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Mensaje por Rey Espíritu Lun Abr 01, 2013 10:45 am



Izuke Raito - 2ª División:

A pesar de ser el más joven de los Capitanes varones, Izuke Raito nunca se sintió inferior a sus compañeros, aunque tampoco especialmente unido a ellos. Entre los shinigamis, era más que famoso por su sorprendente agilidad y su extrema rapidez. Estas características (aunque no solo éstas) le hicieron ganar el puesto que ostentó hasta su muerte sin demasiadas complicaciones.

Desde muy niño, Izuke-taichou siempre fue alguien serio y solitario, incluso apocado. No era de extrañar que esta manera de ser le hiciese recluírse en sí mismo y apenas relacionarse con los miembros de su Escuadrón, y menos aún con los demás Capitanes y sus shinigamis. Durante las reuniones, ocupaba un discreto segundo plano y se dedicaba, simplemente, a escuchar. Prefería mantenerse al margen y reflexionar a dar voces y discutir con sus compañeros. Esa era su forma de ser y no podía hacer nada por cambiarla. Muchos de sus shinigamis le recriminaban esta falta de iniciativa. Pero tenerla o no, no hubiera supuesto una diferencia en como terminó su joven vida.

La forma de tratar a sus compañeros de Escuadrón era meticulosa y extremadamente pragmática. Aunque mantenía la forma de referirse a los demás como señal de respeto, también tenía la filosofía de que la parafernalia y la palabrería era innecesaria en un Escuadrón como el segundo prefiriendo largos silencios y miradas significativas a cualquier otro tipo de conversación.
El entrenamiento al que todos los shinigamis del Segundo eran sometidos era, de lejos el más duro y agotador de todos. Implicaba un entrenamiento físico y psicológico por igual rechazando y siendo los últimos examinadores de los shinigamis que querían formar parte de los Escuadrones del Gotei.
Se podría resumir que su forma de llevar el Segundo Escuadrón era secretista, extremadamente estricto y muy, muy eficaz. Casi podría decirse que letal.

A pesar de ser un excelente combatiente y de su velocidad mítica no tuvo nada que hacer con la técnica ilusoria del Espada al que se enfrentó en la guerra. El Arrancar poseía una técnica muy poderosa de la que el joven no pudo escapar y quedó a la merced de su oponente, perdiendo la vida en el proceso.

Tras ser enterrado, no muchos serían los que recordasen después al Capitán por su personalidad o por sus palabras. Entre sus hombres más bien quedó la imagen que tenía de persona correcta y buen Capitán. Su relación más estrecha conocida era la que mantenía con la después Capitana Hokori Yoruko. Su afán por proteger a su Teniente llegó a tal extremo que antes de marchar a la batalla la dejó inconsciente para que no se involucrase en aquella pesadilla. Yoruko se enteró de lo ocurrido mucho después, cuando ya no había nada que hacer. Y al hacerlo, la joven lo sintió muchísimo, pues el pequeño Capitán era como un hermano pequeño para ella. Siempre le echaría de menos.

Como detalle curioso, el capitán Izuke sentía un especial cariño por la Dama de Hierrro, la que era Teniente de la Sexta División, Izumi Kaori. Todos los primeros de mes le enviaba un ramo de flores de loto que entregaban a la hermosa capitana Valeria, pues nadie podía imaginar que aquella misteriosa ofrenda fuera para Izumi-fukutaichou.








Iruna Rayka - 3ª División:

Quizás Iruna Rayka-taichou fuese la más alocada de todo el Alto Mando de la Sociedad de las Almas, la más fiestera y con ganas de disfrutar de la vida, siempre con una sonrisa en los labios. De forma de ser divertida, socarrona y vividora, la Capitana de la Tercera División disfrutaba como una enana vagueando y escabulléndose de cualquier actividad que conllevase un esfuerzo dentro de su División. Pese a esto, poseía una mente brillante, era capaz de ponerse seria cuando la ocasión lo requería y hacer que su capacidad y poder estuvieran fuera de toda duda, al nivel del resto de Capitanes. Esta debió ser la razón por la que fue ascendida a las más altas esfera, pues acabó por serlo pese a su carácter fiestero y despreocupado.

En cuando obtuvo el cargo pasó de ser una leve molestia a convertirse en un auténtico quebradero de cabeza, sobre todo para los Capitanes más experimentados y serios. El poder no la cambió en absoluto, siembre iba armando el caos. Pese a lo fastidiosas que podían llegar a ser sus bromas si se lo proponía, nunca llegaban demasiado lejos ni pasaban de gamberradas sin consecuencias. Aunque algunos de los shinigamis más responsables solían hervir por dentro ante tal comportamiento, sobre todo viniendo de un Capitán. Los sectores más irreverentes del Gotei, sin embargo, veían en la capitana Rayka a un ídolo de masas, de hecho muchos se sumaron a su División por el simple hecho de liderarla ella. ¿Quién podía decir qué no a un Escuadrón dirigido por semejante elemento?

Durante el combate, los trucos y artimañas que tan bien se le daban siempre no surtieron el efecto deseado, su enemigo recibió innumerables heridas, algunas de una gran gravedad considerable, pero tuvo la mala suerte de enfrentarse a uno de los espadas con más poder ofensivo, y la fuerza bruta terminó por imponerse. La sonrisa y las bromas de la divertida capitana Iruna Rayka fueron silenciadas para siempre.

Los miembros de su Escuadrón sufrieron una gran pérdida cuando les arrebataron a su Capitana. Aunque algunos de ellos se unieron al Escuadrón para evitar el trabajo duro y la pedantería de otros superiores (cosa que no era cierta, pues la joven sabía diferenciar y en los momentos adecuados era capaz de imponerse y ser tan responsable como cualquiera) otros la admiraban realmente y deseaban trabajar duro a su lado. Fue una auténtica tragedia en las filas del Tercer Escuadrón. Aún a día de hoy son muchos los que recuerdan a Iruna-taichou despeinando melenas y repartiendo sonrisas a diestro y siniestro.








Provo Saiyuki - 4ª División:

Provo... era un hombre particular. Podía escuchar a cualquier persona contar sus problemas, pero él jamás habló de sus temas, al menos con los shinigamis de su Escuadrón, quizá lo hiciera con algún otro Capitán de su época. En general un gran confidente, guardaba en las mangas de su haori tres o cuatro grandes consejos, válidos para muchos casos, varios refranes y un centenar de casos similares al que se le contaba. Un hombre sereno, calmado y que no solía sonreír salvo contadas situaciones en las que tomaba un descanso con sus compañeros de División.

Respecto al trabajo se le tomaba con seriedad y echaba las horas que fueran necesarias. Solía hacer noche con los shinigamis que peor se encontraban, y en su escritorio no se acumulaban más de tres papeles, formularios, y demás burocracias propias de dirigir un Escuadrón. Era cercano a los pacientes, no dejando sus cuidados solo a los shinigamis, sino que él mismo se encargaba a menudo de curas menores. Se le veía por los pasillos, entre paciente y paciente rellenando y firmando papeles generalmente acompañado de su allegado compañero, Akemaru Shiba, que rechazó una y otra vez el puesto de teniente.

Durante la batalla se mantuvieron la mayor parte del encuentro rezagados, sanando como buenamente podían a los que volvían vivos. Provo encabezaba su Escuadrón, diligente, ordenando el ajetreado devenir de guerreros magullados, manteniendo la calma en todo momento. Y en los últimos retazos, tomó unos pocos combatientes de su División, organizó varias escuadras para ocuparse de heridos en el propio campo de batalla, heridos que no hubieran podido llegar a la zona habilitada para las curas, y se dividieron.

El grupo que lideraba Aoki, Teniente por aquella época y que acababa de llegar al Escuadrón proveniente del Segundo, practicó ciertas curas a la espalda de los verdaderos combatientes, Capitanes y shinigamis de otras Divisiones, deseando en su fuero interno participar, y matar alguno de esos abominables arrancars, más las órdenes de Provo fueron claras:“No interfiráis en combates, no nos atañe”.

El propio Provo no tuvo demasiada suerte, y se vio muerto a manos de un vil Arrancar. No es que fuera un gran combatiente, y seguramente se entregaría a aquel Espada para que pudiese huir el resto de su escuadra, o al menos eso es lo que se cuenta en el Escuadrón. Murió como un héroe, sacrificándose por los suyos, y dejando el legado a las nuevas generaciones.








Ateru Karaiko - 5ª División:

Decir que nadie llegó a conocer de modo íntimo al Capitán de la Quinta División, no sería mentir en absoluto. Muchos de los shinigamis de los diferentes Escuadrones catalogaban a Ateru Karaiko como uno de los Capitanes más oscuros y misteriosos del Gotei. Se le veía más bien poco y siempre solo, porque pasaba la mayor parte del tiempo agazapado en las dependencias del Quinto Escuadrón, en su despacho, ideando e investigando nuevos kidohs y bakudos. Era un hombre bastante solitario, y le daba mucha más importancia a la investigación que al mantenimiento físico o cualquier otra técnica que no atañese a la especialidad de la División que dirigía.

El trato que tenía con los demás no era arrogante o irrespetuoso, ni mucho menos, de hecho era una persona muy correcta y educada, pese a sus reticencias. Pero nunca mostraba nada de sí mismo, prefería mostrarse frío y distante. Tal fue el caso en todas las relaciones que tuvo, hasta las más duraderas, nunca se entregó del todo y ni siquiera intentó hacerlo. Era normal que las personas a su alrededor le tomasen por alguien carente de sentimientos y hasta de opinión. Tal era su reserva.

Durante la batalla contra los Arrancar de Marcus, el Capitán prefirió tomar la retaguardia y dedicarse de las defensas y los ataques a distancia. Al parecer mantuvo su posición durante varias horas, pero en un determinado momento decidió dejar su situación estratégica y lanzarse al fragor de la batalla. Ni siquiera los que estaban más cerca de él (que no los más cercanos) entre los que estaba el ahora Capitán Shihoin Kato y el director de Investigación Kidou, Hattori Corcaigh, lo vieron marcharse. Aún así, su cuerpo no apareció. Pese a las búsquedas que se llevaron a cabo para encontrar a Ateru- taichou, todas fueron infructuosas. Finalmente tuvieron que declarar al Capitán perdido.

Tras la marcha del Capitán, muchos fueron los que respiraron. Por regla general, los shinigamis consideraban a su jefe una persona extremadamente inteligente y preparada, pero su forma de ser no llegó a calar en sus hombres, que siempre recordarían las maneras frías y distantes de su Capitán. Para muchos era un hombre brusco y cortante, nadie llegó a intimar con él a pesar de intentarlo en más de una ocasión. Y entre algunos de los subordinados más ingeniosos corre el rumor de que todavía está vivo, en alguna parte. Quizás decidió dejar la Sociedad de las Almas libremente o simplemente le dieron un golpe en la cabeza y perdió la memoria. Pero eso, de momento, todavía queda en la incógnita. Tal vez nunca se sepa que ocurrió con él.

Aunque Kato cree que hay algo que el Capitán no le contó, algo que se le escapa y que solo Hattori Corcaigh parece tener idea. Aún así, el ahora Capitán prefiere dedicarse a los múltiples asuntos que su cargo reporta. Gracias al carisma del Shihoin, el ambiente es totalmente distinto a como fue en la época de Ateru-taichou. Kato es un hombre mucho más sociable y conciliador que su antecesor. Desde ese momento las cosas comenzaron a cambiar y todos los agradecen.








Valeria Rin - 6ª División:

Decir que Valeria Rin era una de las bellezas reconocidas del Seiretei sería quedarse corto o ser demasiado parco en detalles. La Capitana de la Sexta División era la más hermosa, la más atractiva, y sobre todo la más deseada por los hombres de aquella época. Y de ello daban fe su piel de porcelana y su cabello negro azabache, toda una preciosidad en su conjunto. Muchos eran los que suspiraban por sus atenciones, el Escuadrón estaba siempre lleno de regalos de sus seguidores, pero solo el Capitán del Décimo Escuadrón, Hiroaki Samura, consiguió los favores de la dama, dejando de lado su fama de conquistador. Tras cortejarla durante años, mandarle regalos y mostrarse realmente persuasivo, la joven terminó por enamorarse de él y se convirtieron en una de las parejas más admiradas del Seiretei, sino la más. Sobra decir que también había quien aborrecía esa unión, pues ambos eran de lo más atractivo que caminaba por el Gotei.

De carácter abierto y amable, no era una guerrera que brillara precisamente por su poder ofensivo o su fuerza física. Aún así, era de los Capitanes más queridos por todos. Se hablaba de ella como de una mujer conservadora y de ideas más bien tradicionales, de gran eficacia administrativa, además de ser capaz de crear un ambiente excelente en el escuadrón. Y lo más importante de su personalidad era que siempre abogaba por el diálogo y el consenso. Le encantaba alentar a cualquiera que tuviese un problema y era capaz de conseguir una sonrisa de sus subordinados. Todos la querían y admiraban, el ambiente del Escuadrón era tranquilo.

Aún así, con la llegada de la que sería su Teniente y más tarde sustituta, Izumi-san, fueron algunos los detractores que le salieron a la hermosa Valeria. Todos ellos pretendían un Escuadrón más duro, menos pusilánime. La propia Kaori quería mucho a Valeria, pues era como una hermana mayor, quien la había sacado del Rukongai, pero no podía evitar sentir que su gestión estaba siendo errónea.

La Capitana, durante el combate, fue unas de las primeras en perder la vida, puesto que, valientemente, se colocó en la primera línea de combate, donde demostró que su poder no era comparable con el de muchos enemigos. El resultado fue nefasto, la hermosa Valeria murió y nadie pudo hacer nada por ella, ni siquiera su amado, el capitán Hiroaki, que perdió la cabeza cuando se enteró de la muerte de su pareja.

La muchacha siempre sería recordada como una persona dulce y decidida, que daba a todos su cariño y les hacía sentirse mejor. La hermosa sonrisa de Valeria nunca podrá ser olvidada, ni por sus shinigamis ni por su sustituta, que aún a día de hoy se lamenta de la muerte de la chica. Aunque la veía blanda le tenía un gran cariño y debido a las diferencias entre ambas quiere demostrar siempre lo que vale.








Tsukiho Raho - 7ª División:

Hablar del Capitán de la Séptima División lleva de la mano comentar también sus grandes habilidades como estratega y organizador de combates. De hecho el colérico Capitán pasaría a los anales del Seiretei como uno de los mejores tácticos de la historia. Era como si crear estrategias de batalla fuera algo innato en él, como si hubiera nacido para ello, que no para relacionarse con las personas a su alrededor.

Parecía que le molestase estar en sociedad o hablar más de lo necesario, cuando lo hacía parecía de constante mal humor. Sus hombres eran los que pagaban los platos rotos, desde los shinigamis rasos de su Escuadrón hasta el que estaría llamado a ser su sucesor, el también estratega, Kobayashi Hayato. Los que se llevaron la parte más amable de su carácter fueron los soldados de más alto rango. Con los Tenientes y Capitanes solía ser más educado, aunque siempre había cierto resquemor, como si hubiera más que artificiosidad en sus actos, pese a que él intentara por todos los medios parecer natural. La única excepción era, y resulta sorprendente dado su carácter totalmente opuesto, Iruna Rayka, la guasona Capitana de la Tercera División, con quien parecía tener un trato más natural. Algún que otro choque entre ellos fue inevitable, pero Iruna-taicho demostró ser de los pocos oponentes a la altura del estratega en lo que se refiere al shōgi, el juego de mesa de los generales, y ambos compartían tardes enteras frente al tablero de juego, ofreciendo una escena de lo más curiosa para el que paseara por la zona.

En el combate que cambió para siempre el funcionamiento de la Sociedad de las Almas, tuvo un papel destacado. Como era de esperarse, se dedicó a organizar la batalla. En un primer momento se colocó en la retaguardia, coordinando las acciones y los movimientos del grueso de los Escuadrones. Sin embargo, aquello no duró mucho. Finalmente se impuso su ardor guerrero y no pudo más que inmiscuirse de pleno en la pelea. Fue tan osado que decidió lanzarse a las luchas más peligrosas que encontraba a su paso. Con aquel arrojo no fue de extrañar que acabara muerto. Había sido demasiado temerario y el palmo de acero en su pecho así daba fe.

En sus dominios, era el señor absoluto. Trataba a los rasos de una manera dura, era muy difícil cogerle cariño o mostrarse amable. Pese a todo, era muy respetado, porque su dureza encerraba un interés didáctico, quería enseñarles algo. Si hoy le preguntases a cualquier shinigami de la Séptima que sobreviviera a la batalla contra los Arrancar, seguramente te dirá que el Capitán era de hierro, pero que con él se aprendía de verdad. Aunque no todos lo aceptaban, muchos preferían marcharse. Pero los que se quedaban por voluntad propia tenían algo en común: eran atentos y disciplinados.

Kobayashi Hayato siempre describió a Tsukiho Raho como su mayor maestro. Era un tutor severo y tremendamente exigente. Sin embargo, aquellos alumnos que habían tenido el valor y la fortaleza necesarios para seguir a su lado no tardaban en descubrir que la falta de compasión y el cinismo del Capitán conseguían sacar de ellos mucho más de lo que nunca habrían esperado que podían dar. De alguna forma, Raho sabía exigir a sus subordinados siempre un poco más de lo que eran capaces, consiguiendo así que se esforzaran por cubrir esa distancia. Cuando por fin lograban lo que Raho les había pedido, el Capitán tenía siempre un nuevo reto a punto, prolongando indefinidamente ese proceso de mejora y aprendizaje que había de hacer de ellos fieros guerreros, pensadores críticos y resolutivos, y efectivos estrategas.








Tihio Samura - 8ª División:

La joven Capitana Tihio Samura era una persona peculiar, de eso nadie podía tener dudas, complicada y de humor cambiante, como si tuviera doble personalidad. Los hombres a su cargo nunca sabían por dónde iba a salir. Hasta el funcionamiento del Escuadrón variaba según con qué pie se hubiera levantado la pequeña. Había días en los que su humor era amable, sonreía y parecía contenta. Si le daba por hacer una broma o contar un chiste, nadie se salvaba de un buen tirón de orejas, un abrazo inesperado o una carrera en el pasillo. Aquellos días el Escuadrón era muy divertido. Las cosas cambiaban cuando se levantaba con ganas de gritarles a todos. En más de una ocasión golpeó a sus subordinados por no hacer el té a su gusto o por plancharle la ropa de un modo que ella consideraba “inapropiado”. Aquellos días era necesario ponerse a cubierto, o rezar para no tener que cruzarse con ella. Era un terremoto.

Era la más joven y bajita de los Capitanes, era curioso verla en las reuniones con su gesto neutral, intentando parecer mayor. Quizás por ser demasiado joven sentía que tenía que demostrar que podía con sus asuntos cada vez que tenía la oportunidad. Pese a que su edad se acercaba más a la del Capitán Izuke, nunca llegaron a entablar una relación más allá de lo estrictamente profesional. Quizás por la timidez del jefe del Segundo Escuadrón y por el extraño humor de Tihio-taichou.

Su muerte en la batalla fue una auténtica catástrofe para todos sus subordinados. Pese a ser como era, tan “especial”, todos sintieron su pérdida. “Era demasiado joven” era lo que más se escuchaba en los pasillos. Los que lo vieron no pudieron más que sentirse horrorizados, la Capitana acababa de obtener su bankai y éste todavía no había terminado de madurar. Su impulsividad y su necesidad de moverse hicieron el resto. Debería haber esperado un poco, pero fue una de las primeras en meterse en combate cerrado y el Espada al que se enfrentó (uno de los más poderosos) acabó con su vida sin complicaciones.

El recuerdo que todos retuvieron en su memoria, finalmente, fue el de su severidad, pero también el de su inocencia, truncada demasiado pronto y de una forma brutal. Pese a todo fue una de las mejores Capitanas, y los shinigamis que más tiempo convivieron con ella no pueden evitar pensar que de pronto aparecerá por el pasillo, con el haori demasiado largo a sus pies y cantando una canción que acababa de inventar esa misma mañana mientras desayunaba.








Kuchiki Saori - 9ª División:

Perteneciente a una de las casas nobles más importante, la joven Kuchiki era una mujer espiritual y sabia, una muy buena consejera, de hecho era de lo mejor que había entrado en el alto mando del Gotei. No era la típica representante de la clase alta, estirada y presuntuosa. Llegó a lo más alto y fue capaz de organizar su División con total eficacia y responsabilidad. Un ejemplo constante para sus hombres, no solo por su forma de gestionar las actividades de la División, sino por sus capacidades como shinigami, era realmente poderosa y letal. Muchos son los que dicen que es la mejor shinigami jamás salida de la casa Kuchiki. La joven siempre tuvo claro lo que quería hacer con su vida. Renunció a ser la cabeza visible de su clan para poder convertirse en Capitana y defender el Gotei con todas sus fuerzas.

Nadie podía tener quejas de esta mujer extraordinaria. De hecho era tan conocida, tan respetada y admirada, que no pocos eran los que se acercaban hasta su despacho para pedirle opiniones o consejos. Sus hombres se habían habituado hasta a ver Capitanes en la puerta de la superior de la Novena División. Y ella se esforzaba por hacer su papel y dar lo mejor de sí misma con todos. Estaba muy entregada a su causa.

Poderosa, como la que más, fue una de las que más Arrancar se llevó a la tumba. Llegó a terminar con más de un Espada con cierta facilidad. Aguantó hasta casi el final de la pelea. Aún así, sus fuerzas no eran eternas, y fue el cansancio el que acabó con ella. En su combate final, hizo todo lo que estuvo en sus manos para salvar la vida de un compañero. Pero murió sin poder sacar al joven de allí. Se sintió realmente frustrada mientras el Arrancar la asesinaba, pero no pudo hacer más. El Arrancar que la atravesó tuvo la desfachatez de reírse antes de acabar con ella.

En su División, era admirada, casi venerada, como si de una ídolo de masas se tratase por los shinigamis rasos de su Escuadrón. A pesar de mostrarle siempre una sonrisa, apenas se atrevían a molestarla, y era una pena porque ella ponía toda su ayuda y empeño en cualquier cosa. Era como si los soldados tuvieran miedo de hacer algo contraproducente. Muchos de ellos se quedaron con las ganas de decirle muchas cosas, algunas más importas que otras. Todo sea dicho.








Hiroaki Samura - 10ª División:

Salido de los bajos fondos del Rukongai, Hiroaki había ascendido desde lo más bajo, desde las zonas más pobres de la Sociedad de Almas hasta pasar por todos los estamentos del Gotei 13. Destacando desde el principio en la Academia, sus prometedores pasos no hacían sino refrendar todo lo que se esperaba de él, más su carácter díscolo, despistado y su tendencia a juntarse con las peores compañías hacían que siempre se temiera por su viabilidad en un futuro.

Pero aún así, sorprendiendo a propios y extraños, seguía su imparable ascenso, llegando a Teniente y posteriormente Capitán de la 10ª División, la cual convirtió en un alargamiento de su propia personalidad. Su carisma hacía que muchos shinigamis se unieran a la División únicamente para estar bajo el amparo de aquel deslumbrante Capitán. Ese éxito también se conducía a las chicas, por lo que la fama de playboy de éxito de Hiroaki se paseó por toda la Sociedad de Almas. Ante estas demostraciones, su División se convirtió en un territorio para hombres que querían demostrar que tenían algo de Hiroaki dentro de si mismos, o que bien admiraban de tal manera la figura del Capitán que le seguirían hasta el fin del mundo.

Como principal ejemplo y máximo exponente de la fauna que se podía encontrar en el Escuadrón, Bastian Chiesa fue colocado como Teniente y mano derecha de Samura. Algunas voces dentro del Escuadrón prometían que aquel era el heredero natural del actual Capitán, que le sucedería en todos los aspectos, pero los miembros de otros Escuadrones parecían hallar más de una diferencia entre ambos, sobre todo por que la diplomacia y tranquilidad con la que se movía Hiroaki entre los demás Escuadrones se convertía en rudeza y ruido por parte de Chiesa.

Estas diferencias se hicieron más notables cuando se produjo el noviazgo entre Valeria e Hiroaki. Al principio parecía una presa más del apuesto Capitán, pero con el tiempo, casi pareció más que el cazado hubiera sido Samura, pues su carácter fue cambiando poco a poco, hasta ser más calmado, más tranquilo, dejando de un lado la parte rebelde y díscola que le había hecho famoso, pero convirtiéndose por otro lado en un Capitán ejemplar como el que más, aunque guardando todavía ciertos cartuchos de su caracter. Esto afectó igualmente a la escuadra, que adquirió un tono más tranquilo y menos marcado, aunque seguía habiendo una facción dura, liderada por el Teniente Chiesa, la cual no cambió hasta la batalla.

En la batalla fue fiero y astuto, hasta que vio caer el cuerpo de Valeria. Allí demostró lo realmente enamorado que estaba, pues olvidó todo raciocinio y se perdió en la batalla, dejando un rastro de destrucción tras él, pero perdiéndose para siempre en el fragor del acero.








Aloe Barja - 11ª División:

Aunque las comparaciones son algo odioso y no deberíamos hacer demasiado uno de ellas, hay que reconocer que Barja es lo que podría denominarse un kenpachi en toda regla. Esta vez la comparación es más que necesaria. El Capitán Alloe era un hombre nacido para la guerra: sádico y enérgico, siempre acechante, por si alguno de sus hombres hacía un gesto que le hiciera pensar (solo a él, porque los demás no eran de la misma opinión) que quería combatir con él. Sus hombres le temían, porque podían ser interrumpidos en cualquier tarea con un ataque certero. A veces la vida en el Escuadrón era muy peligrosa.

Al Capitán del Undécimo Escuadrón le encantaba la guerra, pero no solo el hecho de combatir o hablar de ella, además contaba con una gran colección de armas de todas las proveniencias y estilos posibles, desde espadas medievales a enormes cuchillos venecianos. Eran su gran amor. Por otro lado, sentía gran curiosidad por las zanpakutoh de tipo kidoh, pero, curiosamente, no las admitía en su Escuadrón.

De carácter más bien cerrado y siendo un hombre de pocas palabras, apenas hablador, sus temas de conversación eran limitados, y cuando no le importaba algo de lo que se estaba hablando simplemente se daba media vuelta y se iba por donde había venido. Por esta razón no atendía apenas, o directamente no iba, a algunas de las reuniones de Capitanes. Esto creó cierto resquemor en sus compañeros. Ver el casi perenne hueco de Alloe-taichou en la reunión era muy incómodo.

En la batalla, como no podía ser de otro modo, se lanzó hasta el epicentro de ella, pues siendo como era, no podía quedarse atrás de ninguna manera. Pese a ser bastante poderoso no tardó mucho en ser derrotado. En esta ocasión su ánimo de lucha no fue bastante, pues sus recursos a la hora de pelear no eran demasiado variados y uno de los Espada se quedó pronto con los movimientos del Capitán y lo fulminó.

En el Escuadrón, aún algunos conservan las cicatrices que el Capitán les inflingió cuando menos se lo esperaban. A pesar de la brutalidad con la que Alloe trataba a sus shinigamis, todos consideran que tuvo sus razones para hacerlo, pues los integrantes de esta División creen que los conocimientos que les dio su superior no podrían haberlos obtenido en otro lugar. En cierto sentido eran la envidia de otros muchos shinigamis.








Kottouhin Zeni - 12ª División:

Uno de los Capitanes más tímidos de toda la historia de los Trece Escuadrones, sin duda. El jefe de la División Científica era un hombre introvertido, era como si pasase por la vida como un simple secundario, intentando no destacar. Como si las cosas que ocurrían a su alrededor no fueran con él. Prefería mostrarse silencioso, a hacerse notar bajo ningún concepto. Antes de convertirse en un experimentador científico, permaneció durante largo tiempo haciendo laboras en la Undécima División debido a su gran tamaño, de la que llegó incluso a ser Teniente. Fue curioso, pues debido a su escasa conversación, sus compañeros no se dieron cuenta de su gran inteligencia.

Después llegó su ascenso a Capitán de la Duodécima División, y allí fue donde pudo, por fin desarrollar sus dotes en las labores que allí se realizaban. Cuando se convirtió en el máximo dirigente del Escuadrón no dejó a un lado su actitud tímida y considerada. Jamás les levantaba la voz a sus hombres, todo lo pedía con educación y en un tono apenas audible. Pese a esa forma de ser tan apocada, fue un gran revolucionario dentro de su División. Entre otros méritos, se le otorga el de haberle dado una estructura adecuada al Escuadrón, la antigua había dejado de ser útil un tiempo atrás, además de haber creado una serie de artilugios y técnicas que hacían la vida mucho más fácil a los shinigamis, sobre todo en sus misiones en el exterior.

De trato más bien amable y responsable, para sorpresa de todos, nombró al inestable Shuyin Akira como Teniente. La relación entre ellos siempre fue tensa, ambos tenían una idea muy diferente de cómo debían funcionar las cosas en un Escuadrón. De hecho, el tímido capitán Kottuhin, sabía lo peligroso que podía ser Akira, así que prefirió tenerlo cerca, dándole el cargo. De ese modo podría saber qué hacía en todo momento.

Durante el combate en Hueco Mundo se vió muy limitado. No pudo hacer valer su casi divina inteligencia, porque eran demasiados los ataques que debía gestionar. Y como no deseaba quedarse de brazos cruzados se lanzó con el energético Alloe-taichou al epicentro de la batalla. Hay que reconocer que duró vivo más que su compañero, pero como era de esperar, también murió.

En su División, era respetado y se intentaba mostrar obediencia ante sus decisiones, así como ayudarle en sus labores ciéntificas, cosas que el no pediría explícitamente pero que necesitaba. Admiradísimo por sus subordinados por su inteligencia desmedida, que nadie podía alcanzar. Al menos, de momento.








Orokamono Hito - 13ª División:

Pese a ser una chica gritona, protestona y con una respuesta ingeniosa siempre en la punta de la lengua, sin duda era la Capitana más cercana al comandante del Gotei 13, a la que más cariño le tenía el alto cargo y de la que más sintió su muerte. Era, a grandes rasgos, como una hija para Koyuki Ryoto, más querida para él incluso que la propia Kuchiki Saori. Y es que en cierto modo la Capitana se hacía querer. Se crió desde muy pequeña en las instalaciones de la Primera División y tenía lo necesario para pertenecer a las altas esferas, pues sus padres, ambos, pertenecían a la Sociedad de las Almas. Ella era, de hecho, la única Capitana cuya familia por entero estaba formada por shinigamis.

A pesar de que adoraba la Sociedad de Almas y todo lo que tenía que ver con ella, no podía evitar que su ardiente temperamento saliese a la luz en seguidas ocasiones, siempre se portaba como una niña malcriada, demostrando un genio que había aprendido de generaciones de shinigamis. Sabía dónde tocar para sacar a los demás de quicio, y utilizaba ese poder a su antojo. Quizás por comportarse así y por el aprecio le tenían los shinigamis y Capitanes más viejos, algunos de los rasos le tenían cierta envidia y un leve resentimiento. Pese a sus contactos, hizo su propia carrera sin ayuda de nadie, ganándose todos los méritos.

Cuando la eligieron para ser la superior del Treceavo Escuadrón, fue bastante feliz. Al no haber vivido nunca en el mundo humano, sentía una especial fascinación por él. Por ese tema solía discutir con el Comandante, sus escapadas al Mundo Humano no eran demasiado bien vistas por el máximo dirigente del Seiretei. Además que no pedía permiso para ir y muchas veces ocasionaba más de un contratiempo al otro lado.

En la batalla final, y siendo experta en manejo de varias armas shinigamis (la esgrima, y el kidoh, entre otros) gracias a su educación especial, logró acabar con facilidad con un par de los enemigos más potentes que se le pusieron delante. Pero invirtió demasiada energía en estos combates y terminó siendo derrotada.

En su División, pese a su temperamento incendiario, era muy querida, porque era una persona divertida y alegre, y apenas tenía momentos duros, aunque sí era relativamente estricta en el manejo de su División, siendo severos los castigos por imprudencias o infracciones. A pesar de ello, era de los Escuadrones que más libertad tenía pues ser el que se manejaba principalmente con el mundo humano. En cierto sentido, era un peligro.



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