Un nuevo comienzo

La habitación situada en la 1ª división se encontraba oscurecida, pues tan sólo un par de rayos atravesaban las persianas y lograban inmiscuirse en el cuarto para evitar que el negro lo cubriera todo impasiblemente.

Koyuki se encontraba sentado, meditante, casi como si intentara esconderse en aquella oscuridad.

Era bien cierto que había vivido muchas batallas, que había sufrido la muerte de muchos compañeros y amigos y que había logrado superar a todo aquello. Pero este era uno de los golpes más duros que le había dado la vida.

Tantos capitanes muertos, tanta destrucción en un sólo punto debería dejarle marca incluso al más experimentado de los guerreros. Perder a tantos compañeros, algunos incluso a los que trataba como si fueran sus hijos. Provo, Samura, Saori, Valeria... Incluso la pequeña Hito-chan, la cual había visto crecer.

¿Estará pensando Marcus por lo mismo? Se preguntó para si mismo.
Él y el espada eran algo más que simples combatientes, eran enemigos íntimos. Quizás fueran el resultado de un destino que había creado al uno en contraposición del otro para que el bien y el mal, el infierno y el cielo, quedaran equilibrados de alguna extraña manera.

Pero no había que dejarse llevar por la tristeza. No podía dejarse llevar.


Un halo de luz alumbró la habitación, haciendo que todo se pudiera ver claramente.
En el centro de aquella puerta que había hecho que la realidad acudiera al despacho del capitán se encontraba el teniente de la 1ª división, serio y recio. También con signos obvios de tristeza, pero con una entereza que era envidiada en el Seiterei.

- Koyuki-dono, es hora de que haga llamar a los nuevos capitanes. - Aconsejó, con voz decidida y directa, esquivando también un saludo, señal de su intención de acontecer a los trabajos primero que a las formalidades.

El comandante dió un pequeño suspiro, preparandose para lo que estaba por venir. Las nuevas épocas necesitan de sangre nueva, y ahora habría nuevos capitanes en el Seiterei. Aunque no estuvieran llenas todas las divisiones, si sería suficiente para poder ir rehaciendose poco a poco.

- Avisa a los tenientes que van a ascender. Que se vayan dirigiendo a la sala de reunión de capitanes. - Dijo secamente. Era hora de ponerse en marcha.