Distrito 64 Oeste del Rukongai "Shadoru"

por **Chimamire Natsuki** Lun Jul 23, 2012 8:12 pm

Shadoru
(Ley Sombría)

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“Cuando uno muere, se lleva consigo todo lo bueno y malo, pues forma parte de la riqueza del alma”

El tiempo en el Rukongai es distinto, extenso o corto, lento o rápido para cada ser. Cuando uno muere no tiene consciencia de que pasará en “El más allá” y como una ironía del destino o del ciclo de la vida aparecen en este, uno de los tantos caminos que elige el destino. Para bien no deja de ser una bendición, pues tienen la oportunidad de enmendar errores y vivir el tiempo que aguante ese hilo de vida que ha sido reforzado, y para mal una maldición pues esperaban el descanso eterno y tan solo el vacío.

Como éste, tantos otros temas se tratan a altas horas de la madrugada en las calles, tabernas y recovecos de esta particular sociedad. Quizás simplemente sea el alcohol que hace no pensar las palabras que fluyen de sus bocas junto con el aire que respiran, o quizás sea la mente que al fin liberada de las innumerables barreras de los pensamientos de cada uno, comprenda cosas que solo puede llegar a asimilar durante un breve periodo de tiempo: el verdadero porqué de muchas cosas.

Uno de estos temas, eran las leyendas del distrito 64, más conocido como “Shadoru”.

Nadie sabía con exactitud cuando se constituyó, pero sabían que siempre estuvo envuelto en un aura de penumbra y una nube cargada con el aroma a incienso y sangre fresca.

Es un dicho popular, que cuando un grupo de personas creen en algo que no tiene apariencia fisica, esos sentimientos unidos se convierten en una petición, cada petición en un eslabón de la cadena, y la cadena finalmente se convierte en un mecanismo que hace que lo que sólo era un pensamiento o un recuerdo arraigado de las creencias que llevaron en vida, se materialice. Se haga real.

Los seres humanos crecemos con la costumbre de creer en cosas que no vemos, no se sabe cuando nos fue implantada esa información o si es algo que heredamos de lo que antaño fuimos, pero es algo que forma parte de nosotros, y por ello también de nuestra alma, haciendo que nos llevemos eso cuando nos liberamos de nuestro cuerpo carnal.

Y así se cuenta que se creó el Shadoru, de la fé y la necesidad de creer y tener cosas que nos son imprescindibles para la existencia en este o cualquier plano.

Para acceder a este distrito, has de dirigirte muy hacia el oeste, alejándote del Seireitei lo bastante como para dejar de ver parte de su arquitectura. Habrás de atravesar y ver la degradación de cada distrito, desde el más rico y seguro hasta el más pobre y caótico, pasando por los distritos de los buenos comerciantes y gente honrada y trabajadora.
Mirado desde el aire, podrás detectar con rapidez el distrito 64, pues tras la linea que marca el río y una corta zona de ascenso, podrás vislumbrar la curiosidad de un perfecto círculo separado en el centro por un sinuoso camino, recordando el símbolo del ying y el yang. Colindante al círculo central, se extienden las agrupaciones de viviendas y negocios, siempre sin romper la estética del conjunto.

Si eres desconocido, deberás prestar atención al cartel que hay antes de atravesar el umbral que advierte: “Si dudas, no entres. Pues no serás bien recibido aquí” y si estás de acuerdo, tocarás el gong que hay tras pasar el umbral. Aceptando las leyes de sus habitantes.

Spoiler:

Tras cruzar la entrada y adentrarte en las calles, los olores entremezclados se imponen, destacando por encima la resina y el incienso por el día, y el membrillo japonés y las camelias por la noche.

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Una vez dentro, lo primero que serás capaz de divisar es la Pagoda que corona la entrada a la parte sur. Si solo has venido a curiosear, no encontrarás mucho de interés a primera vista aparte de que a plena luz del día son pocos los hombres que se ven por las calles y algún que otro detalle más. Pero si te han mandado o sabes donde buscar, podrás encontrar la puerta indicada para hallar eso que vienes buscando.

En sus principios, el distrito de la “Ley sombría” solo era el consuelo de los que querían saber qué les deparaba el futuro, si su pareja era la indicada, cómo hacer para atraer a la persona amada o para que les diesen las pócimas mágicas para curar sus dolencias o carencias, que no eran más que la medicina tradicional indicada. Se ganó el respeto de los demás barrios, pues aunque no lo admitiesen siempre había quien tocaba el gong en algún momento de su estancia en aquella sociedad. Desde el principio, conservó un orden dentro de sus límites, unas leyes propias que afirmaban con letra de fuego que lo que allí pasaba, allí se quedaba.
Con el tiempo, eso atrajo a los espías y algun que otro grupo que llevaban el asesinato y la seguridad a un nivel más refinado, se llegó a un acuerdo con el consejo de los Onmyōji, y el trato fue que ellos serían la cara del distrito, pero su bando seguiría moviendo los hilos y manteniendo el orden en su hogar.

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A partir de este trato, se añadió la norma de que por la noche no habría más luz que la de la luna, exceptuando los locales abiertos que deberían tener farolillos de luz ténue. Se abrió un pequeño dojo para entrenar a pupilos en sus artes y se prometió no desvelar el pacto a nadie ajeno del distrito, con la muerte como pago por la falta a dicho acuerdo.

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Así pues, esta zona se conoce por sus sobresalientes espías, pero quien lo conoce de verdad sabe que tras sus muros no solo hay acero y desconfianza. Si sabes traspasar el umbral correcto, podrás contratar los servicios requeridos, o encontrarte con una jovencita que te dará los trucos para tener un futuro prometedor.

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