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Una nueva era comienza
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Mise Shuseki
Kobayashi Hayato
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Souls&Swords - Foro interpretativo inspirado en Bleach :: Gotei :: Escuadrón Chugo - Deber y Lealtad :: Sala de Reunión de Capitanes
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Una nueva era comienza
Las puertas de la sala en la que se reunían los capitanes se alzaban, imponentes y cerradas, muy por encima de la cabeza de Kobayashi-fukutaichou. No eran unas puertas a las que uno, simplemente, pudiera ir y llamar: había que esperar a que se abrieran.
En el fondo, agradecía haber llegado demasiado pronto: los últimos días habían sido frenéticos y caóticos en la Sociedad de Almas y justamente lo que más necesitaba era un ratito de soledad y silencio para poner sus pensamientos en orden.
¡El capitán muerto! Sabía que sonaba infantil, pero nunca había llegado ni siquiera a plantearse la posibilidad de que tal cosa pudiera suceder. Le había visto tantas veces enfrentarse al peligro sin vacilar lo más mínimo que costaba de creer que pudiera haber algo capaz de abatirle. Sentía el vacío de su pérdida como si le hubieran arrancado una parte de sí mismo. Sí, de acuerdo, Tsukiho-taichou era un maldito diablo que no perdía ocasión de tratarlo de inútil cada vez que sus opiniones diferían, pero también le había enseñado más de lo que había hecho nadie en el mundo... y, en el fondo, Hayato sabía que no le consideraba un inútil. No le habría mantenido a su lado como teniente todos aquellos años si tuviera la más mínima sospecha de que lo fuera.
Era curioso: uno pensaría que, con el carácter de Tsukiho Raho, sería uno de los capitanes menos extrañados de los trece escuadrones, mientras que la realidad era muy distinta. Todos y cada uno de los miembros de la división habían aprendido a aceptarlo como era, con su trato difícil y su constante irritabilidad, y ahora todos sentían su pérdida como la de alguien cercano... a su manera, pero cercano.
Kobayashi Hayato todavía no se acostumbraba a dejar de pensar en él como "el capitán". Por acto reflejo, se tocó la banda de teniente con una cierta incomodidad. Sabía que era la última vez que iba a llevar esa banda, sabía que a partir de ahora "el capitán" sería cómo pensarían en él el resto de miembros de la unidad, y no era un pensamiento que se le hiciera fácil de aceptar. Pero nadie había dicho que tuviera que ser fácil. Sencillamente, era lo que se necesitaba en aquel momento de conmoción.
Pensó en los otros tantos como él, en todos los tenientes que se veían obligados a ocupar el lugar de sus capitanes caídos. A algunos de ellos les había conocido desde la Academia, con otros apenas había cruzado un par de palabras en las reuniones de tenientes. Sabía que todos estaban pasando por un momento parecido al suyo. No iba a ser en absoluto una reunión cómoda, pero, nuevamente, era necesaria. En un tiempo como aquel, debían ser fuertes y dar lo mejor de ellos, por la Sociedad de Almas y el mundo de los vivos.
Unos pasos que se acercaban le hicieron salir de sus pensamientos. Parecía que ya no era el único frente a las puertas...
En el fondo, agradecía haber llegado demasiado pronto: los últimos días habían sido frenéticos y caóticos en la Sociedad de Almas y justamente lo que más necesitaba era un ratito de soledad y silencio para poner sus pensamientos en orden.
¡El capitán muerto! Sabía que sonaba infantil, pero nunca había llegado ni siquiera a plantearse la posibilidad de que tal cosa pudiera suceder. Le había visto tantas veces enfrentarse al peligro sin vacilar lo más mínimo que costaba de creer que pudiera haber algo capaz de abatirle. Sentía el vacío de su pérdida como si le hubieran arrancado una parte de sí mismo. Sí, de acuerdo, Tsukiho-taichou era un maldito diablo que no perdía ocasión de tratarlo de inútil cada vez que sus opiniones diferían, pero también le había enseñado más de lo que había hecho nadie en el mundo... y, en el fondo, Hayato sabía que no le consideraba un inútil. No le habría mantenido a su lado como teniente todos aquellos años si tuviera la más mínima sospecha de que lo fuera.
Era curioso: uno pensaría que, con el carácter de Tsukiho Raho, sería uno de los capitanes menos extrañados de los trece escuadrones, mientras que la realidad era muy distinta. Todos y cada uno de los miembros de la división habían aprendido a aceptarlo como era, con su trato difícil y su constante irritabilidad, y ahora todos sentían su pérdida como la de alguien cercano... a su manera, pero cercano.
Kobayashi Hayato todavía no se acostumbraba a dejar de pensar en él como "el capitán". Por acto reflejo, se tocó la banda de teniente con una cierta incomodidad. Sabía que era la última vez que iba a llevar esa banda, sabía que a partir de ahora "el capitán" sería cómo pensarían en él el resto de miembros de la unidad, y no era un pensamiento que se le hiciera fácil de aceptar. Pero nadie había dicho que tuviera que ser fácil. Sencillamente, era lo que se necesitaba en aquel momento de conmoción.
Pensó en los otros tantos como él, en todos los tenientes que se veían obligados a ocupar el lugar de sus capitanes caídos. A algunos de ellos les había conocido desde la Academia, con otros apenas había cruzado un par de palabras en las reuniones de tenientes. Sabía que todos estaban pasando por un momento parecido al suyo. No iba a ser en absoluto una reunión cómoda, pero, nuevamente, era necesaria. En un tiempo como aquel, debían ser fuertes y dar lo mejor de ellos, por la Sociedad de Almas y el mundo de los vivos.
Unos pasos que se acercaban le hicieron salir de sus pensamientos. Parecía que ya no era el único frente a las puertas...
Kobayashi Hayato- Post : 272
Edad : 36
Re: Una nueva era comienza
[OFF: Hago la presentación de mi personaje aquí. Borre la anterior y está la haré más coherente con la historia.]
Unos pasos comenzaron a hacer eco en lo profundo del largo pasillo. Otro de los tenientes llamados se acercaba, en este caso el del 8º Escuadrón, Mise Shuseki. Caminaba despacio, pues ya no había prisa, estaban en la calma que precede a la tempestad. Llevaba su mano izquierda en un bolsillo del Hakama, mientras que con la derecha sostenía un libro que leía con aparente paciencia. En realidad no lo estaba leyendo, era solo un escudo para evitar sacar su dolor afuera, todas aquellas pérdidas...
Casi no podía mantener las lágrimas, más ahora era cuando todos debían de ser fuertes. El Gotei 13 nunca había estado más cerca de la destrucción absoluta y un ambiente frío y distante se había formado entre todos los shinigamis. Sin nadie que los guiara, sin capitanes, sin la pequeña Samura. Cuánto la iba a echar de menos, su capitana, el y ella, un duo de lo más curioso. Un teniente que bien podía ser el abuelo de la capitana más joven de todo el Seiretei y sin embargo, cuanto le enseño ella y cuanto le quedó por aprender.
Recordaba con nostalgia los enfados de la pequeña, momentos en los que todo el escuadrón se ponía en alerta, ya que el fuerte caracter de la capitana era muy conocido. Pero también recordaba sus momentos de alegría, donde su edad hacía acto de presencia y ponía el toque de felicidad a la División. Recordaba en conclusión, la dualidad de su capitana y todo lo que ello conllevaba. Ahora ya no sería así. Tenía miedo, miedo de hacerlo mal, miedo de ser rechazado por sus shinigamis, ya que nunca fue un teniente muy conocido. Se lamentó en parte de haber pasado tanto tiempo con libros, quizás debía haber dedicado un poco a conocer a otros tenientes. Pero ya era tarde para lamentarse, ahora iba a ser ascendido, para bien o para mal.
Al acercarse a las grandes puertas que anunciaban la sala de Reunión, vio a otro shinigami, joven, otro teniente supuso. Cuando sus miradas se cruzaron, Shuseki le hizo un leve gesto de saludo con la cabeza. No quería perturbarle, eran momentos dolorosos para todos y seguramente cada teniente tendría divagaciones mentales. Mise simplemente se quedó de pies, pasando las hojas de aquel libro de tapas viejas...
[OFF: Aclaro que el libro es mi zampakutoh, lo digo por si alguien va a rolear sobre que ve nuestras espadas o algo, yo aparentemente no llevo.]
Unos pasos comenzaron a hacer eco en lo profundo del largo pasillo. Otro de los tenientes llamados se acercaba, en este caso el del 8º Escuadrón, Mise Shuseki. Caminaba despacio, pues ya no había prisa, estaban en la calma que precede a la tempestad. Llevaba su mano izquierda en un bolsillo del Hakama, mientras que con la derecha sostenía un libro que leía con aparente paciencia. En realidad no lo estaba leyendo, era solo un escudo para evitar sacar su dolor afuera, todas aquellas pérdidas...
Casi no podía mantener las lágrimas, más ahora era cuando todos debían de ser fuertes. El Gotei 13 nunca había estado más cerca de la destrucción absoluta y un ambiente frío y distante se había formado entre todos los shinigamis. Sin nadie que los guiara, sin capitanes, sin la pequeña Samura. Cuánto la iba a echar de menos, su capitana, el y ella, un duo de lo más curioso. Un teniente que bien podía ser el abuelo de la capitana más joven de todo el Seiretei y sin embargo, cuanto le enseño ella y cuanto le quedó por aprender.
Recordaba con nostalgia los enfados de la pequeña, momentos en los que todo el escuadrón se ponía en alerta, ya que el fuerte caracter de la capitana era muy conocido. Pero también recordaba sus momentos de alegría, donde su edad hacía acto de presencia y ponía el toque de felicidad a la División. Recordaba en conclusión, la dualidad de su capitana y todo lo que ello conllevaba. Ahora ya no sería así. Tenía miedo, miedo de hacerlo mal, miedo de ser rechazado por sus shinigamis, ya que nunca fue un teniente muy conocido. Se lamentó en parte de haber pasado tanto tiempo con libros, quizás debía haber dedicado un poco a conocer a otros tenientes. Pero ya era tarde para lamentarse, ahora iba a ser ascendido, para bien o para mal.
Al acercarse a las grandes puertas que anunciaban la sala de Reunión, vio a otro shinigami, joven, otro teniente supuso. Cuando sus miradas se cruzaron, Shuseki le hizo un leve gesto de saludo con la cabeza. No quería perturbarle, eran momentos dolorosos para todos y seguramente cada teniente tendría divagaciones mentales. Mise simplemente se quedó de pies, pasando las hojas de aquel libro de tapas viejas...
[OFF: Aclaro que el libro es mi zampakutoh, lo digo por si alguien va a rolear sobre que ve nuestras espadas o algo, yo aparentemente no llevo.]
Mise Shuseki- Desaparecido
- Post : 123
Edad : 34
Re: Una nueva era comienza
Hokori Yoruko se había levantado pocas horas antes de la reunión convocada por el comandante Koyuki Ryoto. Una chica del Cuarto escuadrón entró en la habitación de la joven teniente preocupada por su estado para encontrar a Yoruko sentada en el borde de la cama con la cabeza gacha y las manos sobre el regazo con los dedos entrelazados. Las tenía tan apretadas que los nudillos estaban blancos por la tensión de su piel.
Tras convencerla con el anuncio de que había sido convocada a la sala de reuniones de los capitanes Yoruko se dejó ayudar por aquella muchacha y se puso su uniforme de shinigami colocando la insignia de teniente donde solía llevarla, colgando desde su cinturón sobre la parte delantera de su muslo derecho. Nunca le había gustado tener los brazos atados por lo q evitaba en la medida de lo posible colocar nada en ellos. Ajustó su zampakutou a su muslo apretando las correas lo necesario para que no se cayera de su lugar.
Suspiró quedamente y le dedicó una leve sonrisa a la muchacha que se ofreció a acompañarla a la sala de reuniones pero con una negativa corta y concisa desistió en su intento y la dejó marcharse.
Caminó con calma, sabía que tenía tiempo de sobra hasta llegar a la sala de reuniones de los capitanes y un vacío se iba abriendo en el centro de su pecho con cada paso que daba acercándose a la sala de reuniones. Al llegar por el pasillo levantó la cabeza levemente y observó a dos de los tenientes q ya se encontraban allí. Los observó e inclinó la cabeza levemente al reconocerlos a ambos en un momento. Siempre se esforzaba por conocer a todos los shinigami que tuvieran un cargo importante dentro del Sereitei y conocía el nombre de ambos de los hombres que estaban ante ella.
Cuando estuvo con ellos se colocó de espaldas a la pared colocando sus manos detrás de sí y agachó la cabeza haciendo que su largo y negro cabello ocultara su rostro. Luchaba por las lágrimas que pugnaban por salir.
Tras convencerla con el anuncio de que había sido convocada a la sala de reuniones de los capitanes Yoruko se dejó ayudar por aquella muchacha y se puso su uniforme de shinigami colocando la insignia de teniente donde solía llevarla, colgando desde su cinturón sobre la parte delantera de su muslo derecho. Nunca le había gustado tener los brazos atados por lo q evitaba en la medida de lo posible colocar nada en ellos. Ajustó su zampakutou a su muslo apretando las correas lo necesario para que no se cayera de su lugar.
Suspiró quedamente y le dedicó una leve sonrisa a la muchacha que se ofreció a acompañarla a la sala de reuniones pero con una negativa corta y concisa desistió en su intento y la dejó marcharse.
Caminó con calma, sabía que tenía tiempo de sobra hasta llegar a la sala de reuniones de los capitanes y un vacío se iba abriendo en el centro de su pecho con cada paso que daba acercándose a la sala de reuniones. Al llegar por el pasillo levantó la cabeza levemente y observó a dos de los tenientes q ya se encontraban allí. Los observó e inclinó la cabeza levemente al reconocerlos a ambos en un momento. Siempre se esforzaba por conocer a todos los shinigami que tuvieran un cargo importante dentro del Sereitei y conocía el nombre de ambos de los hombres que estaban ante ella.
Cuando estuvo con ellos se colocó de espaldas a la pared colocando sus manos detrás de sí y agachó la cabeza haciendo que su largo y negro cabello ocultara su rostro. Luchaba por las lágrimas que pugnaban por salir.
Hokori Yoruko- Post : 387
Edad : 39
Re: Una nueva era comienza
Alumbramiento, pensamiento, decisión, acción.
Cuatro pasos necesarios, cuatro que Izumi Kaori dio sin apenas vacilar en cuanto abrió los ojos el día de su nombramiento.
Era un momento duro para todos los tenientes que pronto dejarían de serlo. Intercambiarían status por muerte, y aquella circunstancia era realmente aterradora. No es que fuera algo especial o extraordinario, muchos de los capitanes caídos en la maldita batalla contra los espadas habían obtenido el puesto del mismo modo, pero eso no significaba que dejase de doler en lo más hondo. Valeria Rin, la mujer que la sacó de los suburbios y le dio un propósito en la vida, había dejado de existir y era como si el mundo hubiera perdido algo de color, algo de vida y belleza.
Aún en sus aposentos, Kaori apretó los puños con saña y cerró los ojos. Había tenido tiempo suficiente para mentalizarse sobre lo ocurrido, para llorar hasta volverse completamente loca. Sin embargo aún sentía una guadaña en las entrañas cada vez que pensaba en su hermosa capitana, en el hueco que había dejado y que ella tendría que llenar a toda costa.
Se levantó de golpe y se censuró a sí misma casi con violencia. No podía continuar así, no el día en el que la nombrarían capitana. Izumi Kaori había dejado de ser una niña mucho tiempo atrás, no debería seguir comportándose como una. Rehizo su máscara con los jirones de altivez que aún le quedaban y se anudó la banda que la identificaba como teniente en el antebrazo, sería la última vez que la portase, y por ello debía ser la mejor. Tenía que conseguir, pese a las diferencias que existieron entre ellas, que la capitana se sintiese más orgullosa que nunca, estuviese donde estuviese.
Deslizó la puerta y caminó por la sección saludando a unos y otros. La armadura volvía estar en su lugar, las junturas estaban solapadas y no pensaba permitir que se separasen más. En unas horas dejaría de ser la segunda al mando y se convertiría en la líder, no podía permitir que los sentimientos o los problemas personales se colasen en sus quehaceres diarios.
Decidió ir caminando hasta las dependencias del primer escuadrón. Observar las cosas como teniente por última vez y beber de la sensación era algo que le debía a su capitana, era algo que tenía que hacer por las dos. El sol pareció dispuesto a otorgarle su beneplácito y esto le dio fuerzas para llegar hasta las puertas de la sala de capitanes. El ambiente estaba tranquilo, demasiado tal vez, y aunque sabía lo que aquello significaba lo prefirió. Entró en la sala de los capitanes con el rostro bien alto, aunque con un leve brillo de melancolía escrito en sus ojos. Conocía, al menos de vista, a las personas que se encontraban allí. Tragó saliva y cruzó los brazos, apretando tanto las manos sobre los costados que notó la tela de sus guantes rotos crujir debido a la presión ejercida.
- Buenos días- su voz sonó suave, tal vez demasiado para tratarse de ella y se maldijo por lo que acababa que hacer. Aunque mirándolo desde un punto de vista objetivo, tal vez fuera lo mejor. Sus bravuconadas iban a estar fuera de lugar si llegaba a darse el caso. Suspiró pesadamente y se quedó donde estaba, mirando a su alrededor: una bonita muchacha un poco mayor que ella, un hombre maduro con aspecto de intelectual (incluso llevaba un libro en la mano) y otro joven y apuesto.
Estaba deseando ver que aspecto tenían los demás.
Cuatro pasos necesarios, cuatro que Izumi Kaori dio sin apenas vacilar en cuanto abrió los ojos el día de su nombramiento.
Era un momento duro para todos los tenientes que pronto dejarían de serlo. Intercambiarían status por muerte, y aquella circunstancia era realmente aterradora. No es que fuera algo especial o extraordinario, muchos de los capitanes caídos en la maldita batalla contra los espadas habían obtenido el puesto del mismo modo, pero eso no significaba que dejase de doler en lo más hondo. Valeria Rin, la mujer que la sacó de los suburbios y le dio un propósito en la vida, había dejado de existir y era como si el mundo hubiera perdido algo de color, algo de vida y belleza.
Aún en sus aposentos, Kaori apretó los puños con saña y cerró los ojos. Había tenido tiempo suficiente para mentalizarse sobre lo ocurrido, para llorar hasta volverse completamente loca. Sin embargo aún sentía una guadaña en las entrañas cada vez que pensaba en su hermosa capitana, en el hueco que había dejado y que ella tendría que llenar a toda costa.
Se levantó de golpe y se censuró a sí misma casi con violencia. No podía continuar así, no el día en el que la nombrarían capitana. Izumi Kaori había dejado de ser una niña mucho tiempo atrás, no debería seguir comportándose como una. Rehizo su máscara con los jirones de altivez que aún le quedaban y se anudó la banda que la identificaba como teniente en el antebrazo, sería la última vez que la portase, y por ello debía ser la mejor. Tenía que conseguir, pese a las diferencias que existieron entre ellas, que la capitana se sintiese más orgullosa que nunca, estuviese donde estuviese.
Deslizó la puerta y caminó por la sección saludando a unos y otros. La armadura volvía estar en su lugar, las junturas estaban solapadas y no pensaba permitir que se separasen más. En unas horas dejaría de ser la segunda al mando y se convertiría en la líder, no podía permitir que los sentimientos o los problemas personales se colasen en sus quehaceres diarios.
Decidió ir caminando hasta las dependencias del primer escuadrón. Observar las cosas como teniente por última vez y beber de la sensación era algo que le debía a su capitana, era algo que tenía que hacer por las dos. El sol pareció dispuesto a otorgarle su beneplácito y esto le dio fuerzas para llegar hasta las puertas de la sala de capitanes. El ambiente estaba tranquilo, demasiado tal vez, y aunque sabía lo que aquello significaba lo prefirió. Entró en la sala de los capitanes con el rostro bien alto, aunque con un leve brillo de melancolía escrito en sus ojos. Conocía, al menos de vista, a las personas que se encontraban allí. Tragó saliva y cruzó los brazos, apretando tanto las manos sobre los costados que notó la tela de sus guantes rotos crujir debido a la presión ejercida.
- Buenos días- su voz sonó suave, tal vez demasiado para tratarse de ella y se maldijo por lo que acababa que hacer. Aunque mirándolo desde un punto de vista objetivo, tal vez fuera lo mejor. Sus bravuconadas iban a estar fuera de lugar si llegaba a darse el caso. Suspiró pesadamente y se quedó donde estaba, mirando a su alrededor: una bonita muchacha un poco mayor que ella, un hombre maduro con aspecto de intelectual (incluso llevaba un libro en la mano) y otro joven y apuesto.
Estaba deseando ver que aspecto tenían los demás.
Izumi Kaori- Post : 584
Re: Una nueva era comienza
Bastian iba con paso relativamente firme.
Antes de abandonar su departamente en las dependencias del 10º escuadrón en dirección hacia los de la 1ª división, donde sería investido como nuevo capitán, sus compañeros ¿o más bien debería decir antiguos compañeros? le habían obligado a tomarse el último dispendio, el último descanso como teniente, tomándose todos juntos a la salud del escuadrón un vasito de sake que tenía guardado el 4º oficial.
Había sido divertido, realmente divertido. Las risas habían aplacado la tensión por unos momentos, habían desatascado el ambiente y hecho que cualquier preocupación se mantuviera fuera de la habiación durante unos minutos.
Pero ahora, todo aquello se volvía contra él. Ahora sabía que dentro de poco sería un capitán, con sus derechos y responsabilidades.
Por eso había sido el único de los nuevos capitanes que había pedido un cambio de división. Quizás no podría soportar el tener que vivir en su nuevo estatus, por encima de los que había considerado sus amigos. Él no soportaría tratarlos como alguien que tiene que estar por encima suya, y hacerlo de otra manera sería inapropiado. Todavía podría soltar un poco de condescendencia y tratar libremente a sus subordinados, pero no a aquellos que habían sido iguales a él.
Seguramente alguno de sus amigos volverían a encontrarse con él en su nueva división. Pero él sabría que no sería lo mismo y que cometían un error haciendo que sus relaciones afectaran a una actividad que, ahora, era demasiado importante.
Además, estaba la alargada figura de su capitán Hiroaki Samura. Había sido su maestro por tanto tiempo que estar bajo la comparación constante no le hacía ningún bien. Siempre se dice que las comparaciones son odiosas, sobre todo para una de las partes.
Cuando ya se acercaba a los departamentos de la división del comandante pudo distinguir los imponentes edificios con aquellas puertas gigantes, mucho más impresionantes que las de las demás divisiones.
Una vez traspasó alguna de ellas, pudo llegar adonde se encontraban los demás tenientes, los cuales observó desde lejos, para intentar hacerse una idea para cuando llegara allí.
A las 4 figuras que allí se encontraban, las conocía de vista. Todo el mundo relativamente importante se había visto por allí y por lo menos se conocían de oidas.
Aunque de entre ellos, pudo distinguir a una vieja conocida de sus corta participación como raso en la 6ª división, pues allí se encontraba Kaori-chan.
No, tenía que dejar de hacer eso, por lo menos con las que iban a ser sus compañeras de responsabilidades. ¿Sería más irreverente aun tirarle los tejos a las capitanas? Samura-san y Valeria-taichô habían conseguido tener una relación bastante estable estos años, pero él sabía que esa no era su intención.
Por si acaso, mejor Izumi-san.
- Hola a todos - Saludó con la mano arriba y una gran sonrisa cuando se acercó a todos los que se encontraban reunidos. Las caras que veía eran demasiado largas y serias, pero no por eso iba a amilanarse.
Antes de abandonar su departamente en las dependencias del 10º escuadrón en dirección hacia los de la 1ª división, donde sería investido como nuevo capitán, sus compañeros ¿o más bien debería decir antiguos compañeros? le habían obligado a tomarse el último dispendio, el último descanso como teniente, tomándose todos juntos a la salud del escuadrón un vasito de sake que tenía guardado el 4º oficial.
Había sido divertido, realmente divertido. Las risas habían aplacado la tensión por unos momentos, habían desatascado el ambiente y hecho que cualquier preocupación se mantuviera fuera de la habiación durante unos minutos.
Pero ahora, todo aquello se volvía contra él. Ahora sabía que dentro de poco sería un capitán, con sus derechos y responsabilidades.
Por eso había sido el único de los nuevos capitanes que había pedido un cambio de división. Quizás no podría soportar el tener que vivir en su nuevo estatus, por encima de los que había considerado sus amigos. Él no soportaría tratarlos como alguien que tiene que estar por encima suya, y hacerlo de otra manera sería inapropiado. Todavía podría soltar un poco de condescendencia y tratar libremente a sus subordinados, pero no a aquellos que habían sido iguales a él.
Seguramente alguno de sus amigos volverían a encontrarse con él en su nueva división. Pero él sabría que no sería lo mismo y que cometían un error haciendo que sus relaciones afectaran a una actividad que, ahora, era demasiado importante.
Además, estaba la alargada figura de su capitán Hiroaki Samura. Había sido su maestro por tanto tiempo que estar bajo la comparación constante no le hacía ningún bien. Siempre se dice que las comparaciones son odiosas, sobre todo para una de las partes.
Cuando ya se acercaba a los departamentos de la división del comandante pudo distinguir los imponentes edificios con aquellas puertas gigantes, mucho más impresionantes que las de las demás divisiones.
Una vez traspasó alguna de ellas, pudo llegar adonde se encontraban los demás tenientes, los cuales observó desde lejos, para intentar hacerse una idea para cuando llegara allí.
A las 4 figuras que allí se encontraban, las conocía de vista. Todo el mundo relativamente importante se había visto por allí y por lo menos se conocían de oidas.
Aunque de entre ellos, pudo distinguir a una vieja conocida de sus corta participación como raso en la 6ª división, pues allí se encontraba Kaori-chan.
No, tenía que dejar de hacer eso, por lo menos con las que iban a ser sus compañeras de responsabilidades. ¿Sería más irreverente aun tirarle los tejos a las capitanas? Samura-san y Valeria-taichô habían conseguido tener una relación bastante estable estos años, pero él sabía que esa no era su intención.
Por si acaso, mejor Izumi-san.
- Hola a todos - Saludó con la mano arriba y una gran sonrisa cuando se acercó a todos los que se encontraban reunidos. Las caras que veía eran demasiado largas y serias, pero no por eso iba a amilanarse.
Chiesa- Capitán Rei
- Post : 1243
Edad : 38
Re: Una nueva era comienza
Las inmensas puertas de la habitación donde iba a tener lugar la reunión se empezaron a mover.
Poco a poco, con ruidosos crujidos, se iban abriendo, dejandose ver por la luz que entraba del exterior el interior de una sala bella pero sencillamente adornada con algunos objetos propios del medievo japonés.
La sala era rectangular, con un punto en alto, al cual se llegaba a través de una alfombra de color anaranjado como el sol del atardecer.
Los tenientes apostados enfrente de la puerta y con una clara visión de la sala, una vez que esta se hubo descubierto por abrirse completamente las grandes puertas que la guardaban, pudieron distinguir como en el final de aquella alfombra, y situado en el punto alto, se encontraba el comandante de la Sociedad de Almas, el cual fue rápidamente reconocido por todos los tenientes. Si ya entre ellos se conocían de vista o de alguna charla ocasional, no conocer al jefe de la parte militar del Gotei 13 sería como haber estado de espaldas a cualquier noticia de la Sociedad de Almas, como haber estado encerrado durante toda una vida.
Con paso lento, deshaciendo el camino marcado por la alfombra, se movió Koyuki, quien, si bien la edad le hacia no poder ir a paso ligero, si que le permitía poder mantener el gesto adusto y la pose regia, mostrando su honor y venerabilidad intacta ante los que serían los nuevos capitanes.
Ni un rastro de tristeza, ni un rastro de alegría, ni un ápice de emoción. Por eso, sorprendió que se mostrara en su boca lo que parecía ser una sonrisa al pararse cerca de los tenientes. ¿O quizás debería pensar ya en ellos como capitanes?.
- Hokori-fukutaichô, Izumi-fukutaichô, Kobayashi-fukutaichô, Mise-fukutaichô, Chiesa-fukutaichô - Nombró con un ritmo cadencioso y regular a todos los presentes, haciéndoles notar que, a pesar del paso que estaban a punto de dar, todavía tenían que recordar cual era su lugar. Aún así, hizo un gesto para invitarlos a pasar, con un gesto extraordinariamente ceremonial.
- Sean tan generosos de concederme el honor de que les invite a mi sala.
Poco a poco, con ruidosos crujidos, se iban abriendo, dejandose ver por la luz que entraba del exterior el interior de una sala bella pero sencillamente adornada con algunos objetos propios del medievo japonés.
La sala era rectangular, con un punto en alto, al cual se llegaba a través de una alfombra de color anaranjado como el sol del atardecer.
Los tenientes apostados enfrente de la puerta y con una clara visión de la sala, una vez que esta se hubo descubierto por abrirse completamente las grandes puertas que la guardaban, pudieron distinguir como en el final de aquella alfombra, y situado en el punto alto, se encontraba el comandante de la Sociedad de Almas, el cual fue rápidamente reconocido por todos los tenientes. Si ya entre ellos se conocían de vista o de alguna charla ocasional, no conocer al jefe de la parte militar del Gotei 13 sería como haber estado de espaldas a cualquier noticia de la Sociedad de Almas, como haber estado encerrado durante toda una vida.
Con paso lento, deshaciendo el camino marcado por la alfombra, se movió Koyuki, quien, si bien la edad le hacia no poder ir a paso ligero, si que le permitía poder mantener el gesto adusto y la pose regia, mostrando su honor y venerabilidad intacta ante los que serían los nuevos capitanes.
Ni un rastro de tristeza, ni un rastro de alegría, ni un ápice de emoción. Por eso, sorprendió que se mostrara en su boca lo que parecía ser una sonrisa al pararse cerca de los tenientes. ¿O quizás debería pensar ya en ellos como capitanes?.
- Hokori-fukutaichô, Izumi-fukutaichô, Kobayashi-fukutaichô, Mise-fukutaichô, Chiesa-fukutaichô - Nombró con un ritmo cadencioso y regular a todos los presentes, haciéndoles notar que, a pesar del paso que estaban a punto de dar, todavía tenían que recordar cual era su lugar. Aún así, hizo un gesto para invitarlos a pasar, con un gesto extraordinariamente ceremonial.
- Sean tan generosos de concederme el honor de que les invite a mi sala.
Koyuki Ryoto- Comandante Capitán Chugo
- Post : 25
Edad : 66
Re: Una nueva era comienza
¿Sólo iban a ser cinco? Eso significaba que siete escuadrones seguirían sin capitán. En fin, más valía poco que nada. Aunque quedara claro que la Sociedad de Almas estaba coja con sólo la mitad de sus capitanes, era una situación con mucho preferible a la completa parálisis a que se vería abocada si todas las capitanías seguían vacantes.
Podía entender que no se hubieran encontrado todavía candidatos para cubrir todas las bajas. La presión que sentía en aquellos momentos, al entrar por primera vez en la sala de reuniones bajo la inescrutable mirada del hombre a quien doce capitanes habían muerto por proteger, era poco menos que abrumadora. Por otra parte, dominar el bankai no era precisamente un requisito fácil de cumplir: él mismo todavía no se sentía del todo satisfecho de su control sobre él. ¿Cómo esperar que doce voluntarios aparecieran de la noche al día? Era, cuando menos, complicado...
Kobayashi-fukutaichou había saludado con una inclinación de la cabeza a cada uno de los otros cuatro tenientes a medida que iban llegando, sin verse con muchos ánimos de levantar la voz, por miedo a que sonara ronca o entrecortada. La situación en la que se encontraba le causabo un vértigo mucho mayor del que estaba dispuesto a dejar ver.
"¿Nunca te has preguntado por qué llamamos shikai al lugar en el que peleamos?", dijo la voz del capitán en sus recuerdos. Tenía un bokken en las manos y acababa de derribar por quinta vez consecutiva a Hayato con un duro golpe en el costado. Aquel día había terminado en las salas de curas del Cuarto Escuadrón, donde habían tenido que recomponerle tres costillas y el radio del brazo derecho. "Shikai significa Cuatro Prohibiciones. Son cuatro estados que no puedes permitirte sentir durante la batalla, y, al mismo tiempo debes intentar infundir en tu adversario. Las cuatro prohibiciones son miedo, sorpresa, duda y confusión. ¿Cómo esperas golpearme si tienes miedo de mi ataque, o si no tienes claro tu objetivo? En serio, a veces me haces sentir que pierdo el tiempo... ¡De pie, teniente! ¡Otra vez!"
Se permitió el lujo de cerrar los ojos por unos instantes, mientras las puertas se abrían y el comandante se acercaba a ellos, para ayudarse a recuperar la paz de espíritu. "Calma tu mente", se decía, mientras se esforzaba por alargar su respiración sin producir sonido alguno, "Déjala fluir con naturalidad". Cuando Koyuki Ryoto comenzó a nombrarles, se encontraba mucho más tranquilo.
-No soy digno de invadir estas estancias -dijo, con voz segura, inclinándose respetuosamente-. Me honráis al permitirme la entrada.
Podía entender que no se hubieran encontrado todavía candidatos para cubrir todas las bajas. La presión que sentía en aquellos momentos, al entrar por primera vez en la sala de reuniones bajo la inescrutable mirada del hombre a quien doce capitanes habían muerto por proteger, era poco menos que abrumadora. Por otra parte, dominar el bankai no era precisamente un requisito fácil de cumplir: él mismo todavía no se sentía del todo satisfecho de su control sobre él. ¿Cómo esperar que doce voluntarios aparecieran de la noche al día? Era, cuando menos, complicado...
Kobayashi-fukutaichou había saludado con una inclinación de la cabeza a cada uno de los otros cuatro tenientes a medida que iban llegando, sin verse con muchos ánimos de levantar la voz, por miedo a que sonara ronca o entrecortada. La situación en la que se encontraba le causabo un vértigo mucho mayor del que estaba dispuesto a dejar ver.
"¿Nunca te has preguntado por qué llamamos shikai al lugar en el que peleamos?", dijo la voz del capitán en sus recuerdos. Tenía un bokken en las manos y acababa de derribar por quinta vez consecutiva a Hayato con un duro golpe en el costado. Aquel día había terminado en las salas de curas del Cuarto Escuadrón, donde habían tenido que recomponerle tres costillas y el radio del brazo derecho. "Shikai significa Cuatro Prohibiciones. Son cuatro estados que no puedes permitirte sentir durante la batalla, y, al mismo tiempo debes intentar infundir en tu adversario. Las cuatro prohibiciones son miedo, sorpresa, duda y confusión. ¿Cómo esperas golpearme si tienes miedo de mi ataque, o si no tienes claro tu objetivo? En serio, a veces me haces sentir que pierdo el tiempo... ¡De pie, teniente! ¡Otra vez!"
Se permitió el lujo de cerrar los ojos por unos instantes, mientras las puertas se abrían y el comandante se acercaba a ellos, para ayudarse a recuperar la paz de espíritu. "Calma tu mente", se decía, mientras se esforzaba por alargar su respiración sin producir sonido alguno, "Déjala fluir con naturalidad". Cuando Koyuki Ryoto comenzó a nombrarles, se encontraba mucho más tranquilo.
-No soy digno de invadir estas estancias -dijo, con voz segura, inclinándose respetuosamente-. Me honráis al permitirme la entrada.
Kobayashi Hayato- Post : 272
Edad : 36
Re: Una nueva era comienza
Tan solo tres tenientes más llegaron. Dos mujeres y un hombre, en total eran 5 los "privilegiados" si es que podía llamarse así al ascenso excepcional que estaba a punto de tener lugar. Mise los conocía de vista, pero nunca había tratado con ellos personalmente, de nuevo se lamentó por ello. No obstante devolvió el saludo a todos, mostrando un leve intento de sonrisa que, se quedo en intento.
Cuando parecía que el tiempo iba a pararse por la tensión, las enormes puertas se abrieron, lenta y pausadamente, para que entre ellas apareciera la imponente figura del comandante del Gotei 13. El único de los capitanes supervivientes de la gran batalla. Con tan solo verlo a Shuseki le invadió una profunda sensación de respeto, así como orgullo por pertenecer al mismo bando que aquel hombre.
Un sonido pequeño y secó resonó por el pasillo cuando el teniente cerró las tapas de su libro. Despúes, realizó una pronunciada reverencia hacia el comandante. Tras volver a erguirse, comenzó a seguirle hacia el interior de la sala, aún sin pronunciar palabra ninguna, pués no quería que su voz perturbase la solemnidad del momento.
Cuando parecía que el tiempo iba a pararse por la tensión, las enormes puertas se abrieron, lenta y pausadamente, para que entre ellas apareciera la imponente figura del comandante del Gotei 13. El único de los capitanes supervivientes de la gran batalla. Con tan solo verlo a Shuseki le invadió una profunda sensación de respeto, así como orgullo por pertenecer al mismo bando que aquel hombre.
Un sonido pequeño y secó resonó por el pasillo cuando el teniente cerró las tapas de su libro. Despúes, realizó una pronunciada reverencia hacia el comandante. Tras volver a erguirse, comenzó a seguirle hacia el interior de la sala, aún sin pronunciar palabra ninguna, pués no quería que su voz perturbase la solemnidad del momento.
Mise Shuseki- Desaparecido
- Post : 123
Edad : 34
Re: Una nueva era comienza
Se había mantenido en silencio, con la cabeza gacha y los ojos cerrados fuertemente. Sus manos detrás de su espalda en las que se apoyaba las tenía tensas reteniendo ahora todo lo que la había hecho estar tan ausente durante las horas antes de llegar a ese lugar.
Al escuchar las puertas abrirse separó de la pared limpiándose las lágrimas que caían por sus mejillas con la manga de su camiseta y se giró para mirar a los que la acompañaban. Como suponía que todos los demás pensaban no los conocía demasiado pero estaba dispuesta a remediar aquello ya que como nuevos dirigentes de las divisiones del Gotei deberían mostrar una armonía y una complicidad digna para devolver a la normalidad al Sereitei.
Escuchó al comandante nombrarla y levantó la cabeza mirándo hacia él con expresión más calmada aunque sus ojos estaban rojizos por las lágrimas que acababa de derramar por su capitán. Aún no se había repuesto a su pérdida pero estaba dispuesta a hacer todo lo q fuera posible por estar a la altura de la situación. Escuchó la respuesta de Kobayashi-fukutaichô y se sintió algo abrumada por la excesiva humildad que expresaba en esas pocas palabras. Aún así cuando fue su turno entró en la estancia detrás de los dos anteriores tenientes.
-Gracias Koyuki-sôtaichô -dijo con un hilo de voz al entrar en la sala mirando a su alrededor la estancia sintiendo una sensación de embriagadez y cierto temor al empezar a comprender xq estaba en esa sala. Se colocó al lado de los otros dos tenientes que habían entrado delante de ella esperando las palabras del comandante.
Al escuchar las puertas abrirse separó de la pared limpiándose las lágrimas que caían por sus mejillas con la manga de su camiseta y se giró para mirar a los que la acompañaban. Como suponía que todos los demás pensaban no los conocía demasiado pero estaba dispuesta a remediar aquello ya que como nuevos dirigentes de las divisiones del Gotei deberían mostrar una armonía y una complicidad digna para devolver a la normalidad al Sereitei.
Escuchó al comandante nombrarla y levantó la cabeza mirándo hacia él con expresión más calmada aunque sus ojos estaban rojizos por las lágrimas que acababa de derramar por su capitán. Aún no se había repuesto a su pérdida pero estaba dispuesta a hacer todo lo q fuera posible por estar a la altura de la situación. Escuchó la respuesta de Kobayashi-fukutaichô y se sintió algo abrumada por la excesiva humildad que expresaba en esas pocas palabras. Aún así cuando fue su turno entró en la estancia detrás de los dos anteriores tenientes.
-Gracias Koyuki-sôtaichô -dijo con un hilo de voz al entrar en la sala mirando a su alrededor la estancia sintiendo una sensación de embriagadez y cierto temor al empezar a comprender xq estaba en esa sala. Se colocó al lado de los otros dos tenientes que habían entrado delante de ella esperando las palabras del comandante.
Última edición por Hokori Yoruko el Vie Oct 09, 2009 4:44 am, editado 1 vez
Hokori Yoruko- Post : 387
Edad : 39
Re: Una nueva era comienza
Kaori aún no sabía cuantos capitanes estaban por venir o si vendrían más. Tampoco tenía información para saber si estarían las doce plazas cubiertas. Como ya os dije antes estaba deseando conocer las respuestas para todas estas preguntas. Pronto las encontró y tuvo que ser de la forma más inesperada posible, porque el último designado en llegar fue precisamente Bastian Chiesa, esa caricatura de galán que pululaba por la sociedad de las almas. De haber estado solos, casi con toda seguridad habría soltado un comentario mordaz. Pero para bien, o para mal, no lo estaban, de manera que tuvo que conformarse con hacer un mohín despectivo y clavar la vista en el frente, pues la puerta acababa de abrirse y el comandante en persona Koyuki Ryoto había hecho su aparición.
La inminente capitana le había visto más de una vez en alguna ceremonia o durante algún ataque, pero ello no restaba importancia al hecho de tenerle de nuevo delante. Era un hombre admirable, el corazón de la sociedad de las almas y ahora ella sería una de sus subordinadas directas, ¡sencillamente increíble! Los negros pensamientos alrededor de Chiesa-san dejaron de preocuparle. El máximo exponente había hablado y todos los demás se estaban poniendo en movimiento. Izumi-fukutaichou sintió que tenía algo que decir y tal y como le había enseñado tantas veces la capitana Valeria hizo una reverencia, algo envarada a decir verdad. Era demasiado poco protocolaria. Una muchacha chillona con trazas de chico criada en el Rukongai.
- Es un honor- susurró, preguntándose si estaba haciendo lo que se suponía que debía hacer. Observó a la otra chica, definitivamente esa mujer pegaba mucho más en toda aquella historia que ella, pero no había vuelta atrás, era lo que deseaba y estaba dispuesta a hacerlo lo mejor que pudiera.
Por fin penetró en la estancia y bebió de la sensación con avidez, se sentía maravillada, exhausta ante tanto honor. La sala de los capitanes, su sueño desde hacía tantos años… Valeria-taichou había estado allí también, ¿habría tenido también la sensación de qué todo aquello le venía demasiado grande? Meneó la cabeza imperceptiblemente, una promesa era algo inquebrantable y más las hechas a uno mismo. Por eso la joven teniente alzó el rostro y se mostró inquebrantable. “Ahora soy una capitana, los capitanes no se dejan llevar por sus sentimentalismos, los capitanes son personas calmadas y respetuosas”. Aquello, definitivamente iba a ser un inconveniente, ¿cómo se le podía pedir a una persona con tanta carácter como ella qué se mostrase contenida? Encontraría la manera, tendría que encontrarla. Eran muchas las cosas que estaban en juego y Kaori no iba a tomárselas a la ligera. Ni mucho menos.
La inminente capitana le había visto más de una vez en alguna ceremonia o durante algún ataque, pero ello no restaba importancia al hecho de tenerle de nuevo delante. Era un hombre admirable, el corazón de la sociedad de las almas y ahora ella sería una de sus subordinadas directas, ¡sencillamente increíble! Los negros pensamientos alrededor de Chiesa-san dejaron de preocuparle. El máximo exponente había hablado y todos los demás se estaban poniendo en movimiento. Izumi-fukutaichou sintió que tenía algo que decir y tal y como le había enseñado tantas veces la capitana Valeria hizo una reverencia, algo envarada a decir verdad. Era demasiado poco protocolaria. Una muchacha chillona con trazas de chico criada en el Rukongai.
- Es un honor- susurró, preguntándose si estaba haciendo lo que se suponía que debía hacer. Observó a la otra chica, definitivamente esa mujer pegaba mucho más en toda aquella historia que ella, pero no había vuelta atrás, era lo que deseaba y estaba dispuesta a hacerlo lo mejor que pudiera.
Por fin penetró en la estancia y bebió de la sensación con avidez, se sentía maravillada, exhausta ante tanto honor. La sala de los capitanes, su sueño desde hacía tantos años… Valeria-taichou había estado allí también, ¿habría tenido también la sensación de qué todo aquello le venía demasiado grande? Meneó la cabeza imperceptiblemente, una promesa era algo inquebrantable y más las hechas a uno mismo. Por eso la joven teniente alzó el rostro y se mostró inquebrantable. “Ahora soy una capitana, los capitanes no se dejan llevar por sus sentimentalismos, los capitanes son personas calmadas y respetuosas”. Aquello, definitivamente iba a ser un inconveniente, ¿cómo se le podía pedir a una persona con tanta carácter como ella qué se mostrase contenida? Encontraría la manera, tendría que encontrarla. Eran muchas las cosas que estaban en juego y Kaori no iba a tomárselas a la ligera. Ni mucho menos.
Izumi Kaori- Post : 584
Re: Una nueva era comienza
Bastian fue el último en moverse, principalmente porque estaba atento a todo lo que aconteciera. Se fijaba con avidez en los movimientos de sus compañeros de puesto, a pesar de que estos no dejaran apenas dejar notar sus propias emociones.
Todos parecían serios, congelados, quizás sobrepasados por el increíble respeto que el comandante infundía a toda la Sociedad de Almas. Quizás todos actuaban de forma demasiado parecida, demasiado correcta.
Pero ese sentimiento de respeto y recogimiento afectó también al teniente de la 10ª división, pues, aunque estuvo a punto de decir alguna tontería, para relajar el ambiente o para hacer algo más divertido y llevadero aquel momento de tanta importancia y cierta nostalgia en el ambiente, hasta tal punto que ya tenía la boca abierta para decir lo que le viniera a la cabeza, ésta le advirtió como si su sentido común actuara tan solo de vez en cuando, que debía de permanecer mejor en silencio, no fuera a ser que ya sus propios compañeros no le tomaran en consideración como alguien importante incluso antes de formalizarse como capitán.
Se sintió en todo caso, un poco decepcionado consigo mismo, al no poder ejecutar su propia naturaleza delante del comandante, así que notó como una brisa fresca en la mañana las pequeñas lagrimas que acariciaban la mejilla de la teniente del 2º escuadrón. Aún cuando estas fueran limpiadas lo antes posible por ella, el que algo de emoción se dejara notar en el ambiente, hacia que Bastian notase que no estaba todo perdido y que antes que capitanes eran personas, con debilidades y puntos fuertes.
Puede ser que incluso Kaori-chan tuviera un pequeño corazoncito.
Otra vez había pasado. Kaori-chan no, mejor Izumi-san. Le costaría acostumbrarse a aquello.
- Gracias por la invitación, Koyuki-sôtaichô- Le contestó con una leve inclinación, antes de entrar en la estancia.
A partir de ahora habría poca escapatoria, pues su vida iba a cambiar para siempre.
Todos parecían serios, congelados, quizás sobrepasados por el increíble respeto que el comandante infundía a toda la Sociedad de Almas. Quizás todos actuaban de forma demasiado parecida, demasiado correcta.
Pero ese sentimiento de respeto y recogimiento afectó también al teniente de la 10ª división, pues, aunque estuvo a punto de decir alguna tontería, para relajar el ambiente o para hacer algo más divertido y llevadero aquel momento de tanta importancia y cierta nostalgia en el ambiente, hasta tal punto que ya tenía la boca abierta para decir lo que le viniera a la cabeza, ésta le advirtió como si su sentido común actuara tan solo de vez en cuando, que debía de permanecer mejor en silencio, no fuera a ser que ya sus propios compañeros no le tomaran en consideración como alguien importante incluso antes de formalizarse como capitán.
Se sintió en todo caso, un poco decepcionado consigo mismo, al no poder ejecutar su propia naturaleza delante del comandante, así que notó como una brisa fresca en la mañana las pequeñas lagrimas que acariciaban la mejilla de la teniente del 2º escuadrón. Aún cuando estas fueran limpiadas lo antes posible por ella, el que algo de emoción se dejara notar en el ambiente, hacia que Bastian notase que no estaba todo perdido y que antes que capitanes eran personas, con debilidades y puntos fuertes.
Puede ser que incluso Kaori-chan tuviera un pequeño corazoncito.
Otra vez había pasado. Kaori-chan no, mejor Izumi-san. Le costaría acostumbrarse a aquello.
- Gracias por la invitación, Koyuki-sôtaichô- Le contestó con una leve inclinación, antes de entrar en la estancia.
A partir de ahora habría poca escapatoria, pues su vida iba a cambiar para siempre.
Chiesa- Capitán Rei
- Post : 1243
Edad : 38
Re: Una nueva era comienza
Ryoto ejecutó algo parecido a una sonrisa.
Tenía algo de duda, y porque no denominarlo así, también algo de temor por lo que pudiera acontecer.
Conocía a los tenientes que allí se presentaban, igual que conocía de primera mano a los capitanes y al resto de personal de relevancia que cuidaba del Seiterei. Aunque por cuestiones obvias no llegara a los rangos más bajos.
Sabía que los allí reunidos reunian capacidades suficientes para gobernar una división. Pero el hecho de que hubiera falta de capitanes y la presión que eso significaba, unido con la gran perdida que había sufrido la Sociedad de Almas, podía hacer que lo que todavía eran casi proyectos de buenos capitanes se vieran perdidos en el limbo de las cosas sin definir, de las personas llamadas a triunfar y apeadas en las primeras estaciones.
Pero su sonrisa indicaba que aquello, por lo menos en principio, no tenia mala pinta.
Avanzó por delante de los shinigamis, con pasos cortos, sin esperar que los demás le siguieran, pero confiando en que lo harían. Se movió directo hacia la parte alta de la sala, donde podía dominar la situación y las acciones de los tenientes con total libertad y eficacia.
- Por favor, tenientes, formen de acuerdo a la forma de la que lo realizan los capitanes. - Empezó mandando el comandante. - Sitúense los tenientes de las divisiones pares a mi derecha y los pertenecientes a las impares a mi izquierda, si son ustedes tan amables.
La forma de hablar del comandante era correcta y educada, casi en extremo. Poco les faltaba a los futuros capitanes para saber que debajo del guante de terciopelo se encontraba una mano de hierro y que su responsabilidad sería máxima. Pero no había que adelantar acontecimientos.
- Preséntense y digan el cargo al que optan, por favor. - Seguía con voz firme y regia. Cada vez le irían quedando menos contemplaciones. Dentro de poco estaría frente a verdaderos capitanes de la Sociedad de Almas.
Tenía algo de duda, y porque no denominarlo así, también algo de temor por lo que pudiera acontecer.
Conocía a los tenientes que allí se presentaban, igual que conocía de primera mano a los capitanes y al resto de personal de relevancia que cuidaba del Seiterei. Aunque por cuestiones obvias no llegara a los rangos más bajos.
Sabía que los allí reunidos reunian capacidades suficientes para gobernar una división. Pero el hecho de que hubiera falta de capitanes y la presión que eso significaba, unido con la gran perdida que había sufrido la Sociedad de Almas, podía hacer que lo que todavía eran casi proyectos de buenos capitanes se vieran perdidos en el limbo de las cosas sin definir, de las personas llamadas a triunfar y apeadas en las primeras estaciones.
Pero su sonrisa indicaba que aquello, por lo menos en principio, no tenia mala pinta.
Avanzó por delante de los shinigamis, con pasos cortos, sin esperar que los demás le siguieran, pero confiando en que lo harían. Se movió directo hacia la parte alta de la sala, donde podía dominar la situación y las acciones de los tenientes con total libertad y eficacia.
- Por favor, tenientes, formen de acuerdo a la forma de la que lo realizan los capitanes. - Empezó mandando el comandante. - Sitúense los tenientes de las divisiones pares a mi derecha y los pertenecientes a las impares a mi izquierda, si son ustedes tan amables.
La forma de hablar del comandante era correcta y educada, casi en extremo. Poco les faltaba a los futuros capitanes para saber que debajo del guante de terciopelo se encontraba una mano de hierro y que su responsabilidad sería máxima. Pero no había que adelantar acontecimientos.
- Preséntense y digan el cargo al que optan, por favor. - Seguía con voz firme y regia. Cada vez le irían quedando menos contemplaciones. Dentro de poco estaría frente a verdaderos capitanes de la Sociedad de Almas.
Koyuki Ryoto- Comandante Capitán Chugo
- Post : 25
Edad : 66
Re: Una nueva era comienza
La situación era desagradablemente tensa. Normalmente, a Kobayashi le gustaba estar relajado, incluso en el trabajo. Se había dicho, al poco tiempo de entrar en la Academia, que el servilismo y la angustia habían quedado atrás con sus días de criado. Se había prometido empezar una nueva etapa, en la que no tendría que vivir con la cabeza gacha y siempre temiendo cometer algún fallo, y así era como había intentado actuar desde que vestía la hakama negra de Shinigami. Ahora, sin embargo, sentía que aquella atmósfera opresiva en la que cometer un fallo podía ser fatal estaba de vuelta... y no era un pensamiento que le agradara.
Sabía que no era el único que sentía la presión del ambiente. Había algo de rígido, de poco natural, en la forma en que cada uno se dirigió a su respectivo lugar, según las instruciones del Comandante. Bien mirado, no había de qué sorprenderse: ninguno de ellos había estado antes en aquella sala (al menos, eso creía) y, dado que faltaban la mitad de los capitanes, los vacíos que quedaban entre ellos eran más que visibles, además de un poco desconcertantes.
-Kobayashi Hayato -se presentó, según las indicaciones de Koyuki-. Aspirante a Capitán de la Séptima División.
Sabía que no era el único que sentía la presión del ambiente. Había algo de rígido, de poco natural, en la forma en que cada uno se dirigió a su respectivo lugar, según las instruciones del Comandante. Bien mirado, no había de qué sorprenderse: ninguno de ellos había estado antes en aquella sala (al menos, eso creía) y, dado que faltaban la mitad de los capitanes, los vacíos que quedaban entre ellos eran más que visibles, además de un poco desconcertantes.
-Kobayashi Hayato -se presentó, según las indicaciones de Koyuki-. Aspirante a Capitán de la Séptima División.
Kobayashi Hayato- Post : 272
Edad : 36
Re: Una nueva era comienza
Mise tragó saliva y se quedó parado, suspirando, mientras el primer candidato iba entrando. Luego comenzó a andar él, su predecesor resultó ser el futuro capitán del 7º Escuadrón, curiosamente entró antes que él, que sería el capitán del 8º. Una pequeña anécdota que Shuseki pensó para intentar desviar sus pensamientos y poder relajarse, ya que estaba un tanto tenso.
Una vez Hayata se hubo situado, Mise entró en la sala y se colocó frente a él, a la derecha del comandante. Se aclaró la voz e intentó hablar lo más solemnemente posible, alto y grave.
-Mise Shuseki, teniente del 8º Escuadrón y candidato a capitán del mismo.
De nuevo hizo una reverencia al comandante y después dirigió su mirada hacia la puerta, donde el resto de tenientes comenzarían a entrar. Aprovechó ese momento para contemplar mejor el lugar de reuniones, nunca lo había visto. Todo tallado en madera y nada ostentoso, quizás para recordar a los capitanes el principio de la humildad, el saber de dónde venían y por donde habían empezado. Shuseki quedó en silencio, contemplando todo aquello mientras sus compañeros iban pasando uno a uno.
Una vez Hayata se hubo situado, Mise entró en la sala y se colocó frente a él, a la derecha del comandante. Se aclaró la voz e intentó hablar lo más solemnemente posible, alto y grave.
-Mise Shuseki, teniente del 8º Escuadrón y candidato a capitán del mismo.
De nuevo hizo una reverencia al comandante y después dirigió su mirada hacia la puerta, donde el resto de tenientes comenzarían a entrar. Aprovechó ese momento para contemplar mejor el lugar de reuniones, nunca lo había visto. Todo tallado en madera y nada ostentoso, quizás para recordar a los capitanes el principio de la humildad, el saber de dónde venían y por donde habían empezado. Shuseki quedó en silencio, contemplando todo aquello mientras sus compañeros iban pasando uno a uno.
Mise Shuseki- Desaparecido
- Post : 123
Edad : 34
Re: Una nueva era comienza
La muchacha escuchó las palabras del comandante y se colocó en su posición a la derecha y más cercana a Koyuki-sotaicho. Se sentía algo abrumada por la tensión del lugar pero poco a poco se hacía a la idea de que en breves momentos estaría en el lugar al que pertenecía.
Recorrió el lugar con la mirada observando los huecos que faltaban entre ellos sintiéndose un poco más sola al no haber nadie a su lado ni frente a ella faltando los tenientes de los escuadrones 3, 4 y 5. Suspiró levemente al escuchar las palabras de Kobayashi-fukutaichô volvió a la realidad y giró su cabeza para mirar al comandante antes de presentarse.
-Hokori Yoruko, Teniente del 2º Escuadrón. Aspirante a Capitana del 2º Escuadrón y Comandante de las Fuerzas Especiales -dijo al dar un mínimo paso al frente con voz levemente rasgada al haber estado llorando antes y recordar con una punzada de dolor a su capitán que le había dejado sus responsabilidades sobre sus hombres. Se mordió el labio inferior levemente agachando la cabeza a modo de saludo a Koyuki-sotaicho y volvió a su lugar esperando a que los demás hicieran lo mismo.
Recorrió el lugar con la mirada observando los huecos que faltaban entre ellos sintiéndose un poco más sola al no haber nadie a su lado ni frente a ella faltando los tenientes de los escuadrones 3, 4 y 5. Suspiró levemente al escuchar las palabras de Kobayashi-fukutaichô volvió a la realidad y giró su cabeza para mirar al comandante antes de presentarse.
-Hokori Yoruko, Teniente del 2º Escuadrón. Aspirante a Capitana del 2º Escuadrón y Comandante de las Fuerzas Especiales -dijo al dar un mínimo paso al frente con voz levemente rasgada al haber estado llorando antes y recordar con una punzada de dolor a su capitán que le había dejado sus responsabilidades sobre sus hombres. Se mordió el labio inferior levemente agachando la cabeza a modo de saludo a Koyuki-sotaicho y volvió a su lugar esperando a que los demás hicieran lo mismo.
Hokori Yoruko- Post : 387
Edad : 39
Re: Una nueva era comienza
[FDI: Mise, sino he entendido mal es como si tú hubieras actuado, ¿verdad?]
Kaori no tuvo más remedio que tragar saliva. Las palmas de sus manos se pegaban, rebeldes, a la tela de sus guantes rotos. Aquellos dos síntomas solo podían llevar a una conclusión: exudaba de sudor de nervios y maldita la gracia que le hacía. En teoría era una mujer segura de sí misma, que sabía lo que se hacía en cada momento y era capaz de mantener la calma, o eso pensaba ella, porque la paciencia no era una de las virtudes que la adornaran precisamente, ¿por qué entonces se mostraba tan vulnerable, tan infantil? El resto de tenientes parecían aguantar el tipo con las mismas dificultades, menos Chiesa, claro. A él todo le daba absolutamente igual, ¡menudo cretino estaba hecho! No podía creerse que tuviera que verle a diario otra vez.
Retiró aquel pensamiento de su mente con la misma velocidad a la que había llegado y atendió a lo que se decía en aquella sala, pues el comandante acababa de hablarles nuevamente. Debían colocarse en la posición que antaño ocuparon sus predecesores y hablar sobre el puesto al que postulaban. La teniente del sexto escuadrón observó como Kobayashi-fukutaichou era el primero en facilitar su nombre y el puesto que deseaba, a continuación le tocó el turno al teniente Mise, que explicó que su pretensión consistía en ser el capitán del octavo escuadrón. Finalmente tomó la palabra la otra joven de la sala, que se llamaba Hokori Yoruko y era aspirante al Segundo Escuadrón. Izumi hizo un esfuerzo mental (bastante grande, dadas las circunstancias) por recordar todos sus nombres. A fin de cuentas ellos serían sus compañeros de ahora en adelante y debía existir camaradería entre ellos.
Era su turno, de modo que hizo una nueva reverencia (tal vez debería haber prestado más atención a las clases de Valeria-taichou sobre etiqueta) y dio su nombre, antes de posicionarse entra la Hokori-fukutaichou y Mise-fukutaichou - Izumi Kaori, en la actualidad teniente del sexto escuadrón, postulante a la capitanía de la misma sección- sentía la lengua pesada, como si aquellas palabras no le terminaran de pertenecer y no era para menos. La situación no era la esperada por la aspirante, tal vez para ninguno de ellos lo era, un acontecimiento demasiado sangriento que todos recordarían siempre.
Kaori había pensado muchas veces en como sería su nombramiento, en qué tendría que hacer y decir, en como se sentiría cuando el comandante dijese su nombre. En esos momentos no se sentía como debería haberse sentido. Las razones del sueño eran diferentes cada vez: una acción heroica, una misión excepcional o tal vez una recomendación. Pero nunca, ni en un millón de años, pensó que su ascenso se debería a la muerte de su maestra, porque más que capitana, Valeria había sido como una hermana mayor para ella, una hermana mayor con la que también peleaba y discrepaba a la menor ocasión que tenía. Mantuvo la postura, no debía seguir pensando en aquello, tenía que ser más objetiva, más realista y menos sentimental. Lo malo de la situación actual no tenía que ver, en realidad, con sus afectos. Éstos seguirían estando donde estaban, intactos, era más bien la penosa circunstancia de que no podía ser tan burda como solía, pues el comandante parecía observar a través de sus ropas y su piel, era como si Koyuki Ryoto tuviera la habilidad de penetrar en sus más oscuras cavilaciones y desarmarlas para hacer una disección perfecta de ellas. Frente a él no valía su lenguaje de alcantarilla o sus ademanes bruscos, con él… todo parecía diferente, era un hombre admirable, en más de un sentido.
Kaori no tuvo más remedio que tragar saliva. Las palmas de sus manos se pegaban, rebeldes, a la tela de sus guantes rotos. Aquellos dos síntomas solo podían llevar a una conclusión: exudaba de sudor de nervios y maldita la gracia que le hacía. En teoría era una mujer segura de sí misma, que sabía lo que se hacía en cada momento y era capaz de mantener la calma, o eso pensaba ella, porque la paciencia no era una de las virtudes que la adornaran precisamente, ¿por qué entonces se mostraba tan vulnerable, tan infantil? El resto de tenientes parecían aguantar el tipo con las mismas dificultades, menos Chiesa, claro. A él todo le daba absolutamente igual, ¡menudo cretino estaba hecho! No podía creerse que tuviera que verle a diario otra vez.
Retiró aquel pensamiento de su mente con la misma velocidad a la que había llegado y atendió a lo que se decía en aquella sala, pues el comandante acababa de hablarles nuevamente. Debían colocarse en la posición que antaño ocuparon sus predecesores y hablar sobre el puesto al que postulaban. La teniente del sexto escuadrón observó como Kobayashi-fukutaichou era el primero en facilitar su nombre y el puesto que deseaba, a continuación le tocó el turno al teniente Mise, que explicó que su pretensión consistía en ser el capitán del octavo escuadrón. Finalmente tomó la palabra la otra joven de la sala, que se llamaba Hokori Yoruko y era aspirante al Segundo Escuadrón. Izumi hizo un esfuerzo mental (bastante grande, dadas las circunstancias) por recordar todos sus nombres. A fin de cuentas ellos serían sus compañeros de ahora en adelante y debía existir camaradería entre ellos.
Era su turno, de modo que hizo una nueva reverencia (tal vez debería haber prestado más atención a las clases de Valeria-taichou sobre etiqueta) y dio su nombre, antes de posicionarse entra la Hokori-fukutaichou y Mise-fukutaichou - Izumi Kaori, en la actualidad teniente del sexto escuadrón, postulante a la capitanía de la misma sección- sentía la lengua pesada, como si aquellas palabras no le terminaran de pertenecer y no era para menos. La situación no era la esperada por la aspirante, tal vez para ninguno de ellos lo era, un acontecimiento demasiado sangriento que todos recordarían siempre.
Kaori había pensado muchas veces en como sería su nombramiento, en qué tendría que hacer y decir, en como se sentiría cuando el comandante dijese su nombre. En esos momentos no se sentía como debería haberse sentido. Las razones del sueño eran diferentes cada vez: una acción heroica, una misión excepcional o tal vez una recomendación. Pero nunca, ni en un millón de años, pensó que su ascenso se debería a la muerte de su maestra, porque más que capitana, Valeria había sido como una hermana mayor para ella, una hermana mayor con la que también peleaba y discrepaba a la menor ocasión que tenía. Mantuvo la postura, no debía seguir pensando en aquello, tenía que ser más objetiva, más realista y menos sentimental. Lo malo de la situación actual no tenía que ver, en realidad, con sus afectos. Éstos seguirían estando donde estaban, intactos, era más bien la penosa circunstancia de que no podía ser tan burda como solía, pues el comandante parecía observar a través de sus ropas y su piel, era como si Koyuki Ryoto tuviera la habilidad de penetrar en sus más oscuras cavilaciones y desarmarlas para hacer una disección perfecta de ellas. Frente a él no valía su lenguaje de alcantarilla o sus ademanes bruscos, con él… todo parecía diferente, era un hombre admirable, en más de un sentido.
Izumi Kaori- Post : 584
Re: Una nueva era comienza
El comandante iba dándole movimiento con cuenta gotas a los aspirates, o casi era más de recibo decir ya, los capitanes novatos que iban a dirigir el Seiterei.
Pero el viejo Koyuki lo hacía todo a su manera lenta y ceremonial, lo cual ponía aun más tenso y nervioso a Chiesa, haciendo que los niveles, ya de por si bastante altos por lo importante del asunto y de no fastidiarla para nada a las primeras de cambio, se volviera atosigante y le dejara casi sin respiración.
Pero no había nada que hacer sino aguantar el tipo y demostrar que se podía hacer esto y mucho más si era necesario. Incluso aunque no fuera el campo en el que un guerrero diestro en la espada, como era él, se solía manejar, tenía que demostrar que podría dar la cara e cualquier situación, por adversa que esta fuera.
Pero casi se le iba de la cabeza con tanto pensamiento casi de autoayuda.
- Mi nombre es Chiesa, Bastian Chiesa. Soy el teniente del 10 escuadrón, y creo que soy el único que se cambia de escuadrón, porque aspiro a la capitanía del 13º escuadrón. - Contestó serio y regio, más o menos como pudo, el teniente de la 10ª división. A pesar de haber sido claro y preciso con las órdenes que había dictado el comandante, dejó su imprenta personal, dando algo más de cháchara al asunto, no con los secos comentarios de sus compañeros, dejando además claro que iba a ser diferente a ellos.
Él no tenía la manía de cambiar el orden de sus apellidos, a la manera oriental, ni tampoco quedarse en un mismo sitio para toda la vida, como aspiraban los demás. Quizás el ser tratado tanto tiempo como un gaijin en su vida humana lo había marcado demasiado como para querer ser diferente a los demás siempre.
O quizás solamente era un afán de protagonismo que demandaba su ego desmadrado.
Pero el viejo Koyuki lo hacía todo a su manera lenta y ceremonial, lo cual ponía aun más tenso y nervioso a Chiesa, haciendo que los niveles, ya de por si bastante altos por lo importante del asunto y de no fastidiarla para nada a las primeras de cambio, se volviera atosigante y le dejara casi sin respiración.
Pero no había nada que hacer sino aguantar el tipo y demostrar que se podía hacer esto y mucho más si era necesario. Incluso aunque no fuera el campo en el que un guerrero diestro en la espada, como era él, se solía manejar, tenía que demostrar que podría dar la cara e cualquier situación, por adversa que esta fuera.
Pero casi se le iba de la cabeza con tanto pensamiento casi de autoayuda.
- Mi nombre es Chiesa, Bastian Chiesa. Soy el teniente del 10 escuadrón, y creo que soy el único que se cambia de escuadrón, porque aspiro a la capitanía del 13º escuadrón. - Contestó serio y regio, más o menos como pudo, el teniente de la 10ª división. A pesar de haber sido claro y preciso con las órdenes que había dictado el comandante, dejó su imprenta personal, dando algo más de cháchara al asunto, no con los secos comentarios de sus compañeros, dejando además claro que iba a ser diferente a ellos.
Él no tenía la manía de cambiar el orden de sus apellidos, a la manera oriental, ni tampoco quedarse en un mismo sitio para toda la vida, como aspiraban los demás. Quizás el ser tratado tanto tiempo como un gaijin en su vida humana lo había marcado demasiado como para querer ser diferente a los demás siempre.
O quizás solamente era un afán de protagonismo que demandaba su ego desmadrado.
Chiesa- Capitán Rei
- Post : 1243
Edad : 38
Re: Una nueva era comienza
Koyuki siguió haciendo asentimientos de satisfacción, pues, dentro de lo malo o incluso que podía ser una catástrofe como la que se había vivido, como la que todos habían vivido, todavía quedaba un rayo de esperanza, una idea de futuro para que los tenientes actuales, los pocos que por ahora tenían bankai, hubieran aprendido en menos tiempo del que necesitaron sus predecesores, a comportarse correctamente, a tomar las decisiones adecuadas, y a saber pelear y luchar por la Sociedad de Almas hasta el último aliento.
Todos estaban decididos, aunque sus gestos los coartaran, a unos más que otros. Quizás en fuerza no pudieran compararse demasiado a los antiguos capitanes y algunos años más le hubieran venido mejor.
Pero es tiempo de crisis cuando realmente se aprende rápido, cuando se aprende de verdad, a fuerza de no tener otra opción que levantarte o quedarte para siempre en el suelo mientras te compadeces.
- Siento no comunicarles nada nuevo, señores y señoritas. Pero se seguirá con el plan preestrablecido, así que vayan asegurandose de comportarse bien en sus nuevos cargos. Porque cuando salgan de esta sala y recojan sus haoris, ya seran capitanes de pleno hecho y derecho. Con sus pocos derechos y sus muchos deberes. Con sus pocas alegrias y sus muchos esfuerzos. - El comandante daba su charla seriamente, a pesar de la felicidad y sentimiento de culminación que podían tener alguno de los allí presentes, esto no era más que el principio. - No crean que quiero desanimarles, nada más lejos de la realidad. Pero si que es mi obligación como superior vuestro, casi como compañero, advertiros de las dificultades, de los peligros que os encontrareis una vez os enfrentéis al mundo sin nadie que os cubra las espaldas constantemente. Sufrireis y os costará la misma vida, incluso la tendréis que arriesgar más de una vez. Y no os aseguro de que la mantengais por siempre.
- Pero podréis volver y saber, que habeis cumplido con vuestro deber. Y no hay nada mejor que eso - Finalizó sonriendo, una sonrisa apenas perceptible, aunque fuera bastante para él. - Ahora, dejadme mostraros mi respeto, capitanes del Gotei 13.
Todos estaban decididos, aunque sus gestos los coartaran, a unos más que otros. Quizás en fuerza no pudieran compararse demasiado a los antiguos capitanes y algunos años más le hubieran venido mejor.
Pero es tiempo de crisis cuando realmente se aprende rápido, cuando se aprende de verdad, a fuerza de no tener otra opción que levantarte o quedarte para siempre en el suelo mientras te compadeces.
- Siento no comunicarles nada nuevo, señores y señoritas. Pero se seguirá con el plan preestrablecido, así que vayan asegurandose de comportarse bien en sus nuevos cargos. Porque cuando salgan de esta sala y recojan sus haoris, ya seran capitanes de pleno hecho y derecho. Con sus pocos derechos y sus muchos deberes. Con sus pocas alegrias y sus muchos esfuerzos. - El comandante daba su charla seriamente, a pesar de la felicidad y sentimiento de culminación que podían tener alguno de los allí presentes, esto no era más que el principio. - No crean que quiero desanimarles, nada más lejos de la realidad. Pero si que es mi obligación como superior vuestro, casi como compañero, advertiros de las dificultades, de los peligros que os encontrareis una vez os enfrentéis al mundo sin nadie que os cubra las espaldas constantemente. Sufrireis y os costará la misma vida, incluso la tendréis que arriesgar más de una vez. Y no os aseguro de que la mantengais por siempre.
- Pero podréis volver y saber, que habeis cumplido con vuestro deber. Y no hay nada mejor que eso - Finalizó sonriendo, una sonrisa apenas perceptible, aunque fuera bastante para él. - Ahora, dejadme mostraros mi respeto, capitanes del Gotei 13.
Koyuki Ryoto- Comandante Capitán Chugo
- Post : 25
Edad : 66
Re: Una nueva era comienza
Uno de los nombres de sus nuevos compañeros le llamó particularmente la atención: ¿Hokori? ¿La familia Hokori? Había oído incontables veces aquel apellido, siempre antes de entrar en la Academia. A decir verdad, había oído miles de veces los nombres de todas y cada una de las familias nobles de la Sociedad de Almas. La familia a la que había servido no tenía muchos temas de conversación, y el de las relaciones con el resto de familias nobles era sin duda uno de sus favoritos.
El resto de apellidos no le resultaban conocidos, así que trató de recordar algo del clan Hokori. Los había visto miles de veces, sin duda, mientras otros criados de más rango les atendían, pero sencillamente no podía recordarlos. Todos los nobles le parecían iguales... del mismo modo que a ellos todo el servicio les parecía igual. Sabía que no tenía que preocuparse por la posibilidad de que aquella noble le reconociera como el criado que había sido: eso era algo que ningún aristócrata haría nunca en toda la historia de la Sociedad de Almas.
-Con todo el respeto, Comandante... ¿No es eso exactamente lo que aceptamos cuando nos convertimos en Shinigamis? -preguntó, atreviéndose a romper el silencio que se había creado tras las palabras del Comandante Koyuki. Aquel breve discurso de su superior había cortado el silencio y relajado un poco la atmósfera, lo suficiente como para que su cerebro se desembotara y volviera a funcionar con relativa normalidad- Estamos aquí para defender y servir la Sociedad de Almas, y para proteger el mundo humano, sin buscar otra recompensa que el propio honor de nuestra función. Será un orgullo cumplir con ese deber
El resto de apellidos no le resultaban conocidos, así que trató de recordar algo del clan Hokori. Los había visto miles de veces, sin duda, mientras otros criados de más rango les atendían, pero sencillamente no podía recordarlos. Todos los nobles le parecían iguales... del mismo modo que a ellos todo el servicio les parecía igual. Sabía que no tenía que preocuparse por la posibilidad de que aquella noble le reconociera como el criado que había sido: eso era algo que ningún aristócrata haría nunca en toda la historia de la Sociedad de Almas.
-Con todo el respeto, Comandante... ¿No es eso exactamente lo que aceptamos cuando nos convertimos en Shinigamis? -preguntó, atreviéndose a romper el silencio que se había creado tras las palabras del Comandante Koyuki. Aquel breve discurso de su superior había cortado el silencio y relajado un poco la atmósfera, lo suficiente como para que su cerebro se desembotara y volviera a funcionar con relativa normalidad- Estamos aquí para defender y servir la Sociedad de Almas, y para proteger el mundo humano, sin buscar otra recompensa que el propio honor de nuestra función. Será un orgullo cumplir con ese deber
Kobayashi Hayato- Post : 272
Edad : 36
Re: Una nueva era comienza
Shuseki miró extrañado al último capitán en presentarse, Chiesa decía llamarse. ¿Por qué cambiaría de escuadrón?, para él lo más importante era honrar la memoria de su capitana, intentándolo hacer lo mejor posible. Y sin embargo aquel hombre...daba igual, seguro que tendría buenos motivos para hacerlo.
Cuando el comandante comenzó el discurso, el teniete no pudo por menos que esbozar una sonrisa, aquellas palabras le infundían un gran ánimo. No le importaba enfrentarse a la muerte, aunque tuviera que hacerlo todos y cada uno de los días que le quedaban por vivir, siempre que lo hiciera por los suyos. Una vez terminó de hablar el sotaicho, otro de los capitanes, Hayato creía recordar, realizó un pequeño monólogo que glorificaría a cualquiera que lo dijera. Así Mise, lleno de espíritu por la situación, alzó la voz en pos de crear una situación más épica si cabía.
-¡Y será igual de orgulloso morir por ese deber!
Se sentía jovial, como hacía años que no se sentía. Por un momento se dejó llevar y pudo notar como todo su ser se estremecía. Sin embargo duró poco y de nuevo sus modales impecables volvieron y tras hacer una nueva reverencia, esperó a que Ryoto-dono les otorgara el permiso para salir.
Cuando el comandante comenzó el discurso, el teniete no pudo por menos que esbozar una sonrisa, aquellas palabras le infundían un gran ánimo. No le importaba enfrentarse a la muerte, aunque tuviera que hacerlo todos y cada uno de los días que le quedaban por vivir, siempre que lo hiciera por los suyos. Una vez terminó de hablar el sotaicho, otro de los capitanes, Hayato creía recordar, realizó un pequeño monólogo que glorificaría a cualquiera que lo dijera. Así Mise, lleno de espíritu por la situación, alzó la voz en pos de crear una situación más épica si cabía.
-¡Y será igual de orgulloso morir por ese deber!
Se sentía jovial, como hacía años que no se sentía. Por un momento se dejó llevar y pudo notar como todo su ser se estremecía. Sin embargo duró poco y de nuevo sus modales impecables volvieron y tras hacer una nueva reverencia, esperó a que Ryoto-dono les otorgara el permiso para salir.
Mise Shuseki- Desaparecido
- Post : 123
Edad : 34
Re: Una nueva era comienza
La joven Hokori observó a Kaori presentarse. A su parecer era una muchacha de fuerte caracter. Sus movimientos y las miradas que le dedicaba a Chiesa de vez en cuando lo delataban. En el momento en el que el teniente del 10º escuadrón se presentó Yoruko no pudo evitar mirarle ciertamente extrañada al notar el cambio de escuadrón sin saber a que era debido.
De todos modos Koyuji-sotaicho le había sacado de sus cabilaciones con un discurso de concienciación sobre sus próximas responsabilidades. Ahora era ella el punto de referencia de los miembros de su escuadrón y a pesar de la presión de esa nueva situación, una calidez de autosatisfacción y orgullo la invadió desde el fondo de su ser y una sonrisa asomó en su rostro contagiándose del entusiasmo que empezaba a reinar en la habitación.
-Daremos lo mejor de nosotros mismos, en memoria de los caídos y de los que están por llegar Koyuko-sotaicho -respondió la joven Hokori siguiendo con lo que sus compañeros estaban diciendo.
Ahora se sentía extrañamente cercana a ellos y poco a poco, la pena que sentía por la pérdida de su capitán se tornaba en un recuerdo que debía mantener para esforzarse un poco más todos los días.
De todos modos Koyuji-sotaicho le había sacado de sus cabilaciones con un discurso de concienciación sobre sus próximas responsabilidades. Ahora era ella el punto de referencia de los miembros de su escuadrón y a pesar de la presión de esa nueva situación, una calidez de autosatisfacción y orgullo la invadió desde el fondo de su ser y una sonrisa asomó en su rostro contagiándose del entusiasmo que empezaba a reinar en la habitación.
-Daremos lo mejor de nosotros mismos, en memoria de los caídos y de los que están por llegar Koyuko-sotaicho -respondió la joven Hokori siguiendo con lo que sus compañeros estaban diciendo.
Ahora se sentía extrañamente cercana a ellos y poco a poco, la pena que sentía por la pérdida de su capitán se tornaba en un recuerdo que debía mantener para esforzarse un poco más todos los días.
Hokori Yoruko- Post : 387
Edad : 39
Re: Una nueva era comienza
Nunca se le habían dado bien las palabras. Muchos menos las conversaciones largas. Hablar de temas trascendentales no era lo de Kaori, por ello cuando oyó todas las réplicas de sus compañeros se sintió fuera de lugar, como si realmente no estuviera hecha para ser uno de los capitanes. Cruzó los brazos con fuerza sobre el pecho, una pose de lo más, no le importaba no dar el perfil, simplemente debía dar lo mejor de sí misma, como venía haciendo desde que podía recordar. Alzó el rostro, orgullosa, y sonrió, aunque de un modo algo forzado. Era obvio que el comandante y los nuevos capitanes desearían escuchar algo. No en vano Koyuko-sotaicho acababa de recibirles como los nuevos líderes del Gotei 13.
Sus compañeros habían hablado del honor, del juramento de morir por la sociedad de las almas y de la necesidad de dar lo mejor de uno mismo, ¿había algo qué pudiese añadir una mujer como ella? Efectivamente. Buscó las palabras, hecha un flan y finalmente las pronunció- y cumpliremos nuestro deber mediante la camaradería y el compromiso de tener una buena relación entre nosotros- podría haber añadido que unos sería más sencillo que con otros, pero aquello no tenía porque saberlo nadie.
Estaba deseando salir de allí. No podía evitar que los actos sociales la asfixiaran en cierta medida. No se sentía cómoda, prefería tomar un poco de sake con sus compañeros a los actos protocolarios. Pero también de éstos tendría que aprender, porque convertirse en Izumi-tauchou conllevaba una gran responsabilidad.
Sus compañeros habían hablado del honor, del juramento de morir por la sociedad de las almas y de la necesidad de dar lo mejor de uno mismo, ¿había algo qué pudiese añadir una mujer como ella? Efectivamente. Buscó las palabras, hecha un flan y finalmente las pronunció- y cumpliremos nuestro deber mediante la camaradería y el compromiso de tener una buena relación entre nosotros- podría haber añadido que unos sería más sencillo que con otros, pero aquello no tenía porque saberlo nadie.
Estaba deseando salir de allí. No podía evitar que los actos sociales la asfixiaran en cierta medida. No se sentía cómoda, prefería tomar un poco de sake con sus compañeros a los actos protocolarios. Pero también de éstos tendría que aprender, porque convertirse en Izumi-tauchou conllevaba una gran responsabilidad.
Izumi Kaori- Post : 584
Re: Una nueva era comienza
Todos parecían tan contentos y sonrientes cuando el comandante les aseguró ya a todos sus nuevo puesto. Parecía que nadie se había fijado realmente en las palabras de Koyuki, en aquellas que decía que ésto tan solo era el principio. Ahora como capitanes las cosas serían más dificiles cuando las cosas dificiles se pusieran peor. Toda la responsabilidad caería sobre ellos.
Pero como bien había pensado antes, las dificultades no es que le echaran para atrás, y sabía que lo importante era que tenía que echarle ganas a la situación, saber que podía con todo y que era capaz de liderar a su división en cualquier sitio, tiempo o situación.
Pero sin embargo, no quería quedar tan efusivo ni, quizás, pelotero como sus compañeros. Ellos habían hecho ya las típicas reflexiones de estos momentos, de vamos a hacer lo máximo, morir por ello y llevarnos todos bien en el camino de vuelta a casa tras la merienda.
Todas esas palabras estaban bien, pero viendo que no podía añadir nada más, y que hacer una gracia ahora estaría fuera de lugar, cuanto menos, decidió callarse.
Sólamente, ante las palabras del comandante, asintió.
Él iba a demostrar todo aquello con hechos. Hasta que el más ciego de los shinigamis lo viera.
Pero como bien había pensado antes, las dificultades no es que le echaran para atrás, y sabía que lo importante era que tenía que echarle ganas a la situación, saber que podía con todo y que era capaz de liderar a su división en cualquier sitio, tiempo o situación.
Pero sin embargo, no quería quedar tan efusivo ni, quizás, pelotero como sus compañeros. Ellos habían hecho ya las típicas reflexiones de estos momentos, de vamos a hacer lo máximo, morir por ello y llevarnos todos bien en el camino de vuelta a casa tras la merienda.
Todas esas palabras estaban bien, pero viendo que no podía añadir nada más, y que hacer una gracia ahora estaría fuera de lugar, cuanto menos, decidió callarse.
Sólamente, ante las palabras del comandante, asintió.
Él iba a demostrar todo aquello con hechos. Hasta que el más ciego de los shinigamis lo viera.
Chiesa- Capitán Rei
- Post : 1243
Edad : 38
Re: Una nueva era comienza
Vaya. Todavía más le sorprendía aquella determinación y voluntad que habían fijado sus jóvenes pupilos para este duro e importante momento. No sabía exactamente lo que esperaba, si shinigamis tristes por la pérdida de sus capitanes, si shinigamis perdidos por el paso que van a dar o shinigamis que intentaban forzar la situación, intentando quedar por encima de los demás como objetivo.
Pero sentía admiración por aquello, por como se comportaban y por la entereza que estaban manteniendo aquellos jovencitos. Sobre todo teniendo en cuenta que había habido capitanes novatos que habían pasado un peor trago, aunque tuvieran mas mentores y capitanes veteranos alrededor.
Lo realmente sorprendente era lo de esta gente. Pocos y con poca experiencia de mando, y se comportaban con tanta decisión. No cabía duda en que había elegido un excelente grupo.
- Pues, realmente no tengo nada más que deciros - Comentó con una pequeña sonrisa, intentando desestensar el ambiente tras las presentaciones más formales. - Aunque siempre tendreis mi despacho abierto para cualquier cuestión, no me cabe duda que os sabreis manejar lo suficientemente bien.
- Así que haced uso ya de vuestros cargos. Vuestras divisiones os necesitan. Ahora más que nunca. - La respuesta del comandante parecía más una cortés invitación y una fuerte orden a su vez para que se marcharan de la sala para ocupar sus puestos como capitanes, no les iba a sobrar demasiado el tiempo.
Pero sentía admiración por aquello, por como se comportaban y por la entereza que estaban manteniendo aquellos jovencitos. Sobre todo teniendo en cuenta que había habido capitanes novatos que habían pasado un peor trago, aunque tuvieran mas mentores y capitanes veteranos alrededor.
Lo realmente sorprendente era lo de esta gente. Pocos y con poca experiencia de mando, y se comportaban con tanta decisión. No cabía duda en que había elegido un excelente grupo.
- Pues, realmente no tengo nada más que deciros - Comentó con una pequeña sonrisa, intentando desestensar el ambiente tras las presentaciones más formales. - Aunque siempre tendreis mi despacho abierto para cualquier cuestión, no me cabe duda que os sabreis manejar lo suficientemente bien.
- Así que haced uso ya de vuestros cargos. Vuestras divisiones os necesitan. Ahora más que nunca. - La respuesta del comandante parecía más una cortés invitación y una fuerte orden a su vez para que se marcharan de la sala para ocupar sus puestos como capitanes, no les iba a sobrar demasiado el tiempo.
Koyuki Ryoto- Comandante Capitán Chugo
- Post : 25
Edad : 66
Re: Una nueva era comienza
-Será un placer servir a la Sociedad de Almas -dijo el recientemente nombrado capitán Kobayashi a modo de despedida-. Aguardaremos futuras órdenes
Saludó con una leve inclinación hacia su comandante, seguida de otra general para todos sus nuevos compañeros, y a continuación, con paso lento, abandonó la estancia. ¿Ya era capitán? ¿Sólo había sido eso? Era una sensación extraña...
A la puerta, como Koyuki había dicho, le esperaba su nuevo haori. Extrañamente, aquella fue la parte más solemne de todas, y quizás precisamente por eso el comandante había dispuesto que cada uno pasara por ella individualmente, sin las miradas del resto de capitanes puestas en él. Pasó los brazos por los agujeros de la prenda, acomodándosela sobre los hombros. Aquello, más que ninguna otra cosa, era la confirmación definitiva de su nueva capitanía.
Capitán del séptimo escuadrón... La idea le daba un poco de vértigo. Cuando, años atrás, había vivido limpiando las letrinas de una mansión de la nobleza, nunca se había planteado que un día pudiera llegar a estar a su misma altura. Ahora definitivamente lo estaba, si no moralmente, sí de facto. Se había convertido en Capitán de la Sociedad de Almas y, como tal, merecía -al menos teóricamente- el mismo respeto que la familia a la que sus padres todavía servían.
Era curioso qué vueltas podía dar el mundo...
Tratando de no pensar más en su pasado, se encaminó hacia las estancias de la séptima división. Lo que contaba ahora eran el presente y el futuro.
Saludó con una leve inclinación hacia su comandante, seguida de otra general para todos sus nuevos compañeros, y a continuación, con paso lento, abandonó la estancia. ¿Ya era capitán? ¿Sólo había sido eso? Era una sensación extraña...
A la puerta, como Koyuki había dicho, le esperaba su nuevo haori. Extrañamente, aquella fue la parte más solemne de todas, y quizás precisamente por eso el comandante había dispuesto que cada uno pasara por ella individualmente, sin las miradas del resto de capitanes puestas en él. Pasó los brazos por los agujeros de la prenda, acomodándosela sobre los hombros. Aquello, más que ninguna otra cosa, era la confirmación definitiva de su nueva capitanía.
Capitán del séptimo escuadrón... La idea le daba un poco de vértigo. Cuando, años atrás, había vivido limpiando las letrinas de una mansión de la nobleza, nunca se había planteado que un día pudiera llegar a estar a su misma altura. Ahora definitivamente lo estaba, si no moralmente, sí de facto. Se había convertido en Capitán de la Sociedad de Almas y, como tal, merecía -al menos teóricamente- el mismo respeto que la familia a la que sus padres todavía servían.
Era curioso qué vueltas podía dar el mundo...
Tratando de no pensar más en su pasado, se encaminó hacia las estancias de la séptima división. Lo que contaba ahora eran el presente y el futuro.
Kobayashi Hayato- Post : 272
Edad : 36
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