Reunión Urgente (capitanes del Gotei 13)

Yoruko había estado esperando para quedarse completamente a solas con el comandante. Siguiendo con como era su antiguo capitán, el pequeño Ikuze, siempre se mantenía en la retaguardia de todos los capitanes, siendo algo distante con algunos, alejándose para poder observarlo todo mejor. Sabía que el comandante estaba al tanto de todo, no en vano aquel hombre había levantado lo que se conocía como el Gotei tanto siglos atrás. La joven noble mentiría si no confesara que le respetaba profundamente, pero aún así había algunas cosas que la ponían nerviosa. La forma en la que el comandante podía mirar a los demás, como si pudiera ver sus más oscuros secretos la incomodaba ligeramente.

Cuando se quedó a solas suspiró ligeramente visiblemente más tranquila y miró de reojo a Ryoto esperando alguna señal para poder hablar. Su labor como comandante de las fuerzas especiales la hacían una mujer algo... secretista y saber los trapos sucios de sus compañeros no ayudaban en absoluto.

-Sotaicho, las revueltas en contra del Gotei por parte de algunas familias del Rukongai han sido sofocadas, se han encontrado los culpables y se han requisado todas las riquezas de los mismos. Los dirigentes de las familias serán juzgados por la Cámara como así dictaminan las leyes -dijo la joven con calma y cierta imperturbabilidad.

Sus ojos se cerraron un solo instante apretando sus manos debajo de las largas mangas de su haori y levantó sus ojos oscuros para mirar al comandante tras recobrar la fuerza que necesitaba para confesar lo que estaba a punto de decir.

-Hatake Galahar será encerrado en el nido de gusanos acusado de traición a su escuadrón y al Gotei en espera de su sentencia definitiva. Lamento mi falta de juicio para con él. No volverá a ocurrir -terminó haciendo una reverencia delante de Ryoto.

Se incorporó momentos después esperando alguna instrucción o palabra por su parte. Una vez lo hubiera obtenido asintió de nuevo y se marchó de la sala dejando a Ryoto completamente solo en aquella habitación. Tenía mucho que hacer y muy poco tiempo para prepararse decentemente.

Kobayashi se despidió en silencio no sabía muy bien de quién, con una inclinación de la cabeza. Estaba magullado y agotado, pero no había tiempo para descansar. Todavía tenía que pasar por el Cuarto Escuadrón para comprobar el estado de Katsu, y a continuación regresar a su División para terminar de ordenar los asuntos de su propia toma de cargo como Capitán.

El nombramiento de los tres nuevos Capitanes no le iba ni le venía. Simplemente, no se explicaba por qué no se había hecho antes. Al fin y al cabo, no estaban ni más ni menos que ellos, los que habían sido ascendidos en el primer momento. En fin, suponía que era una buena noticia que volviera a haber tres Capitanes más en la Sociedad de Almas. En momentos de confusión como aquellos, eran los líderes quienes debían mantener a todo el mundo unido y trabajando para reconstruir lo perdido.

Había mucho trabajo que hacer, y el tiempo corría en su contra. Los dos bandos habían sufrido pérdidas inestimables, pero los arrancar eran más numerosos y flexibles, más adaptables y, por tanto, era de esperar que se recuperaran más rápidamente que la Sociedad de Almas, perpetuamente ahogada por su propia burocracia. El incidente del Capitán (ex-Capitán, ahora) del Quinto Escuadrón daba buena cuenta de ello. El hecho de que uno o varios arrancar pudieran internarse hasta el mismo corazón de la Sociedad de Almas era algo sin precedentes y terriblemente preocupante. Había que poner remedio a aquello, y había que hacerlo de inmediato.

Cada momento perdido era más de lo que la Sociedad de Almas podía permitirse.