Distrito Mitsuya

OFF: Os haré una pequeña introducción donde se describirá el ambiente y la zona por encima para que así también podáis aportar vosotros vuestro granito de arena. Cuando queráis hablar con algún ciudadano dejad las preguntas y alguna descripción para yo poder estar en la onda y saber como responderos. Podéis hablar entre vosotros todo lo que queráis. Yo responderé cuando lo vea oportuno o la situación lo requiera. ^^ Sed coherentes con la historia y sobre todo divertiros ^^


El distrito Mitsuya
De los tres distritos es el más lujoso. Las calles están muy limpias y en las personas que pasean por las calles se les nota un poder adquisitivo mayor. Tienen su propia seguridad por aquella zona y podéis ver algunos hombres vestidos con un uniforme similar entre ellos: El keikogi de un color marrón oscuro y el hakama un azul grisáceo bastante apagado con el mon de la familia Mitsuya en la espalda bordado.

El ambiente en la zona cuando entran los shinigamis es algo más tenso de lo normal. Algunos con desconfianza otros con cierta ira reprimida. Se puede notar como la fuerza del Gotei 13 apenas se hace notar en aquella zona más que por la mera presencia del pequeño grupo.

Conforme se van acercando al centro del distrito la tensión casi se puede masticar. Algunas mujeres y niños se marchan a su paso mientras que algunos hombres se cruzan de brazos con gesto desafiante y defensivo casi como si esperaran que desenvainaran las zanpakutou. Pese a todo nadie les ataca ni se les acerca con intención ofensiva. No parecen sentirse amedrentados por los shinigami aunque muestran algo de respeto a la insignia de teniente sin llegar a ser corteses.

Washiru caminaba tranquilamente. La esfera poseía un ambiente tenso y algo amenazante.
Las calles andaban algo concurridas, aunque esa hora, cuando la tarde daba un respiro entre las horas más calurosas del mediodía y las más frías cercanas al anochecer, hacían que la gente diera vida a su ánimo y su a humor dando un simple paseo por la zona, pues como una de los primeros barrios del Rukongai, era una zona bastante limpia, aséptica y sobre todo, bonita, pues los edificios, a pesar de ser sobrios, conjugaban los pequeños adornos que poseían con un conjunto de colores pastel y materiales de calidad.

Pero sin fijarse demasiado en aquello andaba el teniente, pues su misión era fijarse más en las reacciones de la gente. Y por ahora, estas no pintaban muy agradables, por no denominarlas como simplemente agresivas.

Aún así, no se atreverían a ejecutar una acción contra el Gotei 13, pues por mucho que confiaran en sus fuerzas, sabían que eran inferiores a la capacidad militar que podía desplegar el Seiretei. Sería un suicidio, la manera de perder todo lo que tenían por conseguir tan solo un poco más.

El Kuchiki se acercó a uno de los hombres con el uniforme color pardo que habían pasado por allí. Parecía uno de los más calmados y menos agresivos, porque a pesar de su altura, superior al 1,80, su cuerpo era bastante delgado y el fino y lacio color negro no le confería ninguna sensación de peligro contra dos guerreros como los shinigamis del 9º escuadrón.

- Buenas tardes señor. ¿Sabría usted indicarme cual es la residencia del señor Mitsuya Fukuda? - Iba directamente a la boca del lobo, preguntando por el jefe del clan de aquella familia, de la cual poseían el escudo en su uniforme. Pero sabía que si quería solucionar aquello bien, tenía que meterse en la situación realmente peligrosa, no andarse con medias tintas, porque si las cosas se ponían feas podían usar la fuerza sin que hiciera falta un juicio moral.

Kiba seguía a corta distancia a su teniente por aquellas lujosas calles, estaba bastante tranquilo a pesar de las incomodas miradas que muchas de las personas de aquel distrito le lanzaban al dúo de shinigamis. Aun así Kiba prefería no separar la mano de la empuñadura de su zampakutou pues nunca se sabía cuándo alguien podría perder los nervios y lanzarse sobre ellos.
Al parecer todos aquellos guardias, propios del distrito, pertenecían a la familia Mitsuya o estaban contratados por ella, pero no había ni rastro de la residencia Mitsuya la cual tendría que destacar aún más dentro de todo aquel lujo.

Kiba aunque deseaba aportar algo a la misión no quería fastidiarlo todo, así que espero a que Kuchiki diera el primer paso. Su teniente se desenvolvía mucho mejor que el en aquel entorno de nobleza, incluso podría haber pasado totalmente de inadvertido si no llevara las vestimentas de shinigami.
Ambos siguieron andando mientras la mayoría de la numerosa población que paseaba por aquellas calles se alejaban de ellos como si tuvieran la peste y los guardias, mientras se agrupaban, no desviaban la mirada de ellos, preparados como si los shinigamis fueran a atacarlos en cualquier momento.

Al fin Kuchiki se acercó a uno de estos guardias y le pregunto directamente por la residencia de su señor. Tras esta pregunta Kiba sin dudarlo mantuvo la mano sobre la empuñadura de su zampakutou temiéndose que está podía desencadenar algún tipo de hostilidad sobre los guardias, o quizás no, pero su intención era salir de allí de una pieza.

[OFF: Perdonad por haber tardado tanto en contestar, a partir de ahora contestare mucho más rapido]

Aquel hombre observó al Kuchiki elevando muy levemente las cejas al ver como se acercaba a él y preguntaba por el jefe de la familia. Otros dos muchachos que no parecían estar tan calmados dieron un paso al frente pero el hombre levantó una mano negando con la cabeza. Frunció levemente el ceño y se separó de la pared donde estaba apoyado escuchando las palabras del teniente.

-No quiero parecer descortés pero que tiene que hacer el Gotei 13 en esta zona para hablar con Mitsuya-sama? -preguntó el hombre con voz grave y profunda sin parecer en ningún momento ni molesto ni amenazante. Simplemente curioso en cierto modo y desconfiado.

Tras él los dos muchachos que antes de vieron amenazados por lo dos shinigamis murmuraban unas palabras entre ellos de las que solo se pudo oír las palabras: Kuchiki, Hokori y asesino. Por el momento parecían haber obviado a Kiba aunque nadie aseguraba que no hubiera más guardias por la zona al verle con la mano sobre la empuñadura de su zanpakutou.

La situación pareció ponerse tensa por un momento, aunque el gesto del hombre con el que había hablado aplacaba un poco los ánimos, haciéndolos, cuanto menos, soportables.

De todas formas, el teniente no hizo ningún gesto al shinigami de su escuadrón para que mantuviera una pose más relajada ante aquella situación. Era él el que debía de permanecer relajado, dar la cara de una forma serena y tranquila, intentando trasmitir esa sensación de comodidad a su incómodo interlocutor.
Pero si las cosas se ponían feas, había que haber alguien que respondiera rápido si las armas era la única solución.

De todas formas, él seguía absorto en su pequeña batalla de caras de poker con aquel tipo, intentando sacar lo máximo sin revelar mucho de las intenciones, o lo menos posible.
- Lo siento señor, pero como comprenderá no puedo revelarle esa información. Y le ruego que entienda eso, pues creo que sería irrespetuoso inmiscuirse en los asuntos de Mitsuya-san. - Le contestó Washiru, dejando claro que los asuntos debían de ser tratados con el jefe, pues era él quien tenía potestad para ello. Un simple guerrero no haría nada con el conocimiento excepto difundirlo y/o marlversarlo. Cada uno debía de tener su sitio y debía de entender cual era, pues sería como si él quisiera hablar de tú a tú con alguno de los capitanes o con el mismo comandante.
No se le ocurría algo más descortés.

- Además, no entiendo que tiene de extraño que el Gotei 13 proteja el Rukongai. - Añadió el Kuchiki, queriendo dejar que esa frase le diera algo de normalidad a que ellos estuvieran allí, pues aunque no fuera, ni mucho menos, algo normal, pensaba que no debería ser tan raro y amenazante que los shinigamis pasearan por distintos barrios del Rukongai.
Aunque quizás había sonado algo más altivo que lo que debería. A lo mejor su tono noble le había traicionado, o quizás eran los murmullos que escuchaba a las espaldas de su interlocutor, aludiendo a su familia.

Habría que ver si esa última frase, en especial su tono, era tomado como algo amenazante o como una forma de acercarse al problema, dejando entender que tan solo los nobles entenderían de aquello.

El frio sudor recorría la mano de la empuñadura de su hoja mientras el shinigami la apretaba con fuerza cuando parecía que el combate iba a ser algo inminente pero afortunadamente para todos, la situación fue relajándose cuando Washiru dejo claras sus intenciones y puso al guardia en su lugar.

Kiba respiro hondo y soltó lentamente la empuñadura de Fuujin, había comprendido que un shinigami agarrando su zampakutou en aquel barrio sería para muchos una amenaza o una provocación y lo que mas deseaba en esos momentos era ayudar a mantener aquella situación lo más relajada posible. Al fin y al cabo podía defenderse incluso mejor sin arma alguna usando la diversidad de artes marciales que conocía.
Mientras esperaba la respuesta de aquel individuo se limitó a agudizar sus sentidos para intentar no dejar pasar ningún valioso detalle que le diera información alguna sobre lo que ocurría allí, pero lo único que consiguio ver fue a varios guardias suficientemente alejados de ellos y lo poco que pudo oir fueron diversos murmullos de los civiles, la mayoría sobre la familia Hokori y aquel hecho que al parecer había desatado aquella revuelta de la nobleza, al menos según la nota de la capitana del segundo escuadrón.

Con aquella rápida visión de la situación y creyendo que no se le escapaba nada, Kiba se volvía a encontrar esperando respuesta de aquel hombre.

El hombre mantenía su mirada clavada en la del teniente. Como si de un duelo de miradas se tratase ambos hombres dejaban patente cual era el lugar de cada uno. Uno de los muchachos cuando escuchó las palabras, ofensivas a su modo de ver, dirigidas a su capitán volvió a dar otro paso al frente desenvainando su katana hasta mostrar la mitad de la hoja.

-Como te atreves a hablar así, sucio shini... -empezó el muchacho pero antes de que pudiera terminar la frase o el movimiento la mano de su superior volvió a levantarse.

-Silencio! -dijo con voz autoritaria aunque ambos muchachos lo miraban contrariado.

Este siguió mirando al Kuchiki a los ojos hasta que por fin decidió lo que hacer. Seguramente no había detenido a su subordinado para evitar una trifulca y que aquellos niños de lengua rápida acabaran desangrándose por alguna herida importante causada por cualquiera de los dos shinigami.

-Seguidme -expuso mientras se disponía a andar calle abajo hacia la residencia.

Rápidamente cuatro guardias, ninguno de los nerviosos de antes, se colocan en formación para escoltarlos hasta llegar a las puertas de la residencia Mitsuya. El ambiente parece haberse cargado aún más en ese breve lapso de tiempo, pero nadie os mira directamente ahora y el capitán que camina delante de vosotros parece extremadamente tenso. Al llegar a las puertas estas se abren y los guardias os flanquean la entrada. Hay un camino de piedra que guía hacia la puerta de la casa.

-Síganme, por favor -repite el capitán mientras andáis hacia la casa.

Tras un par de vueltas por los pasillos de la extensa residencia, se ve por lo ostentosa que es el poder adquisitivo que tiene la familia. Al llegar a una gran sala, el capitán abre la puerta corrediza y les invita a entrar en una sala de reuniones con el mon de la familia en una de las paredes, por detrás de lo que parecer ser el lugar donde se sienta el señor en aquel tipo de reuniones. La habitación por lo demás está vacía y parece ser que solo tiene esa entrada.

-Esperad aquí. Mitsuya-sama vendrá en unos instantes... -dijo el capitán cerrando la puerta detrás de sí dejando a los dos shinigamis completamente solos.


[OFF: En este punto hablad entre vosotros, haced dos vueltas sin esperarme y yo contestaré después ^^ Perdonad la tardanza. ^^U ]

La situación llegó al momento álgido de tensión, cuando incluso uno de los guardianes que rodeaban y cerraban la huida o movimientos de aquellos dos shinigamis se le veía dispuesto a atacar en un ataque de furia o cólera.

Gracias a dios, su superior le paró los pies a tiempo, simplemente con un gesto realizado con la mano. Tajante y rápido.

La táctica, la arriesgada táctica del Kuchiki había resultado, y en vez de enfrascarse en una rápida pelea, habían conseguido lo que querían, una rápida entrevista con el lider de los Mitsuya. Ahora la solución del problema, o el fracaso, estaban más cerca, pues habían tomado la vía rápida, evitando diversos trámites para poder llegar sin levantar sospechas o recelos.

- Ten cuidado a partir de ahora. Ten tu espada a mano - Le aconsejó el teniente al shinigami de su escuadrón. Él iba a usar una técnica directa, la cual, o les permitiría salir de allí indemnes y sin realizar mucho más esfuerzo que el de amedrentar a los nobles de la zona. Era una jugada a una sola carta, que debía de salir ganadora o si no, tener un plan b preparado. - Si ves cualquier signo de hostilidad, ataca sin dudar, por favor.

- Esperad aquí. Mitsuya-sama vendrá en unos instantes... - Fueron las ultima palabras del capitán antes de encerrar a los shinigamis en aquella sala de reuniones, era difícil adivinar si de verdad iban a reunirse con el señor Mitsuya e iban a tener una charla civilizada o si se trataba de cualquier clase de artimaña.

- Ten cuidado a partir de ahora. Ten tu espada a mano. Si ves cualquier signo de hostilidad, ataca sin dudar, por favor.- Washiru debía tener la misma impresión sobre la tensa situación a la que habían llegado.

- Entendido Kuchiki-fukutaichô.- Afirmó con un ligero movimiento de cabeza. Acto seguido Kiba comenzó a inspeccionar la sala con la mirada y segundos más tarde comenzó a recorrerla lentamente en sentido de las agujas del reloj posando levemente su mano izquierda sobre la pared como si buscara algún tipo de trampa o alguna salida secundaria por si las cosas se ponían feas, al dar la vuelta completa también dirigió su mirada al techo y a los asientos que se encontraban en la sala.

Mientras caminaba se dirigió al teniente con voz despreocupada aun concentrado en su búsqueda. - ¿Tengo su aprobación para usar el shikai teniente? Blandir mi zanpakutou en una sala cerrada no creo que sea buena idea.- tras esto señalo con su mano izquierda la nodachi de cerca de 1 metro y medio de longitud que llevaba a la espalda.

[OFF: Perdonadme por tardar tanto pero ya vuelvo a estar activo]

Washiru permaneció quieto en su posición, sin apenas más movimiento que el de los pelos que le sobraban en el flequillo al moverse ligeramente mientras se situaba en el mismo lugar.

Tan sólo se giró lentamente para escuchar con más atención la pregunta de su shinigami, pues no había seguido con la mirada el movimiento que éste había ejecutado a lo largo de la estancia. Tras observar el dilema que atañía a Arakami-san, se mantuvo un tiempo pensativo. La verdad es que el tamaño de la espada dificultaba el movimiento en un sitio tan cerrado como aquel, sobre todo si la entrada de los atacantes era por sorpresa y se veían encerrados enseguida, lo cual les daría a ellos una clara ventaja táctica, de la cual sería demasiado difícil salir.

- Intenta no hacerlo, a no ser de que sea extremadamente necesario. Si no puedes luchar en buenas condiciones con tu zanpakutoh, intenta utilizar kidoh, sobre todo bakudoh. A ver si podemos salir sin muchos heridos de esta - Le contestó en un tono neutro y tranquilo, aunque por dentro se encontraba nervioso sobre lo que podría pasar. A pesar de que su fuerza individual sería casi seguro superior a la de aquellos hombres, sus intentos por no hacer demasiado daño o por intentar controlarse les podían lastrar demasiado en una batalla, si es que ellos salían con furia.

- Bien fukutaichô, lo hare lo mejor que pueda. - Asintió dirigiendo una leve sonrisa a su teniente el cual blandía un porte de lo más tranquilo y sereno en aquella situación tan aparentemente tensa.

Una vez que acabó de revisar la habitación no le quedaba nada más que esperar, asi Kiba se acerco a donde se encontraba Washiru-san y respirando hondo se situó a su lado intentando aparentar estar lo más tranquilo posible.
La espera se hizo eterna e insostenible para KIba que comenzo a crujirse los nudillos golpeando un puño con la palma de su otra mano como acto reflejo.

¿Realmente vendrá alguien? En el fondo Kiba esperaba que todo acabara sin problemas pero una parte de el, que aún no había conseguido retener desde su más profundo pasado, deseaba poder luchar y demostrar a los demás que podía ser de ayuda.

Unos minutos más estuvieron los dos shinigami en silencio antes de que las puertas del lateral volvieron a abrirse mostrando un hombre de avanzada edad con andar tranquilo. Sus ojos oscuros atravesaron a los dos shinigami surcando su rostro lleno de arrugas una leve muestra de tensión en aquel momento. Vestía ropas de color amarronadas con tintes de color arenoso.


Tras entrar en la habitación se sintió un silencio tenso y rígido aunque ni una sola palabra fue dicha por el anciano en ningún momento hasta se se arrodilló delante de los dos shinigami. Con una sola mirada inspeccinó de manera sutil aunque examindora a sus dos invitados y cerró los ojos lentamente obviamente reconociendo al teniente que estaba allí delante de ellos, como el hermano menor de la que fuera prometida de su hijo. Su ceño se frunció aunque su voz sonó carrasposa y desgastada por los años.

-Qué trae a un noble shinigami de la familia Kuchiki a mi hogar? -preguntó sin siquiera mirar a Kiba, no parecía importarle, o tal vez la mente del anciano estuviera en otra cosa. Recuerdos tal vez.

Cuando sus palabras sonaron en la sala, se escucharon unos pasos apresurados que se acercaron a la puerta lateral de la sala. Esta en un momento se abrió y se vieron dos muchachas jóvenes con todo lo necesario para servir el té. En cuanto abrieron la puerta ambas hicieron una pronunciada reverencia antes de volver a levantarse esperando la directiz del señor del lugar para poder entrar y proceder a servir el té, sin embargo, con una mirada del noble ninguna de las dos osó entrar en la sala y se quedaron a la espera. Los ojos del anciano volvieron a fijarse en los del Kuchiki, Si había algo en ellos era rencor y desconfianza.

El teniente siguió con la mirada la entrada de aquel anciano y venerable, mientras que lentamente y con la pausa necesaria, entraba a través de las endebles puertas en la habitación, dirigiéndose con parsimonia al centro de la habitación.

Una vez allí, ejecutó un movimiento de reconocimiento, tan lento como sus andares, y con una sola mirada, tras la que había cerrado los ojos, había inspeccionado todo el panorama que se le presentaba, con aquellos dos shinigamis enfrente suya, pero sobre todo con un teniente, que seguramente sería de los shinigamis que menos querría ver.

- No vengo en calidad de representante de la familia Kuchiki, sino como un shinigami más cumpliendo con su trabajo. - Le contestó Washiru con el mismo tono imparcial que solía tener siempre, pero añadiendo un tono más frío, más profesional, pues quería enfatizar que aquella no era nada personal para él, que venía en calidad de shinigami como podría ir a cualquier lado, a pesar de la conocida animadversión que se sentía entre ciertos círculos de la baja nobleza por su familia, debido a la importancia de ésta. - Y se ha informado de ciertos problemas en estas zonas del Rukongai.

El teniente concluyó su charla, tras la que una de las puertas se abrió, mostrando a dos chicas que se reverenciaron en extremo, un gesto obvio ante el líder de la familia, tras el cual, le miraron, esperando una señal o palabra para poder entrar, pues sin ella ni tan siquiera se atrevían a cruzar la entrada.

La tensión era casi inaguantable y la podía casi notar claramente cuando su mirada volvió al anciano, y éste le miraba fijamente, manteniéndose una prolongada y fija mirada, cada uno en la mirada del anterior.

Aquello podía ser difícil.



Pd. Siento mucho mi tardanza. Gomen-ne. Ya vuelvo al ritmo habitual.

El anciano frunció el ceño en el momento en el que el teniente decía sus últimas palabras. Lo que pasaba por la mente del jefe del clan Mitsuya solo lo podría conocer él aunque sus ojos fríos se clavaron en los del Kuchiki como si quisiera crear un canal para poder transmitir toda la furia que sentía en su interior. Aún así tras varios segundos de miradas entrecruzadas el anciano terminó apartando la mirada chasqueando la lengua molesto. Tal vez le tuviera odio pero aún así debía admitir que el Gotei tenía potestad por encima de los habitantes del Rukongai, y por mucho que le molestase el shinigami en particular que había venido a interrogarle no podía hacer mucho al respecto. Tras una señal a las doncellas estas entraron y colocaron delante de los tres interlocutores tazas de té negro humeante. El anciano las observó durante toda su labor y esperó a que se marcharan.

-Que nadie, bajo ningún concepto, nos interrumpa -dijo el hombre ante las reverencias de las muchachas antes de cerrar la puerta dejando a los tres hombres a solas. -Sí, es cierto. Ha habido disturbios. Pero ninguno lo suficientemente importante como para que envíen a un teniente a investigar... -respondió Mitsuya con voz severa y perspicaz. –Si el Gotei piensa que este asunto es de tal importancia… Pregunta, Kuchiki-dono, me estoy haciendo viejo para este tipo de juegos… -respondió cerrando los ojos durante unos instantes inspirando profundamente.

Su expresión, marcada por el tiempo y la vejez reflejaba el cansancio de un hombre que había vivido plenamente su vida y había llegado al límite de sus fuerzas. La razón por la que el anciano estaba siendo tan servicial pese a las conocidas diferencias y problemas que había con el Gotei aún eran una completa incógnita pero unos pasos empezaron a sonar fuertemente sobre la madera. Parecía no haber un momento de descanso para que los hombres que se encontraban en aquel lugar pudieran conversar tranquilamente. De golpe la puerta se abrió mostrando a una joven muchacha de cabello y mirada azabache clavó su mirada en los dos shinigami y luego en el anciano.


-Qué significa esto padre?! Después de lo que le hicieron a Enoki les de… -empezó a increpar a su padre señalando a los shinigami como si no les pudiera escuchar. El odio y la furia se podía sentir por cada poro de su piel.

-Silencio, Naoko! –dijo el anciano cerrando los ojos y los puños antes de mirarla fulminantemente. –Siéntate a mi lado y escucha. Aún hay muchas cosas que debes aprender –sentenció el anciano dando por terminada la discusión con su hija que entró en la habitación sentándose a su lado de mala gana fulminando con la mirada al Kuchiki y a Akarima por turnos.

Washiru miró de forma seca y fría todo lo que pasaba. Las palabras del anciano intentaron mandar balones fuera en un principio, pero como quien se fatiga rápidamente tras iniciar una retirada, sus gestos y palabras señalaban que se había hartado de un juego inútil, de un esfuerzo tan fútil de intentar hostigar al teniente simplemente por razón de su noble familia.

Había dejado claro, tan claro como él lo tenía, que él era antes un shinigami que un noble, y que ahora, en un caso como éste, la diferencia se acentuaba aún más.

Se sentó, calladamente, mientras las chicas preparaban tranquilamente, aunque con un poco disimulado nerviosismo hacia lo que por allí pasaba, aunque sin dejar que esa comezón les hiciera fallar en su cometido, pues aquello era su mundo, su batalla particular.

Mientras, las miradasi indirectas entre el teniente y el cabeza de familia Mitsuya se sucedían, como aproximaciones, aunque se hubiera declarado una tregua temporal, la cual parecía tambalearse cuando la chica entró en la estancia.

Washiru seguía impasible, tal como le habían enseñado desde pequeño, cuando él mismo habría provocado un altercado similar en aquella situación. Su carácter solía ser volátil, cuando aún era un adolescente, problema que había solucionado con el tiempo, con el adiestramiento propio de un noble, ayudado con su enseñanzas shinigamis, preparados para responder a cualquier situación con la máxima frialdad.

Así pues, tomó un sorbo de té mientras la situación tensa mantenía su punto álgido, observando la situación tranquilamente antes de actuar, pues, como el líder de la familia, sabía lo importante que eran en aquellas situaciones las apariencias.
Por eso dejó con paciencia el té de nuevo en la mesa, para empezar a hablar.

- Bueno, creo que tras esta aparición queda bastante claro que los hechos que venimos a investigar, provienen de esta noble y honorable casa. - Interrumpía, aunque no fuera bruscamente, la charla de los familiares. - Siento que sea por un motivo referente a mi familia, y como miembro de ella, pido perdón por ello. Pero como shinigami, es mi obligación pedir que desistáis en esta beligerante actitud, sea cual sea la razón.

Había puesto en marcha su mejor templanza y diplomacia noble. Su formación en la estricta familia Kuchiki, por una vez le había servido para algo más que para ser un frío compañero de misión. Esperemos que esa actitud sosegada, con tranquilas paradas en medio de su charla, tranquilizara los ánimos.