Distrito Yoichiro

OFF: Os haré una pequeña introducción donde se describirá el ambiente y la zona por encima para que así también podáis aportar vosotros vuestro granito de arena. Cuando queráis hablar con algún ciudadano dejad las preguntas y alguna descripción para yo poder estar en la onda y saber como responderos. Podéis hablar entre vosotros todo lo que queráis. Yo responderé cuando lo vea oportuno o la situación lo requiera. ^^ Sed coherentes con la historia y sobre todo divertiros ^^


El distrito Yoichiro.
Es la zona donde la familia Yoichiro lleva el mando. Se trata de un barrio medio dentro de la nobleza del Rukongai. Sus calles están limpias y se ve alguna que otra presencia de seguridad pero mucho menos que en otros distritos. Algunos de los hombres que forman la guardia vestidos con keikogis granates y los hakamas de la misma tonalidad llevan bordado en la espalda el símbolo de la familia a la que sirven. Algunos estandartes por las calles también porta el símbolo de la orgullosa familia Yoichiro.

El ambiente que se respira por las calles no es de desconfianza. Sino más bien de tensión y desafío. Algunos muchachos los miran como si desearan que les dieran una excusa para poder lanzarse al ataque pero no hacen nada más que mirarles. Las personas con las que se cruzan siguen caminando como si los dos shinigami no existieran pese a notar la enorme energía espiritual que desprenden. Aquel es un barrio orgulloso y se nota la escasa presencia shinigami por la zona. Como decía en el informe, es una zona de constantes revueltas y desafíos al Gotei y a las familias de la alta nobleza por lo que algunos se fijan en el símbolo de teniente.

Se pueden ver algunas pancartas puestas en las calles con los símbolos de las familias nobles más importantes tales como la Kuchiki, la Shihoin y la Hokori, rasgados, manchados en lo que parece tinta negra y alguna cosa más simulando sangre por lo que parece, como muestra de su tenaz oposición aunque no están relacionados con ninguna de las viviendas o locales de donde están colocadas.

-Bueno distrito Yoichiro, tú no me gustas y yo no te gusto así que terminemos rápido-La ver verdad es que no era para nada tranquilizador que Galahar-san se hubiese ido por otro lado, dejando a un raso, no inexperto, pero raso al fin y al cabo, en mitad de un infierno de miradas mata-shinigamis. Seguro que hasta las habían patentado ya, y con razón, esos ojos cuanto menos intimidaban algo a un shinigami raso como Yosh.

En otras circunstancias, Yosh se hubiese dado un paseo por esta zona, pero ahora...Las calles estaban limpias y había seguridad en las calles ( al menos para el resto ) , las gentes del lugar no reparaban en la presencia del shinigami. Solo algunos jóvenes parecían algo nerviosillos con la presencia de Yosh ( si, esos son los francotiradores de miradas ) , y no por que le temiesen precisamente. Tendría que andar con pies de plomo.

Siguió caminando por la que parecía ser la calle principal hasta un lugar en apariencia más tranquilo. Algunos de los jovenzuelos desafiantes le habían seguido, quizás intentando forzar la salida del shinigami de aquel lugar, pero Yosh ya se había acostumbrado a aquella "presión" así que no les dió mayor importancia. Se acercó a una persona situada en lo que parecía un mostrador, probablemente aquello sería un comercio, pensó Yosh. Aquella persona era prácticamente como las demás que se podían ver por la calle. Vestía bien y estaba más o menos aseado. Yosh solo esperaba que al menos fuese amable.Caminó hacia el hombre y se dirigió a él todo lo modesta y educadamente que pudo.

-Disculpe señor. -Hizo una breve pausa- ¿Podría indicarme cómo llegar a la residencia de la familia Yoichiro?

Como shinigami del 2º escuadrón hay algunas cosas que no se corrigen. Galahar había dejado solo a Iiehatori al haberse internado en aquellas calles como si las conociera de toda la vida ojeando el informe que Hokori-taicho le había entregado.

Las calles seguian manteniendo aquel ambiente cargado como quien entra en una habitación que no había sido abierta en bastante tiempo. Algunos de los muchachos que observan ahora a Hideyoshi pues está solo en aquella calle, despreden levemente algo de reiatsu pero se ve a la legua porque no forman parte del Gotei.

El tendero levantó la mirada de sus mercancías, entre ellos utensilios de metal y vajilla de buena calidad ojeando lo que parecía ser un par de palillos lacarados. Miró al shinigami de arriba abajo y luego dirigió una mirada fugaz sobre su hombro a los guardias que había a su espalda aunque una sonrisa amable se dibujó en su rostro.

Era un hombre rechoncho, con unos bigotes finos y largos que caían a ambos lados de su boca y el cabello recogido en un moño. Unos ojos vivos y oscuros se escondían tras unos mofletes hinchados, signo de la buena vida que tenía en aquel lugar.

-La residencia de los Yoichiro? -preguntó como si no estuviera seguro de deber dar aquella información.

Miró por la calle de nuevo y se acercó al shinigami inclinándose hacia delante indicándole que hiciera lo mismo con una mano. Esta se la puso al lado de la boca y le habló de nuevo en voz baja.

-La casa de la familia Yoichiro está al final de esta avenida girando a la izquierda, no tiene pérdida ya que tiene el mon de la familia en sus puertas. Oye, shinigami, están aquí por alguna cosa en particular? -preguntó el hombre tas haber hecho una breve pausa como si meditara sobre hacer esa pregunta antes de formularla.

Pies de plomo-Esas palabrass resonaban en la cabeza de Hideyoshi mientras observaba al rechoncho tendero. No le apetecía provocar un conflicto en aquel lugar ya que nunca se puede conocer la fuerza del adversario, y por otra parte le acarrearía problemas con los que no le apetecía lidiar.

Por ello, cuando aquel hombre,tras echar un ojo a la calle, le indicó que se acercase, lo hizo lenta y naturalmente observando los objetos expuestos por toda la tienda como un comprador más. El hombre parecía muy indeciso, como si aquellas palabras le fuesen a condenar, palabras tan suavemente susurradas que apenas fueron oídas por Hideyoshi.Mientras podía sentir como reiatsus iban aumentando por momentos a su espalda.Por una parte deseaba que lo intentasen,pero debía ser discreto y evitar confrontaciones.Aquello empezaba a ser molesto.

El encuentro tampoco no había ido tan mal. Hideyoshi ya tenía algo de información, aunque no estaba seguro de qué haría cuando llegase a aquella casa. Justo cuando parecía que el vendedor había terminado de hablar, su voz adquirió un matiz curioso,intentando averiguar por qué estaban allí.

Gran pregunta, simplemente sabía que había habido revueltas por la zona y que debía investigar, pero desde la academia se predica : "Los asuntos del Seireitei se quedan en el Seireitei", y por muy amable que hubiese sido aquel señor, no iba a comprometer la misión por devolverle un gesto educado.

-Le agradezco mucho su amabilidad señor, pero no tengo permiso para compartir es información.-Dijo intentando parecer apenado, falsamente por supuesto.-Hagamos una cosa, le compro esos palillos decorados de ahí.- Dijo señalando con la mano unos que se hallaban expuestos a su derecha en una cajita también decorada con motivos florales.

Estaba claro que no podía obligarle a que mintiese a los guardias, aunque de todos modos no fuese a decir nada por miedo, pero si podía aparentar que aquello era una compra normal.Pidió que lo envolviese para un regalo y el vendedor lo hizo sin reparos cuando vió el dinero.Una vez terminada la transacción,Hideyoshi guardó los palillos en el interior del kimono y se dirigió,con paso normal, a la esquina que debía doblar para llegar a la calle de la residencia Yoichiro.

El vendedor si sintió algo contrariado cuando el shinigami no le dio siquiera una respuesta a su pregunta pero el cambio de tema, una estratagema aguda por parte de Hideyoshi, hizo que su sonrisa se ensanchara y su rostro bonachón igual.

-Por supuesto. Es una buena elección. Tiene buen ojo, muchacho -contestó alegremente mientras cogía el paquete y lo envolvía en una tela de colores suaves azulados con un lazo blanco. -Aquí tiene. Qué pase un buen día y que tenga suerte! -terminó despidiéndose el vendedor guardando las monedas en una bolsa que tenía en una de las mangas de su keikogi.

Caminando por las calles de nuevo al acercarse más al centro del distrito se ve como, levemente, la presencia de los guardias es cada vez mayor. ¿Dónde había podido meterse Galahar? Sin embargo al fondo de la calle unas grandes puertas rojas daban la bienvenida a la residencia Yoichiro. Ante las puertas 5 guardas de mayor tamaño portando una naginata cada uno miraron casi al unisono al shinigami que se acercaba.

-Detente. Qué trae a un representante del Gotei a la residencia Yoichiro? -preguntó el guardia con el ceño fruncido.

Casi se podía notar como los músculos de los guardias se iban tensando y relajando conforme iban moviéndose casi esperando a que el shinigami les diera una simple excusa para lanzarse todos encima.

Tras una pequeña caminata, ante él se hallaban las enormes puertas rojas de la residencia Yoichiro. Era una mansión increible, al fin y al cabo, baja o alta, la nobleza era la nobleza. A medida que iba avanzando hacia la puerta, los cinco guardias con naginata iban afilando sus miradas,que casi podían cortar ya la piel del shinigami.

Hideyoshi sentía el peso de su zampakutou a su espalda y cómo se convertía en prolongación de su cuerpo.En aquellos momentos, podría desenvainar y envainar de nuevo sin que nadie se percatase de ello. Se detuvo a unos tres metros del guardia del centro, aquel que estaba más próximo, y se dispuso contestar diplomáticamente.

-Buenos días.-Dijo serio pero amablemente, con un tono neutral aunque seguro de sí mismo.Estaba tanteando el terreno.-Vengo a hablar de unos temas con Makoto-sama

Debía ir al grano sin divagaciones. Yoichiro Makoto era el líder de la familia y tratar con él era la vía más rápida de analizar el comportamiento de la familia. Si había que caracterizar a una familia lo propio era analizar a aquel que la dirige.

Hideyoshi esperó la respuesta de aquellos guardias que parecían querer devorarlo.Mantuvo la compostura en la espera sin moverse del sitio y sin apartar la vista del guardia al que se había dirigido. Su reiatsu tampoco experimentó ningún cambio, seguía estático, manteniendo la presencia, aguardando cualquier acontecimiento. Era la prueba de fuego, al fin y al cabo los guardias son la mano ejecutora del líder, si no llegaba a Makoto podría considerar a la familia culpable de oponerse al Seireitei e informar de ello, si lograba salía del lugar de una pieza claro.

Los guardias se tomaron las palabras del shinigami como un desafío. Sin embargo el superior los silenció con una mirada. Los cuatro al mismo tiempo se cuadraron golpeando con la base de la naginata en el suelo. Segundos más tarde, las puertas de la residencia Yiochiro se abrieron permitiendo el paso al jefe y al shinigami. Tan pronto como hubieron pasado esas grandes puertas se cerraron a su espalda dejándolo con una leve sensación de estar encerrado.

Lo cierto es que la casa era bastante impresionante para ser de una familia de baja nobleza. Un camino de piedra llevaba a la entrada de una casa al estilo tradicional con su jardín a un lado y su estanque al otro. Varios guardias estaban apostados a ambos lados del camino y el jefe guiaba a Hideyoshi hacia la puerta principal, sin embargo se detuvo y se giró para encararlo, extrañamente cerca del centro donde se encontraban dichos guardias.

-Lamento tener que hacer esto, pero cumplo órdenes. A él -fueron las escuetas palabras del jefe de seguridad antes de que varios guardias se lanzaran a por el shinigami con sus armas en alto profiriendo gritos de combate.

Definitivamente aquella no era una misión que se pudiera resolver diplomáticamente.

[OFF: Ale ya te puedes flipar. Te digo hay unos 12 soldados vestidos con el uniforme que he descrito todos portando naginatas, más el jefe que está ahora mismo fuera de tu rango de ataque. Qué te diviertas! ^^]

[OFF: Bueno, siento el mega post, pero el pobre necesitaba desahogarse.]

Al momento, los guardias de la puerta adoptaron una postura disciplinada y las enormes puertas rojas se abrieron de par en par, dejando entrever un camino de piedras que dividía una zona ajardinada en dos. Sin lugar a dudas, aquel lugar era impresionante; tampoco es que hubiese tenido la oportunidad de ver las residencias de otras familias nobles,pero acostumbrado al cuartel, aquello le superaba.

Mientras caminaba lentamente siguiendo a aquel guardia, contemplaba el precioso estanque a su izquierda y los árboles florales de su derecha. Hideyoshi no se relajaba,pero no podía sentir una leve sensación de satisfacción al estar caminando por ese lugar; había conseguido entrar hileso y sin mayores complicaciones, pero había algo que no le cuadraba.

Justo delante de él, a ambos lados del camino, había doce guardias en total a los que Hideyoshi examinó rápidamente. Seis a cada lado, en perfecta formación de pasillo, los doce guardias uniformados, armados también con naginata miraban fijamete al shinigami cuando se suponía que debían mirar al frente. Se había acostumbrado ya a las miradas inquisitivas pero aquello le rompía los esquemas; aún así, siguió caminando sin desviar la mirada del frente.

Pero algo le desconcertó. El jefe de los guardias se paró en seco y se giró, desenvainando unas palabras que pesaron en el alma del shinigami.
-Lamento tener que hacer esto, pero cumplo órdenes. A él.
-Con lo bien que iba todo, me van a obligar a matarlos...-Pensó mientras flexionaba las rodillas para realizar una maniobra de escape.

Hideyoshi tenía claro que ser la aceituna que pinchan doce naginatas no era una opción, y estar en medio de todas esas sedientas cuchillas no era nada alentador. Por ello,había flexionado su rodillas para realizar un salto mortal hacia atrás, alejándose unos cinco metros de aquellos hombres,obligándoles a reestablecer su formación de modo que los tuviese todos a la vista. Por otra parte, aprovechó el salto para echar una vista de águila en dirección a la puerta, comprobando que nadie quedaba a su espalda.

Miró al frente desafiante, aquello le enfurecía, apenaba y daba pereza a partes iguales, pero las palabras no podían bloquear las cuchillas, no al menos en la realidad que conocía; por tanto llevó su mano derecha a su espalda, donde reposaba Hyoukiba, y desenvainó sintiendo el sonido metálico que se producía con el rozamiento entre saya y hoja. Acabaría aquello tal como fue adiestrado para ello.

-Cuando la diplomacia falla, el frío acero baila-Pensó

Tras esto localizó al que parecía ser el mas débil, y siguiendo el instinto del líder de la jauría que residía en su acero, desapareció para aparecer junto a su presa de ojos incrédulos; el primero había caído. Sintió el último estertor de su presa, que caía poco a poco hacia el suelo, al mismo tiempo que Hyoukiba abandonaba su corazón atravesado, ya bañada en sangre. Los guardia parecían confusos; un movimiento, una baja; no era algo que estubiesen acostumbrados a ver, pero tampoco sería la útima vez. El resto de enemigos estaban a su derecha, y aprovechando el momento de incredulidad de dos de ellos, dió un rápido paso; mientras su espada dibujaba en la piedra una línea carmesí; y se posicionó en medio de ambos. Aquellos incrédulos habían bajado la guardia y ahora serían la siguiente presa; sus vidas, degolladas de golpe por un revés horizontal, desarrollado por un brazo derecho preciso y fatal.

La sangre aún borbotaba de las gargantas de los dos caídos cuando un valiente, e imprudente quizás, decidió hacer uso de la ventaja de distancia que le aportaba la naginata para propinar una estocada por la izquierda hacia el abdomen del shinigami. El arrojo del guardia tuvo sus frutos. Mientras Hideyoshi giraba hacia la izquierda desplazándose de modo que la naginata quedaba a su izquierda, ésta impactó levemente en el costado del shinigami, tiñiéndose de rojo.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, paralizándolo momentáneamente; se sentía torpe, frío en parte, y aunque estaba acostumbrado al frío, éste le estaba calando. Soltó un quejido mientras con la cara aún descompuesta por el dolor golpeó con el sello de su zampakutou en la garganta de aquel guardia, partiéndole la tráquea de un modo de lo mas desagradable. El aire se escapaba mientras se retorcía en el suelo con los ojos desorbitados, unos ojos incrédulos que no parecían entender nada. Por su parte, Yosh se olvidó de él y se limitó a dar un shumpo hacia el estanque,dejando de nuevo a todos los gusradias a la vista.

Cuarto habían caído, por lo que restaban ocho obstáculos, los cuales eran ahora, un mosaico de emociones. Tristeza, ira, dolor, incredulidad, arrojo, desconfianza, pero ante todo miedo; el miedo a la muerte es común en el ser humano, más aún cuando te das cuenta que después de morir por primera vez, si mueres como alma, desapareces. Este pensamiento también estaba en la cabeza de Yosh, solo que éste confiaba más en sus posibilidades; era la seguridad del líder, la que le aportaba su espada y su habilidad.

Su corazón latía frío, escuchaba aullidos y sabía de dónde provenían; su espada temblaba por momentos, como si algo estuviese intentanto liberarse, nada más lejos de la realidad. De los ocho guardia que quedaban, seis estaban en una formación de línea, impidiendo el acceso por línea recta al jefe y la puerta de la residencia; los dos restantes, se encontraban algo más alejados hacia su derecha, como intentando cubrir una posible vía de escape a través de la entrada principal de enormes puertas. La situación le favorecía, en aquel momento el lobo de su interior lo vió claro, era el momento. Su rostro olvidó el dolor, la sangre fluía lentamente por su costado izquierdo pero aquello no era relevante; sonrió, era feliz al revivir aquellas sensaciones; la caza iba a dar comienzo.
Mientras sonreía, sacudió su espada de modo que quedase limpia, impregnando el suelo con la sangre derramada, al tiempo que susurraba unas palabras que el viento arrastraba hasta los oídos de los presentes.

-El frío avanza, las flores se escarchan; el hielo arrasa, el dios de las flores llora.

El reiatsu de Hideyoshi aumentó repentinamente, envolviéndolo en un aura casi blanca mientras su espada era arropada por un torbellino de hielo. Juntó las manos alrededor de Hyoukiba y al separarlas, el torbellino se disipó mostrando las espadas gemelas, los colmillos del lobo, lo último que verían aquellos hombres.

Con un rápido movimiento se posicionó frente a los seis guardias agrupados. Estaba frente a ellos, mirando hacia el suelo, agazapado y con los brazos en cruz sobre su pecho.

-Aúlla-Susurró.

Mientras se incorporaba ante la estupefacción de los seis, descruzaba sus brazos dirigiendo sendos cortes al aire con sus espadas hasta terminar en una postura próxima a la crucifixión.Los cortes dibujaron en el aire trazos de reiatsu semi-azul que avanzaron hacia los enemigos bajo penetrantes aullidos. El impacto fue descalabrador, los cuatro guardias del centro fueron congelados y estallaron en fragmentos de hielo, pero la peor parte se la llevaron los dos de los extremos. El ataque no los había alcanzado de lleno, en vez de eso, el estallido posterior al impacto; aquel en el que se forman violentamante los enormes bloques de hielo; les había alcanzado y varios salientes helados habían atravesado sus torsos, provocando una lenta y dolorosa muerte.

Solo quedaban dos. El mosaico era ahora monocolor. Miedo; cantidades ingentes de miedo recorrían los rostros de los dos infelices que aún aguardaban allí. Hideyoshi les dirigió una mirada amenazadora, quería saber qué harían, la única opción para conservar la vida era la sumisión; la huída o el combate no eran viables. Atemorizados, los dos hombres se dieron la vuelta e iniciaron una carrera desesperada.

-Mala elección...Devora....-Dos torbellinos partieron de las hojas y fueron proyectados contra el suelo. Del impacto surgieron dos lobos que comenzaron a perseguir frenéticamente a sus presas. Mientras tanto, los guardias se dirigían a la puerta principal. Hideyoshi no tenía mayor interés en aquellos dos, se dio la vuelta y caminó lentamente hasta encararse con el jefe de la guardia, que aún permanecía alli.

-Todo esto no ha sido muy educado por tu parte...-Decía en un tono de resignación, bajo los gritos de dolor de los dor pobres infelices que estaban siendo devorados por los lobos.-¿Podemos ver ya a Makoto-sama?-Aquellas palabras sonaron amenazantes tanto como lo eran. Estaba claro que aquella familia tenía un problema, al menos uno más. Hideyoshi deshizo el shikai y envainó a Hyoukiba a su espalda, quizás en ese instante,pecó de confiado.

Los soldados, sin llegar a acostumbrarse a las habilidades superiores de los shinigami se quedaron petrificados al ver la primera muerte. Limpia y directa. Pese a ser buenos guerreros los guardias no eran rival para el shunpo de Hideyoshi y para su liberación mucho menos.

El capitán se mantuvo a una distancia prudente con el ceño fruncido como si contuviera un millar de emociones. Sus labios se tensaron al igual que todos los músculos de su cuerpo bajo sus ropas sin embargo, el no había desenvainado. Aunque se podía ver en sus facciones la experiencia que otorga una vida llena de enfrentamientos. De esta vida o de la anterior no se sabía. Cuando hubo desenvainado los ojos del capitán se cerraron por un momento y su expresión cambió... a pena? ¿Es que sentía pena por Hideyoshi? ¿O por sus hombres?

-Lo siento, shinigami -dijo en voz pausada.

Antes de que el pobre shinigami pudiera reaccionar a aquellas palabras tan extrañas por parte del capitán una sombra apareció a su espalda golpeándole fuertemente en la parte de atrás de la cabeza con la empuñadura de lo que pudo detectar como una katana. ¿Qué podía moverse a tanta velocidad sin que él pudiera reaccionar? Lo último que pudo ver el shinigami antes de caer al suelo fue un obi blanco, un hakama negro y una zanpakutou y los retazos de una conversación de lo más extraña.

-Podrías haber aparecido antes de que mis hombres murieran a sus manos... -expuso el capitán con furia mal contenida.

-En toda guerra, hay sacrificios, capitán... -respondió una voz demasiado familiar para pasarla por alto, pero de quién era?

Calor. Estuviera donde estuviera tenía calor. Era una sensación agobiante, pero no desaparecía por mucho que respirase. Tenía todo el cuerpo dolorido, casi como si se acabara de despertar de una borrachera bastante mala. A su alrededor nada, completo silencio salvo los pequeños pasos de una rata que corría por una esquina lejana. No debía ser un sitio muy grande, ese calor no era normal en un espacio más abierto y aún así no tenía ni la más remota idea de donde estaba.

La sensación de estar vigilado era constante pero no oía a nadie allí, y sin embargo sabía que alguien, o algo lo vigilaba. Abre los ojos lentamente, mareado y desorientado. Sus ojos tardan bastante en acostumbrarse en la penumbra en la que está metido y delante de él, acuclillado con la zanpakutou apoyada sobre el hombro, un hombre de mirada fría y pelo largo y negro como la noche lo observa a unos escasos dos metros. Pacientemente esperando. La cabeza te da vueltas, pero antes de que puedas siquiera abrir la boca para poder decir nada el hombre te habla.

-Por fin despiertas... -era la misma voz que había escuchado justo antes de quedar inconsciente en el suelo.

Un shinigami está ante ti, aunque no llegas a ubicarlo correctamente, te fijas en la insignia de su brazo izquierdo, es un teniente. A que escuadrón pertenece?


[OFF: Siento muchísimo la demora ^^ Espero que te diviertas al volver a quedar consciente!! Ahora es cuando la cosa se pone curiosa!! Así que ánimo y que te diviertas! ]

La cabeza de Yosh empezaba a funcionar,como una locomotora que emprende de nuevo la marcha desde la estación, procesando sonidos,imágenes borrosas en la penumbra, sensaciones como el dolor de su cabeza,solo que no recordaba haberse emborrachado; como un flash, las imágenes de sus últimas vivencias asomaron a su mente, pero aún ante la reveladora verdad, mantenía en su rostro una expresión desorientada y dolorida.

Una rata que corretea por la lúgubre estancia, el goteo de un pequeña grieta en el techo, cada vez es más consciente de todo, una voz que fuerza a su mirada a fijarse en una figura acuclillada frente a él. Una voz extrañamente conocida...

-Por fin despiertas... - El sonido rebotaba en los oídos de Yosh mientras su cerebro analizaba a toda prisa el patrón. Esa voz seria y esos ojos los había percibido hacía bien poco. La insignia en el brazo resultó reveladora, pero mantuvo la misma expresión desorientada mientras buscaba con la mirada su zampakutou; no estaba en su espalda y debido a la oscuridad no podía asegurar que estuviese o no en la estancia, pero se apostaría un brazo a que no.

Sin alterarse ante la situación, se incorpora para sentarse cruzado de piernas, la psicología es importante, la fortaleza de la mente ante los sentidos; dolor,cansancio,agobiante calor; concentración y análisis; y dentro de lo que cabe, sentido del humor.

Media sonrisa asoma en el rostro de Hideyoshi.-Humm.. creo que te debo una-Dice lentamente mientras se lleva la mano izquierda a la fuente de su dolor de cabeza.-Esa insignia...tu voz...tu eres...-No llegó a terminar la frase en el instante, el nombre permanecía en su cabeza, dando inicio a un juego psicológico entre los shinigamis, ¿cuánto estaría dispuesto a revelar aquella figura?

Poco a poco las aceleradas pulsaciones propias de un despertar agitado se ralentizan, Yosh permanece en la misma postura, relajado y desafiante en cierto modo, consciente de su situación, está desarmado y aparentemente vulnerable, pero siempre alerta. Es más consciente de todo, pero como antaño en vida, logra controlar sus sentidos,su cerebro omite el dolor y las sensaciones irrelevantes, es increíble como el cuerpo es capaz de actuar en situaciones límite.

El hombre sonríe con cierta malicia. Cuando Yosh se incorpora puede ver que está sentado sobre lo que parece un saco de arroz y le mira con la zanpakutou sobre su regazo con expresión paciente. Sabe que tiene que dejar al preso despertarse o no sería capaz de comprender lo que estaba ocurriendo.

Distraidamente su mano se deslizaba por la vaina del arma riendo ante su comentario y agachando la mirada para luego inclinarse hacia delante apoyando los codos sobre sus piernas mirar en la penumbra al shinigami del 9º escuadrón.

-No creo que me conozcas, y si me equivoco seguramente no importe mucho... Aún así siempre he pensado que las presentaciones eran de buen gusto y he sido criado para seguir un protocolo -expuso el teniente con voz calmada y bastante grave. -Aunque creo que... no tenemos porque ser tan estrictos...

Su timbre era más profundo que el de la mayoría de la gente y sus ojos carmesíes le daban un aspecto peligroso y letal, perfecto para el segundo escuadrón. Con tranquilidad extendió la mano, tendiéndosela para hacer una presentación en condiciones.

-Hatake Galahar, teniente del 2º escuadrón -expuso con calma. -Dime Hattori, que te ha traído hasta esta humilde morada y con unas intenciones tan sumamente hostiles... -dijo con cierta ironía como si le reprochara su actuación anterior en el patio de la casa.

Mientras se iba incorporando, Yosh pudo reconocer la figura de un shinigami, definitivamete un teniente, el cual sonreía maliciosamente mientras jugueteaba con su zampakutou. Parecía que el comentario de Yosh le resultaba gracioso y el shinigami cautivo no sabía bien que podría significar, seguramente era puro regodeo.

El agresor furtivo comenzó a soltar una parrafada de la cual Yosh se quedó con las palabras "criado para seguir un protocolo", lo cual le dio una pista fundamental para descubrir la identidad de aquel shinigami, la cual le fue revelada usos segundos mas tarde mientras tendía su mano con supuesta intención de estrecharla con Hattori.

Quizá fue una elección un tanto arriesgada, pero Hideyoshi extendió su brazo y estrechó la mano de su captor como intentando quitar hierro al asunto, tras lo que volvió a su postura inicial.

-¡Je! Humilde morada...-Dijo en voz baja casi suspirando, restando importancia y desviándose del hecho de que estaba allí cautivo.

- ¿Hostil yo? , no, fui yo el que mandó a doce guardias armados contra un shinigami en misión diplomática. Yo simplemente respondí a una amenaza, pero eso ya lo sabes...-Ahora era él el que sonreía ya que la situación era casi cómica, al menos para Yosh.-Bueno, pero la pregunta realmente interesante es: ¿Qué motivos empujan a un teniente del Gotei 13 a abandonar a su grupo en plena misión y secuestrar a uno de sus integrantes?

La mirada de Hideyoshi se fue convirtiendo en una más seria poco a poco. Era miembro del 9º Escuadrón, el cual se encargaba de la cárcel del Seiretei y de mantener el orden y la justicia en la Sociedad de Almas junto con el 6º Escuadrón, y como tal, debía encargarse de apresar a aquel tipo, y de hecho, el secuestro le había ahorrado un tiempo de investigación considerable. Ya tenía parte de la información que necesitaba con la identidad de aquel shinigami, y no pensaba llevársela a la tumba, y menos en aquel lugar.

La única razón por la que Hatake se comportaba tan tranquilamente con su pequeña presa era porque estaba completamente convencido que el peliblanco no saldría de allí con vida. Sus manos surcaron la vaina de su zanpakutou una vez más antes de dedicarle una sonrisa ante la pregunta que le había hecho. Era directo, aquello le gustaba al intrincado pensante que tenía Hattori por interlocutor. Sin embargo, aquellas preguntas tendrían una respuesta que tal vez no complacería al shinigami.

-Tampoco fui yo quien dio esa orden -contestó el teniente encogiéndose levemente de hombros. -La nobleza y sus intrigas son algo demasiado complejo como para que un muchacho como tu pueda entender sus entresijos pero aún cuando has visitado a los Kuchiki en más de una ocasión. Dime Hattori, que sabes de la nobleza en el Seireitei? -preguntó con aire tranquilo como si tuviera todo el tiempo del mundo para tener una conversación tan intrascendental.

Con parsimonia se echó hacia atrás haciendo que su rostro quedara algo oculto por la penumbra que rodeaba el lugar donde los dos shinigami conversaban. Cuanto tiempo había estado Hattori inconsciente? En aquella bodega no se podía saber mucho pero la sencilla sonrisa y la calma fría de un miembro del escuadrón de fuerzas especiales, los asesinos del Gotei, podría helar la sangre de cualquiera, incluso si un lobo invernal era su zanpakutou.

-Entiendo...-Contestaba seria y tranquilamente mientras el traidor se encogía de hombros.-Pero en mi opinión... estáis todos en el mismo saco.

Galahar-san continuó su discurso sobre la intrigas de la nobleza, menospreciando la inteligencia del shinigami, cosa que Yosh ignoró por completo; y llegó a una pregunta que en realidad no venía a cuento.

-¿No estarás insinuando que los Yoichiro son una familia noble del Seireitei verdad? Hay un abismo entre los Shihoin,los Hokori o los Kuchiki y los Yoichiro y demás. Casas grandes, disputas por mayor territorio, infectan el Rukongai con sus ambiciones, tss falsos nobles, ricachones con demasiada ambición.

Te diré qué se de la nobleza en el Seireitei; no son ángeles, eso está claro, se despreocupan de lo que no les incumbe por lo general, pero siguen las reglas y procuran servir de ejemplo para los demás así como mantener el orden; conservan la historia de la Sociedad de Almas y procuran el bien para ésta.

Así que dime ahora tú,que pareces estar algo más informado, ¿una casa grande, guardias, dinero? ¿Eso es ser de la nobleza, o realmente hay algo más?

Hattori mantenía la pose y su expresión seria y relajada al mismo tiempo, aunque al final de sus palabras no pudo evitar sonreír levemente.

Solo una leve curvatura de la comisura de sus labios pudo delatar lo que en momentos siguientes haría el teniente del 2º escuadrón. En un simple parpadeo de Hattori, Galahar se había arrodillado en el suelo con la zanpakutou desenvainada a escasos milímetros de su cuello, como si le quisiera dar a entender de que podría haberle rebanado la cabeza si hubiera querido. Su mirada carmesí seguía fija en la de Hattori cuando una sonrisa se mostró aún más en su rostro pálido.

-Eres bueno shinigami... Pero lo primero que deberías aprender para intentar tirar de la lengua de alguien, es que debes saber en que momento hacerlo... -dijo con un timbre extremadamente peligroso.

Pensándolo bien, que pasaría si Hattori era asesinado en ese momento? Su preciosa capitana no pensaría que su fiel teniente tuviera algo que ver, de eso precisamente se había encargado desde que la conoció. Su fanatismo y admiración no eran más que una máscara que con maestría había tejido sobre sus verdaderas intenciones.

-Las familias de la alta nobleza no tiene respeto alguno por el resto. Creen hacerlo todo por el bien de la sociedad de almas cuando lo que buscan es su propio beneficio... -un brillo de fiereza brilló en sus ojos en aquel momento.

Su cuerpo se tensó por unos instantes sin moverse de donde se encontraba en aquel momento. Con una rodilla en el suelo y la otra pierna flexionada, le daba una postura bien cómoda para poder moverse con agilidad si por algún casual a Hattori se le ocurría alguna manera de intentar zafarse de su amenaza. Sin embargo, Hatake pensó que tal vez sería el momento de que alguien llegase a conocer lo que había estado planeando durante tantísimo tiempo. Después de todo, no esperaba dejarle marchar, eso seguro.

-La familia Hokori, la Shihoin, la Kuchiki... Todos y cada uno de sus miembros son egoístas y arrogantes... Creen poder hacer lo que quieren con todo el mundo rompiendo y rehaciendo pactos a su antojo... Pero mi querida capitana servirá para darles una lección que no olvidarán... -confesó sonriente con un destello de malicia ahora en su semblante por completo.

La situación había dado un vuelco en unos segundos y ahora el asunto estaba "cargado de hierro", empezando por el de la espada de Hatake y terminando por la alta probabilidad de muerte en aquel odioso lugar, y obviamente eso no agradaba lo más mínimo a nuestro protagonista, claro que no por eso se iba a amedrentar.

Manteniendo la calma, permaneció en el lugar en el que estaba, claro que tampoco esa cuchilla no le dejaba muchas mas opciones. Se limitó a escuchar lo que el fraudulento teniente exponía.

-La familia Hokori, la Shihoin, la Kuchiki... Todos y cada uno de sus miembros son egoístas y arrogantes... Creen poder hacer lo que quieren con todo el mundo rompiendo y rehaciendo pactos a su antojo... Pero mi querida capitana servirá para darles una lección que no olvidarán...

Mientras escuchaba estas palabras cerró los ojos en señal de tranquilidad y reflexión, la simple amenaza de una espada en su cuello no era comparable a otras ya vividas. Unos segundos después de que el captor terminase su exposición, Hideyoshi abrió de nuevo sus ojos dirigiendo una mirada fija a los del teniente.

-Ya veo... tienes una idea sobre la nobleza un tanto radical, y creo que deberías guardar más respeto a la persona que te salvó, pero ahí no voy a entrar, no me interesa tu vida lo más mínimo.

Por otra parte, agradezco tu sinceridad, al final resulta que si se como tirar de la lengua,claro que pensarás que no voy a salir de aquí, así que,¿qué te parece si expones un poco más tus motivos? Así me darías mi último deseo de comprender el porqué de semejante lío.-Se la estaba jugando, durante un momento sonrió levemente para luego volver a su constante expresión.

Había sido una apuesta arriesgada, pero físicamente no podía hacer nada, y tampoco le servía de nada usar el kidoh en aquella situación, ya que a esa distancia el teniente oiría fácilmente el conjuro, y aún si no llegase a escucharlo, no tenía salida tras eso. Le seguiría el juego de momento, el teniente parecía confiado y aunque quizás fuese un error fatal, debía jugársela y con suerte obtendría algo de información y alguna oportunidad más clara de hacer algún movimiento.

El teniente seguía sonriendo con malicia incluso ante las palabras de Hattori. No tenía problemas con contarle todo lo que tenía pensado hacer. ¿Qué iban a hacer si lo encontraban muerto? Nada. Al menos esa era el pensamiento del arrogante teniente que aún no se había percatado del movimiento de la capitana de su división. Respirando tranquilamente dejando que la hoja de su zanpakutou se moviera por el cuello del shinigami, para seguir intimidándolo con ello escuchando los gritos fieros de su arma por bañarse de sangre. Aún tendría que esperar, pero no lo haría mucho.

-La radicalidad de mi opinión tampoco es algo demasiado relevante cuando es el honor de otras familias la que está en juego. Has sido noble Hattori? Tu apellido así lo sugiere pero puedes ser un impostor con un nombre falso... Es tan fácil engañar a aquellos que quieren ser engañados que resulta un simple juego de niños... -dijo con una sonrisa maliciosa en el rostro, sin apartarse un solo milímetro de donde estaba.

El teniente inspiró profundamente una sola vez sin apartar la mirada de los ojos del shinigami preso. Deslizó una vez más su zanpakutou algo más por la piel del shinigami escuchando los gritos de rebanar el pescuezo de aquel simple muchacho que había caído en algo que le superaba, y con creces. Su respiración se acompasó hasta casi parecer detenerse.

-Aunque que sentido tiene revelar aquello a alguien que no puede transmitirlo? La reacción de alguien que está a punto de morir cuando descubre las maquinaciones de otro no me interesan... Prefiero ver el rostro de mi capitana cuando vea lo que he conseguido... -terminó con una sonrisa en los labios.

El teniente empezó inspirando una vez más fuertemente tamborileando sus dedos por encima de la empuñadura de su arma afianzándola para asestarle el golpe mortal. Sin embargo no llegó a darse aquella fatal herida. Algo detuvo la mano de aquel asesino justo a tiempo. Una distracción que pareció caída del cielo para el shinigami que estaba preso. ¿Tendría tanta suerte de que algo captara la atención de su guardia y verdugo? Así parecía ser. Sin embargo, la curvatura de la boca del teniente reveló que aún así parecía que el ansia de sangre no se rebajaría por aquella mínima distracción.La hoja de la zanpakutou se deslizó por su cuello sin siquiera rozar la piel en ese momento sino que hundió el filo en la mejilla de Hattori haciendo un profundo corte en él, no era una herida grave, ni siquiera había buscado atravesar su mejilla completa. Si Hattori se removía por ello la herida sería mayor o lo mismo dejaba que la zanpakutou se deslizara lo suficiente como para que seccionara la vena palpitante de su cuello. Aún así tal y como terminó de hacer aquel corte más una amenaza o una promesa que una herida propiamente dicha, se puso en pie quitándose de encima del shinigami.

-Ahora si me disculpas... tengo otros invitados a los que atender... Yo no gritaría, los guardias no suelen tener demasiada paciencia con prisioneros molestos sobre todo cuando nadie va a escucharte desde esta localización, Hattori-san... -dijo el teniente poniéndose en pie. Caminó hasta la puerta de la prisión donde se encontraba el shinigami y antes de salir por ella se giró para dedicarle una última sonrisa al shinigami.

-Ah! Se me olvidaba. Mejor será que te ayude a estar más cómodo. Bakudoh no yon, Hainawa... -dijo sin relatar siquiera el conjuro apresando a Hattori con una cuerda amarilla de energía que ataba sus manos a su espalda. Una vez satisfecho, salió de la bodega desapareciendo de la vista del shinigami fundiéndose con la oscuridad solo escuchándose el leve click al cerrar la puerta con llave. Hattori, estaba completamente solo.

Mientras el shinigami se dedicaba a hacer todo el pensar que su mente embotada podía en aquellos instantes, fuera una serie de voces hicieron su aparición. No se podían escuchar demasiado bien pero parecían las de dos hombres y dos mujeres. La palabra shinigami había salido varias veces en las pocas palabras que se podía captar desde el otro lado de la puerta.

Aún era bastante tarde, pero por lo que Yosh podía deducir el amanecer no estaba demasiado lejos, y un nuevo día aparecería sin que él hubiera muerto... Al menos de momento. O es que aquellas voces venían a terminar con él? Y algo que era aún más importante... Qué habría hecho su teniente cuando no apareció en el punto de encuentro horas atrás? Habria ido Hatake solo? Seguramente...

Ahora lo importante era que había gente fuera de la puerta. Amigos o enemigos aún no se sabía, pero la posibilidad estaba ahí.

Las delicadas siluetas de las doncellas, alumbradas tenuemente por un poco de luz nocturna que entraba con dificultad al sótano, no tenían nada que ver con la realidad. Bajo esa adorable apariencia, Nekomatta en sus dos personalidades jugaba con los guardias. Estaba pasándoselo como nunca, algo que la joven agradecía, con seguridad Nekomatta estaría tranquilo un par de días después de esta misión y Himeko tendría un poco más de tiempo antes de que Nekomatta volviera a llamar con su habitual persistencia.

Ambas doncellas agarraban con fuerza la cintura de sus acompañantes, lo que estos no sabían era, que no estaban tratando precisamente con dos hermosas mujeres sino con dos personalidades de un gato muy juguetón. Por un momento, la adrenalina del minino subió a límites insospechados. A lo mejor, y a pesar de su borrachera podían llegar a descubrirlas, haciendo todo aquello aún más interesante. Pero tras escuchar las primeras palabras volvió a un nivel normal, se había equivocado, esos guardias apenas tenían la inteligencia suficiente. Pero, no por ello iba a acabarse su diversión, jugaría un rato con ellos.

-Bueno, Midori-sama confía mucho en nosotras, pues sabemos algo de medicina. ¿Verdad?-preguntó a su otra mitad.

-Oh, sí, además, si hacemos esto Midori-sama dice que nos recompensará con más horas libres. –comentó dejándose apretar contra el guardia. En sus ojos por un momento apareció un leve brillo malicioso delataba sus verdaderas intenciones. Afortunadamente los hombres no fueron difíciles de convencer y continuaron el camino hacia la celda.

Por fin, plantados ante la puerta donde la zanpakutoh encontraría su trofeo por haber jugado a este particular pasatiempo. Allí no había nadie más, y aún así ambas doncellas felinas se cercioraron varias veces que no aparecía nadie más. No tenía que haber testigos. Bastante tendría con la charla de la pequeña rubia.

-Lo de siempre, cuidar las heridas y vigilar que está sano y no muriendo de inanición.

-Así es.-afirmó Kageneko.-Y sí tiene hambre le tenemos que ir a buscar comida.-comentó.

En un instante una mirada de complicidad entre ambas dio inicio a la maniobra. La joven doncella gato se dejo agarrar de la mano y se acercaba peligrosamente al guardia. Suavemente colocaba su mano derecha sobre la cintura del hombre y acercaba su cara con cuidado. Dejo que sus labios se posaran con los de él y ese instantáneo beso no duró apenas una milésima de segundo. Agarró con fuerza el arma del guardia y le golpeó en la cabeza con el mango. Técnicamente ellas no les habían tocado.

Su otra parte también había realizado con extrema exactitud los mismos pasos y antes de que se escuchara el golpear de los cuerpos sobre el suelo, los agarraron y depositaron con lentitud sobre el suelo. Seguían en su forma de doncellas aunque seguramente no por mucho tiempo.

-Kukukuku.-reía por lo bajo Bakeneko. Rebuscó por su alrededor hasta dar con una estantería sobre la pared que daba a la escalera más cercana, un manojo de llaves colgado.-Voy por ellas, tú átales.

-¿Fuerte? ¿O uso los dientes?-preguntó irónicamente, preguntarse a sí mismo era otra de las aficiones del gato. Kageneko arrancó varios pedazos de tela del uniforme del guardia y les ató ambas manos de una manera muy curiosa. La mano derecha de uno con la siniestra del otro y viceversa. Peculiaridades y excentricidades que le daban ese carácter especial.

Bakeneko volvió con las llaves e intentó con varios y distintos tipos de llaves dentadas hasta dar con la que abría la puerta de la celda. Por fin, lo habían conseguido. Abrió pausadamente la puerta, dejando que la intriga hiciera acto de presencia. Poco a poco una cabellera negra asomaba al habitáculo donde estaba su premio para dejar paso finalmente a la figura de dos amables sirvientas de la mansión que llevaban arrastras a ambos guardias. Miraron un momento al shinigami que estaba dentro, sonrieron de forma pícara y echaron a una esquina de la celda a los cuerpos inconscientes de los guardias.

Se deslizaron entre las sombras con una agilidad felina mientras se acercaban al peliblanco con interés. Kageneko empujó levemente la mejilla del chico con el dedo índice, como intentando comprobar que se trataba de algo real. Entre tanto Bakeneko sonreía misteriosamente.

-Oh, yo pensaba que sería comestible.-comentó con un tono profundo de indignación.

-¿Comestible? Puedes probar, para mi que sabe a manzana.-contestó la otra doncella. Cualquiera en esos momentos podría pensar que se trataban de dos felinos transformados.

-¿Manzana? Pues no tiene pinta de valiente…-seguía hablando.

-¿Qué haremos con él?-preguntó sin querer obtener respuesta.

-No sé, Himeko-chan no nos dijo más…-una maquiavélica sonrisa asomó en ambas sirvientas.

“Himeko, Himeko, ya lo tenemos, tenemos nuestro premio.”

Himeko se asombró de la capacidad de Nekomatta, pero había algo que no la convencía, sentía como su zanpakutoh estaba demasiado alegre.

“Estupendo Nekomatta pero… ¿Qué has hecho con los guardias? No los habrás tocado ¿verdad?”

“Por supuesto, no les hemos puesto una mano encima, ni una mano. No, no, no, nada, de nada.”

Ante la respuesta del felino Himeko decidió dejarlo por el momento, había cosas más importantes que ponerse a discutir con su espada ahora mismo.

“Bueno, da igual, ahora tenéis que atenderme. Necesito que saquéis al shinigami de allí. Traedlo hasta donde estoy si hace falta. Lleváoslo, yo activaré la técnica de las sombras. ¡Ah! Y volved a vuestra forma de gatos, vais a llamar mucho la atención.” Advirtió la joven.

Ante los ojos del shinigami las doncellas humanas se encogían y revolvían sobre si mismas mientras millones de colores se superponían, al igual que los vestidos, la ropa, todo desapareció hasta dejar únicamente la imagen de dos gatos, de tamaño algo mayor que lo habitual que miraban con una sonrisa al peliblanco.

-Bueno manzana-san, tienes asuntos que atender.-habló el minino de pelaje anaranjado.

-Así es, Himeko quiere que vayas con ella…Si quieres, te podemos llevar hasta donde está ella.-le invitó.

“¡MALDITA SEA! NEKOMATTA, TIENES QUE LLEVARTELO DE ALLÍ EN MENOS DE 15 MINUTOS, HAY CAMBIO DE GUARDIA, RÁPIDO” Gritó Himeko en su mente.

-Y por cierto, que sea rápido, el cambio de guardia será en quince minutos.-añadió como si de nada se tratase.

[OFF: Tatatarata, ya llegó la caballería, siento la tardanza n_nU]

Tal y como Himeko había dicho a su bipolar zanpakutou las guardias cambiaron a la hora en punto. Ya a lo lejos, si no hubieran estado en el sótano se podría ver como la parte baja del cielo empezaba a clarear. Antes de que toda la casa se pusiera en movimiento les quedaban poco más de una hora y media y tenían que salir de allí, aún sin ser vistos.

Por los pasillos se escuchaba el murmullo de los guardias que se marchaban hacia los barracones de la casa para descansar mientras que otros entrarían a los pocos minutos. Como se veía en las especificaciones de Misato, siempre tan concienzuda con sus informes, tenían exactamente 12 minutos antes de que todos los guardias estuvieran en sus posiciones. De ese tiempo unos 7 minutos eran los que estaba la casa con la menor vigilancia. Ahora solo quedaba a Nekomata sacar al pobre shinigami preso del lugar pero...

Dónde estaba la zanpakutou de Hideyoshi?

No hizo falta que dijera nada más, los gatos se entendían entre ellos y no le iban a explicar al shinigami secuestrado nada, debía ser lo suficientemente listo como para dar el mismo con la respuesta, así obraba y así obraría, eso no iba a cambiar. Seguramente Himeko lo sabía y por eso seguía siéndole interesante, por lo menos paso a paso iba alcanzándoles, y cuando lo hiciera podrían jugar sin problemas. Las misiones eran también un gran y esplendido juego, en el que lo que se ponía en peligro era la vida misma, algo mucho más excitante que un simple, soso y aburrido entrenamiento.

Ambos mininos lanzaron una fulminante mirada al joven, no tenía ninguna pinta de interesante, es más parecía soso y aburrido. Aunque, igual podrían jugar un rato con él. Kageneko se acercó curioso al joven, con una picara sonrisa se movía entre las piernas del shinigami.

-Bueno, los apelativos, son eso, nombres, sin sentido, solo sirven para designar algo, tanto podríamos haberte llamado valiente, pero pareces más como una manzana, una rica manzana.-murmuró el gato.

Bakeneko en cambio seguía mirando con fijeza al shinigami. Sus ojos relucían en la leve oscuridad, y no tenía pinta de que cambiara a un tono algo más agradable.

-Déjale, no nos interesa, te comerás a manzana más tarde, no lo dudes, pero lo primero es lo primero…-ante el obvio pasotismo por parte de su otra mitad, Bakeneko se acerco cautelosamente y en menos de lo que canta un gallo lanzó un zarpazo a su otro yo.

-Serás… ¿no oíste a Himeko? En menos de quince minutos tendremos aquí a los guardias, jugaremos con él fuera…-dio la espalda al shinigami, escondiendo una tétrica sonrisa.-Créeme que lo haremos…

Como movido por un resorte Bakeneko se volvió de nuevo al shinigami y a Kageneko que todavía jugueteaba entre las piernas del chico con una amable sonrisa felina.

-Esta bien shinigami, no hace falta que nos sigas, seremos nosotros quien te llevemos, no te muevas, no te dolerá…mucho…-dijo el gato mientras enrollaba la cola en una de las piernas del muchacho y Kageneko hacia lo propio.

“Himeko, Himeko, estamos listos, activa la técnica, ¡ya!”

“¡OH! ¡Nekomatta! ¿!No puedes ser más inoportuno?!”

“Quedan muy pocos minutos Himeko, muy pocos minutos, tu misma dijiste que no debían pillarnos…si, tu misma lo dijiste”

“Esta bien, esta bien, esperad….esperad….-la voz de la chica era temblorosa hasta en su propia mente-esperad………..-hubo un silencio sepulcral durante unos minutos-Bien… por favor, nekomatta, prométeme que llevaras al shinigami fuera de la casa, escúchame bien, atiende lo que vas a hacer…todo queda en tus manos…confío en ti, ¿me oyes?. En cuanto dejes al shinigami, vuelves y te llevas a Seikuro de aquí, yo seré la última, ¿lo entiendes? Pase lo que pase me llevas la ultima…”

“Bien…No tardaremos mucho, no te preocupes…Y cuídate Himeko...Eso, eso, cuídate”

Los gatos tiraron con fuerza del joven, procurando llevarle a la zona de sombra de la celda. No hubo necesidad de que la joven se lo confirmase, ambos lo notaron, el Reiatsu fluyendo por todo su ser…Estaban listos.

De repente, los tres fueron absorbidos entre las sombras, lentamente, hasta que solo quedo de ellos sus ojos. Se movían con rapidez, avanzaban a cada paso agarrando al shinigami a sus colas, sabían a donde iban, de vez en cuando uno de los gatos asomaba sus ojos a la superficie para comprobar que iban por buen camino. Finalmente aparecieron en una esquina, entre las sombras, un par de casas más alejadas de la mansión, habían tardo cerca de los cinco minutos en dar el viaje pero su trabajo no había terminado. No, no ahora, el juego todavía seguía en pie.

-Esta bien shinigami, no te muevas de aquí, no tardaremos en volver, pero no dejes que nadie, NADIE, bajo ningún concepto te vea…¿Entendido?.-Kageneko no necesitó escuchar una respuesta, era la propia supervivencia lo que estaba en juego así que no lo dudaros y ambos gatos volvieron a desaparecer entre las sombras. Sus ojos relucientes fue lo último que pudo ver el chico.

Volvieron, no era difícil ubicarse pues su ama les había indicado donde estaba gracias al Reiatsu que les había proporcionado, no sería difícil encontrarla. Por fin sus ojos aparecieron al final del pasillo, justo al otro lado se encontraba Himeko, se podía notar como temblaba, era obvio, esta intranquila, muy nerviosa, casi a punto de estallar. Incluso iba perdiendo el control de su Reiatsu. Eso no debía suceder o serían descubiertos.

“¡¡¡HIMEKO!!! Tranquilizate, vuelve a esconder tu Reiatsu, se va a notar tu presencia como no te controles…”

“P…pero...me ha visto…lo sé, me ha mirado, sabe que estamos aquí…lo sabe…si no nos ha querido pillar ha sido por que no ha querido…estamos perdidos nekomatta…perdi..dos” su voz temblaba y no podía continuar con la conversación

“Maldita sea Himeko, ¿Cuándo te has rendido? ¿Pretendes tirar la toalla ahora? ¿Pretendes dejar de lado todo aquello por lo que has luchado? No solo esta en juego tu vida mocosa, piénsalo bien, que haría tu padre cuando se entere de que por fin has fracasado..¿Qué haría?”

“…”

“Himeko, responde…Vuelve a ser la de antes…No tienes gracia en este estado, no eres interesante…No podremos jugar si estas así…”

“Vale, vale, no me rendiré, no puedo, por ti Nekomata…solo por ti…” La pequeña shinigami recupero el aliento y su Reiatsu volvió a un punto muerto, escondido, al igual que el gato entre las sombras. Por fin, Nekomatta divisó al shinigami con el que había empezado la misión.

“Llevaremos a Seikuro, pero volveremos a por ti, tenlo por seguro…Si, volveremos”

Los felinos salieron de entre las sombras y como una exhalación se aferraron a las piernas del joven. Era hora de comenzar la parte más difícil del juego.

-¿Preparado muchacho?-preguntaron en un susurro. Los gatos unieron fuerzas para que el chico pudiera avanzar u así entrar en las sombras, donde los gatos activarían de nuevo la técnica y finalmente continuarían con el camino hasta llevarlo directamente con el secuestrado.

-Muy bien jóvenes, vosotros dos esperáis aquí, todavía tenemos que volver a por la chica, y como cuando volvamos no haya nadie os juro que os encuentro y os meo encima…-amenazo el felino de pelaje anaranjado para volver a sumirse entre las sombras con su compañero.

Y volvieron, media vuelta hacía la mansión, entre lo oscuro, corriendo tan rápido como sus pequeñas patas se lo permitieran. Una vez localizaron a la joven sus colas salieron de la esquina y agarraron a la pequeña shinigami que al tacto de los felinos se dejo llevar y ser succionada en la oscuridad.

Una vez dentro, ya más tranquilos, los gatos avanzaron hasta salir de la mansión, se encontraban todavía llenos de adrenalina, no soltaron a la pequeña hasta que confirmaron que estaban en el lugar indicado. El trío salió de entre las sombras y se volvió a reunir con sus compañeros. Himeko lanzó una mirada cómplice a sus gatos y dejo soltar un leve suspiro.

-Estupendo…Gran trabajo Nekomatta, te debo una…-sonrió a los felinos agachada a su altura. Ambos mininos sonrieron y ronronearon en respuesta. Himeko acarició a los dos y sufrieron un leve cambio, sus cabezas y cuerpos se movían como una serpiente hasta volver a adquirir una forma de espada. Himeko agarró con fuerza las katanas y las volvió a colocar en sus fundas.

-Ya estamos todos…-anunció la pequeña. Desgraciadamente uno no sobrevivió a la misión.

[OFF: Y ya está, siento la tardanza, lo largo del post y todo en general, pero anduve demasiado ocupada n_nU]

Salvado por dos doncellas, ver para creer; nunca se sabe de dónde puede venir la ayuda y Hideyoshi no estaba muy acostumbrado a ese hecho. Cual fue su sorpresa cuando las dos chicas se convirtieron en dos gatos, aunque el shinigami no tenía nada claro que fuesen gatos, o que realmente fuesen doncellas con habilidades, diablos, no tenía ni idea de lo que estaba pasando allí.

-Vale, no es tan raro...dos gatos "gigantes" de colores carnavalescos que parecen uno el negativo del otro...no es tan raro.- Sus palabras eran camiones cargados de autoconvencimiento viajando por la carretera que era su red neuronal.

-Definitivamente esto es muy raro, ¡pero qué narices! Mientras me saquen de aquí ya pueden ser hollow.

Mientras el el gato rojo jugueteaba en sus piernas y el otro le daba un zarpazo al primero, Yosh no podía dejar de pensar de donde narices habían salido esos individuos, es decir, estaba claro que eran una zampakutou pero por qué estaban tan mal de la cabeza. ¿Jugar con el? ¿Comérselo? Le habían dicho cosas mas extravagantes pero no dos gatos mutantes.

Decidió dejarse llevar y seguirles el juego haciendo caso omiso a sus palabras, al fin y al cabo no tenían ningún interés para él a menos que fuese un comentario de como salir de aquel dichoso lugar. Tras la gatuna conversación los felinos enrollaron sus colas a las piernas del shinigami y de algún modo Yosh vio como se iba moviendo a través de las sombras. De hecho no sabía realmente si estaba andando o directamente estaba siendo transportado medio en volandas.

-Que habilidad más rara...

Unos minutos después se encontraba en la calle y a lo lejos podía ver la mansión de los Yoichiro. Los gatos le dieron instrucciones más que obvias y volvieron a desaparecer en las sombras. Se dirigió a un pequeño callejón a pocos metros del punto de evacuación y esperó hasta que aparecieron de nuevo los gatos mutantes junto a dos shinigamis más. Se imaginó que habrían aparecido por turnos pero como se distrajo por un momento no puedo asegurarlo, si, se distrajo, no todos los días te rescatan un gato naranja y otro rojo y aquello le había impactado.

Se acercó al grupo con paso suave y ligero, y justo cuando estaba a unos metros sintió una familiar vibración en su alma, era Hyoukiba. Sonrió feliz y aliviado, aquel shinigami había recuperado a Hyoukiba y la llevaba en el cinto en el lado opuesto a la suya propia.

Yosh se acercó a Seikuro con gesto visiblemente agradecido.

-Muchas gracias por recuperar mi zampakutou.-Comentario que acompañó con una reverencia quizás demasiado formal teniendo en cuenta la situación, pero Yosh consideraría una falta de educación omitirla.

Tomó su zampakutou cuando Seikuro se la ofreció y la colocó en su cintura, acompañando con un "ven con papá" mental la acción.-Listo para marchar.