Okami, ha vuelto... [TRAMA]

El camino por el Garganta había sido tranquilo, todo lo tranquilo que podía estar con la creciente presión que se notaba en el ambiente por la ira de la Espada. Todo había salido de la peor manera y solo podía culparse a sí misma y al saco que portaba el arrancar que iba con ella. Si Kenzo hubiera estado despierto, la enfurecida Okami se habría lanzado hacia él para destrozarlo sin piedad alguna, pero el estado en el que se encontraba no era la mejor forma de desahogarse.

Cuando sus botas pisaron la blanca arena bajo ellas la espada se tomó su tiempo para cerrando los ojos lanzar una explosión de reiatsu a su alrededor con un rugido que hacía temblar a los que la rodeaban, dejando notar así su llegada a su hogar. La arena a su alrededor se levantó violentamente hacia los lados apartándose de ella como si huyeran despavoridos. Tras este pequeño desahogo, notando que la pequeña shinigami se había desmayado por fin, la espada puso rumbo al castillo del Amanecer. Debía hablar con Marcus en seguida y llevarle ese pequeño presente que tenía bajo su brazo. Reiko se despidió de ella llevándose al inútil de Kenzo sobre su hombro. Por un momento había considerado la opción de llevárselo a la reunión pero rechazó la idea al momento pensando que sería mejor que fuera sola.

Con facilidad, usando su rapidez llegó hasta las murallas y saltó entrando en el interior del castillo de una manera más "civilizada" de lo que hubiera deseado. Su primer impulso fue derribar uno de los muros y llegar de aquella manera hasta la sala de la Sección 0 donde seguramente Marcus, ya la estaría esperando. No es que este tuviera un especial interés por la arrancar lupina, simplemente sentiría curiosidad por estado actual. O al menos era algo posible. Caminó por los pasillos del castillo de Marcus con firmeza dejando tras de sí a algunos arrancar aterrorizados si no les había dado tiempo de huir antes de que su presión espiritual los alcanzara desmayados en el suelo. No tocó a ninguno de ellos, su mirada fija en el final del pasillo, sin sus gafas anaranjadas y la parte izquierda de su indumentaria bañada en de rojo por la herida que aún sangraba en su hombro.

Al llegar a la puerta de la Sección 0, dio tres golpes con el lateral de su puño de la manera más cortés que pudo controlar para luego empujar una de ellas entrando en el interior de la sala, buscando a Marcus con la mirada. La shinigami que llevaba, al escuchar la gran puerta abrirse volvió a despertar pero sin osar emitir ningún tipo de sonido en aquel momento. El gruñido de su pecho sonando en el eco del lugar.

-He vuelto...

Mientras Marcus andaba cavilando por los departamentos de aquella gran sala que solía usar como despacho o como dependencia de uso en general.

Para que saliera de ese estado de propio ensimismamiento en sus pensamientos, debido a la fuerza de la costumbre, tan solo bastó una mirada de su fiel fracción Eiffero.
Durante ese instante que duró ese contacto visual entre los dos hollow, el espada de la sección 0 pudo ver el ligero intento por moverse de la fracción, el que cesó justo gracias a los años de entendimiento que les hacía entenderse por tan sólo una mirada.

Mientras Eiffero se mantenía en un segundo plano, Marcus se fijó en la puerta mientras la espada de la 6ª sección entraba, quizás de forma algo brusca, en sus aposentos.

No sabía porque ni que razones habría para que en sus brazos llevara el cuerpo inconsciente de una shinigami, pero tenía que preguntar primero, a ver si ella misma daba las razones para tal curiosidad en Hueco Mundo.

- ¿Que tal ha ido la escaramuza? - Preguntó el espada 0 a sus subordinada.

La Espada cerró sus ojos y apretó los puños gruñendo de nuevo furiosa intentando cometer su rabia ante el que era su amo y señor. La fluctuaciones de su reiatsu se notaba en el ambiente cargándolo aún más casi pudiéndose masticar la tensión. Aquella pregunta había sido, dentro de lo que cabe, lógica había disparado de nuevo su fiereza pero poco a poco conseguía mantener la compostura. Lo cierto es que la escena que se presentaba ante el Espada 0 era cuanto menos, extraña: delante de él se encontraba la sexta espada, vestida con un uniforme de shinigami destrozado manteniendo trozos de tela sobre su hombro derecho y cubriendo su pierna izquierda a duras penas, con otra shinigami bajo el brazo y su torso carmesí por la sangre que manaba aún de la herida de su hombro. Era una herida pequeña pero aún así la tensión constante a la que Okami sometía a sus músculos hacía difícil la tarea de cerrar aquella herida.

-Ese maldito idiota! -dijo elevando la voz dando un pisotón en el suelo, haciendo alguna grieta en las baldosas de mármol blanco, con las manos en forma de garras furiosa, sus ojos brillando con un tono verdoso delantando su estado de ánimo por si a alguien le cabía la menor duda. -Tal y como llegamos al mundo humano las dos míseras criaturas de Rayleigh se marcharon con el rabo entre las piernas. Los shinigami que había allí se fueron a la sociedad de almas solo para que apareciera un recién nombrado capitán y su pequeña mascota... Maldita criatura! -volvió a gruñir la espada desahogando algo de la furia que contenía en su pecho.

Dio unos pasos hacia la izquierda y otros dos hacia la derecha aún con la frágil shinigami bajo su brazo con un agarre firme a su alrededor como si no le pesara. Negó con la cabeza varias veces y gruñó de nuevo mirando a Marcus de reojo como si buscara las palabras para describir exactamente qué era lo que había ido mal en todo lo ocurrido. Al final moviendo los hombros y la cabeza hacia ambos lados estirando sus músculos arrancándole una leve mueca de molestia por la herida del hombro se tranquilizó lo suficiente como para proseguir con su relato aunque su voz no era mucho más cordial que antes, casi gruñendo las palabras en lugar de pronunciarlas.

-Llegaron refuerzos, pero me alegra decir que la Sociedad de Almas no está mucho mejor organizada que nosotros. Inexpertos capitanes y tenientes insolentes que detienen los ataques de unos y otros es lo que he podido ver esta tarde, Marcus-sama... No hemos mostrado nuestro verdadero poder... Como nos indicó... -dijo volviendo a inaugurar su paseo por la estancia como una fiera incómoda por su encarcelamiento. Sus palabras siguientes fueron escalando en volumen a medida que las pronunciaba -Ese maldito engreído solo se dedicó a BAILAR DESNUDO!

Su pecho se movía violentamente por la respiración de la espada en aquellas ropas que aún la ahogaban por el peso de ellas. Otro gruñido más, otro andar tranquilizador.

-Aún así ni siquiera pudieron liberar su limitador antes de que volviéramos. Hay problemas internos en el Gotei y eso puede jugar a nuestro favor, amo... -dijo bajando la voz tras descargarse suficientemente delante del Espada 0.

Cuando estaban "a solas", aunque la presencia de Eiffero era perenne en aquella sala, la arrancar tenía por costumbre dirigirse a Marcus de aquella peculiar manera. La fidelidad y lealtad que le profesaba superaba con creces cualquiera que se pudiera ver entre el resto de sus compañeros. Para Okami, era un orgullo ser el brazo ejecutor de Marcus cuando este lo necesitara, y por ello se encargaba de que sus "hermanos" cumplieran con su deber de una manera u otra.

-El cadáver del capitán en el Rukongai los ha desconcertado y se sienten más amenazados que nunca... -la sonrisa maliciosamente lupina volvía a aparecer en su rostro con cada sílaba que pronunciaba.

Si había algo que gustaba más a Okami que el miedo en los ojos de sus presas antes de ser ejecutadas, era saber que esas mismas presas temían un reencuentro. Sabía que la desaparición de la pequeña shinigami causaría conmoción en la Sociedad de Almas y se preguntó internamente como pensaban aquellos dos altos cargos el justificar la pérdida de uno de sus rasos. Se estremeció placenteramente solamente de pensarlo.

-Y en compensación por las molestias me he llevado esto... Para ti, amo... -dijo con voz calmada.

Una media sonrisa se dibujó en su rostro cuando cogió a Hatsushiki por su obi y la depositó en el suelo acercándose a Marcus, la shinigami que había recuperado la consciencia temblaba en el suelo ante los dos Espadas sin osar levantar la mirada tras mirar a la cara a Marcus una sola vez. La loba sonreía satisfecha por su presente, como cuando un perro le ha traído un palo lanzado a su amo y esperó ver su reacción ante su regalo.

Marcus se encontraba pensativo. Las noticias que traía la espada eran una gran información, un libro abierto de la situación que se daba en la actualidad.

Hablaba de la desorganización de la Sociedad de Almas, de como las cosas no funcionaban como debían y que el caos podía beneficiarles claramente. Y era en esos momentos cuando el instinto animal y depredador del espada 0 sentía como necesitaba matar y destruir, conquistar y dominar.
Pero no, no podía ser de nuevo. Varias veces se había encontrado con los shinigamis comandado por Ryoto, por aquel temible enemigo y había aprendido que los conceptos de táctica y estrategia básicos los tenían aprendidos, por lo que era muy difícil pillarles en un desconcierto organizativo. Aunque había que ir tirándoles la caña, a ver si pescaban algo, o por lo menos, si aprendían algo que les ayudara a dejar claro su fuerza de una vez por todas.

Pero había que prestar atención a lo que contaba Okami también de los arrancars que fueron para allá.

- Dices que están desorganizados y desconcertados, pero sin embargo puedo ver que vuestro disfraz no les engañó demasiado - Contestó Marcus señalando lo obvio, e incluso, dejando cierto tono despectivo al pronunciar la palabra disfraz al referirse a la vestimenta shinigami. - Además, que crees que dirán los reportes que tienen ellos cuando les notifiquen que un arrancar bailaba desnudo delante de ellos.

Suspiró.
Había atacado ya a la Sociedad de Almas cuando la creía débil, o por lo menos, cuando los creía muy inferiores a ellos, y le había devuelto el daño con la misma fuerza. No eran ni mucho menos una fuerza a la que despreciar, aunque esté débil en apariencia. Y esta vez no quería precipitarse, todo iba a ir como una virtual partida de ajedrez, donde debías de dejar algún señuelo, intentar que el enemigo no vea tus intenciones y movimientos importantes. Incluso hacer un sacrificio cuando sea necesario.

- Espero, por lo menos, que no mostrarais mucha fuerza como os dije, y no quiero ni imaginar que hubieseis liberado. No debemos gastar el factor sorpresa en tontas escaramuzas y dejarlo para cuando sea importante y realmente decisivo. - Le comentó, pues al igual que ella le presentaba el informe, los shinigamis habrían hecho lo mismo.

Y haberlo hecho para tener como recompensa tan solo una inconsciente y débil shinigami le parecía poco, muy escaso bagaje.

La Espada, que poco a poco se había empezado a calmar volvió a gruñir molesta con las palabras que Marcus le dedicaba. Sabía que tenía toda la razón del mundo y cogiéndo los harapos que apenas cubrían su cuerpo los arrancó de su cuerpo mostrando su figura esbelta y fibrosa, apenas cubierta por una especie de ropa interior oscura ajustada, unos shorts y un top. Sus músculos estaban completamente en tensión y sus omóplatos se mostraban bajo su piel tersa y dolorida.

-Esta fue otra de las estúpidas ideas de ese maldito mequetrefe... -dijo gruñendo las palabras con peligrosidad.

El dueño de Hueco Mundo sabía que no osaría atacarle, estaba demasiado bien entrenada para ello, pero esa furia que aún contenía a duras penas, tendría que salir en algún momento y estaba deseando que alguien le diera la más mínima excusa para desgarrar su carne con sus propias mandíbulas. La expresión de Marcus no ayudó a calmarse en absoluto. Le veía aburrido, pensativo y molesto. Eso nunca era bueno viniendo del dueño de Hueco Mundo así que decidió que aquel presente que traía no era de su agrado. Deteniéndose en seco clavó una rodilla en el suelo agachando la cabeza como solo hacía con Marcus con el puño contrario contra el suelo.

-No se contradijeron ninguna de sus órdenes, amo. No mostramos nuestro auténtico poder en ningún momento. Lamento si le he ofendido trayendo a este pequeño ser inservible ante su presencia... La quitaré de su vista, inmediatamente -dijo poniéndose en pie de nuevo con expresión seria.

En sus ojos podía leerse una mezcla de frustración y molestia por aquella situación. No le gustaba no complacer a su amo y aquello la incomodaba. Con sus ojos bicolor los fijó sobre la pequeña que tenía delante de ella. Empezó a odiarla... Odiarla por no ser lo suficientemente buena para Marcus. Por solo ser una débil shinigami que no podía apenas respirar ante su presencia. Sus manos se cerraron como puños y levantó la mirada para clavarla en los ojos del Espada número 0.

-Cuáles son sus órdenes, mi amo? -preguntó allí, de pie delante de la shinigami que aún se mantenía tirada en el suelo sin osar moverse ni un ápice.

Un leve suspiro salió de la boca del espada que comandaba la sección 0, y de forma fáctica también aquel amanecer que mandó crear él.

A pesar de todo, sabía que no todo sería llevado a cabo tal y como él decía, que sus palabras no serían seguidas al pie de la letra. Y quizás ese era el punto a favor, aunque no siempre favorecedor, de los arrancars. Allí estaba lo más retorcido que debería haber ido al infierno, pues eso era aquello.

Por ahora, quería mantener la fuerza que los arrancars tenían en secreto, tanto para bien como para mal, pues la sorpresa era una virtud en combate, virtud que no había sabido aprovechar siempre.

Pero ahora la sorpresa podía correr de ambos mandos, así que había que andar con cuidado, ver cada posibilidad, cada paso a dar, como una oportunidad de adelantarse, aunque también como una posibilidad de perder el paso a sus enemigos.

Aquello era toda una batalla, y la inteligencia militar nunca estuvo de más.

Cavilando en esos pensamientos, intermitentemente distorsionados por la imagen de un espada bailando desnudo delante de varios shinigamis, llegó a un punto interesante. El punto al que quería llegar.

- Espera, no te lleves a la shinigami, puede sernos útil - Contestó rápidamente a la 6ª espada, antes de que le hiciera algo dañino, o mejor dicho, mortal, a la pequeña rehén. - Bueno, mejor dicho, necesitamos su cuerpo.

Una pequeña sonrisa, tal vez maliciosa, apareció en su rostro. Aquello sin duda si sería una ventaja.

La loba le observó suspirar de nuevo. Otro golpe para su ya hundido ego. Sus ojos bicolor volvieron a clavarse en la shinigami que estaba delante de ellos, debatiendo internamiente que debía hacer con ella. Lo primero que se le pasó por la mente era descuartizarla allí en medio pero podría llegar a molestar aquella sangre al Espada y se reprimió como buenamente pudo. Aún así tras unos segundos más la cólera de la Espada iba remontando de nuevo. Pero esta vez no era furia ardiente y explosiva. El odio frío, helado que sentía por aquella miserable presa casi podría haber congelado la habitación.

Con una pierna hizo girar el cuerpo de la shinigami poniéndola bocarriba sobre el suelo y clavó una rodilla en el suelo levantando la mano derecha por encima de su cabeza con los dedos curvados formando una garra dispuesta a atravesr la caja torácica de aquella presa infeliz cuando la voz de su amo la detuvo en seco a mitad de su ataque. Las uñas de la Espada se detuvo a escasos milímetros del torso de la pequeña haciendo que levantara la cabeza para mirar a Marcus. Gruñendo de nuevo se puso en pie y bufó molesta. Movió los hombros para relajarse levemente y la cabeza a ambos lados.

-Qué desea que haga con ella entonces, amo? -preguntó mirando al Espada 0 sin saber a que se refería pero más tranquila de que recuperara aquella sonrisa maliciosa que a veces solía mostrar.

Marcus sonrió levemente, aunque con una malevolencia incontenible en aquel gesto. Lo que quería conseguir en esta nueva etapa, esta nueva oportunidad que se le brindaba para poder ganar, pero no por pura fuerza o por puro empuje. Su rival, Koyuki, quizás no le había demostrado ser más fuerte, aunque si alguien se había comparado a él en fuerza sería el comandante de la Sociedad de Almas, pero si le había demostrado que sabía usar la táctica, la organización y la inteligencia para vencerle, como había hecho ya alguna vez.

Pero ahora era el turno de devolverle la moneda con un magistral plan, donde, por lo menos, ir un paso hacia adelante, poder saber como están ellos sin que ellos supieran lo mismo de Hueco Mundo.

- Si no recuerdo mal, había un arrancar en el Amanecer que podía modificar la carne y el hueso. Y creo que podría ser perfecto para usar el cuerpo de esta shinigami, o su cadáver, realmente da lo mismo, para poder infiltrarnos en la Sociedad de Almas - Contestó con una sonrisa aún más grande que la que había mostrado en un principio. Entre los arrancars había poderes que se podían usar de forma maquiavélica.

- Si puedes, avisa a la fracción de la 2ª sección, cachorrita. Vamos a tener un sangriento espectáculo.

Allí estaba Lucian mirando una vez más los adornos de la puerta, aunque esta vez era la puerta del espada de la sección 0, aun no entendía el motivo por el cual recibió el cuervo blanco ni la razón por la que la persona que se lo envió lo hizo con tanta agresividad, pero fuera el que fuese el motivo había despertado la llama que hace a Lucian moverse…

-Por Que MarCuS Me hAbRá LlaMado… A ClaRo… Tú QuE VaS A oPInAr- Lucian soltó esto como el que piensa en voz alta, pero a la vez con un tono sarcástica mientras miraba de reojo a Sora que permanecía con una sonrisa que Lucian le había obligado a llevar por puro aburrimiento.

-sErÁ MeJoR Que EsPeRES AqUÍ

Lucian acerco su mano a la puerta haciendo una pequeña pausa para tratar de adivinar por última vez el motivo de su reunión, llamó con un solo golpe y abrió la puerta saciando así una parte de su curiosidad.

-¿me HaBíAIs LlaMadO?

La loba se puso en pie y dejó caer a la shinigami que golpeó el suelo pesadamente haciendo que soltara un quejido agudo. Le gruñó para que guardara silencio y siseó levemente viéndose como un cuervo blanco aparecía de entre las sombras de la sección 0. Okami dejó que se posara en su mano cerrando los ojos lentamente transmitiendo el mensaje al animal que alzó el vuelo desapareciendo por una de las ventanas del lugar, directo a su objetivo.

En los pocos instantes que trascurrieron entre la desaparición del cuervo y el sonido del golpeteo en la puerta Okami se dedicó a tranquilizarse. De nuevo, y por enésima vez, dio un par de pasos hacia un lado para luego desandar lo andado y volver a repetir el proceso una vez más. Sus manos se flexionaban controlando su temperamento. Ciertamente quería irse de allí, quería dormir y dejar de pensar en el gusto que sentiría con las entrañas bañadas en sangre del 4º espada en sus manos. Su cabeza se giró para mirar a Lucian una vez hubo llamado y gruñó ante su grotesca apariencia. Aquel tipo de arrancar la ponía nerviosa, pero tenía mejores cosas en las que pensar que en la estética de sus camaradas.

-Si no me necesita más, me marcho, Marcus-sama... -dijo haciendo una inclinación de cabeza ante el amo de hueco mundo y se giró encaminándose hacia la puerta. Cuando estuvo justo al lado de Lucian habló con voz amenazante, gruñendo las palabras que pronunciaba. -Compórtate...

Tras haber dejado que Lucian entrara en la habitación cerró la puerta detrás de sí encaminándose hacia su escuadrón con la furia contenida poco a poco volviendo a resurgir. Iba a tener que desahogarse con algún pobre infeliz.

- Gracias Okami, te llamaré si haces falta para este plan - Contestó sin mirarla, en un tono algo frío, un tanto distante. Ahora su atención se centraba en aquel sujeto tan extraño y estrafalario que entraba en sus aposentos, quien le causaba una sensación algo turbadora.

Esperó que la espada terminara de salir de la estancia para proseguir su discurso o su movimiento, pues mientras esta proseguía su camino hacia el exterior, se mantuvo quieto, casi como una estatua tallada en fino mármol, y sólo cuando la lobuna arrancar cerraba las puertas de aquella majestuosa y ostentosa sala se puso en movimiento de nuevo.

El movimiento era pausado, regular y tranquilo, como si estuviera marcado con un metrónomo, y se mantuvo así hasta que pudo llegar de nuevo hasta la posición de su sillón, donde se sentó con parsimonia para poder observar con tiempo y detalle a aquella extraña fracción que se presentaba ante él. Intentó recordar vagamente sus habilidades, pero para aquello, debido a la ambigüedad del asunto, sería mejor que las explicara él, para ver donde llegaban verdaderamente sus límites.

- ¿Qué poderes tienes y cuales serían convenientes para infiltrar a algún arrancar en el cuerpo de esta shinigami o transformar su mente? - Preguntó, de manera directa y efectiva, a la fracción, mientras señalaba a la shinigami con desgana. No quería demorarse demasiado en aquello, pues su plan debía de funcionar con celeridad y movimiento. Cuanto antes estuviera ella por allí, menos sospecharía, y sobre todo, antes se llevaría a cabo la misión.

A Lucian no le resultó muy difícil reconocer a la autora del cuervo blanco al verla caminar hacia la puerta como si de una loba se tratase. Sus movimiento salvajes hacían funcionar la mente de Lucian mientras veía como esta estaba cada vez más cerca.

-Compórtate...

Lucian la siguió con la mirada, curiosamente le recordaba más a los animales salvajes que había despedazado en vida que a los montones y montones de humanos a los que también había analizado. Sin duda esto lo hacía mucho más interesante.

- ¿Qué poderes tienes y cuáles serían convenientes para infiltrar a algún arrancar en el cuerpo de esta shinigami o transformar su mente?

Las palabras de Marcus llegaron a sus oídos sacándolo de sus pensamientos y haciéndole girar la cabeza en su dirección.

La pregunta que había formulado estaba cargada de cosas interesantes. Lo primero que captó la atención de Lucian fue “esta shinigami”. Lucian siguió con la mirada la mano de Marcus mirando hacia donde señalaba y allí la vio. Una shinigami tirada en el suelo y temblando de miedo. La sonrisa de Lucian se marcó como hacía mucho que no se marcaba hasta el punto de romper los hilos que sellaban la comisuras de sus labios. Su mente dibujaba infinitas cosas que hacer con esa shinigami, tantas cosas que probar, tantas cosas que aprender... Lo siguiente que llamó su atención fue “infiltrar a algún arrancar en el cuerpo de esta shinigami”, que pretendía hacer con un arrancar con un cuerpo de shinigami? ¿Querría introducirlo en la sociedad de almas? Sea lo que sea sonaba muy interesante y Lucian tenía los medios para poder hacerlo. Por último la pregunta de Marcus sobre cuáles eran los poderes de Lucian le hicieron ilusionase más aun. Nunca le habían preguntado eso y sin duda estaba emocionado de que quién se lo preguntara no fuera otro que Marcus el espada de la sección 0, pero para Lucian era mejor mostrárselo mientras se lo explicaba.
-¿Mis PODeReS? VEaMoS, CreO Que SErÁ mÁs fáCIl hAcERte uNa DeMOstRaCióN.

Tras decir esto el cuerpo de Lucian empezó a deformarse

- Como puedes comprobar, puedo modificar la carne y moldearla a mi placer haciendo que mi cuerpo tenga el aspecto o la forma que yo desea, pero no es lo único, puedo hacer esto mismo con otros cuerpos.

Mientras hablaba Lucian iba cambiando su apariencia de un cuerpo a otro mostrando el cuerpo de multitudes de personas empezando por Pretov, siguiendo por Okami y terminando con el físico de la shinigami.

- En cuanto a eso de transformar la mente… puedo echar un ojo a su cabeza.

Lucian miró a la shinigami como un drogadicto mira su dosis de heroína antes de chutársela y se relamió. Sin duda estaba disfrutando con esto, su curiosidad había sido saciada hasta cierto punto pero sabía que aún tenía que venir lo mejor.

-Una vez llegas a entender sus cerebros no es difícil causar ciertos efectos. ¿Qué es lo que quieres? ¿Fidelidad? ¿Devoción? ¿Amor? No es muy difícil potenciar esto y conducirlo hacia una persona…tú. En cambio, si lo que quieres es un subordinado de casa te aconsejaría que me trajeras un arrancar capaz de esconder su reiatsu. Te prometo que lo dejaré igualito que esta shinigami.

Tras decir esto, Lucian recuperó su antiguo aspecto y miro a Marcus con cierta impaciencia.

-¿Y BiEN?, ¿QUé DeSEaS qUe HAgA?

Marcus observaba impasible y en silencio el movimiento de Lucian, aquella manera extraña de moverse, como si el movimiento de su cuerpo fuera al unísono y todas las partes de su cuerpo se fundieran en un único músculo que se contrajera y expandiera de una misma vez.
Incluso aquella macabra sonrisa parecía moverse con todo el cuerpo, siendo tan sólo parada por la resistencia que ofrecía los hilos que ataban sus dos labios a estar obligados a no separarse a demasiada distancia.

El divagar y la desconcertante explicación que le estaba proporcionaba la fracción de la segunda sección no seguía el mismo tono que su movimiento corporal. O mejor dicho, la misma falta de un tono constante o definido. Pues mientras su cuerpo se contraía como si se tratara de una serpiente, su tono iba alcanzando matices difícilmente aceptables en una conversación normal, y que ya mostraban el claro histrionismo de aquel arrancar.

- No. No quiero que cambies la apariencia de un arrancar, pues incluso la ausencia de un reiatsu reconocible la haría sospechosa. Ya puede ser considerado sospechoso que pueda sobrevivir en Hueco Mundo. - Le contestó Marcus, cortándole en la última proposición, mientras volvía a mirarlo directamente, pues anteriormente, había desviado la mirada ante el desagradable espectáculo que había ofrecido al moldear sin forma ninguna y sin ninguna estructura, todo su cuerpo. - Tiene que poseer reiatsu shinigami, con la menor involucración posible, para que no haya ni rastro de cualquier otra energía que puedan detectar esos hombres de negro.

- Así que, creo que la mejor solución sería trastocar su cerebro. - Le comentó finalmente, tras lo cual volvió a sentarse tranquilamente, apoyando la espalda con el respaldo, en una posición más cómoda, esperando que Lucian se moviera o realizara alguna pregunta.

- No. No quiero que cambies la apariencia de un arrancar, pues incluso la ausencia de un reiatsu reconocible la haría sospechosa. Ya puede ser considerado sospechoso que pueda sobrevivir en Hueco Mundo. Tiene que poseer reiatsu shinigami, con la menor involucración posible, para que no haya ni rastro de cualquier otra energía que puedan detectar esos hombres de negro. Así que, creo que la mejor solución sería trastocar su cerebro.

Lucian había notado como Marcus había retirado la mirada durante la demostración de sus habilidades, ¿indiferencia?, ¿desagrado? O quizás ¿asco? Esta última opción le parecía notablemente curiosa, causar asco al espada 0 eso sí que es cómico.

-eNtIEndO, DEScArtEMOs EnTOcEs lA OPcIóN dEl ArRANcAR, y bIEn, qUE eS LO qUE DEsEas QUe HaGA CoN Su CeREbro. Si LO QuE quIERes Es leALtAd tE reCOMiENdo el aMOr, PUEdo HAceR qUe sU CErEbRo tE vEA cOMo a un DIOS y HagA ToDo LO QuE le PIdaS.

Lucian había visto los estragos y las traiciones que una persona podía llegar a hacer por amor.

-eSo Sí, NECeSitaRé De TU PrESenCIa En El PRoCeSo, ESpEro QUe NO Te REsulTe DEMaSiaDO DeSAgRaDaBLe.

Lucian sonrió mientras miraba la cara de Marcus, siempre respetando las distancias, jamás querría ofender al espada numero 0.

-Lo ÚnICo qUE neCESitO Es UNa sIlLa Y quE Le DeS lAS óRDeNEs mIEnTRAs huRGo en SU cABEzA.

Lucian estaba impaciente, deseaba abrir la cabeza de esa shinigami y meter sus manos en su cerebro, quería poder tocarlo y ver como cambiaba de forma, además podría conocer el plan de Marcus cuando éste le diera las órdenes a la shinigami y una vez más la curiosidad le dio una patada en el pecho.