Primeros pasos [Tema Cerrado]

El recién designado capitán Kobayashi hizo un alto antes de entrar en las estancias de la división. Sabía que, excepto unos pocos que se encontraban fuera en misiones, estaban todos reunidos. El capitán Tsukiho, a pesar de todos sus defectos, había hecho un grandísimo trabajo a lo largo de su vida, y uno de sus aspectos había sido convertir el Séptimo Escuadrón en uno de los más disciplinados de la Sociedad de Almas. En aquellos momentos de caos, Hayato se alegraba de que así fuera, pero también se preguntaba si sería capaz de mantenerlo de este modo.

Inspirando profundamente, abrió la puerta y se encontró con las caras de sus compañeros. Les había dejado como teniente, y ahora volvía a ellos como capitán. Un silencio incómodo se adueñó de la estancia mientras pasaba la mirada de unos ojos a otros. Miedo y desorientación era lo que encontraba. La muerte del capitán sin duda tenía mucho que ver, pero la ruptura de la cadena de mando, la vulnerabilidad que estaba atravesando la Sociedad de Almas y el absoluto desconocimiento del futuro inmediato tampoco eran factores que ayudaran, precisamente.

Solemnemente, avanzó hacia el lugar desde el que siempre les hablaba el capitán Tsukiho, encima de la tarima. Le siguieron con la mirada, sin atreverse a mediar palabra. Podía imaginar lo que pasaba por sus mentes: conocían a Kobayashi-fukutaichou... ahora bien, ¿se le parecería Kobayashi-taichou? ¿O tal vez se parecería más al difunto capitán? ¿O a ninguno de los dos? No sabían lo que esperar de él, y aquello sólo servía para alimentar aún más la anormalidad del clima que se respiraba en la sala. Tenía mucho trabajo que hacer. Si querían ser oficiales de la Séptima División, todos aquellos ojitos asustados tenían mucha seguridad que ganar. Uno de los principales preceptos de Tsukiho-taichou siempre había sido el de mantener la mente calmada y segura.

-Saludos, compañeros -dijo al fin, rompiendo la tensión del silencio-. Como ya sabréis, he sido ascendido a capitán de este escuadrón a causa del fallecimiento en combate del anterior capitán, Tsukiho Raho sensei. Pese a que no son las circunstancias en las que me habría gustado llegar a este puesto, espero estar a la altura del mismo y hacerlo de la mejor forma posible.

Hizo una pausa, en la que podría haberse oído aletear una mariposa. Ocasionalmente, cuando el capitán Tsukiho hablaba, se producían una serie de murmullos, de "¿qué ha dicho?" y de comentarios, que el anciano malcarado siempre acallaba con un par de gritos. En aquella ocasión, sin embargo, ni unos sólos labios se atrevían a despegarse.

-Sentáos, por favor -indicó Hayato, sentándose sobre el suelo de la tarima, cruzando las piernas e irguiendo la espalda. El revuelo de los miembros del escuadrón haciendo lo mismo cortó por unos instantes la penosidad del silencio.

-Lo primero que me gustaría pediros, como vuestro nuevo líder -prosiguió Kobayashi-taichou en cuanto todos estuvieron sentados-, es que dediquemos unos instantes a recordar al difunto capitán Tsukiho Raho, caído valerosamente en su lucha contra los Espada. Pensad en su coraje, en su sabiduría y en su honor, y en todo aquello que tuvo tiempo de enseñaros, ya fuera de palabra o de ejemplo, en el tiempo que llevais en este escuadrón. Os lo agradeceré profundamente.

Dicho esto, colocó las manos en postura de seiza, con una palma encima de la otra y formando un círculo con los pulgares, entrecerró los ojos e inspiró profunda y lentamente. Dejó transcurrir un par de minutos y, separando las manos y dejándolas caer sobre sus rodillas, de forma que sus muñecas se apoyaran en ellas, dijo, con suavidad:

-Podéis deteneros.

Esperó a que todos hubieran abierto los ojos y vuelto a su postura sentada normal antes de proseguir.

-Lo segundo que me gustaría hacer es nombrar tenientes y oficiales. Dado el momento de caos que corre, ninguno de vosotros tiene un especial derecho al puesto por encima del de sus compañeros, de modo que sois libres de presentaros como candidatos, si lo deseáis. Eso sí, debería recordaros que los puestos no son fijos, y que podréis ser reemplazados si vuestra forma de desempeñaros en él no resulta satisfactoria. No me gustaría tener que hacer pasar a ninguno por la vergüenza de ser destituído, así que os ruego que lo consideréis con detenimiento antes de ofreceros para ocupar alguno de los puestos. Por otra parte, pensad también que estamos en guerra, y que la incompetencia a la hora de desempeñar vuestras labores puede ser fácilmente retribuída con una muerte a manos de nuestros enemigos. Considerad todo esto y decidme... ¿Quiénes de vosotros desean servir a sus compañeros y a la Sociedad de Almas desempeñando el papel de teniente u oficial? Que se levanten y digan sus nombres.

Ryuga Katsu se dirigió a las dependencias de la división, el nuevo capitán, Kobayashi Hayato, había concertado su primera reunión con la división desde que fue ascendido, se respiraba tensión en el ambiente aún sin la presencia de ningún oficial -De hecho solo existía el capitán como oficial en aquel momento- algunos se notaba que tenían miedo, otros demostraban tristeza, Katsu sin embargo se centraba en lo que casi todos intuían que iba a ocurrir en aquella reunión, era necesario restructurar la división, eso estaba claro, lo que Katsu había estado evitando era decidir que papel jugaría en ese cambio.


Esperó pacientemente a que diese comienzo la reunión, tomó un lugar cerca de la décima fila y esperó en silencio, al contrario que sus compañeros, que el capitán llegase para dar comienzo a la reunión.


Cuando apareció, se hizo un silencio sepulcral, Hayato observó las caras de los presentes, Katsu advirtió que el capitán se percataba del estado de animo de la división, las caras de miedo y tristeza eran predominantes con la excepción de rostros inexpresivos, entre los que se incluía el de Katsu, sin embargo esos rostros inexpresivos implicaban la misma, sino más, tristeza que los anteriores.


El capitán se acercó a su tarima y dijo unas palabras que de sobra conocían todos los presentes, la razón de su ascenso, el fallecimiento de Tsukiho Raho. Katsu recordó durante un momento una situación parecida en la que el que hablaba con aire malhumorado desde encima de la tarima era su ex-capitán fallecido, el mismo que le salvó de morir, al instante se obligó a volver al presente.

<<El pasado es el pasado -Se dijo- no puedo hacer nada para cambiarlo, debo mirar al presente y al futuro>>

El capitán hizo una pausa y posteriormente pidió que se sentaran y recordaran al ex-capitán, Katsu se dio cuenta de que aparentaba una seguridad que hacía falta para la división, desconocía si realmente la sentía en su interior, pero lo importante era que la demostraba exteriormente.


Trás aquellos momentos de silencio, acaeció lo previsible e inevitable, dijo que se alzaran y dijeran su nombre los candidatos a oficiales que tan necesarios eran en aquellos tiempos de crisis, Katsu aún no se habia decidido, antes de la gran batalla era el onceavo miembro de la división y los que estaban por encima estaban muertos o desaparecidos, o simplemente no eran lo suficientemente competentes para desempeñar un cargo de oficial, además, la mitad de los presentes no tenían el reiatsu suficiente ni para estar en un numero por encima del 50 en circunstancias normales, sabía que tenía que, al menos, presentarse como candidato pero la simple idea de ser responsable de sus compañeros le daba pavor, durante unos diez segundos nadie se levantó, Katsu escuchó los susurros de los dos shinigamis que tenía a su derecha inmediata.

- Voy a presentarme, -Dijo el más cercano- A teniente además.


- ¿Tu? -Respondió el otro- ¡Si ni siquiera conoces el nombre de tu espada idiota!

- ¡Me da lo mismo, si nadie más se presenta me tendrá que dar el cargo a mí! -Trás lo cual soltó una carcajada.

Eso puso furioso a Katsu que acto seguido se levantó y dijo:

- Ryuga Katsu, mi señor, humildemente presento mi candidatura para teniente de la séptima división.

Por primera vez desde que había cruzado aquella puerta, había revuelo, murmullos, miradas incómodas. Kobayashi Hayato esperó pacientemente. Pedir voluntarios no era la mejor forma de designar oficiales: siempre se corría el riesgo de no dar el cargo a los más preparados, sino a los más ambiciosos. Sin embargo, sí era una ocasión fantástica para comenzar a conocerles en situaciones fuera de lo normal. Tsukiho Raho podía ser todo lo intratable que fuera, pero conocía perfectamente todos y cada uno de sus hombres y sabía lo que podía esperar de ellos y lo que no. Si uno se basaba en aquello, debería haber podido predecir quién iba a presentarse y quién no.

Manteniendo su expresión impasible, fue pasando la mirada por las caras de sus hombres. Los había que parecían debatirse en una lucha interna, otros que desviaban los ojos aterrorizados cuando se encontraban con los de él, como si temieran que la responsabilidad les cayera encima, y aún otros que mantenían la vista fija en el suelo, a la espera de que alguien más valiente, o más ambicioso, que ellos reclamara los puestos.

Finalmente, un hombre se levantó. Ryuga Katsu. Hayato lo sabía antes de que lo dijera. Todo el mundo sabía quién era Ryuga Katsu en la séptima división. Sus ojos sin pupilas y su talante taciturno habían hecho correr incontables rumores acerca de él desde su llegada al escuadrón. Muchos eran los que se sentían intimidados en su presencia pero, por lo que había podido ver de él, era un soldado competente y confiable. Las puntas de los labios de Hayato se curvaron levemente en una sonrisa casi imperceptible. Aquello era exactamente lo que buscaba en un teniente.

-¡Pues yo también me presento! -dijo el shinigami sentado justo al lado de Ryuga, levantándose de un revuelo-. Nejima Higoshi -anunció, en voz alta, mirando primero al candidato y después, desafiantemente, al resto de la sala, como si retara a cualquier otro a tratar de presentarse. En voz muy baja, añadió para que sólo le oyera Ryuga: -No creas que voy a dejar que te lleves ese puesto sólo por ser ciego...

El capitán Kobayashi entrecerró los ojos por un instante. Nejima Higoshi... aquel nombre también le resultaba conocido. Lo había oído algunas veces, en boca de los novatos del escuadrón. Aparentemente, era un creaproblemas nato, con un volumen corporal considerable, lo que le daba a la vez una cierta superioridad física (pues al volumen iba añadida una fuerza nada despreciable) y una gran necesidad de afianzar su dominio sobre los más débiles. No le quería ocupando ninguna posición de poder. Ni siquiera le quería en su escuadrón.

-Nejima Higoshi -le llamó, con voz calmada-. ¿Presentas tu candidatura también al puesto de teniente?

-¡Por supuesto que sí! ¡Me lo merezco mucho más que un hombre que no habla nunca con nadie!

Ni siquiera todo su autocontrol fue capaz de suprimir completamente la sonrisilla depredadora que acudió a sus labios. El gran y torpe paquidermo acababa de entrar él solito en la trampa que tenía preparada para él.

-Bien, entonces. Esto será lo que haremos: libraréis una pequeña competición entre los dos candidatos, con las reglas que yo dispondré. El ganador, se convertirá en el teniente del escuadrón. Sin embargo, el perdedor renunciará a presentarse como candidato a ningún otro puesto de mando. ¿Estáis de acuerdo?

-¡Sin duda! -exclamó Nejima, con una carcajada.

-¿Y tú, Ryuga-kun? ¿Estás de acuerdo?

Después de levantarse y presentarse como candidato, el hombre que había al lado suya, cuyo nombre desconocía hasta el momento, se presentó como Nejima Higoshi y optó como candidato a teniente, tras lo cual farfulló un insulto refiriéndose a su condición de ciego al que hizo caso omiso.


Las cosas no estaban saliendo como había previsto, aquel hombre debería haberse intimidado con su candidatura, no debería haberse presentado exponiendose a una humillación ante toda la división, sin embargo, aquello también podía perjudicar a Katsu... El capitán decidió que se resolvería en un competición con reglas que él mismo dictaría. Había algo extraño, no era normal pedir candidatos a teniente, aún menos decidir por una competición entre dos miembros que teóricamente eran tan dispares en nivel, el capitán tendría alguna estrategia, estaba seguro más aún siendo del séptimo escuadrón, pero tampoco se esforzó por descubrirla.

No le gustaba ni le parecía moralmente correcto pelearse entre compañeros de división, aún menos en aquellos tiempos difíciles, pero siendo idea del capitán y observando la actitud que presentaba aquel bruto, estaba claro que necesitaba un correctivo de disciplina y tampoco era una mala forma de conseguir algo de respeto de los miembros más novatos de la división...

Tan solo confiaba en que las condiciones del capitán fuesen las propicias para que no hubiese un derramamiento innecesario de sangre, pues, aunque aquella sangre no fuese ni de lejos la más pura, seguía siendo necesaria cada gota para defender el seireitei y el mundo humano.

- Acepto, si es lo que usted cree conveniente. -Dijo tras la interrogante del capitán sobre si aceptaba la competición, sin dirigirle ni tan solo una mirada a su enorme contrincante.

-Bien, entonces. Todo aquel que no se haya presentado para ningún cargo, por favor, os pediría que abandonárais la sala. Tenéis libre el resto del día. Mañana a primera hora comenzaremos el entrenamiento. Los que lleguen tarde se encargarán de la limpieza de la división

[Si alguien se incorpora tarde al foro, pero desea ocupar un cargo de 3er, 4o o 5o oficial, puede meterse en el tema, interpretando que ha alzado la voz y se ha presentado en el momento oportuno, y que ahora se queda en un extremo de la habitación aguardando el resultado de la competición. Muchas gracias]

Hubo un pequeño revuelo cuando todos se levantaron y salieron. Parecían aliviados. Una reunión breve y el resto del día libre era algo que muchos de ellos no se esperaban. Kobayashi-taichou aguardó pacientemente, observando a los dos candidatos al puesto de teniente, hasta que el último de ellos hubo cruzado el umbral y cerrado la puerta. Esperó aún unos instantes más antes de decir:

-Nejima-kun, ¿serías tan amable de acercar una de las mesillas para que podáis sentaros a ambos lados de ella? Mientras tanto yo iré a buscar vuestra primera prueba. -Kobayashi-taichou entró en el despacho del capitán Tsukiho. No. Ahora era su despacho, abrió un arcón y encontró exactamente lo que buscaba. Recordaba perfectamente las veces que al capitán le había dado por poner a prueba su intelecto.

Cuando volvió les encontró uno a cada lado de la mesilla. Nejima, que de normal era bravucón y amenazador, había tratado de intimidar a su adversario mirándole fijamente, pero al final había encontrado que aquellas pupilas blancas le turbaban más a él de lo que iba a conseguir con Ryuma, así que ahora tenía un codo apoyado en la mesa y miraba al techo con cara de mal humor.

-Veamos -comenzó a decir, mientras dejaba dos pequeñas vasijas sobre la mesa, una frente a Ryuma y la otra frente a Nejima. A continuación, puso una pelota, del tamaño de un garbanzo-. Como miembros del séptimo escuadrón, deberéis ser buenos guerreros, pero también tener la cabeza clara, capacidad de pensamiento y de toma de decisiones. Voy a evaluaros en todos esos aspectos. Para comenzar, un acertijo sencillo. Cada uno tiene frente a él una vasija de porcelana y una pelotita pequeña. Quiero que introduzcáis la pelota en la vasija, sin tocar en ningún momento la pelota. El primero que lo consiga, ganará esta primera prueba. Si alguien toca la pelota, perderá automáticamente y será el otro quien se considere ganador, de modo que pensad antes de actuar. No tenéis límite de tiempo. ¡Adelante!

Estuvo esperando pacientemente a que diese comienzo la primera prueba, sentado en una silla junto a una mesa que habían traido por orden del capitán observaba cómo su contrincante "intentaba" intimidarlo con la mirada, ante aquel patético intento permaneció impasible y esperó hasta que el propio intimidador se cansase de su infructuoso cometido.


Dedicó unos instantes a analizar a su oponente, era un personaje enorme, sin embargo, su signatura espiritual carecía de tinte caracteristico, se podría decir que espiritualmente era "uno más" en la división aunque tuviese unos musculos enormes, posiblemente por aquella misma razón no había tomado nota mental de él antes de este duelo. Psicológicamente hablando aquel gigantón no debía de tener muchas luces, basandose en sus palabras y sus actos de aquel día Ryuga llegó a la conclusión de que, de ser necesario, sería susceptible de ser engañado facilmente, haciendo que sus actos se volviesen contra él, en el caso de que la prueba fuese un duelo físico directo Ryuga jugaría sus cartas en torno a la velocidad y la estratégia.

El capitán llegó unos momentos más tarde, trajo consigo dos vasijas y una pelota, les dió una vasija a cada uno y puso la pelota en el centro de la mesa, afirmando que el que fuese capaz de meter la bola en la vasija ganaría, pero el que la tocase perdería.


Ryuga analizó sus posibilidades, si lo que tuviese delante fuese un acertijo, una de las posibles soluciones era simple y llana, colocar la vasija bocabajo encima de la bola, pero Ryuga no estaba satisfecho con esta solución, el capitán posiblemente no estaba analizando la capacidad de resolución individual del problema sino la interacción con un oponente, por lo que desechó esta idea, de todas formas, seguro que el bobalicón que tenia delante ni siquiera se había planteado poner la vasija encima.

Lo que se le ocurriría a una persona normal, y posiblemente lo que estaría pensando su contrincante, sería inclinar la mesa ligeramente y colocar la boca de la vasija en la trayectoria de la bola haciendo que ésta entrase dentro, pero era un duelo de dos personas y ninguno de los dos se iba a quedar mirando como el otro inclinaba la mesa a su favor, o quizas si...

Tras estos segundos de cavilación Ryuga ya tenía una especie de estrategia a seguir, de repente, se hechó a reir estrepitosamente ante el asombro de los pocos presentes, pues pocas personas habian escuchado la risa de Ryuga Katsu desde que salió de la academia, quizás habían podido ver alguna sonrisa en su cara en algun momento, pero no a carcajadas tan sonoras como aquellas.

-Esto es demasiado facil para mí, -Dijo aun sonriente dirigiendose a Nejima- es más, soy tan superior a tí que te voy a dar ventaja, adelante, intentalo tú primero.

Lo estaba provocando, y al ver su rostro arrugado por la furia supo que lo estaba consiguiendo. La estratégia de Ryuga consistia en que, al intentar aquel mastodonte inclinar la mesa y hacer rodar lentamente la pelota para no tocarla, golpearia la mesa haciendo que la pelota rebotase y saltase tocando así a su contrincante haciendo que perdiese automaticamente, estaba claro que no iba a controlar la dirección de la pelota pero eso se lo dejaba a la estadistica y al enorme cuerpo de Nejima, en el caso de que la bola no se encontrase con su cuerpo, sería una competición de velocidad y habilidad por coger la pelota mientras botaba. Aquello podia ser considerado jugar sucio pero, en una batalla real, lo importante no era participar, ni siquiera ganar, sino sobrevivir.


En aquel pequeño reto Ryuga pensó que el acertijo no era la tarea en sí sino las palabras con la que se habia expresado el capitán, había dicho que el que tocase la pelota perderia automaticamente, proclamandose el otro vencedor, y de aquello sí que estaba seguro que Nejima no era consciente.

Existía, ciertamente, una buena cantidad de maneras en las que el ejercicio podía ser resuelto. La primera que se le había ocurrido a Ryuma también había sido, en su momento, la idea de Kobayashi. Pero, cuando había levantado la mirada, orgulloso de su logro, hacia el capitán Tsukiho, en lugar de la sorpresa o la aprobación que esperaba encontrar en su rostro, lo que vio fue una sonrisa malévola, acompañada de las siguientes palabras: "Bien. Ahora tráeme la vasija... con la pelota dentro".

Tsukiho Raho estaba, como él en aquel momento, lejos de la mesa, con lo que no había manera humana de llevarle vasija y pelota mientras esta última siguiera descansando sobre la mesa. No podía, sencillamente, voltear la vasija porque entonces descubriría la bola o, aún peor, la enviaría rodando por la habitación.

Aquel problema le había amargado varias tardes, hasta que finalmente dio con una de las soluciones posibles. Todos los acertijos que le había planteado el difunto capitán podían resolverse de varias formas, y a menudo había tenido que encontrar dos, tres o incluso cuatro de ellas. Hayato sabía que lo que el capitán había querido enseñarle era a no obsesionarse con una sola opción, a contemplarlas todas, incluso las que parecían inviables o "fuera de las reglas". "A menudo", le decía, "quien impone los límites de lo que puedes hacer y lo que no es tu propia mente. Y eres tan estúpido que ni siquiera te das cuenta de ello".

Por eso no pudo evitar sonreir al oir las palabras de Ryuma. Chico listo: no le había pasado por alto que había dos grandes formas de ganar la prueba, resolverla o que el contrario cometiera un fallo. No dejaba de ser una estrategia atrevida, la de olvidarse de afrontarla directamente y dedicarse a provocar el contrario, pero, dada la naturaleza impulsiva de Nejima, tenía muchas posibilidades de funcionar.

Nejima miraba a la pelotita como si fuera su peor enemiga. Había esperado una competición de fuerza, en la que darle una buena lección a aquel ciego que no conocía su lugar. Sin embargo, ahora se encontraba contemplando una pelota y tratando de imaginar cómo moverla hasta el interior de la vasija. Intentaba pensar, sujetándose la mano derecha con la izquierda, porque ya había sentido en un par de ocasiones el impulso de alargarla para coger la bola. En la primera ocasión nada más empezar la prueba y, en la segunda, cuando se le había ocurrido que si se la lanzaba a Ryuma tal vez ganaría la prueba. Afortunadamente, también se había dado cuenta (un poco más tarde, pero a tiempo no obstante) de que eso implicaría tocarla él primero, para poder lanzársela.

Finalmente, Nejima se decantó por inclinar la mesa. Sujetó la vasija con una mano, mientras con la otra la levantaba muy lentamente, algo tembloroso, tratando de calcular qué trayectoria de descenso seguiría la pelotita para recogerla con el vaso. Ryuga golpeó la mesa, lo cual hizo que la pelota cambiara su curso, evitando la boca de la vasija y rebotando en el suelo, pero no que golpeara a Nejima.

Lo que sí cayó sobre Nejima fueron los utensilios de la prueba de Ryuma. Al desequilibrar la mesa, no sólo había hecho caer la pelota de su extremo, sino también la del extremo de su adversario, además de la vasija del mismo. Nejima soltó la mesa de golpe, enrojeciendo de vergüenza y de rabia al darse cuenta de lo que acababa de hacer.

-Ryuma Katsu es el vencedor de la primera prueba -anunció Kobayashi Hayato.

[vaaaale que teníamos una pelota cada uno xD creía que habia solo una encima de la mesa para los dos, que rallada]


El plan de Ryuga no funcionó exactamente como tenía planeado, pero, al fin y al cabo, funcionó, había sido una estrategia arriesgada pero normalmente si no se arriesgaba era dificil ganar...


Nejima estaba tan furioso como si el capitán del onceavo escuadrón hubiese descubierto que su mejor teniente usaba kidou, estaba seguro de que si Hayato no estuviese presente se le hecharía encima. Habia jugado sucio, pero habia ganado, al fin y al cabo, todas las batallas eran sucias y llenas de engaño, mejor engañar que ser engañado.


- Gracias, Hayato-taichou, -Dijo al capitán haciendo caso omiso de Nejima- ¿al decir primera prueba, quiere decir que hay más?, en tal caso, ¿podriamos proseguir?

[Sip, 2 vasijas, 2 pelotas. Igual no lo expresé del todo bien porque, cuando escribí eso, acababa de volver a casa después de un día muy largo y muy duro, y más que un post lo que me salió fue un churro, pero teníais una pelotita cada uno]


-Bien... para empezar la siguiente prueba, me gustaría que cada uno de vosotros fuera hacia un extremo opuesto de la habitación, por favor. -les indicó, mientras se ponía de pie y recogía las dos vasijas y la pelota que había golpeado a Nejima. Mientras ambos candidatos se alejaban hacia sus respectivos extremos de la sala, se agachó a recoger la segunda pelota y la depositó cuidadosamente en el centro de la mesa. Después, con las dos vasijas y la pelota en la mano, se encaminó de nuevo hacia la tarima.

-En esta segunda prueba evaluaré vuestra capacidad para combatir y tomar decisiones bajo presión -les anunció-. Lo que debéis hacer es simple: quiero que cojáis esa pelota que está sobre la mesa y me la traigáis. Para hacerlo, podéis recurrir a cualquier recurso que tengáis a mano, incluídas vuestras armas. Aquel que me dé la pelota será el ganador. Y... antes de que se me olvide, os anuncio que tendréis una pequeña dificultad añadida -dijo, desenvainando su zanpakutou-. Bankai. Tanoshime, Genmagentai.

En apenas un abrir y cerrar de ojos, la zanpakutou de Hayato realizó cientos de copias de sí misma, que primero rodearon a su portador y después, a un gesto suyo, se lanzaron todas en frenético movimiento alrededor de la mesa, enrareciendo la atmósfera y creando una barrera mortal de espadas zumbando a toda velocidad que separaba a ambos candidatos de su objetivo. Varias astillas saltaron de los cantos de madera de la mesa.

Nejima tragó saliva...

[voy a moriiiiiiiir xD]


Ryuga se quedó perplejo cuando escuchó a Hayato liberar su bankai, había oído hablar de él, lo había visto en persona en un par de ocasiones cuando aún era teniente, pero lo que sabía acerca de sus puntos fuertes y débiles no llegaban mucho más que a simples rumores.

<<Esto tardará un rato...>>

Mientras observaba como Nejima alucinaba, Ryuga se sentó adoptando una postura de meditación que a menudo le ayudaba a concentrarse. Lo primero que hizo fue observar al capitán, ver si podía averiguar sus intenciones por su rostro, había oído que mientras usaba su bankai no podía moverse, o que solo podía o atacar o defender al mismo tiempo, pero antes de basarse en los rumores que había escuchado por ahí tendría que buscar otra solución, además eso implicaría "atacar" al capitán, por lo que quedaría como último recurso.


Más tarde observó el entorno que los rodeaba, mirando de qué estaba hecho el suelo, techo y demás materiales, había pensado en aprovecharse de Nejima pero ya le había engañado una vez, no creyó que fuese factible hacerlo una segunda, en este caso sería casi una competición contra el mismo capitán por decirlo así. Tras obtener la información que deseaba observó las espadas, intentó sin mucha esperanza descubrir algún patron de movimiento, aunque las espadas iban muy rapidas y era consciente de que el capitán podía cambiar el patrón en cualquier momento. Analizó las espadas y el reiatsu de la sala buscando puntos ciegos o irregularidades. Por último examinó los posibles accesos a la mesa, quizás había alguna manera de colarse entre aquellas hojas afiladas.


Ryuga se levantó y hizo su primera prueba, cogió lo primero que tenia cerca, una silla, y la lanzó en dirección a la mesa, previendo que la silla se convertiría en un montoncito de serrín, pero por confirmar lo evidente no se perdía nada...

Desde su posición, lo que vio Nejima era que una silla quedaba reducida a pedacitos en mitad de su vuelo. Ryuma, en cambio, pudo sentir el ruido de la madera golpeando el metal y sacándolo de su trayectoria, para a continuación ser troceada al regreso por esas mismas espadas contra las que había impactado, así como otras que estaban moviéndose por la misma zona.

En términos de reiatsu, era como haber arrojado una piedra a un estanque: se producía una pequeña ola, que afectaba las cercanías, y que desaparecía poco después de que la piedra se hubiera sumergido, volviendo a dejar el agua en calma, y la silla reducida a astillas.

Kobayashi Hayato mantenía la mirada fija en la pelota y las dos manos extendidas, con las muñecas muy próximas, pero sin tocarse. Realizaba gestos circulares con los dedos, que Ryuma no tardó en relacionar con las fluctuaciones de reiatsu que guiaban el movimiento aparentemente caótico de la espada. No seguían un patrón simple, pero tampoco se movían de forma totalmente aleatoria. Más bien seguían una combinación de patrones, que cambiaban cada pocos segundos.

Esto es terriblemente aburrido, dijo una voz en el interior de su cabeza, ¿Por qué no les cortas un poquito? El gordito tiene pinta de ser una presa fácil...

Genma, pensó Hayato, sin apartar su concentración de las espadas, Sabes que odio que hagas eso.

¿Por qué? Ellos no pueden oirme. Sólo soy una voz en tu mente... Sabes que no puedo materializarme estando en bankai: requeriría demasiada energía.

Es precisamente eso lo que me molesta..., pensó el capitán, con el aire resignado de aquel que ha repetido algo cientos de veces sin haber conseguido el menor resultado.

Sí, sí, ya..., desdeñó Genma, Oye, ¿sabes que el pequeñito te miraba como si quisiera atacarte? Seguro que piensa que, si te vence, eliminará la barrera. ¿No sería divertido que lo intentara? Vaaamos, ¿por qué no le tientas un poquito? Dile que las reglas lo permiten...

Y, de hecho, lo permiten. En ningún momento he dicho que atacarme estuviera prohibido... Pero tanto tú como yo sabemos que esa no es precisamente la forma más fácil de superar la prueba.

¡Como si eso me importara! Lo único que yo quiero es cortarle un poquito...

Cállate, Genma.

Sólo las piernecitas...

Cállate...

Nejima estaba pálido como un papel. Un sudor frío le resbalaba por la frente. Las espadas se movían tan rápido que apenas era capaz de verlas, ¿y aquel psicópata le pedía que consiguiera la pelotita? ¡Al diablo con la pelotita!

Sin embargo, hizo de tripas corazón y comenzó a avanzar, muy lentamente, en dirección a la mesa. Con la misma parsimonia, como si temiera que, al hacer un movimiento brusco, todas las espadas cayeran sobre él, desenvainó su zanpakutou y, con un cierto temor, pero con decisión, la hundió en la barrera.

Una katana la golpeó desde abajo, con tanta fuerza que por poco le arranca el arma de la mano. Cerró con fuerza los dedos alrededor de la empuñadura, sólo para sentir como su brazo era impulsado hacia arriba. No llegó muy lejos, pues la parte sin filo de su arma chocó con una segunda espada, haciendo que saliera rebotada en dirección contraria. No fue hasta el tercer rebote que el aspirante a teniente consiguió sacar su arma de aquella red de espadas que se movían a toda velocidad.

Tiempo de detenerse y pensar, lo cual no era algo que se le diera especialmente bien. En lugar de aquello, prefirió esperar a ver qué hacía Ryuma. Si conseguía la pelota, todo lo que tenía que hacer era atacarle antes de que llegara hasta el capitán. Le cogería desprevenido, se haría con la pelota y la victoria sería suya. Sí, eso haría.

Vió como se partía la silla por todos lados, pero se fijó en que había trozos mas grandes que otros, por lo que dedujo que existía algún hueco por el que colarse si se era lo suficientemente rápido. Mientras Nejima hacía sus propios intentos Ryuga se dedicó a estudiar aquella serie de patrones, observó como la espada de Nejima era golpeada unas tres veces por diversas espadas, además mediante el flujo de reiatsu descubrió que los brazos y dedos del capitán eran los que dirigían las espadas.


Tras unos minutos dedicados a memorizar todo lo posible de aquellos patrones, creía ser capaz de adivinar donde se produciría algún filón en aquella barrera, pero aún seguía teniendo otro problema, que aquellos patrones eran a voluntad del capitán, solo con mover un dedo podía manipular el movimiento de aquellas espadas.


Dos ideas llegaron a la mente de Katsu, ambas diferentes, pero optó por combinarlas. Se acercó a unos 2 metros de la mesa y desenvainó a Usagi, iba a necesitar el doble shunpo de su shikai, de modo que empezó a descender la espada haciendo el gesto de clavarla en el suelo...

-Horinasai, Usagi -Dijo mientras la hoja iba desapareciendo al contacto con el suelo.

Se levantó, y cuando se acercaba el patrón que había memorizado empezó a murmurar unas palabras para terminar diciendo en voz alta señalando con una mano abierta a los brazos del capitán:

-Bakudou no Yon! Hainawa! -Un haz de luz salió de su mano en dirección a Hayato.

Acto seguido usó su técnica de doble shunpo para, en caso de que su kidou no funcionase, maximizar el tiempo de respuesta que tendría el capitán ante su intentona de pasar por la obertura, y se lanzó hacia el lugar donde, según sus suposiciones, debería haber un espacio, usando los protectores de su brazo para protegerse la cabeza. A su vez, ordenó mentalmente a Usagi que apareciese justo delante de Nejima, para sorprenderlo en caso de que se desvaneciese la barrera y ganar así algo de tiempo.

<<Espero que todo salga bien...>>


[FDI: Bakudou #4 invoca una cuerda que ata al enemigo, lo que murmura antes es el hechizo completo (que obviamente no me lo sé xD)]

[FDI: Me ha encantado]


¡Jaaaa-jaja! Esta no te la esperabas, ¿eh? Te ha cogido en bragas...

Te he dicho que te callaras...

Era cierto: no se lo esperaba. Se había figurado un ataque físico, quizás incluso un hadou, pero no aquello. Usar un bakudou para impedir los movimientos de sus brazos era, ciertamente, una técnica inteligente. Sin embargo, Genma, como siempre, exageraba. Que le hubieran sorprendido no significaba que todo hubiera terminado.

Sentía ya como la cuerda comenzaba a enrollarse alrededor de sus brazos, ejerciendo sobre ellos toda la fuerza de un bakudou tras pronunciar el encantamiento. Se vio obligado a actuar con rapidez. Por fortuna, sólo necesitaba las puntas de los dedos para lo que tenía que hacer.

A su orden, una de las espadas de la barrera cambió drásticamente su trayectoria, dirigiéndose hacia él a toda velocidad. Era mucho más sencillo controlar una sola espada que cientos de ellas a la vez, con lo que, incluso bajo los efectos del bakudou consiguió hacer aquello con la precisión deseada. La espada pasó rozándole los brazos, cortando la cuerda pero no a él. Sintiéndose de nuevo libre, alcanzó al vuelo la empuñadura del arma con la mano derecha, mientras con la mano izquierda volvía a asumir el control de la barrera. Los últimos pedazos de cuerda se volatilizaron en la nada mientras varias rasgaduras de tela negra caían al suelo. Eran sus mangas.

La oportunidad creada por el bakudou había sido más que suficiente para que Ryuga encontrara fácilmente una obertura entre las espadas, cuyos movimientos se entorpecieron y ralentizaron de un modo claro al tirar la cuerda de los brazos del capitán. Ahora se encontraba encima de la mesilla, con la pelotita a sus pies. Premio. Sin mebargo, había algo que no encajaba: un segundo Ryuga estaba fuera de la barrera, frente a un Nejima que todavía no tenía muy claro lo que estaba pasando. ¿Shunpo doble? Había oído hablar de técnicas parecidas, en manos del clan Shihouin, pero aquella tenía algo de distinto: podía detectar reiatsu provinente de ambos clones. ¿Estaba realmente en dos lugares a la vez? Eso fue lo que se propuso descubrir.

Ladeándose un poco, ejerció con la mano izquierda su control sobre las espadas de la barrera, que cesaron por completo su movimiento, deteniéndose en mitad del aire, formando una especie de globo alrededor del Ryuma del interior, con las puntas dirigidas hacia él. Así permanecieron, silenciosas, inmóviles, siniestras, como si estuvieran esperando sólo un mínimo gesto para lanzarse sobre el aspirante a teniente desde todas las direcciones a la vez.

Bien, Ryuma, pensó, Tienes la pelota. Ahora, ¿cómo vas a salir? ¿O es que ya estás fuera? Al pensar eso último, sus ojos se clavaron en la copia de Katsu que estaba frente a Nejima. Sus dedos se acomodaron en torno al mango de la katana con que se había liberado, preparados para blandirla en caso de que fuera necesario.

[FDI: aclaremos la situación xD yo lanzo el bakudou, hago el shunpo doble uno a dos metros de la mesa y otro que entra dentro, y delante de Nejima sale la espada del suelo para intimidar, bien, ahora, en cuanto pones la barrera de nuevo en funcionamiento el shunpo doble deja de funcionar porque la técnica consiste en que yo me estoy moviendo rápidamente entre los dos sitios, y si hay algo entre ellos pues no funciona ^^ entonces pués, interpretaré que simplemente estoy atrapado dentro con la pelota y que no hay un segundo "yo" fuera (me alegro que te haya gustado xD)]

Había conseguido entrar, pero el bakudou no duró lo suficiente como para coger la pelota y salir, además ahora todas las espadas estaban fijas y apuntando hacia dentro así que no tenía manera de salir.


-Me rindo -Fueron las palabras en tono nervioso que salieron de la boca de Katsu a la vez que sellaba de nuevo a Usagi y la dejaba caer al suelo.


Realmente no iba a rendirse, sino a intentar engañar al capitán, no le quedaba otra, si no podía salir de aquella carcel ni llevarle la pelota al capitán, intentaría que el propio capitán fuese a por la pelota. Era su último recurso, no creía muy factible engañar a un capitán, aún menos al del séptimo escuadrón, pero solo le quedaba esa opción o lanzarle la pelota, contando que llegase a su objetivo, y que lo diese por válido, pero si fallaba le pondría la victoria a Nejima en bandeja.


De tal manera que se mantendría con la pelota en la mano, y esperaría a que el capitán sellase a su espada y se acercase a ellos para entregarle la pelota y exponer que, en la práctica, le había entregado la pelota. Además, también existía la posibilidad de que esta prueba tuviese la finalidad de que supiesen cuando retirarse, en tal caso, también tendría cubiertas las expectativas. En el caso de que el capitán no diese por válida aquella estrategia tendría que aceptar la derrota, pero no le parecía una idea demasiado cuerda enfrentarse directamente al bankai de un capitán.


<<Si me pilla perderé, pero al menos estaré mas vivo que si intento salir de aquí por las malas>>

Aquello tampoco se lo esperaba. ¿Ahora que estaba tan cerca, tan cerca, iba a rendirse? Era una pena. Sin embargo, no había nada que hacerle. Si quería que la victoria de Ryuma tuviera alguna validez, no debía existir ni siquiera la menor sospecha de su intención desde un inicio de dejar a Nejima fuera de toda posición de liderazgo.

Las espadas no se movieron ni un milímetro. Seguían en aquella posición, silenciosas y amenazadoras. El capitán Kobayashi miró a su teniente con gravedad, por entre los espacios que quedaban entre ellas. Pese al esfuerzo por mostrarse impertérrito, su rostro estaba tenso.

-Sólo te lo preguntaré una vez, Ryuga Katsu. ¿Es tu decisión final? Ten en cuenta que eso convertirá a tu oponente, Nejima Higoshi, en vencedor de la segunda prueba. Te recuerdo que no hay límite de tiempo. Ahora respóndeme: ¿Te rindes?

Su plan no había funcionado, pero al menos quizás habría ganado algo de tiempo y era posible que hubiese bajado un poco la guardia ante la sorpresa de su rendición, mientras el capitán decidía su curso de acción y respondia a su fingida rendición se había dedicado a buscar los puntos más finos en los flujos de reiatsu, buscando los dos puntos más débiles, para cuando el capitán le preguntó si realmente se rendía ya los había detectado aunque la barrera era prácticamente uniforme por lo que no se diferenciaban mucho al resto.

-Usagi -Dijo comunicandose mentalmente con su zanpakutou- En cuanto te avise libera tu poder, ¿podras hacerlo sin que tenga que nombrarte? La velocidad va a ser crucial.

-Mmmm sabes que me duele cuando hago eso -Trás unos segundos prosiguió aquella voz en su mente- está bien, pero solo una vez, y tendrás que compensarme de alguna forma, ya lo decidiré...

-Está bien -Se resigno Katsu ante la propuesta- Cuando te avise liberate pero mantente en mi mano, Ahora!

Justo antes de que el capitán terminase la frase Usagi se liberó inmediatamente, manteniendose en la empuñadura, acto seguido, usó el doble shunpo para dirigirse simultaneamente hacia los dos puntos anteriormente estudiados, usando su katana en un ataque descendente oblicuo en uno de los lados, mientras que en el otro punto aprovechaba que tenía la espada en una posición inferior trás el ataque anterior para hacer un ataque simetrico pero opuesto, es decir, de abajo a arriba, trás esto se dispuso a salir por la brecha que fuese mas factible.

El propósito de atacar dos puntos era de confundir, había más posibilidades de que el capitán se centrase en la primera que viese, dejando la otra un poco más descuidada aunque solo fuese por unos segundos, más que suficiente para salir y dirigirse al capitán para entregarle la pelota.

Las espadas retrocedieron, golpeadas por el ataque de Ryuga. Flotando en mitad del aire, sin nada contra lo que apoyarse, dependían completamente del reiatsu del capitán tanto para moverse como para permanecer quietas. Así pues, al recibir el ataque doble del aspirante a teniente se abrieron, no mucho, pues Hayato seguía sosteniéndolas, pero sí lo suficiente como para permitirle el paso.

El capitán no intentó responder: no tenía intención de dañar a nadie, sólo de ponerles un poco a prueba. Cuando quedó claro que Ryuga podría cruzar la barrera de regreso, todas las espadas volvieron a unirse en una sola, sellando así el bankai de Genma, del que sólo había exhibido una pequeña muestra.

Nejima reaccionó tarde. Todas aquellas cosas escapaban tanto a su comprensión que apenas si se dio cuenta de que su oponente había sido capaz de salir de la cúpula de espadas y se dirigía hacia el capitán para entregarle la pelota. Desde que el capitán había pronunciado la palabra "bankai", todo había sucedido de un modo rápido y distante, como si fuera un sueño en el que alguien hubiera pulsado la tecla de fast forward. Por un momento, cuando Ryuga había dicho que se rendía, se había visto a sí mismo vencedor, sin comerlo ni beberlo, y al siguiente lo que oía fue:

-Bien. Declaro a Ryuga Katsu vencedor de la segunda prueba.

El capitán cerró los dedos sobre la pelota que el joven shinigami acababa de entregarle. Con la otra mano señaló la mesa, ahora un poco más ligera por los pedazos de esquina que habían saltado de ella, y les indicó:

-Sentaos, por favor. En un momento vuelvo a estar con vosotros.

Recogió los utensilios que había empleado en las dos pruebas y desapareció por la puerta de su despacho. Al cabo de un par de minutos, volvió a salir, llevando dos objetos negros sobre la palma de la mano. Por su reiatsu, Ryuma los identificó antes que Nejima por la forma: se trataba de dos mariposas del infierno.

-Bien -dijo, yendo a sentarse en la mesa con ellos, de tal forma que, vistos desde arriba, formaban un triángulo isósceles-. Habéis pasado ya dos de las pruebas que tenía preparadas para vosotros, pero todavía me queda una tercera. Estas mariposas os comunicarán, a cada uno en secreto, las instrucciones para superarla. Como en los casos anteriores, no hay límite de tiempo, pero ninguno de nosotros tres abandonará estas estancias hasta que ambos no hayáis superado o fallado la prueba, ¿de acuerdo?

Ambos participantes asintieron y, a un imperceptible señal del capitán, ambas mariposas abandonaron la palma de su mano a la vez y se dirigieron cada una hacia el oído de uno de los aspirantes, para decirles lo siguiente:

-Mata a tu compañero

Ryuga Katsu no daba crédito a sus oidos, ¿de verdad tenía que matar a Nejima? aquello tenía que ser una broma pesada, se había declarado ganador de dos de las pruebas, pero esto era demasiado. Entraba en conflicto moral con las ideas de Katsu, podría interpretarse que era una orden directa del capitán, incluso pretender que estaba justificada, pero para él eran excasas, muy cerca de nulas, las ocasiones en las que veía justo segar una vida, mucho menos la de un aliado. Y si Nejima tuviera familia, ¿Quien iba a cargar con la culpa de su muerte?.

Pensó que era probable dada la naturaleza de la prueba que Nejima hubiese recibido un mensaje parecido, por lo que se mantuvo alerta a sus movimientos mientras dirigía la palabra al capitán:

-Me niego a cumplir estas ordenes -Dijo con voz tranquila y mirando de reojo a Nejima- Aún a riesgo de ser descalificado, retirado de la división e incluso acusado de insubordinación, me niego. No es un acto inteligente matar a alguién de quien, en caso de que yo superase la prueba y fuese nombrado teniente, sería responsable. Incluso podría llegar a salvarme la vida algún dia, al fin y al cabo es un aliado y hasta el soldado más insignificante importa a la hora de contar las espadas de cada bando.

Analizando la situación posteriormente, se dio cuenta de que Nejima estaba a un nivel bastante inferior que él, lo más seguro es que Katsu ganase facilmente, ¿cuales eran las intenciones del capitán?, le parecía inverosímil que quisiese eliminar a Nejima cuando podría quitarle de enmedio enviandolo a cualquier sector del mundo humano o a cualquier otro sitio que estuviese alejado de allí, así que la prueba tendría que ir por otro camino...

Nejima ya había llevado la mano a la empuñadura de su arma cuando Ryuga comenzó a hablar. Sus palabras lo detuvieron, como si fueran acompañadas de un bakudou que le hubiera paralizado cada músculo del cuerpo.

El capitán Kobayashi Hayato asintió con aprobación. En su rostro, una sonrisa satisfecha lucía, ya sin ningún disimulo, al decir:

-Ryuma Katsu... acabas de pasar la tercera prueba. -Su semblante se endureció al volverse hacia el otro lado-. Nejima Higoshi... ibas a desenvainar tu zanpakutou contra tu propio compañero, ¿me equivoco?

Nejima soltó la empuñadura del arma como si quemara, pero ya era tarde. Incapaz de encontrar nada con lo que defenderse, se limitó a bajar la cabeza, avergonzado.

-Vuestro deber como Shinigamis, y en particular como miembros del Séptimo Escuadrón, no es cumplir órdenes a ciegas. En una batalla, las cosas son confusas. Incluso el mejor de los soldados puede perderse, si no puede usar su entendimiento y su alma para discernir lo correcto de lo incorrecto, lo adecuado de lo equivocado. Ryuma Katsu, superando esta tercera prueba has demostrado que no eres sólo un excelente soldado, sino también un valioso guerrero. Por ello, te hago entrega de esta banda que has probado merecer -De entre los pliegues de su gi, sacó una pequeña caja de madera, con el emblema del Séptimo Escuadrón grabado en los costados y la tapa. La abrió, mostrando la banda de teniente, la misma que él había llevado hasta hacía apenas unos minutos, que había en su interior-. Llévala con orgullo, Ryuma Katsu, Teniente del Séptimo Escuadrón

La respuesta del capitán le cogió casi desprevenido, su capacidad de razonamiento estaba aún parcialmente estancada en lo que había sido la segunda prueba por lo que no previó aquella salida del capitán por muy clara que era.

Tras unos segundos clavó su rodilla derecha en el suelo y se preparó para recibir lo que el capitán le ofrecía, aquella singular banda con una flor iris dibujada, que simbolizaba el valor.


-Gracias, Hayato-taichou. Prometo hacer todo lo que esté en mi mano para proteger la sociedad de almas y serviros tanto a vos como a la división.

Después de decir estas palabras, se colocó la insignia con la cuerda a modo de cinturón, no le gustaba tener nada en los brazos pués aquello entorpecía sus movimientos de combate cuerpo a cuerpo. Además, ahora que era teniente, seguro que le permitían quitarse aquellas mangas tan amplias del uniforme que tan molestas eran...

-Enhorabuena -Dijo Usagi en su mente- pero acuerdate que me debes una.

-No te preocupes, en la habitación tengo zanahorias de sobra -bromeó Katsu riendose por dentro.

-Bien, Ryuga-fukutaichou, descansa: te lo has merecido. Igual que tus compañeros, tienes el resto del día libre. Si yo fuera tú, aprovecharía para celebrarlo. A partir de ahora, te espera un duro trabajo como teniente. Mañana tomarás posesión de todas tus responsabilidades, entre las cuales la primera debe ser desarrollar un bankai. Tienes que estar preparado para tomar el liderazgo de la división, en caso de que yo cayera en combate... Pero, ¿qué haces todavía aquí? ¡Vamos! ¡No quiero verte por aquí en lo que queda de día! -le ordenó, con una sonrisa divertida. Ahora que las pruebas habían terminado, no había razón para seguir mostrándose distante. Ryuga lo había hecho excepcionalmente bien, superándolas todas. Dado que Nejima no había pasado ni siquiera una sola, con haber vencido en una de las tres habría tenido más que suficiente. Sin embargo, le enorgullecía que las hubiera superado todas: sería un buen teniente, mucho mejor, tal vez, de lo que él mismo se esperaba.

-Nejima-kun -le dijo, con suavidad, al candidato perdedor una vez Ryuga se hubo marchado-. No has superado ninguna de las tres pruebas, por lo que me veo obligado a pedirte que cumplas tu promesa de renunciar a cualquier posición de liderazgo dentro del escuadrón. Confío en que lo que ha sucedido hoy no te cause ningún problema. Al contrario, debería ser una lección que te impulsara a trabajar y prepararte mejor. Si necesitas algo, cualquier cosa, tanto yo como el teniente Ryuga como cualquiera de tus compañeros estaremos encantados de ayudarte. Al fin y al cabo, somos un equipo, y debemos estar unidos. ¿No te parece?

Con aire ausente, como si todo aquello hiciera mucho tiempo que hubiera perdido toda relación con él, Nejima Higoshi asintió.

-Bien. Ahora, me gustaría que te unieras a tus compañeros y te tomaras el resto del día libre. Mañana será un día de trabajo duro... y sólo será el primero de muchos. -Nejima permaneció impasible ante las palabras de ánimo del capitán-. Nejima-kun... ¿Hay algo que necesites? -preguntó, con sincera preocupación.

-Sake...

Había pronunciado aquellas dos sílabas con la mirada perdida, sin modificar absolutamente nada la expresión de su rostro. El capitán no pudo evitar que de sus pulmones emergiera una sonora carcajada.

-Ven, anda... -le dijo, tocándole el hombro para que se levantara-. Te invitaré a un par de rondas

Al salir, se dirigió directamente hacia sus habitaciones, durante el camino se cruzó con algunos miembros de la división que, al ver la insignia en su cintura, murmuraban inquietos. Algunos lo felicitaron aunque no fueron muchos, era consciente de que intimidaba a la mayoría de su división con solo mantenerles la mirada, a veces eso le entristecía pero no lo dejaba entrever en su estado de animo, a la hora de dar ordenes sabía que eso sería un punto a favor para que las cumpliesen sin dudar. Pasó por la sastrería para dar especificaciones de cómo quería que fuese su haori, sin mangas y con libertad de movimiento en las piernas, ahora que era teniente podría modificar ligeramente el uniforme.


La habitación de Katsu era un lugar meramente práctico, un sitio para dormir y relativamente poco más, no había añadido decoración personal a la habitación pues al único bien material que le daba importancia era a su katana, a la cual consideraba una persona. La habitación estaba compuesta básicamente por una cama, una silla poco utilizada, una mesita, una percha en la pared, un pequeñísimo armario empotrado donde guardar algo de ropa y un soporte incrustado en la pared para dejar la katana.


Dejó sus pertenencias encima de la mesa y la katana en su soporte y se sentó en la cama con la espalda recostada en la pared, tras un par de minutos una silueta se dibujó en la oscuridad de la habitación y Usagi se materializó. Katsu y Usagi acostumbraban a entablar conversaciones durante la noche aunque no eran muy largas generalmente.

-Y bien -Empezó a decir Usagi- ¿donde están esas zanahorias que me nombraste?

-Parece que tendremos que estrechar un poco más nuestra relación -Dijo mientras se acercaba al armario y sacaba un par de zanahorias ya secas- Oíste al capitán, tenemos que dominar el bankai...

-Si si... -Contestó mientras comía tranquilamente una de las zanahorias- ¿Oye, que crees que le habrá dicho al gordito....?


Se pasaron aproximadamente una hora hablando de lo ocurrido aquel día hasta que se cansaron los dos...