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Un regalo para el capitán
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Un regalo para el capitán
El cuarto de Sha estaba siempre ordenado, todo en perfecto orden y armonía. Las cortinas eran simples enredaderas, las mismas que trepaban por el muro de fuera de su habitación. Todo su cuarto tenía pinturas motivos florales y de bambú, hasta el ropero estaba hecho de pequeños troncos y de una tabla lisa con pinturas que ella misma había hecho y decorado con arreglos florales. Una pequeña mesa donde siempre estaba el juego de té de porcelana con flores de cerezo. Un futón que siempre estaba en un rincón de la habitación con el mismo dibujo de bambú. Una pequeña rama colgaba del techo agarrando un sujeta-velas.
En uno de los laterales un pequeño arco sin puerta, tan solo con unas lianas florecidas actuaban como ésta para separar su dormitorio del cuarto de baño el cual estaba entero hecho de madera con un estilo tradicional. Una bañera con unas escaleras para acceder a ella, un lavabo con un espejo y un vaso que sujetaba la misma raíz que salía de la pared.
Como cada mañana Sha paseaba por el invernadero para asegurarse que todo estaba en perfecto orden, las plantas recién regadas, sus árboles espías situados en el mismo lugar que siempre observando el recinto ante cualquier invitado no deseado y las grandes plantas carnívoras al acecho de cualquier humanoide que desease entrar que no fuese ella, ya que era la encargada de cuidar todo aquello.
El invernadero no tenía nada fuera de lo común, estaba hecho del mismo material que un invernadero corriente, sujetado por unos troncos y fortificado por unas enredaderas.
Dentro de este se podía recorrer largos pasillos limitados por mesas que sostenían distintos tipos de plantas, separadas por tipo, nombre y tamaño. Las pequeñas plantas y flores estaban sobre mesas altas, los arbustos sobre una especie de escalones hechos de maderas y los árboles pequeños a los laterales del invernadero.
Fuera de éste estaban los árboles más grandes y robustos.
Se paseaba de un lado a otro mirando las plantas que cuidadosamente había estado preparando, cogió una maceta cuya planta tenía hojas de color entre verde y violeta. Miraba a su alrededor mientras Hayashi bailaba con las ramas de cada planta que había en aquel invernadero, cruzándose de una a otra, saltando y haciendo acrobacias.
- Esta será perfecta – dijo escribiendo una nota y colocándola en el tallo.
Paseó por todo el cuarto escuadrón para dirigirse directamente al despacho del “nuevo” capitán, llamó a la puerta y sin esperar contestación abrió, esperaba encontrárselo coqueteando con alguna mujer. Sin mirar a su alrededor, ya que no era de su incumbencia si lo estaba o no colocó la planta encima de su mesa del despacho.
-Aquí tiene capitán, un presente por su nuevo ascenso, felicidades – dijo mostrándole la tarjeta de felicitaciones y con una voz que sonaba con un cierto rintintín.
Miró de un lado a otro, aquel despacho podría estar mejor ordenado, y con más plantas, quizás estaba demasiado acostumbrada a su invernadero. Odiaba estar en aquel lugar, un simple shinigami que llevaba apenas dos semanas en el escuadrón ya era capitán de aquel escuadrón donde ella había estado durante tanto tiempo, aquello era un insulto para ella. Tampoco se esperaba mucho de aquel hombre, para ella no tenia madera de líder, pensaba demasiado en sus intereses personales y siempre estaba en otro mundo mirando a otras chicas. Aquello debía de cambiar, con el tiempo cambiaría.
- Por cierto Aoki… - giró el cuerpo para abrir la puerta y marcharse de aquel sitio - Le aconsejaría no estar presente en su despacho por las noches, esa planta desprende un gas venenoso durante la fase oscura. Espero que algún día se olvide de ese pequeño detalle.
En uno de los laterales un pequeño arco sin puerta, tan solo con unas lianas florecidas actuaban como ésta para separar su dormitorio del cuarto de baño el cual estaba entero hecho de madera con un estilo tradicional. Una bañera con unas escaleras para acceder a ella, un lavabo con un espejo y un vaso que sujetaba la misma raíz que salía de la pared.
Como cada mañana Sha paseaba por el invernadero para asegurarse que todo estaba en perfecto orden, las plantas recién regadas, sus árboles espías situados en el mismo lugar que siempre observando el recinto ante cualquier invitado no deseado y las grandes plantas carnívoras al acecho de cualquier humanoide que desease entrar que no fuese ella, ya que era la encargada de cuidar todo aquello.
El invernadero no tenía nada fuera de lo común, estaba hecho del mismo material que un invernadero corriente, sujetado por unos troncos y fortificado por unas enredaderas.
Dentro de este se podía recorrer largos pasillos limitados por mesas que sostenían distintos tipos de plantas, separadas por tipo, nombre y tamaño. Las pequeñas plantas y flores estaban sobre mesas altas, los arbustos sobre una especie de escalones hechos de maderas y los árboles pequeños a los laterales del invernadero.
Fuera de éste estaban los árboles más grandes y robustos.
Se paseaba de un lado a otro mirando las plantas que cuidadosamente había estado preparando, cogió una maceta cuya planta tenía hojas de color entre verde y violeta. Miraba a su alrededor mientras Hayashi bailaba con las ramas de cada planta que había en aquel invernadero, cruzándose de una a otra, saltando y haciendo acrobacias.
- Esta será perfecta – dijo escribiendo una nota y colocándola en el tallo.
Paseó por todo el cuarto escuadrón para dirigirse directamente al despacho del “nuevo” capitán, llamó a la puerta y sin esperar contestación abrió, esperaba encontrárselo coqueteando con alguna mujer. Sin mirar a su alrededor, ya que no era de su incumbencia si lo estaba o no colocó la planta encima de su mesa del despacho.
-Aquí tiene capitán, un presente por su nuevo ascenso, felicidades – dijo mostrándole la tarjeta de felicitaciones y con una voz que sonaba con un cierto rintintín.
Miró de un lado a otro, aquel despacho podría estar mejor ordenado, y con más plantas, quizás estaba demasiado acostumbrada a su invernadero. Odiaba estar en aquel lugar, un simple shinigami que llevaba apenas dos semanas en el escuadrón ya era capitán de aquel escuadrón donde ella había estado durante tanto tiempo, aquello era un insulto para ella. Tampoco se esperaba mucho de aquel hombre, para ella no tenia madera de líder, pensaba demasiado en sus intereses personales y siempre estaba en otro mundo mirando a otras chicas. Aquello debía de cambiar, con el tiempo cambiaría.
- Por cierto Aoki… - giró el cuerpo para abrir la puerta y marcharse de aquel sitio - Le aconsejaría no estar presente en su despacho por las noches, esa planta desprende un gas venenoso durante la fase oscura. Espero que algún día se olvide de ese pequeño detalle.
Sha- Post : 46
Edad : 74
Re: Un regalo para el capitán
Aoki andaba de un lado a otro de su habitación. Desde que se había convertido en capitán, el trabajo se le había triplicado, los papeles se amontonaban en su mesa y sus bolígrafos espirituales se quedaban sin tinta en pocas horas…
- Voy a tener que encargarle a Akira uno inacabable pensaba en voz alta mirándo el que se acababa de agotar en sus manos. - El problema es que vete tu a saber lo que me va a pedir a cambio. Paso después de todo corre de cuenta del décimo escuadrón… Asuntos internos… jejeje… - seguía con su monólogo.
El caso es que el estrés empezaba a acumularse en su cuerpo, y si esto seguía así en poco tiempo podría hacerse pasar por shihouin, y es que las canas no perdonan a nadie. - Quizá sea esa la razón por la que Kato tiene ese pelo, es noble y su prometida revoluciona a todo shinigami que se encuentra en su camino… Yo también estaría atacado de los nervios. ¿Qué digo? si tuviese una prometida, entonces sería cuando estaría atacado… ¿Qué haría yo sin mi querida Aiko…? - y allí seguía con su perorata él solito, recordando su cita inminente con la susodicha. Necesitaba a alguien que le calmase los nerviós, y la necesitaba ya.
Y un sonoro quejido del portón parecía dar señal de descanso, como el timbre en la academia. Allí estaba su descanso, su oasis, la que… Espera. No.
En su lugar, apareció Sha, una casi ya veterana en el escuadrón - digámoslo así, que está feo decirle vieja a una fémina - y cuya relación con el actual capitán no era la mejor, de hecho, desde su ascenso, el ambiente cuando ambos estaban en el mismo cuarto era aún más tenso. Para sorpresa del corpulento shinigami, trajo una maceta acompañada con una sonrisa. ¿De la maceta? No, aunque se hubiera sorprendido menos si un geranio le guiñase un ojo, que ver elevada la comisura de los labios de la… bueno, digamos de la veterana. Había gato encerrado. ¿Y era de regalo? Ahora si que se preparaba para lo peor… Conociéndola, una planta carnívora, o algo del estilo…
¡Bingo! Una planta venenosa, que para el caso… Ya empezaba a conocerla en solo dos semanas que llevaba en el escuadrón, aunque ella llevase muchas más. Se quedó un momento mirándola, sin saber muy bien si darle las gracias o tirársela a la cara, y en ese momento, ocurrió. No era la primera vez, aunque sí con ella… A su mente acudió esa sensación…
Ella se giró para marcharse, y, en la mente de Aoki, a su alrededor se hizaron enredaderas de las que salieron hermosas flores rosas, a juego con el color de su larga melena, que ondeaba el viento cortándolo con maestría y silencio. Su gesto orgulloso era digno de una princesa. En el giro también se remarcaron sus pronunciados hombros, enfundados en su limpísimo uniforme ceñido a la cintura, acentuando su trasero que de seguro debía ser suave y sedoso como el de un bebé. O el de Aiko. Finalmente, pensó en cómo sus firmes piernas tenían total libertad siendo rodeadas por esos anchos pantalones.
Esa era aproximandamente la imagen q se formaba tarde o temprano con todas las mujeres que había conocido, incluida la pequeña Yoruko en su día, cambiando solo el color de las flores, acorde con el pelo de la shinigami en cuestión. O el shinigami.
Sintió la imperante necesidad de retenerla allí más tiempo, y fue entonces cuando recordó el contenido del segundo cajón de su escritorio.
- Espera Sha-sama, Yo también tengo algo para ti - dijo enarcando una ceja para darle un toque interesante a su intervención. Esperó unos segundos para que ella se formase una idea equivocada de lo que iba a darle, y luego, extrajo un sobre celeste de dicho cajón. Lo colocó al borde de la mesa, para que ella lo cogiese.
- Me han pedido que te la entregue de forma anónima… - le dijo, con la misma mirada interesante. Su mirada parecía decir “Baby…” al final de cada frase.
La carta tenía una elaboradísima mala letra. Se veía claramente que era de una chica, al menos para los ojos de un experto como lo era Aoki, pero que trataba de simular una letra neutral, incluso masculina. Aunque eso es algo que seguramente pasaría desapercibido para la vigorosa Sha, que pensaría que un hombre se muere por sus huesos. Quizá tuviese que ver con su contenido, y el hecho de que palabras así de chica a chica podrían no sonar del todo bien…
Para cuando terminase de leerla, Aoki misteriosamente se habría colocado a sus espaldas, sujetándola por la cintura, y susurraría a su oído un: - ¿Una carta de amor…? -
- Voy a tener que encargarle a Akira uno inacabable pensaba en voz alta mirándo el que se acababa de agotar en sus manos. - El problema es que vete tu a saber lo que me va a pedir a cambio. Paso después de todo corre de cuenta del décimo escuadrón… Asuntos internos… jejeje… - seguía con su monólogo.
El caso es que el estrés empezaba a acumularse en su cuerpo, y si esto seguía así en poco tiempo podría hacerse pasar por shihouin, y es que las canas no perdonan a nadie. - Quizá sea esa la razón por la que Kato tiene ese pelo, es noble y su prometida revoluciona a todo shinigami que se encuentra en su camino… Yo también estaría atacado de los nervios. ¿Qué digo? si tuviese una prometida, entonces sería cuando estaría atacado… ¿Qué haría yo sin mi querida Aiko…? - y allí seguía con su perorata él solito, recordando su cita inminente con la susodicha. Necesitaba a alguien que le calmase los nerviós, y la necesitaba ya.
Y un sonoro quejido del portón parecía dar señal de descanso, como el timbre en la academia. Allí estaba su descanso, su oasis, la que… Espera. No.
En su lugar, apareció Sha, una casi ya veterana en el escuadrón - digámoslo así, que está feo decirle vieja a una fémina - y cuya relación con el actual capitán no era la mejor, de hecho, desde su ascenso, el ambiente cuando ambos estaban en el mismo cuarto era aún más tenso. Para sorpresa del corpulento shinigami, trajo una maceta acompañada con una sonrisa. ¿De la maceta? No, aunque se hubiera sorprendido menos si un geranio le guiñase un ojo, que ver elevada la comisura de los labios de la… bueno, digamos de la veterana. Había gato encerrado. ¿Y era de regalo? Ahora si que se preparaba para lo peor… Conociéndola, una planta carnívora, o algo del estilo…
¡Bingo! Una planta venenosa, que para el caso… Ya empezaba a conocerla en solo dos semanas que llevaba en el escuadrón, aunque ella llevase muchas más. Se quedó un momento mirándola, sin saber muy bien si darle las gracias o tirársela a la cara, y en ese momento, ocurrió. No era la primera vez, aunque sí con ella… A su mente acudió esa sensación…
Ella se giró para marcharse, y, en la mente de Aoki, a su alrededor se hizaron enredaderas de las que salieron hermosas flores rosas, a juego con el color de su larga melena, que ondeaba el viento cortándolo con maestría y silencio. Su gesto orgulloso era digno de una princesa. En el giro también se remarcaron sus pronunciados hombros, enfundados en su limpísimo uniforme ceñido a la cintura, acentuando su trasero que de seguro debía ser suave y sedoso como el de un bebé. O el de Aiko. Finalmente, pensó en cómo sus firmes piernas tenían total libertad siendo rodeadas por esos anchos pantalones.
Esa era aproximandamente la imagen q se formaba tarde o temprano con todas las mujeres que había conocido, incluida la pequeña Yoruko en su día, cambiando solo el color de las flores, acorde con el pelo de la shinigami en cuestión. O el shinigami.
Sintió la imperante necesidad de retenerla allí más tiempo, y fue entonces cuando recordó el contenido del segundo cajón de su escritorio.
- Espera Sha-sama, Yo también tengo algo para ti - dijo enarcando una ceja para darle un toque interesante a su intervención. Esperó unos segundos para que ella se formase una idea equivocada de lo que iba a darle, y luego, extrajo un sobre celeste de dicho cajón. Lo colocó al borde de la mesa, para que ella lo cogiese.
- Me han pedido que te la entregue de forma anónima… - le dijo, con la misma mirada interesante. Su mirada parecía decir “Baby…” al final de cada frase.
La carta tenía una elaboradísima mala letra. Se veía claramente que era de una chica, al menos para los ojos de un experto como lo era Aoki, pero que trataba de simular una letra neutral, incluso masculina. Aunque eso es algo que seguramente pasaría desapercibido para la vigorosa Sha, que pensaría que un hombre se muere por sus huesos. Quizá tuviese que ver con su contenido, y el hecho de que palabras así de chica a chica podrían no sonar del todo bien…
Sharessu-sama, admiro su trabajo.
Llevo años elogiándola en mi fuero interno.
Cierto día, me decidí a tratar de acercarme a usted.
Ingresé en la academia por usted.
Ingresé en el cuarto escuadrón por usted.
Y la sigo desde mi primer día como shinigami.
Es un honor trabajar con usted,
Aunque ni siquiera sepa que existo.
Fdo: Shinigami enamorado.
Llevo años elogiándola en mi fuero interno.
Cierto día, me decidí a tratar de acercarme a usted.
Ingresé en la academia por usted.
Ingresé en el cuarto escuadrón por usted.
Y la sigo desde mi primer día como shinigami.
Es un honor trabajar con usted,
Aunque ni siquiera sepa que existo.
Fdo: Shinigami enamorado.
Para cuando terminase de leerla, Aoki misteriosamente se habría colocado a sus espaldas, sujetándola por la cintura, y susurraría a su oído un: - ¿Una carta de amor…? -
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Un regalo para el capitán
Komori Sharessu inspeccionaba la carta de arriba abajo mientras miraba a Aoki, sin mostrar ningun tipo de cambio en su rostro. Pero dudaba, más bien no quería pensar, que aquella carta había sido idea de él. Le miró de reojo, aun tenía esa estúpida sonrisa que tanto le repateaba. Anduvo unos pasos hacia el frente para dejar la carta sobre la mesa de su capitán.
Sha se volvió para lanzarle un puñetazo en la boca del estómago, un buen golpe podría dejarle sin respiración durante unos segundos. Inmediatamente después y sin darle tiempo a recolocarse y volver a defenderse, una patada golpeó su rodilla, que por pura fuerza la llevó hasta el suelo.
- ¿Cómo te atreves a llamarme por mi nombre? La próxima vez te invitaré al invernadero para que te coman las plantas carnívoras. - Dijo con un tono de voz grave – Por este tipo de cosas es por las que no aguanto que tenga que obedecer a un capitán que únicamente se encarga de hacer de celestina y de faltar al respeto llamando a los demás por su nombre – dijo Sha cogiendo la carta y moviéndola de un lado para otro mientras se ofuscaba cada vez más.
Acercó una silla a Aoki para que se sentara, después del golpe debía estar algo dolido. Sacó de una pequeña bolsa, que llevaba siempre en el obi, una pomada especial para hematomas realizada y cultivada por ella misma.
- Es de una receta de familia, en pocas horas te desaparecerá cualquier dolor que tengas – le miró de reojo – el que yo te haya producido.
Guardó la pomada en su bolsa de nuevo junto con su carta, nunca antes había pensado en la posibilidad de una relación con alguien, pero tampoco la iba a pensar ahora, ni ahora ni en un futuro. Para Sha eso eran minucias, posiblemente una enfermedad que afecta al trabajo.
Se sentó en otra silla que había en su mismo despacho, abanicándose con los primeros informes que vio sobre la mesa.
- De todas formas yo solo nací para las plantas, no estoy interesada en nadie más. Mi Zampakutoh, mi lucha, mis plantas, la medicina y yo.
Sha se volvió para lanzarle un puñetazo en la boca del estómago, un buen golpe podría dejarle sin respiración durante unos segundos. Inmediatamente después y sin darle tiempo a recolocarse y volver a defenderse, una patada golpeó su rodilla, que por pura fuerza la llevó hasta el suelo.
- ¿Cómo te atreves a llamarme por mi nombre? La próxima vez te invitaré al invernadero para que te coman las plantas carnívoras. - Dijo con un tono de voz grave – Por este tipo de cosas es por las que no aguanto que tenga que obedecer a un capitán que únicamente se encarga de hacer de celestina y de faltar al respeto llamando a los demás por su nombre – dijo Sha cogiendo la carta y moviéndola de un lado para otro mientras se ofuscaba cada vez más.
Acercó una silla a Aoki para que se sentara, después del golpe debía estar algo dolido. Sacó de una pequeña bolsa, que llevaba siempre en el obi, una pomada especial para hematomas realizada y cultivada por ella misma.
- Es de una receta de familia, en pocas horas te desaparecerá cualquier dolor que tengas – le miró de reojo – el que yo te haya producido.
Guardó la pomada en su bolsa de nuevo junto con su carta, nunca antes había pensado en la posibilidad de una relación con alguien, pero tampoco la iba a pensar ahora, ni ahora ni en un futuro. Para Sha eso eran minucias, posiblemente una enfermedad que afecta al trabajo.
Se sentó en otra silla que había en su mismo despacho, abanicándose con los primeros informes que vio sobre la mesa.
- De todas formas yo solo nací para las plantas, no estoy interesada en nadie más. Mi Zampakutoh, mi lucha, mis plantas, la medicina y yo.
Sha- Post : 46
Edad : 74
Re: Un regalo para el capitán
Le miraba indiscretamente desde encima de su hombro, ojeando la carta, y porqué no decirlo, su escote, con mirada bravucona. Y en un momento, su vista desenfocó a causa de una punzada en la parte superior de sus abdominales, seguido de un golpe casi simultáneo en su rodilla derecha, haciendo que el pie que antes estaba en el suelo, ahora volase por encima de su cabeza, y no porque alcanzase dos metros de altura, sino porque su frente estaba a la misma altura de la suela de las zapatillas de paja que vestía su invitada. Todo ocurrió tan rápido que no tuvo siquiera tiempo de reponerse cuando ya le comenzaba a arremeter, acompañando a sus golpes, con la dialéctica digna de la familia Komori, como buena noble que era.
Por norma general, Aoki sentía cierto desprecio natural hacia la nobleza. Quizá la causa fuese su vida humana, o quizá la represión que ejercía la burguesía en esta segunda vida. O también podría tener algo que ver lo desagradable del sistema jerárquico que gobernaba allí donde ellos estaban. Pero el conflicto llega a la mente de Aoki cuando se percata de que, también por norma general, sentía un gran atractivo natural hacia las individuas del género femenino daba igual tamaño o forma. Sharessu era un claro caso de conflicto. Un conflicto en el que, para no variar, reinaba el género - por no decir el sexo -.
Parece que por mucho “-sama” que hubiese añadido, que la llamase por su nombre le había chocado, pero era una - mala - costumbre el tratar de tener cierta cercanías con sus hombres, y más aún con sus mujeres. Aunque a esta parecía faltarle mucho para ser una de sus mujeres, y por ahora, solo era una de sus hombres, dispuestas a luchar por el escuadrón, pero no precisamente por su capitán. Y aplicando a la perfección la política del escuadrón, impuesta de forma involuntaria por Suzuhara, otro noble, pero más que conveniente para la panda de debiluchos que poblaban la división antes de la llegada de los gigantes.
Tomó la silla y se sentó inclinado hacia delante, con sus codos apoyados en sus rodillas, y la dejó hacer. Ella aplicó la pomada casi con dulzura. Desde luego era una buena shinigami del cuarto, y parece que no se lo querían poner fácil para tomar la decisión de quién sería el siguiente teniente. Dos grandes curanderos, nobles, aplicados… Aunque suzuhara era fuerte, y daba la talla y el aspecto que el reciente capitán quería darle al escuadrón… Aunque Sha tenía dos grandes razones para convencerle… desde luego se lo estaban poniendo difícil.
Ante el, porqué no decirlo, contundente y tajante comentario final, Aoki solo le soltó un simple - No te preocupes, en una de estas me dejas en estado vegetal… ¿Cuidarás entonces de mí como de tus plantas? - y en silenció tensó los músculos de su cuerpo para encajar el siguiente golpe sin poder ser movido del sitio… Por supuesto, también tensó los que dibujaban una amplia sonrisa en su cara… Si la seguía buscando la terminaría por encontrar.
Por norma general, Aoki sentía cierto desprecio natural hacia la nobleza. Quizá la causa fuese su vida humana, o quizá la represión que ejercía la burguesía en esta segunda vida. O también podría tener algo que ver lo desagradable del sistema jerárquico que gobernaba allí donde ellos estaban. Pero el conflicto llega a la mente de Aoki cuando se percata de que, también por norma general, sentía un gran atractivo natural hacia las individuas del género femenino daba igual tamaño o forma. Sharessu era un claro caso de conflicto. Un conflicto en el que, para no variar, reinaba el género - por no decir el sexo -.
Parece que por mucho “-sama” que hubiese añadido, que la llamase por su nombre le había chocado, pero era una - mala - costumbre el tratar de tener cierta cercanías con sus hombres, y más aún con sus mujeres. Aunque a esta parecía faltarle mucho para ser una de sus mujeres, y por ahora, solo era una de sus hombres, dispuestas a luchar por el escuadrón, pero no precisamente por su capitán. Y aplicando a la perfección la política del escuadrón, impuesta de forma involuntaria por Suzuhara, otro noble, pero más que conveniente para la panda de debiluchos que poblaban la división antes de la llegada de los gigantes.
Tomó la silla y se sentó inclinado hacia delante, con sus codos apoyados en sus rodillas, y la dejó hacer. Ella aplicó la pomada casi con dulzura. Desde luego era una buena shinigami del cuarto, y parece que no se lo querían poner fácil para tomar la decisión de quién sería el siguiente teniente. Dos grandes curanderos, nobles, aplicados… Aunque suzuhara era fuerte, y daba la talla y el aspecto que el reciente capitán quería darle al escuadrón… Aunque Sha tenía dos grandes razones para convencerle… desde luego se lo estaban poniendo difícil.
Ante el, porqué no decirlo, contundente y tajante comentario final, Aoki solo le soltó un simple - No te preocupes, en una de estas me dejas en estado vegetal… ¿Cuidarás entonces de mí como de tus plantas? - y en silenció tensó los músculos de su cuerpo para encajar el siguiente golpe sin poder ser movido del sitio… Por supuesto, también tensó los que dibujaban una amplia sonrisa en su cara… Si la seguía buscando la terminaría por encontrar.
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Un regalo para el capitán
- No te preocupes, en una de estas me dejas en estado vegetal… ¿Cuidarás entonces de mí como de tus plantas?
Se podía apreciar como tensaba los músculos como si fuese a encajar un golpe, ¿De verdad lo estaba esperando?
- Jamás te dejaría vegetal, intentaría acabar con tu dolor para que no te parecieses a mis plantas. Aunque ese momento llegase y te dejase vegetal únicamente podría regarte y sacar al sol plantado en una maceta, si es que quieres que te trate como a mis plantas.
Realmente no pensaba dejarle en estado vegetal, aunque sería un gran experimento intentar sacarle de ese estado con sus conocimientos, seguramente necesitaría ayuda del doceavo escuadrón. Pero para Sha era mucho más fácil acabar con él, así tendría más oportunidades de ascender.
Miró a la planta que recientemente le había regalado al capitán. Sin duda el regalo no le había hecho gracia. Se arrimó a ésta cogiéndola con dulzura por la maceta. Una pequeña flor de colores púrpura se asomaba por entre las hojas. La miró de reojo sin tocarla demasiado para observar que le estaban saliendo unas pequeñas púas de color marfil.
Ahora si que podría expulsar veneno por las noches cuando estaba en la fase oscura. Le daba lastima tener que cortar la flor. Normalmente si estuviese en el invernadero estaría fuera de peligro, aparte de las plantas que contrarrestaban el efecto, había instalado sistemas que amortiguaban el efecto. Las amapolas lilas eran una especie de planta poco conocida. Se había oído rumores de grandes campos que se extendían por las montañas. Era común morir entre estas plantas ya que provocaban el sueño en las personas para después no volverse a despertar nunca.
No quería ser investigada y mucho menos cuando alguien se enterase de los efectos de la planta y de quien se la entregó. Sabrían que no habría sido un error por su parte, mucho menos cuando alguien conocía a Sha.
- Veo que no te ha gustado el regalo, iré a por otra planta. Más adecuada a tu gusto – dijo sin mirar a Aoki mientras abría la puerta para volver a su invernadero a coger otra planta.
Shares fue a paso ligero hasta su invernadero, donde, de nuevo, su Hayashi comenzaba a corretear y a juguetear entre las ramas haciendo acrobacias.
Dejó la planta justo donde estaba anteriormente y fue buscando un único ejemplar, uno muy especial preparado para gente como Aoki…no, mas bien para Aoki.
La planta en aspecto científico era un ser racional, al menos esa planta. Había sido dotada de lógica y de cuerdas vocales. Repetía las frases como si se tratase de una cacatúa, aprendía a gran velocidad y fácilmente podía aprender nuevas frases. Aun estaba en edad de crecimiento, pero más adelante se dice que algunas llegan a establecer pequeñas conversaciones entre sus dueños.
Sha regresó al cuarto del capitán y de nuevo llamó a la puerta con la mano izquierda sujetando la maceta
Se podía apreciar como tensaba los músculos como si fuese a encajar un golpe, ¿De verdad lo estaba esperando?
- Jamás te dejaría vegetal, intentaría acabar con tu dolor para que no te parecieses a mis plantas. Aunque ese momento llegase y te dejase vegetal únicamente podría regarte y sacar al sol plantado en una maceta, si es que quieres que te trate como a mis plantas.
Realmente no pensaba dejarle en estado vegetal, aunque sería un gran experimento intentar sacarle de ese estado con sus conocimientos, seguramente necesitaría ayuda del doceavo escuadrón. Pero para Sha era mucho más fácil acabar con él, así tendría más oportunidades de ascender.
Miró a la planta que recientemente le había regalado al capitán. Sin duda el regalo no le había hecho gracia. Se arrimó a ésta cogiéndola con dulzura por la maceta. Una pequeña flor de colores púrpura se asomaba por entre las hojas. La miró de reojo sin tocarla demasiado para observar que le estaban saliendo unas pequeñas púas de color marfil.
Ahora si que podría expulsar veneno por las noches cuando estaba en la fase oscura. Le daba lastima tener que cortar la flor. Normalmente si estuviese en el invernadero estaría fuera de peligro, aparte de las plantas que contrarrestaban el efecto, había instalado sistemas que amortiguaban el efecto. Las amapolas lilas eran una especie de planta poco conocida. Se había oído rumores de grandes campos que se extendían por las montañas. Era común morir entre estas plantas ya que provocaban el sueño en las personas para después no volverse a despertar nunca.
No quería ser investigada y mucho menos cuando alguien se enterase de los efectos de la planta y de quien se la entregó. Sabrían que no habría sido un error por su parte, mucho menos cuando alguien conocía a Sha.
- Veo que no te ha gustado el regalo, iré a por otra planta. Más adecuada a tu gusto – dijo sin mirar a Aoki mientras abría la puerta para volver a su invernadero a coger otra planta.
Shares fue a paso ligero hasta su invernadero, donde, de nuevo, su Hayashi comenzaba a corretear y a juguetear entre las ramas haciendo acrobacias.
Dejó la planta justo donde estaba anteriormente y fue buscando un único ejemplar, uno muy especial preparado para gente como Aoki…no, mas bien para Aoki.
La planta en aspecto científico era un ser racional, al menos esa planta. Había sido dotada de lógica y de cuerdas vocales. Repetía las frases como si se tratase de una cacatúa, aprendía a gran velocidad y fácilmente podía aprender nuevas frases. Aun estaba en edad de crecimiento, pero más adelante se dice que algunas llegan a establecer pequeñas conversaciones entre sus dueños.
Sha regresó al cuarto del capitán y de nuevo llamó a la puerta con la mano izquierda sujetando la maceta
Sha- Post : 46
Edad : 74
Re: Un regalo para el capitán
Y, sin dar lugar a responder, desapareció. Abandonó el cuarto saltarina, con la planta entre sus manos. Aoki solo se apoyó sobre su escritorio, y, resignado, esperó paciente a que volviese. La puerta volvió a sonar en breve, parecía haberse dado prisa. En seguida se dirigió a la misma y al abrirla, y para su sorpresa, la voz que le saludó era otra.
- Taichou... - La voz sonaba dulce y seductora, y de no otra que Aiko. Apoyó la punta de su dedo índice en el torso desnudo del capitán y le hizo retroceder varios pasos hasta chocar contra el escritorio. Cuando él se hubo detenido ella avanzó un paso más hasta quedar en contacto con la piel del grandullón. Se puso de puntillas para susurrar a su oido. - Te traigo un regalo... - Y sin decir nada más, lo lamió con dulzura, continuó descendiendo por el cuello con rumbo previsible, mordisqueó con suavidad su clavícula robusta y siguió con su enorme pectoral, los abdominales, y terminó arrodillada a la altura de su cintura. - Le voy a coger gusto a esto de ser capitán, dos regalos de mujeres el mismo día... pensó.
El shinigami en cuestión se había quedado mudo, y cuando oyó los pasos al fondo del pasillo de su otra acompañante tomó a Aiko del pelo y la puso depié de un solo tirón, deshaciendo su coleta. Ella con presura se atusó el removido cabello con sus manos, y tras una mirada cómplice y tentadora, la dirigió a la puerta sonriente.
Sonó la puerta.
Aoki se dirigió a la puerta y la abrió y al otro lado, la viva imagen de una cacatúa anclada a una maceta. Tanto extraño se debía reconocer. Aiko dejó sigilosa la habitación con un simple: - Creo que aquí sobro... Que tenga un buen día señorita Komori Sharessu-sama... - y dedicó una coqueta sonrisa a los presentes, largándose.
Ahora, ya un poco más centrado, se dedicó por entero a su dura compañera de división. - ¿Qué va a ser esta vez, Komori-san? -
- Taichou... - La voz sonaba dulce y seductora, y de no otra que Aiko. Apoyó la punta de su dedo índice en el torso desnudo del capitán y le hizo retroceder varios pasos hasta chocar contra el escritorio. Cuando él se hubo detenido ella avanzó un paso más hasta quedar en contacto con la piel del grandullón. Se puso de puntillas para susurrar a su oido. - Te traigo un regalo... - Y sin decir nada más, lo lamió con dulzura, continuó descendiendo por el cuello con rumbo previsible, mordisqueó con suavidad su clavícula robusta y siguió con su enorme pectoral, los abdominales, y terminó arrodillada a la altura de su cintura. - Le voy a coger gusto a esto de ser capitán, dos regalos de mujeres el mismo día... pensó.
El shinigami en cuestión se había quedado mudo, y cuando oyó los pasos al fondo del pasillo de su otra acompañante tomó a Aiko del pelo y la puso depié de un solo tirón, deshaciendo su coleta. Ella con presura se atusó el removido cabello con sus manos, y tras una mirada cómplice y tentadora, la dirigió a la puerta sonriente.
Sonó la puerta.
Aoki se dirigió a la puerta y la abrió y al otro lado, la viva imagen de una cacatúa anclada a una maceta. Tanto extraño se debía reconocer. Aiko dejó sigilosa la habitación con un simple: - Creo que aquí sobro... Que tenga un buen día señorita Komori Sharessu-sama... - y dedicó una coqueta sonrisa a los presentes, largándose.
Ahora, ya un poco más centrado, se dedicó por entero a su dura compañera de división. - ¿Qué va a ser esta vez, Komori-san? -
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Un regalo para el capitán
Sha había llegado al cuarto, tras ver como una compañera suya lo abandonaba a la misma vez. Tenía el pelo algo alborotado, y una sonrisa en el rostro de Aoki lo confirmaba todo. Entre ellos había una mirada cómplice, como si acabasen de hacer algún delito.
Miró a su compañera con una mirada fulminante, si las miradas matasen, Aiko hace mucho tiempo que habría dejado el escuadrón, no era una mala muchacha, el problema eran los rumores hacia el nuevo capitán del escuadrón.
- Por esta clase de cosas es por las que odio tenerte de capitán – dijo en voz baja suspirando.
Al menos aquel regalo que le iba ha hacer iba a bajarle los humos. Al menos la planta reproducía las mismas frases con la misma voz de la persona a la que escuchan, lo máximo que pudo oír de Sha fue alguna nana. Solía cantarle a sus plantas y preguntarles sin recibir contestación. Sin embargo tanto las frases de Aoki como las chicas que pasaran a su despacho iban a repetirse por aquella planta en más de una ocasión.
- Yo le llamo mi seigaku (canto), me tararea nanas mientras riego las plantas. Quizás te tranquilice en momentos de mayor estrés. Llevala siempre contigo. – dijo con mucha calma.
Espero a que Aoki le diera las gracias o le permitiera retirarse.
Miró a su compañera con una mirada fulminante, si las miradas matasen, Aiko hace mucho tiempo que habría dejado el escuadrón, no era una mala muchacha, el problema eran los rumores hacia el nuevo capitán del escuadrón.
- Por esta clase de cosas es por las que odio tenerte de capitán – dijo en voz baja suspirando.
Al menos aquel regalo que le iba ha hacer iba a bajarle los humos. Al menos la planta reproducía las mismas frases con la misma voz de la persona a la que escuchan, lo máximo que pudo oír de Sha fue alguna nana. Solía cantarle a sus plantas y preguntarles sin recibir contestación. Sin embargo tanto las frases de Aoki como las chicas que pasaran a su despacho iban a repetirse por aquella planta en más de una ocasión.
- Yo le llamo mi seigaku (canto), me tararea nanas mientras riego las plantas. Quizás te tranquilice en momentos de mayor estrés. Llevala siempre contigo. – dijo con mucha calma.
Espero a que Aoki le diera las gracias o le permitiera retirarse.
Sha- Post : 46
Edad : 74
Re: Un regalo para el capitán
- ¿Has dicho algo? - preguntó tras su comentario en susurro que no alcanzó a oir…
Ella, que le ignoró por completo, comenzó con al explicación de la funcionalidad de la adorable planta. Al parecer canturreaba nanas… ¿Dormiría al capitán en algún mal momento? Tenía que tener truco, aunque aún no se lo encontraba… ¿Le habría metido? Había que reconocer que Aoki no se fiaba ni un pelo de su subordinada, que sabría diós lo que era capaz de hacer…
Tomó el tiesto con una sonrisa forzada y la colocó en una repisa junto a la ventana.
- ¿Está bien aquí? Ya sabes que no entiendo mucho de plantas… - y luego se volteó para preguntarle a la planta directamente. Había escuchado que era bueno hablarles, aunque a veces te sintieses como un idiota hablándole a una planta. - Pequeña Miseigaku, ¿estás bien aquí? ¿Te da mucho sol? - Si, se había equivocado en el nombre, pero el gesto le quedó hasta cálido con el vegetal, incluso acarició una de sus hojas…
Se volvió de nuevo hacia Sha. - Bueno, pues gracias Komori-sama. Entre ella, Momo-chan y yo, cantaremos algo algún día. - dijo como punto y agradecimiento por el regalo.
- Y, bueno, cambiando de tema, ¿Sabes de quién puede ser la carta? Llegaron muchas más, si las quieres, te las traigo, y te prometo que no he leído ninguna de ellas…
Ella, que le ignoró por completo, comenzó con al explicación de la funcionalidad de la adorable planta. Al parecer canturreaba nanas… ¿Dormiría al capitán en algún mal momento? Tenía que tener truco, aunque aún no se lo encontraba… ¿Le habría metido? Había que reconocer que Aoki no se fiaba ni un pelo de su subordinada, que sabría diós lo que era capaz de hacer…
Tomó el tiesto con una sonrisa forzada y la colocó en una repisa junto a la ventana.
- ¿Está bien aquí? Ya sabes que no entiendo mucho de plantas… - y luego se volteó para preguntarle a la planta directamente. Había escuchado que era bueno hablarles, aunque a veces te sintieses como un idiota hablándole a una planta. - Pequeña Miseigaku, ¿estás bien aquí? ¿Te da mucho sol? - Si, se había equivocado en el nombre, pero el gesto le quedó hasta cálido con el vegetal, incluso acarició una de sus hojas…
Se volvió de nuevo hacia Sha. - Bueno, pues gracias Komori-sama. Entre ella, Momo-chan y yo, cantaremos algo algún día. - dijo como punto y agradecimiento por el regalo.
- Y, bueno, cambiando de tema, ¿Sabes de quién puede ser la carta? Llegaron muchas más, si las quieres, te las traigo, y te prometo que no he leído ninguna de ellas…
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Un regalo para el capitán
Sha miraba fijamente a la planta, la miraba con dulzura, como si fuese un miembro más de su familia. Aun que en cierto modo lo era ya que cada planta que ella cuidaba era como un hijo suyo. Todas las mañanas los despertaba con una suave melodía, los regaba a cada uno en su justa medida, las mimaba, les cortaba las malas hierbas y les cantaba nanas para dormir.
Su capitán colocó a la planta en la ventana preguntándole si así estaría bien.
- Mientras no te pida ella misma lo contrario ahí debería estar bien. A este tipo de plantas les encanta el calor y el sol, aunque no dependen enteramente de éste como si fuese un girasol.
- Pequeña Miseigaku, ¿estás bien aquí? ¿Te da mucho sol?
- Es “Seigaku” a secas, el mi lo dije por que hasta hace poco era mía… Es igual como la llames, cuando ella sepa que le hablas te contestará.
Sha volvió a tocar la planta como si se estuviera despidiendo de ella. Se giro de nuevo para marcharse, aunque estaba impaciente por ver los resultados de su regalo.
- Y, bueno, cambiando de tema, ¿Sabes de quién puede ser la carta? Llegaron muchas más, si las quieres, te las traigo, y te prometo que no he leído ninguna de ellas…
- ¿De la misma persona? Dile que no estoy interesada de momento en la descendencia. Tendrá que esperar unas cuantas décadas más, quizás unos siglos. ¿Eso es todo? Si es así me voy, ya me comentara como le va mi regalo y si le hace buena compañía
Su capitán colocó a la planta en la ventana preguntándole si así estaría bien.
- Mientras no te pida ella misma lo contrario ahí debería estar bien. A este tipo de plantas les encanta el calor y el sol, aunque no dependen enteramente de éste como si fuese un girasol.
- Pequeña Miseigaku, ¿estás bien aquí? ¿Te da mucho sol?
- Es “Seigaku” a secas, el mi lo dije por que hasta hace poco era mía… Es igual como la llames, cuando ella sepa que le hablas te contestará.
Sha volvió a tocar la planta como si se estuviera despidiendo de ella. Se giro de nuevo para marcharse, aunque estaba impaciente por ver los resultados de su regalo.
- Y, bueno, cambiando de tema, ¿Sabes de quién puede ser la carta? Llegaron muchas más, si las quieres, te las traigo, y te prometo que no he leído ninguna de ellas…
- ¿De la misma persona? Dile que no estoy interesada de momento en la descendencia. Tendrá que esperar unas cuantas décadas más, quizás unos siglos. ¿Eso es todo? Si es así me voy, ya me comentara como le va mi regalo y si le hace buena compañía
Sha- Post : 46
Edad : 74
Re: Un regalo para el capitán
Y allí estaba la pequeña planta, que de ser humana estaría cantando... o no, la verdad es que no era capaz el grandullón de ver mucho en una planta. Pero bueno, era un regalo de una miembro de su escuadrón, y lo aceptaría de buen grado.
Tras su último comentario, abandonó el cuarto con esa soberbia que la envolvía, dejándole a solas con su última adquisición.
- Vaya, quién me iba a decir que con lo estirada que es iba a tener un detalle así conmigo... ¿y tú que sabes hacer pequeña Misegaku? - a lo que la planta, en lugar de contestar, comenzó a tararear una musiquilla, simple aunque agradable.
Aoki se recostó en la silla de su despacho, y la escuchó con sus ojos cerrados. En poco, comenzó a seguirla de manera autómata, sin pensarlo.
Hizo un viaje sin darse cuenta a su mundo interior. Sin ser consciente de ello, se encontraba tumbado en el suelo entarimado de una de las muchas habitaciones que componían su ryokan. El silencio podía masticarse a su alrededor, así como la tranquilidad con el simple y delicioso hilo musical camuflado de la planta. Comenzó a acompañar la canción produciendo un sonido ligero con sus fosas nasales, sin despegar sus labios, y en poco tiempo, se unió el dulce shamisen de momo. Aoki estaba recostado en su regazo, adormilado, con una extraña sensación de nostalgia. ¿Era quizá esa una de sus canciones de cuna? ¿podía trascender de tal forma una nana? y eran los pensamientos que le invadían, instantes antes de dormirse en el cómodo lecho de su fiel amiga: Momoku. Era un agradable momento, el que le había brindado el regalo de Sha, y sólo por esto, merecía la pena soportar las continuas arremetidas de su -en el fondo- fiel shinigami.
Tras su último comentario, abandonó el cuarto con esa soberbia que la envolvía, dejándole a solas con su última adquisición.
- Vaya, quién me iba a decir que con lo estirada que es iba a tener un detalle así conmigo... ¿y tú que sabes hacer pequeña Misegaku? - a lo que la planta, en lugar de contestar, comenzó a tararear una musiquilla, simple aunque agradable.
Aoki se recostó en la silla de su despacho, y la escuchó con sus ojos cerrados. En poco, comenzó a seguirla de manera autómata, sin pensarlo.
Hizo un viaje sin darse cuenta a su mundo interior. Sin ser consciente de ello, se encontraba tumbado en el suelo entarimado de una de las muchas habitaciones que componían su ryokan. El silencio podía masticarse a su alrededor, así como la tranquilidad con el simple y delicioso hilo musical camuflado de la planta. Comenzó a acompañar la canción produciendo un sonido ligero con sus fosas nasales, sin despegar sus labios, y en poco tiempo, se unió el dulce shamisen de momo. Aoki estaba recostado en su regazo, adormilado, con una extraña sensación de nostalgia. ¿Era quizá esa una de sus canciones de cuna? ¿podía trascender de tal forma una nana? y eran los pensamientos que le invadían, instantes antes de dormirse en el cómodo lecho de su fiel amiga: Momoku. Era un agradable momento, el que le había brindado el regalo de Sha, y sólo por esto, merecía la pena soportar las continuas arremetidas de su -en el fondo- fiel shinigami.
Murakami Aoki- Post : 763
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