Índice de Distritos del Rukongai

Constituye la mayor parte de la Sociedad de Almas, y es con diferencia la zona más poblada de todas. La Ciudad de las Almas Errantes se encuentra dividida en 320 distritos, distribuídos en 80 por cada punto cardinal, en orden descendente según lo alejados que se encuentran del Seireitei. Esto ha provocado que los distritos más alejados, aquellos con mayores números, sean zonas muy pobres con altos índices de criminalidad y enormes tasas de mortalidad. Así, mientras que el Distrito 1 suele ser pacífico y con una alta calidad de vida, el Distrito 80 es un lugar donde reina la anarquía y la ley del más fuerte. No hay pruebas de que los Shinigamis u otros agentes de control patrullen los barrios más problemáticos del Rukongai, y como resultado, la ciudadanía es la única responsable de su propia seguridad, algo que también ha provocado, en varios casos, cierto temor u odio hacia los Shinigamis.


El Rukongai ha ido creciendo alrededor del Seireitei, donde se encuentran todos los órganos de poder de la Sociedad de Almas y residen las familias nobles y los Shinigamis. Las murallas que separan la Corte de las Almas Puras del Rukongai están hechas de "piedra de sed de sangre", un material capaz de absorber todo el poder espiritual. La influencia de la piedra de sed de sangre, en ocasiones llamada también "piedra de la muerte", forma una barrera esférica alrededor del Seireitei, impidiendo cualquier entrada que no sea a partir de las cuatro puertas, custodiadas por Guardianes del Escuadrón Meiyo.

Teóricamente la interacción entre los habitantes del Seireitei y los del Rukongai se limita a los primeros Distritos, dado que muchos Plus guardan rencor a los Dioses de la Muerte y Nobles por gozar de un estilo de vida más elevado que el suyo. Sin embargo, no son pocos los shinigamis que deciden guardar su uniforme por unas horas y buscar diversión en las calles cuando tienen tiempo libre.
Si bien los Plus no sienten hambre, el placer de disfrutar de un buen plato en compañía es algo a lo que cuesta renunciar, por eso no es de extrañar que abunden los mercados, restaurantes y puestecillos ambulantes. También son muy frecuentes otros lugares de ocio, como los teatros, burdeles y las casas de apuestas.

En el Rukongai hay tal diversidad de lugares, costumbres y gentes, que a uno le es imposible asegurar que no le queda nada por ver.