Nueva incorporación

Taiga salia acompañado del decimo escuadroón acompañado por Paprika, muchos de los shinigamis que se cruzaron con ellos se quedaron mirando extrañados por ver a una shinigami rasa que no conocian del décimo escuadrón salia acompañado por el teniente... otros, sabiendo su reputación solo murmuraban entre ellos.

- ¿Te han comentado ante quien has de presentarte? El duodécimo escuadrón sigue sin capitan por el momento, asi que deberias presentarte ante Shuyin Akira, el teniente del duodécimo. Le informó Taiga a la chica para que empezara con buen pié.

- Es bastante excentrico y extravagante, a veces da miedo. A algunos rasos de su escuadrón les ha sacado algun que otro organo. No quiero asustarte, asi que ya dejo de hablar de el.

Prosiguieron su paseo hasta el duodécimo, el día era el ripico día de primavera...

- Echo de menos una buena lluvia... Parece que solamente llueve ahi eh Onime?

- Pues si, a mi el sol no me viene nada bien para mi piel, luego se me reseca demasiado. Bromeó Onime no Tenshi, como todos sabemos, es un vampiro... y no precisamente como los de crepusculo...

Taiga no pudo contenerse durante el camino en mirar a la bellisima chica que llevaba al lado, su pelo relucía como una cría de ave fenix mientras su contoneaba sus caderas mientras andaba, una curvas bien marcadas para aparentar tan poca edad y mucha experiencia guardada dentro de ese cuerpo de inocencia.

- Vaya par de melones... Un rapido vistazo a la delantera fue suficiente.mejor no ansiarse...

- Este es el undecimo escuadrón, como podrás sentir en el flujo de riatsu, hay varios entrenando en el dojo del escuadrón. Esperemos que cuando llegue la hora de la batalla estén tan preparados como creen que están. Una mueca de preocupación mancho la cara feliz y sonriente de Taiga, le preocupaba que murieran mas gente solo por la crueldad de los arrancars, sabía que debería prepararse para la batalla, los ultimos acontecimientos así parecían señalar.

Pasarón ya de largo el undécimo escuadrón y ya a lo lejos se veía el cuartel del duodécimo.

- Ya estamos llegando, aunque parezca lioso el camino entre los escuadrones cuando lleves una semana de un sítio para otro te daras cuenta que no es tan dificil moverse por el seiretei.

Ya se veía el letrero del escuadrón, caminaron un poco mas y entrando por la puerta se acordó Taiga de algo.

- ¿Llevas la carta de presentación? No es por nada, pero creo que sabras que aquí la burocracia es la que dirige todo el Gotei. Sinceramente... aunque sean una pesadilla, sirve para mucho.

Paprika caminaba tranquilamente y con su delicada sonrisa a un lado del teniente, ignorando con simpleza a todo aquel que se detenia a observarla ya fuese por su belleza o por ir en compañia del teniente del 10° escuadrón. Algunos la reconocian de la academia y la saludaban amablemente, ella a su vez elevaba su mano y los saludaba támbien. Pronto volvieron a quedar solos mientras caminaban entre las calles de los escuadrones. Asentia una y otra vez, escuchando de los labios de Taiga-San cosas que ya sabia pero que no pretendia negarle el placer de indicarle y por lo cual mantuvo total silencio y atención.

No pasaba desapercibido para la shinigami las miradas lujuriosas que el teniente le otorgaba pero más que molestarle le causaba halago saber que por lo menos aquella tarde quedaria en la memoria del hombre por algún tiempo. Llegaba tarde a su presentación, pero en realidad nunca le habian dispuesto una hora, solo le habian indicado que llegase lo más pronto posible, y pues ahora justamente le era posible. Sintió los reiatsus del 11°, el escuadrón de artilleria pesada del Gotei 13. Tal como venia haciendo simplemente asintió. En su cabeza estaba la imagen del anterior cápitan del 12°, su queridisimo Zeni-Sama. Quién podria reemplazar a tal magnanimidad intelectual.

Ya habia oido hablar de Akira-San, de sus macabros experimentos y demás pero hasta aquel día nunca lo habia visto. Una vez la habian puesto en lista para ser experimento de él y su querido Zeni-Sama la habia sacado de inmediato indicando que no se encontraba en estado fisico para soportarlo. De una u otra manera se habia convertido en el conejillo favorito de Zeni-San, y el experimento que llevaba dentro de ella era de gran importancia.

Paprika sacó la carta entregada por el mensajero con la firma del comandante y de Akira-Fukutaicho y se la enseñó al teniente, estaba un poco arrugada en algunas partes por lo ocurrido en el 10° escuadrón pero a ella no el interesaba. Al fin supuso que era su momento de hablar - No se preocupe Karasuma-Fukutaicho, estaré bien - le sonrió ampliamente con un gesto infantil en su rostro - llevo más tiempo del que puede imaginar viviendo en el sereitei, sé que no me ha visto nunca antes, o no me recuerda pero yo poseo memoria de muchos shinigamis que fueron y que son. Abandoné la academia de artes espirituales hace ya varios años atrás pero hasta ahora me elijen para ser parte del Gotei 13 - no sabia si sentirse orgullosa de algo así, seguro extrañaria el departamento de desarrollo, su celda, sus amigos en aquel lugar.

Se acercó al hombre y se puso en puntas de pie regalandole un delicado y largo beso en la mejilla izquierda para luego alejarse de él - Muchisimas gracias por cumplir su palabra y acompañarme, creo que de aquí en adelante puedo continuar sola -

Paprika le extendió la carta y Taiga la analizó, la firma era la del comandante, dirigída a Hana Thabita,

Señorita Hana Thabita:

Ha sido elegída para servir al gotei 13 bajo la tutela del
12º escuadrón. Sus habilidades no han pasado desapercibidas
ademas de haber sido recomendada. Se ruega presentesé en
el 12º esucadrón lo antes posible.
..........................................

Fdo: Comandante del Gotei 13 y Capitán del 1er escuadrón
Koyuki Ryoto

Fdo: Teniente del 12º escuadrón.
Shuyin Akira

-A sí que Hana Thabita... Supongo que Paprika sera el mote... aunque debo investigarlo... Penso Taiga al leer la carta... le había preguntado dos veces por el nombre y siempre le había dicho que se llamaba Paprika.

- No se preocupe Karasuma-Fukutaicho, estaré bien llevo más tiempo del que puede imaginar viviendo en el sereitei, sé que no me ha visto nunca antes, o no me recuerda pero yo poseo memoria de muchos shinigamis que fueron y que son. Abandoné la academia de artes espirituales hace ya varios años atrás pero hasta ahora me elijen para ser parte del Gotei 13

Al oir esto, Taiga intentó hacer memoria... nunca se le olvidaría una chica de esas proporciones, ademas de esos ojos...

-Espero que todo te vaya bien por el escuadrón, si necesitas ayuda alguna vez, no dudes en pedirme ayuda, que aunque sea teniente del dñecimo escuadrón, ante todo somos compañeros conn una misma meta, que esto no se nos venga abajo.

Al acercarse Paprika, se le aceleró el corazón a Taiga, no sabe muy bien por qué, pero al sentir los labios de Paprika sobre su mejilla se relajó y le devolvió el beso.

-Todo un placer en tropezar con vos, Hana-chan. Espero tener noticias tuyas proximamentes y si viene acompañado por un tropezón mejor. Bromeó Taiga con la joven shinigami guiñandole un ojo.

-Me retiro, el deber me llama... estas son las pequeñas molestias de tener un cargo... y mas cuando no hay capitán, hay que coger horas extras.

Sin mas, nuestro teniente del décimo escuadrón espera alguna respuesta y pone rumbo a su arduo deber como teniente...

Paprika intentó retirar la carta cuando el teniente alargó su mano para tomarla, no era su idea ofrecersela para que la mirase, ella sabia que poseia más información de la que deseaba que él tuviera, en primera instancia su nombre real con el cual no habia sido llamada desde hacia más de un siglo. Pero él fué más rápido y ella simplemente se mordió la lengua, no estaba muy segura si le gustaria que él pensara que era una mentirosa o una infiltrada. Se esperó por dos segundos, completamente a la defensiva y cuando él se dirigió de nuevo a ella se tensó pero las palabras que emanaron de él fueron calidas y tranquilas por lo que prontamente retornó a su estado de total calma y sonrió al hombre, tal como anteriormente simplemente asintió a su ofrecimiento de ayuda.

Al notar la tensión en el cuerpo del teniente y como se relajaba cuando ella le regaló el beso de despedida, no pudo evitar soltar una risilla traviesa y sonrojarse ligeramente - No se preocupe Teniente, creame que la voz ya ha sido regada por los shinigamos del 4° sobre su nueva amante a la que nadie parece conocer - lo dijo con total tranquilidad, mostrando que le importaba bastante poco lo que el mundo pensara o dejase de pensar de ella.

Hizo una mueca retorcida al escucharlo llamarle por su apellido, no supo si le molestaba o le parecia una total ternura por tratarla con aquel diminutivo tan informal, se quedó en silencio un instante más y se lanzó a él regalandole un abrazo muy fuerte y un beso en los labios que duró solo un par de segundos - Por favor Fukutaicho, llameme Paprika - indicó alejandose de él mientras deslizaba su mano por el brazo de él y se hacia a la carta que nunca debia haber caido en aquellas tibias manos; su rostro estaba iluminado por una bellisima sonrisa bastante sensual mientras tomaba dos pasos de distancia. Le hizo un gesto coqueto cerrando uno de sus ojos y mostrandole su lengua ligeramente - Será todo un placer tropezar con usted en alguna otra ocasión, quizá me vuelva adicta a tropezarme asi - indicó bastante juguetona y adquiriendo distancia del shinigami mientras caminaba hacia atrás para darle al fin la espalda al que tan solo unos minutos atrás habia sido su amante inesperado.

Elevó la mano ziquierda como único gesto de despedida y caminó con su elegancia felina hasta perderse al final del pasillo de acceso tras una esquina. Un día volverian a verse... quizá, solo quizá, para entonces Taiga tuviese ya más información de ella, si fuese así quizá pudiera ser una indicación de que habia despertado en él algo más que solo un orgasmo matutino.

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Llegó al interior del escuadrón, habia bastante calma. Caminó por los pasillos con experiencia y se detuvo frente a la puerta del teniente y llamó a la puerta, se podian notar rasgos de su reiatsu pero era facil saber que no estaba presente en el edificio en aquel momento. Se sentó a un lado de las puertas en posición seiza y se dispuso a esperar con paciencia a que su ahora superior llegase para verle.

Shuyin Akira avanzaba lentamente por los pasillos del doceavo escuadrón, permanecía extrañamente vacío, aunque el motivo no fuese en absoluto extraño. El teniente, y único cargo actual en el lugar, había forzado a trabajar a sus "compañeros" hasta que el sol dió la bienvenida por tercera vez en días distintos. Cuando uno de los hombres tocó suelo inconsciente. Y con un resoplo de indignación, Akira supo que había llegado el momento de liberarlos... Durante unas diez horas.

Este motivo por supuesto, era solo uno de los varios que tenia el sujeto, con el laboratorio vacío, todo quedaba a su cargo. Los experimentos eran manipulados, comprobando así si sus hombres se percataban y reaccionaban estabilizando de nuevo el producto Por otra parte, era enormemente escrupuloso con sus investigaciones, y prefería el silencio para concentrarse en ellas... Al menos, en las que tenía un carácter de mayor importancia.

No solía cruzarse con Sebástian, el que, al ser un robot, gozaba de una ilimitada capacidad de trabajo, y ejercía de su sustituto cuando practicaba sus constantes escapadas. A fin de cuentas, había creado al robot para que no comprendiese la "Leve" diferencia entre él y los humanos, de modo que era totalmente incapaz de sentir cansancio, o entender que alguien lo sintiese.

Resultaba enormemente divertido.

Sus pies giraron en seco, y encararon un nuevo pasillo, lo recorrió con tranquilidad, dejando que sus botas produciesen el único sonido del lugar. Le gustaba escucharse únicamente a sí mismo.
Avanzaba hacia su despacho de modo inconsciente, pero a la vez, pensando en que le tocaba otra dosis de líquido electrónico, que le permitiría avanzar en otro de sus peculiares experimentos.

Junto a su puerta, esperaba una chica, de cabello largo y color rojizo, parecía estar meditando, al menos, a primera vista, y no había demasiado más que resaltar, pues desde su posición, sus rasgos quedaban totalmente ocultos a los examinantes ojos rojos del teniente.

"Op" Dejó escapar dando un pequeño salto, y pasando a la chica por encima.

Giró el pomo de la puerta de su despacho, y se internó en él.

A primera vista, estaba igual que siempre, a su derecha, un enorme archivador que ocupaba casi la totalidad de la pared con diversos cajones que mostraban todas las letras del abecedario, y números hasta el 13.

A su izquierda, varios armarios colocados unos sobre otros, con distintos frascos de llamativos colores, pequeños tubos, agujas, probetas, y frascos de distinta capacidad.

El centro de la sala estaba ocupada por una mesa redonda con una silla giratoria fija al suelo, sobre la mesa descansaba una pequeña lámpara, algunos papeles, y una enorme caja en la que podían verse a simple vista algunos muñecos de pequeño tamaño que recordaba del mundo humano conocidos como "Playmobil".

Entró sin cerrar la puerta, y se sentó en su silla con enorme alegría.

A su espalda, solo había un enorme ventanal, que, pese a reflejar el exterior, desde fuera resultaba totalmente indetectable, al ser un lugar alto, gozaba de unas magníficas vistas a dos de las murallas del Seiretei.

Sacó de la caja un muñeco, y lo colocó en el centro de la mesa, introdujo una mano en el bolsillo de su túnica, y extraño una enorme aguja, que, sin meditar, clavó en su muñeca izquierda, encontrando justo el lugar que había ido a buscar, directo a la vena.

Apretó los dientes... Durante dos, quizás cinco segundos, y relajó el rostro dejándo que algunas gotas de sudor se deslizasen por su cara.

Colocó su mano izquierda sobre su lugar de trabajo, apoyando únicamente los dedos índice y corazón, y rítmicamente, comenzó a moverlos.


Como si algún tipo de macábra película se tratase, el playmobil comenzó a levantar y bajar los brazos rítmicamente.
Los dedos perdieron el compás, y de igual manera, también lo hicieron los brazos del muñeco.
Era el momento de ver si, la chica que estaba ahí afuera, deseaba algo de él, o, por el contrario, simplemente tenía un modo peculiar de actuar parecido al suyo.

Le encantaba el teatro.

La shinigami de rojisimos cabellos no se inmutó siquiera cuando el teniente del escuadrón pasó por encima de su cabeza con un sonido bien de anuncio, bien de ignorancia total hacia ella. No abrió los ojos y mantuvo su posición de meditación mientras se deleitaba en el ligero roce del reiatsu en descanso que su ahora teniente poseia. Era algo de lo que gustaba, como una dosis de droga, así se sentia el reiatsu cuando sus vellos se erizaban, incluso en sus más discretas formas.

- "Ese es el ser, se nota su demencia, es peligroso y al mismo tiempo deleitable" - Las voces de su Zanpakutoh le hicieron erizar la piel de la nuca al golpearle sin aviso alguno en el silencio que reposaba en su mente -"Ponte de pie y saluda" - Paprika no movió un solo musculo, absorbió el aroma masculino que vagaba en el aire a su alrededor y sus mejillas se sonrojaron ligeramente, una peculiar sonrisilla decoró sus labios por dos segundos para luego desaparecer y dejar solo aquel rostro infantil y frio.

El aroma a sangre, un ligerisimo roce de esta, una gota quizá, le llegó mezclado con el aroma que el teniente habia dejado a su paso, y el que la briza del despacho al ser abierto habia arrastrado. Su cuerpo se levantó por un impulso de inercia, como si sus extremidades fuesen controladas por los hilos de un marionetista. Una vez de pie sus ojos se abrieron en aquel azúl profundo, celestial, y se fijaron en la imagen traviesa del teniente que como un niño en jugueteria se deleitaba en sus juegos y experimentos. Esperó un gesto, una señal que le indicara que era bienvenida en el resinto y cuando sus ojos se cruzaron con lo de él dió dos pasos al frente para quedar dentro del despacho. Esperó un poco más, asimilando cada esquina de aquel cuarto, como si fuese la primera vez que lo viese aunque aquello no fuese verdad, la presencia de Akira lo hacia un lugar diferente, nunca habia estado frente a aquel hombre de una manera diferente que la de un simple experimento que podia ser manipulado al antojo de los demás sin derecho a quejarse o pedir que se detuviesen. Esta era su nueva existencia.

- Shuyin-Fukutaicho - anunció al fin dejando escapar el tono alegre de su voz que llenó cada espacio del silencioso lugar - Paprika aquí! presentandose bajo petición del Comandante - extendió la misma carta que le habia mostrado a Taiga mientras atrevidamente avanzaba los pasos que la separaban del teniente, su mesa y la puerta. La puso sobre la mesa redonda y la deslizó para que quedase cerca del hombre mientras se ponia de rodillas y se pegaba del borde de la mesa y observaba con un brillo en sus ojos el muñeco aquel con el que Akira habia estado jugando. Los habia visto antes pero nunca habia preguntado qué eran, para que servian, porque los habian creado, y cómo funcionaban - Son su creación, Fukutaicho? - preguntó elevando la voz quizá más de lo necesario, como si por un segundo fuese a pedir que se los regalase.

- Akira-San - exclamó como si el hombre le hubiese dado tremenda confianza de ignorar su titulo. Paprika era así de insondable, un momento podia ser el ser más elagante y glamuroso del universo y al siguiente tan tranquila como una lechuguita fresca y tierna - De verdad necesita que me incorpore a sus filas? ser shinigami es un poco aburridor, ya sabe, las reglas, las limitaciones ... - se mordió el labio inferior - ya comienzo a extrañar mi anterior posición y aún no he firmado los papeles de incorporación - la joven se llevó los dedos a la nuca y los deslizó suavemente por el tatuaje que habia allí, el codigo de barras que la identificaba como un experimento del departamento de Desarrollo y Tecnologia. Habia escuchando hablar de las cualidades macabras del que seria su superior ahora y era ahora el momento de comenzar el juego y ver los movimientos que él tenia para ofrecer.

Permanecía quieto, observando la puerta del lugar, la chica cruzó el umbral de la puerta, y le llamó.
Él, alzó la mirada, dejando que sus ojos curiosos se encontrasen con los de la chica, no pudo evitar una burlona sonrísa de lado, a fin de cuentas, no era la primera vez que veía esos ojos. Aunque quizás, si la primera desde que él había asumido la total responsabilidad del doceavo escuadrón.

La chica se presentó y le extendió una carta, Shuyin la observó de lejos, y, con delicados movimientos, obligó al muñeco a cogerla y "casi arrastrarla" hasta que la tuvo totalmente delante y derecha.
La leyó en voz alta, marcando su pronunciada sonrísa, para, posteriormente, examinar de arriba abajo a la chica.

"¿Sabes? Mi antiguo Capitán me enseñó que... Había que separar a los experimentos de, las personas..."

Comentó en un tono de voz bajo y calmado, repasando su firma en la carta con el dedo índice de la mano izquierda.

"Sin embargo... Yo, experimento con personas, así que. ¿Qué las hace diferentes? Cuando esté ante las macábras puertas del cielo, si es que lo hay, tendré que pagar por mis pecados, sea por experimentar con personas, o convertir experimentos... En personas." No pudo evitar volver a sonreír, aquella situación se le hacía enormemente divertida.

Tan divertida que un pequeño grito femenino se escuchó dentro de la sala, era casi como el zumbido de las alas de una mosca.
"Sí, sé que tú también estás de acuerdo." Dijo tocando la empuñadura de su zampakutoh, sin quitar la vista fija de la chica.

La chica preguntó por los muñecos, y Akira volvió su atención a ellos, el tono de voz de la chica, esa "alegría natural". Había empezado con buen pie, si había algo que apasionase al teniente de la doceava eran los experimentos, y alguien que pudiera "siquiera" acercarse a tal pasión, podía "quizás" despertar algo de simpatía por parte del muchacho.

"No, no lo son, estos muñequitos los he sacado del mundo humano. Pedí expresamente que me los trajeran..."

Explicó colocando el muñequito de cara a la ventana, levantándose, y abriendo una de sus partes.
Peculiarmente, parecía que la ventana no se abría de modo convencional, tenía hasta cinco puntos de apertura, y por su "forma" al abrirse, parecía que se hubiese roto.

" Sin embargo, les he encontrado muchas utilidades... Ese es mi trabajo, observa."

El chico sonrió, y elevó un brazo, asomándolo por la ventana, el muñeco, colocado sobre la mesa, lo imitó.
"Hadō #4: "...Byakurai..."

De su dedo salió un potente rayo blanco, que se perdió en el horizonte, sin embargo, no fue únicamente ese el rayo que se perdió. Pues el pequeño muñeco, al parecer, imitando sus gestos, había dejado escapar un segundo rayo, siendo así dos, los rayos que ahora mismo se perdían en el cielo del Seiretei.

"Estos muñecos... Son pequeños receptores, y me permiten enviarles reiatsu suficiente como para realizar proezas de Kidoh en combinación con ellos, seguro que, de descubrirlo los shinigamis del escuadrón encargado de Kidoh, se pillarían un buen mosqueo." Explicó con una sonrísa.

El muñeco cayó inerte en la mesa, el efecto de la dosis había terminado.

Volvió a sentarse, y cuando la chica lo llamó como "Akira-san" No pudo evitar alzar una ceja con mirada curiosa, estaba jugando con fuego, y si aún no se había quemado era por que eso, a Shuyin Akira, le resultaba enormemente divertido.

La chica formuló sus dudas, y él las meditó, o eso pareció a simple vista, durante algunos segundos, antes de desear dar una respuesta.
"No, realmente no necesito que te incorpores a mis filas, y el hecho de que extrañes tu posición anterior tan solo me deja ver que no te has percatado de cuantísimo han cambiado las cosas."

Aumentó su sonrísa.

"Sin embargo... Esta "sociedad" requiere que todos los escuadrones estén compuestos de varias personas, que los Capitanes vayan con Tenientes, y estos...con Oficiales... Parece que a la sociedad de almas no les gusta ver que me voy dando paseítos de por libre allá donde me place. Me otorgaron tres oficiales distintos... Y los tres han muerto... Digamos que... "No soportaron las pruebas."

Explicó sin dar más detalles.

"Querían colocarme a un guardaespaldas, alguien que me mantuviese vigilado, y yo me negué, era el momento de elegir yo a alguien... Y tu eres mi carta de la ironía, quieren saber de mis proyectos, quieren participar en mi juego... Está bien, pero yo marcaré las normas, serán éstas las que me acompañen... Traducido, serás tú quien lo haga."

Tamborileó los dedos por la mesa, recostandose levemente hacia atrás en la silla.

"Desde la desgraciadísima muerte de mi Capitán, los experimentos han..."cambiado" ganado intensidad, velocidad...Y por supuesto... "peligrosidad"... He perdido a muchos sujetos, mi "compañero" no hubiese estado de acuerdo. Pero actualmente ya no queda nadie que me conozca lo suficiente como, no para cuestionarme, si no hacerlo en voz alta."

Dejó escapar una pequeña risilla.

"Me creen loco, y así deseo que siga siendo, esta creencia popular me da toda la libertad que necesito, voy allá donde deseo, lo justifico como quiero, y mientras haga mi trabajo, "todo" absolutamente "todo" va bien, nadie sabe nada de puertas afuera, y así debe seguir siendo."

Volvió a centrar la atención en la chica.

"Así que, te otorgo mi misma libertad, a cambio, por supuesto, de tu compañía y cooperación. Puedes ir donde desees, hacer lo que desees, y si quieres seguir ejerciendo de experimento también, someterte a lo que desees." Realizó especial énfasis en la última parte.

"Estas reglas y limitaciones, como bien dices, son un auténtco fastidio, y por ello, te otorgo tales libertades en compensación, a fin de cuentas, para mi quizás no suponga un gran cambio, el tiempo lo dirá, a fin de cuentas, estarás conmigo vestida con ese mal gustoso mono negro, o tumbada en una mesa de operaciones." Explicó con alegría.

"Y ahora."

Metió la mano bajo la mesa, y pulsó una serie de botones que quedaban ocultos a la vista, un pequeño orificio en la mesa se abrió, y escupió un rollo de papel, del que Akira arrancó una hoja.

"Aquí tienes, tus papeles para la incorporación..." Comentó deslizando los papeles hasta la chica, y otorgando un rotulador que llevaba siempre en su túnica.

La espada en su cinto vibró, y él sonrió.

Siempre que terminaba una partida, aparecían nuevos juegos. ¿Seguiría Paprika la suerte de Regis y Nobu? O por el contrario ¿Se convertiría en la mano de confianza del peculiar teniente?

Quedaba totalmente a discrepción de la chica, por ahora, él, jugaba como espectador.

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PD: OMG, tengo que dejar de escribir tanto xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Off: Es todo un halago.... creame.

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Paprika estaba simplemente fascinada con el muñeco que caminaba sobre la mesa a antojo de Akira, sus ojos cargados de extasis indicaban todo lo que se despertaba en su interior, ansias que quizá no eran comprensibles para el hombre frente a ella, y aunque en su rostro no habia mayor expresión sus ojos de cielo lo decian todo y un poco más. Se puso de pie casi automaticamente cuando él comenzó a hablarle y mencionó repetidas veces de forma indirecta a Zeni-Sama, su corazón latió con fuerza lastimandola pero no hizo ningún gesto. Como extrañaba a aquel hombre, en medio de su silencio existia una inteligencia insuperable, nisiquiera la locura de Akira podria llegar a compararsele. Era simplemente una perdida sin medida.

Sus vellos se erizaron al escuchar el grito femenino dentro de la sala, en su interior Kontoroora se estremeció támbien, sedienta, deseosa. Paprika cambió de posición para apaciguar su mente. Estaba absorta en la sonrisa del teniente, en esos ojos rojos. Ya era la segunda vez que se veia atraida por gotas de sangre como aquellas. Ambos compartian la misma posición pero ambos eran por mucho... totalmente diferentes, o quizá se equivocara. Dificil descubrirlo, por ahora.

El mundo humano.... habia pasado mucho desde su última incursión con Zeni-Sama, una de sus últimas visitas la habia llevado a comprarle un vestido por su cumpleaños. Habia usado un Gigai que él mismo le habia hecho y habia probado los helados. Habia sido la primera y la última vez que habia estado en aquel mundo como un ser que sentia, y no como un apoyo de batalla. No sentia especial fascinación por aquel mundo pero sabia que era el refugio de decenas de experimentos fallidos del departamento, se alegraba de alguna forma de no ser parte de ellos. Se mordió el labio inferior cuando el teniente le ofreció una pequeña explicación práctica de lo que aquellos muñecos hacian, no pudo más que ahogar un gritito de maravilla, su rostro por primera vez se iluminó lleno de extasis y curiosidad - Que espectaculo, simplemente maravilloso, que gran labor Fukutaicho- dió palmaditas ante la escena y cuando el muñeco cayó ella támbien se silenció. Observandolo, viendose quizá a si misma en él. Pero ella sentia, ella podia moverse por si sola y sin embargo...

No habló, tal y como no habia hablado o juzgado las palabras del teniente cuando en un principio habló del cielo, sus pecados, personas y experimentos. Ladeó la cabeza mientras le escuchaba y negó ligeramente al saber el destino de los anteriores miembros del escuadrón más cercanos al teniente. Sus mejillas se sonrojaron, él la habia elejido, entre todos los shinigamis de la academia, del sereitei, entre todos los seres de la Sociedad de Almas... él la habia elejido a ella. Pero.... por qué?. No le iba a preguntar, nunca lo haria. Un día quizá él se lo contaria. No sabia si sentirse halagada o sentir un dejo de terror. Su ahora superior estaba simplemente demente y él, ella y todos lo sabian... pero.... la genialidad habita en la locura y ella así lo creia. Se necesitaba aquel don para poder hacer las maravillas que el departamento habia creado. Por supuesto, locuras habian causado otros tantos fallos pero la experimentación se trataba de aquello. Ella misma estaba algo loca, nadie podia estar totalmente en sus cabales tras vivir lo que ella, pero allí estaba en el 12° escuadrón, lista quizá, para servir al Sereitei y al Gotei 13 tal y como su hermano lo habia hecho.

Era verdad, fuese cual fuese su decisión, ella pertenecia ahora a Akira, de allí hasta que alguién tomara la posición que habia dejado vacia su fallecido Zeni-Sama... que por como el teniente manejaba todo en aquel lugar, solo le faltaba un paso más para poseer el poder absoluto. Podia ser una Shinigami y acompañarlo, y continuar siendo un experimento en sus manos. O podia decir no a ser miembro del 12° escuadrón y ser su experimento hasta el dia de su muerte, que estaba más que segura que el teniente se aseguraria fuese lenta y dolorosa. No!. Seria una shinigami, le haria necesitarla, permaneceria a su lado y brillaria en medio de las tinieblas que la sociedad parecia levantar. Y disfrutaria de ser un experimento de aquella mente brillante que buscaria hacerla mejor para demostrar su genialidad mientras se deleita en su locura. No podia evitarlo. Su cuerpo entero temblo, sus vellos se erizaron una vez más y sus ojos azules se mantuvieron gelidos sobre la mirada de fuego del teniente - Acepto - indicó con una voz alegre y decidida.

Era un juego peligroso pero que no pretendia abandonar, aquella sonrisa, aquellos ojos, aquella locura, eran simplemente algo que no queria dejar atrás. Ella era parte de él de una manera u otra, y le hacia orgullosa. Qué más daba, si él se creia el dominador.... ella gustaba de ser dominada. Si él se creia que podia lastimarla... ella gustaba de ser lastimada. Tras cientos de años como experimento, pocas cosas podian ya causarle daño. Su vida entera era una sorpresa tras otra, un eterno y enorme juego de ajedrez. Paprika acababa de mover su peón y amenazaba con comerse un alfil, por supuesto, un caballo guardaba su posición. Paprika poseia támbien una ficha en la que resguardarse.

Tomó el rotulador y con bellisima y fina caligrafia firmó como Tabitha Hana.

- Será un gusto entonces estar a su lado Akira-Kun - si él le estaba dando libertades, ella se las tomaria, y entre estas estaba llamar a su teniente como más le placia, en sí seria la única forma en que el hombre lograria mantenerla en orden cuando deseara, si algo odiaba Paprika era seguir ordenes de lideres que no la colmaban, pero Akira habia comenzado con un buen pie.

"Perfecto..."

Contestó el teniente ante la aceptación de Paprika, la cual firmó con un nombre que, Shuyin leyó y memorizó, y que se cuidaría de no pronunciar, a fin de cuentas, no era ese el nombre que se le había entregado oralmente.

Entrecerró los ojos.

Sus ojos se apagaron un poco, y, pese a denotar su semblante un cansancio que, de repente, parecía hacerse marcar en su rostro, podía observarse quizás un "Brillo" de codicia, de ilusión, y de energía.

Pareció recordar algo, la chica le había caído bien, y merecía una recompensa.
Anduvo un rato por la sala, como si hubiese olvidado el hecho de que había alguien más allí, y buscó en su enorme armario, dentro de un cajón, entre un montón de cables, y objetos de metal de descripciones complejas y utilidades aún más variopintas.

Rebuscó durante algunos segundos, hasta encontrar lo que buscaba, una pequeña esfera de color azul marino, de la que salía un pequeño cable que terminaba en una ventosa.
Shuyin sacó, entonces, una pequeña aguja enfrascada en algo que, bien podría tener el aspecto de una pila.
Con tranquilidad, introdujo la aguja en su brazo, y comenzó a extraer la sangre. La "pila" por su parte, comenzaba a llenarse del peculiar líquido rojizo.

Cuando estuvo llena, abrió la esfera, e introdujo dentro la cápsula, haciendo que el aparato liberase un pequeño resplandor celeste.

"Este, es tu regalo de bienvenida al doceavo escuadrón, consideralo un pago adelantado por tus servicios." Explicó el shinigami mostrando la resplandeciente esfera, mientras agarraba el pequeño cable saliente con la mano diestra.

"Esto..."

Shuyin Akira pegó la ventosa del extremo bajo su pelo, en la parte derecha de la cabeza, y cerró los ojos.
El objeto desprendió un leve brillo, y un leve ruido, como el romper de una ola, anunció el cambio.

Las ropas de Akira cambiaron, transformándose en un pantalón vaquero, y una camiseta blanca, sin ningún tipo de dibujo, evitando el conocimiento de gustos del teniente, y evitando dejar ver cualquier tipo de carácter por la prueba.

Volvió a cerrar los ojos, y su ropa pasó a ser una túnica de color negro, abierta a media pierna, con unos pantalones bombachos oscuros y lo que parecía una antigua camisa blanca de lo que en algún momento pudo llamarse "Moda" hace doscientos años.

Shuyin se quitó la ventosa, y el traje, sin embargo, siguió igual.

"Como ves, este jueguecito permite cambiar el vestuario de quien lo porta, basta con conectar la ventosa a la cabeza, y pensar el diseño de la ropa. Es solo una ilusión, si se te toca, seguirás llevando el mono reglamentario, pero es curioso... Ya me han detenido varias veces por disfrazarme de vaquero y sacar un revólver." Explicó como si la situación fuese lo más normal del mundo.

"Si lo desconectas, y mantienes el artefacto cerca de ti, mantendrás el último traje en el que pensaste, para cambiar, debes conectarlo, y... si lo alejas mucho..."

Akira dejó la pequeña esfera sobre la mesa, y retrocedió hasta la puerta.

Sus túnicas volvieron a cambiar, recuperando sus vestimentas de teniente.

"El efecto desaparece...Se alimenta de Reiatsu, que lo obtiene directamente de la sangre, a traves de esa "cápsula" que me habrás visto introducir..." Explicó con tranquilidad.

"Suele tener una duración semanal, aunque, claro, depende del uso y todo ese rollo que irás aprendiendo por ti misma, a fin de cuentas, eres de ésta división." Contestó con una macábra sonrísa.

"Puedes cogerlo, es tuyo si lo quieres."

Miró hacia la ventana, dejándo que sus ojos se perdiesen en la puesta de sol, que estaba teniendo lugar, y que daba al cielo un agradable color naranja.

"Puede ser útil, ¿Sabes?... Si sabes ocultar bien tu reiatsu, puedes "disfrazar" un agujero en el pecho, y escapar de una situación comprometida, no servirá con los Espadas. Pero puede colar con los Adjuchas sin un examen minucioso..."

Era como estar en su paraiso personal, para muchos, quizá para todos se trataba llanamente de una locura, pero a ella poco y nada le importaba lo que otros pensaran de su forma de actuar, de su forma de pensar. En ese momento se sentia orgullosa de ser shinigami, mucho más de lo que Zeni-Sama se hubiese podido imaginar nunca. Habia pasado por la rudeza de la academia solo para servir al proposito de un experimento, pero ahora serviria para algo más, vaya ironia.

- Que bestia indomable - la voz femenina de su interior se retorció en su mente, deleitada con la presencia absoluta del teniente y Paprika sintió la necesidad de acercarse a él pero entonces él comenzó a moverse por la sala y tuvo que aferrarse al borde de la mesa redonda sobre la que seguia apoyada solo para seguirlo con su mirada de cielo y observarlo con esa curiosidad innata. No estaba muy segura de qué era lo que el teniente pretendia hacer pero solo verlo extraer su sangre para recargar la pequeña bateria le causaba ya extasis a la emocionada figura femenina que se contenia con todas sus fuerzas para no saltarle encima cual predador, simplemente la escena de su pasividad mientras infringia un daño a si mismo la colmaba, sus ojillos brillaban. Si Zeni-Sama la viese en aquel instante la castigaria por serle infiel, por supuesto, quizá solo en la mente de Paprika Zeni-Kun habria alguna vez sentido algo especial por la delicada peli roja a quien habia vuelto su experimento personal. La palabra regalo la sacó de toda divagación, aquel objeto que él habia buscado entre tantas cosas, era para ella? Podia ese ser hacer algo más para atarla irremediablemente a él, nunca nadie se habia preocupado por ella que no fuese el difunto capitán, nadie la habia visto más allá de un número y una constitución admirable para soportar hasta los más agresivos experimentos.

- Exquisito, te está domando con solo gestos, simplemente una bestia admirable - la voz masculina parecia llena de extasis mientras los ojillos de la shinigami observaban el comportamiento del pequeño objeto y se deleitaban en la presencia del hombre, asintió complacida ante el segundo cambio, y dió un suave aplauso completamente llena de emoción solo para callar casi de inmediato y escuchar la explicación del shinigami. Paprika no lograba alejar su mirada de cada uno de sus gestos hasta que él le dió la espalda para observar el horizonte a través de la peculiar ventana, entonces sus azules ojos se desplazaron hacia la pequeña esfera y estiró su mano hacia ella aferrandola entre sus largos dedos, la levantó y la observó con fascinación. Era increible pensar que un ser como ella aún pudiera regocijarse tan pequeñas cosas. Habia escuchado sobre dicho objeto, casi juraria recordar haber sido parte del mismo pero tenerlo ahora en sus manos, para su uso, porque al fin era algo más que solo el conejillo de Indias era simplemente extasiante.

No dijo gracias, no dijo absolutamente nada, de ella solo se podia oir su respiración mientras se retiraba los largos y rojos cabellos dejando al descubierto su nuca en la base de la cual descansaba el serial que la marcaba como experimento, acercó la esfera hacia el lado derecho de su nuca y las ventosas se aferraron a su piel, sintió el delicado y delicioso escosor cerrando los ojos para deleitarse en la suave corriente que recorrió todo su cuerpo cuando el mecanismo se activó. De inmediato su uniforme shinigami el cual portaba con deliciosa sensualidad se vió reemplazado por un babydoll rojo, y este por un uniforme de colegiala del mundo humano, y así fué pasando por un completo vestuario desde lo más sensual hasta lo más recatado hasta al fin detenerse un minuto despues en una selección de la visión que Paprika tendria de ella misma si fuese una arrancar, el uniforme elevaba cada una de sus facciones, y las vendas que cubrian su cuerpo habian desaparecido junto con los tatuajes permitiendo que su blanca y sedosa piel sobresaltara en cada espacio visible. La shinigami emitió una sonrisa para si misma y luego su rostro volvió a ser gelido como el hielo y dejó de oponer resistencia a los domadores de bestias de su interior y caminó hacia el teniente.

Se acercó por la espalda del shinigami y se elevó en puntas de pie para apoyar su nariz fria sobre el cuello del hombre y absorber el delicioso aroma masculino del mismo con una profunda respiración la cual retuvo por un par de segundos antes de dar un par de pasos y encontrarse esta vez de frente a él, sus manos sobre la parte de arriba del uniforme de Akira y sus ojillos temblorosos buscando encontrar la ausente mirada del varón. Se mordió el labio inferior al notar el silencio en su interior, en ocasiones como aquella preferia oirlos hablar al menos así sabia lo que planeaban.

- Es un gran regalo Akira-Kun - exclamó al fin con su dulce voz y una vez más se mordió el labio inferior, no estaba muy segura de qué juego pretendia jugar en aquel instante. No podia evitar la atracción que le causaba un ser como Akira, pero por algún motivo sabia que el juego podia morir más rápido de lo que habia comenzado, tendria que mover las fichas correctamente y esta vez el juego iba a ser complicado, pero quizá por eso le agradaba incluso desde antes de comenzar. Qué estaba haciendo? quizá midiendo a su superior, conociendo hasta que punto se le permitiria llegar y dispuesta a buscar la manera de romper esos limites.

Akira mantenía la vista fija en el sol, que se ocultaba, una vez más, ante él. Había elegido tomar aquel cuarto como su despacho tan solo por eso, por las increíbles vistas, por sus increíbles visiones.

Aquel sol, le llevó hasta otros tiempos, institutos, compañeros, estudios... Un futuro, una familia, una vida... Un autobus.
Sus barreras, sus limitaciones, su mundo, todo, había estallado, desintegrado, y sin embargo, se había llevado con él sus limitaciones humanas, muchas de sus preocupaciones, su debilidad, su necesidad, y probablemente, gran parte de su moralidad.

Notó como algo frío se apoyaba contra su nuca, y un fuerte golpe interno en el pecho, un anuncio. Un anuncio sobre él... Tampoco importaba.
Identificó el peso, el lugar, sin duda debía ser Paprika. De haberse dado cualquier otra situación, el shinigami se hubiese girado y le hubiese cortado el cuello. Pero Shuyin permanecía ausente, y aún así su "espacio vital" importaba menos cuando se trataba de experimentos, a fin de cuentas, ya habían sido manipulados.

Todos manipulados, él mismo se estaba manipulando.
Un gemido lastimoso, como el de una amante al ser movida mientras duerme en su lecho resonó en su cabeza.
"¿...?" Aquello era estúpido.
"(Sabes que puedes salir siempre que quieras.)"

En ese preciso momento, fuera de su consciencia, Paprika se encontraba frente a él, buscando unos ojos que no le devolvían la mirada, y que parecían alterar su brillo por momentos, concentrándose en la ventana, aunque pareciendo incapaces de ver nada en ella.

La chica agarró su uniforme.

"¡¡¡¡ HIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIH !!!!

Un potente grito, antinatural, casi monstruoso, y muy, ante todo, enormemente agudo, fue escupido de su Zampakutoh.
Algunos muñecos cayeron al suelo con velocidad, los papeles de la mesa volaron, y el ventanal cercano estalló hacia fuera, dejando caer una lluvia de cristales al pequeño jardín que permanecía debajo. Era un grito ensordecedor, que, probablemente, podía haberse oído en cualquier parte del Seireitei, y que, sin embargo, pareció no sacar a Akira de su ensoñamiento.

Sin bajar la vista, sin contemplar los ojos de la chica, Akira empujó a la chica contra la pared, sujetándola por el hombro izquierdo, y, con su mano libre (la derecha) desenvainó su Zampakutoh, colocándola a la altura del cuello de la chica, había sido un movimiento rápido, y la consciencia de Akira en aquel momento no le permitía percibir si aquello había sido realmente lo acontecido, simplemente, eran los destellos de imagenes que observaba, era lo poco que veía. Él, seguía mirando la ahora rota ventana.

"Sí... Sin duda los límites están hechos para romperse."

A simple vista podía parecer que el ausente teniente había leído los pensamientos de Paprika. Sin embargo, la frase podía no ser para ella, si no para sí mismo. Su humanidad, su futuro, todo pendía de sus experimentos, de toda la investigación dependía el "mañana" y que a ese le siguiera otro, y otro. La supervivencia, era parte de la investigación misma.

Sin vida no hay científico, y sin científico, progreso.

Y el progreso no tiene límite, no debía tenerlo.

Parpadeó un par de veces y negó la cabeza a ambos lados, envainando su espada sin parecer darse cuenta de que, hasta hace un momento, había estado apuntando a la chica a la que acababa de admitir en su escuadrón, y sin embargo, pareció percatarse por primera vez de su cercanía, algo ante lo que no pudo evitar ladear la cabeza y mirarla con cierta inquietud.

"¿No te molesta que las personas se te acerquen? En este estúpido mundo verás mucha necesidad de contacto, es ilógica y debilitante, no los comprendo..." Parecía no referirse a Paprika, si no al resto del mundo.

Pareció medir la distancia a la que se encontraba de Paprika, e hizo un gesto a la chica para que no se moviese.
Se acercó a su mesa y pulsó un pequeño botón, tras lo que habló.

"Sebástian, la ventana ha estallado, arreglala cuando puedas, tiene una prioridad notable." La siguiente por debajo de la máxima, máxima y notable solo podía darlas él.

Se acercó de nuevo a Paprika, y, usando la medida que había tomado para colocarse a la misma distancia (Pues Akira pensó que había sido él el que se había acercado tanto a la chica.) La miró a los ojos con curiosidad.

"¿Necesitabas algo?" Le preguntó como si hubiese olvidado una petición no formulada.
Quedaba pues, claro, que no era consciente de su inconsciencia.

Aunque Hohoemi si lo fuera.

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Rol off: Si no quieres que Akira te agarre, lo habrás esquivado :P, la percepción de Akira le dice que te tiene agarrada, lo cual no significa que sea lo que haya ocurrido, en caso de que te encuentres en otro lugar, parecerá que Akira simplemente, agarra algo invisible, pues creerá tenerte agarrada. En caso de que quieras que te haya agarrado, la frase sobre los "límites" casi te la habrá susurrado, pues la dijo en un tono bajo, que habrás escuchado dependiendo de lo cerca que estés ^^. Simplemente para que sepas que es decisión tuya, y no un agarre inesquivable >_<

Off: Lovely!
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El grito agudo que estalló en la habitación la hizo observar curiosa a su alrededor y retroceder un paso alejándose así un poco de la cálida presencia del teniente solo para llevarse las mano a los oídos y protegerse de que estos estallaran. Miró todo volar y hacerse añicos en la habitación, en un completo éxtasis que le impedía cubrirse, que le impedía por entero el instinto de supervivencia. Cuando la ventana estalló Paprika se quedó inmóvil, casi segura que ni su corazón latía en aquel preciso instante.

- Oh, los celos, los dulces celos - las voces en su interior hablaron al unisonó en su cabeza. Los ojos de cielo de la shinigami se desplazaron a la Zanpakutoh de Akira en el mismo segundo en que este se abalanzaba sobre ella con gran rapidez y la acorralaba contra una de las paredes y la amenazaba con aquella arma liberadora de almas. Los ojos de la chica brillaron con intensidad como si fueran una pequeña llamarada de fuego azul y en su rostro se dibujó una sonrisa parca... así que el juego tenía un obstáculo peligroso. En su interior se abría paso una revolución, Kontoroora dispuesto a estallar en defensa de la joven de rojos cabellos y ella cubierta por una calma aplástate - Tranquilo Kontoroora, todo está en orden - la shinigami estaba totalmente segura de ello. Podía sentir ligeramente el frio del acero de la Zanpakutoh del teniente aún sobre el propio frio de su piel, pero no temía, por el contrario sentía su interior arder de una forma placentera. Lo escuchó susurrarle al oído y los vellos de su piel se erizaron por entero, ahogó un delicado gemido por ser el peor momento para dejarlo fluir y se sintió ligeramente mareada. Los limites eran para romperse, aquello era precisamente lo que ella estaba pensando; o el teniente, o quien fuera que estuviera en aquel momento en control de aquella mente <ya que se veía terriblemente similar a cuando Kontoroora tomaba control de ella> estaba leyendo su mente o en realidad ambos poseían una conexión que de lograr atarla un poco más los harían un buen dúo para aquel escuadrón. Los ojillos de Paprika regresaron a su delicado azul cielo, denotando su derrota sobre las ansias de su Zanpakutoh, y se llenaron de ese halo de ensoñación, en realidad nunca había sentido temor ante la amenaza a su vida, hacia demasiado tiempo ya que había perdido el miedo a morir.

Cuando el hombre la miró al fin, a ella y no a la ventana o al vacio, Paprika ladeó la cabeza casi al mismo tiempo que él la suya y cuando le preguntó si no le molestaba que las personas se le acercaran negó suavemente con la cabeza aunque dudaba que él la hubiese notado porque continuó hablando de lo ilógico que era esa necesidad de contacto, era interesante sin embargo que pareciese referirse al resto del mundo pero no a ella que era la que había buscado esa cercanía entre ambos. Se quedó quieta ante la petición silenciosa de Akira, aún respiraba alteradamente por la descarga que la situación le había causado, le gustaba la adrenalina más de lo que muchos podían siquiera imaginar, por eso sus hormonas estaban siempre descontroladas, no por el placer de sentirse tocada o deseada si no por la descarga que generaba el contacto sexual, pero ella sabia elegir igual a los que usaría como droga, siempre lo mejor, lo más puro. Seres que no la llenaran simplemente eran olvidados. Por eso nunca había tenido muchos amantes, le cabían en una mano y pocos sabían de sus aventuras, que solían ser fugaces.

Paprika observó la ventana hecha añicos y por un segundo realizó que quizá aquel acercamiento casi le había costado la existencia misma. Vaya forma interesante de morir hubiese sido aquella.

- Parece que su Zanpakutoh tiene estrechos apegos - la voz masculina le susurró en la mente.
- No me interesa - le respondió elevando los hombros
- Te tomas muy a la ligera el poder de las Zanpakutohs -
- No lo hago, los respeto, pero no pretendo que una me asuste solo porque el teniente está demasiado... guapo - sus ojos brillaron una vez más.
- Eres increíble, hace no más de una hora estabas revolcandote en el 10° escuadrón -
- Donde? -
- .... -
- Oh! si, no como que tu estuvieras muy molesto de dominar al vampirito - una risilla se le escapó de los labios a al shinigami.


Se quedó callada y sonrojada cuando Akira se le acercó de nuevo guardando una distancia que pareció medir, una distancia que en realidad lo ponía demasiado cerca a ella, volvió a sentir su corazón latir. La chica de cabellos de fuego miró curiosamente al teniente y estiró su mano blanca hacia el rostro de él, como si hubiese olvidado que tocarlo era lo que había desatado todo aquel desastre, la puso por el reverso sobre la frente del hombre como si tratara de saber si tenía fiebre - No, parece que todo está bien con usted - le dijo como respuesta a su última pregunta - Necesita usted algo de mí, fukutaicho? - preguntó con la misma pasividad, como si nada hubiese pasado allí aunque el desastre alrededor de ambos demostraba totalmente lo contrario.

La chica alzó la mano, llevándola a la frente de Akira, este la siguió con la mirada hasta que se posó, y anunció que se encontraba perfectamente, algo que él de sobra sabía.
"(Es sorprendente, pese a no seguir ya una serie de ordenes básicas, computa la información como cualquier persona. Yo tenía razón, no es meramente un robot, es una más, está tan viva como cualquier arma, este podría ser un gran paso en la creación de soldados...Aunque esta no sea de momento mi prioridad...)"

Cuando la chica le preguntaba con tranquilidad, un chico moreno, bien peinado, y de vestimentas elegantes cruzó el marco de la puerta, llevándose una mano enfundada en un blanco guante a la boca, y ocultando un falso gesto de sorpresa ante la caótica habitación.

Con toda la calma del mundo, comenzó a recoger papeles y distintas probetas rotas... Actuaba con una gracia casi innata, se tomaba el trabajo con tranquilidad, pero su nivel de trabajo podría considerarse el de alguien acelerado, Sebástian siempre había gustado a Shuyin por eso.

El teniente, por su parte, pareció recordar algo, y se giró con rapidez hacia la puerta.
Se acercó a la mesa, y, estirando el brazo "barrió" a todos los muñecos dentro de la caja.
"Ahora mismo no necesito nada, se te otorgó el despacho Número 14, está saliendo de este pasillo, a la derecha, antes de girar la esquina, bastante cerca. Solo hay 20 en este piso, me dijeron que eras buena en tu trabajo, por lo que tiene un tamaño apropiado, eso sí, actualmente está vacío, decoración y material se te será facilitado en el séptimo piso, puedes encargar lo que desees, aunque espero averigues en proporción a lo que gastes, y toda esa charla que debería dar un superior...Ya sabes, no soy Capitán, por lo que actualmente no dispongo de ningún discurso propio, y menos aún que pueda considerarse cálido."

Shuyin agarró la caja y la levantó hasta mantenerla a la altura del pecho.

"Yo tengo que terminar un experimento, puedes hacer lo que desees, si quieres, puedes ir a ver tu despacho, o salir a mirar arbolitos, tu repartes tu tiempo, solo espero que sea... Divertido y... Rentable."

Sonrió con malicia, la chica había sido antes un experimento, sin duda lo sería. Muy pero que muy rentable.

"Si lo deseas, también puedes acompañarme, tengo que terminar un experimento, y, admito que quizás (y solo quizás) sea más fácil con la ayuda de alguien cualificado cerca, ya estoy harto de perder cobardes y llorones, sería un modo peculiar de comprobar tu frialdad.... Aunque..."

Miró alrededor, observando la habitación destruida, y a Sebástian limpiando.
"No soy estúpido, parece que ya la tienes, el hecho de que ahora mismo seas capaz de mantener ese semblante tan tranquilo me sorprende enormemente." Sin duda el chico había deducido ser el causante de aquel alboroto, quizás no fuese la primera vez.

"Bueno, hora de volver al "cubo carmesí"." Comentó con un tono alegre, casi juguetón.

Pateó la puerta para poder salir con la caja en brazos, y giró hacia la derecha. Debía recordar también investigar el asuntillo de la garganta que le había encargado el cargante de la división de Kidoh, pero bueno. Disponía de tiempo...

O eso creía...
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Rol off: En fin! ^^ Bienvenida al doceavo escuadrón, no creo que haya que alargar mucho más esto! la presentación puede darse por concluida, he abierto un poco el final para que hagas lo que desees, ya que ahora mismo ando bien de tiempo y temas. Si quieres, podemos continuar aquí y alargar esto un poco más a base de la investigación que tiene Akira en proceso. También puedes (aquí o creando otro tema) dirigirte a tu despacho, y decorarlo como te plazca , si lo haces aquí, rolearemos situaciones separadas aunque en el mismo tema ^^, si lo haces en otro... Bueno, lo malo es que es menos probable que entre nadie, por que ahora mismo en el doceavo estamos casi solitos >-<, no hay muchos Pjs (aunque podría entrar con algún npc si quisieses). Y si no, pues ya eres libre, y puedes salir de aquí y volver a tus andadas por la SS xD, o por donde quieras! (En pocas palabras, no te "retengo" más con los deberes de la presentación ¡Desde ya eres libre librita!)

Paprika se entretuvo observando al sirviente de su teniente, era agraciado y cada uno de sus movimientos un show completo y digno de observar. Ladeó la cabeza, hipnotizada por el recien llegado, olvidandose del todo de su superior. Fué el sonido de todo lo que habia sobre la mesa caer al suelo lo que la trajo de regreso de su negra imaginación pensando en lo mucho que le gustaria hacer con aquel moreno que limpiaba la oficina.

En un respingo giró sobre sus pies para escuchar a Akira hablarle. Parecia ansioso, quizá excitado por algo que acababa de recordar. Sus ojillos brillaron de una manera casi infantil. Era increible pensar que tras ser un experimento por tantos siglos, aún pudiera seguir siendolo y se le considerara una buena shinigami. Estrujó sus manos con algo de nerviosismo. Siempre se habia esforzado por mantener a su lider feliz con su trabajo, habia sufrido demasiado para llegar a ser lo que era, uno de los más interesantes experimentos, y trabajaria para volverse también la mejor compañia de su superior.

La parte sobre "Ya sabes, no soy Capitán, por lo que actualmente no dispongo de ningún discurso propio, y menos aún que pueda considerarse cálido" la hizo detenerse en sus pensamientos de superación y observar con curiosidad al shinigami. Se estaba apegando muy rápidamente a alguien a quién no tendria que seguirle todas las ordenes? Qué pasaria si ponian un nuevo capitán en el escuadrón y no era Akira y a ella NO le gustaba?

Su dulce sonrisa se habia borrado, habia odiado la idea de tener que irse. Probablemente su despacho se quedara tal y como lo encontrase, estaba acostumbrada a no poseer ningún tipo de comodidades tras vivir en un pequeño cuarto con una cama, una letrina y un pequeño armario, en un monotono color metalico. Si, Paprika solo poseia vanidad en si misma, y tenia buen gusto si de seleccionar ejemplares sexuales se trataba, pero nada más. Jamás podria montar correctamente un escenario, para ella flores y cuadros combinaban tan bien como negro y blanco.

Y la sonrisa casi infantil regresó a su rostro cuando él le ofreció entonces que podia ir con él a ayudarle, tan solo quizá, con el mismo. No habia nada que ella adorara más que ver experimentos y ser parte de ellos. En ocasiones Zani-Sama le permitia ayudarle, despues de tantos años habia crecido un grado de confianza que así lo aceptaba, más aún cuando se habia vuelto Shinigami. Además, Paprika era prácticamente el único ser allí abajo que conocia todos y cada uno de los procesos.

Paprika se movió agilmente entre los desastres, se despidió con emoción de Sebastian y siguió al teniente. "Cubo Carmesí" eso sonaba muy, muy interesante. Se mantuvo detrás del teniente, sin poder evitar que su caminar sensual atrayera la mirada de varios miembros de la división. - Creo que tendré diversión aquí - exclamó al fin tras haber pasado tanto rato solo hablando con sus gestos fisicos - Será todo un honor serle de ayuda, si así lo desea. De lo contrario, al menos podré llevarle café o té, y observar, amo observar - guardó silencio y acomodó su hakama que se habia salido de posición peligrando a dejar su pecho al descubierto a causa del amplio escote. Sonreia y jugueteaba con la esferita azúl que descansaba en la palma de su mano derecha.

Era increible, hasta solo una hora atrás, quizá menos, habia sentido que no pertenecia allí, y habia temido todo lo que habia escuchado del "demente" teniente, pero en tan solo unos minutos habia logrado sentir que para ella solo existiria un lider allí. Hasta ahora, claro, siempre existia la posibilidad de que Akira matara el encanto. Taiga se habia equivocado en algo; la demencia solia atraerse a si misma, y Paprika... ella no poseia cordura alguna.

Recorrió los pasillos, y se fjó en varios shinigamis que miraban tras de él, sus ojos parecían llenarse de algo... Algún tipo de sensación... Extraña, una que no era miedo... Una que era...
"Trituraré y me beberé vuestros ojos, he oído que tienen muchas vitaminas." Dijo con alegría a un grupo de mayor tamaño, haciendolo retomar sus tareas con velocidad.

Continuó y continuó, hasta llegar a un ascensor, introdujo en este una clave, y se abrió... Y, contra toda norma de cortesía, pasó el primero (por supuesto) esperando dentro a la chica.

Era el momento de acceder a otro nivel, un nivel al que solo se accedía cuando Akira introducía el código en el piso superior, un piso bajo tierra, un sótano, un jardín del edén.

Cuando las puertas se abrieron, se mostró ante ellos una sala cuadrada, iluminada artificialmente por potentes focos que estaban colocados en las esquinas superiores...
El motivo de que fuese el cubo carmesí era lógico...

Paredes, suelo, y techo, estaban cubiertos de sangre seca, sin embargo, un leve olor a productos químicos tapaba el auténtico desastre que representaba aquel lugar... Al final de la sala podía verse una puerta, cubierta también de la misma sustancia... En el centro de la sala, una mesa de metal teñida de rojo, con grilletes para brazos y piernas... En él, descansaba un cuerpo humano, de un hombre, desnudo, parecía moverse con desesperación lo poco que podía, y gritó, gritó cuando el alegre ruidillo del ascensor anunció su llegada.

La sala también mostraba grilletes de pared, aunque nadie ocupaba tal honorable lugar, podían encadenarse hasta 4 personas más en aquella estancia, dos a la izquierda, y dos a la derecha.

"¡¡AH, NO!!¡AYUDA!¡AYUDADME!" Gritó el chico.

"No te molestes cariño, vuelvo a ser yo... Le he dicho a mamá que no irás a dormir a casa." Miró a Paprika, permitiéndose una leve explicación de lo sucedido.

"Este tipo, decidió que era buena idea dejar investigar por aquí a unos shinigamis de la 8 división, dos tipos... No avisó a un superior... Ni protegió los experimentos... De haber sido algún espía podrían no solo haber destrozado millones de informes de mi antiguo Capitán, si no también haber sustraído información valiosísima... Ahora, redíme su actitud."

El chico gritó, intentando acallar la voz del teniente con torrente de voz mismo.

El ascensor de bloqueó, y Shuyin entró en la sala con tranquilidad.

"Sigues vivo, eso me indica que el experimento está siendo todo un éxito, si sales de esta...Serás un tipo útil, muy útil..." Anunció acercándose al cuerpo y observándolo.

La piel del estómago había sido retirada, y, visto desde arriba, podrían verse los órganos, de no ser, por que, habían sido sustituídos por muñecos.
Los mismos muñecos que Paprika había tocado minutos antes en el despacho del Teniente.

Por el movimiento espasmódico de los juguetes, podía intuírse que contenían algo... Y, por como reaccionaban, posiblemente se tratara de los órganos de la propia víctima, de algún modo, seguían funcionando con el cuerpo, a pesar de estar separados de un modo físico de él.

Los éxitos rápidos requieren medidas extremas...

Él ya lo había dicho.

La shinigami solo siguió a su teniente, sonrió a los shinigamis a los que la amenaza había sido lanzada como si con sonreirles les asegurara que él no lo haría, después de todo de ahora en adelante la tendrían allí para dedicarse a hacer cualquier tontería que quisieran para conquistarla, a ella le gustaban los juegos de seducción, cuál de todos lo haría mejor, se preguntaba.

Siguió al teniente dentro del ascensor y se despidió alegremente de los que los observaban, exhibiendo una inocencia que no existía en realidad y su sonrisa murió una vez las puertas se cerraron. Tarareó una cancioncilla mientras daban el tedioso paseo hacia lo que parecía ser un piso de acceso restringido, que suerte! sus ojillos brillaron de nuevo ante la idea de conocer cosas secretas en su primer día de servicio.

La puerta se abrió y Akira salió de primero, cosa que a ella no le importaba, no estaba dada a reglas de etiqueta y toda esa basura glamourosa. Sacó la cabeza apoyada contra el borde del ascensor, sosteniendo la puerta con sus manos, se quedó en silencio un silencio largo. Lo observó todo, absolutamente todo con sumo detalle, y a diferencia de lo que todos hubiesen podido pensar que seria la reacción de cualquier ser que viera tan terrible lugar, su rostro que se había quedado muy serio se fue decorando poco a poco de una risilla terriblemente infantil como si de repente le hubiesen abierto las puertas a la más exquisita dulceria del universo. La cara de Charlie al verse abrir las puertas a la chocolateria Wonka.

Paprika se sobre saltó cuando escuchó la voz de Akira dirigirse a ella porque se había quedado atontada en lo hermosamente macabra que le parecía la escena vivida entre ambos hombres, tan emotiva que casi había soltado una lágrima. Oh, el drama de la vida y la muerte, el asesino y la victima, el condenado a muerte y su verdugo. Ella asintió como si la explicación fuese más que suficiente para justificar la situación en que el shinigami se encontraba, salió ella también del ascensor y este se cerró tras ella. Siguió al teniente y se quedó a varios pasos de la mesa central, escuchando, observando.

Pero la curiosidad era su mayor cualidad y defecto por lo que no pudo aguantar, ella también tenia que saber qué era lo que Akira observaba ahora que estaba pegado a la mesa. Se escabulló por el lado contrario y se puso de puntitas - Uuuuh! increíble! - su voz era realmente animada, no había ni un tramo de temor o de asco en ella, estaba fascinada terriblemente fascinada - y yo que pensé que tras siglos nada podía sorprenderme, déjeme decirle Akira-Kun - dijo con el descaro de la confianza que no le ha sido entregada - que me hace tragar mis palabras -

La victima la observó de una forma suplicante por lo que ella se movió en la mesa hasta que quedó de frente a su rostro, estiró su mano blanca como la nieve y le tocó el rostro con su tacto frío - shh shh pequeño - dijo la shinigami de apariencia juvenil - en lugar de gritar como mujer pariendo deberías sonreír y sentirte honrado de que Akira-Sama te haya perdonado la vida para hacerte alguien útil en lugar de descuartizarte y usar tus partes para alimentar a las bestias - su rostro se volvió macabro por un segundo, marcado por aquella inocencia y una sonrisa tan oscura como la de la misma muerte, luego se alejó de él y comenzó a tararear su cancióncilla de nuevo mientras se paseaba alegremente mirando y tocándolo todo por la habitación, curiosa como un pequeño minino. Cada que veía una herramienta la nombraba, buscando si lograba encontrar alguna que no reconociera.

El tipo observó la respuesta de la chica, y, mientras escuchaba, una muestra de horror se dibujaba en su ya desfigurada cara, aquello no tenía ni pies ni cabeza... ¿Pero en qué clase de escuadrón había acabado? Era un científico, no un guerrero, y mucho menos, una rata de laboratorio.

"¿¡PERO ES QUE ESTÁS LOCA!? ¡ESE TIO ESTÁ LOCO! ESTÁ EXPERIMENTANDO ¡CONMIGO! ¿NO VES QUE VA A MATARME?" El hombre gritaba, furioso, aunque los gritos iban perdiendo fuerza... Fuerza, que terminaba siendo expulsada por la boca.

Por su parte, el titiritero de aquella espeluznante obra, no podía evitar alzar una ceja al observar las reacciones de la peculiar chiquilla.
Quizás fuese más que mera ironía el destino de aquella persona allí, quizás, si que estaba cualificada para algo más que el resto... Tenía lo que era necesario para llegar lejos... Carencia de aquellas estúpidas normas humanas que hacían a las personas más lentas, atractivo (algo útil cuando quería atraerse de un modo que no necesitase de fuerza física.) Y una mente capaz de ver las cosas de un modo distinto al resto.

Lo que para él había significado otra pequeña sorpresa más, para su compañero de juegos, había resultado un descubrimiento dramático.

Alzó ambos hombros, pensando que estaba bien... Y se acercó al chico, cogiendo una aguja y algo de hilo, era momento de ver si su cuerpo asimilaba aquellos juguetes.
Buscó entre sus herramientas una aguja, y lo pinchó, introduciendo lo que, sin duda alguna, era algún tipo de sedante para el dolor, no demasiado fuerte, pues, cuando comenzó la sutura, aún podían escucharse algunos grititos, pero si lo suficiente para impedir el desmayo de su "víctima".

Y hablando del diablo.

Aprovechó para agarrar un rotulador negro y gordo, y acercarse a Paprika, colocándose, junto a ella, y visible ante el experimento que lo miraba con aspecto cansado, como si esperase que lo rematasen de un momento a otro.

"Oh venga... Sé valiente... Quizás con esto haya terminado contigo y puedas volvera tu puesto... Ya sabes, cuando además... te instale algo que te haga olvidar estas terribles vacaciones...Ya sabes que me encanta jugar con la mente de la gente... El cerebro es algo fascinante... Puedes clavar en ellos sentimientos, o sensaciones... Como si fuesen estacas, sacar recuerdos, esconderlos... O incluso inventarlos... Dime... ¿Crees que ella tendría miedo...Si por ejemplo...? Shuyin se agachó un poco, y apoyó el roturador en el muslo interior derecho de la chica, describiendo un pequeño arco hasta la rodilla.

"¿Hiciese una pequeña intervención de un punto A a un punto B?"

Tapó el rotulador ante los ojos asustados del hombre, que, de algún modo, pensaba que era cuestión de minutos que aquella chica trastornada sufriese su mismo destino.

"O sí..."

Shuyin rebuscó entre sus herramientas, y sacó dos "pequeños chupones" unidos por un cable hasta lo que parecía, un pequeño aparato digital con un contador que permanecía apagado.

Observó a Paprika... y pegó el chupón a su cuello, encendiendo el aparatito, en el que podía verse un brillante "0" de color verde en un fondo negro.

"¿Si la hago no sentir absolutamente nada más que algo interior?" Explicó picándole con el dedo índice en la frente... Un gesto que no la haría sentir nada, pues esa era una de las habilidades del aparato... Anular la capacidad de sentir el contacto físico... En principio, adaptado para posibles soldados, ante la idea de no sentir dolor, cortes, o golpes... Plan que quedó paralizado, al hacerlos también, incapaces de evaluar una situación, capaces de saber cuando retirarse de un combate, o cuando curarse.

"O por el contrario..." Akira giró una pequeña rueda, y el brillante cero verde comenzó a ascender como un contador muy rápidamente, hasta pararse en el 200.

"¿Te hace sentir mucho más de lo que los meros sentidos pueden asimilar con normalidad?" Pasó el dedo índice por el cuello de la chica. Una leve caricia que tendría, justo, la función contraria a lo anteriormente explicado... Una función que en algunos aspectos, podía ser usada como tortura, pues no solo un leve contacto podía aumentarse, también una punzada, un golpe, o incluso un mordisco.

Akira sacaba un doble juego de todo aquello, el primero, enseñar a la chica lo que allí se ocultaba, y evaluar sus acciones ante toda pregunta no formulada... La segunda... Asustar al chico, y ver cuan fuertes seguían siendo sus pulmones... Y así, ver como de bien llevaba asimilado su experimento.

Fabuloso.

Se giró al darse cuenta que Akira estaba ahora a su lado. Habia escuchado los gritos del prisionero como si escuchara una pieza de heavy metal, sin ninguna perturbación. Tal como habia solo ignorado los gritos que le habia dirigido llamandola loca, o llamando loco a su teniente. Ahora que volvia a mirarlo, su rostro estaba peor que antes y eso era ya de por si demasiado decir, parecia un zombie o algo así Nuestra labor como shinigamis del 12° escuadrón es experimentar para conseguir lo mejor de lo mejor, las mejores armas, los mejores guerreros, los mejores mecanismos, y mucho más. Es nuestro deber crear equipos que hagan del Sereitei y demás shinigamis, y de toda la Sociedad de Almas, un lugar cada vez mejor - su voz y su rostro se mostraron serios a medida que le hablaba al shinigami que osaba renegar de las politicas del escuadrón - ha sido así desde tiempos inmemoriales, y ahora tu vienes a lamentarte por haber sido llamado a servir a esta noble casa - chasqueó la lengua - te mereces la muerte, sin lugar a duda, pero tu cuerpo y mente tendrán mejor usos una vez terminen contigo aquí. Basura! - no supo de donde le salió la ira, era extraño ver a Paprika enojada, pero no solo las palabras del shinigami la herian a ella como experimento que era, a su amado y fallecido *incluya nombre del ex capitán que no recuerdo*, y las serias funciones del teniente.

Entonces, Akira habló y ella simplemente asintió, le gustaba la idea, muchisimo. Su sonrisa regresó, pasiva e infantil. Lo vió agacharse un poco y retirarse parte de la Hakama hasta dejar su blanco muslo expuesto a su vista y a la del lloroso shinigami que miraba la escena como si se tratase de una pelicula de terror que se acercaba a su peor punto. Las mejillas de la shinigami se sonrojaron de inmediato, el roce de la piel del teniente con la suya hizo que la misma se erizara, y no pudo evitar sentir cosquillas cuando el rotulador le marcó la pierna. Miró curiosa, qué deseaba Akira-Kun hacerle? que emoción, ya queria saber, sus ojillos brillando expectantes y llenos de ansias.

Paprika simplemente no cabia en si de la fascinación... podria ser un experimento aquel mismo dia? En realidad habian pasado ya demasiadas decadas, más de un siglo, muchos más, desde la última vez que habia temido a la muerte, o al dolor, o que habia gritado y pedido misericordia. Su cuerpo se habia acostumbrado a todo aquello, y aunque sabia que podía sufrir dolores inimaginables su mente se habia vuelto masoquista, y se habia dado cuenta que tras el paso de los años cuando le daban dias de descanso para sanar su cuerpo, alma y mente, se veia extrañando las salas de experimentación y su pequeño cubiculo. Tras un tiempo ya no podía dormir cuando visitaba el hogar de sus padres en el Rukongai.

Se sobresaltó un poco al sentir el calido roce de los dedos del shinigami en su cuello al pegar los chuponcitos. Miró la cajita con curiosidad, estaba segura que sabia lo que era pero parecia estar en una parte lejana de sus archivos y no podía recordarlo con claridad...

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La siguiente sensación de su cuerpo vino acompañada de un gemido de placer que no pudo evitar porque no supo en que momento habia pasado todo. Habia estado pensando en la cajita, y de repente todo se habia vuelto blanco en su mente. Recordaba el dedo de Akira tocandole la frente pero ninguna sensación le habia llegado, solo su voz explicandole al shinigami de la mesa que haria que no sintiera nada exterior. Y luego le habia dicho que la haria sentir mucho más de lo que los sentidos podían asimilar... y le habia acariciado el cuello con uno de sus dedos, y se habia sentido....

Se quedó sin palabras para describir la sensación de aquel roce, solo supo que queria sentirlo más, que le habia cortado la respiración y ahora su pecho subia y bajaba en busca del aire, aire que al rozarle la hacia estremecer. Dejó que las sensaciones recorrieran su cuerpo y de forma instintiva se puso de rodillas, suaves ronroneos emanando de su garganta. Sus ojillos observaron la figura del teniente y como una minina se restregó contra él en busca de la sensación que aquel aparato le otorgaba. Y cada vez que su piel era rozada por la tela de la Hakama de Akira, sentia un mar de sensaciones tan potentes que era placenteras, mientras más se restregaba contra él más deseaba y más profundos se volvian sus suspiros y sus gemidos.

Sus ojos se encontraron en un par de ocasiones con los del shinigami de la mesa, notó como la miraba con terror, asco, lastima; una mezcla fuerte de demasiadas emociones que Paprika no podía asimilar en aquel momento en el que solo pensaba en satisfacer su cuerpo que parecia que se destruiria si dejaba de buscar las sensaciones del tacto - Akira-Fukutaicho - su voz, como la seda, sensual y provocativa. Akira estaba despertando algo que era mejor que se quedase dormido, por ahora, quizá.

El shinigami observaba con una mezcla de horror y sorpresa la peculiar escena, su mente intentaba explicar con palabras lo imposible, que aquel demente que habían puesto al frente, había encontrado una mano derecha.

"Oh... Joder, no... No... No me jodas... Estás igual de enferma que él... Este es un escuadrón de lunáticos." Su voz, callada por el llanto, lo llevó a mirar la tenue luz artificial que iluminaba la sala, era su final.

Shuyin se despegó de la chica un momento, y agarró una aguja del frío armario que le quedaba justo a la derecha, comprobó su interior, un líquido con cierto tono rosado que parecía contener algún tipo de pequeña canica metálica.

"Buenas noches pequeñín" Susurró con voz cantarina mientras inyectaba en el cuello de su "Paciente" la extraña sustancia.

El sujeto se retorció durante algunos segundos, antes de quedar inerte, con la mirada perdida, fija en un techo que ya no podía ver. Su pecho subía y bajaba con lentitud, dando a ver que aún conservaba el feliz (o dramático) aire de la vida, Shuyin lo alzó con facilidad por el cuello, liberándolo de sus grilletes, y lo lanzó al ascensor.

El experimento había terminado, los juguetes estaban en su sitio, y el chico no recordaría nada... Salvo las palabras del teniente sobre lo que "no" había que hacer en el doceavo escuadrón, entre ellas, dejar bichear por ahí a personas de otros escuadrones sin un pase especial que él mismo otorgaba.

Arrojó el cuerpo al ascensor, y pulsó un botón, el ascensor se cerró con un alegre "plim" y comenzó a subir... Alguno de sus hombres se encargaría de proporcionar al shinigami inconsciente que subía algo de ropa y sustento... Sería toda una sorpresa, generalmente, nadie subía tras bajar. Se moría de ganas por ver sus caras.

Y ellos se morirían de verdad si las mostraban... Lo sabían, por ello, seguirían impasibles.

Volvió a acercarse a Paprika, clavando, ahora, sus ojos en ella, era el único juguete que quedaba en aquella fría sala, al menos, el único que aún seguía desentrañando algúna sorpresa o curiosidad para Shuyin Akira. Podría coger cualquiera de aquellas cosas con los ojos cerrados y usarla a la perfección... Pero la chica resultaba, cuanto menos, imprevisible, y eso era, a su vez, agradable.

Se colocó en cuclillas, para quedar a la altura de la chica, que parecía dejarse entregar a una danza de placer y deseo que a él le resultaba divertido. Generalmente, cuando deseaba algo, lo creaba, y lo usaba como le complaciese, era ese el motivo de que no estuviese interesado en tener el más minimo contacto con nadie del mundo exterior, pero ella, había nacido en el mismo que él. Y desde luego, por lo que sabía de ella, y le había dicho su antiguo maestro... Disponía de un carácter parecido, aunque, a la vez, muy diferente.

Era cuanto menos, curioso, capacidad para entenderse, y a la vez, sorprenderse.

Agarró el aparato que estaba siendo deseo y perdición de la shinigami, y sonrió con malicia, girandolo entre sus dedos y mostrándoselo a la chica.

"¿Oh... Y bien...? ¿Te gustaría girar la ruedecita?" Comentó con su falsa inocencia, jugueteando con el aparato ante la chica.

Acercó sus labios al oído de la chica, para dejar escapar un susurro con cierto tono bromista.

"Tonos de voz como ese, mademoiselle, suelen llevar a los hombres a la perdición del corazón... A otros, sin embargo, los lleva a actuar como animales... "

Agarró con suavidad el cuello de la chica.

"¿Qué ocurre pues?... Cuanto tu lado animal se ha convertido en una bestia... Tu corazón se ha congelado... Y el hombre dentro de tí ha evolucionado... Transformándote en una máquina que toma todo aquello que desea..." Fijó sus ojos en los de la chica, con la mano diestra aún abierta, mostrando el aparato que había sido causa de la situación en la que ahora se encontraban.

La espada en su cinto emitía cierta vibración amenazante... De no ser imposible, habría jurado que intentaba estallar como una granada de fragmentación.

Paprika no pudo evitar el quejido de disgusto que emanó de su garganta cuando Akira se separó de ella para deshacerse del shinigami... o podría decirse "shinigami" porque lo que ahora subia el ascensor no era más que una especie de androide, un frio experimento moldeado al antojo del teniente.

Parecia una bestiecilla agazapada en medio de las sensaciones que su cuerpo seguia enviando a su sistema nervioso. Respiraba con dificultad y demasiado rápido, cercana a la hiperventilación mientras su corazón latia con furia, pura taquicardia. Pero ella no habia movido su cuerpo el cual simplemente hacia movimientos involuntarios a causa de las descargas de placer y dolor que se mezclaban desde sus cabellos hasta la punta de sus pies.

Levantó la mirada y la clavó en los ojos del teniente cuando este se acuclillo frente a ella, sonrió con dificultad, sudaba y estaba toda sonrojada. Su cuerpo mostraba sintomas como si estuviese sumida en una sobredosis de extasis. Sus ojos brillaban cargados de ansias y fascinación. Ronroneó de nuevo, el instinto animal que habitaba en su interior comenzaba a tomar control de algo que ella iba perdiendo, su cuerpo y sus sensaciones.

- Akira- Kun - volvió a pronunciar su nombre, su voz cargada de una suplica inequivoca. Su cuerpo ardia y solo él poseia la capacidad de aplacarlo. Abrió los ojos cuando vió la cajita que giraba entre los dedos del hombre, solo era girarlo hasta 0 y aquello terminaria pero el tono de voz del shinigami no era compasivo, por el contrario, parecia divertido con la situación en que Paprika estaba sumida y su propuesta de girar la ruedita era todo lo contrario o lo que su mente deseaba.

Se lanzó hacia atrás, mientras un gemido salia de sus labios al sentir el ligero roce del cuerpo de Akira contra el suyo... su voz, el golpe del aire calido que emanaba de él al hablarle, las oscuras intenciones que en su mente se abrian paso al interpretar las palabras que le eran dichas. Sintió que comenzaban a humedecerse sus ropas y se mordió el interior de la boca - Fukutaicho - elevó sus manos y las cerró sobre la hakama de él a la vez que él se hacia suavemente con su cuello... dos voces en su interior comenzaban a elevarse con potencia y golpearle la cabeza, trató de acallarlas por un instante para poder oir el exterior.

Gimió de nuevo en medio de un gritito ahogado, fascinada por la situación, excitada más allá de lo que podía recordar y sabiendo que él podia lograr mucho más, muchisimo más - Más, por favor, más! - masculló observando el aparato que le causaba todas aquellas sensaciones indescriptibles. Sabia que debia pedirle que se detuviese pero era simplemente inutil, su lado instintivo marcado con fuerza en su interior por la fusión con el espiritu de su Zanpakutoh, el "dominador de bestias", parecia negarse a salir y dominarlo tal como habia sucedido con Taiga...

No, Paprika estaba fascinada ante la idea de ser el ser dominado y Kontoroora solo soltaba delicadas risillas dentro de su cabeza. Era aquel aparato, Kontoroora no podía intentar dominar nada mientras Paprika estuviera fuera de control, la única bestia a dominar seria ella misma y ya bien sabia que a Kontoroora le fascinaba verla retorcerse en su miseria. Como los odiaba en ocasiones!

- Deja que te domine, sabes que deseas ser dominada, aprende de la sensación!-
- Qué estás demente? Niegate, niegale a la bestia que te domine, dominaa!-

Y allí estaban, habia pensado que no los escucharia de nuevo aquel día, pero al parecer su inicio como shinigami los tendria atareados. Tragó saliva en abundancia y observo el cuello del teniente ligeramente descubierto por la posición en que estaban; tomó aire lo mejor que le fue posible y en un movimiento imprevisto se lanzó a por aquella parte de piel descubierta, como bestia que ataca a su presa o a su atacante en busca de defensa... como fuese que se viera la razón del ataque, Paprika ya no estaba mucho dentro de sus cabales.

- Detenlo! - gritó antes de clavarle los dientes y aferrarse a él, respirando con terrible dificultad y emitiendo gruñiditos amenazantes. Si, habia pedido que no se detuviese, le habia pedido que aumentara la frecuencia, pero Paprika era dual hasta para si misma así que ahora era momento de que el teniente decidiera que hacer con la pequeña bestiecilla que habia liberado.

Observaba a la chica con fascinación, el experimento del que había sido, probablemente, el único hombre al que Akira había respetado como shinigami mínimamente, unido al hecho de que, parecía parecérsele muchísimo, le llamaba enormemente la atención.

La chica comenzó a tocarlo, y él, a aguantar las enormes ganas de reír que tenía en aquel momento. Una sala donde no quedaba una sola sombra que no fuese sangre... Una sala de autopsias sería un lugar más agradable, vacío de instrumentos de tortura, productos químicos, y tan solo dios sabía que...

Y se encontraba allí, en esa situación, la chica no dejaba de resultarle a la vez, un juego y bastante particular. Acalló a su espada, posando su mano en el mango de esta, con dulzura, y observó como la chica parecía aferrarse a él...Parecía estar dando rienda suelta a lo que él hacía a veces...

Cuando sentía necesidades humanas, construía lo que deseaba, le otorgaba la personalidad que quería, y desfogaba con ello... Era tan sencillo sentirse un Dios, y dejar de desear a los mortales.
Tan sencillo que aquello era novedoso.

Pensó en pararlo cuando la chica le pidió más, pero en lugar de eso, no hizo nada, su cuerpo reaccionaba de un modo que nunca había visto en las personas, y tampoco en los experimentos, aunque una voz dentro de él le hacía una más que convincente explicación.

Una mezcla de curiosidad, negación, y deseo, no había otro modo de describirlo, era lo que sentía el demente shinigami... La curiosidad de ver como seguiría aquello, la negación de emociones innecesarias, y el deseo de tomar todo aquello que se le antojase. Su derecho, dominio, y solución... La no necesidad de entender, o de juegos... Le alegraba el choque de emociones, generalmente... Solo se aburría.

La chica le pidió que lo detuviese, lanzándosele al cuello con velocidad, buscando un contacto que despertaba la curiosidad del chico.

Aguantó el impacto de la Paprika, aún en cuclillas, dejando que se aferrase a él, y le clavase los dientes en el cuello. ¿Su reacción? Una carcajada.

Se puso en pie, levantando a la chica con él, agarrándola por las nalgas con facilidad, y llevándola hasta la mesa donde momentos antes, había sido torturado un hombre, la sentó allí con facilidad, y apoyó sus manos en las piernas de la chica.

"¿Qué lo pare? ¿Y si no qué? ¿Eh?" No pudo contener otra leve risotada, no hacía el más mínimo esfuerzo por separar los dientes de la chica de su cuello.

Podía hacérselo todo, también podía no hacer nada.

La primera opción le resultaba tentadora, el frío cuerpo de la chica resultaba atrayente, y, la sala desde luego, digna de un espectáculo... Pero... ¿Si la tomaba entera ahora? ¿Qué quedaría de curiosidad después? Podía racionarlo en dosis... Como los medicamentos para un enfermo.

Pero era pronto, aún no le había dado nada, y la gracia de las raciones eran su justa división, por lo que probó a acariciar las piernas de la chica, subiendo hasta su cuerpo y su pecho.

Sí, su agenda le permitía jugar con ella un poco sin apagar su pasión antes de retomar sus deberes.
Además, seguía interesado en buscar una nueva reacción en eso que la gente llamaba "sexo" que no fuera de resistencia o miedo.

Ya lo había dicho, Shuyin Akira era una persona que tomaba lo que deseaba, estuviese el sujeto de acuerdo... O no...

¡Eso lo hacía mucho más divertido!

Recuerdos se le atoraron en la mente... La misma respuesta cuando habia deseado jugar y vivir un preludio romantico la primera vez que habia estado con un hombre y solo habia recibido una carcajada - Comprende, esto no es amor, llevamos demasiado tiempo aquí encerrados y necesito desahogar mi cuerpo, el maldito instinto humano que parece venirsenos pegado aún cuando ya de humanos no tenemos nada - y habia sido así, solo el saco de masturbación de su jefe. Poco a poco habia dejado de odiar ser tratada como un objeto y asimilando que lo era desde el día que habia firmado para ser un simple experimento que podía ser usado y desechado.

Emitió un gemido placentero cuando Akira la dejó depositada sobre la mesa de cirugias, la sangre aún fresca que allí quedaba se le pegaba a las ropas y a la piel pero a ella no le importaba en absoluto. Se separó de él y lo observó, sus pupilas temblaban entre la angustia y la excitación, en medio de la dualidad que habitaba en ella.

- Bueno, tendrá que experimentar lo qué pasaria... - gimió y agachó la mirada por un segundo - si no... se detiene - ganar del teniente lo que deseaba parecia no ser tan facil como lo habia sido con el teniente del 10° escuadrón, pero no le molestaba, antes bien le causaba intriga y eso era bueno, seria aburrido si todos cayeran de la misma manera.

Ignoró la sala, habia vivido prácticamente toda su vida en lugares como aquel, algunos más sucios, otros más bellos... dependia de su labor del día... para ella hacerlo en aquella sala era simplemente excitante.

Se curvó hacia atrás al sentir el contacto de la hirviente piel del shinigami con su fria piel sobre sus muslos, luego el tacto se perdió ligeramente al pasearse sobre sus ropas en su torso. Lo observaba, en medio de las sensaciones que la enloquecian aún podía racionar un poco, Akira parecia un niño pequeño que se deleitaba en ver todos los detalles de un juguete nuevo y por un instante se tensó... ella sabia lo que sucedia con los juguetes viejos... un día seria rechazada... pero... ella era un experimento, él podía hacer de ella lo que le placiera!

Detuvo sus pensamientos que la habian hecho entrar en un estado de ansiedad notorio en su respiración que comenzaba a ser dolorosa... habia tenido la visión de los experimentos, que tras sus siglos de servicio, habia visto ser desechados como la más miserable basura. Pero, ahora era también una shinigami... no era verdad? era única! Pero, por qué le preocupaba tanto lo que Akira hiciera con ella o dejase de hacer? Apenas si le conocia y él a ella... Paprika tenia demasiadas facetas, tantas que a veces ella misma se sorprendia. Sonrió, una sonrisa retorcida e indefinible.

Se incorporó un poco y elevó sus manos manchadas en sangre hasta el rostro del teniente y los sostuvo entre ambas manos. Corrientazos de placer atravezaban su delicado cuerpo de porcelana ante los más ligeros roces que el hombre le brindaba mientras la detallaba, mientras la observaba. Acercó sus labios carmesí a los de él y los saboreó. No era un beso apasionado, solo saboreaba la escencia de Akira, deseando descubrir más sobre él, cosas tan simples como el sabor de sus labios, de su saliba... aprovechando que sus sentidos estaban al máximo se detuvo en estudiar la textura de los mismo. Pasó su lengua sobre los labios del hombre, humedeciendolos y deleitandose lentamente en lo que en ellos encontraba, como una vibora que saborea el aire.

Y se le antojo exquisito... Akira era un niño, un hombre y una bestia... y quizo jugar con él. Bajó sus manos del rostro de él y las deslizó por su cuello, observando las lineas de vitae que sus dedos dejaban sobre la clara piel del teniente. Se detuvo donde quedaba la apertura de la hakama, curiosa y ansiosa. Pero aquel era el juego del shinigami por lo que esperó, ahogando de nuevo gemidos y las ansias de arrancarse las ropas y satisfacerse allí mismo con o sin ayuda de él! Poseia buen aguante, por eso aún seguia allí aunque su diminuto cuerpo anunciara completamente lo contrario, y la verdad era que la tensión le causaba aún más extasis, como un buena y deliciosa tortura.

Akira escuchó la respuesta de la chica con una risilla marcada en el rostro ¿Tendría que comprobarlo? Era aquello precisamente lo que estaba haciendo, probar... Todo, absolutamente todo, era una prueba tras otra.

Su zampakutoh no sabía, o bien, no quería reaccionar, permanecía silenciosa, colgada del cinto del teniente del doceavo escuadrón mientras los labios de la chica acariciaban los suyos.
Seguía sin entender el sentido a aquellas costumbres innecesarias para saciar al cuerpo, generalmente, bastaba en tratar el tema al igual que los animales, los humanos, sin embargo, parecían buscar la prueba y la comodidad... Quizás fuese la curiosidad, un científico, en cierta manera, quien averiguó aquello.

Desabrochó el hakama de la chica y observó su frío cuerpo, deslizó su mano por él, contabilizando las costillas, deslizando sus dedos por los costados, y el vientre, examinando con curiosidad.

"Es peculiar como, prueba tras prueba, puede dar lugar a un cuerpo tan delicado... ¿No te parece?" Contestó con un tono de voz que podría resultar casi burlón.

Sus manos acariciaron los tatuajes de la chica, y el teniente alzó una ceja.

"Vaya...vaya..." Dijo pasando la yema de los dedos por ellos.

"Lo que has hecho antes... era un beso... ¿No?... ¡Je! Me traen recuerdos... De mi vida antes de estar aquí... No imaginaba que tendría uno tras... El final de mi debilidad..." Comentó en voz baja mientras su cerebro buscaba una información que, cual archivo digital, parecía dañada.

"Aún así...Pensaba que había otros modos."

Se lanzó a los labios de la chica mientras esta parecía observar su vestimenta, en choque con el contacto de ella, este era, sin duda, mucho más apasionado, o quizás, simplemente, dotado de mayor fuerza.
La atrajo hacia sí, pegándola con su cuerpo, y sonriendo al notar el contacto con su fría piel. Eso SÍ era nuevo, incluso entre los demás contactos.

"Fría... Pero tan caliente... ¿Qué irónico... No?" Añadió tras separar sus labios del pronunciado beso.

Sus manos jugueteaban con el cuerpo de la chica, examinando cada lugar, como si fuese algo totalmente nuevo.

Con cada caricia, cada fuerte beso, el teniente parecía empujarla, y a la vez, con sus manos, atraerla hacia sí.

No parecían importarle las manchas de sangre, o la escena en sí, aquello parecía la clásica escena subida de tono antes de la entrada de un monstruo o un psicópata en escena para romperla.

Con una clara diferencia, el monstruo, era él.

A aquellas alturas todos los que alguna vez habian conocido a Paprika esperaban verla convertida en un montón de desperdicio, en un monstruo, en un ser sin emoción alguna por lo menos. Pero para 300 años de experimentos, Paprika era aún un ser muy integro. Le faltaban muchas cosas, tenia otras que cualquier otro ser "normal" no poseeria, pero seguia siendo 100% funcional, podía mezclarse sin problema alguno entre la multitud de seres que deambulaban por la Sociedad de Almas. De sus labios emanaban gemidos de ansiedad y placer a medida que el calido tacto del teniente rozaba cualquier parte de su cuerpo, aún por encima de las finas vendas podía sentirlo como si fuese fuego del mismo infierno. Como toda respuesta a su pregunta, asintió y se mordió el labio inferior curvandose un poco hacia atrás, cerrando los ojos en un gesto de placer tormentoso. Podía enloquecer aún más? Nadie habia puesto un limite a su cordura, aún.

Sintió la yema de sus dedos acariciar el area donde sus tatuajes de mostraban timidamente entre las vendas, se sobresaltó y volvió a aferrarse a las ropas del hombre para no derretirse ante aquellas sensaciones. Respiraba con la boca abierta tratando de asimilar el preciado elemento que le hacia falta a su cuerpo cada vez más. Se sentia mareada al ser este insuficiente, su pecho subia y bajaba de manera arritmica, desnudo ante la vista del shinigami. Paprika no sentia pudor alguno por su semidesnudez, estaba más que acostumbrada a ser observada en la misma, pero la curiosidad del teniente al recorrerla le causaba ansias instintivas de que la observara más y más, pero el beso la tomó desapercibida, habia esperado que de nuevo se burlara de sus básicos instintos humanos.

No pudo evitar el cerrar los ojos ante aquel beso... apasionado? no, seguro no habia pasión en él, pero se sentia bien, la fuerza que le era imbuido lo hacia exquisito. Luego, Akira la atrajo hacia él cortando toda distancia entre ambos y su piel se erizó por completo, su intimidad se inundó y sus brazos cedieron cayendo a lado y lado de su cuerpo, correspondiendo el gesto de la misma manera, aunque su beso si que estaba cargado de sensualidad, de seducción, de pasión. Por más parecidos que Akira y Paprika pudiesen ser en algunas cosas, eran demasiado diferentes, a Paprika le habian permitido conservar su sentido primario de procreación y con este todo lo que se necesitaba para tal labor que se diferencia de la animal por el peculiar cortejo de preparación, si bien no necesario para tal actividad, bastante apreciado.

Se retorcia entre aquellos brazos, queria escapar y a la vez permanecer, que la torturara, que le mostrara los limites de su cuerpo como si ya no los hubiese aprendido en medio de las torturas que cada experimento habia significado para su cuerpo y mente. Se dejó besar, acariciar. Y a medida que los mismos se volvian más intensos su mente se debilitaba más y más hasta que ya no hubo más mente. Los orgasmos se iban repitiendo sin piedad, sus musculos tensionados y su cuerpo bañado en delicadas gotas de sudor como si sufriese de fiebres. Incluso su piel comenzaba a mostrar vestigios de calor en algunas secciones.

- Akira-Kun... por favor! - gimió de nuevo aferrada a él, debil pero aún sintiendo la necesidad ardiente de su cuerpo. Sus cabellos rojos esparcidos por su rostro, encontraste con su blanquisima piel, mojados en el sudor frio, y sus ojos azules como el cielo de verano temblando, viciados, llenos de una suplica silenciosa. Elevó las manos, en un instante de tremula lucidéz, y las cerró sobre los chuponcitos en su cuello pero sin haber logrado efecto alguno sus brazos volvieron a caer pesadamente sobre la mesa. Ocultó su rostro entre la hakama de Akira, aspirando su aroma y embriagandose en él. Deseaba más, muchisimo más!

¿Creación o realidad? ¿Acaso la creación no servía precisamente para eso, para "inventar" la realidad? ¿Remodelarla a gusto?
¿Quién podría diferenciar a la chica que tenía ante él de cualquier ser humano? Cualquier ser humano creado entre las pesadillas de los mismos, acostumbrada a lo inacostumbrable. O a lo que la gente creía, una tortura.
¿Lo era?...

La chica le devolvió el beso de un modo "extraño" cargado de fuerza, pero de algo más que Shuyin no conseguía reconocer, quizás algún tipo de feromona atrayente que sirviese con un rápido efecto de droga.

Quizás.

La chica parecía debatirse entre el deseo y la negación, un cruce de emociones que hizo ladear la cabeza al teniente del doceavo escuadrón. ¿Cruce de emociones? ¿Había tenido alguna vez él alguno?... No lo recordaba.
Siempre hacía lo que le venía en gana, y tomaba lo que creía oportuno... Más tarde, o más temprano... Tenía algo parecido a la eternidad a su alcance, es más... La tenía, pues, siendo natal del mundo humano, cuando pereciese en esta realidad, tenía la sensación de que volvería a ser lo que era... Algo que lo aterrorizaba mucho más que desaparecer.

Perder su habilidad, su "don"... Lo necesitaba casi tanto como a su preciada compañera, Hohoemi.
Olvidar, era morir.

Los eróticos ruidos de la chica sacaron una sonrísa al científico, que acarició el chupón y parte de la cara de la chica, alegando con un bajo tono de voz.

"¿Sabes lo malo de esto...?... Que es enormemente adictivo... Cuando te acostumbras a vivir sintiendo así, el resto de las sensaciones se te hacen mínimas, insustanciales... No importa cuan cargadas de emoción estén, es como un leve roce en comparación a un fuerte golpe..." Explicó con cierto tono burlón.

"Así pues... El doceavo escuadrón puede darte lo que nadie más, puedes tener el mundo en tus manos, moldearlo, y transformarlo, tu única limitación es tu imaginación, y... Una leve adaptación al mundo para que éste te proporcione los fondos para conseguirlo..." Murmuró el final en un tono algo más cerrado. Pensando en que, a fin de cuentas, trabajaba no solo por sí mismo, si no por todo el Seireitei... Pensando que quitando sus pequeños inventos personales, los grandes... Iban dedicados a una sociedad, algo que, siendo realistas, tampoco le desagradaba... Quería que hablasen de él cuando su vida se hubiese extinguido... Bien o mal, era indiferente.

Dejaría su huella.

"Créeme, te tomaría aquí y ahora, y te haría adicta a esto sin problemas, retozando en la locura hasta perder el norte... Pero... ¡Por hoy la dosis está bien!"

Dijo retirando la ventosa de la frente de la chica, y guardando el aparato en el bolsillo interno del Hakama.

"Es la hora del sandwich del mediodía, y todos los trabajadores esperarán conocerte en el comedor... Además, adoro verles examinar la comida por si he mandado meter algo dentro..." Shuyin Akira sonrió como un niño al que le hubiesen dicho que era el momento de recibir su regalo de reyes magos.

Examinó la piel de la chica con suaves caricias de modo inconsciente, aún incapaz de diferenciar "toque" de "roce".

"¿Cómo te encuentras, algún efecto secundario a parte de saber cuando volveré a colocartelo?" Preguntó el chico con una sonrísa ladeada en el rostro.