Un encuentro inoportuno...(Misión en Europa - Final -) [TRAMA]

Marcus se encontraba, como casi siempre se encontraba en la actualidad, sentado en su trono, divagando y observando en la misma sala de la que parecía voluntario prisionero y de la cual apenas salía, resultando cualquier acción banal y rutinaria, ya sean charlas triviales con Eiffero o maquiavélicas reuniones con cualquiera de los hollows arrancarizados y resto de entres que pululaban por aquel extraño mundo, llamado Hueco por la falta de sensibilidad y corazón de unos y por la falta de inteligencia y razón de otros.

Los espadas que estaban actualmente quizás habían tenido una imagen más dinámica del líder de aquellas blancas y vacías tierras, cosa que no ocurría con la mayoría de arrancars restantes, los que ocupaban puestos menos importantes jerárquicamente como son los puestos de fracción o arrancars, en distintos grados de fuerza, quienes apenas habían tenido movimiento libre por las estancias y barracones del Amanecer, y si acaso habían disfrutado de él, no habían sido tan audaces o temerarios de acudir a las cercanías de ocupaba el cargo de espada de la sección 0, por lo que los conocimientos que habían adquirido de él eran puramente anécdotas que se cuchicheaban por los pasillos, tan solo comentarios de oídas que podía aventurar algún arrancar que tuviera un día especialmente hablador.

Mas, ahora, se mantenía más quieto. Sobre todo por dos circunstancias.

La primera, y más importante, era la necesidad de tener un sitio que sirviera de rápido y eficiente centro de operaciones, para poder ejecutar cualquier orden o táctica en aquel caos que se había montado, con total claridad. Con total acierto.
Pues aunque no se tratara de miedo, como podría calificar algún aventurado, Marcus si tenía bastante respeto a la situación, a aquella situación que no le permitía saber realmente cual eran las fuerzas del enemigo. Aquella situación que no le permitía ni tan siquiera saber cuales eran realmente sus verdaderas fuerzas, las fuerzas con las que podía contar en el caso de que una nueva batalla global se realizara de forma encarnizada en cualquier escenario posible.
Y aquello era algo que le escamaba de manera impresionante, sobre todo cuando en sus rachas de su caprichoso carácter, éste se volvía melancólico y meditabundo, como podía denominarse, por ejemplo, el actual ánimo de Marcus.

La otra de las razones que esgrimía el espada en sus razonamientos internos era consecuencia de la primera. Pues aún se encontraba ligeramente convaleciente de la pelea, del combate que tuvo con si gran rival Koyuki.
Tan sólo era una pequeña herida, no mucho más grave que las demás nimiedades que le había realizado su rival por el cuerpo. Pero al estar situada en la rodilla, a veces, sobre todo cuando andaba algo más de unos cuantos pasos por su estancia, y sobre todo por el rozamiento, podía hacer que andara con una leve cojera de su pierna izquierda. Una minucia de la que la mayoría de los presentes en aquel blanquecino y apagado mundo. Pero que a él, quien debía comandarlos para luchar, le parecía que podía afectar a la imagen que tenían de él, que podían tomar aquello como una latente debilidad que no poseía, pero que bastaría para que muchas especulaciones y juegos de poder se dieran. Y aquello era lo último que se necesitaba por allí.


Pero por un momento, su mente, que había viajado lejos en aquellas sentimentales preocupaciones, dejándose abandonar a la melancolía y al autorecogimiento, volvió a la tierra, y su caprichoso carácter volvió a hacer de las suyas.

El Espada de la 4ª sección siempre era, cuanto menos, extravagante, por lo que su ánimo cambió de forma violenta, por lo brusco de su viraje, a un estado de infinita curiosidad, como quien ve a un hamster intentar resolver un laberinto desde una posición privilegiada, como alguien que observa a un niño jugar, como alguien que está interesado en un cerebro que funciona de manera distinta a la que funcionan los cerebros que suele conocer, manejar y manipular.

Así que, tras escucharle aquel discurso que ejecutaba para si mismo Kenzo, lo mantuvo en su ángulo de visión durante otro breve espacio de tiempo, viendo su divagar por la sala, sin ni tan siquiera percatarse o intentarlo, de que había otra presencia en la sala.

- ¿Que estás buscando realmente, espada? - Preguntó con un tono oscuro, no tanto porque sonara macabro, sino porque intentaba esconder cualquier rasgo de tonalidad en su voz, dejando ver, si acaso, el de una intrincada curiosidad, como aquel científico a punto de abrir una cabeza para abrir un cerebro. Y dar más pistas que aquella al extravagante Kenzo sería quitarle diversión al asunto. Así que espero a ver cualquier reacción o respuesta para ver que manera o forma de actuar era más conveniente para mantener interesante aquella situación.

Marcus seguía observando cuidadosamente al espada. Con este tipo de individuos nunca se podía estar tranquilo o relajado, pues uno no alcanzaba realmente a comprender si su siguiente movimiento iba a ser una estupidez monumental, o una estupidez monumental que escondiera algo realmente importante e interesante.

Podría resultar cansado si hubiera más engendros de este tipo pululando por Hueco Mundo, pero la verdad es que Kenzo se comportaba de manera que ningún otro arrancar podría igualar, o considerar como probable o prudente, por lo que sus extravagancias podían hacerse soportables, incluso curiosas, hasta el momento en el que te cansabas de prestarle atención.

Pero por ahora, sus palabras contenían mucho del interés del espada 0, sobre todo lo referente a los planes que tenían con el capitán del 5º escuadrón, y todo lo que se podía sacar del desconcierto shinigami. Seguramente ya lo habrían tomado como falso, pero la desorientación que originaría eso sería mucho más provechosa que el engaño en sí, pues nadie se esperaría una modificación tan fiel y confundible como la que se había producido.

- ¿Cuales fueron exactamente sus preguntas, Espada? - Empezó a cuestionar Marcus, con un run run que hacía que su cabeza se empezara a enfriar, pensando en las posibilidades que se le podían abrir sabiendo el grado de confusión total que se le había llegado a inducir a los shinigamis - ¿Y cuales fueron tus respuestas?

Se encontraba realmente intrigado, pues las cartas se podían poner interesantes, sobre todo teniendo en cuenta que las acciones del espada nunca dejaban de sorprenderle, a pesar de que muchas veces intentara hacer el movimiento más espectacular o dantesco, casi siempre solía salir bien parado de aquellas situaciones tan extraordinarias.

Así que ver como había toreado, confundido, desconcertado o incluso, ayudado a los shinigamis, sería toda una experiencia.