En movimiento [Libre]

Tora le respondio, soy nuevo y digamos que tengo un estilo propio...

El compañero Shinigami asintió, le dio la bienvenida y se marchó.

Tora habia oido que habia un nuevo compañero, además de él, asi que decidio buscar a ver si encontraba a alguien por las dependencias de la división.

Sin embargo, tras horas de busqueda, no habia ni un alma que se presentase en las dependencias, asi que decidió dirigirse a las dependencias del capitan, para que le asignasen alguna tarea.

Liang regresaba del salón principal. Durante horas había estado contemplando minuciosamente el mapa del Seireitei, escrutando sus intrincados dibujos forjándose una idea de dónde estarían los puntos más desprotegidos así como los más sólidos. Aunque el muro exterior que rodeaba todo el Seireitei era casi inexcrutable, siempre habría alguien capaz de ponerlo a prueba y como miembro de la Séptima, la estrategia no sólo afectaba al campo de batalla, sino también a los emplazamientos.

Volvía a su habitación traspasar gran parte de la mañana allí, cuando se topó con una cara anónima dentro de las dependencias. Parecía desorientado y hastiado.

-¿Puedo ayudarte con algo? -preguntó en tono neutro interponiéndose en el camino de aquel shinigami, a sabiendas de que iba directo al despacho del capitán-.


OFF: lamento que sea tan corto. Te explico, no soy nuevo en el escuadrón llego un tiempo (quería ser oficial pero como Hayato no se ha pasado por mi ficha me han puesto como raso...¬¬).

-Al fin alguien con quien hablar, encantado, soy Shiro Tora, llevo un tiempo como miembro de la división, pero desde que me presente a Kobayashi Taicho, no he vuelto a tener noticias de nadie, esto parece completamente desierto-

Con una actitud amigable a la par que respetuosa, esperaba Shiro la respuesta de su compañero de Escuadron.


OFF: Yo llevo ya más de un año registrado e intentando rolear, pero parece que Kobayashi Hayato no esta muy activo...

-Bueno, por si no te has percatado, las cosas andan un poco turbias últimamente. Kobayashi-taicho anda ocupado en asuntos que no nos conciernen -explicaba Liang manteniendo una distancia cuatelar con aquella cada desconocida del escuadrón-. O al menos, no hasta que el capitán tome una decisión al respecto... Soy Liang.

Estricto y formal, mantuvo la compostura, un tanto fría frente a Tora. Lo cierto es que los asuntos del escuadrón eran cuanto menos preocupantes dadas las circunstancias, pero Kobayashi no había dado instrucciones y él, no estaba dispuesto a intervenir sin más. Prefería mantener las manos limpias hasta que se tomase una decisión al respecto.

-La gente anda ocupada con sus asuntos, yo mismo acabo de tomarme un descanso. Dime, ¿qué te hizo escoger este escuadrón? Habiendo tanta diversidad en el Gotei, tuvo que haber una buena razón para entrar en un segmento logístico y estratégico -preguntó mostrándose amigable-.

Aunque lo cierto es que sopesaba a aquel shinigami. De sus respuestas podría sacar información importante de las motivaciones de los mimebros del escuadrón, y ver, qué quería cada uno. Las necesidades impelen a la gente a obrar de una forma u otra, y eso, le interesaba mucho.

Liang escribió:OFF: lamento que sea tan corto. Te explico, no soy nuevo en el escuadrón llego un tiempo (quería ser oficial pero como Hayato no se ha pasado por mi ficha me han puesto como raso...¬¬).

[FDI: Mis disculpas, Liang. Llevo un tiempo bastante desconectado de la creación de fichas (y tampoco puedo decir que nadie me haya avisado de la tuya, pero eso no me exculpa). Si todavía sigues interesado en un puesto de oficial en el Escuadrón, puedes abrir un tema en este mismo subforo y estaré encantado de ponerte a prueba ]

Liang escuchaba aquella retahíla de palabras y explicaciones que cada vez se le antojaban más y más enrevesadas, no por su complejidad... sino por la falta de ésta. No veía incorrecto la forma de pensar de Tora; daba argumentos nobles y sencillos, aunque para su gusto, esa sencillez podía considerarse simpleza y eso, era otro cantar. Lo elemental era prescindible de mención.

El rostro de Liang no se inmutó. Por alguna razón que se le escapaba, había algo que no terminaba de encajar en aquel discurso. Según su criterio, el entrenamiento era necesario y fundamental en un shinigami independientemente de su origen; no obstante, para Tora parecía un completo dilema casi existencial.

-Camarada, eso que dices parece un discurso pacifista -comentó adoptando un tono más distendido-. Todos quieren proteger la integridad del mundo y a sus habitantes y todo esa dilatado discurso que, a buen seguro, todo el mundo conoce. Pero las verdaderas razones... Es algo que no todos ponen en el asador.

Liang miró con cierta suspicacia a Tora.

-Supongo que en cierto modo entiendo tus metas, pero no comparto que la obligación de todo shinigami sea hacerse más fuerte, al menos físicamente. Tu brazo, aunque sea tan inmenso como una montaña no sabrá golpear si tu mente es débil. El equilibrio reside en el control de tus acciones por encima del músculo, ¿me sigues? -explicaba Liang con soltura, seguro de sus palabras; no era arrogante, sólo estaba seguro de sí mismo-. En mi opinión, el deber del escuadrón no es hacer físicamente más notable, sino refinar sus métodos. Somos una sección estratégica, lo que no quiere decir que reniegue del músculo, pero nosotros no nos basamos en ello, sino en analizar y dirigir la respuesta de los nuestros y la del oponente para maximizar los daños al enemigo y minimizar los nuestros. El cerebro y la rapidez mental son claves para ello. Existen mucho factores fundamentales en un combate, no sólo la fuerza bruta, sino la velocidad, la coordinación, la capacidad de respuesta, el liderazgo y por supuesto, la efectividad.

El shinigami no renegaba de la fuerza, él mismo era un saco de músculos si se paraba a pensarlo, pero no se obsesioba con mejorar cada día ese aspecto. Su forma de entender sus metas eran distintas a las de Tora; Liang, creía que en el liderazgo residía la base fundamental de un estratega. La capacidad de ordenamiento y aceptación eran esenciales en un combate. Pero por encima de todo, creía en la intuición. Esa sensación ineludible que por instinto e impulso, hacia que los silencios se coordinasen y las manos decidieran golpear al mismo tiempo; al unificación del pensamiento eran cosas esenciales y que normalmente, nadie les prestaba la merecida atención.

-¿Qué me dices? -inquirió con el ánimo belicoso, discutir le emocionaba sobretodo cuando podía rizar el rizo-.

Una sonrisa deasfiante dirigió hacia Tora, instándole a dar su mejor respuesta.

Los ojos castaños de Liang se etrecerraron, escrutando la actitud de su camarada de escuadrón. Sus palabras estaban cargadas de entusiasmo y énfasis. Para un estratega no sólo era importante conocer el campo de batalla tanto como a sus oponentes; las capas de oportunidades se extendían una tras otra, en una sucesión infinita de opciones y consecuencias. Un shinigami íntegro y con un medido control de sí mismo sería capaz de controlar la más adversa de las situaciones, incluso aquellas que se salían de lo habitual. El control de las emociones era esencial para no tomar decisiones equivocadas que conlleven a pérdidas irreparables. Una decisión emocional era errónea en mitad de una batalla, de la misma forma que dejarse guiar por sentimientos como la rabia, el odio o la pasión.

La sonrisa se Liang se extendió en un alarde de malicia. Aquella conversación se le antojaba ingenua, plagada de altruismos inocentes y buenas intenciones, como el shinigami recieén salido de la Academia que anhela hacer del mundo un sitio mejor. Para él, aquello no era más que una situación que podía tornarse comprometida y crítica.

-Me alegro que lo tengas tan claro, camarada -aseguró moviendo la cabeza de arriba a abajo con lentitud, mientras su sonrisa se moderaba-. Es bueno ver como alguien tiene las ideas tan claras... Entonces, si me lo permites, déjame ponerte una situación y tú me responderás lo mejor que puedas.

Su mano izquierda se movió a un lado, invitando a Tora a moverse mientras hablaban.

-Imaginemos una situación... El rukongia, ¿de acuerdo? Casi todos hemos nacido allí, por lo que es un sitio familiar y conocido. Personalmente, no sé nada de tu vida, así que supondré los ejemplos más comunes -explicaba caminando con las manos asidas a su cinturón-. Supón que un día recibes la noticia de que tu familia ha sufrido una terrible desgracia familiar: tu hermanita ha muerto. Por lo que sabes, un arrancar le atravesó el pecho con su arma después de haberla forzado... Dime Tora, ¿qué harías?

Normalmente cuando una cuestión se desencadena es habitual que le sucedan una tras otra, como una gota de agua que cae en un estanque de agua tranquila, las ondas se expanden y se crean nuevas. Era la consecuencia más común a un acto sencillo, y Tora acababa de desencadenar un torbellino de suposiciones. Para Liang era complicado asumir que esa pregunta le huiera resultado satisfactoria. Aunque Tora hablaba con pasión en cada discurso, siempre veía gruesas trazas de falta de iniciativa, no por su incapacidad para hablar, desde luego; sino porque era incapaz de apostar por una respuesta firme y propia.

Su conversación comenzaba a distar de ser un buen debate. A decir verdad, Liang sólo quería ver qué capacidad de reacción poseía su compañero de escuadrón; hasta qué punto podía hurdir planes sin quedarse bloqueado o cuanto tiempo era capaz de mantener la compostura mientras sus preguntas y suposiciones se hacían más crudas. No pretendía ser ofensivo, pero le inspiraba mucha curiosidad y al mismo tiempo, vería cuan capacitado estaba para plantarse delante de un oponente sin dejarse llevar por esas inocentes pasiones.

Con gesto resignado, Liang volvió a formular una nueva pregunta.

-Esta vez, camarada intenta no empatizar con el ejemplo -respondió mostrando su incomodidad ante la incomprensión de la suposición-. Como te he dicho, no sé nada de ti ni de tu vida en el Rukongai, sólo te estoy proponiendo que imagines una situación, ¿de acuerdo? -explicó con voz dura e inflexible; si esta vez no lo comprendía se marcharía del escuadrón-. De todas formas aprovecharé tu respuesta para darte el siguiente ejemplo... Dices que tu familia es el mundo en que vivimos y que obviamente, perseguir a ese arrancar por venganza habría sido una decisión emocional poco acertada... Pero dices que buscarías los fines de ese arrancar hasta llegar a la raíz más profunda... La vida es un bien preciado, demasiado como para desperdiciarla. Lo que me lleva a la siguiente pregunta...

Para alguien como Liang, cuya disciplina era tan flexible a las circunstancias, siempre había múltiples opciones a las que recurrir. Su expresión se tornó seria y dura, no quería jugar, quería una verdadera respuesta no un discurso pacifista y que gustase a todo el mundo. Ellos, como la séptima división debían esatr dispuestos a aceptar los más duros avatares de la existencia; si no eran capaces de cargar semejante peso a la espalda es que no estaban preparados para ello.

-Entonces camarada, ¿qué sucede con la muerte de esa niña? ¿Es una mera consecuencia en pos de un fin mayor? Un daño lateral más... ¿o es que acaso esa niña no es parte de ese mundo que no solo es tu familia, sino que juras que deseas proteger? ¿Acaso para proteger la vida haya personas que deban morir? ¿Se puede justificar con este fin la muerte de una persona siempre que se salven más vidas?

No sabía hasta qué punto podría ofender a Tora, pero la verdad es que estaba más interesando en su respuesta que en sus sentimientos. La filosofía estaba muy ligada al pensamiento y las decisiones; junto con el sentido moral y ético, eran la fuente de todo estratega, puntos que dominar y vincular a uno mismo con el fin de encontrar las pautas de vida que se deseaban seguir. La vida estaba ligada a la muerte desde el principio de los tiempos, siendo el principal condicionante para que se diera la chispa vital; pero lo esencial era hasta qué punto podía justificarse la muerte.




OFF: te agradecería que no pusieras estados de ánimo en mi personaje; no es que me moleste, pero no me gusta que estipules que a mi personaje le sorprende tu respuesta porque coartas el roleo a tu decisión. Comprende qué hasta cierto punto conozco las reacciones de mi personaje y habiéndote preguntado algo así, espera una respuesta acorde a la cuestión, pero sus reacciones son algo que tú no puedes saber porque no puedes estar en mi cerebro (obvio, no? XD). Así que he ignorado ese comentario sobre la sorpresa de Liang acerca de tu respuesta en el post. Si crees que he podido malinterpretarte en tu descripción, me lo dices y borro este OFF

- Esa muerte no sera en vano, como bien dices, es una consecuencia de lo que hay en dia vivimos en esta sociedad... - respondia Tora visiblemente afectado.

- Mi objetivo es salvar el máximo número de vidas, sin embargo, asumo que no siempre cumpliré mi objetivo de proteger a TODO el mundo -

Tora comenzaba a sentirse algo confundido. El siempre habia pensado, que las decisiones traian consecuencias, pero no se habia parado a pensar en que hay aspectos de la vida, que no se pueden dominar. Habia algo que le rondaba la muerte, y era que todo ser vivo, tiene un principio y un final, pero nunca se habia parado a pensar cual seria su destino...


OFF: El comentario deberia haber sido por privado supongo, pero ya esta editado el post anterior.

En su fuero interno, Liang estaba satisfecho. Sus preguntas estaban dando resultado, tal como había esperado. Las reacciones de Tora indicaban lo que él había esperado: confusión, dudas y más adelante, inseguridad. Cuando se plantean cuestiones de creencia absoluta, no hay respuestas bien planificadas que resulten fáciles de pronunciar en voz alta; el proceso de deducción se atoraba en cuestiones éticas, sobre lo que era correcto de lo que no. Casi sentía pena por Tora, por incurrir en preguntas que le estaban afectando; aunque tampoco podía apiadarse. En el fondo, aquello era necesario, porque algún día se toparía de bruces ante la situación.

Caminaron hasta el exterior del escuadrón, en el laberinto de pasillos y cruces que conectaban cada sección del Gotei. El día había despertado claro e invitaba a pasear aunque sólo fuera para desentumecer los músculos. El Gotei estaba particularmente agitado: shinigamis iban de un lado a otro con pasos rápidos. Incluso podría llegar a sentirse culpable por no hacer nada en particular... de una forma estricta. Consideraba que su distendida conversación con Tora estaba resultando de lo más estimulante.

-Y sin embargo, nunca tendrás la capacidad de elegir a quien salvar, porque eso en el fondo, sería un incumplimiento de tus obligaciones. Cuando asumes una responsabilidad tan pesada, no puedes permitirte el lujo de elegir a quien protegerás porque demostrarías una subjetividad y parcialidad incorrectas para nuestro papel -añadió Liang meditabundo, sopesando cada palabra-. Nuestra labor puede llegar a ser muy desagradecida... Ten por seguro que los padres de esa niña te culparán el resto de tu existencia por su muerte; el consuelo de la meta alcanzada no llegará a ellos jamás porque su dolor es subjetivo, intrínseco a ellos ante la pérdida y por más que intentases explicarles que su muerte tenía un fin... Ellos no lo verán así.

La mente de Liang se detuvo un instante. Incluso para él, que tan aparentaba que todo eso estaba por debajo suyo; era complicado asumir con frialdad que había daños que debían producirse necesariamente, pérdidas insondables que debían ejecurtarse, sacrificios por un bien mayor. Pero intentaba mantenerse neutral. El equilibrio anímico era esencial para el control y aunque él también tenía dudas, su gran ventaja estaba en no contarlas en voz alta y de ser el caso, mostrarse seguro y fiel a sus palabras. Era un grandísimo farsante, desde luego, pero como las aguas bravas, se lo veía venir de lejos.

-Te entiendo, créeme... Te entiendo perfectamente... -musitó en voz baja, distraído-. Me pregunto por qué no habrá mujeres en nuestro escuadrón... Su punto de vista es de lo más estimulante... ¿Conoces a algunas shinigamis del Gotei, tora?

Parecía como si le hubieran dado la vuelta. De un momento a otro, el Liang serio y disciplinado se había evaporando dejando a flote al sinvergüenza que llevaba dentro. Una sonrisa pícara se extendió a lo ancho de su mandíbula.

De repente el impulso irrefrenable de reírse a carcajada limpia de Tora le vino como una estampida arrolladora a la boca. La comisura de sus labios se contuvieron en su hilaridad esperando contener el torrente de comentarios subidos de tono que se le venían a la cabeza con pasmosa facilidad. Shiro Tora no sólo le parecía ingenuo, sino que empezaba a creer que pecaba de inocencia.

-¿Mujercitas bien formadas? -preguntó a su vez en tono guasón-. Hablas como un viejo, camarada. Aquí no hay "mujercitas", hay mujeres. Sólo tienes que mirar en el sexto escuadrón...

Por desgracia para su credibilidad, Liang no conocía a nadie del susodicho escuadrón en persona, aunque había visto de soslayo a su capitana. La verdad es que en cierto modo agradecía la ausencia de féminas en el séptimo; gracias a ello su cerebro no se torcía pensando en otras curvas. Liang no se consideraba un mujeriego aunque admitía con la mayor de las franquezas que eran la primera maravilla del mundo y que, teniendo vistas así no necesitaba otra cosa; pero no le gustaba entrar en juegos sucios. Su sentido de la responsabilidad chocaba de frente con esos juegos de picaflor; en el fondo, le atraía la idea de seducir y conquistar a una dama por encima de un revolcón noche tras noche.

A menudo, pensaba por ello que era rematadamente idiota.

-Deberías salir a ver mundo, Tora-san -rió dandole una sonora palmada en la espalda-. La vida es joven... y breve.

Le dedicó una sonrisa llena de malicia mientras se alejaba con los manos sobre la nuca dando pasos largos y desgarbados por el pasillo.



OFF: si hay de lo que quieras hablar o quieras hacer, mientras no me tires los trastos XD; dilo, que se me acaban los argumentos para el hilo.