Calma y conversación [Abierto si a alguien le da la picada xD]

Entrenamiento, estúpido, incoherente, e inservible entrenamiento. Shuyin tenía mucho trabajo en el laboratorio, muchas tareas que atender, y por supuesto, muchos juegos a los que jugar, sin embargo, sus compañeros de la división y él habían llegado a un acuerdo por ambas partes en el cual. Él prometía mantenerse en forma y entrenar una vez a la semana al menos, a cambio de que ellos echasen doce horas extra el mismo día. Le parecía un trato justo, pese a que que aquella previsible visita se le hacía cada día más aburrida.

Aparte, el teniente consideraba su entrenamiento un desperdicio, él entrenaba todos los días, correteando de un lado para otro, saltándo de un lado a otro, y deslizándose tras sus socios con aire amenazante, apenas necesitaba recurrir al arma, y eso no le parecía un problema, sabía que Hohoemi no le fallaría cuando la necesitase, en cuanto a su habilidad... Cargaba aparatos de un lado para otro de un modo casi constante, su fuerza no se había visto reducida lo más mínimo, y su soltura con el arma era casi más "gracia divina" que fruto del constante entrenamiento, no sabía por que se defendía bien con la espada, símplemente, la dejaba ir donde quería, era fácil.

Aún así, se plantó ante la enorme puerta del recinto especial de prácticas, saludó con un bostezo y el alzamiento de un brazo a un shinigami que parecía ser el "guardia" a aquella hora, y le señaló la puerta que quería, la misma que elegía siempre... Cada semana...

Entró en una enorme sala, de paredes blancas, suelo blanco y techo del mismo, una habitación grande, y tristemente vacía, el shinigami le dedicó desde atrás algunas palabras que Shuyin no se molestó en escuchar, y cerró tras de sí dejándole solo en aquella aburrida habitación.

Miró a su alrededor, contemplando el triste lugar, y, en tono tranquilo, comenzó a entonar una lenta y triste cancioncilla, realizando "shunpo" de un lado para otro, intentando aparecerse en distintos lugares sin perder el hilo de su canción, sin dejar de entonar, haciendo que el foco de la música se moviese, sin un corte en el hilo que permitiese "sentir" el movimiento.

Sería estúpido decir cuanto tiempo estuvo así, sí algunos minutos, o un par de horas... El tiempo no importaba demasiado, solo el cansancio, y Akira Shuyin poseía un horario de sueño descolocado, pudiendo dormir igual de bien a las seis de la madrugada, que de la tarde, rara vez se sentía agotado.

Cuando terminó la última de las treinta canciones entonadas, se sentó el suelo, con las piernas cruzadas y respirando con tranquilidad, observando la tranquila sala. Un lugar donde el único ruido producido era el que él mismo hacía, y que parecía aislarlo en otra dimensión.

Se paró a contemplar la funda de su Katana, palpándola con la yema de los dedos, y dejándo que se posasen sobre las pupilas de los ojos que venían grabados en ésta.

"Parece que puedas verlo todo, estando metida ahí a oscuras... ¿Eh? Resulta de lo más irónico, y a pesar de ello. ¿Puedo preguntarte?" Comentó Shuyin desenvainando el arma, y colocándola ante sí, girada, empuñando el arma con su brazo derecho fuertemente por el mango, y dejándo la hoja tocando levemente el suelo, reflejándose a sí mismo en el brillante acero de la hoja.

"Debes estar aburrida, últimamente las investigaciones no te han dejado tomar el aire, y eso que solo somos los segundos al cargo... ¿Eh?... Desde que el Capitán desapareció nos ha caído bastante trabajo encima. ¿Seguimos siendo los mismos? ¿O estamos entre un punto intermedio entre lo que era nuestro superior, y lo que éramos nosotros?"

No supo si el arma vibró, o la hizo vibrar él, pero Shuyin afirmó con la cabeza, aquel era el mejor lugar...

"Bankai... Bankai... Para llegar a Capitán se debe tener Bankai... Los shinigamis quieren tener Bankai... Los tenientes entrenan para el Bankai... Los hollows desarrollan algo similar al Bankai... Y supongo que dentro de poco tiempo, los humanos inventarán algún juego llamado Bankai... ¿A ti qué te parece?" Preguntó el teniente con el ceño fruncido, observando el reflejo de sus rojos ojos.

El arma vibró, y Shuyin levantó la cabeza, soltando un lento suspiro que dejaba escapar una paciencia que no conocía.

"Yo creo que lo más divertido del Bankai es el cambio, el descubrimiento de algo nuevo... Aunque en realidad..." Miró la espada con seriedad.

"No es nuevo, siempre ha estado ahí... Sí... Ya sé que no es tu culpa, yo ya conozco perfectamente nuestro enlace, y sé lo que me ofreces... Pero supongo que nunca nos ha sido necesario, llevamos una vida cómoda, además..." Shuyin sonrió marcadamente mirando su arma.

"Ambos somos iguales... Y no me la quiero jugar... Sé perfectamente que, de no salirme a la primera, el mosqueo que te pillarás se volverá en mi contra durante dios sabe cuanto tiempo."
Una carcajada.

"No te preocupes, no hay ninguna prisa... Cuando quieras mostrarmelo, tendré paciencia y lo observaré... De principio a fin..."

Su espada vibró una vez más, y él mantuvo la mirada en ella, sonriente, aislado en su propia burbuja de color blanco pared.

La mente de Akira siguió divagando por los entrelazos de su mente durante horas, tocando pensamientos y repasando vivencias, se había quedado eclipsado, pareciendo ver una película de sí mismo, pero que estaba puesta marcha atrás. Lo que era, lo que fué, lo que empezó siendo... Recuerdos...

"...Retuércelos Hohoemi..." Murmuró el teniente con tono apagado.

Su espada volvió a brillar, ensanchándose y dejándo aparecer unos pequeños y redondos agujeritos en su firme hoja de acero, la espada profirió un leve bufido, y un gas de color amarillento comenzó a brotar de ella.

Shuyin se levantó, sonriendo, y realizó un par de "Shunpo" por la habitación, el gas iba amontonándose, llenando el interior del recinto, y haciendo que todo cobrase una película de color amarillo.
Shuyin soltó una carcajada, a pesar de ser inmune a su querida y preciada compañera.

"No importa pasado ni presente, lo que importa es el futuro, y la capacidad para llegar a él... Y yo, sin duda, lo tengo."

Se giró hacia la puerta de la sala de entrenamiento y la pateó con fuerza, haciéndola saltar por los aires, y sorprendiendo al shinigami que vigilaba justo a su lado.

Una enorme bocanada de gas salió de la habitación, expandiéndose por el nuevo aire que se le había ofrecido, y bañando al shinigami, que, con aspecto asustado, cambiaba drásticamente de expresión al respirar, riendo agitadamente y cayendo al suelo, sin poder hacer otra cosa que reír y agarrarse el estómago.

Shuyin sonrió, acercándose al shinigami, y colocando su espada a la altura del cuello de éste.

"Ponte serio... Estás de guardia..." Y con una mirada que habría aterrorizado a cualquier lunático, desapareció de allí, dejando al lloroso y ahora estable guardián, colocandose en pie, y estudiando, con renovada tranquilidad, lo que acababa de ocurrirle.

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Fin del tema.