temblaba todo su cuerpo, parecía descontrolarse de un momento a otro. Entonces un nuevo Reiatsu apareció al final del pasillo, lo sabía, estaba vivo, suspiro aliviada por un momento. Seikuro había aparecido y por un segundo las fuerzas le volvieron.
“Bien… por favor, nekomatta, prométeme que llevaras al shinigami fuera de la casa, escúchame bien, atiende lo que vas a hacer…todo queda en tus manos…confío en ti, ¿me oyes? En cuanto dejes al shinigami, vuelves y te llevas a Seikuro de aquí, yo seré la última, ¿lo entiendes? Pase lo que pase me llevas la ultima…” Pensó intentando sonar convincente.
“Bien…No tardaremos mucho, no te preocupes…Y cuídate Himeko...Eso, eso, cuídate”
Himeko respiró profundamente, ya estaba dicho, lo había soltado, debía confiar en su zanpakutoh, cerró los ojos y se concentró. Elevó levemente su Reiatsu, no tenía que llamar la atención pero lo necesitaba para el cambio. Poco a poco su fuerza llegaba a su zanpakutoh.
-Yakusha neko no shīn no mama…-susurró en un leve suspiro. Ya estaba hecho, ahora solo quedaba esperar, no tardaría demasiado, o al menos eso esperaba. De momento ella siguió plantada de pie, en una esquina cobijada únicamente por las pocas sombras que quedaban. Pasaron los minutos, la espera se hacía interminable y más aún la inquietud de saber que en cualquier momento, el teniente podría salir y acabar con sus vidas como si se tratase de moscas. Su cuerpo se movía con espasmos, pareciera que le estuviera dando un ataque, pero tan solo eran los nervios, poco a poco la presión iba pudiendo con la pequeña shinigami.
“¡¡¡HIMEKO!!! Tranquilizate, vuelve a esconder tu Reiatsu, se va a notar tu presencia como no te controles…”
“P…pero...me ha visto…lo sé, me ha mirado, sabe que estamos aquí…lo sabe…si no nos ha querido pillar ha sido por que no ha querido…estamos perdidos nekomatta…perdi..dos” su voz temblaba y no podía continuar con la conversación, ya no sabía que hacer, estaba de los nervios, no podía controlarse su Reiatsu se descontrolaba por momentos.
“Maldita sea Himeko, ¿Cuándo te has rendido? ¿Pretendes tirar la toalla ahora? ¿Pretendes dejar de lado todo aquello por lo que has luchado? No solo esta en juego tu vida mocosa, piénsalo bien, que haría tu padre cuando se entere de que por fin has fracasado..¿Qué haría?”
“…” Nekomatta tenía razón, la tenía. No podía dejarle, por muy pesado que fuera, por muy extraño que hablase, estaba empezando a comprenderle, y no, no podía dejar eso atrás. Tenía que luchar por su futuro, por el de sus compañeros y por el de su familia. No, no podía rendirse ahora.
“Himeko, responde…Vuelve a ser la de antes…No tienes gracia en este estado, no eres interesante…No podremos jugar si estas así…”
“Vale, vale, no me rendiré, no puedo, por ti Nekomata…solo por ti…”La pequeña shinigami recupero el aliento y su Reiatsu volvió a un punto muerto, escondido, al igual que el gato entre las sombras.
“Llevaremos a Seikuro, pero volveremos a por ti, tenlo por seguro…Si, volveremos”
Himeko soltó un leve suspiro, había recuperado el control sobre su cuerpo, por fin, podía moverse, sus piernas le obedecían, solo tenía que volver a esperar y rezar por que Hatake-fukutaichou no saliera de la habitación. Era cuestión de vida o muerte que la reunión entre padre e hijo durase lo suficiente como para darles el tiempo suficiente para escapar.
Una duda azotó su cabeza, ¿Qué hacia el teniente allí? ¿Por qué le llamo padre? ¿Acaso todo era un complot? La curiosidad invadió su mente, pero ese no era el motivo de la misión, tenían que salir vivos con el shinigami, no capturar al teniente…Al menos no por ahora. Acudiría a la capitana y le contaría personalmente los planes del teniente y que ella decidiera. Sin duda la decisión más sabia.
En medio de sus pensamientos, la pequeña pelirrubia notó una presencia a su espalda, sonrío y se dejo llevar como si saltara de espaldas a su cama. No quedaba nada, estaban a salvo. Y la chica fue succionada por entre las sombras.
No tardaron demasiado, en un par de minutos Himeko se encontraba ya al lado de su compañero, por fin suspiró aliviada, ya no corrían peligro, o al menos no demasiado, debía apresurase a volver al Gotei.
-Estupendo…Gran trabajo Nekomatta, te debo una…-sonrió a los felinos agachada a su altura. Ambos mininos sonrieron y ronronearon en respuesta. Himeko acarició a los dos y sufrieron un leve cambio, sus cabezas y cuerpos se movían como una serpiente hasta volver a adquirir una forma de espada. Himeko agarró con fuerza las katanas y las volvió a colocar en sus fundas.
-Ya estamos todos…-anunció la pequeña. Desgraciadamente uno no sobrevivió a la misión.
Al final del camino, el noble volvió a girar y aparecieron en un iluminado pasillo para contra de la pequeña, no sería nada fácil atravesarlo sin ser vista. Gruñó en su mente, esto se estaba complicando, no podría acercarse a la habitación donde había entrado tan fácilmente, habría que desarrollar un plan.
Para colmo, justo en medio razonamiento, unos pasos ligeros se acercaban al pasillo donde estaba la pelirrubia. Se enderezo y escondió con cuidado entre las pocas sombras que le otorgaba la oscuridad cada vez menos presente. Y de repente una urgente llamada en su mente. Cerró los ojos fuertemente, no podía perder el control, no ahora.
“Himeko, Himeko, estamos listos, activa la técnica, ¡ya!”
“¡OH! ¡Nekomatta! ¿!No puedes ser más inoportuno?!” –Los pasos estaban cada vez mas cerca. Tragó saliva y volvió a abrir los ojos
“Quedan muy pocos minutos Himeko, muy pocos minutos, tu misma dijiste que no debían pillarnos…si, tu misma lo dijiste”
“Esta bien, esta bien, esperad-De repente por el pasillo contrario apareció una figura que no se habría esperado encontrar, el teniente, Galahar, ahí mismo, plantado delante suya-….esperad….-la voz de la chica era temblorosa hasta en su propia mente-esperad………..”-No hacia falta ni que se lo dijeran, la había visto, sabía que estaba ahí. No podía hacer nada ahora, no sabía que hacer, de repente, una voz le saco de su ensoñación.
-Ocurre algo Galahar? –Escuchó hablar al noble desde dentro de la habitación
-No es nada, otousama. Solo un gato... -respondió con una sonrisa maliciosa en el rostro y se giró entrando en la habitación cerrando las puertas detrás de sí. Esta era su oportunidad para levantarse, dar media vuelta y salir corriendo, ahora debería escapar o su vida acabaría para siempre. Sin embargo las fuerzas le flaqueaban, no podía moverse del sito, se había quedado petrificada. No sabía que hacer, hasta entonces había llevado el mando de la misión pero de repente todo se había destruido en sus narices. ¿Y ahora que se suponía que debía hacer? ¿Y Seikuro? ¿Dónde estaba Seikuro? ¿Y Nekomatta? ¿Cuánto quedaría para el cambio de guardia? ¿Estaría en peligro su propia zanpakutoh? Se le llenaba la mente de preguntas sin repuesta, de inseguridades, dudas, ¿y si acababa siendo una fracaso la misión? ¿Qué sería de ella? ¿De su amigo? ¿Del shinigami? De todos…Las fuerzas se le escapaban a cada pensamiento, temblaba todo su cuerpo, parecía descontrolarse de un momento a otro. Entonces un nuevo Reiatsu apareció al final del pasillo, lo sabía, estaba vivo, suspiro aliviada por un momento. Seikuro había aparecido y por un segundo las fuerzas le volvieron.
“Bien… por favor, nekomatta, prométeme que llevaras al shinigami fuera de la casa, escúchame bien, atiende lo que vas a hacer…todo queda en tus manos…confío en ti, ¿me oyes? En cuanto dejes al shinigami, vuelves y te llevas a Seikuro de aquí, yo seré la última, ¿lo entiendes? Pase lo que pase me llevas la ultima…” Pensó intentando sonar convincente.
“Bien…No tardaremos mucho, no te preocupes…Y cuídate Himeko...Eso, eso, cuídate”
Himeko respiró profundamente, ya estaba dicho, lo había soltado, debía confiar en su zanpakutoh, cerró los ojos y se concentró. Elevó levemente su Reiatsu, no tenía que llamar la atención pero lo necesitaba para el cambio. Poco a poco su fuerza llegaba a su zanpakutoh.
-Yakusha neko no shīn no mama…-susurró en un leve suspiro. Ya estaba hecho, ahora solo quedaba esperar, no tardaría demasiado, o al menos eso esperaba. De momento ella siguió plantada de pie, en una esquina cobijada únicamente por las pocas sombras que quedaban. Pasaron los minutos, la espera se hacía interminable y más aún la inquietud de saber que en cualquier momento, el teniente podría salir y acabar con sus vidas como si se tratase de moscas. Su cuerpo se movía con espasmos, pareciera que le estuviera dando un ataque, pero tan solo eran los nervios, poco a poco la presión iba pudiendo con la pequeña shinigami.
“¡¡¡HIMEKO!!! Tranquilizate, vuelve a esconder tu Reiatsu, se va a notar tu presencia como no te controles…”
“P…pero...me ha visto…lo sé, me ha mirado, sabe que estamos aquí…lo sabe…si no nos ha querido pillar ha sido por que no ha querido…estamos perdidos nekomatta…perdi..dos” su voz temblaba y no podía continuar con la conversación, ya no sabía que hacer, estaba de los nervios, no podía controlarse su Reiatsu se descontrolaba por momentos.
“Maldita sea Himeko, ¿Cuándo te has rendido? ¿Pretendes tirar la toalla ahora? ¿Pretendes dejar de lado todo aquello por lo que has luchado? No solo esta en juego tu vida mocosa, piénsalo bien, que haría tu padre cuando se entere de que por fin has fracasado..¿Qué haría?”
“…” Nekomatta tenía razón, la tenía. No podía dejarle, por muy pesado que fuera, por muy extraño que hablase, estaba empezando a comprenderle, y no, no podía dejar eso atrás. Tenía que luchar por su futuro, por el de sus compañeros y por el de su familia. No, no podía rendirse ahora.
“Himeko, responde…Vuelve a ser la de antes…No tienes gracia en este estado, no eres interesante…No podremos jugar si estas así…”
“Vale, vale, no me rendiré, no puedo, por ti Nekomata…solo por ti…”La pequeña shinigami recupero el aliento y su Reiatsu volvió a un punto muerto, escondido, al igual que el gato entre las sombras.
“Llevaremos a Seikuro, pero volveremos a por ti, tenlo por seguro…Si, volveremos”
Himeko soltó un leve suspiro, había recuperado el control sobre su cuerpo, por fin, podía moverse, sus piernas le obedecían, solo tenía que volver a esperar y rezar por que Hatake-fukutaichou no saliera de la habitación. Era cuestión de vida o muerte que la reunión entre padre e hijo durase lo suficiente como para darles el tiempo suficiente para escapar.
Una duda azotó su cabeza, ¿Qué hacia el teniente allí? ¿Por qué le llamo padre? ¿Acaso todo era un complot? La curiosidad invadió su mente, pero ese no era el motivo de la misión, tenían que salir vivos con el shinigami, no capturar al teniente…Al menos no por ahora. Acudiría a la capitana y le contaría personalmente los planes del teniente y que ella decidiera. Sin duda la decisión más sabia.
En medio de sus pensamientos, la pequeña pelirrubia notó una presencia a su espalda, sonrío y se dejo llevar como si saltara de espaldas a su cama. No quedaba nada, estaban a salvo. Y la chica fue succionada por entre las sombras.
No tardaron demasiado, en un par de minutos Himeko se encontraba ya al lado de su compañero, por fin suspiró aliviada, ya no corrían peligro, o al menos no demasiado, debía apresurase a volver al Gotei.
-Estupendo…Gran trabajo Nekomatta, te debo una…-sonrió a los felinos agachada a su altura. Ambos mininos sonrieron y ronronearon en respuesta. Himeko acarició a los dos y sufrieron un leve cambio, sus cabezas y cuerpos se movían como una serpiente hasta volver a adquirir una forma de espada. Himeko agarró con fuerza las katanas y las volvió a colocar en sus fundas.
-Ya estamos todos…-anunció la pequeña. Desgraciadamente uno no sobrevivió a la misión.
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Unos minutos después se encontraba en la calle y a lo lejos podía ver la mansión de los Yoichiro. Los gatos le dieron instrucciones más que obvias y volvieron a desaparecer en las sombras. Se dirigió a un pequeño callejón a pocos metros del punto de evacuación y esperó hasta que aparecieron de nuevo los gatos mutantes junto a dos shinigamis más. Se imaginó que habrían aparecido por turnos pero como se distrajo por un momento no puedo asegurarlo, si, se distrajo, no todos los días te rescatan un gato naranja y otro rojo y aquello le había impactado.
Se acercó al grupo con paso suave y ligero, y justo cuando estaba a unos metros sintió una familiar vibración en su alma, era Hyoukiba. Sonrió feliz y aliviado, aquel shinigami había recuperado a Hyoukiba y la llevaba en el cinto en el lado opuesto a la suya propia.
Yosh se acercó a Seikuro con gesto visiblemente agradecido.
-Muchas gracias por recuperar mi zampakutou.-Comentario que acompañó con una reverencia quizás demasiado formal teniendo en cuenta la situación, pero Yosh consideraría una falta de educación omitirla.
Tomó su zampakutou cuando Seikuro se la ofreció y la colocó en su cintura, acompañando con un "ven con papá" mental la acción.-Listo para marchar.
Hattori Hideyoshi- Post : 70
Edad : 35
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Ciertamente le extrañaba por las palabras de Hatake no haber salido ya y mucho menos con la mirada que le había echado antes, había parecido que era un animal salvaje mirando a su presa y esa mirada ciertamente le había asustado, había estado a tan pocos segundos de morir que aún tenía el subidón de adrenalina recorriéndole el cuerpo de arriba a abajo con una velocidad frenética acompañada de su ritmo cardíaco, podía estar en silencio si, pero le estaba costando, y no precisamente poco, su espalda se posó sobre la pared exterior de aquella habitación en la que se habían metido tanto Hatake como...¿su padre?...¿qué pasaba ahí? Pese a no saberlo podía deducir que nada bueno, su oído se pegó en la pared para intentar oir algo, pero unos segundos después todo se volvió confuso para él, la zampakutoh de Himeko le había sacado de allí y el shinigami al que tenían que rescatar estaba también fuera de la mansión de aquellos nobles. Solo pudo soltar un gran suspiro y caer de espaldas tras devolverle su zampakutoh al shinigami.
“He actuado de forma tan patética cuando Hatake me iba a atacar...” Pensó apartando la mirada de sus compañeros para que no le viesen aquel gesto tan disgustado que presentaba su cara, se había comportado como un auténtico cobarde en aquel momento, si Hatake hubiese podido lo habría partido en dos en aquel momento y sin embargo ahí estaba, si, le había dejado vivo, pero, ahora estaba totalmente avergonzado por su actitud frente al enemigo...junto a Himeko ya había luchado contra Hollow, para sobrevivir había tenido que luchar con personas mucho más fuertes que él y había logrado salir con vida...¿Por qué en ese momento había sentido un terror que había hecho que temblase hasta la última fibra de su cuerpo? ¿Era ese el poder de un teniente?...o mejor dicho...de un psicópata.
Seikuro se llevó una mano a la cara recordando las palabras de Hatake cuando mató al otro shinigami, y pensar que podría haberle salvado, solo unos segundos más y habría podido tanto pillar por sorpresa a Hatake como evitar que aquel shinigami muriese, y sin embargo parecía que se le había perdonado la vida simplemente por ser el más cobarde de los tres allí...aquello no volvería a pasar, la vergüenza de no poder mirar a sus compañeros por tal actuación simplemente no quería volver a tener que pasarla ninguna vez más, no quería tener que quedarse rezagado con el amargo sabor de la derrota mientras el resto simplemente disfrutaba el haber salido con vida...tal vez su mentalidad estaba siendo demasiado del 11º escuadrón, y sabía perfectamente que para algo eran el escuadrón de fuerzas especiales, pero se había comportado ya no como un shinigami...si no como un humano asustadizo, si su capitana tenía que reprenderle por su actitud, sin duda sería con toda la razón del mundo, no había dado la talla como shinigami del escuadrón de fuerzas especiales, era un hecho. Había podido evitar ser detectado eso si, completado su misión sin más daño que la muerte del shinigami, pero su propio orgullo como shinigami y como guerrero había quedado como poco herido.
Sus pensamientos fueron cortados por las palabras de Himeko, ciertamente no quería volver, no quería tener que enfrentar cara a cara a su capitana para explicarle como había muerto el shinigami, sabía que tanto a Himeko como a él tras esa misión tal vez se les miraría de otra manera dentro del 2º escuadrón...pero ciertamente no se merecía ni recompensa ni ningún tipo de agradecimiento o halago por su desempeño esa noche. Solo respondió con un asentimiento, pero sin mirarles a la cara a ninguno de los dos...por unos momentos pensó...¿Y si hubiese sido Himeko en vez del otro shinigami? ¿Habría actuado? ¿Habría sido un cobarde?...sencillamente estaba dudando de sus propias cualidades como shinigami.
Se preguntaba como estaría su mundo interior, pero conociéndolo, como poco estaría apagado, sin fuego que rodease la guarida del espíritu de su zampakutoh. Necesitaba más entrenamiento, más situaciones arriesgadas para su vida, más formación como shinigami...era un hecho.
Con ese pensamiento y sin decir nada se dispuso a partir para terminar de una vez aquella maldita misión.
"Esto no se volverá a repetir" Pensó apretando los puños con fuerza.
“He actuado de forma tan patética cuando Hatake me iba a atacar...” Pensó apartando la mirada de sus compañeros para que no le viesen aquel gesto tan disgustado que presentaba su cara, se había comportado como un auténtico cobarde en aquel momento, si Hatake hubiese podido lo habría partido en dos en aquel momento y sin embargo ahí estaba, si, le había dejado vivo, pero, ahora estaba totalmente avergonzado por su actitud frente al enemigo...junto a Himeko ya había luchado contra Hollow, para sobrevivir había tenido que luchar con personas mucho más fuertes que él y había logrado salir con vida...¿Por qué en ese momento había sentido un terror que había hecho que temblase hasta la última fibra de su cuerpo? ¿Era ese el poder de un teniente?...o mejor dicho...de un psicópata.
Seikuro se llevó una mano a la cara recordando las palabras de Hatake cuando mató al otro shinigami, y pensar que podría haberle salvado, solo unos segundos más y habría podido tanto pillar por sorpresa a Hatake como evitar que aquel shinigami muriese, y sin embargo parecía que se le había perdonado la vida simplemente por ser el más cobarde de los tres allí...aquello no volvería a pasar, la vergüenza de no poder mirar a sus compañeros por tal actuación simplemente no quería volver a tener que pasarla ninguna vez más, no quería tener que quedarse rezagado con el amargo sabor de la derrota mientras el resto simplemente disfrutaba el haber salido con vida...tal vez su mentalidad estaba siendo demasiado del 11º escuadrón, y sabía perfectamente que para algo eran el escuadrón de fuerzas especiales, pero se había comportado ya no como un shinigami...si no como un humano asustadizo, si su capitana tenía que reprenderle por su actitud, sin duda sería con toda la razón del mundo, no había dado la talla como shinigami del escuadrón de fuerzas especiales, era un hecho. Había podido evitar ser detectado eso si, completado su misión sin más daño que la muerte del shinigami, pero su propio orgullo como shinigami y como guerrero había quedado como poco herido.
Sus pensamientos fueron cortados por las palabras de Himeko, ciertamente no quería volver, no quería tener que enfrentar cara a cara a su capitana para explicarle como había muerto el shinigami, sabía que tanto a Himeko como a él tras esa misión tal vez se les miraría de otra manera dentro del 2º escuadrón...pero ciertamente no se merecía ni recompensa ni ningún tipo de agradecimiento o halago por su desempeño esa noche. Solo respondió con un asentimiento, pero sin mirarles a la cara a ninguno de los dos...por unos momentos pensó...¿Y si hubiese sido Himeko en vez del otro shinigami? ¿Habría actuado? ¿Habría sido un cobarde?...sencillamente estaba dudando de sus propias cualidades como shinigami.
Se preguntaba como estaría su mundo interior, pero conociéndolo, como poco estaría apagado, sin fuego que rodease la guarida del espíritu de su zampakutoh. Necesitaba más entrenamiento, más situaciones arriesgadas para su vida, más formación como shinigami...era un hecho.
Con ese pensamiento y sin decir nada se dispuso a partir para terminar de una vez aquella maldita misión.
"Esto no se volverá a repetir" Pensó apretando los puños con fuerza.
Seikuro- Post : 89
Edad : 33
Re: Operación de rescate [Distrito Yoichiro]
Himeko se quedó cruzada de hombros, tras haber colocado minuciosamente sus katanas a la espalda, examinó de arriba abajo al shinigami que habían rescatado. Se preguntó que obtendrían con esta misión, la habían terminado con éxito sí, pero la muerte de su compañero… ¿Realmente todo aquello merecía la pena? Alzó una ceja, y evitó pensar en todo aquello. Sin embargo, no podía dejar de creer que por su plan, un shinigami había muerto, sin duda no estaba preparada para tales responsabilidades, pero ella había asumido el mando de la misión desde que la coordinadora se la entregó al grupo y como tal debería asumir las culpas. No supondría problema, se inmolaría ella misma si llegará a ser necesario, pero nunca dejaría cargar a otro con las culpas.
Se armó de valor y levantó la cabeza, miró, después de haber completado el analisis del secuestrado, a su compañero Seikuro, evitaba todo contacto con el grupo, y Himeko sabía exactamente el porque. Con los brazos en jarras se dirigió con voz pausada pero firme a Seikuro.
-Seikuro, quiero que cuando volvamos me dejes hablar a mi ante la capitana, yo asumiré todas las responsabilidades por la muerte de Tokero-san, no esperes que acepte un no por respuesta, ya lo sabes. Has trabajado bien y como vuelvas a martirizarte por ello, juro que te golpearé hasta que quedes inconsciente.-dijo intentando animar la situación, y a continuación una leve pausa conformó un silencio incomodo.-…La próxima vez que nos encontremos con Galahar…No habrá piedad para él.-susurró de forma sombría mientras les daba la espalda.-Ahora, ¡vámonos¡-anunció a la par que mediante un leve impulso subió al tejado más cercano y salió corriendo hacia el Gotei. Había entendido varias cosas muy interesantes sobre el teniente y debía informar a la capitanía. Esta se había convertido en una lucha personal.
[OFF-Rol: Bueno, pues el siguiente post será aquí: https://soulsandswords.foroes.org/2-escuadron-f1/tras-la-mision-los-informes-t905.htm#10624, así que id posteando que vais saliendo y llegais. Ganbatte!]
Se armó de valor y levantó la cabeza, miró, después de haber completado el analisis del secuestrado, a su compañero Seikuro, evitaba todo contacto con el grupo, y Himeko sabía exactamente el porque. Con los brazos en jarras se dirigió con voz pausada pero firme a Seikuro.
-Seikuro, quiero que cuando volvamos me dejes hablar a mi ante la capitana, yo asumiré todas las responsabilidades por la muerte de Tokero-san, no esperes que acepte un no por respuesta, ya lo sabes. Has trabajado bien y como vuelvas a martirizarte por ello, juro que te golpearé hasta que quedes inconsciente.-dijo intentando animar la situación, y a continuación una leve pausa conformó un silencio incomodo.-…La próxima vez que nos encontremos con Galahar…No habrá piedad para él.-susurró de forma sombría mientras les daba la espalda.-Ahora, ¡vámonos¡-anunció a la par que mediante un leve impulso subió al tejado más cercano y salió corriendo hacia el Gotei. Había entendido varias cosas muy interesantes sobre el teniente y debía informar a la capitanía. Esta se había convertido en una lucha personal.
[OFF-Rol: Bueno, pues el siguiente post será aquí: https://soulsandswords.foroes.org/2-escuadron-f1/tras-la-mision-los-informes-t905.htm#10624, así que id posteando que vais saliendo y llegais. Ganbatte!]
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
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