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[Yoel & Klauss]- El Amanecer - (+18)
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[Yoel & Klauss]- El Amanecer - (+18)
*
La cabeza le daba vueltas, apenas era consciente del sol que comenzaba a acariciar con sus dorados rayos la tela vaporosa de las cortinas, que cubrían la estancia de las miradas indiscretas. Habría sido violento que alguien le descubriera allí, en esos momentos, de aquel modo.
El placer se adueñó de Klauss, que a duras penas pudo contener un gemido satisfecho, surgido de lo más profundo de su ser. La mermelada invadió sus papilas gustativas mientras la mantequilla derretida se fundía con el sabor dulce de las fresas. Se descansó en el pálido respaldo de la silla, cerrando los párpados trémulos y saboreando el desayuno. Entreabrió los ojos dorados y, a través de sus tupidas pestañas, se perdió en la contemplación del techo.
"Gloria... así es como debe saber la gloria."
Preso de las oleadas de regocijo que lo inundaban a cada mordisco, se removió en su asiento y estiró el brazo para alcanzar su bebida. Un vaso mediano de cristal deliciosamente tallado, guardando zumo fresco de naranja en su interior. Al llevárselo a los labios, éstos se abrieron ansiosos para recibir el néctar. Tragó una buena cantidad, reteniendo el último trago en su boca unos momentos, recreándose su sentido del gusto. Suspiró.
"No me importa estar solo si cuento con cosas como estas. Nada podría sustituírlo. Nada..."
El timbre de un despertador resonó en el cuarto contiguo a la cocina. Tensándose al ver que el tiempo se le había venido encima, se puso en pie, rodeando la mesa. Miró a los lados con inquietud, tratando de buscar una solución, pero no la había. Era demasiado tarde. Yoel estaría levantándose en esos instantes, y su furia aumentaría al ser conocedor de la desastrosa noticia.
No había más mermelada de fresa para las tostadas.
Klauss- Arrancar Dexter
- Post : 211
Edad : 34
Re: [Yoel & Klauss]- El Amanecer - (+18)
Tenía el cuerpo sudoroso y notaba el pulso acelerado. Había tenido un sueño desagradable, pero como siempre, el despertador le arrancaba de sus pesadillas bruscamente y no recordaba nada. Pasó sus largos dedos lentamente por la camisa abierta, rozando su pecho y llevándolos hasta el ombligo; sintiendo las frías gotas con las yemas de sus dedos, tocando su suave y blanquecina piel, mientras pensaba en todo lo que tendría que hacer aquel día.
El aroma a tostadas y a café le sacó de su ensimismamiento, así que se levantó, se quitó la camisa, dejándola con desprecio en un rincón de la habitación, para luego coger una chaqueta oscura, y ponérsela por encima. El contacto era suave y cálido, por lo que Yoel no pudo contener un ligero suspiro placentero. Se dirigió a la cocina, y nada más ver la expresión de pánico de Klauss, supo que algo no iba bien. Recorrió la estancia con la mirada, buscando aquello que escondía el joven de ojos dorados. Todo parecía normal: el café estaba recién hecho, había zumo de naranja, la mantequilla no se había derretido, y la mermelada de fresa estaba vacía. Vacía, pensó Yoel mientras el corazón le daba un vuelco. No comprendía como aquel miserable andrajoso había osado acabarse la mermelada.
Aunque estaba enfurecido, Yoel mostró a su querido compañero una sonrisa afable, sin poder esconder la tormenta que se veía en sus ojos. Acercó un cuenco de nata montada que había casualmente en la mesa, y hundió sus dedos en él, para luego llevárselos a la boca. Notaba la textura suave y cremosa de aquella sustancia blanquecina que recorría su lengua hasta su garganta con facilidad, y por un momento, mientras cerraba los ojos sintiendo un placer semejante al éxtasis, olvidó el enfado; pero en cuanto volvió a abrir los ojos y se encontró con la mirada de Klauss, la rabia volvió a aflorar por todo su ser como veneno en la sangre.
Volvió a coger nata, pero esta vez no se la tomó, sino que se acercó al Arrancar, que estaba cerca de la mesa, y se inclinó hacia él, agarrándole fuertemente de su cabello oscuro, y situando su rostro a escasos centímetros del suyo, escuchando claramente su respiración entrecortada. Acercó la mano manchada de nata y le rozó los labios suavemente con el ungüento, entreabriendo un poco su boca con delicadeza, para que algunas de las gotas llegasen hasta su lengua, y pudiese saborear la empalagosa y adictiva nata.
- Mi hermoso y travieso Klauss…- dijo con una voz suave pero amenazante-. Me puedes explicar por qué no queda mermelada de fresa- estiró un poco más su cabellos, notando la resistencia de su cuero cabelludo, y siguió hablando-. Sabes que me tomo muy en serio mis desayunos, y aún así, has decidido probarme.
Separó su mano de los labios del chico, y cogió el resto de tostada que le quedaba en la mano de Klauss, para comérselo a modo de venganza, ahogando una mueca de repugnancia por la mantequilla. Después, miró al joven moreno desafiante, ya que éste sabía perfectamente la aversión que tenía Yoel por la mantequilla.
El aroma a tostadas y a café le sacó de su ensimismamiento, así que se levantó, se quitó la camisa, dejándola con desprecio en un rincón de la habitación, para luego coger una chaqueta oscura, y ponérsela por encima. El contacto era suave y cálido, por lo que Yoel no pudo contener un ligero suspiro placentero. Se dirigió a la cocina, y nada más ver la expresión de pánico de Klauss, supo que algo no iba bien. Recorrió la estancia con la mirada, buscando aquello que escondía el joven de ojos dorados. Todo parecía normal: el café estaba recién hecho, había zumo de naranja, la mantequilla no se había derretido, y la mermelada de fresa estaba vacía. Vacía, pensó Yoel mientras el corazón le daba un vuelco. No comprendía como aquel miserable andrajoso había osado acabarse la mermelada.
Aunque estaba enfurecido, Yoel mostró a su querido compañero una sonrisa afable, sin poder esconder la tormenta que se veía en sus ojos. Acercó un cuenco de nata montada que había casualmente en la mesa, y hundió sus dedos en él, para luego llevárselos a la boca. Notaba la textura suave y cremosa de aquella sustancia blanquecina que recorría su lengua hasta su garganta con facilidad, y por un momento, mientras cerraba los ojos sintiendo un placer semejante al éxtasis, olvidó el enfado; pero en cuanto volvió a abrir los ojos y se encontró con la mirada de Klauss, la rabia volvió a aflorar por todo su ser como veneno en la sangre.
Volvió a coger nata, pero esta vez no se la tomó, sino que se acercó al Arrancar, que estaba cerca de la mesa, y se inclinó hacia él, agarrándole fuertemente de su cabello oscuro, y situando su rostro a escasos centímetros del suyo, escuchando claramente su respiración entrecortada. Acercó la mano manchada de nata y le rozó los labios suavemente con el ungüento, entreabriendo un poco su boca con delicadeza, para que algunas de las gotas llegasen hasta su lengua, y pudiese saborear la empalagosa y adictiva nata.
- Mi hermoso y travieso Klauss…- dijo con una voz suave pero amenazante-. Me puedes explicar por qué no queda mermelada de fresa- estiró un poco más su cabellos, notando la resistencia de su cuero cabelludo, y siguió hablando-. Sabes que me tomo muy en serio mis desayunos, y aún así, has decidido probarme.
Separó su mano de los labios del chico, y cogió el resto de tostada que le quedaba en la mano de Klauss, para comérselo a modo de venganza, ahogando una mueca de repugnancia por la mantequilla. Después, miró al joven moreno desafiante, ya que éste sabía perfectamente la aversión que tenía Yoel por la mantequilla.
Yoel- Espada Dexter
- Post : 166
Edad : 34
Re: [Yoel & Klauss]- El Amanecer - (+18)
Pensó en un principio que no se percataría de la ausencia cuando sus ojos grisáceos ignoraron el bote vacío de la mermelada para posarse en los cubiertos. Pero se había dado cuenta. Yoel siempre se daba cuenta de esas cosas.
Tragó saliva y retrocedió cautelosamente hasta que su espalda topó con el borde de la mesa. A pesar de que los labios levemente rosados y suaves de su compañero se habían curvado en una sonrisa, conocía el castigo que pensaba darle con solo mirarle a los ojos.
-Yoel...- quiso comenzar a decir, pero calló al verle tomar el recipiente con la nata. Al contemplar cómo sus dedos de hundían en esa cremosidad blanca, la voz le abandonó. El hombre de cabellos blancos y sedosos parecía experimentar un placer profundo y secreto con su sabor. Quiso probarlo.
Y entonces, con un ímpetu repentino, Yoel clavó la mirada en su rostró y le abordó sin contemplaciones, aferrándole por el cabello. Klauss no pudo hacer nada por evitar que aquel pequeño pero audible plañido de dolor brotase de sus labios. Notaba su pulso acelerado bajo la fina camisa que vestía, y un estremecimiento le recorrió la columna al percatarse de la casi inexistente distancia que había entre ambos.
Quiso preguntarle qué iba a hacerle, pero temía su respuesta. Para su sorpresa, Yoel tomó algo más de nata, pero esta vez para dársela a probar. Mirándole a los ojos, permitió que aquellos dedos dulces entreabrieran su boca. Timidamente, la punta de su golosa lengua recogió la espumosidad que impregnaba las yemas de los dedos del joven. Tan delicioso era su sabor que estuvo cerca de olvidar lo que ocurría. Alzó su mano libre para tomar la muñeca de Yoel y así poder lamer hasta la última gota de nata que pudiera haber resbalado sobre sus dedos. Pero la violencia volvió a dominarle, y las afiladas palabras del otro lo sacaron de su ensoñación.
-No te atrevas...-comenzó a decir. Su volúmen al hablar era muy bajo, como si fueran a compartir confidencias-. No te atrevas a culparme, desgraciado... Bien sabías que era a ti al que le correspondía hacer la compra esta semana.
Y por fin una pequeña nota gratificante en esa mañana. Sí... el sabor salado profanando el de las fresas, y la adversión de aquel ingrato hombre hacia la mezcla. Le complació saber que al menos él tampoco estaba disfrutando de aquello.
-¿Qué ocurre?- preguntó, concediéndose cierto tono burlón a pesar de que su posición no era la más afortunada- Parece que hay algo que no es de tu gusto...
Con rapidez, sus dedos pálidos atenazaron la descubierta garganta de Yoel, sorprendiéndose por su cálida temperatura, pero dispuesto a no dejarse someter por aquel ser despreciable.
-¿Sabes qué te digo, jefe?- dijo, dándole un matiz despectivo a la ultima palabra.- Que si no te gusta... te jodes. Así es como aprenderás a dejar de ser un indisciplinado. No pienso permitir que sigas tratándome como a un sirviente.
A pesar del desafío de sus palabras, una parte de él estaba invadida por el temor. Conocía su fuerza, su carácter... Y sabía que sería difícil oponerse, como tantas otras veces había intentado, al dominio que el joven de melena interminablemente plateada y ojos fríos trataba de lograr siempre sobre su persona.
-Seguiré arrebatándote todo lo que deseas, todo lo que admiras... hasta que no te quede nada. Quizá entonces te dignes a cumplir con tus tareas.
Sin aflojar la fuerza de su agarre, movió el dedo pulgar para perfilar una parte de la mandíbula hasta el mentón en una fugaz caricia. Encima osaba tener la piel condenadamente suave.
-Perro desobediente...
¿Cómo se sentiría Yoel ahora que comenzaban a responderle con el mismo trato?
Tragó saliva y retrocedió cautelosamente hasta que su espalda topó con el borde de la mesa. A pesar de que los labios levemente rosados y suaves de su compañero se habían curvado en una sonrisa, conocía el castigo que pensaba darle con solo mirarle a los ojos.
-Yoel...- quiso comenzar a decir, pero calló al verle tomar el recipiente con la nata. Al contemplar cómo sus dedos de hundían en esa cremosidad blanca, la voz le abandonó. El hombre de cabellos blancos y sedosos parecía experimentar un placer profundo y secreto con su sabor. Quiso probarlo.
Y entonces, con un ímpetu repentino, Yoel clavó la mirada en su rostró y le abordó sin contemplaciones, aferrándole por el cabello. Klauss no pudo hacer nada por evitar que aquel pequeño pero audible plañido de dolor brotase de sus labios. Notaba su pulso acelerado bajo la fina camisa que vestía, y un estremecimiento le recorrió la columna al percatarse de la casi inexistente distancia que había entre ambos.
Quiso preguntarle qué iba a hacerle, pero temía su respuesta. Para su sorpresa, Yoel tomó algo más de nata, pero esta vez para dársela a probar. Mirándole a los ojos, permitió que aquellos dedos dulces entreabrieran su boca. Timidamente, la punta de su golosa lengua recogió la espumosidad que impregnaba las yemas de los dedos del joven. Tan delicioso era su sabor que estuvo cerca de olvidar lo que ocurría. Alzó su mano libre para tomar la muñeca de Yoel y así poder lamer hasta la última gota de nata que pudiera haber resbalado sobre sus dedos. Pero la violencia volvió a dominarle, y las afiladas palabras del otro lo sacaron de su ensoñación.
-No te atrevas...-comenzó a decir. Su volúmen al hablar era muy bajo, como si fueran a compartir confidencias-. No te atrevas a culparme, desgraciado... Bien sabías que era a ti al que le correspondía hacer la compra esta semana.
Y por fin una pequeña nota gratificante en esa mañana. Sí... el sabor salado profanando el de las fresas, y la adversión de aquel ingrato hombre hacia la mezcla. Le complació saber que al menos él tampoco estaba disfrutando de aquello.
-¿Qué ocurre?- preguntó, concediéndose cierto tono burlón a pesar de que su posición no era la más afortunada- Parece que hay algo que no es de tu gusto...
Con rapidez, sus dedos pálidos atenazaron la descubierta garganta de Yoel, sorprendiéndose por su cálida temperatura, pero dispuesto a no dejarse someter por aquel ser despreciable.
-¿Sabes qué te digo, jefe?- dijo, dándole un matiz despectivo a la ultima palabra.- Que si no te gusta... te jodes. Así es como aprenderás a dejar de ser un indisciplinado. No pienso permitir que sigas tratándome como a un sirviente.
A pesar del desafío de sus palabras, una parte de él estaba invadida por el temor. Conocía su fuerza, su carácter... Y sabía que sería difícil oponerse, como tantas otras veces había intentado, al dominio que el joven de melena interminablemente plateada y ojos fríos trataba de lograr siempre sobre su persona.
-Seguiré arrebatándote todo lo que deseas, todo lo que admiras... hasta que no te quede nada. Quizá entonces te dignes a cumplir con tus tareas.
Sin aflojar la fuerza de su agarre, movió el dedo pulgar para perfilar una parte de la mandíbula hasta el mentón en una fugaz caricia. Encima osaba tener la piel condenadamente suave.
-Perro desobediente...
¿Cómo se sentiría Yoel ahora que comenzaban a responderle con el mismo trato?
Klauss- Arrancar Dexter
- Post : 211
Edad : 34
Re: [Yoel & Klauss]- El Amanecer - (+18)
Notó su fría mano presionando su cuello, y aunque la acción era para infringirle dolor, el movimiento era delicado y casi se podría llegar a decir que retorcidamente cariñoso. Yoel no estaba acostumbrado a que Klauss se revelase contra él. Hasta el momento, había conseguido que hiciese todas las tareas de casa con su traje de porno-chacha, aunque ambos se habían repartido las tareas de manera ecuánime. Siendo de un rango superior que el joven moreno, no podía permitir que éste hiciese lo que quisiera y menos se alzase contra él.
El arrancar de ojos grisáceos, apartó la mano de Klauss, y aún agarrándole por el cabello, le lanzó contra la mesa, para poder buscar algo en la mesa con lo que pudiese contraatacar a aquella vil babosa que quería imponerse sobre él. Sabía que no podía tardar, por lo que corrió a la nevera, y cogió una enorme butifarra- regalo de unos amigos de norte de España-, y se lanzó contra su enemigo esgrimiéndola como una espada. El golpe fue directo a la mandíbula, y Yoel observó con deleite como el Primer Arrancar recibía de lleno un “¡zas! en toda la boca!”, sin que éste lo hubiese podido ver. Vio como aquel mal nacido se inclinaba hacia atrás mientras la enorme salchicha rozaba su mandíbula y le daba directamente la boca, golpeando brutalmente sus labios como si aquel elemento alargado sólo buscase el contacto cálido de éstos.* Imagínate que es una…, pensó la Fracción, mientras se reía con una sonora carcajada, para burlarse de su contrincante.
-Jamás me rebajaré al nivel de un cuervo harapiento como tú. No pienso hacer las tareas que puedan hacer otros con más tiempo. Lucha si crees que puedes joderme a mí.
Dicho esto, alzó de nuevo la butifarra, y se separó de Klauss a la espera de su reacción, ya que sabía que lo que le acababa de hacer le había herido fuertemente en el orgullo, si es que le quedaba algo de éste. Había que luchar para que todo siguiese tal como estaba, y no iba a dejarse vencer por un niñato que apenas había visto mundo.
OFF: Se me había olvidado, con lo bien que me lo paso xDD En fin, no es mucho, pero algo es.
*Broma que me hizo una amiga: Poner un dedo en la boca de alguien y decirle que se imagine que es un pene xDDD Es una subnormalidad, pero a mí me hace gracia xDD
El arrancar de ojos grisáceos, apartó la mano de Klauss, y aún agarrándole por el cabello, le lanzó contra la mesa, para poder buscar algo en la mesa con lo que pudiese contraatacar a aquella vil babosa que quería imponerse sobre él. Sabía que no podía tardar, por lo que corrió a la nevera, y cogió una enorme butifarra- regalo de unos amigos de norte de España-, y se lanzó contra su enemigo esgrimiéndola como una espada. El golpe fue directo a la mandíbula, y Yoel observó con deleite como el Primer Arrancar recibía de lleno un “¡zas! en toda la boca!”, sin que éste lo hubiese podido ver. Vio como aquel mal nacido se inclinaba hacia atrás mientras la enorme salchicha rozaba su mandíbula y le daba directamente la boca, golpeando brutalmente sus labios como si aquel elemento alargado sólo buscase el contacto cálido de éstos.* Imagínate que es una…, pensó la Fracción, mientras se reía con una sonora carcajada, para burlarse de su contrincante.
-Jamás me rebajaré al nivel de un cuervo harapiento como tú. No pienso hacer las tareas que puedan hacer otros con más tiempo. Lucha si crees que puedes joderme a mí.
Dicho esto, alzó de nuevo la butifarra, y se separó de Klauss a la espera de su reacción, ya que sabía que lo que le acababa de hacer le había herido fuertemente en el orgullo, si es que le quedaba algo de éste. Había que luchar para que todo siguiese tal como estaba, y no iba a dejarse vencer por un niñato que apenas había visto mundo.
OFF: Se me había olvidado, con lo bien que me lo paso xDD En fin, no es mucho, pero algo es.
*Broma que me hizo una amiga: Poner un dedo en la boca de alguien y decirle que se imagine que es un pene xDDD Es una subnormalidad, pero a mí me hace gracia xDD
Yoel- Espada Dexter
- Post : 166
Edad : 34
Re: [Yoel & Klauss]- El Amanecer - (+18)
La sangre humedecía sus labios partidos, dejándole un regusto óxido en la boca, cuando pasó la lengua por ellos para limpiarlos. No era la primera vez que Yoel lo degradaba de ese modo, dándole el trato que se merecería alguien vulgar y despreciable. Pero ya había sufrido demasiadas vejaciones, demasiadas veces se habían regodeado de su miseria como para que ahora ese golpe pasara a significar su derrota. Si aquel hombre de crueldad lupina pensaba que le había vencido, esque era más ingenuo de lo que se estimaba.
-No puedo caer más bajo de lo que ya estoy, donde tú me has arrastrado. Por eso ya es hora de que comparta contigo el amargo sabor de la vergüenza- reveló con un porte informal y peligroso a la vez, todavía apoyado de espaldas sobre la mesa, con tal tranquilidad que daba a pensar que no se encontraba incómodo en esa posición. Finalmente se incorporó, ignorando la necesidad de recomponer su aspecto. Dio cada uno de los pasos con una cansina deliberación, como si los contara. Sin pedir permiso, bajó la mirada hasta la inusual arma que Yoel aferraba decididamente-. Es grande. Quizá demasiado para lo que tus manos están acostumbradas a sostener- dijo malintencionadamente mientras sus dedos índice y corazón se deslizaban por la aceitosa longitud del objeto, girando a mitad de camino la muñeca para ahora sumar el pulgar a la caricia descendente, hasta que se topó con las manos de su superior. Klauss le tomó de las muñecas y se lo acercó de un tirón-. Algunos dirían que sufres cierto complejo de inferioridad-.Aspiró profunda, osadamente, el perfume natural que impregnaba su ser. Sus labios se convirtieron en una pálida línea recta, antes de que golpease la frente de Yoel, unos centrímetos más bajo que él, con la suya. Ignoró el dolor mientras se deshacía del aturdimiento con una sacudida de cabeza, y se apresuró a coger la cafetera por el mango y, a sabiendas de que el líquido que contenía estaba hirviendo, se lo arrojó al otro con intención de escaldarle.
-¡Pienso destrozarte, Yoel!- dijo con voz firme-. Ya estoy harto de esta situación...
Su determinación nacía de todas las heridas, de las noches en las que se había visto obligado a acudir a la habitación de Yoel para cumplir sus absurdos caprichos: cepillarle la larga melena cien veces, mirar debajo del colchçón que no hubiera ningun hollow escondido, asegurarse de que en el primer cajón de la mesita de luz hubiesen suficientes cajetillas de tabaco, ponerle las bolsas de agua caliente en la cama para que pudiese dormir con los pies calentitos, hacerle un masaje de cejas para que éstas estuviesen listas para arquearse con sarcasmo o excepticismo cada vez que él lo necesitase... ¡Masajes en las cejas! Aunque nada era tan humillante como hacerle la pedicura...
-No puedo caer más bajo de lo que ya estoy, donde tú me has arrastrado. Por eso ya es hora de que comparta contigo el amargo sabor de la vergüenza- reveló con un porte informal y peligroso a la vez, todavía apoyado de espaldas sobre la mesa, con tal tranquilidad que daba a pensar que no se encontraba incómodo en esa posición. Finalmente se incorporó, ignorando la necesidad de recomponer su aspecto. Dio cada uno de los pasos con una cansina deliberación, como si los contara. Sin pedir permiso, bajó la mirada hasta la inusual arma que Yoel aferraba decididamente-. Es grande. Quizá demasiado para lo que tus manos están acostumbradas a sostener- dijo malintencionadamente mientras sus dedos índice y corazón se deslizaban por la aceitosa longitud del objeto, girando a mitad de camino la muñeca para ahora sumar el pulgar a la caricia descendente, hasta que se topó con las manos de su superior. Klauss le tomó de las muñecas y se lo acercó de un tirón-. Algunos dirían que sufres cierto complejo de inferioridad-.Aspiró profunda, osadamente, el perfume natural que impregnaba su ser. Sus labios se convirtieron en una pálida línea recta, antes de que golpease la frente de Yoel, unos centrímetos más bajo que él, con la suya. Ignoró el dolor mientras se deshacía del aturdimiento con una sacudida de cabeza, y se apresuró a coger la cafetera por el mango y, a sabiendas de que el líquido que contenía estaba hirviendo, se lo arrojó al otro con intención de escaldarle.
-¡Pienso destrozarte, Yoel!- dijo con voz firme-. Ya estoy harto de esta situación...
Su determinación nacía de todas las heridas, de las noches en las que se había visto obligado a acudir a la habitación de Yoel para cumplir sus absurdos caprichos: cepillarle la larga melena cien veces, mirar debajo del colchçón que no hubiera ningun hollow escondido, asegurarse de que en el primer cajón de la mesita de luz hubiesen suficientes cajetillas de tabaco, ponerle las bolsas de agua caliente en la cama para que pudiese dormir con los pies calentitos, hacerle un masaje de cejas para que éstas estuviesen listas para arquearse con sarcasmo o excepticismo cada vez que él lo necesitase... ¡Masajes en las cejas! Aunque nada era tan humillante como hacerle la pedicura...
Klauss- Arrancar Dexter
- Post : 211
Edad : 34
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