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¿Sabes quién soy?, Di mi nombre [Flashback]
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¿Sabes quién soy?, Di mi nombre [Flashback]
Otro día cualquiera, un monótono y aburrido día. Himeko había entrado a la academia shinigami hacía ya un par de cursos, ahora este era su último curso y en su interior la parecía un bucle repetitivo, día tras día.
Se levantaba, se vestía y a continuación iba a la academia. Allí no hablaba con mucha gente, a lo sumo con un par de compañeros de clase, un chico al que había salvado de una paliza, una joven de ascendencia noble al igual que ella y dos chicos más cuya procedencia desconocía, pero que sin embargo eran muy peleones.
Las clases transcurrían sin dificultad, clase teórica, práctica, descanso y de vuelta a la práctica. Todos los días el mismo patrón durante todos los cursos comenzaba a cansar a la joven de cabellos dorados.
Himeko no se movió de la cama cuando oyó llamar a su doncella, se quedó observando el techo de su habitación y pensando en que hacer hoy, pero ya sabía que iba a ocurrir por lo que no demoró el orden de las cosas y se levantó dejando entrar a Ayame. Himeko, con la ayuda de Ayame se preparó en unos treinta minutos, lista para salir a la academia. Era la única que todavía seguía viviendo en la casa familiar, sus hermanos estaban en la Sociedad de Almas, y seguramente muy ocupados como para visitarla, pero esperaba que como casi todas las tardes Saburo se pasará a visitarla después de la academia.
Salió ya vestida de su habitación y se despidió de su doncella con una sonrisa, no podía considerarla una hermana por su inferior posición pero sí una gran amiga. Bajo las escaleras hacia la salida con parsimonia y desgana, pasó por el comedor donde se hallaban los criados preparando las comidas y llegó a la puerta de salida. Suspiró con aburrimiento y comenzó su camino hacia la academia.
Andaba a paso lento, sin demasiada prisa, había salido con tiempo de su casa por lo que no tendría problema para llegar puntual. Las calles del primer distrito estaban abarrotadas a estas horas, personas yendo y viniendo, de y hacía todos los lugares. Criados que acudían a comprar alimentos, nobles que paseaban por las calles e intentaban hacer un concurso para saber quien era más poderoso, pobres que pedían para comer, niños huérfanos que corrían despreocupados. Todo ello no pasaba inadvertido a los ojos de la joven, se preguntaba muchas veces, como habría sido su vida si no fuera parte de una familia rica, si por ejemplo, fuese una niña huérfana. La semana anterior se imaginó su vida siendo una comerciante de clase baja, no tenía apenas actividades a las que dedicar su tiempo libre excepto a practicar y practicar para la academia.
Himeko fue arrastrada por el maremoto de gente hasta las puertas de la academia, incluso se iba más rápido de esa forma. Pero algo llamó su atención desde el inicio, había una gran cantidad de estudiantes esperando fuera de la academia, las puertas estaban abiertas y continuaban saliendo más y más chicos. La pequeña pelirrubia reconoció las caras como compañeros de último curso y se preguntó a sí misma que era lo que estaba pasando allí. Busco con la mirada un signo que indicara donde estaba su clase. No fue difícil para ella al reconocer al profesor que tenían asignado para kidoh y los rostros de algunos que otros compañeros de mesa.
Salió corriendo hacia allí y se camufló entre la clase, se guardó el libro que llevaba en la mano dentro del kimono, nadie parecía llevarlo encima. Se volvió hacia el chico más cercano a ella y le miro con seriedad.
-¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Qué se supone que vamos a hacer?
El chico, de ojos verdes la miró con indiferencia, como si se tratase de lo más normal del mundo.
-Hoy es el día de prácticas en el mundo humano para la clase de último curso…-no tuvo tiempo de terminar pues Himeko ya había desaparecido de su lado. Se había marchado a buscar a su compañero entre todo el gentío
Se levantaba, se vestía y a continuación iba a la academia. Allí no hablaba con mucha gente, a lo sumo con un par de compañeros de clase, un chico al que había salvado de una paliza, una joven de ascendencia noble al igual que ella y dos chicos más cuya procedencia desconocía, pero que sin embargo eran muy peleones.
Las clases transcurrían sin dificultad, clase teórica, práctica, descanso y de vuelta a la práctica. Todos los días el mismo patrón durante todos los cursos comenzaba a cansar a la joven de cabellos dorados.
Himeko no se movió de la cama cuando oyó llamar a su doncella, se quedó observando el techo de su habitación y pensando en que hacer hoy, pero ya sabía que iba a ocurrir por lo que no demoró el orden de las cosas y se levantó dejando entrar a Ayame. Himeko, con la ayuda de Ayame se preparó en unos treinta minutos, lista para salir a la academia. Era la única que todavía seguía viviendo en la casa familiar, sus hermanos estaban en la Sociedad de Almas, y seguramente muy ocupados como para visitarla, pero esperaba que como casi todas las tardes Saburo se pasará a visitarla después de la academia.
Salió ya vestida de su habitación y se despidió de su doncella con una sonrisa, no podía considerarla una hermana por su inferior posición pero sí una gran amiga. Bajo las escaleras hacia la salida con parsimonia y desgana, pasó por el comedor donde se hallaban los criados preparando las comidas y llegó a la puerta de salida. Suspiró con aburrimiento y comenzó su camino hacia la academia.
Andaba a paso lento, sin demasiada prisa, había salido con tiempo de su casa por lo que no tendría problema para llegar puntual. Las calles del primer distrito estaban abarrotadas a estas horas, personas yendo y viniendo, de y hacía todos los lugares. Criados que acudían a comprar alimentos, nobles que paseaban por las calles e intentaban hacer un concurso para saber quien era más poderoso, pobres que pedían para comer, niños huérfanos que corrían despreocupados. Todo ello no pasaba inadvertido a los ojos de la joven, se preguntaba muchas veces, como habría sido su vida si no fuera parte de una familia rica, si por ejemplo, fuese una niña huérfana. La semana anterior se imaginó su vida siendo una comerciante de clase baja, no tenía apenas actividades a las que dedicar su tiempo libre excepto a practicar y practicar para la academia.
Himeko fue arrastrada por el maremoto de gente hasta las puertas de la academia, incluso se iba más rápido de esa forma. Pero algo llamó su atención desde el inicio, había una gran cantidad de estudiantes esperando fuera de la academia, las puertas estaban abiertas y continuaban saliendo más y más chicos. La pequeña pelirrubia reconoció las caras como compañeros de último curso y se preguntó a sí misma que era lo que estaba pasando allí. Busco con la mirada un signo que indicara donde estaba su clase. No fue difícil para ella al reconocer al profesor que tenían asignado para kidoh y los rostros de algunos que otros compañeros de mesa.
Salió corriendo hacia allí y se camufló entre la clase, se guardó el libro que llevaba en la mano dentro del kimono, nadie parecía llevarlo encima. Se volvió hacia el chico más cercano a ella y le miro con seriedad.
-¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Qué se supone que vamos a hacer?
El chico, de ojos verdes la miró con indiferencia, como si se tratase de lo más normal del mundo.
-Hoy es el día de prácticas en el mundo humano para la clase de último curso…-no tuvo tiempo de terminar pues Himeko ya había desaparecido de su lado. Se había marchado a buscar a su compañero entre todo el gentío
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
Re: ¿Sabes quién soy?, Di mi nombre [Flashback]
Los reflejos del sol bañaban la habitación prestada de Seikuro, desde su último encontronazo con unos bandidos estuvo viviendo con una pareja de ancianos que habían perdido un hijo por esos bandidos, la habitación en si no era mucho, un cuadrado con espacio suficiente para 4 personas como mucho y un futón extendido por el suelo, puesto que era una de las casas del barrio Zaraki, tal vez el mas peligroso de todos los barrios, pero despues de todo, se había criado en esa átmósfera de problemas.
Al levantarse se puso su atuendo de estudiante, keikogi blanco y hakama azul, su zampakutoh como era de costumbre la llevaba en la muñeca, le era más comodo sacarla por si a caso estaba en cotras distancias, cogió una cuerdecilla que tenía normalemente para el pelo, el cual era bastante largo, y se lo ató en una trenza que le ocupaba toda la espalda.
Realmente no tenía prisa por llegar, aunque sabía que se le olvidaba algo, lentamente atravesaba el distrito, aun a tiempo de llegar incluso antes a la academia, entre los callejones podía ver de vez en cuando figuras que se mobían con agilidad, el brillo de las armas, los cuchillos por ejemplo, de vez en cuando se reflejaban, delatando su posición al menos si estaba delante, aunque eso a Seikuro le importaba poco, simplemente con elevar un poco su reiatsu ya era bastante para aturdirlos, cosa que lograba sin problemas, total, eran personas que tenían un nivel de reiatsu tan bajo que se podía decir que era casi inexistente.
Al llegar a la academia entró a las clases, las aburriiiiiiidas y monotonas clases de las cuales se escaqueaba echandose una siesta, o incluso peleandose...siempre verbalmente...con algun profesor y terminaba en el pasillo...si, esa era la rutina de Seikuro, llegar, liarla y castigado, pero ese día era algo distinto al resto, un murmullo empezó a oirse entre los pasillos seguido de una maréa de estudiantes, Seikuro se vió acorralado, siendo básicamente atropellado por la maréa.
-¡Aparta perdedor!- Empujando a Seikuro
Tras el empujón del estudiante Seikuro se revolvió soltandole un codazo en la cara, casi rompiendole la nariz.
-¡CALLATE GILIPOLLAS!-
Tal ven no debió gritar así, ya que unos cuantos se habían vuelto hacia Seikuro, este hizo un corte de mangas enseñando el dedo corazón para luego salir corriendo de alli y en el primer cruce de pasillo evadir a la muchedumbre cabreada.
-Yare yare...ni que fuese lo mas interesante del mundo...en fin...le daré la lata a Himeko-
Con una total tranquilidad se lelvó ambas manos detrás de la nuca, dando un sonoro bostezo para inmediatamente salir a buscar a su amiga, seguramente estaba con el resto de la clase...esto del ultimo año era un coñazo sin duda, la gente empezaba a volverse engreida y no dejaban respirar al resto, cosa que le pasaba a Seikuro, no era problematico por que el quisiese, si no porque su situación simplemente era por no decir pésima, mala, incluso dudaba a esas alturas si se podría convertir siquiera en shinigami, por lo que no le ponía muchas ganas a las prácticas, pero por otra parte, casi sin estudiar ni entrenar, era de los mas aventajados.
Su recorrido pro su anterior ruta de huida le llevó hacia una sla en la que habían más estudiantes reunidos...¿que pasaba hoy en la academia?...a lo mejor repartían comida gratis o un viaje a Karakura y no se lo habían dicho antes...a todo esto...¿donde diablos estaba Himeko?, Seikuro se quedó en el primer claro que vió, lo suficientemente ancho como para poder decir que ahi se podía respirar oxigeno y no humanidad, ahi se quedaría esperando ya que conociendola, de alguna forma u otra tambien se habría visto arrastrada pro la maréa de estudiantes.
Al levantarse se puso su atuendo de estudiante, keikogi blanco y hakama azul, su zampakutoh como era de costumbre la llevaba en la muñeca, le era más comodo sacarla por si a caso estaba en cotras distancias, cogió una cuerdecilla que tenía normalemente para el pelo, el cual era bastante largo, y se lo ató en una trenza que le ocupaba toda la espalda.
Realmente no tenía prisa por llegar, aunque sabía que se le olvidaba algo, lentamente atravesaba el distrito, aun a tiempo de llegar incluso antes a la academia, entre los callejones podía ver de vez en cuando figuras que se mobían con agilidad, el brillo de las armas, los cuchillos por ejemplo, de vez en cuando se reflejaban, delatando su posición al menos si estaba delante, aunque eso a Seikuro le importaba poco, simplemente con elevar un poco su reiatsu ya era bastante para aturdirlos, cosa que lograba sin problemas, total, eran personas que tenían un nivel de reiatsu tan bajo que se podía decir que era casi inexistente.
Al llegar a la academia entró a las clases, las aburriiiiiiidas y monotonas clases de las cuales se escaqueaba echandose una siesta, o incluso peleandose...siempre verbalmente...con algun profesor y terminaba en el pasillo...si, esa era la rutina de Seikuro, llegar, liarla y castigado, pero ese día era algo distinto al resto, un murmullo empezó a oirse entre los pasillos seguido de una maréa de estudiantes, Seikuro se vió acorralado, siendo básicamente atropellado por la maréa.
-¡Aparta perdedor!- Empujando a Seikuro
Tras el empujón del estudiante Seikuro se revolvió soltandole un codazo en la cara, casi rompiendole la nariz.
-¡CALLATE GILIPOLLAS!-
Tal ven no debió gritar así, ya que unos cuantos se habían vuelto hacia Seikuro, este hizo un corte de mangas enseñando el dedo corazón para luego salir corriendo de alli y en el primer cruce de pasillo evadir a la muchedumbre cabreada.
-Yare yare...ni que fuese lo mas interesante del mundo...en fin...le daré la lata a Himeko-
Con una total tranquilidad se lelvó ambas manos detrás de la nuca, dando un sonoro bostezo para inmediatamente salir a buscar a su amiga, seguramente estaba con el resto de la clase...esto del ultimo año era un coñazo sin duda, la gente empezaba a volverse engreida y no dejaban respirar al resto, cosa que le pasaba a Seikuro, no era problematico por que el quisiese, si no porque su situación simplemente era por no decir pésima, mala, incluso dudaba a esas alturas si se podría convertir siquiera en shinigami, por lo que no le ponía muchas ganas a las prácticas, pero por otra parte, casi sin estudiar ni entrenar, era de los mas aventajados.
Su recorrido pro su anterior ruta de huida le llevó hacia una sla en la que habían más estudiantes reunidos...¿que pasaba hoy en la academia?...a lo mejor repartían comida gratis o un viaje a Karakura y no se lo habían dicho antes...a todo esto...¿donde diablos estaba Himeko?, Seikuro se quedó en el primer claro que vió, lo suficientemente ancho como para poder decir que ahi se podía respirar oxigeno y no humanidad, ahi se quedaría esperando ya que conociendola, de alguna forma u otra tambien se habría visto arrastrada pro la maréa de estudiantes.
Seikuro- Post : 89
Edad : 33
Re: ¿Sabes quién soy?, Di mi nombre [Flashback]
Millones de cuerpos se agolpaban en espacios reducidos, comprimiéndose los unos a los otros y creando un ambiente en el que era difícil el paso y aún más respirar. Sin embargo la agilidad de Himeko unida a su pequeño cuerpo podía resbalarse sin dificultad entre los estudiantes y no acabar aplastada. Como si de un gato se tratase, la joven pelirrubia sorteaba los brazos y objetos que portaban los demás y que agitados podían llegar a resultar muy peligrosos.
Había salido corriendo una vez había escuchado lo que necesitaba saber acerca de tal aglomeración de gente. Poco después Himeko se había acordado de lo que dijeron los profesores un par de días atrás acerca de una excursión al Mundo Humano que Himeko se había tomado como broma. No sabía con exactitud como sentirse, la entusiasmaba la idea de romper con la monotonía pero una parte de su ser la impedía alegrarse al completo, y es que no confiaba del todo en las salidas hacia otro mundo, por muy cercano, protegido, o interesante que fuera, no le inspiraba la suficiente confianza.
Buscó con la mirada por donde podía pero casi todo a su alrededor era bastante más alto, refunfuñó unos minutos y se elevó en el aire unos pocos centímetros, lo suficiente como para ver a lo lejos un espacio libre de gente y en el que se encontraba una figura solitaria que habría reconocido al instante. Cuando volvió a tocar de nuevo los pies en las baldosas, salió disparada hacia el claro y apareció detrás de su compañero con una triunfal sonrisa en la cara, que no duró mucho al darse cuenta del despiste de este. Con un gesto de desesperación recogió el libro de su kimono y se acercó a Seikuro con él en la mano. El libro estaba a punto de golpear al chico en la nuca cuando una voz grave se alzó entre el murmullo general.
-Estudiantes de la academia Shinigami, me complace anunciarles que hoy se celebrara como se viene haciendo durante muchos años la visita a Karakura por los alumnos de último curso. A continuación, Miyako Jinta les explicará el funcionamiento de la prueba.-Himeko vio en un lado un pequeño escenario donde se encontraban varios profesores, el director de la academia y dos alumnos que habían terminado la academia y estaban en espera a ser aceptados por sus escuadrones.
Miyako Jinta era una pequeña chica, de cabellos largos y de color azabache, con un aspecto infantil pero seguramente sería más de lo que aparentaba. La pequeña se dirigió al público con una firmeza inusitada.
-Bien, esta prueba es muy sencilla, se os asignará a un grupo de tres estudiantes en total, los grupos están formados por números y han sido colgados en esta lista.-señaló a la pared.-Vuestro número es el número que se os asignó al inició del curso, pero por si acaso no os acordáis están los nombres al lado de cada número. Cada grupo de estudiantes será asignado a uno de los supervisores y deberán seguir sus normas. Por lo demás, ya sabéis lo que vamos a hacer, entrenamiento con hollows de verdad, no hay mucho que explicar por el momento. Ya os explicaremos más cuando estemos en Karakura. Ahora coged vuestra mariposa y si no tenéis una propia, hay una caja con katanas.-señaló esta vez dos cajas a un lado del escenario.-Esto es todo por el momento.-finalizó.
Himeko sonrió y dejó caer el libro sobre la cabeza de Seikuro. A continuación habló con rapidez.
-El último que llegue a por su mariposa es un hollow podrido.-y salió disparada a por su mariposa en la otra punta del escenario.
Había salido corriendo una vez había escuchado lo que necesitaba saber acerca de tal aglomeración de gente. Poco después Himeko se había acordado de lo que dijeron los profesores un par de días atrás acerca de una excursión al Mundo Humano que Himeko se había tomado como broma. No sabía con exactitud como sentirse, la entusiasmaba la idea de romper con la monotonía pero una parte de su ser la impedía alegrarse al completo, y es que no confiaba del todo en las salidas hacia otro mundo, por muy cercano, protegido, o interesante que fuera, no le inspiraba la suficiente confianza.
Buscó con la mirada por donde podía pero casi todo a su alrededor era bastante más alto, refunfuñó unos minutos y se elevó en el aire unos pocos centímetros, lo suficiente como para ver a lo lejos un espacio libre de gente y en el que se encontraba una figura solitaria que habría reconocido al instante. Cuando volvió a tocar de nuevo los pies en las baldosas, salió disparada hacia el claro y apareció detrás de su compañero con una triunfal sonrisa en la cara, que no duró mucho al darse cuenta del despiste de este. Con un gesto de desesperación recogió el libro de su kimono y se acercó a Seikuro con él en la mano. El libro estaba a punto de golpear al chico en la nuca cuando una voz grave se alzó entre el murmullo general.
-Estudiantes de la academia Shinigami, me complace anunciarles que hoy se celebrara como se viene haciendo durante muchos años la visita a Karakura por los alumnos de último curso. A continuación, Miyako Jinta les explicará el funcionamiento de la prueba.-Himeko vio en un lado un pequeño escenario donde se encontraban varios profesores, el director de la academia y dos alumnos que habían terminado la academia y estaban en espera a ser aceptados por sus escuadrones.
Miyako Jinta era una pequeña chica, de cabellos largos y de color azabache, con un aspecto infantil pero seguramente sería más de lo que aparentaba. La pequeña se dirigió al público con una firmeza inusitada.
-Bien, esta prueba es muy sencilla, se os asignará a un grupo de tres estudiantes en total, los grupos están formados por números y han sido colgados en esta lista.-señaló a la pared.-Vuestro número es el número que se os asignó al inició del curso, pero por si acaso no os acordáis están los nombres al lado de cada número. Cada grupo de estudiantes será asignado a uno de los supervisores y deberán seguir sus normas. Por lo demás, ya sabéis lo que vamos a hacer, entrenamiento con hollows de verdad, no hay mucho que explicar por el momento. Ya os explicaremos más cuando estemos en Karakura. Ahora coged vuestra mariposa y si no tenéis una propia, hay una caja con katanas.-señaló esta vez dos cajas a un lado del escenario.-Esto es todo por el momento.-finalizó.
Himeko sonrió y dejó caer el libro sobre la cabeza de Seikuro. A continuación habló con rapidez.
-El último que llegue a por su mariposa es un hollow podrido.-y salió disparada a por su mariposa en la otra punta del escenario.
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
Re: ¿Sabes quién soy?, Di mi nombre [Flashback]
Seikuro escuchó atentamente lo que tenían que hacer, no sin antes haber saludado con un gesto a Himeko, suponía que eso de ir al mundo humano era para encontrarse a un Hollow débil, matarlo y volver, la rutina de un shinigami que se dedicara a eso, para él la tensión era mínima, sabía como debía enfrentarse a un Hollow de sobra, tal vez esa fue la unica clase en la que realmente atendió algo.
-Vaya...y yo que pensaba que hoy sería mi dia de suerte...al menos nos libramos de las clases.-
Seikuro notó un ligero aumento del peso en su cabeza, Himeko había puesto un libro sobre esta, a lo que Seikuro simplemente la miró entrecerrando los ojos con una ligera sonrisa, con un movimiento de cabeza hizo que el libro cayese en su mano...esperaba no tener que coger ninguno y ahi estaba...empezando con "buen" pie, Seikuro vió que Himeko había salido corriendo, diciendo algo que no había llegado a entender, gracias a la gran concentración de estudiantes.
-En fin...vamos allá-
Se acordaba bien de su grupo, estaba con Himeko y con otro shinigami del cual ni recordaba su nombre, siempre era así, lentamente se dirigió donde las mariposas, Himeko lógicamente había llegado antes que él.
-¿De verdad hace falta tanta gente para unos pocos Hollows debiluchos?-
No, no estaba siendo un entusiasta y mucho menos le atraía la idea de enfrentarse a criaturas más débiles que él, aunque fuesen Hollow...le parecía una pérdida de tiempo, llevó una mano a las mariposas infernales, cogiendo una, no le hacía falta acercarse a la caja de armas, el ya tenía la suya propia, solo se puso al lado del escenario para esperar a sus compañeros, un poquito alejado del pelotón de estudiantes, simplemente para que a Himeko no le fuese dificil encontrarle.
Podía ver a los profesores mirar de vez en cuando, al igual que habiamos llamado la atención de los estudiantes de años inferiores, tampoco se perdían tanto para la curiosidad que tenían, Seikuro puso el libro de Himeko apoyado en uno de sus brazos, no quería ni abrirlo, le gustaba tan poco las clases teóricas que el simple hecho de pensar en ellas le entraba dolor de cabeza.
"Supongo que ahora es cuando toca esperar..."
-Vaya...y yo que pensaba que hoy sería mi dia de suerte...al menos nos libramos de las clases.-
Seikuro notó un ligero aumento del peso en su cabeza, Himeko había puesto un libro sobre esta, a lo que Seikuro simplemente la miró entrecerrando los ojos con una ligera sonrisa, con un movimiento de cabeza hizo que el libro cayese en su mano...esperaba no tener que coger ninguno y ahi estaba...empezando con "buen" pie, Seikuro vió que Himeko había salido corriendo, diciendo algo que no había llegado a entender, gracias a la gran concentración de estudiantes.
-En fin...vamos allá-
Se acordaba bien de su grupo, estaba con Himeko y con otro shinigami del cual ni recordaba su nombre, siempre era así, lentamente se dirigió donde las mariposas, Himeko lógicamente había llegado antes que él.
-¿De verdad hace falta tanta gente para unos pocos Hollows debiluchos?-
No, no estaba siendo un entusiasta y mucho menos le atraía la idea de enfrentarse a criaturas más débiles que él, aunque fuesen Hollow...le parecía una pérdida de tiempo, llevó una mano a las mariposas infernales, cogiendo una, no le hacía falta acercarse a la caja de armas, el ya tenía la suya propia, solo se puso al lado del escenario para esperar a sus compañeros, un poquito alejado del pelotón de estudiantes, simplemente para que a Himeko no le fuese dificil encontrarle.
Podía ver a los profesores mirar de vez en cuando, al igual que habiamos llamado la atención de los estudiantes de años inferiores, tampoco se perdían tanto para la curiosidad que tenían, Seikuro puso el libro de Himeko apoyado en uno de sus brazos, no quería ni abrirlo, le gustaba tan poco las clases teóricas que el simple hecho de pensar en ellas le entraba dolor de cabeza.
"Supongo que ahora es cuando toca esperar..."
Seikuro- Post : 89
Edad : 33
Re: ¿Sabes quién soy?, Di mi nombre [Flashback]
La pelirrubia miró fulminantemente al chico ante esa respuesta. Himeko sabía que su amigo un estaba muy entusiasmado por las clases, pero sabía como hacerle quedar si palabras.
-Muy bien, pues si no querías clases no haberte apuntado para ser shinigami.-respondió en un cierto tono de ironía amigable. Sabía que eso le molestaría a su compañero.
Himeko ya había conseguido su propia mariposa y esta reposaba con tranquilidad sobre su cabeza, agitando las alas con entusiasmo. Himeko sonreía, al menos más de lo normal. La chica recordaba a la perfección el número que le habían asignado a principio de curso, Ciento cuarenta y dos. No tuvo más que acercarse a la lista que estaba colgada en la pared una vez se hubo despejado el lugar de gente y mirar su grupo. Leyó con atención lo que estaba escrito.
No se llevó una sorpresa al adivinar que su amigo había sido asignado al mismo grupo y tampoco tener una desconocida persona en su grupo la inquietaba. El problema de todo eso era su supervisor. ¿Cómo podían haber acabado con una de las mejores de la academia? ¿Acaso su padre estaba detrás de esto? Himeko se sacudió la cabeza y evitó pensar en ello. Ese movimiento brusco provocó que la mariposa de la chica volara asustada hasta su hombro.
Himeko miró a su compañero con una sonrisa y los brazos en jarras. Himeko ya había recogido de su casa una espada proporcionada por su propio padre. Himeko la aceptó en ese momento por cortesía aunque no sin un cierto recelo.
-Sí, claro que hace falta tanta gente. Y no subestimes a los Hollows puede que parezcan debiluchos pero en cuanto te pillen, estas acabado.-comentó con un tono jocoso.-Ahora toca esperar al otro integrante del grupo. Ey, Seikuro ¿sabes de qué trata ese libro que llevas encima? Me imagino que ni siquiera has leído el título –Preguntó con un matiz de burla.-Es un libro que cogí prestado de la biblioteca de mi casa para ti, es un libro sobre lucha con la espada. Saburo se pasó años leyéndolo, puede que a ti también te interese. Tómalo como un regalo de cumpleaños-le guiño un ojo con una débil risita. Seikuro era muy fácil de predecir en cuestión de regalos.
Poco después una presencia se acercó con timidez a los dos estudiantes. Una chica, alta, de facciones finas y de cabellos azabaches y largos miraba con una gran sonrisa a ambos. Sus ojos verdes se posaban alternativamente sobre los chicos y con un gesto saludó a los chicos.
-Encantada, Soy el número setecientos cincuenta y tres, Ji Fu. Un placer conoceros chicos. He oído hablar bastante de vosotros, pero desgraciadamente no estamos en la misma clase. Espero llevarme bien con vosotros.-se presentó con una inmensa amabilidad y una dulce voz que encandiló a Himeko desde el primer momento. Se le antojaba simpática y una persona en la que confiar. Por primera vez la pelirrubia no se dejó llevar por protocolos y tampoco por intrigas e inseguridades. Extendió la mano hacia la joven con una gran sonrisa y se dieron un fuerte apretón de manos.
-Un placer Ji Fu, mi nombre es Himeko, la hija menor de la familia Fujiwara. Encantada de conocerte a ti también.-respondió.
-Muy bien, pues si no querías clases no haberte apuntado para ser shinigami.-respondió en un cierto tono de ironía amigable. Sabía que eso le molestaría a su compañero.
Himeko ya había conseguido su propia mariposa y esta reposaba con tranquilidad sobre su cabeza, agitando las alas con entusiasmo. Himeko sonreía, al menos más de lo normal. La chica recordaba a la perfección el número que le habían asignado a principio de curso, Ciento cuarenta y dos. No tuvo más que acercarse a la lista que estaba colgada en la pared una vez se hubo despejado el lugar de gente y mirar su grupo. Leyó con atención lo que estaba escrito.
“Grupo 4”
Estudiante nº142
Estudiante nº 098
Estudiante nº 753
Supervisora: Myako Jinta
No se llevó una sorpresa al adivinar que su amigo había sido asignado al mismo grupo y tampoco tener una desconocida persona en su grupo la inquietaba. El problema de todo eso era su supervisor. ¿Cómo podían haber acabado con una de las mejores de la academia? ¿Acaso su padre estaba detrás de esto? Himeko se sacudió la cabeza y evitó pensar en ello. Ese movimiento brusco provocó que la mariposa de la chica volara asustada hasta su hombro.
Himeko miró a su compañero con una sonrisa y los brazos en jarras. Himeko ya había recogido de su casa una espada proporcionada por su propio padre. Himeko la aceptó en ese momento por cortesía aunque no sin un cierto recelo.
-Sí, claro que hace falta tanta gente. Y no subestimes a los Hollows puede que parezcan debiluchos pero en cuanto te pillen, estas acabado.-comentó con un tono jocoso.-Ahora toca esperar al otro integrante del grupo. Ey, Seikuro ¿sabes de qué trata ese libro que llevas encima? Me imagino que ni siquiera has leído el título –Preguntó con un matiz de burla.-Es un libro que cogí prestado de la biblioteca de mi casa para ti, es un libro sobre lucha con la espada. Saburo se pasó años leyéndolo, puede que a ti también te interese. Tómalo como un regalo de cumpleaños-le guiño un ojo con una débil risita. Seikuro era muy fácil de predecir en cuestión de regalos.
Poco después una presencia se acercó con timidez a los dos estudiantes. Una chica, alta, de facciones finas y de cabellos azabaches y largos miraba con una gran sonrisa a ambos. Sus ojos verdes se posaban alternativamente sobre los chicos y con un gesto saludó a los chicos.
-Encantada, Soy el número setecientos cincuenta y tres, Ji Fu. Un placer conoceros chicos. He oído hablar bastante de vosotros, pero desgraciadamente no estamos en la misma clase. Espero llevarme bien con vosotros.-se presentó con una inmensa amabilidad y una dulce voz que encandiló a Himeko desde el primer momento. Se le antojaba simpática y una persona en la que confiar. Por primera vez la pelirrubia no se dejó llevar por protocolos y tampoco por intrigas e inseguridades. Extendió la mano hacia la joven con una gran sonrisa y se dieron un fuerte apretón de manos.
-Un placer Ji Fu, mi nombre es Himeko, la hija menor de la familia Fujiwara. Encantada de conocerte a ti también.-respondió.
Himeko Fujiwara- Post : 44
Edad : 31
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