¿Antiguas rencillas? [Flashback]

[OFF: Este post forma parte de la historia de Hideyori Taira y está abierto, en principio, únicamente para la 4º Fracción Akagami Reiko.]

-¿Decías?
-¿¡Eh!, uhm…¿perdone, no sé a qué se..?
- Déjalo. – contestó Taira con un tono de marcada dejadez, mientras hacía el amago de darse la vuelta y proseguir su camino.- No tiene importancia.
- Discúlpeme Hideyo..- intentó proseguir.
- ¿Los patos vuelan? – volvió a interrumpir el arrancar con una extraña muestra de repentino interés, girándose hacia el arrancar con los ojos como platos y una media sonrisa en la cara.
- Pues…emm…yo diría que…
- ¿Perdona? – de nuevo su cara, impasible e indiferente reflejaba un marcado desconcierto.

Una lenta gota de sudor recorría la frente del arrancar raso mientras intentaba procesar aquel cúmulo de confusa información. Sendas gotas de sudor recorrían ya la frente de otros dos arrancars de la misma condición que el anterior, más indecisos y desconcertados si cabe que el primero, sumidos desde hacía diez minutos en sus respectivos intercambios de interrogantes con el 1er arrancar.

Aquella cómica aunque inusual situación acaparaba las miradas de una de las salas comunes de la 4º Sección, mientras que un torbellino de miradas y susurros inquisitivos recorría la estancia ante la perplejidad de los tres rasos que, en un mar de confusión y ansias por aclarar aquel sinsentido de interrogantes y acometidas verbales, no hacían más que desear el fin de la extraña conversación a tres bandas que su particular superior mantenía.

De repente, e ignorando a las tres petrificadas aunque temblorosas entes sin ningún sentido de lo absurdo; Taira se giró en redondo y, dirigiéndose a un cuarto arrancar, de aspecto juvenil y desorientado, le dedicó unas amables palabras:

- ¿Comes sal?

Un estruendoso relámpago de silencio recorrió la sala ante la expectativa de la, con certeza, insegura respuesta del novato. Silencio…

Las agujas del reloj se detuvieron al tiempo que la presión en la cabeza de este último individuo se acentuaba. Aquello era demasiado. ¿Acaso se había vuelto loco su superior? La incertidumbre y los nervios en su mente comenzaron a provocarle una doliente sensación de mareo. Sucesiones de imágenes pasaban frente a sus ojos sin sentido aparente. El tiempo parado. Una sonrisa maliciosa. Una punzante mirada. Un tamborileo sobre el negro puñal. Un… ¡¿desmayo…?!.

- ¡Ouch! Me pasé. – comentó Taira con una mueca más de satisfacción que de preocupación. - ¿Este era nuevo verdad…? – varios arrancars asintieron. – Con razón, si es que ese aburrido de Reiko os tiene mimados…- Dirigió su mirada hacia los tres aún expectantes rasos- y lo peor…no tenéis el menor sentido del humor ni de la cordura. Cualquier hombre que se precie debe conocer y amar el sentido de los sinsentidos y la finalidad de las incongruencias. Sin ellos, todos somos panecillos. No lo olvidéis.

Y con esas enigmáticas palabras y una leve inclinación de cabeza a modo de despedida, el siempre particular arrancar emprendió su camino hacia la salida de la sala.

Sin embargo, de repente comenzó a escuchar unos tranquilos aunque firmes pasos que se acercaban, que le invitaban a darse la vuelta y entablar conversación con el recién llegado…

Andaba ausente por los pasillos de la monótona sección con dirección a la sala principal de ésta. Como siempre,con paso firme y lento para causar la mejor impresión posible en las damiselas con las que se cruzase.

A medida que se acercaba a la puerta escuchaba el característico timbre de una voz ya familiar, que al parecer, ya estaba haciendo de las suyas con los rasos de la sección.

-Este Taira se aburre demasiado, voy a tener que encargarle algo si no quiero tener que reclutar más gente...-pensaba a medida que confirmaba su teoría acerca de la locura y cordura simultáneas del sujeto en cuestión.

En realidad,todo era una prueba mental si ve asumía correctamente.Tratar de razonar lo irrazonable y comprender lo imposible prestando atención, sin volverse paranoico. Al lograr vislumbrar claridad en las palabras de Taira el cerebro aprende a resistirse a las ilusiones y a abstraerse.

La verdad es que era una pena que los rasos no tuviesen capacidad para ello y por tanto,aunque a Reiko no le importase que Taira siguiese con su particular y excéntrico discurso, si le importaba tener que reclutar más gente, así que debía detenerlo.

Alcanzó el umbral de la puerta para ver que el 3º al mando de la sección ya había reparado en su presencia, es más, le estaba esperando aparentemente.

-¿Qué?¿Jugando otra vez con los rasos?-Preguntó retóricamente-Deberías cuidarte un poco más de estas prácticas, ya que no me gustaría que nos quedasemos faltos de efectivos por algún tipo de brote de paranoia generalizada. Creo que necesitas otro entretenimiento... a ver deja que piense...mmm...,vale ya lo tengo mañana a primera hora en el desierto,¿te parece?-terminaba con una media sonrisa que esperaba la aceptación de lo que esperaba que hubiese entendido como un reto.

Antes de que contestase el curioso arrancar,Reiko disolvió aquella multitud que había ido atrayendo Taira, y los mandó a hacer labores propias de su rango.

Tras la pequeña orden se volvió hacia Taira,que ya había tenido tiempo para responder e insistió:
-Bueno,¿qué me contestas?

Y se hizo el silencio…de nuevo.

- Dios mío Akagami, cómo impones. Los corderitos se alejaron nada más te oyeron venir- añadió con una media sonrisa burlona. Reiko sabía perfectamente el respeto mutuo existente entre ellos, lo cual no suponía un impedimento para el libre intercambio de “perlitas” verbales. – Si ya se lo estaba diciendo al tío ese despistado…emmm…el que se estaban llevando a rastras hace un momento…sí ése…eeeehh…bueno tú ya me entiendes…

¡Clock! El sonido de la puerta de la estancia al cerrarse parsimoniosamente tras la salida de todos los rasos se dejó oír gentilmente, acentuando la cómplice sonrisa de Taira.

- Bueno, mostradas mis rarezas y falsas explicaciones ante los rasos, vayamos al grano. – la conversación había cambiado de matiz drásticamente. La antes amistosa mirada parecía ahora emponzoñada, y la despreocupada pose se tornaba amenazadora bajo la luz de una luna blanca y eterna, que acuchillaba unos cristales con aspecto de un velo que sangraba pasajeros destellos.

El arrancar dio un paso hacia delante, quedando a escasos palmos de su superior y, sacando unas amenazadoras manos de entre unos pliegues de su ropa, y asegurándose que no existiese ningún testigo ante la escena del crimen, realizó un súbito movimiento hacia Reiko y…¡lo abrazó!

-¡Cuánto tiempo sin oír esas palabras Reiko, amigo mío!, pensaba que el peso de la responsabilidad te había convertido en uno de esos panecillos malcriados que pululan por doquier. – Reiko, más que intrigarse por la particular alabanza, pareció incluso comprenderla, y quizás, siendo optimistas, hasta casi esbozó una sonrisa. – Por supuesto acepto el desafío, una pelea contra un arrancar de verdad no se vive todos los días, y menos habiendo deseado durante tanto tiempo mostrarte lo mucho que he avanzado. Aunque, caballos bailando, creo que las ranas comprenderán como la arena de la laguna vuela cuando se pone el sol – y, acompañando el acto de darse la vuelta con un amistoso guiño, emprendió su camino de vuelta a sus aposentos, cruzando despreocupadamente alguna que otra pared por el camino, y no sin antes añadir – No te comas el coco Reiko, es sólo una de las mías.

Incoherencias... con Taira ese término debería ser redefinido.Parecía que realmente creía que había sentido en sus palabras,pero bueno, lo interesante de la contestación es que aceptaba su invitación para partirle la boca...aquello prometía ser entretenido.

Taira se despidió con otra de sus perlas dialécticas y atravesó una pared desapareciendo de la escena. Según habían quedado, el duelo sería al dia siguiente en el desierto,o en alguna hectárea de él ; bueno, ya se apañarían para localizarse.

Tras la desaparición del 1º Arrancar de la sección en la que se ubicaban, Reiko se llevó ambas manos a la nuca, y con semblante despreocupado, comenzó a caminar dirección a sus aposentos con la intención de echarse un sueñecito como diría alguno...pero no sin compañía, al fin y al cabo ,había que relajar al cuerpo para el día que se avecinaba.