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Cenit I .- Trabajo interminable {Akiyama Yuka & Regis}
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Cenit I .- Trabajo interminable {Akiyama Yuka & Regis}
Regis:
El día ponía a su fin con la caída del sol. Una jornada larga a la que poner un broche final tras la conclusión de los incidentes que se habían producido en el Rukongai durante las últimas dos semanas. Era un tomo monumental de hojas, perfectamente archivadas y clasificadas por distritos, gravedad de incidencias, implicados con todos sus nombres y direcciones aproximadas, y las medidas tomadas por cada uno de los shinigamis encargados; todo envuelto en una preciosa tapa de grueso papel marrón forrada con una tela rojiza y oscura. El trabajo había sido arduo y agotador, pero al menos había dado como fruto aquel ejemplo perfecto del documento burocrático que se necesitaba en todo escuadrón del Gotei 13.
Los rayos del sol caían elegantemente en aquel atardecer satisfactorio, cuando un delgado papel suelto sobre la mesa rompió el hechizo embriagador de aquel día. Era una petición formal del octavo escuadrón para que se le cediera una copia de todas las guardias y patrullas realizadas durante el último mes para su archivo. Lo peor era que la petición estaba fechada tres días atrás y se rogaba urgencia. ¿Cómo era posible que aquella notificación se hubiera pasado por alto? Ahora la noche se alargaría un poco más.
La sencilla idea de poner fin a ese día de forma tranquila y libre de estrés terminaba en aquel preciso momento. Los registros de las guardias en el Rukongai era una asignatura pendiente a ordenar en los desastrosos armarios del escuadrón, demasiado polvorientos y desorganizados como para imaginar siquiera un poco de control meticuloso. El chirrido apocado de la puerta corredera resuena como un mal presagio en los oídos mientras la luz dorada el exterior comienza a oscurecerse. Ligeras nubes grisáceas comenzaron a cubrir el cielo lentamente mientras un aluvión de libros desgastados y polvorientos cae sobre el tatami, elevando una nube blanquecina y maloliente.
*******************************
Yuka:
La ventana abierta de par en par mostraba una estampa maravillosa de contemplar. Los tejados del Gotei y del Seireitei se extendían a lo lejos, fundiéndose con las casitas del Rukongai en un mar de oro anaranjado y nubes tornasoladas de añil y violeta, que se iban condensando en formas esponjosas y almidonadas como algodón dulce. Era una visión bucólica y romántica, llena de anhelos y deseos que parecían querer fugarse con esas nubes; un sueño vago y confuso que se iba oscureciendo acompañado por el sol descendiente. Los naranjas dorados se desvanecieron en un azul pálido hasta convertirse en un manto gris oscuro. Opresivo y desolador. Finas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre el alféizar de la ventana.
El trabajo estaba próximo a finalizar, o al menos eso pensaba Yuka. La notificación al décimo aún no había tenido respuesta. Necesitaba poner en orden las guardias que se iban realizando en el Rukongai, no sólo para tenerlas registradas sino para tener un mejor control y organización de las mismas. Y sin embargo, allí la ausencia de ese volumen impedía que el día llegase a su fin.
La noche no pintaba demasiado agradable. Pese a una puesta de sol tan hermosa, la temperatura no había bajado y la creciente lluvia hacía que un agobiante calor húmedo se comenzara a instalar en las dependencias del escuadrón.
El día ponía a su fin con la caída del sol. Una jornada larga a la que poner un broche final tras la conclusión de los incidentes que se habían producido en el Rukongai durante las últimas dos semanas. Era un tomo monumental de hojas, perfectamente archivadas y clasificadas por distritos, gravedad de incidencias, implicados con todos sus nombres y direcciones aproximadas, y las medidas tomadas por cada uno de los shinigamis encargados; todo envuelto en una preciosa tapa de grueso papel marrón forrada con una tela rojiza y oscura. El trabajo había sido arduo y agotador, pero al menos había dado como fruto aquel ejemplo perfecto del documento burocrático que se necesitaba en todo escuadrón del Gotei 13.
Los rayos del sol caían elegantemente en aquel atardecer satisfactorio, cuando un delgado papel suelto sobre la mesa rompió el hechizo embriagador de aquel día. Era una petición formal del octavo escuadrón para que se le cediera una copia de todas las guardias y patrullas realizadas durante el último mes para su archivo. Lo peor era que la petición estaba fechada tres días atrás y se rogaba urgencia. ¿Cómo era posible que aquella notificación se hubiera pasado por alto? Ahora la noche se alargaría un poco más.
La sencilla idea de poner fin a ese día de forma tranquila y libre de estrés terminaba en aquel preciso momento. Los registros de las guardias en el Rukongai era una asignatura pendiente a ordenar en los desastrosos armarios del escuadrón, demasiado polvorientos y desorganizados como para imaginar siquiera un poco de control meticuloso. El chirrido apocado de la puerta corredera resuena como un mal presagio en los oídos mientras la luz dorada el exterior comienza a oscurecerse. Ligeras nubes grisáceas comenzaron a cubrir el cielo lentamente mientras un aluvión de libros desgastados y polvorientos cae sobre el tatami, elevando una nube blanquecina y maloliente.
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Yuka:
La ventana abierta de par en par mostraba una estampa maravillosa de contemplar. Los tejados del Gotei y del Seireitei se extendían a lo lejos, fundiéndose con las casitas del Rukongai en un mar de oro anaranjado y nubes tornasoladas de añil y violeta, que se iban condensando en formas esponjosas y almidonadas como algodón dulce. Era una visión bucólica y romántica, llena de anhelos y deseos que parecían querer fugarse con esas nubes; un sueño vago y confuso que se iba oscureciendo acompañado por el sol descendiente. Los naranjas dorados se desvanecieron en un azul pálido hasta convertirse en un manto gris oscuro. Opresivo y desolador. Finas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre el alféizar de la ventana.
El trabajo estaba próximo a finalizar, o al menos eso pensaba Yuka. La notificación al décimo aún no había tenido respuesta. Necesitaba poner en orden las guardias que se iban realizando en el Rukongai, no sólo para tenerlas registradas sino para tener un mejor control y organización de las mismas. Y sin embargo, allí la ausencia de ese volumen impedía que el día llegase a su fin.
La noche no pintaba demasiado agradable. Pese a una puesta de sol tan hermosa, la temperatura no había bajado y la creciente lluvia hacía que un agobiante calor húmedo se comenzara a instalar en las dependencias del escuadrón.
Otsuka Isono- Post : 1242
Edad : 38
Re: Cenit I .- Trabajo interminable {Akiyama Yuka & Regis}
"Pequeño hurto numero 78 del distrito 13 del rukongai.Detención inminente efectuada por parte del 8avo escuadrón Youichi Kiruma. Perfecto" Pensó mientras ponía punto y final a aquella titanica tarea. Le había llevado muchas horas acabar con aquel infierno burocrático, pero por fin podía gozar de su tan apreciada perfección, ya estaban archivados todas las incidencias de aquel maldito zoo lleno de seres poco superiores que animales llamado Rukongai.
Regis secó su pluma y la guardó meticulosamente en su pequeño estuche, de madera recia aunque ya desgastada por el paso inexorable de los años, a la par que cubría y guardaba el pequeño botecillo de tinta utilizado para completar su obra que sin duda sería despreciada por los necios que tanto abundaban en el Seiretei. Se dispuso a levantarse cuando un pequeño incidente blanco se reveló ante sus ojos. Regis lo recogió con parsimonia y se dispuso a leer aquello que estaba garabateado encima. Se trataba de una petición urgente de parte del octavo escuadrón y pedían una copia de todas las guardias y patrullas realizadas durante el último mes para su archivo. Lo peor de todo es que ya fechaba de tres días atrás.
"Malditos incompetentes ¿Es que regalan ser shinigami en la academia? ¿Que demonios les enseñan? Por lo visto a poco más que ser mandriles que se rascan el culo" Pensó airado mientras dejaba ir un suspiro. Obviamente se dirigió a los registros de guardias para proceder con el encargo, acababa de ver que si el no hacía el trabajo poco se avanzaría en estos temas dentro del Seiretei.
Llegó a los armarios y procedió a abrir uno que se abrió mientras producía un desagradable chirrido. Al abrirse cayó una montaña de libros al suelo.Elevando un polvo irrespirable.
"Esto parece una pocilga. Rodaran cabezas, lo juro" Se prometió Regis mientras empezaba a ordenar meticulosamente los volúmenes del suelo, algunos databan de fechas inimaginables y la mayoría estaban en condiciones bastante pesimas. Sin duda sería una larga tarea, pero no pensaba permitir que aquello quedara así.
Regis secó su pluma y la guardó meticulosamente en su pequeño estuche, de madera recia aunque ya desgastada por el paso inexorable de los años, a la par que cubría y guardaba el pequeño botecillo de tinta utilizado para completar su obra que sin duda sería despreciada por los necios que tanto abundaban en el Seiretei. Se dispuso a levantarse cuando un pequeño incidente blanco se reveló ante sus ojos. Regis lo recogió con parsimonia y se dispuso a leer aquello que estaba garabateado encima. Se trataba de una petición urgente de parte del octavo escuadrón y pedían una copia de todas las guardias y patrullas realizadas durante el último mes para su archivo. Lo peor de todo es que ya fechaba de tres días atrás.
"Malditos incompetentes ¿Es que regalan ser shinigami en la academia? ¿Que demonios les enseñan? Por lo visto a poco más que ser mandriles que se rascan el culo" Pensó airado mientras dejaba ir un suspiro. Obviamente se dirigió a los registros de guardias para proceder con el encargo, acababa de ver que si el no hacía el trabajo poco se avanzaría en estos temas dentro del Seiretei.
Llegó a los armarios y procedió a abrir uno que se abrió mientras producía un desagradable chirrido. Al abrirse cayó una montaña de libros al suelo.Elevando un polvo irrespirable.
"Esto parece una pocilga. Rodaran cabezas, lo juro" Se prometió Regis mientras empezaba a ordenar meticulosamente los volúmenes del suelo, algunos databan de fechas inimaginables y la mayoría estaban en condiciones bastante pesimas. Sin duda sería una larga tarea, pero no pensaba permitir que aquello quedara así.
Regis- Raso Meiyo
- Post : 351
Edad : 32
Re: Cenit I .- Trabajo interminable {Akiyama Yuka & Regis}
No es que odiase la lluvia, de hecho, los aguaceros de primavera siempre habían sido sus favoritos desde que era bien pequeña, pero aquello no tenía nada que ver con lo que para ella era una estampa agradable. Muchos menos cuando era resultado de estropear el hermoso atardecer que había estado disfrutando hasta hacía pocos instantes. Suspiró, como si de una condenada a muerte se tratase, y continuó mirando por la ventana, como si los asuntos que tenía entre manos fueran a resolverse antes si mantenía la vista fija en el cielo desdibujado del Seireitei.
Su reino por poder irse a la cama, estaba total y absolutamente destrozada. Por sino hubiera tenido bastante con todas las horas de clase que había impartido (además había tenido algunas tutorías) y el duro entrenamiento su madre había tenido la genial idea, ¡bien por ti, mamá! de invitar a Kin´ iro a merendar a la casa familiar de los Akiyama, ¿en qué estaba pensando? Cuando se casaran (y esperaba que fuer tarde, pues aún no estaba lo totalmente concienciada para dar ese paso) ya tendría tiempo para ver a su yerno en cualquier momento. No tenía porqué obligarla a ella a acudir a esos engorrosos encuentros sociales. Si, ese hombre pronto sería su esposo, el padre de sus hijos, y debía empezar a conocerlo, tomarle cariño, establecer confianza… pero le costaba tanto.
Cansada de pensar en su nefasto destino se dejó caer en el suelo de la estancia y observó el techo, era de madera, compuesto por varios tablones que se unían los unos a los otros mediante fuertes vigas de acero. No era nada del otro mundo, eso era cierto, pero mantuvo a la muchacha entretenida unos minutos antes de volver a sentarse y revisar por enésima vez los volúmenes, papeles y demás útiles que tenía allí alineados. Por mucho que los ordenara una y otra vez le faltaba uno y hasta que no lo trajesen no había nada que hacer, sólo seguir esperando. Y Yuka tenía paciencia, no es que careciese de ella, más bien todo lo contrario. Sin embargo, en semejante tesitura, con los párpados pesándole como el acero y sin tan siquiera una respuesta a la petición del octavo escuadrón, el cansancio se convertía en una losa que cada vez se hacía más voluminosa sobre su espalda y como pensar en su triste vida social no era la solución buscó entre los pliegues de sus ropajes hasta dar con un diminuto libro que le habían obsequiado unos días antes. Eran unos haikus bastante bonitos y a su lectura se entregó.
Eso al menos la mantuvo alejada de su aburrimiento unos minutos, pero cuando el aguadero arreció no pudo continuar leyendo y volvió al lugar que había estado ocupando, frente a la ventana que daba a la noche. Se quitó las gafas de puente de la nariz y las limpió con una suave gamuza que sacó del bolsillo, tras comprobar que ambos cristales estaban impolutos escondió el pedazo de tela y devolvió las lentes a su lugar habitual: su rostro, luego se recolocó bien la larga y dorada melena y continuó esperando. Tras unas horas de reposo había tenido tiempo de hacer muchas cosas: corregir exámenes, ordenar los papeles de la estancia e incluso había bebido té, pero había llegado un momento en el que no pudo hacer más.
Su reino por poder irse a la cama, estaba total y absolutamente destrozada. Por sino hubiera tenido bastante con todas las horas de clase que había impartido (además había tenido algunas tutorías) y el duro entrenamiento su madre había tenido la genial idea, ¡bien por ti, mamá! de invitar a Kin´ iro a merendar a la casa familiar de los Akiyama, ¿en qué estaba pensando? Cuando se casaran (y esperaba que fuer tarde, pues aún no estaba lo totalmente concienciada para dar ese paso) ya tendría tiempo para ver a su yerno en cualquier momento. No tenía porqué obligarla a ella a acudir a esos engorrosos encuentros sociales. Si, ese hombre pronto sería su esposo, el padre de sus hijos, y debía empezar a conocerlo, tomarle cariño, establecer confianza… pero le costaba tanto.
Cansada de pensar en su nefasto destino se dejó caer en el suelo de la estancia y observó el techo, era de madera, compuesto por varios tablones que se unían los unos a los otros mediante fuertes vigas de acero. No era nada del otro mundo, eso era cierto, pero mantuvo a la muchacha entretenida unos minutos antes de volver a sentarse y revisar por enésima vez los volúmenes, papeles y demás útiles que tenía allí alineados. Por mucho que los ordenara una y otra vez le faltaba uno y hasta que no lo trajesen no había nada que hacer, sólo seguir esperando. Y Yuka tenía paciencia, no es que careciese de ella, más bien todo lo contrario. Sin embargo, en semejante tesitura, con los párpados pesándole como el acero y sin tan siquiera una respuesta a la petición del octavo escuadrón, el cansancio se convertía en una losa que cada vez se hacía más voluminosa sobre su espalda y como pensar en su triste vida social no era la solución buscó entre los pliegues de sus ropajes hasta dar con un diminuto libro que le habían obsequiado unos días antes. Eran unos haikus bastante bonitos y a su lectura se entregó.
Eso al menos la mantuvo alejada de su aburrimiento unos minutos, pero cuando el aguadero arreció no pudo continuar leyendo y volvió al lugar que había estado ocupando, frente a la ventana que daba a la noche. Se quitó las gafas de puente de la nariz y las limpió con una suave gamuza que sacó del bolsillo, tras comprobar que ambos cristales estaban impolutos escondió el pedazo de tela y devolvió las lentes a su lugar habitual: su rostro, luego se recolocó bien la larga y dorada melena y continuó esperando. Tras unas horas de reposo había tenido tiempo de hacer muchas cosas: corregir exámenes, ordenar los papeles de la estancia e incluso había bebido té, pero había llegado un momento en el que no pudo hacer más.
Akiyama Yuka- Raso Rei
- Post : 116
Edad : 40
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