Reunión Urgente (capitanes del Gotei 13)

El comandante observó la tensa situación que se había dado entre el capitán de la 7ª división y el teniente de la 11ª, en el que Hayato le había cruzado la cara al, ahora máximo encargado de la división de lucha de la Sociedad de Almas.

El dato de que el joven Shin fuera el teniente de dicha división no era banal, pues cualquiera podía intuir que dicho golpe no afectaría ni dolería físicamente a una persona tan hecha y resistente por costumbre a ellos como a Gennosuke, pues las peleas se mantenían de forma diaria en su escuadrón, más de lo recomendable incluso.
Aquel golpe iba dirigido a dañar otra cosa, el orgullo o la responsabilidad del teniente.

Y es que por hosco que resultara el gesto realizado por el capitán, Koyuki estaba plenamente de acuerdo, pues los caprichos individuales, las guerras personales no eran algo que ayudara a la Sociedad de Almas como conjunto. El todo que conformaban todas las almas que allí confluían era más grande que lo que pudiera querer puntualmente una persona, y así debía de entenderse por cada uno de los shinigamis, desde el más raso hasta él mismo.

¿Acaso el joven Shin no pensaba que él no había perdido gente a la que realmente apreciaba?
Desde los primeros shinigamis de los que había aprendido, que resultaban como padres para él, hasta aquellos con los que creció, con los que ideó el sueño del Gotei 13, que eran sus hermanos, hasta los últimos caídos, en esta reciente y triste batalla, a los cuales, a más de uno, quería como si se trataran de aquellos hijos que la responsabilidad y falta de interés, en consonancia con el bienestar de todos.

- Kobayashi-taichô, creo que ha heredado la mala costumbre de su antecesor en saltarse las normas de vez en cuando. Ya liberó el bankai dentro del Seiterei, por lo que golpear a un oficial se suma a su desobediencias del código shinigami. Espero no tener advertirle más, pues ello conllevaría una sanción. - Si, estaba totalmente de acuerdo con la acción de Hayato, pero había cosas que no se podía hacer, y la violencia no ayudaba nunca a solucionar los problemas internos. El mantener el equilibrio era indispensable, sin él, todo sería mucho más caótico de lo que ya era, mucho más irrecuperable de lo que nadie se podía imaginar.

Pero había que pasar a otro tema, pues los tenientes recién llegados deberían tener nuevas noticias, que cambiaran el ánimo y la dinámica de aquella reunión, pues no podía quedarse tan solo en un cruce de acusaciones.

Así que, tras pasar ligeramente sobre el comentario casi de autoconvencimiento que realizó Chiesa-taichô, se dispuso a mandar sobre los recién llegados. Las divisiones a las que pertenecían eran las que más habían estado en contacto con el supuesto cadáver de Karaiko, y el teniente de la 5ª división había tenido consentimiento expreso de él mismo para bajar a controlar la situación.

Siendo así las cosas, no se le ocurrió por ahora, más que pedir explicaciones.

- Tenientes, están aquí para informar sobre la situación dada por el falso cadáver de Karaiko-taichô. Por favor, reporten aquello que crean que sea útil. - Con aquella seca y escasa petición, esperaba que los tenientes le respondieran de diferente manera, añadiendo más color y dimensión a aquel extraño rompecabezas que se había montado en su propio Seiterei.

La capitana estaba completamente segura de que nadie en aquella sala se esperaría lo que pasó a continuación. Yoruko, completamente boquiabierta, observó como Hayato soltaba un revés con la mano abierta en la mejilla del teniente del 11º escuadrón. Si lo hubiera visto venir, podría haberlo evitado perfectamente. Sin embargo, las palabras del capitán la habían dejado completamente sorprendida.

Escuchó cada sílaba como si le viniera con retraso y aún así no se movió del sitio, solo dedicó una mirada al comandante de reojo intentando ver su reacción al gesto. Las palabras del comandante dejaban entrever más de lo que tal vez hubiera querido pero Yoruko no dijo nada al respecto. Sus ojos se posaron sobre Chiesa y luego la puerta al entrar los tenientes.

La joven capitana mentiría si dijera que no estaba preocupada por el estado de ánimo de Kato. Sus ojos se cruzaron con los del Shihoin y le dedicó una sonrisa para darle ánimos y que se relajase. No tenía ni idea de lo que pasaba por su mente, pero al menos intentaría que el mal trago que pudiera esperarle ahora, fuera más liviano. Dedicó otra a Aoki y terminó por fijar su mirada en el tercer teniente que se encontraba allí. Durante su tiempo como teniente había tenido ocasión de ir a hablar con Akira un par de veces, pero su forma de hablar intrincada la ponía algo nerviosa.

Aún así, poco podía decir ella al respecto por lo que tras dedicar una mirada de cierto reproche a Hayato por el golpe infringido a un antiguo compañero simplemente esperó que la conversación volviera a fluir. No sabía si Gennosuke haría algo o no al respecto pero estaba segura de que un millar de pensamientos surcaban la mente del teniente como un torbellino imparable. Malditos fueran los cabezas huecas del 11º escuadrón!

Kobayashi acató con un sencillo asentimiento la amonestación del Comandante. Podía ver en los ojos de sus compañeros Capitanes que ninguno de ellos aprobaba lo que acababa de hacer, pero el hecho de que le compararan con su antecesor no podía más que enorgullecerle. Por supuesto que se había saltado las normas al abofetear al Teniente Shin, pero alguien tenía que hacerlo: la situación era lo suficientemente seria como para requerirlo y uno nunca debe dejar que su sentido de la responsabilidad le impida hacer lo correcto.

Sabía que no le entenderían, por lo que toda explicación más allá de aquel punto estaba fuera de lugar. A ojos de todos, era un Capitán recién ascendido que acababa de excederse con el que hasta hacía unas horas había sido su compañero Teniente. Esperaba que Gennosuke no se lo tomara de la misma forma. Por el momento, parecía lo suficientemente sorprendido por el golpe como para no reaccionar todavía. Eso era bueno: tal vez así pudiera serenarse y olvidar aquel acto irresponsable que pretendía cometer.

Tratando de pasar página, posó los ojos sobre los Tenientes a los que Koyuki había mandado llamar. Allí estaba Kato, con quien todavía tenía una charla pendiente. Ya en el Dangai le había hecho un anticipo de lo que sabía, pero esperaba que ahora, en reunión oficial, tanto él como los otros dos Tenientes a los que se había mandado llamar arrojaran algo de luz sobre aquel tema que les ocupaba en aquel preciso instante.

Lo cierto era que comenzaba a impacientarse. Mientras ellos seguían allí, discutiendo por nimiedades, las defensas de la Sociedad de Almas seguían mostrándose insuficientes. A la patética escena que habían vivido en Suiza se le unía el hecho de que alguien hubiera podido introducir un falso cadáver de origen Arrancar en pleno Rukongai. Aquello le incomodaba enormemente, y empezaba a cansarse de perder el tiempo...

Quien espera, desespera. O eso dice el amplio refranero popular de nuestros días. En el caso de Kaori, este dicho era más que aceptable. No le gustaba el silencio, sabía lo necesario que era en muchas ocasiones, sin embargo no podía soportarlo en las reuniones sociales. En misiones era capaz de permanecer callada el tiempo que fuera necesario, con los ojos fijos en el objetivo, sin apenas respirar. Pero cuando se encontraba reunida y, como ya se había visto, era necesario aligerar la tensión, prefería escuchar a sus compañeros (por muy idiota que fuera lo que pudieran llegar a decir) e incluso hablar ella misma (tal era el caso, sobre todo si tenemos en cuenta que a la joven capitana del Sexto Escuadrón no se le daban bien las formalidades) que aquel ambiente tan embotado. Estaba segura que si todos sacaban sus armas éstas quedarían enganchadas en la telaraña tensa de la incomodidad. Los instantes entre que ella trajo a los tenientes y éstos hablaron se hicieron eternos. Por eso, escuchar las voces de aquellos muchachos, la hizo soltar un poco el agarrotamiento del cuerpo.

Lo más duro del asunto, de su propio interés en relajarse, en que el silencio dejase de existir en aquella sala, fue que hasta la voz del idiota de Chiesa (mucho pensaba ella en él, a decir verdad) le sirvió de relajante, fue como balsámico oírle tragarse parte de su chulería y orgullo de aquella manera. Pronto salió de aquella extraña ensoñación en la que se había sumido sin venir a cuento, tenía los ojos tan fuertemente clavados en el capitán que parecía querer atravesarle, y negó con la cabeza, confusa ante sus propias emociones, tal vez Yoruko se hubiera dado cuenta, para algo eran amigas, pero enseguida regresó a la realidad. Alzó la cabeza un poco más cuando todos terminaron de hablar e intentó intercambiar una mirada con la otra capitana, en busca de apoyo, o simplemente para verificar si se había dado cuenta de cómo había mirado a aquel idiota. Aunque Izumi Kaori taichou no se enterase de nada, eran muchos los que pensaban que ella y su eterno Némesis estaban destinados a ser más que amigos. Pese a sus esfuerzos, la líder del Segundo Escuadrón no posaba los ojos en Kaori, sino que acababa de sonreírle al teniente Shihoin. Intentando no interrumpir, aunque no estaba muy segura de qué, Izumi se dedicó a pasear su mirada por los allí presentes, y, como no podía ser de otro modo, sobre Kobayashi. Después de recibir la amonestación se había quedado en silencio, como todos en la sala en esos momentos. Por Dios, ¿es qué nadie pensaba decir algo, cualquier cosa?

Ya habían llegado los tenientes a la reunión, pero ello no la había aligerado ni acelerado, sino más bien, todo lo contrario. Los capitanes se miraban entre ellos, de forma grave y pausada, como si fueran rivales que deben estudiarse y medirse en vez de aliados que se encuentran en una misma reunión, con unos mismos intereses que benefician a todos y un punto al que llegar a ponerse todos de acuerdo.

Y esas reconcentradas miradas que se estaban dirigiendo entre ellos ahora, tras las palabras del comandante, se dirigían a los tenientes, pues las versiones de los capitanes ya se habían escuchado, aunque éstas fueran más un leve lloriqueo que un informe que de verdad diera consistencia a la información y a la situación que se había planteado en el mundo humano. Quería escuchar realmente lo que había pasado con el capitán Karaiko, no una serie de acusaciones cruzadas que no llegaban a ningún lado. Ahora había que estar a lo que importaba.

Metido en estos pensamientos, cruzaba miradas con los tenientes en espera de que estos hablaran, en un silencio que se demoraba demasiado, en su opinión, pero en el que también iba desviando la mirada de un sitio a otro de la sala.

Últimamente habían pasado demasiado tiempo por allí, las reuniones se sucedían una tras otra sin que nunca se llegara a ningún lado. Esperaba que aquello fuera la situación de no conocerse todavía demasiado bien entre ellos, de no saber tratarse, no conocer las maneras de pensar de los demás. Porque si aquellas reuniones sin fundamento era lo máximo a lo que podían llegar, el liderazgo de la Sociedad de Almas estaba en un gran problema.

Si la cabeza no funcionaba rápida y correctamente, el resto del cuerpo tenía poco o nada que hacer. Así que esperaba que el comandante fuera haciendo notar su mano lo más rápido posible, pues él ya tenía experiencia en nuevos grupos, en integrar a diferentes personalidades. Peores capitanes habría habido antes que ellos. O por lo menos eso quería creer Chiesa.

Las palabras del Comandante cayeron como fríos témpanos de hielo, congelando el tenso ambiente de la sala que al parecer se daba antes de la llegada de los tenientes. Palabras que, a pesar de ello, no fueron tan duras como cabría esperar del máximo dirigente del Gotei. Algo había ocurrido entre Kobayashi-taicho y Shin, el teniente que dejó la reunión donde Aoki, Akira y Kato se encontraba para dirigirse, al parecer ahí, exigiendo prontitud en las acciones de los shinigamis. Demasiada prontitud, a juicio de casi todos. Poco conocía a Hayato, pero había podido aprender algo de su temperamento en primera persona, por lo que se permitía formar una somera hipótesis de lo que había ocurrido, confirmada luego con las palabras del Sotaicho.

De nuevo, palabras calmadas, frías, que continuaron con una petición hacia los recién llegados. Éstos, se miraban confusos entre ellos, sin saber muy bien qué añadir más allá de lo que los Capitanes -principalmente Hayato- hubiesen añadido, seguro ya. La poca iniciativa de los tres tenientes se incrementaba porque ni tan si quiera ahora, tras haber escuchado todos los informes de los hechos acontecidos y de haber vivido más de uno de cerca, acababan por entender qué estaba pasando en la Sociedad de Almas. ¿Cómo un arrancar había podido burlar la seguridad del mundo shinigami dejando un cadáver en el Rukongai sin ser detectado? ¿Cómo, para más inri, había conseguido engañar a más de un shinigami experimentado en la identificación de los restos? Sin duda, la gruesa estructura que componía el Gotei tenía muchos engranajes que hacer encajar, pues era más que evidente que nada de aquello habría fructificado en una empresa enteramente funcional.

El silencio se había extendido más de lo debido y ahora el ambiente de la sala estaba más tenso aún que minutos atrás, aunque mucho más calmado ahora, sin duda.

— Creo que debería comenzar yo, dado que fui el primero en informar del falso cuerpo. — intervino al fin Kato, sacando del ensimismamiento a los recién llegados. — Como sabe, Comandante, fui informado de que el desaparecido Capitán fue encontrado en el distrito Zaraki del Rukongai. Le avisé de aquel hallazgo a través de una mariposa y fui a inspeccionarlo. Tras una primera observación dictaminé que se trataba, en efecto, del cuerpo de Karaiko-sama. Encontré en él un reiatsu residual y lo rastreé por medio de bakudō, aunque he de decir que sin fe en obtener ningún resultado esperanzador. Cuál fue mi sorpresa cuando hallé al portador de aquel reiatsu en el Mundo Humano y, además, como pude comprobar al llegar allí, en batalla con otros shinigamis. — Demasiadas palabras para algo que ya todos conocían, así veía Kato su diálogo. Suspiró levemente, casi inaudible, y se concentró en simplificar su informe. — Tras obtener su permiso, Comandante, bajé allí e intenté identificar al arrancar. En una desafortunada decisión, aunque para mí lógica en aquel mísero instante en el que tuve que elegir, detuve un ataque del Capitán Kobayashi, creyendo que aquella arrancar era el sujeto que buscaba. Me equivoqué, tanto en la deducción como en la decisión, y acabé por ir tras el otro arrancar que se encontraba en escena. Un sujeto bastante extravagante del que poco pude sacar. De lo que pasó a continuación seguro que ya ha sido informado: entrada de más arrancars en escena, algún que otro combate, llevando a la desgraciada resolución con una shinigami capturado y el responsable de la desaparición de Karaiko-sama huido. — Kato miró al suelo, como recordando de repente un pequeño detalle que había obviado antes, pero que supo que era el momento de dar a conocer. — Después de unas palabras de despedida de la lobuna arrancar que combatió con Kobayashi-taicho pude comprender que ella también se encontraba implicada en la muerte de mi Capitán, para mi desgracia... — Sus palabras parecían ahogarse en su frustración.

Era un hecho que la elitista educación del shinigami afloraba en momentos tan trascendentales como aquel. Su palabrería, mucho más densa y tensa que de costumbre daban fe de ello. Estaba claro que, en circunstancias tan serias como aquellas, Kato sabía muy bien qué palabras realzar y qué formas de hablar obviar. Por muy inconformista que se pudiera mostrar nunca solía comportarse de manera excéntrica y sabía comportarse antes sus iguales y superiores. El profundo malestar de su conciencia ayudaba, de todos modos, a apagar aquel alegre espíritu, por lo que la seriedad de su persona era, además de profundamente inusual, más que pronunciada.

Recordó, con un vistazo, la presencia del arrancar preso, Azurre Kite. No quiso añadir más allá pues era bastante obvio que ése era el prisionero. Ahora sólo necesitaba conocer las órdenes del Sotaicho para que el futuro, el poco que le quedaba a aquel arrancar, quedara perfectamente descrito.

— Cuando llegamos de vuelta del Dangai, un shinigami del Cuarto Escuadrón nos informó, para el asombro de todos y de mí el primero, que aquel cuerpo hallado no era el de Karaiko-taicho. A partir de aquí poco más puedo añadir, puesto que fui el primer sujeto del engaño. — La mirada del teniente volvió a descender y perderse en el piso. — La verdad es que — continuó con un tono más apagado y triste. — ahora mismo no tengo la certeza ni tan si quiera de si mi Capitán sigue vivo o no.

Casi inaudibles fue su última sentencia y supo que era el momento de callar. Los informes de aquel engaño debía darlos Aoki, pues conocía la información de primera mano. Además, Akira debía aun informar de lo poco que conocían de la Garganta formada en el Rukongai. Poco sería, pero por ahora era la única vía de continuación que permanecía dando esperanzas a la resolución de aquella aciaga investigación. Su mirada, a la espera de la intervención de sus compañeros, reparó en Chiesa, observando el efecto de los hechos sobre su persona, acabando por posarse en los sonrientes ojos de Yoruko, intentando buscar un reducto de paz en el que descansar por un instante.


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OFF: Sé que tengo algunos post pendientes antes que éste, pero considero más importante darle ritmo a la reunión. Espero que me perdonéis... ^^

Shuyin Akira no podía evitar como estaba.
Con una pronunciadísima sonrísa en el rostro.
Adoraba, no, le encantaban las situaciones incómodas, y si podía haber alguna más que aquella, por favor, que alguien se la mostrase, hubiese pagado por encontrarse en ella. ¿O no? A fin de cuentas se perdería esta.

Sabía que al teniente de la onceava le había caído una buena, y tuvo que reprimir sus impulsos con totalidad para no dejar escapar un... "¿Qué teniente, nos vamos de acampadita al desierto?" Parece que, era de las pocas veces en la que el instinto de supervivencia del teniente del doceavo escuadrón había ganado la batalla en su subconsciente... O simplemente, hasta un simulacro de loco sabía cuando permanecer... "menos loco".

Observaba las estúpidas relaciones allí formadas, como se miraban unos a otros, como, sin articular palabra, parecían enviarse mensajes de apoyo o cariño que cambiaron la sonrísa de Akira a total seriedad... Tendría que inventar algo con lo que "equivocar" aquellos mensajes y hacer ver al receptor lo contrario... Oh, sí, eso sería un gran invento.

Tras mucha roña, "Peliblanco" dió comienzo a su explicación, el Capitán muerto que resultó no ser el Capitán muerto, los de la cuarta dando un espectáculo, si no saltó a reírse allí mismo es por que él tendría que dar explicaciones del "asuntillo" de esa "cosaquediossabequees" sin detectar que ocurrió allí. Aunque por supuesto, el culpable era su departamento, no él, él no era dios... No podía estar en todas partes...

¿Eso significaba admitir que no se era dios? De acuerdo, era su culpa. Prefería cargar con eso que admitir tal cosa.

Lo dejó hablar, y lo observó fijamente, sin parpadear, había oído que eso hacía sentir incómodo, y quería saber si podía sacar de su concentración al Shihoin, Shihoin que parecía demasiado "ocupado" para reparar en él... La pena ahogaba la sensibilidad, y Shuyin lo lamentó... Como lo lamentó...

El discursó cesó, y Shuyin Akira sonrió, parece que había llegado el momento de dar su explicación... Pensó en quedarse un minuto callado, para volver a "sentir" aquel aire cortante y asfixiante que se conocía como "tensión". Pero pensaba que eso no le ayudaría demasiado, así que comenzó a hablar justo después de la frase del "peliblanco", simulando que continuaba la frase con otro interlocutor.

"Muerto o no, ese "supuesto""arrancar"" Dijo Akira confiando en lo averiguado por el Shihoin.
"Hizo algo para, sin pasar por los detectores del doceavo escuadrón, llegar, soltar esa copia, e irse... El motivo no lo tengo claro, sea como sea, analicé los datos obtenidos de los últimos movimientos de reiatsu, y había unos pequeños"saltos" peculiares, he adaptado el sistema para que, en caso de que se repitan tales saltos, me informe, prefiero un millón de falsas alarmas que una entrada por mi "servicio". Se permitió coger aire.

"No se sabe como accedió, yo, insisto, mediante una garganta, tuvo que entrar, soltar el cuerpo, irse, y cerrarla... Mandé a un shinigami del 5 escuadrón al 6, para ver si me conseguía algunos "archivos" que me permitiesen ver si alguien a intentado alguna vez "reabrir" una garganta ya cerrada... Y es en eso en lo que ando ahora mismo, para, en caso de conseguirlo, asegurarme de si se trata de una garganta, y si la reabro, saber donde "acabó" ese arrancar...

Se llevó la mano al mentón, meditando.

"¡Creo que eso es todo!" Concluyó alegremente cediéndole el turno a si amiguísimo amigo amigote del alma "Koki".

La tensión se podía masticar, cortar, filetear, amasar y hacer sushi con ella de distintos sabores, colores y formas. Es decir, era brutal, casi pesaba más que el propio reiatsu que manaba de forma inconsciente de los capitanes allí reunidos. Las miradas volaban por toda la habitación como una pelota que rebotaba de un lado a otro sin fricción con el aire que la detuviese. Miradas acusativas, cómplices, de odio, de reproche, incluso alguno las evitaba cerrando los ojos. Esa era la situación en aquél cuarto de reuniones.

Por fin y como rayo de luz y esperanza caído del cielo, la voz de Kato rompió el silencio que se había hecho rey y tirano del habitáculo, oprimiendo a los presentes como al pueblo obrero.

Las palabras “falso” y “cuerpo” unidas por un simple espacio que se interpone entre una palabra y la siguiente para formar una frase, produjo un escalofrío en la columna vertebral del gran Aoki. Aún se preguntaba cómo podía haberse colado un cadáver Hollow dentro de la sociedad de almas, y haber tardado tanto en ser detectado. Pero seguro que no era el único que se lo cuestionaba. Después soltó por enésima vez la perorata de lo ocurrido, que Aoki casi lo conocía ya de memoria, pero lo que él mismo vivió, será el más apropiado para contarlo. Y ahora es cuando se supone que viene la parte en la que Aoki los recibe al otro lado de las puertas espirituales.

Dio un paso al frente, apoyó su zurda en el hombro de Kato para tratar de aliviarle esa angustia que parecía robarle el aire, y metió su diestra en su amplia manga, que unía una muñeca con otra - Incómoda a rabiar a veces, había que reconocerlo, pero le daba un toque personal a su uniforme - para extraer en lo que basar su exposición. Justo entonces Akira, arrancó la suya, adelantándose al shinigami del cuarto. Se quedaba para el último una vez más.

Y allí quedó el alegrísimo alegre alegrote informe de Shujin Akira, aquel personaje sacado de cuento… no, no, de manicomio. Pero él parecía feliz en su locura, y eso era bueno, uno que al menos no se agobiaba en las situaciones agobiantes. De hecho, en semejante tensión de hacía escasos un par de minutos, ahora había conseguido arrancarle, no una sonrisa, sino más bien una torcedura de la comisura de su labio. Algo era algo. Realmente, era la primera noticia de la implicación de Akira en el caso, y parecía trabajar en ello… parecía…

Finalmente, llegado su turno, dio otro paso al frente y extrajo de su “manga” varios tubos de ensayo, recogidos de su sección del mismísimo laboratorio de Chido. En su diestra, a la altura de su cara, sostenía cuatro, cerrados con un tapón de corcho y dentro de los cuales se intuía un leve tono de color. Sujetaba uno entre cada uno de sus dedos, el de la loba entre el pulgar y el índice, el del depravado entre el índice y el corazón y así sucesivamente con el del hollow con complejo de capitán y el del mismo capitán el último.

Cogió aire para poder soltarlo todo de golpe. - Señores capitanes, comandante, empezó con voz alta y clara, inundando la instancia, dando el golpe de gracia al rey silencio. y estos son los reiatsus que fueron encontrados en el falso cuerpo del capitán Karaiko. Estimo que habría que ponerles nombre. Tengo entendido que éste es del arrancar que combatió contra Hayato Kobayashi-taichô, - anunció señalando al primero de ellos. Fue saltando de uno a otro identificándolos. - Éste, el arrancar que le acompañaba. Estos dos son poderosos. El tercero de ellos es de un hollow normal, corriente y moliente, que debe ser el que tomó la forma del ex-capitán del quinto y el último de ellos es el verdadero reiatsu de Karaiko. Se os entregará una muestra de cada reiatsu, para que os familiariceis con él, y lo reconozcáis si os cruzáis con alguno de ellos. - Hizo una pausa, pronunciada, larga, incluso tensa. No estaba seguro de lo que iba a decir, pero cabía mencionarlo. Extrajo un último tubo de ensayo del otro lado de su manga, el izquierdo. En su interior un violeta intenso. - Este último… He de reconocer que es solo una hipótesis, pero parece una broma de mal gusto del artífice de la operación. Al abrir el cráneo de Karaiko, una explosión de este reiatsu tumbó a mi forense. - hizo una breve pausa para que analizasen sus palabras. - Si, efectivamente, el noventa y cinco por ciento del reiatsu encontrado era este. Parece ser que ha sido una especie de mensaje, vacilándonos de lo que ha conseguido, que no es poco. Meter un hollow con forma de capitán en el Seireitei y que cuele… -

Aoki se sentía casi ofendido por que se la hubiesen metido tan hasta el fondo a toda la sociedad de almas, en todos los sentidos, Y es que no tenía perdón de Dios un fallo de esas magnitudes. Finalmente guardó silencio, se retiró un paso quedando junto a sus dos compañeros, y esperó a conocer el dictamen de algún capitán, y lo más importante, el del comandante

[OFF: Igual que Kato, se que tengo algún post pendiente, y lo siento, pero tenemos que acabar con esto ya, y volver a la acción, que es lo que todos queremos…]

Los capitanes estaban todos en sus sitios, parados, en silencio ante las explicaciones que otorgaban los recién llegados. A pesar de ser tenientes, sus divisiones eran de vital importancia, o cuanto menos, las más relacionadas con el incidente que había tenido lugar en los mismos muros del Seiterei, por lo que eran los que disponían de la información vital en aquella operación donde los arrancars les habían pillado con la espalda descubierta, haciendo de una acción aislada un total descosido en toda la Sociedad de Almas.

Parecía que, aunque no supieran como habían terminado realmente tras la batalla, de la cual no había pasado tanto tiempo y aunque pareciera que las fuerzas arrancars no fueran mucho más fuertes que las shinigamis, por lo menos no en demasía, si era cierto que siempre habían sabido como liarla. Y era cierto que el caos había resultado tan exagerado como reflejo de la misma paranoia shinigami de querer evitar que todo fuera inexpugnable e inquebrantable. Y por ahí se habían equivocado, pues quizás, hace unos años, todo anduviera perfectamente, pero últimamente se habían visto demasiados fallos, demasiados agujeros en la seguridad del Gotei 13, como aquella incursión arrancar que había conseguido su propósito, colocar un cadáver de un supuesto capitán en mitad de los cuarteles que debían de ser el culmen de la seguridad. O incluso fallos autoinducidos como el producido por el limitador de la 13ª división, el cual había actuado lento, a destiempo y de una forma que hacía que su uso fuera un handicap que les otorgaba una desventaja más que considerable en batalla, no un modo de protección del mundo humano que es lo que debía ser.

Así que, tomando algo de aire, se dispuso a responder a los allí presentes.

- Desde este momento, y teniendo en cuenta las informaciones dispuestas por los recién llegados, hay que priorizar las acciones, sobrevalorando sobre todo dos órdenes. - Tras lo cual tragó algo de saliva para proseguir su explicación sobre que debían hacer ellos y que debían de mandar a sus escuadrones. - La primera viene a ser la protección y seguridad de la Sociedad de Almas. No puede permitirse de nuevo incursiones arrancars que puedan ocasionar un considerable daño, o por lo menos mine nuestra confianza y motivación. Así que los capitanes que dispongan de divisiones en las que se pueda asegurar de algún modo esa acción, hagan todo lo posible para evitar una posible intromisión enemiga. O en todo caso, que se conozca lo antes posible para poder reaccionar de manera más rápida y efectiva.

- En segundo lugar, esta acción no puede quedar impune. Si los arrancars piensan que pueden entrar en la Sociedad de Almas a realizar tranquilos picnics dejando su basura tirada por aquí, están muy equivocados. Y más cuando han mancillado la memoria de un capitán del Gotei 13, jugando con su imagen y haciéndola pasar por un sucio enemigo. Así que igualmente, los capitanes que lo deseen, deberán seguir esa pista e intentar atrapar a los culpables de este delito contra la dignidad del capitán, de la 5ª división y de la Sociedad de Almas.

- Ahora es tiempo de que anunciéis que medidas vais a tomar cada uno y como usarlas en conjunto para que sean efectivas, y esperemos, viables e infalibles.

Tras aquello, la mirada del comandante se dirigió, dando un barrido, a toda la sala, observando cuales serían las reacciones de los capitanes y, más importante aún, cuales eran las medidas que propondrían y que debían de asegurarles por lo menos disponer de un feudo seguro.

La joven capitana observaba en silencio cada uno de los informes de los tenientes. Todos traían mucho que decir y detalles que revelar al resto. Escuchó de nuevo el relato de Kato y no pudo evitar cerrar levemente el puño, solo mostrando ese minúsculo gesto, ante su molesta por sus acciones. ¿A quién se le ocurría bloquear el ataque de un capitán contra un arrancar?

Cerró los ojos durante un momento y curvó sus labios de nuevo ocultando su molestia intentando relajar a su prometido. La situación era tensa, pero para Yoruko, acostumbrada a situaciones incómodas casi constantemente se encontraba levemente más tranquila que el resto. Con expresión serena giró su cabeza para mirar a Ryoto cuando habló dando por terminada la intervención de los tenientes.

La mente de Yoruko iba a mil por hora. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Es que planeaban un ataque los arrancar? Se habían recuperado con tanta facilidad en tan poco tiempo. Solo la idea la hizo estremecerse. Seguramente en el bando contrario habría muchas bajas también pero... No, debía concentrarse en responder al comandante. Levantó la cabeza con expresión serena y calmada, como una muñeca de porcelana y centró sus ojos negros en los de Ryoto.

-Sotaicho, el segundo escuadrón formará grupos de asalto y acción inmediata. Aumentaremos la vigilancia del Seireitei y ordenaré que extremen las precauciones en el exterior de la cúpula. Las fuerzas especiales estarán listas en cualquier momento. Solo necesitamos que nos den un aviso con la suficiente rapidez -entonces sus ojos se cruzaron con el teniente del 12º escuadrón. Poco o nada sabía de él. Normalmente era la pequeña Tsubaki la que se encargaba de tratar con los demás escuadrones cuando no era necesario que la ex-teniente del 2º fuera personalmente. -También buscaré en nuestros archivos más antiguos cualquier indicio de infiltración arrancar posible.

Terminó sus palabras con una leve reverencia volviendo a pasar sus ojos por los presentes. Cuando los fijó sobre Kato le dedicó un leve guiño para que se calmara. La situación era tensa, pero solo lo sería durante algunos minutos más, luego, podrían hablar más tranquilamente. Y lo deseaba por encima de todo lo demás.

De modo que así estaban las cosas en la Sociedad de las Almas. Peleas con arrancars en el mundo humano, raiatsus residuales, muertes, desapariciones y suplantaciones de identidad. Aquello no era, ni mucho menos, una fiesta de cumpleaños, y la alborotadora que llevaba dentro se arrepentía intensamente de no haber podido cruzar aceros con aquellos tipos, aquellas ratas que habían osado hacerle daño a la Sociedad de las Almas y al recuerdo de algunos de sus más renombrados miembros. De haber apretado un poco más los guantes en sus dedos, éstos se habrían desgarrado, volando en mil pedazos, por toda la estancia y frente a la atenta mirada de los altos cargos del Seiretei. Tomó aire lentamente, haciendo un esfuerzo para que la respiración recuperase su cadencia habitual y levantó el rostro, concentrándose esta vez en las palabras del teniente del doceavo escuadrón. Aquel era un tipo “peculiar”, era como si sus relaciones sociales se basaran, simple y llanamente, en una obligatoriedad debido a su cargo. Kaori no podía estar muy segura de eso, no era buena leyendo a las personas, y mucho menos a aquellas que se salían de la norma. Se cuadró, era mejor no decir nada, no hasta tener todos los datos, no hasta escuchar a todos. Y ahora le tocaba a Aoki, definitivamente con él si se llevaba bien. No es que con Shihoin tuviese una mala relación, por ejemplo. Simplemente, el animoso curandero la hacía sentir más cómoda, y conseguir eso podía considerarse todo un lujo. Como la capitana del sexto escuadrón esperaba, Murakami captó toda su atención y se mantuvo algo más relajada mientras éste daba sus informes. Cuando el joven hablaba los ojos de hielo de la Dama de Hierro se convirtieron en dos peligrosas rendijas que se clavaron en aquellos tarros que el chico mostraba. No iba a olvidar aquellas energías. Por supuesto que no.

Mientras cavilaba sobre todo esto y más, fue el comandante, el hombre más poderoso de todos los que la antigua pícara callejera hubiese conocido en toda su vida, tomó la palabra, con esa autoridad innata que le adornaba. Y estaba haciendo peticiones más que razonables (como cada vez que hacía alguna) era hora de ponerse en marcha. Estar tanto tiempo sin moverse era algo a lo que la dura capitana no estaba acostumbrada. Sus ojos se achicaron un poco más, pues estaba discurriendo cuales iban a ser sus acciones. La venganza era algo necesario, algo que iban a tomarse. El comandante así lo quería, y ella pensaba ser la mejor subordinada, le serviría la cabeza de esos seres en bandeja de plata, muy bíblico si se pensaba, un tanto salvaje. Aún así, todavía no había llegado su turno de hablar, así que atendió con educación y en silencio lo que su amiga Yoruko decía y asintió con una cabezada, eso era lo que quería realmente el capitán, movimiento, y el movimiento solo puede demostrarse andando. Era hora de que la sustituta de Valeria taichou comenzase a mover sus largas piernas. Tras unos minutos en los que nadie dijo nada, consideró apropiado tomarse la licencia de ser ella la que despegase los labios en forma de corazón. Dejó caer las manos y miró a los presentes, con su habitual gesto de altivez.

- Como responsable del Sexto Escuadrón me veo en la obligación de hacer más estrecha la vigilancia en las zonas afectadas. Empezaré por nombrar un nuevo teniente, ya que por razones que no vienen al caso- básicamente que Natsu a pesar de su fuerza había demostrado ser tan inmaduro como aparentaba e incluso más- el anterior ha sido destituido de sus funciones- como siempre, la misma postura envarada al hablar de aquel modo tan ceremonioso. Aunque las palabras fluyesen sin dificultad y las tuviera grabadas a fuego, no se le daban bien ese tipo de cosas- además creo que sería conveniente enviar a unos cuantas shinigamis elegidos de entre mis filas para investigar los protocolos que ocurrieron en el Cuarto Escuadrón cuando entró el usurpador, puesto que fue precisamente allí donde empezó todo- intercambió un movimiento de cabeza que pretendía ser elocuente con Aoki, que era el representante de dicho grupo y bajó los ojos al suelo.

Esta vez no intercambió mirada alguna con Chiesa, no pensaba volver a hacerlo, ni en público ni cuando se encontrasen solos los dos. Estaba más que harta de su arrogancia, de su chulería y sobre todo de su afectado “donjuanismo”. Si le había mirado antes (no podía simplemente pensar que aquel intercambio ocular no se había producido) solo había sido por… respeto a su antiguo compañerismo cuando ambos estaban en el Sexto Escuadrón, allí acababa todo. Estaba demasiado ocupada con ser capitana, con sus quehaceres cotidianos y la reestrucuturación del escuadrón. Además de intentar investigar quien era el apuesto muchacho de ojos grises que la llamaba por su nombre.

No, no tenía tiempo para aquel “rompebragas” y sus desvaríos.

[FDI: Siento muchísimo la espera. Espero que podamos retomar nuestros hilos pronto ^^
He mandado el mismo mensaje como bosquejo sin darme cuenta xD a ver si me decís que es eso y como puedo solucionarlo, un saludito, chicos ^^]

[OFF] Todos estamos muy liados, pero ésto se está demorando mucho más de lo que debería. El hilo es de Abril... ¬¬'

Queda instaurada la "Regla de los 3 días". Si dentro de 3 días nadie postea, saltad turno. Si vemos que aún así irá lento, reducimos el margen de días. Si no tenéis gran cosa que decir, postead, aunque sea poco, y así contribuimos con la agilidad del rol.

Aquella reunión le estaba produciendo, sin duda alguna, un peculiar dolor de cabeza, que se acentuó tras las últimas palabras que, pensó, había imaginado salir de la boca del Shihoin.
Los ojos de Yoruko se habían cruzado con los suyos... Y él, por un momento, sintió que su máscara se venía abajo.

Deseaba matar a todos los presentes, acabar... Allí y ahora, y quedarse solo, para organizar las cosas a su manera.

Un pensamiento fugaz, pero que lo hizo apretar la mandíbula, y que su mano derecha se cerrase con fuerza como una pinza, fruto de un impulso.
Izumi Kaori la niña del sexto escuadrón, expuso las medidas que tomaría con elegantes palabras... Shuyin torció el gesto mostrando, quizás, algo de tristeza... No sabía por que, pero no era capaz de simpatizar con los altos cargos... ¿Qué significaba aquello?... ¿Estaba loco de verdad?

Su yo, él yo auténtico, entendería, agradecería, y oiría gustoso las medidas racionales que se estaban tomando... Aquel montón de ideas que ideas que provenían de gente coherente... en contextos coherentes...

¿Estaba pues, tomándo la irracionalidad de su marioneta?... ¿Quién movía los hilos?... Abrió la boca, y fue incapaz de contestarse.
"Ambos soy yo".

El mundo en la sociedad de almas parecía girar, enlazandose con compañerismo y relaciones de la cual, él, era solo un espejismo... No estaba allí por sentimientos, ni por amistad... Estaba por poder... Por poder propio... Egoísmo... Ambos conviven.

Llegó el turno del peliblanco... Que expresó sus deseos de ayudar en lo que fuera posible.

"En nada..." Murmuró el shinigami en tono bajo mientras sus ojos se perdían en la sala.

Aunque volvieron con rapidez cuando éste dijo con "quien" trabajaría codo con codo.

Se sintió como Regis... Enterrado bajo palas de mierda, y solo pudo mirar, con sorpresa, y quizás, algo de horror... Lo peor, es que el "argumento" la idea ofrecida, era viable... Los experimentos que necesitaban de Kidoh estaban muy parados en su departamento, es más... Él, estudioso de todas las artes, había tenido que llevar la mayoría de ellos por la falta de experiencia de sus "compañeros"... No podía evitar la necesidad, y a la vez... No quería admitirla.

Sonrió.

"Me parece bien, noble Shihoin, un pacto del que ambos sacaremos algo... Es... Fantástico.. Siempre que recordéis que la sede del duodécimo escuadrón es mi castillo... Y que tiene normas diferentes a las del resto... No las cuestionéis... Y yo haré lo mismo... Siendo así, le acompañaré por el viaje al País de las maravillas... Le aseguro que saldrá fascinado... Y... horrorizado..."
Y aquello era totalmente cierto... Pocas personas habían visto la totalidad del escudrón a fondo.

"Oh... y... Señorita Yoruko... Si lo que desea es sacar algún archivo del doceavo escuadrón... Por favor, contacte antes con alguno de mis robots... Cumplen una tarea rutinal, por lo que no le será difícil de localizar... Pero... Créame... Hágalo, el último Capitán que lo hizo a su manera casi... Bueno..."

Shuyin sonrió, anulando cualquier intento de fingir arrepentimiento que sintiese.

"Casi muere envenenado... Son venenos ... Nuevos... Si alguien del cuarto escuadrón lo sufriese, quizás pudiese salvarse... Pero... Los cambié desde que el Capitán Mise tuvo el "descuido."

No quería sonar amenazante... ¿O sí? Lo cierto es que, el que avisa no es traidor... Y la señorita podía darse por avisada.
Los documentos tenían una manera de otorgarse... Y de la misma forma, una de obtenerse.
Un cargo daba acceso a "Poder" verlos... no a "cogerlos" sin permiso.

Tampoco podían echarselo en cara... Era otro método de protección de datos de la sociedad de almas... Demasiado agresivo, pero método, de cualquier modo.

Y allí estaban los tres, sintiéndose pequeños ante "Los Capitanes" del Gotei 13 en mayúsculas. O al menos eso pensaba Aoki hasta que vio que a su compañero se le disparó la vena noble, y soltó una retahíla de palabras biensonantes, aunque casi inteligibles para el llano Aoki. En su cabeza lo resumió como -"Si, vamos, que tu vas a echar una mano... como todos"-.

Luego, con el toque de amargura, locura, e ironía homogéneamente mezclada del paranoico Shuyin, "negoció" con Kato y propinó una directa y no menos atrevida amenaza contra Yoruko, su antigua capitana. Desde luego era un tipo osado... o eso, o era un completo idiota.

Al parecer le había llegado el turno de palabra al grandullón. Sentía la mirada penetrante del comandante clavándose en su frente, y el resto de presencias en otros diversos puntos de su magistral cuerpo. Los de la habitación le miraban casi con asombro, aún sin acostumbrarse al desproporcionado tamaño del shinigami. Incluso Gennosuke, que estaba siendo prácticamente ignorado en la habitación, se volvió a mirarle directamente a los ojos.

Tomó su turno de palabra con fuerza, dio dos pasos al frente para hacerse notar -más- y se arrodilló ante todos los presentes.

- Soutaicho, Capitanes. Soy consciente de que la labor de mi escuadrón es fundamental para el correcto funcionamiento de la Sociedad de Almas, y asumo semejante responsabilidad con orgullo. Por otro lado, respondiendo a las medidas que usted pide, ya estoy manos a la obra con mi escuadrón, haciendo a mis shinigamis capaces de sobrevivir por si solos en un combate real, y sugiero y solicito, - palabras que acompañó con una mirada fugaz a su antigua capitana, con quien aprendió la táctica que estaba apunto de anunciar - Que en cada grupo shinigami que haga una incursión al mundo real, se incluya obligatoriamente a un miembro de mi escuadrón, capaz de realizar una primera cura y apoyo hasta que lleguen los refuerzos desde la sociedad de almas - y esta vez la mirada fue hacia Chiesa, o más bien contra él - ya que parece ser que pueden no reaccionar en el tiempo necesario. -.

Tras su propia retahíla, de la que él mismo se sorprendió, clavó la vista en el suelo, para incorporarse despacio, y desandar esos dos pasos, quedando a la altura de sus compañeros tenientes.

Bastian se mantuvo un rato observando atentamente lo que estaba pasando por allí, escuchando las palabras que, intentando tener cierto grado fingido de solemnidad, se decían en la estancia.

Pero aquello cada vez le disgustaba más. Cada uno ponía su buena fe, buena disposición y mejores maneras para evitar que eso pasara, pero aquellas supuestas verdades no eran útiles si no se aplicaban. Mucho bla bla bla podía quedarse en eso, en quedar bien delante del jefazo, en que las fuerzas se fueran por la boca en vez de por la actividad.

Y allí delante estaba él, aguantando el temporal de aburrimiento. No sabía si el comandante necesitaba saber exactamente que iban a hacer los demás y se quedaba tranquilo con toda la charla que recibía o si su reunión era un modo de ponernos las pilas, de hacernos ver que no era posible que sucediera otra excepción así, ni aunque estuviéramos todos los capitanes mancos y sordos y los shinigamis hubieran decidido irse a una bacanal romana de vacaciones. Eso es lo que debía de quedar claro.

Así que para él, que un capitán novato le intentara echar un sermón le resbalaba. Había tardado en acostumbrarse, pero se ve que aquel grandullón no comprendía todavía la que se le vendría encima. Quizás amenazar a esas nenazas del 4º con esa pinta de matón barato le resultaría excesivamente fácil, y puede que aquí, donde, en su opinión, ya había demasiados niños ricos arropados por la Cámara de los 46 también le pudiera resultar útil.
Pero él ya había visto demasiados fanfarrones en su vida y uno así no le iba a sorprender, así que miró a sus compañeros y a los recién llegados para expresarse.

- El 13º escuadrón está funcionando ya de forma totalmente operativa. Si acaso, recomendaría que el tránsito se diera únicamente por el Dangai, para establecer y controlar el punto de acción - Habló tranquila y pausadamente, sin mirar a ninguno de los presentes, tan sólo al comandante directamente. - Así evitaríamos que pudieran acceder con facilidad a la Sociedad de Almas, para tranquilidad de las divisiones más débiles.

Una sonrisa, que se notaba solo en uno de los lados de su rostro, salió a relucir una vez acabó la frase. Si creían que el 13º escuadrón era débil o lento, se sorprenderían cuando descubrieran que no podrían distinguir su culo de un shinigami del 13º muy pronto...

[FDI: Mil perdones por la tardanza. Soy consciente de que me tocaba hace un buen rato, pero vale más tarde que nunca, ¿no? n_n'']

No podía decirse que el capitán Kobayashi estuviera precisamente en una fiesta. Sabía que su acción de hacía unos minutos no sólo había roto algo entre Gennosuke y él, sino que le había ganado la hostilidad del resto de Capitanes. Y las cosas que pasaban por su mente no ofrecían precisamente mejoras en ese aspecto.

Guardó silencio, sopesando las propuestas del resto de capitanes. Un montón de buenas intenciones, eso es lo que eran. Pero, bien mirado, eran todos tan inexpertos como él. ¿Qué otra cosa podían ofrecer, sino buenas intenciones que todavía no habían sufrido la violencia del choque con la realidad? Hacía apenas unas horas, estaba de pie en aquel mismo lugar que ocupaba ahora, aceptando la responsabilidad de Capitán de Escuadrón con aquellas mismas buenas intenciones. ¿Y qué había sido de ellas? Un cúmulo de despropósitos las habían convertido en poco más que preocupación y amargura.

-Desde el Séptimo Escuadrón -comenzó, con voz oscura- consideramos prioritario establecer unos protocolos de observación y vigilancia constantes, tanto de la Sociedad de Almas como del Mundo Humano, así como una cooperación y mayor comunicación entre las Divisiones que nos permita reducir nuestro tiempo de respuesta. Solicitamos a todos los Escuadrones que se informe inmediatamente de cualquier irregularidad o avistamiento de Arrancar. Nos encontramos en situación de guerra, y el conocimiento de los movimientos de nuestro enemigo es vital para una eventual respuesta. Para ello, me gustaría proponer una colaboración especial entre el 13o Escuadrón, el 11o y el Séptimo, a fin de evitar errores pasados y facilitar la intervención rápida de tropas especializadas en caso de una emergencia como la acontecida hoy.

Sabía que aquello no les haría ni pizca de gracia ni a Chiesa ni a Shin, pero en aquel momento les necesitaba. Estaba claro que, si los Espada volvían a aparecer en el Mundo Humano, o incluso en la Sociedad de Almas, eran los Escuadrones más militarizados los más preparados para enfrentarlos, pero no había nada que pudieran hacer si no se les movilizaba a tiempo.

-Asímismo, me gustaría estudiar a fondo las defensas del Seireitei, en busca de errores o puntos ciegos, que deberían ser solventados con la mayor presteza. Para ello también requiero la colaboración y la ayuda de los Capitanes implicados en el tema. Confío en que todos comprendan la necesidad y la urgencia de ello.

Terminó su discurso con una cortés inclinación. Podía notar las miradas clavadas en él, que eran de todo menos amistosas, pero había cosas que debían hacerse y medidas que debían tomarse fuera como fuera, a pesar de los enfrentamientos o las rivalidades que pudiera haber entre ellos.

Creía que comenzaba a entender el por qué del terrible humor del difunto Capitán Tsukiho Raho...

El comandante escuchó todas las opiniones e ideas que iban diciendo en voz alta los capitanes de la Sociedad de Almas. Cada uno se centraba en su ámbito de acción, queriendo hacerlo más seguro, mas cerrado y más atento a lo que podría pasar. Esa era la única manera, pues si teníamos menos de 7 ojos en cada rincón, en cada movimiento, podían colarse y repetirse acontecimientos como los que sucedieron con el cadáver del capitán Karaiko.

Su principal dolor y preocupación no era tan solo que hubiera habido un descuido en la seguridad, un hueco por el que se habían mostrado débiles y vulnerables, sino que el enemigo había utilizado el supuesto cadáver, la imagen de la muerte de uno de los antiguos capitanes, delante de gente que le conocía, de sus propios subordinados, lo cual acentuaba más aún si cabe la sensación de perdición y peligro.

Y es que ver la cara de la muerte en uno de tus maestros, en uno de tus superiores es siempre traumático, algo que se queda grabado en la psique de uno. El mismo Ryoto recordaba casi como si fuera ayer el día en el que en una expedición a Hueco Mundo vio morir al hombre que capitaneaba la misión. Quizás no fuera más fuerte que Koyuki, pero seguía siendo su capitán, el que estaba al mando y por encima de todos los que fueron, y eso no deja indiferente a nadie. Quizás eso había influido en la protección que siempre ha querido brindar a sus subordinados.

Pero estaba divangando demasiado fuera de lo que tenía que tener ahora mismo en la cabeza. Porque lo que diría ahora era importante para el devenir de la Sociedad de Almas.

- Creo que lo adecuado será ir terminando ya esta reunión para poner en práctica las medidas nombradas cuanto antes. Pero antes de ello, debo de realizar un anuncio. - Tras estas palabras tomó un poco de aire y se colocó un poco más recto de lo que ya estaba. - El teniente del 4º escuadrón, Murakami Aoki, pasa a ser capitán del 4º escuadrón. El teniente del 5º escuadrón, Shihoin Kato, pasa a ser capitán del 5º escuadrón. El teniente del 12º escuadrón, Shuyin Akira, pasa a ser capitán del 12º escuadrón. Dad lo mejor de vosotros mismos para hacer honor a ese cargo.

Se relajó algo más, pues la situación tensa y difícil ya había pasado. Ahora era cuestión de que los capitanes novatos y los no tan novatos hicieran lo que estuviera en su mano para poder ayudar a los demás, a pesar de las posibles rencillas que pudiera haber entre ellos. Esperaba que, como había pasado anteriormente, donde la relaciones entre capitanes no eran las mejores en algunos casos, se siguiera manteniendo el nivel de compromiso suficiente para poner privilegios y prioridades por encima del humor personal.

- Os deseo suerte en vuestro trabajo y los resultados de éstos. Podéis marcharos cuando querais. - Terminó de hablar, esperando a que salieran o alguno preguntara algo, si es que había quedado alguna duda despues de lo dicho.

[[OFF: Señores, siento adelantarme, pero me cuesta la vida sacar un rato pal foro, así que si no os importa, posteo ya y me largo... de verdad que estoy hasta las narices de este post y del puñetero turno...]]

Su nombre fue el primero en ser mencionado, seguido del anuncio del ascenso. Se veía venir, pero parecía que fuese a darle más vueltas. La reunión se hacía interminable desde que empezaron en la de tenientes, pero parecía estar tocando fin.

Un escalofrío recorrió cada vertebra de su columna vertebral y amos puños cerrados con fuerza vibraron, al igual que sus piernas bajo el hakama. La emoción le embargaba, y no sabía qué decir si es que era oportuno decir algo. El nombre de sus compañeros ni siquiera llegó a escucharlos, aunque estaba convencido de que los tres habían sido llamados por la misma causa.

Finalmente se decidió. Tras una severa inclinación de la mitad superior de su cuerpo, sostenida durante varios segundos, exclamó en voz clara.

- Agradezco su confianza, Koyuki-dono, aseguro que no se arrepentirá de su decisión. -

El camino desde el lagrimal a la nariz es relativamente escaso, incluso para un ser tan diminuto como los húmedos habitantes del primero, que sin permiso, y de forma casi alocada, escapó, con rumbo fijo. La estrafalaria manga del Grandullón la aplacó una vez en la punta de su nariz, y luego se incorporó y miró a los ojos al comandante. Seguro de si mismo, sabiendo que, aunque no fuese Provo-sama, o cualquiera de los grandes antiguos capitanes, eran nuevos tiempos, y algún día, todos los allí reunidos llegarían a ser, al menos, parecidos.

De detrás del trono de Koyuki, salieron tres shinigamis, rasos, aunque, siendo del primer escuadrón, mandaban quizá incluso más que algún teniente jovencito. Cada uno llevaba en sus brazos una prenda blanca, perfectamente doblada. Cada uno se colocó frente a los nombrados, y extendió los brazos entregando el haori a sus nuevos propietarios. En el casi de Aoki, una chica, de contexturas pequeñas (como cualquiera junto al inmenso shinigami) alargaba sus delgados brazos con firmeza, como la espada que se le otorga al caballero de la corte. Sus labios escribieron en el aire la palabra "felicidades" y luego dibujaron en su rostro una deslumbrante sonrisa. Seguramente por primera vez en su vida (o mejor dicho en su no-vida) que no se le pasaban pensamientos pervertidos por la cabeza, sino que simplemente, sonrió, asintió con la cabeza, y tomó el haori con sus enormes manos. Era pesado, se notaba la calidad del tejido.

En un solo y majestuoso gesto, lo desplegó en sus manos, lo contempló, como si fuera un ente superior, y sin meter las mangas, lo colgó en sus hombros dándose a sí mismo un aire de poderío que ni él mismo se imaginaba. Cuando los tres estuvieron listos, les dirigió un simple comentario: - Compañeros, tenemos cosas que hacer - tras lo cual, abandonó la sala escuchando el eco de sus pasos a sus espaldas...

[mismo asunto, vamos a ir resumiendo esto un poco]

Shuyin Akira sonrió al escuchar la noticia, cruzó los brazos sobre el pecho, y pasó sus ojos por la fila de Capitanes que lo observaban.

"(Un paso más... Un paso más cerca de la perfección, Capitán, sus sueños y pesadillas se hacen realidad... A la vez...)" Pensó mientras hacía una inclinación con la cabeza en señal de agradecimiento.

Posó sus ojos en Koki... Aquel bisonte parecía realmente emocionado... Emocionado de un modo que a él, se le haría difícil de entender, sentimientos muy parecidos... Motivos totalmente distintos.

Un chico bajito, con el emblema del primer escuadrón, se le acercó para otorgarle su nuevo vestidito real.
Observó las prendas con el ceño fruncido, la última vez que había visto algo con ese símbolo de ese color, él que las portaba estaba muerto... ¿O no?... ¿Lo engañaba su mente?...

"Gracias." Contestó con sorprendente tono sincero el shinigami, quizás por su mente ocupada, había olvidado hacer alguna broma al chico que le hacía entrega de su nuevo título.

Estuvo enormemente tentado de desnudarse allí enmedio y colocarse sus nuevas vestimentas, pero no lo hizo, por temor a perderlas nada más ponerle una mano encima, las cogió con cuidado, y observó a Koyuki Ryoto.

"En eso coincido, muchas... Muchas cosas por hacer.... Un placer conocerles, ahora... Tengo trabajo."

Giró sobre sus tobillos, y, con una última inclinación, comenzó a andar a grandes pasos hacia el exterior de aquella peculiar sala.

No quería perder el estrés que había allí, pero... Que remedio... Deseaba fervientemente probarse el uniforme.

Señores, que os parece un último post de cada uno y salimos de una vez? A ver si acabamos antes de que cumpla un año este hilo ^^

No os esmeréis demasiado y cerrad.

Chiesa escuchó a todos los demás soltar sus buenas intenciones y todo aquello que se suponían que tenían que decir, pues nadie se va a poner a ser original ahora con el comandante delante. Sobre todo si era para decir algo que el mandamás no quisiera escuchar.

De todas formas, tampoco creía que sirviera para mucho decir nada más. Lo que siguiera sería lo determinante. Si alguno la liaba con su escuadrón, ya podía ponerle muchas buenas intenciones, pero parecía que tras los primeros fallos de adaptación, no iban a haber más perdones ni buenas palabras. Toda una mala suerte para los que ahora empezaban con la capitanía. Aunque por lo menos tenían la ventaja de haber actuado como tenientes al cargo de esas divisiones. Los capitanes anteriores también habían tenido esa ventaja, todos menos él.

Pero que importaba todo aquello ya, lo importante ahora era que todo funcionara correctamente, y Chiesa tenía toda la intención de que ahora su división funcionara como un jodido y puñetero reloj.

- Si ya no es necesaria mi presencia me marcho a transmitir las ordenes a mi escuadrón. - Tras lo dicho, se cuadró delante de los demás capitanes, realizó una sencilla reverencia para todos y se dio la vuelta, para irse lentamente de aquella sala, pues no tenía que esperar a nada como hizo la última vez.

Ahora solo esperaba que una reunión de capitanes no volviera a convocarse en mucho tiempo. Era demasiado pérdida de tiempo.

Kaori fue de las últimas en abandonar la sala. Durante un rato había permanecido ausente, como si realmente el asunto el asunto no fuera con ella, pensando en varias cosas que la tenían un tanto preocupada. Aunque era cierto también que eran pocas las cosas que se añadieron que no se hubieran dicho antes. Obviedades necesarias, pero no más que eso. Vio marchar primero a los recién ascendidos, pero decidió quedarse un poco más, por si alguno de los más antiguos (no tan antiguos, en realidad, si nos ponemos exquisitos) hacía lo propio. No podía ser otro más que el idiota de Chiesa. Lo vio marchar, tan serio y tan concentrado que sintió que tenía que ser la siguiente, que debía pararle antes de que hiciese… ¿qué estaba haciendo, estaba loca? Negó con la cabeza y continuó clavada en su sitio, aún unos momentos más, dándole vueltas al asunto, como si fuera lo más interesante del mundo. Pero nadie más se marchó de modo que dio un paso al frente, con gesto a medio camino entre la consternación y la vergüenza. La primera sensación derivaba de darse cuenta que iba a tener que ser la siguiente y la vergüenza, esa maldita emoción que no era demasiado propia de ella, no podía más que pertenecerle a Chiesa, ¿qué hacía una mujer fuerte como ella saliendo de la reunión para ver si semejante engendro estaba bien? Tendría que ser que era benigna, un ángel, pese a todo y buena compañera (sé que quien lea esto no va a pensar eso, pero dejemos que la pobre chica siga pensando en esto).

- Comandante, compañeros capitanes. Yo también me retiro a mi escuadrón, son muchos los asuntos que debo llevar a cabo, y el más importante es el de buscarle un sustituto a Natsu, mi antiguo teniente, si me disculpan…- y se dirigió a la puerta con un paso aparentemente normal. Abrió las hojas de madera con un movimiento y realizó una reverencia. Una vez estuvo al otro lado de la sala, volvió a maldecirse y aceleró el paso, ante los saludos que algunos de los guardias del más alto cargo le lanzaron, movió la cabeza y siguió con su frenético ritmo. Ritmo que solo se vio alterado cuando salió de las dependencias.
-¡Chiesa taichou, Chiesa taichou!- se iba a arrepentir de aquello por los siglos de los siglos, pero así era ella.

[FDI: Chiesa, espero que me abras tema en otro lado, ¿vale?]