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Kawasumi Hotaru

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Mensaje por Kawasumi Hotaru Sáb Nov 17, 2012 1:01 pm


Sociedad de Almas

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●●FICHA DEL PERSONAJE →


Kawasumi Hotaru Kwshinigami2

NOMBRE: Su nombre original es Kawasumi Hotarubi (La luz de las luciérnagas que habitan el río), aunque en la Sociedad de Almas se la conoce por Kawasumi Hotaru.

SEXO: Femenino

EDAD REAL: 232 años. Nacida en Japón durante el Tokugawa jidai.

EDAD APARENTE: Veintipocos

DESCRIPCIÓN FÍSICA:

Heredó de la rama holandesa de su linaje un aspecto que resultaba extraño e intimidante a los habitantes de un país que por aquella época rechazaba todo contacto con el extranjero, especialmente con el occidente. Entre los atributos que convertían su apariencia en algo peculiar se encontraban su considerable estatura, la claridad impresa en sus cabellos y su mirada, y algunos rasgos de su cuerpo que parecían voluptuosos en comparación con el talle menudo y discreto de las mujeres del Japón. Hotaru por aquel entonces se sabía una rareza, pero siempre se ha deleitado llamando la atención.

Goza de un talle fino de largas y ágiles extremidades, una espalda recta y fuerte; marcadas las caderas, estrecha la cintura. Su vientre es firme y liso, y podría decirse que no encuentra exagerada ni mínima la dimensión de sus senos. Tiene la tez rozando la blancura de la leche, ligeramente tostada en los hombros y las mejillas debido al sol, con un tono sonrosado que recuerda la piel aterciopelada del melocotón. Su rostro es ovalado y las facciones delicadas con cierto aire aniñado, contrarias a las duras expresiones que suelen adquirir. Su cabellera ondulada es alba como la nieve virgen, llena de caprichosos reflejos dorados y alborotada por el viento. No soporta lucirla muy larga a causa del calor, y se la suele desordenar agitando la cabeza o revolviéndola con las manos. Aunque grandes, sus ojos son rasgados y suelen entrecerrarse con astucia, de un color verde claro que recuerdan a dos manzanas de sabor ácido, de intencionalidad desafiante.

Acostumbra a esbozar sonrisas cargadas de suficiencia y malicia o a reír con descaro y provocación, al mismo tiempo que sus gestos son bastos y su porte altanero. Camina a largas zancadas, con demasiada frecuencia su andar cobra el balanceo del que está afectado por la bebida, y le encanta hacer equilibrios sobre cualquier cosa que esté a una distancia considerablemente alta del suelo o pasearse descalza y embarrarse los pies.

Podría calificarse su manera de vestir como extravagante cuando no se ve obligada a llevar el uniforme de los shinigamis. Le gustan los kimonos de seda exquisitamente bordados, especialmente si son costosos. Sin embargo, los exhibe de cualquier modo, exponiendo a la vista de los demás su hermoso cuello y el nacimiento de su pecho, o la suave y bien torneada palidez de sus muslos. Algunas veces, incluso, su ropa aparece manchada o con algun desgarrón, cosa que a ella parece traerle sin cuidado. También se maquilla, en especial los ojos, de un modo llamativo en el que aplica vistosos y vivos colores; parecen más pinturas de guerra que un modesto acicalamiento. Entre sus accesorios predilectos están las medias,las máscaras y las cintas, y no es inusual verla con sombreros de paja, abalorios o incluso cadenas y cascabeles.

Y finalmente su voz, clara como el correr del agua, es capaz de pronunciar todo tipo de improperios y ordinarieces que lograrían provocar el sonrojo hasta al ser más templado.

{ I || II || III || IV || V }


UNIFORME:
Hotaru cuenta con un diseño diferente del uniforme shinigami, que emplea sobretodo cuando hace calor y sus labores se centran en el seireitei, de una apariencia más visual y afín a su personalidad.
Cuando lleva el shikakuso estándar, no duda en deshacerse del keikogi si le resulta molesto, ajena a los comentarios de los demás. Para los entrenamientos de hakuda y hoho se ha hecho recientemente con uno sin mangas, que deja la espalda al descubierto.

{ I || II || III || IV || Uniforme entrenamientos }

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA:

En comparación con el habla de esta impertinente shinigami, la lengua del hombre más vulgar sonaría azucarada. Hotaru es una extroverdida y descarada mujer que no rechaza la más mínimia oportunidad de participar en una buena pelea, ya sea con armas o a puños descubiertos, sin que le importe si esa violencia está bien justificada o no. De carácter fogoso y endemoniado, no acepta que le lleven la contraria y mucho menos que traten de subyugarla a las órdenes de alguien que no acepte como superior.

Manifiesta un egoísmo por el que, junto a sus otros numerosos defectos, se le ha atribuído fama de persona desagradable y feroz, uno de esos sujetos indeseables cuya compañía desdeña la gente de bien. Suele mirar a todo el mundo por encima del hombro, y su orgullo y arrogancia parecen no tener límites. Poco compasiva o solidaria, no es de dar la cara por nadie más que por sí misma si no halla una buena razón para hacerlo, pues su empatía hacia la mayoría es nula, y pierde la paciencia facilmente ante los cobardes o los individuos de carácter débil e inseguro, de los que es más que probable que se aproveche.
Tiende a ser autoritaria e imponer sus ideas independientemente de que sean razonables o no, ya que desde su perspectiva ella obra con verdad indiscutible y jamás reconocerá los errores cometidos, siendo que la culpa recaerá habitualmente sobre los demás.
La discreción no aparece en su vocabulario, tanto si se alude a su apariencia como a sus maneras. Tiende a señalar los defectos de los demás y reírse a costa de dichas imperfecciones, sin experimentar ni el más mínimo remordimiento aun habiendo herido sensiblemente a alguien; es más, adora poner motes ridículos, especialmente si consigue ofender o exacerbar los ánimos.
Perjudicial con sus conocidos -aunque los aprecie en el fondo-, adora ponerlos en evidencia y dar pie a que se creen situaciones embarazosas en torno a ellos o dejarles a cargo de sus deudas, incluso a veces le cuesta cierto esfuerzo no traspasar los límites de lo considerado como altamente peligroso con sus jugadas.

Rayana a la pesadez, posee una cabezonería innata que la lleva a persistir hasta lograr lo que se propone, a no ser que se aburra de ello y un nuevo objetivo despierte su interés. Se emplea a fondo en lo que hace, entregándose con vehemencia si se halla motivada, sin pensar demasiado en las consecuencias. Competitiva y egocéntrica, afronta los retos por muy difíciles que sean con el único deseo de ser mejor y humillar al resto. Hasta el día de hoy no ha topado con nadie que haya logrado abatir su más que alta autoestima.

Habitúa a pasar su tiempo libre en posadas donde pueda disfrutar de más de un vaso de sake caliente y fumar su pipa de bambú, recorriendo mercados abarrotados donde los puestecitos de empanadas abunden, o visitando las casas en las que se da lugar unas de sus actividades predilectas: los juegos de azar y las apuestas.
A pesar de ser sociable, en algunas ocasiones cede ante las peticiones de Shirobi y se aleja de las multitudes a dar paseos por el bosque y sentarse en las ramas de los árboles a contemplar el cielo, o busca por el contrario el oceáno del mundo humano cuando se presenta la ocasión. Y es que Hotaru, a pesar de ser tan ruda, no ignora la belleza de un paisaje, de un poema, una pintura o la buena música. También aprecia la comida y los licores de calidad, o la ropa y los ornamentos costosos, si bien para acceder a ellos deba recurrir a métodos poco tradicionales y honestos.
Aunque ocupe un puesto por debajo de otros, suele acabar encontrando el modo de hacer lo que le plazca, y jamás obrará de un modo que ella considere excesivamente contrario a sus valores, aun si eso le acarrea sanciones severas. Su carácter indomable y osado le ha ocasionado más de un problema no solamente en la academia Shinigami, sino incluso después de ingresar en una de las trece Divisiones. Algunos la tachan de incorregible, y le auguran un lúgubre porvenir.

Pero dejando a un lado lo caradura y grosera que pueda llegar a ser, también es capaz de tener respeto hacia otros, aunque le resulte una verdad difícil de admitir. Admira la bondad y el honor, además de la valentía, de la gente que pruebe ser poseedora de tales virtudes. Demuestra su cariño de un modo muy particular que hace pasar desapercibida esa faceta que tilda de "blanda", y busca el modo de ayudar a una persona que lo necesite ingeniándoselas para que ésta no advierta que le está haciendo un favor.

Así pues, Hotaru es una mujer que despierta la estima o el odio en los demás, pero que rara vez deja a alguien indiferente.


Kawasumi Hotaru Khhistoriar

Nacimiento y vida


Ishikawa Kohana, hija de un comerciante de sedas, vivía con éste en la isla artificial de Dejima, el único sitio del japón en el que era permitida la presencia de extranjeros -holandeses, chinos y coreanos, particularmente- para llevar a cabo operaciones mercantiles. La muchacha gozaba de una existencia pudiente gracias a la buena situación económica de su padre, y el hecho de vivir rodeada de comodidades la distraía de sentir tristeza por la muerte reciente de su madre y la ausencia de otros seres queridos. Amaba la literatura y el haiku, y su única obligación consistía en sonreír e inclinar la cabeza ante los invitados de la casa y lucir un atuendo refinado, además de unos modales impecables. A los quince años era una joven agraciada y cortés, de la que su progenitor se enorgullecía y aspiraba a concertarle un buen matrimonio en poco tiempo. Lamentablemente para el señor Ishikawa, las malas lenguas aseguraban la existencia de inadecuados encuentros entre su hija y un proveedor de lana holandés, un demonio de pelo rubio de treinta años. Pensando en su reputación y ya con sus planes echados a perder, no tardó en enviar a la adolescente bajo la custodia de unos familiares al norte de Edo. A mediados del mes de Uri de 1778, Kohana murió al dar a luz a una niña de ojos verdes y tez clara como los polvos de talco.

Hotaru nunca fue querida, pero aun así tuvo mucha suerte. Quedó hasta los once años al cargo de unos parientes dedicados a la elaboración artesanal de espejos que no la soportaban, donde en los últimos tiempos con ellos debiera ganarse el sustento realizando las labores del hogar y ayudando al matrimonio en el oficio. Tenía terminantemente prohibido mostrarse en público, ya que encontraban su aspecto occidental vergonzoso, y no recibió ningun tipo de educación. Su abuelo nunca quiso verla, así como tampoco llegó a conocer a su padre. El único ser que mostró compasión hacia ella fue su madre que, en su lecho de muerte, fue la que obligó a sus familiares que cuidaran de la criatura hasta que pudiera valerse por sí misma.
Suzume resultó la salvación personificada para Hotaru; era la única hija del daimyō Yasumori Yaburu, y apenas dos años menor que ella, pero infinitamente más instruída. Era el día de su noveno aniversario cuando el destino quiso que coincidieran. Con sus diminutas manos, Suzume tomó de la tienda un pequeño espejo olvidado en un rincón y, tras limpiar el polvo que cubría la superficie reflectante con la manga de su kimono malva, observó su hermoso rostro de princesita en él. Al contemplar la imagen distorsionada de sus rasgos, comenzó a reírse. Los dueños del almacén, temiendo ofender a un daimyō y que sus productos cobraran mala fama, no tardaron en confesar que aquel objeto no había sido fabricado por ellos, sino por una huérfana a la que por misericordia habían dado alojamiento, y a la que castigarían severamente por haber dejado aquella chatarra a la vista de la clientela. Suzume, además de rechazar que le cambiaran el espejo por uno que no fuera defectuoso, exigió conocer a la fabricante. Dada la delicada situación, finalmente cedieron y llamaron a Hotaru para que se mostrara ante el señor feudal y su hija, que quedó tan sorprendida por el aspecto de la niña de pelo blanco que le suplicó a su padre que le permitiera llevársela consigo. Yaburu le concedió este capricho como lo había hecho con muchos otros, y así fue como Hotaru pasó a vivir en la casa Yasumori.
Los años pasaron, y ella se consideraba feliz por el simple hecho de poder permanecer junto a Otohime -la princesa del sonido, el sobrenombre que le puso a Suzume dado el arte que ésta poseía para tocar el shamisen y el koto, además de su hermosa voz, y que tomó de la leyenda de Toyotama-hime, la hija del Soberano del Mar-, hacia la que profesaba una gran estima y admiración. Nunca quiso ver que para la hija del daimyō Yasumori, simplemente era una adquisición más en su colección de objetos extraños.

Fue en el verano de 1794 cuando el fin dio su comienzo. Esposa e hija del daimyō Yasumori, junto a un grupo de sirvientes y su guardia personal, partieron de la ciudad hacia una de las fincas de sus feudos a pasar los meses más calurosos, mientras el señor de la casa se dirijía con sus hombres a Tsushima, suponiéndose que por orden del shōgun. Haciendo un descanso antes de alcanzar las islas, Yaburu fue sorprendido de madrugada por un conjunto de asaltantes, que aprovechando la confusión asesinaron al señor feudal y huyeron. No fue necesario comprobar que este acto fue obra de algun enemigo que envidiara a los Yasumori, pues al poco de acaecer su muerte, asediaron la masía en la que se encontraban Suzume y su madre, dejando solamente a la muchacha con vida después de violarla.
Aquella fatídica noche Hotaru se encontraba en compañía de Senju y Hiruzen -quizá lo más parecido a dos amigos que tenía-, y no fue hasta cerca del amanecer que fueron a la casa, encontrándose con lo sucedido. El alivio que experimentó al ver que Suzume seguía con vida se esfumó con el intento de ésta por prenderse fuego; habiendo perdido a sus padres y siendo deshonrada, su único consuelo era morir. Con ayuda de Hiruzen lograron extinguir las llamas, pero la última Yasumori, deformada por las quemaduras y desolada, nunca les perdonaría que la salvaran.
Sin quedarles más remedio, los cuatro se trasladaron a Islas Ryukyu con el dinero que consiguieron al vender las pertenencias que pudieron rescatar de la casa. Como hinin, la existencia se presentaba ante ellos más complicada que nunca.


Muerte y Sociedad de Almas


La muerte llegó a Hotaru de la manera menos esperada. Su espíritu permaneció un tiempo en el mundo humano, incapaz de asimilar lo sucedido y guardando la esperanza de solucionarlo, pero era obvio que no podría cambiar los hechos. Quizá por el incienso y las oraciones ofrecidas en su nombre, o tal vez porque la casualidad quiso que estuviera allí, finalmente se presentaron ante ella para mostrarle el camino que debía tomar.
En un principio, todos los espíritus enviados a la Sociedad de Almas son iguales, pero el distrito Kusajishi no era ni de lejos tan acogedor como pudieran serlo los más cercanos al Seireitei. La vida en el Rukongai era muy similar al ambiente del Japón de su época, aunque las condiciones malsanas y la violencia que reinaban en el suburbio al que había ido a parar harían parecer seguras las calles más marginales del Edo que conocía. La ausencia de patrullas convertían el Distrito 79 en una tierra anárquica donde imperaba la ley del más fuerte. Asesinos, prostitutas y toda clase de delincuentes conformaban la población de aquel lugar indeseable, donde la presencia de un shinigami jamás era recibida con buena cara. El ambiente hostil y la inseguridad que le rodeaban obligaron a Hotaru a endurecer su ya de por sí asalvajado carácter; pronto aprendió que allí no existía otra justicia que la que imparte la espada, ni mejor compañero que la sospecha.
Con el paso del tiempo fue dejando a un lado los recuerdos de su vida pasada y asimiló su presente. A base de perseverancia y sacrificio logró hacerse un lugar entre los parias, creándose cierta reputación en las casas de apuestas y juegos de azar, además de ser bien recibida en los lupanares, donde gustaba tomar una copa y conversar a cambio de librar a las hetairas de la clientela molesta. No se trataba de la subsistencia que alguien desearía, y Hotaru, desde luego, siempre aspiró a más.


Academia Shinigami y las Trece Divisiones


El paso de Hotaru por la Academia Shinigami resultó agitado y traumatizante para algunos, donde estuvo al borde de la expulsión y fue obligada a repetir algun curso a causa de su pésima conducta. A pesar de ser alguien que asimilaba con rapidez las disciplinas que más le interesaban y prometía en cuanto a tácticas ofensivas, su mal proceder e indisciplina eclipsaban casi por completo cualquiera de sus logros. El trato insolente que profesaba hacia los instructores y el hábito de poner en peligro a sus compañeros durante los ejercicios prácticos, fueron algunas de las más significativas manifestaciones de rebeldía y falta de compañerismo que tanto censuraban los educadores del centro, que gradualmente fueron dejando de prestarle atención y asimilaron que era un caso perdido. Posiblemente fue esto mismo lo que provocó un sutil pero significativo cambio en la joven, que comenzó a percibir el ingreso futuro en uno de los escuadrones como un reto que su competitivo carácter no podía soslayar; comenzó a aplicarse severamente en lo que hacía, aunque si bien es cierto que todavía daba la impresión de que no se lo acababa de tomar del todo en serio, sus resultados mejoraron visiblemente.
Más o menos bien encarrilado su aprendizaje, era hora de pensar a cuál de las Divisiones quería entrar a formar parte. Cabe imaginar que un ser de fiero temperamento como el suyo, quedó enseguida impresionado por la indómita personalidad del Capitán del 11º Escuadrón, Alloe Barja, del que circulaban varios rumores, tanto de su procedencia como de los métodos que empleaba para endurecer a sus hombres. Hotaru no solamente vio en el Kenpachi el tipo de shinigami que gustaría convertirse, temido y admirado por la mayoría, sino que pensó que no habría otro lugar más indicado al que ir que la División especializada en el combate cuerpo a cuerpo. Lamentablemente para ella, las zanpahutoh de tipo kidoh no estaban admitidas allí.
Su segunda opción, dado el interés que le había despertado el habilidoso táctico Tsukiho Raho, quedó descartada casi de inmediato cuando incluso los instructores afirmaron que no duraría ni dos días en el Escuadrón que comandaba; con la fama que tenía de irritable y la facilidad de Hotaru para acabar con la paciencia de la gente, lo más posible sería que acabase decapitada al primer intercambio de palabras.
Finalmente, más por comodidad que por gusto, terminó escogiendo la Tercera División. El día a día solía presentarse para los miembros de la mencionada menos inflexible que para los de las doce restantes, todo a causa de la forma de ser de su Capitana; Rayka, con la quien compartía muchas características en cuanto a carácter, le parecía una mujer ocurrente y próxima, pero de la que no aprendió lo que hubiera podido con otro tipo de superior. Si bien al principio le gustaba el ambiente relajado del tercer escuadrón, no tardó mucho en sentir cierta decepción al darse cuenta de que nadie esperaba nada de ella, ni encontraba en lo cotidiano reto de ninguna clase.
A la muerte de Iruna -a la que nunca respetó pero salvo algun roce le caía en gracia- y el resto de Capitanes, solicitó un traslado de escuadrón y actualmente se mantiene a la espera de ver si es aceptado o no.
Muchas cosas han comenzado a cambiar en el Seireitei, pero Hotaru continúa con su afán de demostrar cuán capaz es ante todos.



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NOMBRE: Shirobi / SHIROIBI [白火] (Fuegoblanco)

ASPECTO SIN LIBERAR:

Se trata de una vigorosa ōdachi cuya nagata supera el metro cuarenta, realizada en acero templado y curvatura estilo Torii. La tsuka está fabricada en madera de roble a medida del nakago, ornamentada a juego con la saya de madera lacada en negro y pinturas que simbolizan llamas blancas. La vaina presenta una curvatura de acuerdo al Sori de la hoja, con kurikata y dos shitodome para poder engancharla. El sageo es de un algodón azul claro, extenso.
En el extremo de la kashira se encuentra anudada una larga y liviana cinta celeste, con una esfera de cristal blanco inusualmente resisitente oscilando en el final de ésta; Hotaru la llama “Hoshi no tama” con cierto aire burlón, y suele amenazar a Shirobi con lanzarla bien lejos cuando está muy molesta con él.

{ I }

Dado que el ōdachi es un arma demasiado larga para llevarla atada al obi, suele cargarla a la espada mediante una correa de cuero sujeta al sageo, hecho que implica que no le resulte muy práctico a la hora de desenvainarla con rapidez. Como no le es cómodo llevarla continuamente en la mano, suele valerse más del Wakizashi que completa su daisho para repeler ataques que no requieran mayores medidas de defensa.

ASPECTO MATERIALIZADO:

Shirobi es el espíritu de un kitsune blanco, capaz de tomar practicamente cualquier aspecto que conozca, no obstante parece tener sus preferencias a la hora de transformarse, siendo que adopta habitualmente la imagen de un jovencito encantador; escasas han sido las ocasiones en las que se ha mostrado ante Hotaru con otro cuerpo que no sea ese.
Su favorito es, entonces, el de un niño de unos diez años con el cabello azul a la altura de la nuca y un indomable flequillo que por regla general cae sobre sus pícaras facciones. Orlados por unas pobladas pestañas, están sus ojos, de un color sobrenatural que oscila entre el plateado y el verde, pasando por el azul, grandes y expresivos, que tienden a estar rebosantes de lágrimas con sorprendente asiduidad.
Sin bien es capaz de tomar variadas formas, su sombra siempre seguirá siendo la de un zorro.

Posee un carácter travieso y embustero, aunque si comete alguna diablura no suele ser por maldad, sino por escapar del aburrimiento. Detesta pelear, uno de los motivos principales por los que tanto discute con Hotaru, pues opina que invertirían mejor su tiempo paseando por el bosque o jugando a algo divertido. A pesar de que le encanta gastar bromas no acepta nada bien que se las hagan a él, y guarda rencor al artífice de ésta hasta que logra tomarse la rebancha de algun modo. Se ofende con facilidad y es casi tan testarudo como la shinigami que es su compañera. Hiperactivo y propenso a reír o sonrojarse por cualquier cosa, no obstante sus repentinos berrinches son igual de frecuentes, volviéndose muy molesto. Al margen de todos estos comportamientos más bien infantiles, Hotaru tiene bien presente lo vengativa que puede llegar a ser su zampakutou, aunque ello no impide que continúe incordiándole como si fuera un simple chiquillo malcriado.

A pesar del vínculo que existe entre ambos, es inevitable que en alguna ocasión que otra Shirobi se comporte de forma desobediente o caprichosa, jugándole malas pasadas a la shinigami actuando del modo contrario que ella quisiera durante un combate, volviéndose invisible en su forma de ōdachi o quemando con su fuego fatuo cuando está especialmente enojado.
Odia los perros, le incomoda el color rojo y comparte el gusto por los juegos de azar con Hotaru, una de las pocas actividades de la mujer que no censura.

{ I || II || III || IV || V }

LIBERACIÓN SHIKAI: Okitte, arukude moyashinasai... Shirobi ("Despierta e incencia a tu paso, Shirobi")

ASPECTO SHIKAI:

Adopta la forma de una kusarigama ligera y muy austera en su diseño. La hoja curvada de la kama está fabricada en acero, y el mango de ésta es de madera negra, unido a una kusari de siete metros. El omori representa la garra de una bestia aferrándose a una esfera azul oscuro.
Tanto la cadena como la hoz irradian un resplandor índigo muy tenue, el mismo que parece condensarse en el centro del omori en forma de neblina.

A pesar del difícil manejo de esta arma, Hotaru es bastante diestra en el Kusarigamajutsu, siempre buscando llevar al enemigo a un espacio abierto y sin obstáculos para iniciar el combate. Generalmente hace girar el omori sobre la cabeza para luego lanzarlo hacia el contrincante con intención de desarmarlo o inmovilizarlo, aunque también puede arrojarlo hacia el rostro u otra parte del cuerpo de su oponente y causarle una herida considerable mientras se mantiene fuera de su alcance. A corta distancia la hoz le permite tanto atacar como defenderse.

{ KUSARIGAMA }

EFECTOS DEL SHIKAI:

-Hiben (Látigo de fuego): La kusarigama abandona su aspecto para tomar el de un brillante lazo de fuego blanco de unos quince metros de longitud y seis centímetros de grosor cuyos movimientos Hotaru puede dirigir con un sutil giro de la muñeca, ya sea para azotar a un oponente, inmovilizarlo o enredar objetos con los que poder golpear después. A diferencia de la kusari de su shikai, si éste es repelido no será devuelto con la misma fuerza, sino que bastará con agitar el extremo que sostiene la shinigami para que cambie su trayectora o se mantenga suspendido en el aire hasta que vuelva a ser dirigido hacia el enemigo. A pesar de las apariencias, este látigo no quema al entrar en contacto con un cuerpo u objeto, aunque se ha dado algun episodio en el que Shiroihi estaba muy molesto durante la lucha y prendió con sus llamas lo que había quedado atrapado por la cinta. En comparación con la forma común del shikai, esta técnica le concede las ventajas de poder atacar al doble de distancia, un mayor control sobre los obstáculos del terreno de combate y ejecutar movimientos más rápidos y fluídos.

-Hoshi no Tama (Esfera de estrellas): Hotaru gira el omori sobre su cabeza al activar esta habilidad. La esfera aumenta sus dimensiones hasta adquirir el volumen aproximadamente similar a una pelota de baloncesto, de unos cinco kilos de peso. A pesar de que aparenta estar ardiendo no se consume, ni se expande por los eslabones. A diferencia de la anterior técnica, estas llamas sí resultan dañinas, y afectarían el entorno y un cuerpo desprotegido con la misma intensidad que un fuego corriente, excepto a Hotaru, cuya inmunidad hacia el propio ataque se debe al contacto físico que mantiene con el arma; en caso de perderlo, también podría sufrir los daños.
La particularidad de esta técnica consiste en que allá donde golpee el omori -requisito indispensable que sea una superficie sólida, claro está-, estallará un fogonazo áureo en esa zona con un radio de tres metros, que se consumirá pasados unos breves segundos.

-Henbou (Transfiguración): La zampakutou copia el aspecto, la voz, el olor y el reiatsu de la persona en la que piense en ese momento Hotaru, con la condición de que la haya visto anteriormente y haya podido captar y analizar todos esos rasgos. La calidad de la imitación depende de ciertos factores, como la memoria que la mujer tenga sobre las facciones del sujeto o el nivel de concentración que posea en el instante de activar la habilidad. Shirobi podrá moverse y atacar, pero será incapaz de realizar ninguna técnica que se salga de la destreza física. Independientemente de que la transformación sea un éxito o un fracaso, podrá apreciarse que su sombra continuará siendo la del kitsune.
Hotaru se muestra algo reacia a utilizar esta habilidad, ya que la zampakutou, de carácter desobediente y travieso, no suele seguir al pie de la letra sus órdenes si no considera importante el enfrentamiento en cuestión.

LIBERACIÓN DEL BANKAI: Atama wo agete, ore ni kinasai, Shiroihi no kemono ("Alza tu cabeza y ven a mí, bestia del fuego blanco")

ASPECTO DEL BANKAI:

Al liberar el bankai, Shirobi abandona su diseño habitual para adoptar, tras una llamarada inofensiva, la forma de un zorro de pelaje argénteo de gran tamaño -podría cargar hasta con tres personas de constitución normal-, donde pueden apreciarse, alrededor de su cuello y de sus cuatro patas, pequeñas esferas de fuego fatuo azulado. Posee el talento de desplazarse por el aire, por lo que Hotaru suele ir montada a lomos de él, y es capaz de agredir con sus fauces como lo haría cualquier animal.
El aspecto de la shinigami apenas sufre cambios, a excepción de la tachi que blande en una mano y una especie de brazales de placas cubriéndole las muñecas y parte del antebrazo. La resistencia del arma blanca así como de los trozos de armadura es igual a la de cualquier pieza corriente del mismo tipo.

{ I }

EFECTOS DEL BANKAI:

Rasgo pasivo, sin nombre: Inmunidad al fuego corriente y cierta resistencia contra habilidades basadas en dicho elemento, dependiendo siempre, claro está, del nivel del que las ejecute.

-Kitsune-bi (Fuego de zorro): Se trata de una esfera de fuego que el zorro puede invocar abriendo sus fauces y proyectándola contra un enemigo. Comienza teniendo el tamaño de una canica hasta alcanzar un metro de radio cuando es lanzada hacia un objeto o cuerpo móvil. La tonalidad de sus llamas varía entre el blanco y el añil.
También podría modificar el volúmen de éstas, con lo que tardaría menos tiempo en invocarlas pero no tendrían el mismo alcance que una grande en el impacto.

-Kitsunetsuki (El estado de estar poseído por un zorro): La imagen del zorro se desfigura, convirtiéndose en una aglomeración de vapor perlino que se introduce en Hotaru a través del pecho, dejando el rostro y extremidades de la shinigami marcados con pinturas que simbolizan al espíritu del animal, al mismo tiempo que le otorga ciertas facultades propias del kitsune. Al coexistir las dos identidades en el mismo cuerpo ambas se disputan el control sobre la psique de la otra, lo que puede dar lugar a un comportamiento extraño o a un resultado diferente al que pretendía obtener la shinigami al activar esta técnica. Se puede determinar cuál de las dos personalidades es la dominante observando el color de las marcas y el de las llamas, correspondiente al de sus reiatsu: carmesí para Hotaru, azulado para Shirobi.

Características obtenidas:

  • Piroquinesis: Invocación y control de pequeñas cantidades de fuego, que pueden tomar forma de esferas llameantes, latigazos y ráfagas, barreras flamígeras de una extensión limitada, hacer que un objeto inflamable arda, manipulación de fuegos ya existentes o imbuír un arma con dicho elemento.
    La naturaleza del zorro le concede salir ilesa ante el contacto con este elemento en condiciones naturales, es decir, que no haya sido alterado por la energía espiritual de terceros, así como una resistencia superior a la media ante ataques espirituales basados en el fuego, variando respecto al poder ofensivo del oponente.


    NOTA: El control del fuego está estrechamente relacionado con las pasiones, y si bien se alimenta de sentimientos negativos como la ira, el miedo o el odio, azuzando las llamas, la incapacidad de dominar sus emociones desembocaría en que la shinigami acabase manejada por su fuego interior, siendo consumida o bien perdiendo el control sobre su poder. La audacia transmutaría en violencia, perdiendo toda consciencia sobre el peligro y desatando llamaradas caóticas, lo que le produciría un desgaste físico y mental enorme que podría resultar fatal.

  • Un incremento balanceado en la velocidad de movimiento, mejorando el shunpo y la agilidad a la hora de ejecutar ataques físicos.

  • Hotaru puede fusionarse con las llamas de un fuego cercano, volviéndose invisible a ojos de los demás mientras que sus niveles de reiatsu descienden hasta resultar casi indetectables para alguien que no posea unas grandes dotes de rastreo. Mientras se encuentre en este estado puede desplazarse de un foco de fuego a otro, lo que convierte esta habilidad en una buena baza para atacar por sorpresa, esconderse o huír. Las imágenes le llegan distorsionadas por el calor y el murmullo del fuego se intercala en los sonidos que percibe, y al hablar puede notarse en su voz cierto cariz metálico. Resguardada por el elemento, si quisiera atacar sólo podría emplear su manejo del fuego, ya que para valerse del kidō debería abandonar su refugio.
    Es posible obligarla a salir alcanzándola con técnicas basadas en reiatsu o extinguiendo las llamas.


TIPO DE ZANPAKUTO: Kidô


Kawasumi Hotaru Khgeneral

MUNDO INTERIOR:


{ I }

Se trata de un apacible bosque sumido en una penumbra en la que destaca el brillo de las luciérnagas que revolotean sobre las sosegadas y frías aguas de un río. No muy lejos de allí puede escucharse el sonido de una cascada, el único ruído que sobrevive en este espacio a salvedad del de las ramas que empuja el viento o las voces de la shinigami y su zampakutou. Ambos suelen encontrarse sobre un puente de madera sin pintar, cada uno a un extremo de éste. La zona que se cierra tras Hotaru es tranquilizadora, y el aire tiene el aroma dulzón de las flores silvestres; por el contrario, el terreno que se oscurece a espaldas de Shirobi parece sombrío e irreal, acaso sumido en algun tipo de hechizo por obra del zorro. En el cielo brilla, pálida y llena, la luna, y junto a ella su réplica en miniatura, no menos luminosa por ser más pequeña.
La sonrisa de Shirobi no contagia su mirada cuando éste, con la apariencia de un niño, gira sobre sus talones descalzos y se sumerge en la negra espesura del bosque hecho embrujo. Hotaru reacciona y atraviesa el puente haciendo sonar sus veloces pasos contra la madera.

Y, al cruzar el río, sus asombrados ojos encuentran...

... ¿Shiro?

COLOR DEL REIATSU: Rojo escarlata con bordes negros el de Hotaru, mientras que el de la zanpakuto es de un azul índigo con pinceladas blancas.

ESTILO DE LUCHA: Hotaru es caótica e impredecible, algo que se refleja visiblemente en su manera de pelear, más basada en la improvisación y los instintos que en la técnica depurada de los dojos tradicionales. La precisión de su corte no es milimétrica y malgasta energías en movimientos innecesearios, pero le gusta creer que lo compensa con un buen trabajo de pies, potencia en sus golpes y la versatilidad que le da una zanpakuto como la suya. De mentalidad práctica, no le hace ascos a los recursos que tenga a su alcance para servirse de ellos en la lucha, por lo que si se tiene que valer de artimañas para cegar al enemigo o inmovilizarlo con alguna técnica de Bakudō no se hará problema. Según su pensamiento, el método no afecta al resultado; lo único importante en una batalla es la victoria.

Su nada despreciable trayectoria en peleas callejeras le ha aportado cierta astucia en el combate y un peligroso gusto por la violencia. Encuentra placer causando daño y diversión metiéndose en problemas, razón por la cual es capaz de escaparse al Rukongai en busca de emociones que no le proporcionan los entrenamientos rutinarios del Gotei.

RANGO Y DIVISIÓN: Teniente del Escuadrón Rei.

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Mensaje por Kawasumi Hotaru Sáb Nov 17, 2012 1:02 pm


Kawasumi Hotaru Khintroduccin

Hallábase Hanabashi Kaoru, la que fuera la responsable de un gran número de rameras del distrito 79, en la terraza de su desvencijada casa de té, contemplando en silencio -un silencio malhumorado- un mundo que para ella se presentaba gris y asfixiante. Daba lo mismo que tratara de disimular el olor a cloaca con incienso, porque era igual a disponer un lecho de flores frescas sobre un cadáver en descomposición. Tampoco importaba cómo de cara fuera su ropa, porque jamás saldría de aquel pozo de miseria. Recordando que no era otra cosa que una más de las almas marginales del Kusajishi, contuvo las lágrimas de desengaño y coraje que amenazaban con verterse desde sus ojos, y permaneció muy quieta sentada sobre la esterilla, con la mirada marmórea y una expresión altiva y remota. La naturaleza, al igual que Kaoru, parecía llena de desdén hacia las casuchas del suburbio. Unos grandes árboles, de los que llovían las negras ramitas calcinadas que caen de los olmos en su madurez, hundían sus raíces en la tierra seca y polvorienta sobre la que se erguían las construcciones de madera medio devorada por los gusanos. El aire era húmedo, pesado y lleno de olores putrefactos, y en el horizonte, las nubes aparecían preñadas con el color de la tormenta.

"Lo que faltaba, más lluvia. A este paso se desbordará el río y nos ahogaremos junto a las ratas", pensó con sensible acritud, alisando la sedosa tela del kimono que cubría su regazo. "Y si no es el agua, será otra cosa. Esos estúpidos hombres que se pasan el día peleando no dejan de traer problemas. Si no los necesitáramos, yo misma los mataría."

Mas, mientras cavilaba perdida en lo infinito de su desgracia, la brisa llevó hasta sus oídos el sonido propio de una pelea. Volvió su hermoso rostro hacia el lugar del que provenían las voces para descubrir qué ocurría en el momento en que una figura humana abandonaba la casa de apuestas. Marchaba descalza, porque acababa de lanzar sus zuecos de cedro hacia la entrada del edificio, e hizo un último ademán amenazador hacia éste antes de darle la espalda; las esbeltas piernas aparecían desnudas hasta la rodilla, y caminaba lentamente, pero con ligereza y aplomo, como si estuviese habituada a andar sin zapatos. Evaluó el rostro de la joven, que parecía atractiva. Su gesto tenía algo de dominante, atrevido y violento. Kaoru sonrió a través de sus labios pintados de rojo, reconociendo aquella mata de cabello blanco como la nieve de la intemperie.
Mandó a calentar nihonshu y ocupó su sitio en el salón frente a la mesa baja de té, aguardando con la inmovilidad de una estatua, hasta que el tabique corredizo que había detrás de ella se abrió. Observó a la recién llegada en el ovalado espejo que sostenía en su mano izquierda, hasta que ésta la rodeó para dejarse caer finalmente sobre los almohadones dispuestos al otro lado de la mesa. Sus ojos se encontraron en el silencio de la habitación, y se dieron cuenta de que apenas habían cambiado. La dueña de la casa fue la primera en hablar.

Mi indeseable visita se encuentra irritada esta tarde.

¿De veras? comentó Kawasumi Hotaru con sarcasmo, dejando la imponente odachi en el suelo, cerca de sus pálidos pies, que habían sido lavados antes de pisar la sala. Una de las criadas trajo el sake rebajado con agua caliente, marchándose después sin apenas hacer ruído.Esto que me ofreces es una porquería, Hanabashi. Sabe a vómito de perro a pesar de sus palabras, cogió el vaso y se lo bebió entero, como si pretendiera castigar al vino. Sin dejar de fruncir el ceño, se sirvió otro más.

Te juegas mucho apareciendo por aquí después de tantos años. Ya sabes que no nos gustan los traidoresHotaru soltó un bufido e hizo con la mano un ademán de rechazo. Vestía una túnica malva que apenas le cubría los muslos, pero no hacía falta que llevara el uniforme de los shinigamis para que todos allí supieran que lo era; ese tipo de noticias llegaban con sorprendente rapidez a los oídos de todo el barrio. Le costaba creer que todavía no la hubieran matado.Cuando te fuíste, deberías haberlo hecho para siempre.

¿Una copa?— le ofreció, y su tono invitaba a no prolongar la conversación en torno a ese tema.

Así estoy bien.

Sobre el techo sonó tímidamente la caída de las primeras gotas de lluvia, como si derramasen granos de arroz sobre él. La sirvienta regresó para reemplazar la botella vacía por otra repleta de licor. Cuando volvieron a quedarse a solas, Kaoru, irritada por la despreocupada actitud de la otra, no pudo sino recriminarle su desconsideración; acudía a su casa, poniéndola en peligro, y además acababa con el sake reservado para los clientes.
Hotaru, que ya sentía en su cabeza el mordisco del alcohol, se arrodilló junto a la mujer y la atrajo hacia sí tomándola de los hombros, hasta que el perfume a sándalo dulce y jazmín llenó sus fosas nasales.

Vengo a visitarte al cabo de mucho tiempo y sólo se te ocurre quejarte de la cuenta. ¿Es ese el problema, eh? Porque conozco tu precio y puedo pagarlo. ¿O es que ahora no soy digna de tu tiempo, Hanabashi? ¡Eh, mírame! la aludida había desviado la mirada, pero la mano de Hotaru la cogió por la barbilla y la obligó a que mantuviera el contacto visual.— Mírame... Y ahora, dime, ¿no soy lo suficientemente buena para que una puta me venda su tiempo? ¿Te abres de piernas para esos cerdos y una vieja amiga no se merece un poco de tu atención?—De repente, se rió, apretando los dientes con un placer fiero, y empujó a la mujer que retenía hasta tumbarla en el suelo contra su voluntad. Con el rostro congestionado por la rabia y finos mechones de cabello negro pegados al sudor de su frente, la prostituta trataba en vano de zafarse de su agarre¿Cómo dices, que me detestas?— inmovilizándola por las muñecas con una mano, comenzó a explorar el tembloroso cuerpo con la restante; los dedos frescos se escurrían sobre el pecho de Kaoru y la caricia era como espuma marina, incitadora en contraste a la violencia de las palabras derramadas—. Me honra el desprecio de una ramera de tu calibre, Hanabashi— volvió a reír, y tras perfilar las sugerentes curvas del cuerpo, tantas veces vendido, clavó las uñas en su vientre y haró la piel como si fuera un campo, dejándola surcada por cinco líneas enrojecidas, donde brotaron pequeñas perlas de sangre.
Hotaru se apartó, contemplando con una mezcla de tristeza y desprecio el rostro húmedo y endolecido de la mujer, que no osaba moverse por temor a las represalias. Inclinándose sobre el cuerpo tendido, arrojó el contenido brillante de un pequeño saco de tela sobre los senos desnudos y firmes—. Ahí tienes. El precio de diez como tú. No es necesario que me acompañes a la salida.

Con una extraña sensación que era incapaz de descifrar, abandonó la casa de té de Kaoru Hanabashi, apartando la servidumbre a empujones a su paso. Fuera, la lluvia cayó sobre ella, la enjuagó con una frialdad tranquilizadora, se coló entre sus labios y sus dientes, y le pareció miel.

Eh, Hotaru... dejando que el agua empapara sus ropas y la tela se ciñera a su delgada silueta, escuchó la vocecita de Shirobi, casi temeroso de dirijirle la palabra¿Por qué has hecho eso? Ha sido horrible. Hotaru, no lo entiendo, parecía que tenías muchas ganas de visitarla. Sé que esos tipos de antes fueron unos desagradables, pero ella...
¿Eres mi jodida conciencia? Pues cierra la bocay su tono autoritario pareció ser suficiente para acallar la opinión de su zanpakutoh. El agua de la lluvia se había encharcado en los huecos de la desnivelada tierra y reflejaba las míseras chozas del barrio, construídas de paja y madera sin pintar.Será mejor que mueva el culo y regrese antes de que me llamen la atención esos imbéciles. Con suerte ya tendrán la respuesta a la solicitud de traslado.

Kaoru corrió las puertas shoji y se asomó al exterior, anudándose a toda prisa el obi por la parte delantera de su cintura e ignorando el desaliñado aspecto que presentaba. Miró en derredor y llamó a la shinigami una y otra vez, pero para ese entonces Hotaru corría frenéticamente bajo la lluvia en dirección al Seireitei, haciendo oídos sordos a la voz que gritaba su nombre y decidida a borrar de su mente todo lo relacionado con el Distrito Kusajishi.


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Mensaje por Kawasumi Hotaru Sáb Nov 17, 2012 1:24 pm

₪ Yo sí sé lo que es trabajar duro... porque lo he visto ₪
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Seisou no nagare ni kakusu, yuganda wana tsuyayaka ni surudoi kiba wo muku. Meguru, meguru higeki... Tamayura ni kieyuku minaawa no you ni, hakanai toki tadoru unmei nara. Kumori naki yaiba kakage kiyoi uta tsumugu ¡Yuzurenu mirai no tame!



FICHA

♣ Cambio visual
♣ Bankai terminado
♣ Añadido Estilo de lucha
♣ Añadido Color de reiatsu
♣ Resubida de imágenes
♣ Cambio de Escuadrón
♣ Ascenso a Teniente


OTROS

♣ Cronología de Hotaru aquí.
♣ Salto Temporal aquí






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