El Comienzo de Tora

Tora acababa de ser designado Shinigami, por lo que se dirigió a las instalaciones de la 7ª division.

Tora camino hacia los circulos interiores del Seireitei donde se podian observar unas torres de vigilancia, que al parecer servian de puestos de vigilancia al Septimo Escuadron. Al llegar, lo primero que pudo observar Tora fue un conjunto de edificios, alrededor del cual se encontraba un gran patio de tierra y hierba, donde se hayaban multitud de shinigamis.

Mientras se dirigia hacia los aposentos de la 7ª Division, Tora se preguntaba a si mismo - ¿Donde viviré yo ahora? Tengo entendido que los que no tienen domicilio, pueden alojarse en dormitorios de la division - murmuraba para sus adentros a medida que se acercaba a su destino.

Siempre habia soñado con convertirse en shinigami, así que al encontrarse frente a las instalaciones de la 7ª division, inspiro profundamente, intentando calmar sus nervios del primer dia, una vez se sintio relajado, abrió la puerta, encontrandose ante un grupo de compañeros que se encontraban practicando en un gran patio. De repente, todas las miradas se dirigieron hacia él, unas miradas parecian desafiantes, como de rechazo, otras sin embargo, parecian más amistosas, Tora simplemente saludó presentandose.

-Saludos, compañeros - dijo Shiro con un tono amable, aunque a la par cauteloso. - Ups, disculpen las molestias - dijo sonriendo, - Me llamo Shiro Tora, soy un nuevo miembro de la división - prosiguió.

Después de presentarse, Tora solicito la ayuda de sus compañeros, para dirigirse a las instalaciones del capitan, y presentarse ante el mismo. Sin embargo, nadie le hizo el más minimo caso, y quedó algo confuso. Giro la mirada hacia una zona en la que se encontraba lo que parecia ser una oficina, y pudo observar una sombra imponente, quedando impresionado, Tora se coloco en posición de combate, el puño izquierdo protegiendo la cara, mientras el derecho se mantenia a la altura de la cadera, las piernas semiflexionadas, la izquierda algo adelantada, y la derecha en posición horizontal, como si de un metodo de frenado se tratase.

De pronto, la sombra desapareció, y Tora pudo sentir un poderoso Reiatsu tras él. Paralizado y pensativo se preguntaba - ¿Que o quien demonios era eso? -

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Off-Rol: He escrito el post pensando en que el capitan de la division lo continue, espero que no moleste a nadie.

Un joven de largo cabello oscuro apareció por detrás del shinigami. Vestía el haori blanco de capitán y en sus labios se dibujaba una sonrisa inocente y amable.

-Vaya, no te tengo visto por aquí. Espero no haberte asustado -dijo, viendo su posición de combate-. A veces hay que dejar que la zanpakutou se materialice, ya sabes, para compenetrarse con ella y todas esas cosas que nos enseñan en la Academia. El único problema es que mi zanpakutou tiene algunos serios problemas de autocontrol. Te aconsejo que llames siempre antes de entrar -le indicó, medio en serio y medio en broma, mientras se ocupaba en ordenar varias de las cosas que Genma en su siempre irritante hiperactividad había sacado de sitio.

¿Problemas de autocontrol?, protestó la voz de la zanpakutou en el interior de su cabeza, Tú también los tendrías si tuvieras que pasarte el día enfundado en el obi de alguien tan aburrido como tú...

El capitán Kobayashi puso los ojos en blanco y dejó escapar un suspiro. Ignorando completamente la voz de su espada, le sonrió al joven y le dijo:

-Perdona mi falta de educación: soy el Capitán del Séptimo Escuadrón, Kobayashi Hayato. ¿Puedo ayudarte en algo?

Al escuchar la voz de aquel capitan, el shinigami se relajo, parecia transmitir calma y se dirigio a el. - Mis disculpas Capitan Hayato, me llamo Shiro Tora, soy un nuevo miembro de la división, precisamente le buscaba a usted - respondió Tora con gesto sonriente.

- Ahora que me he presentado, habia algo que me comia por dentro., me preguntaba como seria mi vida de shinigami, no se donde voy a vivir, y estoy impaciente por comenzar mi nueva vida, así pues, estoy a sus ordenes para lo que usted crea oportuno - prosiguio Tora ahora con un gesto más educado, esperando la respuesta de su capitan.

-Bienvenido al Escuadrón, entonces -respondió el capitán, con una sonrisa-. Siempre es bueno tener nuevas incorporaciones -de repente, como recordando algo, pasó por al lado de Tora, indicándole que le siguiera-. Ven. Te enseñaré las dependencias de la División.

Comenzó a andar a paso lento, esperando que el shinigami le alcanzara. Mientras andaban, iba hablando:

-Ya conoces el edificio principal. Aquí llevamos a cabo la mayor parte de nuestra jornada. Es donde comemos, donde nos reunimos y donde entrenamos cuando no salimos al exterior. Solemos sentarnos de izquierda a derecha, primero los oficiales y después el resto de miembros en orden de antigüedad. Por tanto, tu posición, como recién llegado, será a la derecha del todo y hacia el final. Siéntete libre para preguntar lo que necesites a cualquier senpai. Toma ejemplo de ellos y, a cambio, transmítelo a los que lleguen después de ti. La confianza y el respeto mutuos son los pilares sobre los que se asienta este Escuadrón.

Una vez hubieron rodeado toda la sala principal de la División y llegaron a la puerta, el capitán la abrió, sosteniéndola para dejar pasar al soldado y la cerró tras ellos.

-Éste es el patio de maniobras, el otro principal lugar de entrenamiento dentro de las dependencias de la División. Siéntete libre para ir de un lado al otro como te plazca, cuando tus ocupaciones te dejen un rato libre. Si no tienes claro dónde alojarte, aquellos edificios de ahí al lado son barracones. Los dos de más hacia la derecha se usan principalmente para alojar a los que están de guardia o los que se quedan a dormir esporádicamente, pero en el de la izquierda, el más grande, hay habitaciones para el uso permanente. Hay bastantes miembros del Escuadrón que viven ahí, por comodidad, porque quieren o porque no tienen otro lugar. Si preguntas ahí, seguro que tendrán una habitación para ti.

El capitán no había ido muy lejos, realmente. Había visto un grupillo practicando zanjutsu y se había alejado, sin avisarlo más que con un murmullo para sí mismo, que al parecer no alcanzó los oídos de Tora, para corregir los movimientos de un par de sus subordinados.

-Discúlpame -se excusó, volviendo junto a Tora-. Bueno, ¿por dónde íbamos? Ah, sí, habitación, me estabas diciendo. Perdona, tengo la cabeza en muchas cosas. Me nombraron capitán hace apenas un par de semanas y todavía no termino de acostumbrarme a todo esto. Te tendré que pedir un poco de paciencia. Ven, vamos.

Comenzó a caminar en dirección al complejo habitacional, con aire pensativo. Había algo que había dicho Tora que le había preocupado, pero ahora no recordaba qué. ¿Qué había sido? ¡Ah!

-¿Dices que te ignoraron? Tendré que hablar con todos sobre eso... La hospitalidad es una virtud importante. Ser shinigami es mucho más que blandir una zanpakutou y destruir hollows. -dijo, sacudiendo la cabeza en gesto negativo. No aprobaba aquello, pero suponía que quizás tenía algo que ver con el difícil carácter de su predecesor. Era inestimable lo que habían aprendido de Tsukiho-taichou acerca del combate y la estrategia, pero en cuanto a cortesía y modales el ejemplo que habían recibido dejaba mucho que desear. Lo añadió a la larga lista de asuntos que tendría que solucionar.

-Bien, ya hemos llegado -dijo, parándose al lado de la puerta del edificio residencial y llamando con unos toques. Un hombre fornido, de mediana edad y cabellos grises, salió a abrir la puerta.

-Capitán -dijo, a modo de saludo, acompañándolo de una leve inclinación.

-Buenos días, Hyouma -saludó el capitán, a su vez-. Te presento a Shiro Tora, nuestro nuevo miembro. Shiro, te presento a Hyouma Kouta.

-Un placer -respondió Hyouma, inclinando la cabeza hacia el recién llegado-. Domicilio permanente, ¿eh? Tenemos varias habitaciones vacías. Pasa, podrás elegir la que prefieras

Volviéndose hacia el interior del edificio, el shinigami le indicó a Tora que le siguiera. El capitán entró detrás de sus dos subordinados, reflexionando en voz suficientemente alta como para que Tora le oyera.

-Es mucho lo que le debemos al capitán Tsukiho. No había otro igual que él en el campo de batalla. Pero no somos simples luchadores, y la vida es mucho más que un campo de batalla. Debemos esforzarnos por mejorar nuestro cuerpo y nuestra mente, dentro y fuera del combate. El esgrima y las artes marciales son importantes, pero no llegan muy lejos si no las apoyamos sobre otras virtudes. Un guerrero sin honor no es más que un asesino, uno sin inteligencia no es más que un bruto, y uno sin cortesía no más que un salvaje. Ten siempre presente que ahora eres un shinigami y, como tal, sobre tus hombros recae una gran responsabilidad. Es tu deber honrar esa responsabilidad y lo mucho que se espera de ti.

Caminaron a lo largo de un pasillo con puertas a ambos lados, que giraba hacia la izquierda en ángulo recto al cabo de unos metros. Después del giro, Hyouma se encaminó hacia una de las puertas corredizas y la abrió. A continuación, abrió una segunda, y después una tercera y una cuarta.

-Quédate con la que mejor te parezca. Ya sé que son todas muy sencillas, pero puedes modificarlas como prefieras. Lo único que te pediremos es que la mantengas limpia y ordenada.

Kobayashi asintió con la cabeza.

-Sí... lo era. Tenía un carácter imposible, pero no habrá otro estratega como él en la Sociedad de Almas en mucho tiempo.

Estuvo unos instantes en silencio, con la mirada perdida en el patio que se veía a través de la ventana de la nueva habitación de Tora. Había llegado a odiar y a querer al capitán Tsukiho tanto como cualquiera de los miembros del escuadrón. Varias semanas después de su muerte, todavía se le hacía extraño pensar que ya nunca volvería a gritarle, ni a mirarle con aquella sonrisa torcida que significaba "bien hecho, jovencillo".

-Mi consejo es que pases el resto del día instalándote -dijo, volviendo al momento actual-: recorre la División, hazte al lugar... Y mañana a primera hora te presentaré a tus compañeros y comenzaremos con tu entrenamiento. Si necesitas cualquier cosa, ya sabes dónde está mi despacho.

-¡Vaya, Tora! ¿Qué haces aquí? -preguntó el capitán, extrañado-. ¿Me buscabas por algo?

No, ciertamente, Kobayashi no vivía ahí. Pero la modesta casa a la que había podido acceder cuando era teniente no era precisamente el lugar más cálido y acogedor del mundo, con lo que el capitán pasaba bastantes horas en su despacho. La presencia de uno de sus hombres allí, mientras no estaba él, le incomodaba ligeramente, pero se esforzó por no hacerlo patente. Al fin y al cabo, todos hemos sido nuevos en algún momento.

Había pasado casi toda la tarde desde que Tora y él se habían despedido, y en el recinto de la división ya sólo quedaban los que vivían allí y los que tenían guardia aquella noche. Una vez había terminado el papeleo de aquel día, el capitán había decidido salir a pasear, una de sus actividades favoritas, pues le daba la ocasión de pensar en todos aquellos asuntos que había que resolver o mejorar, tanto de su propia técnica como por lo que respectaba al desarrollo del escuadrón, o de la misma Sociedad de Almas. La lentitud con que habían respondido (si es que al ridículo que habían hecho podía llamársele realmente "respuesta") cuando había ocurrido el incidente en Europa era verdaderamente reprobable. Le preocupaba que algo parecido pudiera volver a ocurrir en caso de que se produjera una nueva emergencia en el mundo humano, pero ¿qué más podía hacer? Había escrito quejas, había hecho peticiones, pero la respuesta que había recibido hasta el momento era más bien escasa. No quería hacer llegar el asunto hasta el mismo Comandante, pero probablemente tendría que terminar por hacerlo. ¡Problemas, problemas y sólo problemas! ¿Así era cómo se suponía que era la vida de capitán? A veces desearía que Tsukiho Raho siguiera vivo y él todavía fuera teniente.

-Dime... ¿en qué puedo ayudarte? -dijo, saliendo de sus pensamientos.

[FDI: Ok, por mí podemos considerarlo hilo cerrado]