Tras la misión, los informes

Himeko apareció jadeando en la puerta del despacho del escuadrón, tras haber recorrido a una velocidad alarmante la distancia entre el rukongai y el gotei, estaba exhausta, no podría dar un paso más sin desmayarse ante ella. No se había parado en ninguno de los pasillos del escuadrón, no tenía tiempo, debía llevar una información muy importante a la capitana o estaría en peligro el futuro del escuadrón.

Se recostó contra la pared y se dejó caer, debía descansar un minuto, ordenar sus ideas para disponerlas de forma ordenada y clara a Yoruko-sama, y así haría tiempo hasta que apareciesen los otros dos. Como siempre ella era la primera en llegar, la pequeña pelirrubia no gustaba hacer esperar a la gente.

¿Qué había pasado? No tenía conciencia completa de lo que le acababa de suceder, había tomado las riendas de la misión, llevado a cabo un plan que resulto completo que por su culpa acabó con la muerte de uno de los integrantes de dicha misión. ¿Había resultado fructifera? Sin duda había conseguido recabar información muy importante, la familia Yoichiro intentaba llevar a cabo alguna especie de golpe de estado y acabar con Yoruko-sama por medio de su teniente, que tenía un cierto y difuso pasado relacionado con esta familia.

“Himeko…” escuchó la pequeña en su mente, la voz de Nekomatta parecía más suave de lo normal, su hiperactividad había desaparecido.

“Ne…Nekomatta… ¿era inevitable?...podría…podría haber salvado la vida de aquel shinigami…pero…pero…” La pelirrubia apretó los puños con fuerza y cerró los ojos. Aquella duda la perseguiría durante toda su vida. Aun así tenía que ser fuerte, no debía, es más no se podría permitir dudar un segundo más, pero no era tan facil llevarlo a la práctica.

“Himeko…himeko…Nos haremos más fuertes, juntos, juntos jugaremos y enviaremos a la desesperación a ese Galahar” gruño con furia el minino, no podía ver a su amita en ese estado, ella siempre debía estar dispuesta a jugar, y sin duda en el fondo de su corazón, aquel ánimo había desaparecido.

“…No me dejaré vencer Nekomatta…No, no lo haré…Juntos, juntos tu y yo, acabaremos con ese maldito teniente…”respondió con furia la joven, dando por terminada la conversación, en su interior Nekomatta ronroneaba complacido.

Respiró profundamente y tras asegurarse de que su compañero y el shinigami habían aparecido allí se volvió hacia Seikuro y le miró con seriedad.

-Entraré yo, quédate con el shinigami aquí hasta que Yoruko-sama os mande entrar, si ves que necesita atención médica llévale al cuarto escuadrón, ya sabes, luego rellenas los informes para la capitana, y hazme un favor, no te deprimas.-concluyó de manera amistosa.

Se armó de valor y golpeó un par de veces la puerta del despacho, ¿habría alguien? No tardó en recibir una respuesta, escuchó como la voz de la capitana la permitía el paso. Apoyó su mano en el manillar y con cuidado se deslizó por la puerta, cerrandola tras de sí.

Al instante, Himeko se arrodilló ante su capitana y se presentó formalmente.

-Buenos días Yoruko-sama, Fujiwara Himeko, encargada de la misión de rescate del distrito Yoichiro, presentando el reporte de la misma.-se levantó y con expresión neutra empezó a dar los detalles básicos.

-Hemos terminado la misión con el rescate del shinigami en cuestión, se encuentra fuera del despacho, Shin-Tensei Seikuro se encuentra cuidando de él para evitar cualquier posible desmayo. Serán llamados inmediatamente si usted requiere de su presencia. He de añadir que el shinigami Tokero no pudo completar la misión con nosotros y murió a manos del teniente Hatake, asumiré toda responsabilidad sobre este hecho. Hemos conseguido cierta información que nos puede llevar a sospechar un posible golpe de estado para con su persona.-terminó el resumen de la misión y esperó la respuesta de la capitana con nerviosismo.

[OFF-Rol: Chicos, ya estamos aquí, esto ya lo hable con Yoruko, tengo permiso para "metarolear" gomen, pero hay que ir rapido. Id posteando según llegeis.]

Seikuro había seguido a Himeko todo el camino, totalmente callado y serio, muy impropio de él si se le conocía, sabía que no era el único que estaba afectado por la muerte del shinigami, y que no era el único que tenía la sensación de haber fallado, aunque en la mente de Seikuro solo había una cosa en mente en esos instantes, ¿Himeko cargar las culpas? estaba loca si creía que le iba a dejar hacerlo, aunque cuando fue a decir algo fue demasiado tarde, Himeko entró en el despacho del taicho, dejándole a él con el shinigami rescatado, durante unos segundos que parecieron horas Seikuro pareció aislarse en su mente, notando como su zampakutoh rugía una y otra vez, como le exigía que parase de echarse las culpas, de lamentarse por lo que había pasado esa noche, pero era algo que no podía, su zampakutoh cuando quería podía dejar la conciencia de lado para hacer cosas, Seikuro no podía con facilidad...

Empezó a escuchar desde el otro lado las palabras de Himeko, no había cruzado una palabra con el shinigami por lo mismo, porque estaba más pendiente al informe de su amiga que de las heridas que pudiese tener el shinigami, despues de todo si podía andar no era porque estuviese precisametne "falto de energías" o demasiado herido, si no para que les habría seguido al escuadrón si estaba mal. Cuando su cara cambió fue en la parte "He de añadir que el shinigami Tokero no pudo completar la misión con nosotros y murió a manos del teniente Hatake, asumiré toda responsabilidad sobre este hecho."

Entonces fue cuando explotó, cuando su caracter le jugó una mala pasada y cuando fue impulsivo, entró de golpe en el despacho de Yoruko-taicho con la mirada fija en Himeko, como si estuviese echándole un reproche sin mirarla.

-Siento mi entrada pero...- Su voz salió primero como un hilo, pidiendo disculpas, pero en ningún momento mostró sumisión ante lo que estaba pasando, esperaba que su capitana y que Himeko le comprendiesen, pero ahora lo que menos iba a permitir era que Himeko cargase con todas las culpas de sus errores. -...La culpa de que el shinigami muriese no fue culpa de Himeko como ella dice Yoruko-taicho, la culpa ha sido mía, yo estaba delante de la puerta en la que estaban Hatake y nuestro compañero y no fui capaz de entrar a socorrerle, si quiere echarle la culpa a alguien, no se la eche a Himeko por favor, el cobarde y el que actuó mal allí fui yo, no ella.-

Sabía de sobras que su actuación no había sido la correcta, habían sido las circunstancias las que le habían impulsado a actuar así, aunque acabó su minidiscurso inclinandose con sus manos apretadas en sus piernas, mirando hacia el suelo esta vez ya si como gesto de educación y de sumisión hacia su superiora, aunque su rabia y su discusión interna aún seguían ahí, al menos había podido evitar que Himeko se llevase las culpas de algo que ella no había ni tenido que ver.

-Himeko lo hizo todo bien Taicho, fue culpa mía que decidí ir por libre, separarme del grupo cuando a lo mejor juntos habríamos podido contra Hatake si se hubiese presentado la ocasión, fui yo el impulsivo y el que fastidió todo el plan, aunque no fuese mi intención.- Dijo esta vez serio, poniendose recto para mirar a su taicho, las reacciones, no le culpaba si le metía en prisión despues de aquel fallo, pero asumiría la sentencia con tal de que la vergüenza de sus culpas no cayesen sobre su única amiga en esos instantes.

Yoruko no había pegado ojo en toda la noche. Sus subordinados habían salido hacia el Sereitei por la noche para rescatar a un shinigami que se encontraba cautivo en la casa de la familia Yoichiro. No sabía como había ido ya que la comunicación se cortó justo cuando se escuchó la voz del teniente del 2º escuadrón los había amenazado. La joven capitana se encontraba en su despacho, caminando de un lado para otro, con los sentidos puestos al máximo para centrarse en el reiatsu de Himeko, Seikuro y Tokero. Tres trazas de las cuales solo dos llegaron sanas y salvas al escuadrón. Junto al reiatsu de Seikuro, venía otro menguado por el cansancio. Seguramente se trataría de Hattori.

La capitana se quedó delante de su escritorio esperando a que Himeko entrase para hablar. Sus manos se vieron por debajo de los bordes de las mangas de su haori aferrándose al borde de la mesa para contener sus palabras. Sus ojos se fijaron en Himeko observándola con un detalle de escrutinio que seguramente sería entendido de otra forma por su subordinada. Estaba buscando alguna herida, algún corte que pudiera haber recibido. Su rostro de muñeca se mantenía impasible ante las palabras de Himeko sus delgadas cejas se fruncieron ligeramente. Ya sabía de antemano que Hatake había acabado con la vida de Tokero pero escucharla a ella pronunciar esas palabras con tanta seguridad la perturbaba.

"Respira o vas a acabar desmayada, Yoruko..." -siseó Kuraihebi sintiendo la tensión de su portadora.

En aquel momento, fue a separar sus labios para hablar a Himeko cuando Seikuro irrumpió sin pedir permiso o llamar siquiera, dejando a Hattori solo en el pasillo. Sus ojos se fijaron en los orbes de su oficial y suspiró ligeramente. Le escuchó y sus manos hicieron crugir la madera del escritorio donde se encontraba apoyada. Sin embargo, cuando guardó silencio la capitana desapareció de su posición de un shunpo y abrazó a sus subordinados apretándolos contra ella con firmeza y cariño. Sus ojos se cerraron mientras su cabello caía liso como un río de negrura a su espalda. Estaba tan aliviada de que no hubieran muerto que no podía pensar en otra cosa. La muerte de Tokero no quedaría olvidada por supuesto. Pero había labores que hacer y ya se darían las muestras de respeto pertinentes.

-Silencio, ambos... -dijo en voz baja para que los dos se callasen sin comentar nada de lo que había hecho. -Me alegro de que hayáis podido volver sanos y salvos. Ya nos ocuparemos de recuperar el cuerpo de Tokero más adelante. Traedme a Hattori. Necesito escuchar todo lo acontecido.

Yoruko se giró para sentarse en la silla que había detrás de su escritorio tras haber colocado tres sillas delante de ella. Esperó a que entrasen los tres y cerrasen la puerta detrás de sí. Se escuchó como se cerró la puerta desde fuera y dos presencias espirituales se hicieron patentes al momento para luego desaparecer. Cuando el lugar estuvo seguro. Yoruko recorrió con su mirada a los tres shinigamis.

-Contadme todo lo que hayáis averiguado, por favor. No os dejéis ni un solo detalle. Es de vital importancia.

[Off: posteo a ver si esto se puede aligerar]

Seikuro se mantuvo en total silencio ante las reacciones de su capitana, un poco sorprendido, no esperaba encontrarse con eso de parte de un Taicho, pero era bueno ver que después de todo no eran tan estrictos como algunos decían por ahí, casi pensaba que había tenido suerte que le tocase alguien con el caracter de Yoruko-Taicho, auqnue por otro lado se preguntaba...¿Himeko no le había dado la paliza allí mismo? ¿Acaso la misión le había hecho cambiar de golpe?

No era que hubiese guardado silencio ante las palabras de yoruko-Taicho, si no que simplemente no sabía como reaccionar, los gestos de afecto que conocía era los mismos que nunca había recibido de ninguna persona en todos los años que llevaba de vida por lo que le chocó un poco que su capitana fuese así, aunque tampoco era malo, todo lo contrario, por unos momentos incluso se le pasó por la cabeza que como Himeko, Yoruko-Taicho era otra persona en la que podía poner la mano en el fuego, o eso era lo que le estaba demostrando. Aunque como bien había dicho, no sabía como demostrar el agradecimiento a a quella muestra de confianza por parte de su capitana.

Cuando se sentó de nuevo se puso en seiza en el suelo para mayor comodidad, para luego tranquilizarse a si mismo, era lo que necesitaba después de aquella noche, algo de tranquilidad, se podía decir perfectamente que tenía los nervios de punta y aun el estómago revuelto por haber estado a punto de morir de aquella manera...los ojos de Hatake...era algo que nunca olvidaría...nunca había visto tal sed de sangre, realmente se había sentido delante de un cazador ante su presa. Tomó aire y se dispuso a hablar.

-Lo principal es que Hatake nos ha traicionado.- Aunque era bastante obvio por los hechos, incluso él lo sabía. -Mató a nuestro compañero practicamente delante de mis narices y no pude hacer nada...no logré sacar información alguna sobre lo que planean hacer, recuperé la espada de Hattori-san...porque huí de Hatake...- Dijo agachando la cabeza, apretando los puños attugando su hakama. -Él sabía que yo estaba allí...No supe enfrentarme al miedo en aquel momento.- Las palabras salían cada vez más pesadas, como si tratase más de escusarse que de dar un informe. -Hatake ya no es un shinigami del Gotei 13.- Fue lo único que dijo.

En su mente su zampakutoh básicamente le exigía que se comportase más como un shinigami que como un cachorro asustado, pero la impotencia de no haber podido hacer nada frente aquel asesino...porque no tenía otro nombre...era sin duda lo peor que había sufrido hacía años, muchos años. Casi desde "aquel" día en que vio sin poder hacer nada como morían a su alrededor "aquellas" personas que fueron importantes para él.

-Aceptaré cualquier castigo que quiera imponerme Taicho- Dijo mirandola con cara seria, realmente no era alguien a quien le gustase tener aquellos fallos de NOVATO, porque no tenía otro nombre, pero los sanguinarios ojos de Hatake era algo que se le había marcado en la mente como si de una fobia se tratase.

Debía parecer seria, las emociones no tenían que influir en lo que tendría que hacer a partir de ahora, la pequeña pelirrubia se había tomado ya esa mirada del teniente como algo personal. Tenía una vaga intuición de lo que pretendía con ello y eso suponía echar por tierra todos sus principios y acabar con todas aquellas personas que habían aceptado a la niña. Por eso, sólo por eso sus sentimientos hacia el teniente de su escuadrón habían cambiado repentinamente, no podría perdonarle nunca lo que hizo con aquel shinigami, y mucho menos lo que estaría a punto de hacer si no se le paraban los pies.

“Nekomatta…He decidido que me volveré más fuerte…Podré demostrarles a todos que puedo…ser una buena opción para protegerles. ¿Me ayudarás?” Pensó como intentando hacer que esas palabras surtieran efecto sobre su mente y entonces fuese capaz de asumirlas como propias.

“¡Himeko!”

“Himeko”

“Mmmm….¿Ayuda?"

“¿Dices de Ayuda? ¿Buscas de Ayuda?”

“Sí.” Respondió secamente, no sabía a donde quería llegar Nekomatta pero estaba dispuesta a todo.

“Kukukuku…Himeeko…tu no necesitas de ayuda”

“No, no, no la necesitas”

“¿Eh? ¿Qué no…la necesito? Pero sin tu poder no podré logr…” Fue en su propio razonamiento cuando entendió el juego que llevaba su particular compañero y no pudo evitar reírse para sus adentros. “Así que es eso…¿eres mi poder?”

“Tardaste en reconocerlo compañera”

“Sí, sí, has tardado pequeñaja…”

“Entonces…” La niña se había dado cuenta de algunas de las reacciones cuando entrenaba con su zanpakutoh, cuando entrenaba con ella, hasta ahora la había sentido como una entidad aparte, pero ahora entendía que por muy aparte que estuviera, siempre sería una parte de ella. Una voz de sobra reconocida interrumpió su charla interna. Seikuro había interrumpido con estrépito en la sala, la niña lo miró y se llevo la mano a la sien, siempre dando problemas, nunca cambiaria. Lo que no se esperaba, o al menos esperaba que no lo hiciera, era volver a cargar con las culpas que ella había tomado como su responsabilidad. Himeko miró de soslayo a su compañero y le fulminó con la mirada, como queriendo decir que se libraba del golpe por que estaban en presencia de su capitana. Y sin duda de no ser por la mirada inquisidora de su capitana ella se habría lanzado sobre el cuello de su pelinegro compañero y le habría fustigado hasta que rectificara sobre todo lo que había dicho.

-Si me permite capita…-comenzó a rebatir la charla de su compañero cuando en un visto y no visto, la shinigami se vio envuelta en un cálido y firme abrazo. Aquello tomo tan de sorpresa a la pelirrubia que olvidó durante unos segundos que hacía allí. Para ella, ese abrazo era casi comparable al de una madre, una que nunca tuvo. Su capitana mando callar y aunque ella hubiese querido replicar estaba demasiado sorprendida, tanto que si abría la boca en ese instante solo podría balbucear. Pestañeo un par de veces, claramente debía retomar su testimonio, se había prometido que sus sentimientos no interferirían en ninguna misión más.

“Himeeko…Muévete, pareces un pasmarote” escuchó en su cabeza. Nekomatta estaba en lo cierto, la niña parecía haber sido absorbida por algún tipo de ensoñación. Se sacudió la cabeza y atendió a las indicaciones de su capitana. Cuando estuvieron todos resguardados en el despacho, la pelirrubia tomó asiento con formal permiso y esperó a que sus compañeros hablasen.

Mientras Seikuro exponía su historia no pudo evitar evadirse un segundo para recopilar toda la información en su mente. Recordó, no sin sentir un escalofrio recorriendo su espalda, el momento en el que el teniente había mirado hacia la posición donde se encontraba, el momento por el audífono y la conversación de los nobles. Todo parecía tener un amplio sentido si se ponía en común con lo último que había escuchado “No es nada, otousama. Solo un gato... “…No tardo mucho en sacar conclusiones de todo aquello. Al parecer el teniente Hatake les había mentido desde un principio. Era hijo de nobles, aunque no reconocido, y por la conversación que pudo entender, debía de haber tenido un hermano relacionado con la Sociedad de Almas. Pero ¿Qué podía haber ocurrió? ¿Qué era aquello que llevaba al noble y a su hijo y teniente del Sereitei a intentar algo contra su capitana? ¿Qué estaba sucediendo entre los nobles? La pequeña sólo esperaba que no hubiera nadie más implicado, pero no podía dejar de preguntarse. ¿Y si su familia también estaba implicada en el asunto? ¿Y si…a ella la consideraban de repente otra traidora? ¿Qué haría entonces? Tragó saliva, mejor sería no pensar en ello.

Asegurada entonces de que los otros shinigamis habían contado y relatado su versión de lo acaecido, respiró profundamente y comenzó su discurso.

-Yoruko-sama, cómo han dicho mis compañeros el principal problema que hemos encontrado en la misión es la obvia y reprochable traición del teniente Galahar.-escupió con fuerza el nombre.-Fuimos con el objetivo de conseguir toda la información posible y traer de vuelta al shinigami secuestrado. El plan fue desde un principio separarnos con ese fin. Sin embargo, no habíamos contado con la traición del teniente y –se le atragantaron las palabras.-murió bajo la espada de Hatake-fukutaichou, supimos de ello pues utilizo el comunicador para contactar con nosotros. He de añadir también, que no fui capaz de regresar el cuerpo de Tokero y asumo por tanto esa responsabilidad. El plan había dejado de funcionar con la aparición de Hatake aunque afortunadamente pudimos llegar hasta el secuestrado y sacarlo de la prisión sin levantar sospechas. No obstante y esto es lo que más me preocupa, cuando nos disponíamos a marchar y abortar con la misión, Hatake-fukutaicho fue llamado por el noble a una reunión y…pudo saber cuál era el motivo por el que estábamos allí, aunque no estoy segura de si consiguió adivinar la fuga y por lo tanto haber dado la alarma al noble en esa reunión. Tuvimos que marchar apresuradamente por lo que no se confirma que sepan del rescate, aunque por lo que puedo llegar a imaginarme.-dijo pensando en los guardias que había metido en la celda del capturado.-No tardaran en darse cuenta.-sentenció.

Guardó silencio un segundo para que sus palabras fuesen tomadas en cuenta y al rato volvió a añadir ya para finalizar con su discurso.

-Y por último y lo más importante, cuando tuve la oportunidad de llegar hasta los aposentos de los nobles pude entender una conversación entre ellos que, a mi parecer es de vital importancia para con su persona Yoruko-taichou. Se trata de información que me gustaría compartir con un usted a solas pues no creo que necesite ser extendida por ningún lugar hasta que esté completamente confirmada de su veracidad. También me gustaría añadir que sigo asumiendo las responsabilidades de esta misión pues el desarrollo de esta fue idea mía y por tanto los errores que pudiesen haber sido provocados por cualquiera de los integrantes.-dijo esperando que Seikuro captase el mensaje.-es tanto mi responsabilidad como la suya.-finalizó.

-Esto es todo por mi parte, Yoruko-sama.-dijo lanzando un último suspiro, prácticamente estaba sin aliento.

“Lo has hecho bien pequeña…” escuchó decir a Nekomatta ronroneando sobre su mente. La pelirrubia entre tanto esperaba la respuesta de su capitana.

La capitana se mantuvo observando a sus subordinados mientras relataban los hechos que habían ocurrido. Su expresión era grave y en la mente de la capitana, su zanpakutou le hablaba, comentando con ella la nueva información recibida.

"¿Ves cómo tenía razón? Espero que la próxima vez no dudes de mi criterio, Yoruko..." -comentó ofendido el hombre de ojos viperinos.

"Sabes lo unida que estaba a Hatake. Aún me cuesta asimilar que me haya traicionado de esa forma. Me siento estúpida" -respondió la muchacha a modo de disculpa.

"No te martirices. Solo eres una novata. Yo estoy para enseñarte. Para guiarte y aconsejarte. No solo para que me desenvaines y uses mis bonitas técnicas" -siguió la serpiente calmando a su portadora. -"Ahora céntrate en acabar con él. Usa a los reclutas, no tendrán miramientos en acabar con él sin llevar el escudo de teniente."

"Eres terrible. Me alegro que seas mi aliado. Temería por mi existencia si fueses empuñado por mi enemigo, Kuraihebi" -dijo la joven capitana apretando sus dedos levemente alrededor de sus brazos.

Las palabras de Seikuro calaban a Yoruko haciéndola tensarse más a cada segundo. Había sido directo y certero, como un perfecto disparo de un francotirador. Sin rodeos y algo de auto-inculpación en su discurso. Ella negó con la cabeza indicando a Seikuro que parase. Sabía de lo que era capaz Hatake. Sus habilidades llegaban más allá de lo que cualquiera podría esperar para ser un teniente. Su oficial no tendría posibilidad alguna contra él.

-No te machaques Seikuro. Hattori-san, lamento muchísimo el que hubiera sido apresado por mi ten... Hatake-san -se corrigió la joven en el último momento. Debía centrarse. Y debía hacerlo rápido. -Debería reunirse con su teniente lo más pronto posible. Espero que comprenda que esto es un asunto interno del Segundo escuadrón y que no podemos permitir que nadie interfiera -expuso la joven con seriedad mirando a Hattori. -Antes de marcharte, necesitaré que firmes este pergamino con reiatsu. Se trata de un contrato donde asegura que no aireará lo que ha escuchado en esta habitación a ninguna persona ajena a este escuadrón. Espero que comprenda mi forma de actuar. Es un asunto demasiado delicado.

Yoruko le tendía un pergamino a Hattori para que lo firmase con una marca de reiatsu al final de este. Un procedimiento complejo que aseguraba de una forma mucho más fiable los acuerdos que pudieran llegar a existir para con el segundo escuadrón. Y aún así, toda precaución era poca como podía haberse comprobado. Ahora solo restaba esperar que Hattori fuera comprensivo y aceptada la propuesta de Yoruko. No querría tener que utilizar la alternativa.


[OFF: Que responda Hattori y así nos quedamos nosotros en este post ya para seguir con la trama exclusiva para miembros del 2º. Lo siento chico, pero son asuntos internos. ^^]