Un desierto lleno de recuerdos (Flashback)

Habían pasado ya varios días, Kyo seguía viendo aquella inmensa torre en la lejanía pero por más que caminaba y caminaba sentía que no se acercaba. El viento de aquel inmenso desierto azotaba las ropas de Kyo y el a pesar de eso se mantenía firme, por alguna extraña razón no tenía hambre, el había sentido que habían pasado muchos días pero no podía deducirlo ya que en aquel lugar el cielo nunca se aclaraba, siempre era de noche, en todo el tiempo que llevaba caminando no logro ver un solo rayo de luz, es mas ni siquiera recordaba haber visto la luna.
“¿Dónde estoy? No entiendo nada, todo este lugar. ¡MALDICION!” Los pensamientos de Kyo no paraban de torturarlo, su mente no hacía más que recordarle a sus hermanos, a sus padres. Seguían pasando las horas, el viento empezó a hacerse aun mas incomodo, al poco rato empezaban a formarse pequeños remolinos de arena que impedían la visión de Kyo, “ Todo este maldito lugar… no entiendo que cosa es.” La mente de Kyo lo único que hacía era torturarlo, rendido ante el viento se sentó en la arena con el rostro hacia abajo y las piernas dobladas esperando que un “milagro” sucediera, que alguien se acercase a él, que alguien lo auxilie.
Kyo levanto el rostro con una marcada melancolía en su mirada y distinguió algo a lo lejos, una figura que se acercaba a él, al comienzo parecía estar muy lejana pero cuando los remolinos de arena cesaron, se dio cuenta que se encontraba a solo unos cuantos metros. Kyo se levantó de golpe y cogiendo su katana enfundada corrió hacia aquella forma, “! Estoy salvado! Maldita sea estoy salvado.” Kyo corrió hacia aquella silueta que poco a poco tomaba la forma de una mujer.

- !!!AYUDA!!! – Kyo empezó a aumentar la velocidad de sus piernas esperando que aquella forma le hiciera caso.

Extrañamente, aquella silueta cayó al suelo, como si ya no quisiera seguir andando “¿Por qué se detuvo? Esto es raro… En todo caso lo peor que podría suceder seria que este tan perdida como yo.”. Los pensamientos de Kyo intentaron convencerlo de que nada malo podría ocurrir, que aquella figura de una mujer solo estaba cansada. Sus pies empezaron a aminorar la carrera, ahora avanza con más cautela, cuando estuvo lo suficientemente cerca una imagen horrorosa se presento frente a él, Kyo cayó al suelo por el impacto de aquella figura.

- #|3%i)@ !! Esto no puede estar sucediendo. – Aquella figura que se encontraba frente a él era el cuerpo de Laura, su madrastra.

El cuerpo yacía totalmente destrozado, sus brazos habían sido quebrados en dos y su cuerpo se encontraba golpeado y rasguñado de gravedad mientras que su rostro estaba totalmente desfigurado. Kyo se arrastró para acercarse al cuerpo y lo vio fijamente, su mirada que al comienzo era de tristeza y culpa empezó a transformarse en una mirada de odio, el se levanto del suelo y recogió su katana que yacía atrás de él, la desenvaino y mirando el cuerpo de su madrastra empezó a cortarla aun mas. Las lágrimas de Kyo empezaron a surcar su rostro lleno de odio y coraje. “Tu lo ocasionaste todo, por tu culpa estoy aquí, por tu culpa murió Sae, por tu culpa morí yo, ¡TODOS MORIMOS POR TU CULPA! ” La fuerza con la que azotaba el cuerpo empezó a aumentar.

- ! MUEREEEEE! – Gritó mientras daba un último golpe con aun más fuerza. En ese momento Kyo se dio cuenta de la realidad, lo que azotaba con tanta fuerza no era más que una ilusión, lo que yacía a sus pies era un pedazo grande de madera, un tronco que ahora estaba totalmente desecho.

Kyo cayó al lado del tronco hecho pedazos y se recostó mirando el cielo “ Tengo que llegar a esa torre y rápido.”

El Desierto de Hueco Mundo parecía un enorme bosque que las llamas hubiesen devorado, desolado, cubierto de ceniza y sin más compañía que los esqueletos pétreos y retorcidos de unos árboles sin hojas. A simple vista, claro está, pues bajo las dunas blancas, manteniendo la farsa de solitaria tranquilidad, los hollows esperaban en las madrigueras que habían excavado en la arena a que una despistada víctima les llenase el estómago. La mayoría de las veces eran pequeños depredadores, no más grandes que un sabueso, que evitaban ser detectados por los Arrancar y se conformaban con rescatar las migajas que estos dejaban esparcidas tras sus cacerías. Pero otras, si se tenía mala suerte -o buena, según Elayne- podías encontrarte con ejemplares realmente magníficos, criaturas temibles y colosales que parecían haber surgido de los abismos creados por la mente fantasiosa de un escritor de novelas de terror. La Arrancar más conocida como Lain se encontraba en mitad de una de sus excéntricas excursiones en busca de algún monstruíto con propiedades especiales al que poder diseccionar. Lamentablemente todos debían haberse puesto de acuerdo para jugar al escondite o quedar a tomar el té en alguna otra parte, puesto que durante su largo camino apenas había divisado alguna triste lagartija que rápidamente se escabulló al sentir su presencia.

La idea de que su búsqueda finalizaba en fracaso se vio interrumpida por unos gritos que arrastraba el viento desde alguna parte no muy lejos de allí. La mujer ladeó la cabeza, a la vez que estiraba el cuello, para poder observar un poco más allá de los montículos de tierra que se extendían en lontananza y prestaba atención a lo que se podía oír. ¿Gritos de auxilio? Qué curioso...

Cualquier otro en su situación habría dado media vuelta para alejarse de allí cuanto antes, o mínimo se habría hecho el tonto para continuar con lo suyo sin que los gritos le afectasen, pero Elayne era demasiado curiosa, inconsciente e impulsiva como para mostrarse prudente en una situación así. Cambió de hombro el enorme saco que cargaba y juntó los pies, flexionando las rodillas para darse mayor impulso, saliendo impelida hacia el cielo oscuro de la noche en un alucinante salto que volvería del revés el estómago de cualquier persona con vértigo. La figura envuelta en ropajes blancos se elevó con gracia y avanzó varios metros suspendida en el aire, arrastrando a su espalda la bolsa de tela marrón que se deformaba por las corrientes de viento. Una sensación de júbilo llenó el pecho de Elayne, y esta dejó escapar un grito de alborozo al tiempo que el suelo tiraba de ella hacia abajo. Cuando estuvo tan cerca que parecía que se iba a estrellar, no tuvo más que concentrar energía espiritual en las plantas de sus pies y mover las piernas como si corriera mientras flotaba, comenzando a descender por una cuesta invisible hasta aminorar su carrera. Apenas alzó una nubecilla polvorienta cuando aterrizó, con el cabello rubio despeinado y las mejillas enrojecidas por el viento cortante.
Lástima que lo estropeó todo cayéndose al suelo tras su segundo paso.

— Cof, cof... me ha entrado arena en los ojos... y en la boca— tosió, levantando la cabeza y sacudiéndola hacia los lados hasta quitarse la tierra del pelo y de la cara. En cuanto fue capaz apoyó las manos en el suelo con intención de incorporarse y se dejó caer hacia atrás, sentada sobre una de sus piernas flexionadas. Parpadeó para alejarse los molestos granos de arena de los ojos y enfocó lo que parecía un trozo de madera cerca de su talón. Elayne, todavía algo aturdida, estiró el brazo para agarrarlo y lo miró de cerca con extrañeza— Así que has sido tú...

Tardó un poco más en percatarse de que había alguien tumbado a su lado.

— Oh... hola— fue lo único que se le ocurrió decir, realmente sorprendida de que... bueno, de que hubiese caído justo a al lado de alguien que estaba tomando la siesta. Se lo quedó mirando con los ojos celestes muy abiertos, el pedazo de leña cerrado en un puño y el cabello desprolijo dándole aire de desquiciada. La comisura del labio le tembló en una sonrisa insegura—. Qué incómodo, ¿eh? Quiero decir... no pretendía interrumpirte ni nada de eso. Así que... ehm... Toma, creo que esto es tuyo— dijo, dejando la maderita sobre el pecho del joven.


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OFF: ¡Hola! Como he visto que nadie entraba a tu tema me he pasado con Elayne, pero si lo tienes reservado para alguien se sale en el siguiente post sin problemas. Si no es así y puedo quedarme, espero que pasemos un rato entretenido de rol ^^ ¡saludos!