Reunión Urgente (capitanes del Gotei 13)

Koyuki andaba malhumorado.

Otra noticia daba la vuelta al Gotei 13 debido a su importancia, y otra vez era una mala noticia.

Además, lo malo es que volvía a traer cola un cadáver de los muchos que habían dado la vida en aquella larga, tortuosa y como se estaba viendo, inmensamente costosa batalla.

Pero aún así, los que estaban tenían que seguir, y ese cadáver de mentira era el más claro ejemplo de ello, de que se la estaban intentando colar y hacer que se perdieran más de lo que realmente estaban.
Había que hacer que se cortara aquello por lo sano, así que tenían que actuar con toda su fuerza, la fuerza de los capitanes.

Tras ordenar un poco todo, se dispuso en su sitio, esperando a los que había llamado, los cuales llegarían de un momento a otro.

OFF: Id posteando vuestra entrada y demás, respetad el orden de posteo y sed coherentes con lo que está pasando en estos momentos. Para los capitanes que están en tramas, esto será después, para situarnos un poco en el espacio tiempo y así que no haya complicaciones.

Pronto se os dará más información. ^^ A divertirse se ha dicho! ^^

La joven capitana caminaba con rapidez por los pasillos del Seireitei casi dejando atrás tanto a Chiesa y Hayato. Tuvo que reprimirse en varias ocasiones para no utilizar su shunpo y desaparecer de la vista de los capitanes que iban con ella. Yoruko no abrió la boca en todo el trayecto simplemente inmersa en sus pensamientos. Sin embargo tenía algo que debía recoger.

-Ahora os alcanzo, debo ir a recoger un informe a mi despacho... -dijo a los dos capitanes desapareciendo de varios shunpo.

Llegó al cuartel general de la segunda división y sus ágiles piernas la llevaron por el laberinto de pasillos que tenía el escuadrón hasta el centro de archivos. Entró en la habitación con su mirada fija en la penumbra observando como Nakamura levantaba la cabeza de unos documentos que estaba finalizando. Al momento se puso en pie mirando a Yoruko y realizó una pronunciada reverencia.

-Hokori-taicho, he oído el mensaje que es lo que desea que busque... -preguntó volviendo a recuperar la verticalidad con el ceño fruncido. Normalmente la capitana era una persona calmada y en aquel momento los nervios y la tensión se reflejaban en su rostro de muñeca.

-Necesito que busques el informe de captura de Kaito Rizumu... Será un informe antiguo... -indicó la joven capitana aunque lamentablemente no pudiera especificar mucho más.

Nakamura desapareció tras la puerta que había detrás de él y tras unos minutos de espera reapareció con un informe entre las manos y una expresión levemente conmocionada. Aquel documento salía de las profundidades del archivo y la prodigiosa memoria de Nakamura no recordaba el contenido de dicha carpeta. Sin embargo, tras haberle echando una rápida ojeada había visto dos nombres que reconocería en cualquier parte. Sus ojos se fijaron en los azules de Yoruko y esta, tomando la carpeta abriéndola recorriendo sus azules iris las letras en la penumbra para levantar la cabeza luego y mirarle seria.

-No hables de esto con nadie, Nakamura-san. Lo que se tenga que saber se sabrá. Búscame cualquier otra información que tengas sobre ella... -dijo antes de girarse abriendo la puerta de los archivos detrás de ella dejando que el bibliotecario volviera a desaparecer entre las estanterías de documentos.

La joven capitana volvió veloz por los escasos pasillos que separaban su división de la del comandante y llegó a la puerta llamando tres veces antes de abrirla y entrar en la estancia. Aún era la primera en llegar y aún así no sabía exactamente que podría ser lo que les deparase aquella reunión. Yoruko se colocó en su posición haciendo una inclinación de cabeza hacia el comandante Koyuki y luego su mirada se posó sobre la puerta que había dejado entre abierta pues sabía que sus compañeros no tardarían mucho en llegar. Sus manos se apretaron levemente alrededor de aquella carpeta oscura con el símbolo del segundo escuadrón en la portada. Aunque pensándolo mejor prefirió dejar que el comandante leyera el contenido de aquel documento antes de revelarlo a los demás capitanes, era un tema bastante delicado.

-Koyuki-sotaicho, este informe contiene la captura y ajusticiamiento de Kaito Rizumu... Cree conveniente que el resto de capitanes conozcan dicha información? -preguntó mirando al comandante tendiéndole la carpeta por si quería echarle un vistazo antes de que sus compañeros capitanes llegasen.

El comandante, seguía de pie, sin apenas moverse de su sitio, cuando la menuda capitana del 2º escuadrón realizó su llegada, que no por esperaba causaba más sorpresa.

Sobre todo porque, entre manos traía un informe de considerable grosor y una antigüedad que le resultaba confusa incluso a él mismo. Ante el ofrecimiento que realizaba la joven Yoruko, Ryoto no pudo más que alargar su brazo para recoger el amarillento y ajado informe que con tanta solemnidad y secretismo le ofrecía su capitana. Tras echarle nada más que un ligero vistazo, a modo de resumen o por simple curiosidad sobre lo que podría decir o contener aquellos viejos trozos de papel, decidió preguntarle a la capitana directamente.

- ¿Porqué me entrega este informe y con que razón cree que no debe ser mostrado al resto de capitanes? - Preguntó serena y monótonamente, pues a pesar de que tenía curiosidad por saber porque la chica le llevaba aquel informe precisamente en ese momento, no acababa de entender como algo con tanta antigüedad podría ser tan útil ahora ni porque algo que había acumulado humedad y polvo en el 8º escuadrón, a disposición de que el capitán de aquella división pudiera ojearlo o leerlo cuando quisiera fuera motivo ahora de tanto ocultismo.

La capitana le entregó el informe esperando ver la reacción de Koyuki. Sabía que era un informe muy antiguo y las páginas amarillentas así lo demostraban. Aún así sus manos se colocaron a ambos lados de su cuerpo con la mirada fija en el rostro del comandante ante aquella información. Su pregunta no le llegó por sorpresa pues era algo muy nuevo y no se imaginaba como podría haberse enterado de que la máscara había vuelto a la sociedad de almas. Cogió aire cerrando los ojos durante un instante y volvió a mirarle.

-La máscara de Kaito Rizumu ha vuelto a aparecer.... -fue la sencilla respuesta de la capitana de la segunda división. -Consideraba que tal vez lo escrito en este informe, que Shihoin-taicho mantuvo en los archivos del segundo escuadrón, al igual que todo lo referente a Seigi-taicho... -dijo con calma mirando al comandante con el ceño levemente fruncido.

Aquel era un asunto bastante delicado si se había guardado bajo llave en los archivos de su escuadrón pero aún así no sabía si era el momento de remover asuntos del pasado.

-¿Interrumpo algo? -preguntó el capitán Kobayashi desde la puerta, con una brusquedad nada corriente en él. El camino desde el Dangai a la sala de reuniones no había surtido el efecto esperado. Si bien su intención era calmarse, su ira no se había apaivagado a lo largo del trayecto, sino que se había asentado y fortalecido. Ahora no era una llamarada espontánea y salvaje, sino un fuego que llevaba un rato ardiendo, y que no parecía llevar camino de apagarse.

Había pasado por las dependencias del cuarto escuadrón, donde habían atendido sus heridas y habían parado la hemorragia interna. El encargado de la sala de curas había querido retenerle allí, y poco había faltado para que aquello le convirtiera en el chivo expiatorio que se llevara la peor parte de la explosión del capitán del séptimo escuadrón. Por suerte, se había dado cuenta de la mirada de advertencia que le lanzó Hayato y le había dejado ir. Ahora la sangre ya no manaba, pero le dolían más que nunca.

En la sala de curas le habían dado una nueva hakama, y habían limpiado la sangre reseca de su haori, pero no habían podido hacer nada por reparar los desgarros en aquellos lugares en los que la zanpakutou de Okami le había alcanzado. Menudo aspecto para un capitán recién nombrado: apenas hacía unas horas que le habían dado el haori y ya lo había roto.

El capitán entró en la sala sin esperar el permiso del sotaicho, algo que no habría hecho nunca hasta ese día, y se encaminó hacia los otros dos. No le pasaba desapercibido que habían estado discutiendo algo en voz baja y que el capitán Koyuki tenía una carpeta en la mano, pero no le dio importancia, por el momento.

-Comandante, con su permiso, cuando termine la reunión hay unos asuntos que me gustaría tratar con usted y el resto de capitanes. Hay una serie de aspectos del funcionamiento de la Sociedad de Almas que deberían ser subsanados con la mayor presteza.

Izumi Kaori, la dama de hierro, la malhumorada princesa del Escuadrón número seis, se dirigía a una nueva reunión con los capitanes. Ciertamente no había acudido a muchas de éstas, pero sabía por su predecesora en el cargo (y también sin ella) lo importantes que eran y que era precisamente durante éstas cuando se decidía el futuro y funcionamiento del Geotei 13. Aunque aquello no era de su agrado, ¡como para serlo! Ver a personajes tan impresentables como aquel tarugo de Chiesa no es que le hiciera una especial ilusión, pero la joven de cabello negro y ojos rasgados sabía perfectamente cuales eran sus obligaciones y teniéndolas en cuenta allí se encontraba, más circunspecta que en otras ocasiones, a decir verdad, con una sombra de duda en sus ojos. Con el cabello recogido en una coleta alta (algo que era cualquier cosa menos habitual en ella) y su energético paso de siempre recorría las distancias a una velocidad alta. No es que llegase tarde, no solía hacerlo a no ser que fuera estrictamente necesario, pero la idea de aparecer la última la ponía nerviosa, era una reunión de capitanes, maldita sea. Esta idea era la que carcomía el pensamiento de la muchacha. Pero no solo esa, era como si un pensamiento, o más aún, un presentimiento, se hubiera apoderada de su cerebro. Y no solo por los extraños acontecimientos que estaban teniendo lugar en el Escuadrón (que ya eran de sobra problemáticos) sino como si… “Bah, olvídalo, Kaori, tienes demasiadas cosas en la cabeza como para también preocuparte de un presentimiento barato” se dijo a sí misma. Aunque la reunión podía significar cualquier contratiempo prefería obviarlo.

Cuando vio la figura del capitán Kobayashi adentrarse en la sala donde se celebraría aquella reunión de tanta importancia aumentó el ritmo de sus pisadas y por poco se cae encima del susodicho. Aunque finalmente se quedó a varios centímetros de la puerta y tuvo que llamar. Menos mal, hubiera sido vergonzoso entrar así. De cualquier modo, antes de hacer nada se planchó el uniforme y se dio un par de toques en el cabello recogido. No era presumida, de hecho a veces dudaba de ser femenina o cualquier cosa que solían ser las mujeres, pero como se presentaba hasta su superior, esperaba dar su mejor aspecto. Cuando entró en la sala todas las miradas se centraron en ella, que hizo una reverencia de lo más formal y se colocó junto a sus compañeros.
- Koyuki sotaicho, Hokori taicho, Kobayashi taicho- de reojo observó a sus compañeros, preguntándose que habría ocurrido para que el líder del Séptimo Escuadrón no vistiese como debía o el turbado rostro de porcelana de su nueva amiga, la hermosa Yoruko san. A pesar de tener una gran curiosidad por ese y otros detalles que, seguramente se le escapaban, permaneció donde estaba, con las manos detrás de la espalda y los labios solapados. No se había hecho una reputación para tirarla al suelo por un ataque de repentino interés. La curiosidad mató al gato. Y aunque no era un animal de compañía no pretendía lanzarse a las llamas.

Chiesa entró con semblante serio en la reunión.
Nada más echar el primero vistazo sabia que allí pocas cosas iban a acabar bien, y que quien tenía muchas tornas de perder, podía ser él. Los integrantes de aquella reunión no podían ser mejor elegidos para el desastre, pues aparte del comandante Koyuki y la capitana Hokori, se encontraba el serio y taciturno Hayato, quien había salido de la reunión del Dangai de manera silenciosa, pero con un aura que indicaba que eso no iba a quedar así y para completar el poker de amigos, la capitana del 6º escuadrón, con la que su relación podía calificarse, con algo de suerte, como gélida o tensa.

Así que ese era el plan que se encontraba, una sala llena de cuchillos esperando herirle al primer error, o por lo menos esa era la impresión que le dio nada más llevar dos o tres pasos en aquella gran dependencia. Cuando pensaba en su carrera como capitán se imaginaba luchando contra todos los problemas que pudieran salir, contra la diferencia que pudieran tener contra los arrancars y contra cualquier contratiempo que pudiera salir, pero no se imaginaba que el enemigo estaría dentro, que la burocracia lo ataría y lo retorcería de aquel modo.

Quizás se había tenido que quedar en el 10 escuadrón, donde conocía todo y a todos, y donde sabía como funcionaba todo al mínimo detalle, por mucho que estar allí fuera menos urgente que estar en el 13º escuadrón.

Pero de todas formas daba igual retorcer su mente en aquellas ideas, y prestar más atención a lo que depararía la reunión, lo cual era mucho más importante que la bronca que pudiera llegarle.

- Saludos capitanes. Con su permiso, comandante. - Saludó con una leve reverencia, con la que seguía a pesar de todo, con su rostro contrariado. Todavía no sabía exactamente que se sabía allí, así que sería mejor no precipitarse y escuchar todo lo que se tuviera que decir.

Casi todos los capitanes actuales iban llegando a un ritmo relativamente constante y veloz, quizás con la contada excepción del capitán del 8º escuadrón, Mise Susheki, quien se convertía en el único inconveniente de que la reunión empezara inmediatamente, a pesar de que su tardanza no era ni mucho menos excesiva.

Koyuki miró con más detenimiento en informe que le había entregado, aunque sin la profundidad que merecía. Los nombres que había mencionado la capitana del 2º escuadrón le habían hecho aumentar su interés por aquel informe y por la relación que pudiera tener con algún acontecimiento acaecido recientemente, pues no pensaba que aquello tuviera alguna relación con la muerte de Karaiko-taichô. O mejor dicho lo que parecía su muerte, pues el hecho de que aquella jugada hubiera llegado hasta la linea de fondo del Seiterei era algo que preocupaba lo bastante para no dejarle dormir tranquilo al comandante.

Todavía no habían recuperado el ritmo normal de movimiento y los arrancars ya habían tomado ventaja, haciéndole sentir como un idiota cuando se hubo enterado de aquella jugada. Y había que lograr que aquello funcionara como un reloj. Aunque lo limitado de capitanes posiblemente fuera una de las razones que hacía que se hubiera realizado aquella limitación. Sobre todo porque tres de los escuadrones que la realizaron, el 4º, 5º y 12º se encontraban sin una máxima representación normal, sino que contaban con un teniente que hacía ambas funciones a la vez.

- Hokori-taichô, Kobayashi-taichô, ¿creen que estas cuestiones que me plantean son lo suficientemente importante para ponerlas al corriente de los demás capitanes o simplemente son aclaraciones sobre seguridad? - Les preguntó el comandante, mirando a ambos capitanes que habían solicitado una audiencia privada. Aunque el motivo del día era otro, si había tal urgencia o importancia en ellos también debían de ser tratados por los capitanes.

Había que aprender lo más rápido posible a tomar decisiones conjuntas, trabajar efectivamente en equipo y saber aprovechar las ventajas de los demás, además de confiar en ellos. Había logrado que funcionara con los demás capitanes, pero el gélido ambiente y los distantes gestos que se realizaban en aquella estancia parecía ponerle las cosas muy difíciles.

Y el tiempo corría en su contra.

A pesar de no ser un hombre de prisas y carreras, Mise había salido presto del duodécimo en cuanto aquella mariposa le entregó el mensaje. Una reunión de caracter urgente e improvisto requería la inmediata incorporación de todos los convocados. Así, llegando incluso a usar su shunpo, el capitán se dirigió raudo a las dependencias del primero. El reinante silencio evidenciaba que aquel concilio habría empezado ya...sin él. Se maldijo en pensamientos, llegar tarde nunca había sido uno de sus defectos y mucho menos a un acto de extrema importancia.

Tras pasar las zonas de jardín y vestíbulo, Mise recorrió los pasillos del escuadrón con rápidez, conocía aquel lugar como la palma de su mano. Las veces que tuvo que pedir una autorización al comandante para sustraer volúmenes especiales de la biblioteca se contaban por cientos. Quizás no sabría llegar a los barracones, pero podría llegar al despacho del Comandante con los ojos cerrados.

Al alcanzar las puertas que le separaban de la reunión, Shuseki se detuvo durante unos segundos, alisando su haori e intentando acicalarse para dar el mejor aspecto posible. Después llamó, dos golpes y abrió la puerta. Como se imaginaba era el último en llegar, hizo una reverencia en dirección a los capitanes presentes y después otra, más pronunciada hacia el comandante. Decidió no hablar, las caras de sus compañeros decían que no era el momento. Si bien todos poseían rostros serios e imperturbables, mención especial merecía el aspecto de Hayato, capitán del 7º escuadrón, cuyas vestiduras estaban rasgadas y presentaba claras muestras de un reciente combate. Los arrancar habían sido más rápidos en reorganizarse que ellos, de eso no había duda.

La tensión podía palparse e iría en aumento conforme Mise revelara la información grabada en su retina. Con un ligero carraspeo se decidió a hablar.

-Koyuki-dono, taichos, lamento mi tardanza.-Finalmente su educación ganó el pulso y se disculpó.-Traigo información que podría ser valiosa, esperaré mi turno de palabra y la expondré con su permiso, Sotaicho.

Y quedo callado, no quería interrumpir nada por lo que decidió que lo mejor sería esperar. Así quizás se enteraría de lo que había ocurrido en el mundo humano.

La joven capitana volvió a tomar en sus manos la carpeta de las manos del comandante cuando escuchó las frías palabras de Kobayashi-taicho que atravesaban el aire como cuchillas dispuestas a atravesar todo lo que tenían por delante. Aún así la capitana recuperó su posición en la fila y saludo con una leve inclinación de cabeza al capitán del 7º escuadrón. No le habían pasado desapercibidas las duras palabras que había tenido con Kato y las de Chiesa habían hecho que casi saltase a defender al Shihoin pero se había contenido a tiempo para no cometer una estupidez. Lamentablemente Kuraihebi se lo estaría recordando durante mucho tiempo.

Kaori llegó poco después que Hayato y la joven intercambió una mirada con ella al ponerse a su derecha como estaba estipulado que debían colocarse los capitanes. Chiesa entró a los pocos segundos después con cara de pocos amigos algo raro en el aspecto risueño del capitán pero comprensible desde su punto de vista. El rostro de la joven Hokori se calmó mirando al suelo de madera delante de ella respirando profundamente un par de veces. La voz del comandante se hizo patente en la sala de nuevo haciendo que la capitana levantara la cabeza y asintiera.

-Taichos, Sotaicho... La situación es que creemos saber cual es el objeto del que estaban detrás los arran... -empezó a explicar la capitana tanto al comandante como al resto de los capitanes que estaban en la sala, en aquel momento Mise Shuseki entró en la sala. Mejor así no tendría que explicar que era lo que habían encontrado en la bilbioteca del 8º escuadrón y la información que ella traía debía esperar a que se explicara lo anterior.

-Creo que Mise-taicho estará mucho más capacitado para explicar que es la extraña máscara tras la que iban los arrancar que descendieron a Europa... -terminó mirando primero a Hayato esperando que él explicara que había pasado en el mundo humano y luego a Mise dedicándole una media sonrisa.

Con aquella sonrisa esperaba que trajera buenas noticias. El ambiente en aquella sala estaba tan cargado que se podía masticar la tensión que había. Chiesa y Hayato parecían tener un combate sin zanpakutou y que Kaori fuera tan reacia a apoyar al capitán del 13º simplemente lo hacía algo más... complicado. Al menos si las cosas iban a mayores tenía un "aliado" para mantener los humos bajados de todos. Eso era lo importante, si los arrancar se habían recuperado con tanta rapidez ellos debían hacer su mejor esfuerzo para que no hubiera más problemas de los que ya había, que no eran pocos.

-Me gustaría que al menos el capitán del decimotercer escuadrón estuviera presente, shotaicho, pero no haría ningún mal ponerlo al conocimiento de todos.

Después de responder la pregunta del comandante, Kobayashi miró al resto de capitanes. Mise-taicho y Hokori-taicho parecían tener algo que decir y tenía ganas de oír qué era. Que dos Espada hubieran descendido al mundo humano tan poco tiempo después de la gran batalla no podía ser casual. ¿Qué era aquello que habían ido a buscar? ¿Una máscara? ¿Y por qué era tan importante para Hueco Mundo?

-Capitanes, comandante, como supongo habrán oído, ha habido un enfrentamiento importante en la ciudad de Ginebra. Dos shinigamis rasos y un tercer oficial se han enfrentado a varios hollow. La alarma ha sido dada por uno de los shinigamis y el tercer oficial cuando han vuelto a la Sociedad de Almas, ayudados por los que decían ser dos shinigamis del Primer Escuadrón, y que posteriormente han sido identificados por mi teniente, Ryuga Katsu, como miembros de los Espada.

Hizo una pausa para dar tiempo a todos a asimilar la información. No se trataba de unos arrancar cualquiera, los que habían encontrado en Europa, sino Espada. Y dos, por añadidura. Fuera lo que fuera lo que habían ido a hacer allí, tenía que ser algo de la mayor importancia.

-El combate se ha desarrollado con... -hizo una pausa, mirando directamente a los ojos de Bastian Chiesa- "preocupante desigualdad", por llamarlo de algún modo. La respuesta de nuestras fuerzas ha sido un cúmulo de despropósitos, que detallaré posteriormente en mi informe, shotaicho. Una de nuestras shinigamis rasas ha sido tristemente capturada por el enemigo y mi teniente ha resultado herido de gravedad en nuestro intento por resistir a los Espada esperando una liberación del limitador y unos refuerzos que nunca llegaron. Me hago responsable de no haber sacado de ahí a nuestros hombres a tiempo, pero considero que deberíamos revisar exhaustivamente el protocolo en caso de ataque. Particularmente, y dada la situación excepcional que vivimos en la Sociedad de Almas, solicito la anulación temporal del limitador para capitanes y tenientes, por lo menos hasta que estemos seguros de que será posible retirarlo a tiempo en caso de una nueva emergencia. No trato rehuír mi parte de culpa, pero estoy seguro de que, de no haber sido por nuestra poca capacidad de respuesta, no deberíamos estar lamentando ahora la pérdida de una de nuestras shinigamis.

Hayato miró alternativamente a Chiesa y al comandante. Sabía que no estaba haciendo amigos, precisamente, con aquellas palabras, pero eran exactamente lo que pensaba y consideraba que debía decirlas.

-Por el resto, creo que podemos esperar a debatir estos temas hasta el final de la reunión. Supongo que les gustaría tanto como a mí oír lo que hayan averiguado Mise-taicho y Hokori-taicho acerca de los objetivos que movían a esos Espada.

La mano enguantada de la capitana del sexto escuadrón rozó su arma, casi por causalidad. La tensión en aquella sala era altamente peligrosa y por una vez, y sin que sirviera de precedente, no tenía nada que ver con que la propia Kaori y Chiesa compartiesen espacio. Las ondas negativas, en esta ocasión, parecían venir con más fuerza, del intercambio de miradas entre su enemigo mortal y el cabal capitán Kobayashi. Aunque no sabía exactamente la razón, algo relacionado con el combate de nefastas consecuencias en Europa, ésta llegó de los labios del capitán del séptimo escuadrón. Los ojos de la joven se dilataron por un segundo y observaron a Bastian sin tan siquiera pensar en aparentar sutileza. Como era bien sabido, el décimo tercer escuadrón se encargaba de la logística y otros quehaceres en el mundo humano, por eso que su capitán no hubiera desactivado los limitadores en los capitanes y tenientes cuando éstos se habían vistos envueltos en una situación difícil era algo inaceptable, completamente inadmisible. Y aunque ella no pudo actuar durante esa batalla (estaba demasiado ocupada salvando su propia vida) no dudaba de las malas acciones que se habían cometido ni de las pérdidas que se habían sufrido. Casi por necesidad ahogó el ruidoso chasquido que iba a salir de sus labios y cruzó los brazos, con fuerza, dejando que su espalda -del movimiento rápido de sus extremidades superiores- chocase contra su cadera. Y pensar que antes de que llegase el capitán Mise su intención era quitarse los malos presentimientos de encima... En la Sociedad de las Almas lo mejor era pensar mal, porque seguramente se acertase. Y lo que más odiaba, a demás de las mentiras y los malentendidos era la insensatez, y Chiesa (¡otra vez él, siempre él!) no hacía más que presentarse como el emisario de aquel odiado defecto una y otra vez. Aún así no era quién para decir nada, no podía, y del esfuerzo que tuvo que hacer por mantener la boca cerrada fue tan que sus puños, cerrados con saña a ambos lados de su cuerpo, temblaron violentamente.

Para calmar su ansiedad, sus pupilas fueron a parar en la capitana del segundo escuadrón. Yoruko siempre se mostraba tan calmada y sofisticada, tan paciente y conciliadora que, de una manera completamente sana y amistosa, le tenía cierta envidia. Suspiró, por tres veces y entonces decidió tomar la palabra. Como ya estaba calmada (gracias a la mirada que intercambió con su nueva amiga) su voz sonó tranquila y sosegada.
- Capitán Kobayashi, capitán Chiesa- aunque apenas fue un momento, cualquier ojo experto pudo notar que las miradas que intercambió con ambos jóvenes eran bien distintas (con Hayato una sincera, con Chiesa un intento de neutralidad fallido)- espero que las diferencias que puedan surgir entre vosotros por este desagradable incidente no repercutan en el buen funcionamiento de la Sociedad de las Almas- que, teniendo en cuenta que escuadrón lideraba, era de lo más importante para ella- también aprovecho para disculparme por mi ausencia en todos estos acontecimientos y prometo, de ahora en adelante, que estaré más activa en la vida pública- aún era pronto para hablar sobre el intento de asesinado, principalmente porque era un tema que de momento se debía a algo interno, y le parecía poco profesional sacarlo en una reunión de ese tipo. Hizo una reverencia y recobró su postura. Pese a haberse calmado de su anterior ataque silencioso de ira, el rostro de la joven de piel nacarada mostraba una gran tristeza, como si algo, o alguien, la estuviera privando del descanso nocturno.

Meneó la cabeza, para no pensar en nada que no fueran los limitadores de poder y la controversia entre los capitanes y alzó el rostro. Aunque quisiera mostrarse tan altiva como siempre había algo que fallaba, algo que la hacía perder parte de su brutalidad. Pero eso, no nos atañe de momento, así que sigamos con la reunión, ¿qué creéis qué dirá Chiesa ante las acusaciones que acaba de lanzarle el capitán Kobayashi? Si os digo la verdad, no tengo la menor idea, pero estoy deseando saber más. Así que le dejó a él seguir con la historia ^^

Tras debatirlo entre los miembros del Staff, se ha decidido implementar la siguiente directriz en cuanto a los turnos en los posts de Reuniones:

"Cada usuario dispondrá de tres días exactos, a partir del último post, para contestar al tema en cuestión. En caso de no hacerlo, su turno pasará al siguiente usuario. Esta medida queda vigente a partir de este mismo post, y es sólo aplicable a aquellos temas englobados dentro del conjunto de las Reuniones de Tenientes, Capitanes, o sus símiles Arrancar."

Espero sepáis disculpar las molestias; hemos encaminado la medida a que los temas puedan avanzar con normalidad y fluidez. Esperamos funcione tal y como ha sido previsto.

Atte:

El primer guantazo en la cara fue de provocación, pues el capitán de la séptima división empezó su discurso haciendo caso omiso a la presencia del capitán de la decimotercera división en la sala, como si minusvalorase su persona y su valía como capitán en aquella sala.

La verdad es que si la relación entre ambos no era muy extensa, aquel no era la mejor manera de continuarla,. Ni tan siquiera una manera coherente, por lo menos en la mente de Chiesa, que fabricaba sus propios designios y enemistades, quizás de manera demasiado aleatoria para ser alguien que había llegado a un cargo tan alto. De todas maneras, era una persona que sabía rellenar sus muchos defectos con sus ventajas.

De todas formas, las palabras del capitán seguían su curso, mientras el nervio de Chiesa se enervaba cada vez más intensamente.
A pesar de que el fallo había sido por falta de inteligencia e independencia de su división sin un capitán que les comandara o algún alto cargo que pudiera hacer algo, todas las acusaciones resultaban tenerle como blanco a él, lo cual le hacía ver aquella actuación como un menosprecio personal, cuando lo único que había hecho él mal había sido perderse en un sitio que no conocía, y no encontraba nada anormal en esa situación.

Es más suficiente había hecho con resolver tan rápido el problema que se había dado, pues si bien, no había tenido la capacidad de actuar simultáneamente a lo que había ocurrido por que no se encontraba en el lugar donde podría haberlo hecho, pero si que lo solucionó tan rápido como pudo, delegando aquella tarea en su teniente, quien llevaba más de una semana en la división, no como él, y podía hacerlo más correcta y rápidamente.

Así que mantuvo agarrada la empuñadura de su zanpakutoh con rabia mientras intentaba rebajar un poco el grado de los comentarios que se le agolpaban en la mente del capitán ante los comentarios de Hayato.
Aunque por lo menos la neutralidad mal fingida de Kaori-chan hizo que Chiesa rebajara un poco su frustración contenida, haciendo que respondiera más tranquilamente.

- Sôtaichô, capitanes. - Inició antes de hablar, haciendo otra pausa para intentar no resultar demasiado agresivo, demasiado cínico, demasiado "él". - Reconozco que mi desconocimiento de la división, debido a que soy el único capitán novato en otra división, y de mi ignorancia de que los límites de mis shinigamis sean tan amplios, hayan sido un lastre en esta misión.
Pero confío plenamente en que el sistema de limitadores va a funcionar de forma exacta y puntual de ahora en adelante, así que pido que se niegue la solicitud de Kobayashi-taichô. Además, pido ser el primero en otro caso de ataque hollow. Así demostraré la eficacia del sistema impuesto. - A pesar de que se había mantenido correcto y responsable, Chiesa seguía siendo un bravucón, y eso no se quitaba por mucho que intentara calmarse. Quizás le había podido en no negar que podía ser una buena idea lo dispuesto por Hayato, pero en ningún universo alternativo donde existiera un Chiesa, éste podría ver como su división y él mismo eran tan mal vistos sin hacer nada así.

La palabra estaba dada, y él estaba dispuesto a acudir en primera linea de batalla si algo sucedía. Era un reto que le gustaba y atraía doblemente, tanto por demostrar a los demás que sus quejan eran simples banalidades y tonterías sin sentido como para pelear con un enemigo que iba a ir a muerte por primera vez en mucho tiempo, pues todavía tenía clavada la espina de no poder haber acudido a aquella batalla épica entre shinigamis y hollows.

Así, lanzando una altanera mirada al resto de los presentes, centrándose sobre todo en Hayato, cerró su participación, en espera de que alguien más le pusiera algún pero o le ayudara en aquel momento.


Pd. Siento la tardanza, tardé en ver el post de Kaori. Hayato, no es nada personal, Chiesa es muy suyo xDDDD.

[OFF] Orden de posteo:


Del post de Chiesa hace diez días, así que ya han podido saltarse dos turnos y tocarle a Yoruko con la nueva regla.

(Off: lamento la interrupción, es lo que tiene interpretar a mi personaje hasta sus últimas consecuencias)

La tensa tranquilidad de la sala de reunión de los capitanes del Gotei13 se vió resquebrajada por la voz de uno de los shinigamis que montaban guardia en el exterio de la puerta de entrada.

Shinigami: -¡Alto! ¡Oh, perdone, Fukutaicho-dono! No está permitido el paso cuando los capitanes se hayan reunid...-

Las puertas se abrieron de par en par, mostrando a Shin Gennosuke, fukutaicho del 11º escuadrón con gesto enfurecido y un indefenso integrante del primer escuadrón con gesto de impotencia y de no saber qué hacer en semejante situación.

Gennosuke dió tres firmes pasos, adentrándose en la sala, e hizo una profunda reverencia en señal de disculpa y respeto. Tras erguirse de nuevo, clavó los ojos con intensa convicción en el máximo dirigente del Gotei13, transmitiendole de antemano el convencimiento de las palabras que estaba a punto de pronunciar. Su voz, sin el más mínimo deje de nerviosismo o temor, habló firme y serena, exponiendo los hechos.

Gennosuke: -¡Se presenta Shin Gennosuke, actual fukutaicho del 11º escuadrón! Capitanes, Sotaicho-dono, soy consciente de que está estrictamente prohibido interrumpir una reunión de capitanes y recibiré el castigo que crean conveniente......pero cada segundo tiene un valor incalculable en este preciso instante.-

Observó un instante el rostro de todos los presentes mientras dejaba que sus últimas palabras calasen hondo. Lo que estaba a punto de decir podría destruir la vida que con tanto esfuerzo había construido durante años, pero era un riesgo necesario en ese momento.

Gennosuke: -No me cabe la menor duda de que ya tendrán conocimiento de los recientes hechos acaecidos en Europa y de la captura de una compañera shinigami en dichos sucesos. Apoyándome en el hecho de que si los arrancar hubieran querido matarla lo habrían hecho en el acto y siendo consciente de que podría ser una trampa.....solicito un permiso inmediato para organizar una partida de búsqueda y salir de inmediato a rescatar a nuestra compañera. En caso de que mi solicitud sea denegada.......-

Gennosuke se arrodilló, con un gesto en el rostro que dejaba claro que lo que estaba a punto de hacer era como arrancarse el corazón. Los ojos, medio anegados en lágrimas, no dejaron sin embargo que ninguna escapara por sus mejillas. Su voz se quebró un instante cuando se quitó el emblema de teniente del brazo y lo alzó sujeto por sus dos manos mientras agachaba la cabeza en señal de humildad y sumisión.

Gennosuke: -....reneg...........Renegaré de mi puesto de fukutaicho y de mi condición de shinigami, pidiendo plena libertad para salir de la SS e ir a HM yo solo. El Gotei13 somos todos y cada uno de los shinigamis que lo componemos. Si abandonamos a uno sólo de ellos a su suerte.........entonces no veo diferencia entre estar aquí o estar en Hueco Mundo y por lo menos allí podré ayudar a alguien que lo necesita más que nunca.-

Las manos de Gennosuke se cerraron férreamente sobre las correas del emblema de teniente mientras su cuerpo comenzaba a temblar ligeramente. Tal era el dolor que le suponía renegar de la Sociedad de Almas que tan gentilmente le había dado una vida plena y satisfactoria y tal era su convicción como para hacer ese sacrificio por otro shinigami.

Koyuki escuchaba las palabras de cada uno de los capitanes y ver sus reacciones entre ellos llegaba a ser algo exasperante. La tensión se podía masticar en el ambiente y las miradas que se dedicaban el capitán Kobayashi al capitán del 13º escuadrón no daban lugar a dudas de que había ocurrido algo grave. Las palabras del capitán hacían que el comandante fuera frunciendo el ceño. ¿Espadas vestidos de Shinigamis? ¿Qué clase de burla era esa? Definitivamente Marcus no dejaría de sorprenderle. Al terminar su exposición el capitán Kobayashi, Koyuki quedó sumido en sus pensamientos. Por lo que había oído su eterno rival ya le llevaba ventaja. Cosa que no podía seguir siendo así. Aunque tuviera que tomar cartas en el asunto.

El comandante centró su mirada por un instante en Mise Shuseki cuando entró en la habitación. Ya estaban todos presentes aunque la joven capitana del segundo escuadrón había empezado a hablar cedió su turno al recién llegado. Tomó aire una sola vez y centró sus ojos en los rostros de los jóvenes e inexpertos capitanes que tenía delante de ellos. Aún tenían mucho que aprender y no había tiempo para ello.

-Capitanes… -empezó el comandante dando por terminada la disculpa de Chiesa en el acto. No se puso en pie mas su semblante estaba completamente serio. –Esta no es la mejor situación para ponerse a discutir entre vosotros. Chiesa-taicho, se puede llegar a comprender que sea ajeno a los protocolos del nuevo escuadrón que está bajo su cargo y de que pueda llegar a perderse en sus dependencias pero aún así… -tomó aire deteniendo por un instante el discurso sin siquiera alterar el sonido calmado de su voz o su respiración. –Lo primero que debería haber hecho, al estar al corriente de la función de dicho escuadrón, como el resto de sus compañeros, era averiguar como funcionaban los protocolos de vigilancia del mundo humano y los de liberación de límites que como podemos ver, son de vital importancia –sus ojos estaban completamente fijos en Chiesa, aún calmado.

Los ojos del comandante recorrieron los rostros de todos los presentes volviendo a mantener un tenso silencio. El reprender a una capitán del Gotei como si fuera un simple raso no era un trago fácil para nadie peo aún así Chiesa-taicho no era el único que debía tener su riña, pues otros habían cometidos sus errores y se debía decir. Como cura se humildad tal vez.

-Sin embargo, esta situación, a todas luces mala, no solo ha venido por la falta de orientación y prioridades mal organizadas de Chiesa-taicho. Estoy seguro de que Tsukiho-taicho, estaría completamente de acuerdo conmigo en que su forma de proceder tampoco era la más correcta, Kobayashi-taicho –el comandante miró al iracundo capitán del 7º escuadrón. –Aunque asuma su culpa no tenemos tiempo en estos momentos para buscar culpables, sino soluciones. La liberación de los limitadores no es una opción viable y confío en que Chiesa-taicho hará un mejor trabajo la próxima vez. La desaparición de esta shinigami es una nueva marca en nuestro…

Pero el discurso se detuvo ante la intromisión de uno de los tenientes. Gennosuke Shin se detuvo en la mitad de la sala y Koyuki no pudo evitar fruncir el ceño ante la interrupción. Mantener la cabeza fría parecía ser un problema para algunos de los mandatarios de los escuadrones aunque no pudiera culparlos de ello, su juventud aunque fuera una gran ventaja en algunas ocasiones, en otras demostraba no tener nada de bueno. Levantó una mano antes de que su propio teniente se lanzara a interceptar al teniente del 11º escuadrón y lo escuchó mientras hablaba. Cerró los ojos durante un instante y luego los volvió a abrir mirando a Gennosuke.

-Denegado. En estos momentos, tras la guerra y la falta de capitanes, no se puede prescindir de nadie, Shin-fukutaicho. Ni aceptaré que reniegue de su cargo y marche a una muerte segura –la voz del comandante sonaba más potente y firme en aquellos momentos.

La decisión estaba tomada y no había vuelta de hoja. Un teniente renegando por no poder ir a una muerte segura… Esperaba que el teniente no se opusiera a su decisión y montase en cólera delante de ellos. Había que acelerar las cosas. Tras unos instantes en los que mantuvo la mirada sobre la cabeza del teniente, el comandante giró la cabeza hacia la capitana del 6º escuadrón.

-Izumi-taicho, creo que sería conveniente que fuera a la reunión de tenientes e hiciera venir aquí a Shuyin Akira, Murakami Aoki y Shihoin Kato. Debemos reunir la información que podamos lo más rápidamente posible y creo que la presencia de una capitana dará la trascendencia debida a esta ya de por sí, delicada situación –dijo mirando a la capitana.

[OFF: Tengo entendido que Mise Shuseki está fuera así que me adelanto para no estar parados. La intromisión de Gennosuke ha dejado un poco de lado la información que ambos traíamos así que mejor acelerar la cosa un poco ^^]

La joven capitana escuchaba las palabras de Kobayashi casi sin poder creérselo del todo. Si todo lo que decía era cierto, comprendía que Kaori estuviera enfadada con él constantemente. A qué se había dedicado desde que le habían nombrado como capitán del 13º escuadrón entonces? Ni siquiera quería pensarlo.

Sin embargo, mantuvo la calma. Por un instante casi quiso buscar con la mirada a Mise sabiendo que sería el otro que estaba completamente tranquilo ajeno a los enfrentamientos personajes que había entre ellos. La joven capitana cerró los ojos y miró a Kaori a su derecha por un instantey un leve gesto de paciencia en su rostro para que se calmara. Seguramente esperaría una explosión por parte de ella al enterarse de lo ocurrido pero aún así sus palabras fueron correctas aunque cargadas de emoción. Como era ella sin duda.

Tras las palabras de Kaori llegó la disculpa y excusa por parte de Chiesa. Sí, era cierto que había sido cambiado de escuadrón pero aún así debería haber sido su prioridad enterarse del funcionamiento de una de las labores más importantes que realizaba la 13ª división. Se había confiado demasiado y no tenía excusa para ello. La respuesta de Koyuki se hizo patente que no culpaba a ninguno de ellos pero quería dejar bien claro que ambos tenían su grado de responsabilidad y aquello quedaba tan claro como el agua.

Aún así Yoruko tuvo que callarse antes de poder contestar al capitán pues su superior cuando estuvo en el 11º escuadrón acababa de entrar por la puerta de manera brusca. ¿Qué podía haber pasado ahora para que los interrumpieran de esa forma? Por un momento se pensó que tal vez aquel arrancar que habían traído preso se había podido escapar. Sabía que tendría que haber insistido a Kato que lo llevara a una de sus celdas. Pero ahora mismo las palabras del teniente captaba la atención de la capitana. ¡¿Organizar una partida de búsqueda para ir a buscar a la shinigami a Hueco Mundo?! Es que había perdido la cabeza?

"No se que es lo que quiere demostrar pero Sotaicho no se lo va a permitir. Atenta, puede que tengas que reducirle. Y tal y como está puede que seas la única que pueda hacerlo sin desenvainar" -advirtió su zanpakutou en la mente de la joven mientras esta observaba la insignia de teniente que tendía hacia el comandante.

"Espero que no tengamos que llegar a esos extremos" -respondió la joven aunque su cuerpo instintivamente se había tensado esperando la respuesta del comandante sin quitar sus ojos azules de la cabeza de Gennosuke esperando su reacción a sus palabras.

Ciertamente, la respuesta del comandante no se hizo esperar. Con palabras duras denegaba las peticiones del teniente. en un instante miró a la capitana cuando le indicó que fuera a por los tenientes nombrados y le dedicó una leve sonrisa antes de que se marchara por la puerta. ¿Cómo estaría Kato con todo lo ocurrido? Y más aún... ¿Cómo reaccionaría el capitán Kobayashi ante su presencia en la reunión de capitanes? El ambiente volvió a tensarse en aquel momento de nuevo. Ciertamente, debían poner orden y pronto.

La reprimenda del Comandante la había herido. Y, si le había herido, sólo podía ser por una cosa: porque tenía razón, y Kobayashi lo sabía. Había cometido un error grave ignorando a aquella shinigami por su debilidad y centrando la atención sólo en sus enemigos. Estaba seguro de que Koyuki Ryoto no se equivocaba lo más mínimo en respecto a lo que Tsukiho Raho hubiera pensado de sus acciones. Por muy brusco que fuera en sus formas, el Capitán Tsukiho nunca había olvidado que la batalla consistía tanto en enfrentar al enemigo como en proteger a los débiles. Si no era capaz de defender ni siquiera a uno de los suyos, ¿por qué luchaba? No era un comportamiento digno de un Capitán; ni siquiera era un comportamiento digno de un shinigami. Bajó la cabeza, avergonzado.

La irrupción de Shin Gennosuke en la reunión truncó lo que el Comandante tenía por decirle. En otra ocasión, la inocencia y la sincera bondad de su gesto tal vez le hubieran hecho sonreír, pero en un momento como aquel estaban completamente fuera de lugar. Cuando tanto él como el Comandante hubieron terminado de hablar, apareció enfrente de un shunpo, con la mano derecha cruzada frente a su pecho, a poca distancia de su hombro izquierdo. Descargando el brazo en un sólo movimiento, le encajó un contundente golpe en el pómulo con el dorso de la mano, cruzándole virtualmente la cara.

Fue un golpe duro, sin ninguna clase de contención o de reservas. Tenía que ser así, si quería que el Teniente del Undécimo Escuadrón siquiera lo notara. Alguien como él estaba mucho más que acostumbrado a resistir golpes más dolorosos que aquel sin siquiera inmutarse.

Le caía bien Gennosuke. Como Teniente de la Séptima División, bajo las órdenes de Tsukiho Raho, muchas veces había tenido que colaborar con él. Había una especie de relación amor-odio entre el Séptimo y el Undécimo escuadrón. Ambos se ocupaban del mismo campo: la batalla pura y dura, si bien el Undécimo se preocupaba más del aspecto muscular y visceral de esta, mientras que el Séptimo se cuidaba de detalles más tácticos. Sabían que se necesitaban el uno al otro, pero también tenían una cierta rivalidad de la que siempre había disfrutado. Más tarde le pediría perdón por aquello.

-¿Se ha vuelto loco, Teniente Shin? -le preguntó, en un tono serio y duro como nunca lo había usado para hablar con él-. ¿Se ha dado cuenta de cuál es la situación actual? Estamos en guerra. Su Capitán, el mío, todos los anteriores Capitanes de la Sociedad de Almas han muerto. ¿Cómo? Luchando con valor por este mundo, por el humano y por todos nosotros. Ahora, ¿realmente tiene tantas ganas de deshonrar su memoria lanzándose estúpidamente en un acto suicida en manos de aquellos mismos que terminaron con sus vidas. Tiene una responsabilidad, Teniente Shin. Con el Capitán Barja muerto, la responsabilidad del Undécimo Escuadrón recae sobre sus hombros. ¿Quiere privar a sus hombres, y a toda la Sociedad de Armas, de los dos más altos cargos del escuadrón de combate en plena situación de guerra? ¿Se da cuenta del deber que pretende rehuír, del caos en que su partida sumiría uno de nuestros principales pilares de resistencia? Todos sentimos la captura de nuestra compañera, pero le ruego que se calme y considere fríamente si existe alguna posibilidad de que usted solo triunfe allí donde hombres y mujeres tan válidos como nuestros anteriores Capitanes perecieron. Por supuesto que no. Ahora, por favor -prosiguió en un tono mucho más suave-, le pido que vuelva a ponerse su insignia de teniente y deje de insultar la memoria de unos Capitanes a quienes tanto debemos, que sea consciente de su lugar y de su importancia en la situación actual, y que me ayude, nos ayude a todos, a ganar esta guerra, y poder entrar tal vez algún día en Hueco Mundo, pero como vencedores triunfantes, no como un grupo de suicidas sin esperanza ni razón.

Hubiendo terminado, se giró de nuevo hacia el Comandante Koyuki y, con una leve inclinación, añadió:

-Pido oficialmente disculpas por mis acciones, tanto presentes como pasadas. Asumiré la responsabilidad que me corresponde.

Incorporándose de nuevo, regresó a su lugar. Todavía quedaban testimonios por oír: el del Capitán Mise en primer lugar, y el de los tenientes a los que acababa de mandar llamar Koyuki Ryoto después. Todavía no estaba del todo claro cómo encajaban todos los sucesos del día: el falso cadáver del Capitán Karaiko, la irrupción de los Espada en Berna y la misteriosa máscara mencionada por la Capitana Hokori. Todavía faltaban cabos por atar, huecos por llenar. Y no estarían preparados hasta que no supieran qué era lo que realmente pretendía su enemigo.

Debía ir a traer a tres tenientes, tenientes que ni siquiera eran el suyo. Iba a perderse un trozo de la conversación con toda seguridad, y eso iba a hacer que estuviese incluso más perdida de lo que ya se encontraba y os mentiría si os dijese que no le molestaba. Aún así hizo tripas corazón, les dedicó a todos una leve reverencia (nada elegante comparada con las de Yoruko) y se dispuso a marcharse. Mientras lo hacía su mente recorría a la velocidad del rayo lo último que se había dicho en aquella sala. Desde la extraña relación que parecían tener Kobayashi y Chiesa hasta las miradas de Yoruko pasando por la interrupción del teniente y la contestación del comandante. Pero no despegó los labios y continuó su camino, o eso habría hecho de haber estado sorda, porque el golpe que se escuchó a continuación la hizo volverse y encontrarse con la escena: Kobayashi Hayato acababa de golpear con saña al recién llegado teniente. Incluso abrió la boca un poco cuando lo vio. Era cierto que un capitán podía tomarse ciertas licencias, pero aquello sobrepasaba todo lo estipulado, ¿cómo se atrevía? Kaori se mordió los labios, porque su pequeña rebelde interior estaba a un paso de lanzarse contra Hayato y darle una bofetada aún más fuerte o quizás de propinarle una patada en el sitio que más dolor produce en un hombre. La sangre brotó por una de sus comisuras, tal era el poder de su mordida, y aunque esto atenuó sus ansías no la detuvo del todo, porque su mirada se encontró con la del capitán del Séptimo Escuadrón y aunque antes se había posicionado de su lado, ahora era desprecio y desilusión lo que mostraban sus ojos rasgados. Hizo una nueva reverencia, tan envarada que le dolió la columna vertebral en toda su longitud, y se marchó por el pasillo, hacia la sala de tenientes, sala que había ocupado ella misma no tanto tiempo atrás…

https://soulsandswords.foroes.org/sala-de-reunion-de-tenientes-f57/reunion-urgente-tenientes-del-gotei-13-t663-30.htm#9062
[FDI: Esto es lo que pasa en la sala de los tenientes]

Cuando regresó parecía algo más calmada, o tal vez más concienciada de cómo debía proceder. Al menos el labio no le sangraba tanto cuando se marchó de la sala y sus ojos mostraban otra expresión. Parecía contenerse, su forma de ver la vida, su crianza e incluso las situaciones que le habían tocado vivir durante todos sus años le decían que el capitán había sido injusto, irracional, hasta infantil, pero no podía mostrar otra opinión frente a los allí reunidos, no podía usar la misma brutalidad (esa que estaba deseando poner en práctica) que Kobayashi acababa de mostrar. No era justo, porque una injusticia (es lo que sentía respecto a la bofetada) no se saldaba con otra. Por eso aguantó, por eso y por ser una capitana. También por el comandante y por la memoria de Valeria. La joven le había aconsejado hasta la saciedad que no debía llevarse por sus emociones. Tenía que tener la cabeza fría, aunque se destrozara los labios. Por eso en aquellos momentos acababa de hacer una reverencia y sus ojos apuntaban al suelo, dócilmente. No quería, mejor dicho no debía mostrar su enfado, ya se había desfogado en la sala de tenientes, esa era una de las razones de su fingida calma. Incluso había gritado a Noriko de un modo espantoso. No tendría que haberle dicho eso, ¡mierda! Todo por culpa de la acción de Kobayashi, todo por sus malditos impulsos justicieros. Le había juzgado mal y eso no le gustaba nada. Pensaba que era mejor que Chiesa, pero en aquella tesitura era incapaz de decidir, Bastian era un pervertido, un vago y un vicioso, pero dudaba que se comportase de semejante manera. Miró a su antiguo subordinado por un segundo y cerró los ojos. Cada vez que pensaba en ese idiota le daba dolor de cabeza.
- Ya están aquí- la puerta acababa de abrirse de nuevo.

- Tsk - No pudo evitar soltar Chiesa en voz baja mientras escuchaba la reprimenda del comandante con la mirada baja. Sabía que no tenía la culpa de aquel incidente, no puedes llegar nuevo a una división y manejarte como si llevaras toda la vida en ella, sabiendo que prioridades hay que poner por encima sin que ninguno de tus subordinados confíe realmente en ti, poner todo en orden si todo el mundo recela de tus palabras, por muy capitán que seas.

De todas formas, y si el Comandante llevaba razón en su reprimenda, su manera de proceder había sido demasiado blanda con los capitanes que habían fallado. La reprimenda era superficial, incluso para lo que se podía haber producido, con los capitanes de la Sociedad de Almas siendo ninguneados por dos espadas...

- Funcionará sin problemas la próxima vez, Koyuki-sôtaichô. Para asegurarme, yo mismo bajaré el primero en la próxima incursión - Contestó, manteniendo las formas, y tragándose algo de su orgullo, pues no quería desentonar en aquella reunión de capitanes, pues los nervios se encontraban muy a flor de piel.

Tras sus palabras, se presentó el teniente de la 11ª división, con una absurda petición, pues, como a posteriori sucedió, le sería denegada totalmente. La gente tendía a confundir heroísmo con estupidez. Si una shinigami había sido llevada a Hueco Mundo, seguramente no quedaría de ella ni tan siquiera un trozo de su kimono que se pudiera usar como pañuelo.

Él había estado allí, el tiempo suficiente para darse cuenta que la sola idea de volver hacia aquel desértico lugar por una shinigami más, como muchos otros compañeros que habían muerto en acto de servicio, y sin contar que la posibilidad de que siguiera viva superaba lo remoto, era la mayor locura que se le ocurría en ese momento, por lo que se tragó una sonrisa mientras lo escuchaba, pues estaba intentando aparentar buen juicio y paciencia.

Tras él, apareció de nuevo Kaori-chan, quien se había ido a la reunión de tenientes, y poseía el mismo rostro serio e impasible de siempre, a pesar de que tras ella venían 3 tenientes, más concretamente los tenientes de la 4ª, 5ª y 12ª división.

Aquello podía volverse interesante. O realmente aburrido.

Shuyin entró en la sala con los ojos entrecerrados, había caminado en silencio, silbando un poco por el camino, le encantaba ser el único al que se escuchaba.
Cuando entró en la sala de Capitanes, lo primero que hizo el teniente de la doceava fue pasar los ojos por toda la decoración del lugar.

Esperaba una sala de oro, con muchos esclavos alrededor y un elegante ejerciendo un papel de payaso... Pero por lo visto, era casi casi tan sosa como la de tenientes.
A su lado, Kato dejó al arrancar en el suelo, y, se presentó de un modo breve y respetuoso.

Akira permanecía con las dos manos en los bolsillos de su vestimenta. Lo miró, como si este tuviese que, mediante algún sortilegio. Explicarle lo que debía decir en una situación así.

Se limitó a pasar sus ojos entre el grueso número de Capitanes, y a sonreír fingiendo una alegría que no sentía.

"Buenas tardes... Soy Shuyin Akira, teniente del doceavo escuadrón." Su cara volvió a expresar seriedad con rapidez, lo cual dejaba su anterior muestra de simpatía como una sobreactuación.

"Bueno, ¿Qué necesitan de m.... nosotros?"

Akira estaba acostumbrado a ser llamado solo para investigar algo concreto, por lo que tuvo que rectificar para incluir a los otros dos tenientes en el paquete.

"(A ver a que están jugando aquí.)" Pensó Akira mientras esperaba a que su pregunta fuese resuelta.

El camino fue tenso, silencioso en parte, ceremonioso, solemne… Parecía que alguien hubiese muerto… parecía una procesión de semana santa, sin más alboroto que el arrancar sobre el hombro de Kato.

El pasillo era estrecho, con una pared de papel a un lado, y una barandilla al otro, desde donde se veían los tejados del seireitei alumbrados por el sol radiante de la sociedad de almas. Al fondo, la barrera que delimitaba la corte de los espíritus puros y más allá, el pueblo llano, el rukongai, dónde maduró Aoki, y donde conoció al joven Shihoin que iba unos pasos por delante suya, con el saco de patatas viviente a su hombro.

Todo se escuchaba diez veces más de lo normal, desde los pisotones firmes y molestos de la capitana, a la cabeza de la fila, hasta los amortiguados pasos del extravagante Akira acompañados de la musiquilla que escapaba de sus labios entrecerrados en forma de silbidos. Si hubiese más silencio, podrían oírse los pensamientos. Y sería digna la mención de la tensión del ambiente, pero serían demasiadas palabras para tratar de describir la sensación.

Las puertas se abrieron majestuosas mostrando la sagrada sala de capitanes. Al fondo, postrado sobre lo que podría ser un trono, o al menos un ítem similar, el comandante de gesto serio, miraba uno a uno a los acompañantes de la capitana del sexto escuadrón, que ya había realizado su reverencia. Por un momento, Aoki mantuvo su semblante serio, tratando de no quedar “diminuto” en la sala de los grandes - que lo era - sino que su tamaño no fuese solo físico.

Repasó con un vistazo a los presentes. La primera, la pequeña Yoruko, cuya presencia le relajaba, y seguro que a Kato más aún. ¿En algún momento le habría visto Kato como un rival por Yoruko? Se anotó mentalmente dejar claro las cosas ante Kato sobre Yoruko… Pero quizá ese no era el momento más indicado para esos pensamientos, ¿no?.

A su derecha, a unos pasos de distancia, Mise, erguido, con esa presencia sabia que llevaba consigo, aumentada aún más por el imponente haori. Enfrente suya, Hayato, tan enfadado como antes, y seguramente casi tanto como Kaori, aunque ella fuese más de exteriorizarlo. Finalmente, Chiesa-taichô cerca de la puerta, a la derecha, También serio, casi preocupado, con un gesto similar al de Kato, con un matiz de culpabilidad. Vistas las caras, todo esto tenía que ver con el altercado de Europa, pero… ¿Qué hacía allí Akira?

Tantas formalidades, nunca fueron el punto fuerte de Aoki, pero la situación lo requería, y la cortesía le salía inconscientemente.

- Capitanes… Sôtaichô. -Inclinó la cabeza dos veces con su primera palabra, una hacia cada lado, y inclinó su torso con sus ojos cerrados, al tiempo que daba un paso al frente, cuando se dirigió al comandante. Su presentación fue breve, y le pareció del todo innecesario mentar su nombre y rango, pero en vista de que ambos de sus compañeros lo habían hecho…

- Murakami Aoki, teniente del cuarto escuadrón - aclaró brevemente y esperó a que la pregunta de Akira fuese contestada ignorando la mala pasada de su subconsciente…

[OFF: Jum... mucha gente somos ya ^^ De todos modos vamos a poner un orden para que nos entendamos ^^
Y repetimos ^^

Mise Shuseki queda ausente por el momento. Por lo que si vuelve le metemos de nuevo. ^^]