División Dividida 1.

La noche era fresca sin llegar a ser fría. El silencio, típico de aquellas horas de la jornada, únicamente era interrumpido por el canto de algún grillo o el trino de aves nocturnas extraviadas. El ambiente de la sexta división era el usual. Tras un duro día de trabajo, entrenamiento, misiones y ninguna concesión, los shinigamis se habían ido pronto a la cama. También la capitana, Izumi Kaori se había retirado temprano. Y esta vez no había tenido pesadillas ni remordimientos. Vestida con un yukata de tela fina, se había metido en su futón y se había dejado mecer por la brisa, que se colaba levemente por una de las ventanas entreabiertas, hasta dormirse. Durante horas se había movido en sueños y al fin había encontrado la postura idónea. Completamente destapada, con las piernas abiertas y los brazos sobre la cabeza, como si tuviera cinco años. Así parecía completamente tranquila, sin preocupaciones, incluso feliz. Aunque que lo fuera o no, aquel era otro asunto. El caso es que la noche continuaba su curso, sin incidente. O al menos aquello era lo que parecía, porque unos suaves pasos se deslizaron por el pasillo que conducía a la habitación de la máxima autoridad del escuadrón, su zona privada.

Si hubiera sido una noche normal, una de aquellas en las que pensaba y no se dormía hasta bien entrada la noche, la bruta oficial se habría dado cuenta de que algo no iba bien, se hubiera despertado en un segundo, sin más, pero estaba completamente exhausta, y dormía más profundamente que nunca. Por eso, el silencioso deslizar de la puerta corredera fue recibido con una respiración amortiguada, más parecida a un ronroneo que a un gruñido amenazador o a un aviso. El atacante dio un nuevo paso y observó a la joven dormida, estaba francamente adorable, muy bonita sin el ceño fruncido de siempre, pero esta persona no estaba interesada en la belleza de la capitana o en quedarse mirándola solo por el hecho de pasar el tiempo. Su misión estaba clara, y el tintineo que rozó el aire cuando desenfundó su zanpakutoh así lo evidenció. Se acercó unos pasos, sin hacer un solo ruido, y observó la cara de la joven nuevamente, para él aquella sería la última vez que la viera con vida.
- Sayonara, Izumi-taiochou (Adiós, capitana Izumi)- susurró más para él mismo que para ella- bajó la espada de un rápido movimiento, directo al corazón de Kaori.

Sin embargo, la zanpakutoh no cumplió su propósito. La mano derecha de la joven, rápida como el pensamiento, se interpuso entre el arma y su pecho, que se movía arriba y abajo, presa de la adrenalina del momento. Segundos después la sangre brotó, rojísima, sobre la cama de la muchacha, que ya estaba completamente despierta y usaba toda su fuerza para desasirse de su enemigo, de aquel que había intentado asesinarla. La chica empezó a hacer fuerza y finalmente usó una de sus piernas para quitarse de encima al asesino, que rodó por el suelo. La chica se levantó y corrió hasta la esquina donde tenía a Tsuki no Hanshakou. La espada salió de la vaina y la muchacha la empuñó. El intruso pareció algo amedrentado, pero aún así presentó su espada y ambos se vieron inmersos en un combate cerrado que Izumi iba a ganar sin duda. La diferencia entre ellos era tal que la joven podría haber acabado con la persona frente a ella sin pestañear, pero la mano con la que empuñaba su zanpakutoh le ardía y la sentía resbalosa, completamente llena del líquido cálido y cárdeno. La cambió de mano, momento que aprovechó para herir al tipo en el brazo izquierdo, el tipo se colocó junto a la ventana y ella no lo pensó más. Con la espada por delante se lanzó hacía su oponente, pero en el último instante hizo una finta y le golpeó con la mano herida. La persona que se había colado en su dormitorio no se lo vio venir y aunque el golpe no fue tan potente por la herida consiguió desestabilizarla y hacerla caer por la ventana. El sonido contra el suelo fue breve, y estuvo seguido de unos pasos huyendo en la noche. La capitana se propuso seguirle, pero estaba perdiendo mucha sangre y no podía permitirse prescindir de la mano con la que empuñaba su espada.

Con pasos decididos tomó un lienzo limpio de uno de sus cajones y se vendó la mano. Pronto el trozo de tela se volvió del color de la sangre y antes de que pudiera avisar a nadie, algunos shinigamis ya se encontraban en su puerta, pues los ruidos producidos durante la trifulca les habían despertado. Entre los curiosos, la capitana descubrió a su teniente y a Noriko, una joven que, en cierta medida, le recordaba mucho a sí misma. En un principio no dijo palabra, se contentó con observar a los recién llegados y a fruncir el ceño sin entender nada.
- ¿Qué ha ocurrido, taichou?, ¿se encuentra bien?- quiso saber Fujiwara Mio, una hermosa mujer que dedicaba su tiempo al entrenamiento y a la cocina. Siempre llevaba el pelo elegantemente recogido (menos aquella noche, que lo llevaba suelto sobre los hombros) y tenía un cuerpo espectacular que Kaori siempre había envidiado.
- Os lo contaré más adelante, ahora que uno de vosotros vaya a la cuarta división y traiga a alguien para que me cure esto.
- Enseguida, capitán- y fue la propia Mio la que salió disparada para traer consigo a un shinigami que pudiera curar las heridas de la capitana.

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[REGLAS DEL JUEGO

1. Cada nuevo hilo que venga con esta trama recibirá el nombre general de la trama y un número. Ejemplo: División Dividida 1.

2. En cada nuevo tema se colocará un enlace a la conversación previa.

3. Si vais a meter a algún pnj avisadme, para ofreceros alguno de los que tengo preparados o pedir de las otras divisiones.

4. Si hay alguna duda de la trama, de algún elemento o de cualquier asunto, mandadme un privado y os explicaré todo lo que pueda

5. Los primeros posts solo para los shihigamis de la división. El resto puede incorporarse un poco más adelante.

6. Ante todo, profesionalidad. A veces uno sabe más que el pj, pero intentemos respetar la personalidad y las capacidades del personaje que hemos creado.]

Noriko regresaba a su habitación tras un duro y largo día, cada vez estaba más frustrada, sabía que necesitaba más entrenamiento, pero todo el esfuerzo que ella empeñaba era en vano, nunca conseguía mejorar. Tampoco es que pudiera ver si había mejorado en estos últimos días, no había un contrincante lo bastante digno para ella. Jamás aceptaba un duelo en el que ella sabía que iba a ganar, siempre intentaba probarse a ella misma.

Abrió su futón y miró su cuarto, la escena era bastante triste, ni un solo mueble en la sala. Tan solo una repisa donde colocar su ropa y su neceser. Entró en su lavabo, abrió la ducha y se metió debajo de ésta. Su piel se tornaba roja y una humareda salía del suelo donde caían las gotas. El agua estaba quemando la piel de Noriko. Su pelo caía por toda su cara, se agarró fuertemente a sí misma, abrazándose. Golpeó fuertemente la pared, tanto que hasta algunas baldosas llegaron a caerse.

Entre el sonido del agua cayendo escuchó el sonido de una pelea, dos espadas estaban batiéndose en duelo. Podía apreciarse el sonido metálico cuando chocaban la una con la otra, cerró el grifo de la ducha, cogió su ropa y se vistió tan rápido como pudo. Sus pantalones medio caían por la cadera, su obi estaba menos ajustado de la cuenta y su kimono más holgado que a menudo solía ponerse.

Cogió su Zampakutoh y saltó al pasillo dejando la puerta abierta de par en par. Había un revoloteo en la puerta de la capitana Izumi. Noriko estaba perplejaza, esto no podía ocurrir, ¿por qué no prestó más atención a lo que sucedía a su alrededor? Siempre pensando en lo mismo… Consiguió asomarse, intentando hacerse paso entre la multitud. Vio a su capitana en medio de la habitación con su mano sangrando y múltiples salpicones de sangre, probablemente suya, a lo largo de la habitación.


- ¿Qué ha ocurrido, taichou?, ¿se encuentra bien?- quiso saber Fujiwara Mio
- Os lo contaré más adelante, ahora que uno de vosotros vaya a la cuarta división y traiga a alguien para que me cure esto.
- Enseguida, capitán- y fue la propia Mio la que salió


Noriko dio un paso adentro de la habitación de Izumi

-Capitana, yo… - dijo Noriko arrodillandose – Siento no haber podido estar aquí para protegerla. Tengo que hacerme aún más fuerte.

Noriko no fue capaz de mirar a su capitana a los ojos

-¿Vio al tipo que la atacó? Digame que es lo que debo hacer, ire a buscarlo si así me lo pide

(off:Siento tardar, no me apareció el mensaje nuevo lo siento -.-)

Natsu descansaba en su nueva habitación de teniente.Tras haber concluido el dia había acabado agotado y se había practicamente desplomado sobre su cama. Roncó con fuerza rompiendo el silencio de la noche.Todo estaba tan tranquilo que no parecía que pudiera pasar nada. Natsu practicamente no se movia,estaba tendida bocaabajo muy despatarrado,era una imagen graciosa.Su Zampakutou estaba apoyada sobre la pared justo al lado de la puerta.La luna iluminaba con una luz tenue la estancía proyectando finas sombras sobre el suelo,como por ejemplo la sombra de la Zampakutou de Natsu.

Minutos de silencio ininterrumpido despues,un ruido sonó fuerte incluso en el dormitorio de Natsu.Un golpe secó sono en la noche ,unos correteos y sonido de chocar de dos metales.Parecía una pelea.Al principio Natsu no sintió aquel ruido de alerta,pero segundos despues abrió los ojos.Estaba algo despistado,pues acababa de despertarse repentinamente de un profundo sueño y estaba algo aturdido. Entonces pensó en aquel ruido y la direcciónde donde venía.Debía ser el cuarto de Izumi-Taichô. Sin más se incorporó rapidamente y corrió hacía la puerta. La abrió de golpe, y corrió un par de pasos. Mientras corría dirección a el cuarto de Izumi-Taichô se dió cuenta de que su Zampakutou se le había olvidado junto a la puerta,por un puro despiste. No obstante la seguridad de su capitana y los demas shinigamis de la división era mas urgente.

-"Por favor que llegue a tiempo,por favor!-Se repetía en su mente mientras corria.

Finalmente llegó ante la puerta.Ya había algunos shinigamis alli,al parecer miraban adentro.Escuchó la voz de su taichô y eso le reconfortó,pero decidió entrar para asegurarse.

-Apartad rapido-Decía agobiado .

Finalmente entró en el cuarto y miró. Su capitana estaba dando instrucciones a los shinigamis.Tenia algunas gotas de sangre sobre su pecho y la mano ensagrentada,aunque no parecía que fuera mortal,no obstante algo oprimia el pecho de Natsu, incluso notó un dolor en el estomago.

--¿Vio al tipo que la atacó? Digame que es lo que debo hacer, ire a buscarlo si así me lo pide-Decía una chica.

Al parecer alguien había intentado atacar a Izumi por la noche,querian matarla.
Natsu entonces miró con decisión a su capitana.

-Taichô,por favor,dejeme ir por ese miserable,no podría seguir viviendo con esto ,dejeme cogerlo.-Pidió a su capitana.
A Izumi no le gustaría el tono de su voz,pero estaba fuera de sí, necesitaba moverse ya.

[OFF: La segunda mitad es la que más concierne a la escena...]

NPC:




Una shinigami llegó ajetreada a la puerta del cuarto escuadrón. Sudaba y corría como si la vida el fuera en ello. Y casi así era, pues aunque no era su vida la que dependía de sus acciones, era la de su capitana, más importante aún. Al llegar al portón de la división, el shinigami de guardia ase interpuso en su camino, abarcando la mayor parte de la puerta. El shinigami la miró con gesto interrogativo y preguntó por su nombre con tono acusador.

- Izumi-taichô, capitana del sexto escuadrón acaba de ser atacada. - se limitó a contestarle. El shinigami de rostro perplejo abrió las puertas de par en par, dio unos pasos hacia adentro, y golpeó con fuerza la primera puerta de su derecha.

Noboru tenía un sueño ligero, acostumbrado a interrupciones, y ya pasaban unas horas desde que se acostó, y le había servido para aguantar un par de días despiertos, así que despertaba al oír una pluma caer sobre un mullido cojín. Los golpes le despertaron de sopetón, y se levantó de un salto de su cama, dejando las sábanas caer a los pies de la misma. Dormía en yukata, un yukata celeste con estampado de peces de colores, y no se molestó en cambiarse, solo se amarró un obi más fino de lo normal que le mantendría el traje cerrado. Cogió su zampakutou con prisa, y abrió la puerta corredera para otear a su alrededor.

El shinigami de guardia, usaba un dispositivo para comunicarse con el mejor shinigami de curación que quedase despierto a esa hora, y mientras éste venía, Noboru le preguntaba a la chica sobre qué pasaba.

- Mi capitana acaba de ser atacada. Ha recibido una herida en la mano, y está sangrando. Me ha pedido a que venga a por un shinigami de la cuarta división. - aclaraba la shinigami, apoyada en sus rodillas, y cogiendo aire. El pelo le caía sobre la frente y se le pegaba por culpa del sudor. Con la mano, se sostenía el pecho, que subía y bajaba ajetreado.

- No te preocupes, déjala en nuestras manos. Ahora tendrás que quedarte un momento a rellenar unos papeles con tu nombre y esas cosas, ¿de acuerdo? - le tranquilizaba Noboru. La chica sonrió como pudo, y asintió. Noboru cogió una mochila con el símbolo del sexto escuadrón, de un grupo de mochilas de las que solo cambiaba el sello.

Al momento llegó Tatsuro, un hombre alto y corpulento, bastante moreno de piel y con gesto cansado. En su hombro izquierdo portaba una llamativa armadura dorada. Se rascaba la parte de detrás de la cabeza con una mano, despeinándose (más de lo que ya estaba), y con la otra cubría un bostezo que no podía remediar dadas las altas horas de la noche. Y para colmo, con lo que le gustaba dormir, el único día que pasa algo, y le coge de guardia...

- ¡Vamos Tatsuro! Tenemos prisa. Hay una capitana herida. - le achuchaba Noboru. EL grandullón, abrió los ojos de par en par, mostrándose asombrado, asió con fuerza su zampakutou por la parte más cercana a la tsuba de la vaina, y emprendió carrera hacia el pelirrojo shinigami.

- ¡Hayaku tsurete itteyo! ¡Kotowari! - (llévanos rápido, Kotowari) dijo al tiempo que desenvainaba. Dio un salto tan alto como pudo, y Kotowari cayó empicado del cielo, pasando justo por debajo de sus pies para servirle de apoyo. La dirección que marcaba el ave, iba directamente hacia Tatsuro, que frenó en seco para dar la vuelta y tratar de evitar el choque, pero Kotowari le alcanzó elevándoles a los dos shinigamis por el cielo, sobre la sociedad de almas, justo en dirección del sexto escuadrón.


Gracias a su ayuda, llegaron en un santiamén, y una vez más, el animal se lanzó empicado hacia una pequeña parte despejada a modo de patio interior frente al revuelo de shinigamis que se formaba en la puerta de la capitana Kaori. Noboru saltó grácilmente para depositar los pies en tierra firme, mientras que Tatsuro, rodaba por el suelo camuflado entre la polvareda levantada por el aleteo de Kotowari. Acto seguido, el animal retomó el vuelo para perderse en el oscuro cielo de la noche, anunciando así el final de Noboru. Éste último, trataba de mantenerse sereno, y, hablaba en voz alta mientras caminaba hacia la revuelta.

- Calma. Somos shinigamis del cuarto escuadrón. ¿Dónde está Izumi-sama? -. Uno de los shinigamis señaló con el dedo al centro del barullo, y todos más o menos se apartaron, a excepción de dos de ellos que le hablaban a Izumi casi a gritos, y no se habían inmutado por la presencia de los nuevos shinigamis. Solo fue necesaria una mirada, y el shinigami, asintió, aun en el suelo.

Se levantó de forma decidida, atravesó la maraña de shinigamis, muchos de ellos en yukata, camisón, y alguno en ropa interior, y tras apartar al chico del pelo rosa que vociferaba a escasos metros de la capitana, se adentró en su estancia.

- Buenas noches, Izumi-taichô. Déjeme ver la herida por favor. - decía Tatsuro no menos calmado que el anterior. Izumi alargó su brazo y Tatsuro la tomó grácilmente por la muñeca. Con sus dedos corazón y anular, tomó una pequeña muestra de la sangre que manaba de la herida, y alcanzaba la punta de sus dedos. Desenvainó solo unos centímetros de su zampakutou, y le dio a probar la muestra de sangre que acababa de tomar. Cerró los ojos unos instantes, y cuando los abrió, miraban fijamente a Izumi.

- No se preocupe, no hay veneno. El resto es lo que tenemos que hacer en el escuadrón a diario, y le aseguro que su mano podrán empuñar su arma, tan bien como siempre. Además, no dejará cicatriz en su fina piel. - y sin decir nada más, se colocó a su lado, y comenzó a sanar la herida con kidou curativo que emanaba de la palma de su mano, alumbrando la habitación con un curioso tono azul. - Solo le pido que no se mueva un momento...

[Siento el tocho-post, y más sin ser nadie aquí, pero me pareció correcto contar la salida de mi escuadrón ^^ Kaori-san, si lo ves muy grande, lo parto y me llevo medio a mi escuadrón, q es de donde pertenece...]

[FDI: Vivan los tochos, no lo cortes, noooooooo xD]

El lienzo con el que Kaori había cubierto su mano poco a poco se volvía rojo y la capitana hizo aún más presión sobre la herida que se abría en su mano, completamente pegajosa por la pérdida de sangre. Los shinigamis a su alrededor parecían preocupados, algunos mostraban semblantes angustiados y aunque no pudo evitar sentir cierta ternura se odió un poco más a sí misma por haber estado dormida como un tronco cuando alguien atentaba contra su propia vida. En un primer momento no supo que decirles. Sentía la quemazón en la mano y estaba frustrada, no solo con ella misma, ¿es qué nadie estaba vigilando en todo aquel lugar? Pero tras mandar a Mio-chan a por ayuda al cuarto escuadrón su mente, poco a poco se fue despejando y encaró a sus preocupados subordinados, empezando por Natsu, que para algo era su teniente. Parecía que nadie estaba encarando el asunto como era debido.

- Natsu-Fukutaichou- normalmente no se dirigía al alocado adolescente de ese modo y prefería llamarle sin más, pero teniendo en cuenta que ésta sería una de sus primeras operaciones en ese puesto, prefería darle la autoridad que se había ganado- quiero que encuentres a ese tipo y me lo traigas para juzgarlo- sentenció, su rostro, tan pálido como era habitual, tal vez hasta un poco más, mostraba la misma determinación de siempre, pero había algo más, algo que solo ella podía entender y que de momento no estaba dispuesta a compartir con los demás- pero antes de nada coge tu zanpakutoh y deja de gritar como un niño, eres el teniente del escuadrón, no lo olvides- no entendía el revuelo, ella se encontraba bien, no estaba lloriqueando como todos a su alrededor.

A continuación fijó sus ojos en Noriko, la chica que había hablado en primer lugar y decidió que ella sería quien acompañase a Natsu en la búsqueda. Por alguna razón aquello le parecía lo más adecuado.
- Noriko-san- pronunció- tú irás con él y me traeréis a ese tipo, iba embozado- especificó, pues ella le había preguntado- pero si os dais prisa no creo que esté muy lejos- si es que el presentimiento de Kaori era errado- y si quieres ser más fuerte deja de quejarte y hazlo, todos hemos pasado por mi mismo, ¡madura!- tal vez no fuera el mejor momento para amonestar a sus subordinados, pero ella no era Valeria taichou, no iba a ser tan blanda como su predecesora. Y a la primera a la que debía juzgar era a ella misma, con mucha gravedad, porque alguien se había colado en su escuadrón. Si es que había sido alguien de fuera, claro. Kaori tenía centinelas, ¿cómo no se habían percatado que alguien se colaba hasta el corazón del edificio? Meneó la cabeza, no podía empezar su mandato dudando de todos, aquel no era el camino. Debía de haber otro.

Mientras reflexionaba oyó unas voces en el pasillo, al parecer ya habían llegado los del cuarto escuadrón. Imperceptiblemente, la chica dejó escapar un poco de aire y clavó sus ojos en el hombre que le hablaba. Dócilmente, algo que no era demasiado habitual en ella, le tendió la mano cuajada de sangre para que la examinase. Permaneció en silencio mientras que escuchaba lo que decía el recién llegado y asentía en los momentos adecuados, aunque parecía serena, en su interior bullía de intranquilidad. Cuando se quedó completamente quieta el kidoh comenzó a hacer su efecto, llenó la habitación con una hermosa luz y poco a poco los dedos recuperaron su color habitual, como el de la porcelana. Entonces abrió y cerró los dedos, sobe la mano del competente shinigami, y esbozó una ligera sonrisa, que borró al instante, puesto que pudo comprobar que Natsu y Noriko continuaban en el mismo lugar. Iba a levantar la voz para decirles que se marchases de una vez cuando una joven apareció a su lado también, y se colocó de la misma guisa que la propia Noriko, se trataba de Takanawa Saki, una mujer hermosa, de ojos verdes y cabello pelirrojo.
- Izumi-taichou, por favor, déjeme ir con ellos, esto no puede quedarse así- la mujer titubeó un momento, pero enseguida se rehizo y lo permitió, a fin de cuentas su interlocutora siempre había intentado ayudarla y le parecía que se lo debía a Valeria. Con una cabezada dio el tema por concluido y los tres shinigamis salieron de la estancia a toda velocidad, en el fondo Kaori les agradecía sus servicios, pero se había prometido no tener favoritos y eso hacía [FDI: Sino os importa abrid el tema y contestad ambos, yo voy después, no olvidéis poner el número 2, ¿vale?]

Por fin la capitana pudo levantarse. Pero por alguna extraña razón no separó la mano de aquel que se había encargado de curarla, pese a su nuevo despiste (¿cuántos iban ya?) se encontraba mucho mejor. Los shinigamis a su alrededor volvieron a observarla y ella sonrió escuetamente, dando a entender que se encontraba perfectamente. La muchacha se sonrojó levemente, pues acababa de escuchar suspiros de tranquilidad, además de algunas risillas que no terminó de entender. Aunque no fue eso lo que le molestó. Sino el hecho de que alguien no estaba tan contento, lo notaba en el aire, en la energía espiritual, y ella, sin verle, sabía perfectamente de quien se trataba: Yagami Haruki. Era uno de los shinigamis más antiguos del escuadrón y no parecía dispuesto a permitir cambios en su escuadrón. La muchacha le lanzó una mirada envenenada que se sostuvieron durante un buen rato y él finalmente se acercó hasta ella, que ya tenía preparada su lengua, aquella por la que era conocida en el Seireitei.
- Ma alegro que esté bien, taichou, sería una pena que le pasase algo, Valeria sama lo pasaría muy mal, pero dudo que si ella estuviese aquí hubiera permitido semejante desaguisado- la chica dejó escapar una carcajada, fría y seca y clavó sus ojos en el hombre alto, de cabello rizado.
- No me parece el momento adecuado para esto, Yagami-san, ¿por qué no te encargas de acompañar a los nuevos a su dormitorio, qué es tu obligación? Deja que los oficiales se encarguen de esto- y casi pudo oír el crujido de la mandíbula de su subordinado cuando se volvió y se llevó a los shinigamis recién graduados hasta sus zonas de descanso. Siseo, y al fin se dio cuenta que aún agarraba la mano de Tatsuro. Su reacción fue soltarla de golpe, con el consiguiente enrojecimiento en su demacrado rostro- muchas gracias, Tatsuro-san, siento haberte molestado en medio de la noche, estoy segura que mis chicos cogerán a…

- ¡Izumi-taichou!- no podría especificar exactamente quien había hablado, pero lo que si supo fue que ella había echado a correr como alma que lleva el diablo hasta el lugar de donde había venido la voz, tampoco supo si le seguía Tatsuro-san o su acompañante. Al llegar, más acalorada de lo esperado, a decir verdad, se encontró con una habitación vacía, que al principio no supo ubicar ni significó nada para ella. Pero de pronto las piezas encajaron en su cerebro, como un siniestro y traicionero rompecabezas de sangre. Aquella era la habitación de Sagara Shinta, era un recién llegado bastante inmaduro, y lo raro no era que la habitación estuviese vacía, el joven podía tener ronda, aunque, sinceramente, lo dudaba. Para la capitana lo extraño del asunto era que se había dejado la hakama en el suelo, así como el yukata pero la zanmpakutoh no aparecía por ningún lado. Las palabras de Yagami revoloteaban por su mente. Se volvió hasta los shinigamis del cuarto escuadrón.
- Voy a interrogar a unas personas, me gustaría que ejerciereis de testigos- y, tan decidida como siempre, se dirigió al único sitio que se le ocurría: la habitación de Yagami-san.

Una vez sanada la herida, la sangre dejó de correr por el brazo de la capitana. Tatsuro cerró el puño anulando así el kidou, y dejando a la habitación inundarse de nuevo en la penumbra. Ya algunos de los shinigamis traían unas lámparas con velas dentro, que daban una luz cálida en el cuarto.

Kaori-taichô, abrió y cerró la mano para comprobar que estuviese en un buen estado, y al parecer si. Después de todo, los shinigamis más importante del cuarto escuadrón sabían hacer sus cosas sin permitirse el más mínimo error. Después la capitana se sostuvo en la muñeca de Tatsuro. Las habladurías de "la dama de hierro" era conocidas en poco tiempo por todo el seireitei, pero, al contrario de lo que se pudiese pensar, la palma de la mano de la capitana estaba cálida, y, aunque transmitía su nerviosismo, y su reiatsu inestablemente alterado, tambien tenía una pizca de tranquilidad, serenidad y calidez. Con esas cualidades en activo, y las primeras mencionadas controladas, sería una gran capitana.

Daba ordenes, sin perder su toque estricto y autoritario a sus shinigamis, y una vez dadas, Kaori se levantó, aún apoyada en Tatsuro que la ayudó ligeramente levantando su brazo para que se incorporase con más facilidad. Izumi-taichô parecía no haberse percatado de que seguía en contacto directo con el shinigami. Él seguía arrodillado en el suelo, a su lado y a pesar del tamaño de Tatsuro, ahora se encontraba por debajo de ella, y miraba hacia el suelo, hacia sus pies descalzos que en un instante fueron tapados por el hakama ancho de la capitana.
Intercambió unas palabras con uno de sus shinigamis, que se dedicó meramente a "darle caña" a la capitana por el hecho de no tener guardia personal, o algo así. Entonces se percató de que seguía agarrada al shinigami de la cuarta, soltándose de golpe y sonrojándose. Estaba adorable, y parecía inocentemente avergonzada. En su informe, Tatsuro incluiría una nota en la que pusiese "No tiene nada de dama de hierro" o algo así, para que Aoki supiese uno de los datos más importantes (hasta ahora) de la misión.

Proveniente de alguna parte, se escuchó un grito que clamaba a Kaori, que antes de acabar su frase de agradecimiento a los presentes del cuarto escuadrón, se lanzó a la carrera con destino fijo, y sin titubear. Noboru se mantuvo sonriente y con tez tranquilizante, para aliviar tensiones, durante toda la "intervención", y más aun al ver que la capitana tardó en soltarse de la mano de Tatsuro, pero el gritó le cambió la cara, tornando el gesto en preocupación. Kaori pasó a su lado como el viento, y tras una mirada fugaz a Tatsuro, se lanzaron ambos a correr tras la capitana.

Un cuarto vacío es lo más que encontraron. La capitana se volvió hacia ellos, y les pidió que les acompañase un rato más, como testigos del interrogatorio que daría lugar. Noboru, que desde el principio9 parecía dirigir a Tatsuro fue quien respondió.

- Será un placer, Izumi-taichô - y lo acompaño de una pronunciada reverencia. A su lado Tatsuro seguía erguido, mirando como embobado al interior del cuarto. Para sacarle de su "trance" personal, Noboru le golpeó sutilmente con la vaina de su zampakutou. Inmediatamente, adoptó la postura correcta. Tras unos segundos, recobraron la rectitud. - Pero con su permiso, debo informar a nuestro escuadrón de nuestro retraso en la vuelta - y tras la consecuente respuesta de la capitana, se apartó unos pasos de la puerta del habitáculo, se descolgó la mochila que llevaba desde el principio, y sacó un dispositivo pequeño, y comenzó ha hablarle - ¿Saworu-san? ... Si... Aham... Te explico, necesito que asignéis a otro shinigami de guardia, que Izumi-taichô nos necesita aquí. -

Después guardó el aparato en la mochila, y se la alargó a uno de los shinigamis que correteaban ajetreados por el escuadrón. - Utilizad estos dispositivos cuando necesitéis contactar con el cuarto escuadrón. Tiene instrucciones, están dentro. - y el shinigami cogió la mochila y continuó su carrera.

Noboru volvió a donde Izumi. - Todo listo. ¿A donde tenemos que ir? -

(off:Hago un post cortito aqui para coger la Zampakutou y voy al otro tema)

Natsu asintió ante la orden de su capitana. Debía de coger al tipo que había intentado acabar con su capitana para vengarse,y si había intentado acabar con un taichô tenía que ser muy fuerte.

-!Voy Taicho!-Contestó mientras hechaba a correr.

Corrió con tanta prisa que deribó en su camino a un par de shinigamis y hechó abajo la puerta corredera.Finalmente cogió la Zampakutou de su habitación y salio corriendo tras Noriko quien le acompañaria en la busqueda de el atacante.Las heridas de su capitana quedaban en manos de los shinigamis del cuarto escuadron.

Nunca había llevado a cabo un interrogatorio. Al menos no como capitana. A veces su antecesora había tenido que ejercer de ello y para variar habían llevado a cabo el archiconocido juego del poli bueno y el poli malo. No había que ser muy listo para saber que papel tenía cada una. Suspiró, no estaba muy segura de quien sería en esta ocasión su poli bueno, no tendía nada preparado, pero confiaba en el saber estar de sus acompañantes, sobre todo si tenía en cuenta cuan amables habían sido y lo bien que la había tratado Tatsuro-san estaba segura de que las cosas no podían ir tan mala como aparentaban. Sin más explicaciones aguardó a que los shinigamis del cuarto escuadrón, intentando serenar su pose y atándose bien el yukata, que mostraba más de lo que hubiera deseado. Nunca se había sentido una mujer hermosa (en más de una ocasión se había maldicho por no ser tan dulce como Valeria o tan arrebatadora como Saki-chan) pero una cosa era sentirse un patito feo y otra bien distinta enseñar libremente su cuerpo, como si realmente no le importase, porque en el fondo, si que le importaba.

Cuando llegaron Tatsuro-san y Noburo-san había recuperado su habitual aplomo y había también recuperado su espada, arma que le había traído uno de sus subordinados y que llevaba en la mano derecha. Aquellos chicos eran buenos, su mano se mostraba tan diestra como siempre y aunque estaba levemente mareada por la pérdida de sangre no pensaba emitir queja alguna. A fin de cuentas la apodaban la dama de hierro e Izumi esperaba que no fuera únicamente por ser una borde. Asintió con un solo movimiento y condujo a sus invitados a través de su escuadrón. No quería dudar de sus subordinados, pero Sagara Shinta había desaparecido y Yagami-san había dejado caer esas palabras justamente en el lugar más inadecuado. Podía ser una trampa dentro de algo mucho más oscuro, pero de momento intentaría ir entendiendo capa por capa.

Los pasillos se multiplicaron y la muchacha, a su pesar, tardó más de lo necesario en llegar hasta donde deseaba: la sala de interrogatorios, pues era demasiado el alboroto que encontraba a su alrededor y tuvo que poner orden a cada paso, a golpe de gritos.
- Regresa a tu habitación. Todo está bien, tranquilos- aquellas fueron las frases que más repitió la impaciente joven hasta que finalmente se acercó hasta donde se encontraba aquel tipo que siempre la trataba con condescendencia. Al menos esta vez no había tenido que recordarle que había dejado de ser Kaori-chan mucho tiempo atrás. Apoyó la mano en la puerta, en ésta ocasión se trataba de una con barrotes, y suspiró, mirando a sus acompañantes, primero a uno y luego a otro. No era el momento de dudar, era el de mostrarse más implacable que nunca.

Cuando penetró en la sala de interrogatorios se notaba a la legua que era otra persona, no la inocente chica que acababa de sujetar la mano de su salvador para soltarla con timidez, ahora era, sin lugar a dudas, la temida Izumi Kaori-taichou, acababa de llegar la poli mala. Ante ella se encontraba aquel tipo tan sumamente fastidioso, Yagami Haruki, aquel que siempre la había visto como una rebelde sin causa, como una niñata que en el fondo lo único que quería era destacar y hacer ver cuan diferente era de Valeria Rin. El tipo no prestó ninguna atención a la muchacha y solo la miró a la cara cuando se sentó frente a él, con las rodillas sobre el suelo y su zanpakutoh colocada en la baja mesa que los separaba. Sus dos “polis buenos” la flanqueaban y aunque siempre se las había dado de mujer independiente, agradeció aquella ayuda extra.

- Podemos hacer esto de dos formas, Yagami-san, puedes ayudar a tu capitana- y acarició la empuñadura de su espada, como si de un amante se tratase- o puedes entorpecer mi investigación. En cuyo caso tendría que ser mucho menos amable de lo que estoy siendo- y esta vez su mano agarró la empuñadura de la espada, con sus ojos de acero clavados en él, que no se dio por aludido y se encogió de hombros. La chica sonrió, cínicamente, intercambió una mirada con Noburo-san, que parecía ser el que llevaba todo el cotarro, y alzó la mano para tomar a su oponente verbal del cuello del hakama y sus miradas se encontraron.
- Creo que no ves en que situación te encuentras- musitó, retorciendo un poco las ropas del otro- sino me cuentas algo, algo que merezca la pena te aseguro que te encerraré de por vida, y sabes que no bromeo.
- Lo sé perfectamente, Izumi-taichou- masculló él, y sus dedos se tensaron, como si fuera a hacer algo- pero simplemente no tengo nada que decir, además usted no me ha dicho aún de que se me acusa o que he hecho. Creo que dar una opinión sobre un acontecimiento en un pasillo no me hace culpable de nada.
- Claro que no, solo de alta traición- masculló la muchacha, que empezaba a salirse de sus casillas- ¿o prefieres qué llame a los shinigamis que te estucharon faltarme el respeto? En otro escuadrón habrías sido apaleado, siéntete dichoso.
- Siempre, capitana, a su lado todos nos sentimos así- la chica arqueó la espalda, pero no cayó en el juego de ese idiota, así que lo soltó de golpe y se echó el cabello hacía atrás
- Sino quieres defenderte es cosa tuya, yo ya te he avisado- el otro cambió levemente el rictus de su cara y observó a los otros dos, tal vez preguntándose si ellos tendrían algo más que objetar- en breve vendrán a buscarte unos carceleros, sino tienes más que decir, me retiro. Es una pena… ¿quién cuidará ahora de los recién llegados?- por un segundo pudo mascarse la tragedia en el ambiente, pero al instante el otro la llamó por su nombre, al modo educado.
- Quiero hablar con estos hombres- explicó, ella levantó una ceja- usted no va a ser neutral en esto y lo sabe. Así que, por favor, déjeme hablarlo con ellos, quiero que sean ellos los que me interroguen- la chica les miró y tras un esfuerzo ocupó el fondo de la estancia. Yagami no era tan listo, acababa de caer en su trampa. O tal vez había sido ella la que se había dejado atrapar.

Ambos shinigamis del cuarto escuadrón, se unieron a Kaori una vez dadas las instrucciones a su división, y dejada clara su ausencia en esa noche. Tatsuro pensaba que si acababan pronto aquí, podría descansar todo lo que quisiera hasta el alba. Kaori se mostraba firme, y mucho menos dulce e inocente de lo que aparentaba momentos antes, despistada aún por la conmoción del ataque en mitad de la noche. Entonces, Se puso en camino.

El primero que la seguía, a su derecha un paso por detrás, era Noboru. Iba tranquilo, sonriendo a los shinigamis que corrían de un lado a otro, apoyando a las palabras de calma de la capitana. A la izquierda de Kaori, un paso por detrás de Noboru, iba despistado Tatsuro, simplemente caminando acompañando a la capitana, sin fijarse en absoluto en el camino. Es lo que solía hacer en las guardias, caminaba por pasillos al azar de la división, asegurándose así de recorrerlos todos... teóricamente.

Entraron en el cuarto de destino, y Kaori dio otro giro a la rueda de su dura apariencia, entornando su rostro más serio y severo que antes. Seguro que tendría algo que ver con la presencia del shinigami en el cuarto. Parecían tener roces interminables, y que ninguno de los dos cambiaría jamás de opinión sobre el otro. Ahora si, Kaori empezaba a parecer la dama de hierro de la que tanto se habla, pero parecía mas bien fachada, un modo de hacerse respetar, ya que recién despertada, se mostró más como parece ser, mas dulce.

Se sentó en el lado contrario de la mesa a la que estaba sentado ya Yagami-san, depositando su zampakutou en la mesa, quizá para mantenerle alerta y por parecer aun más convincente. Tatsuro se sentó al fondo del cuarto, con las manos en su nuca, apoyado en la pared, y con sus ojos cerrados. Podría parecer dormido, pero prestaba suma atención a la conversación, sin ningún tipo de distracción visual (tal como podría ser la figura de Kaori revestida en su yukata para dormir). Además, de este modo, si había algún sonido más cercano, lo notaría en seguida, pues del único sentido que le guiaba ahora mismo era el oído, afinado al máximo. Por otro lado, y también envuelto en su yukata de noche, Noboru se colocó firme junto a Kaori, en la misma mesa, mirando fijamente a Yagami-san. Se mantenía en una postura cómoda, cruzado de piernas, y apoyando sus manos en el suelo a su espalda, un poco encogido de hombros.

Ambos se mantuvieron en silencio en todo momento. Era mejor no intervenir en el procedimiento que llevaba Kaori, al menos hasta saber qué esperaba exactamente de ellos. Entonces, Kaori tomó una postura más agresiva, sujetando a Yagami por el cuello de su uniforme, y a Noboru le quedó claro... - Conque poli bueno y poli malo ¿eh?... Interesante - pensaba Noboru al catarse de su táctica. Hizo el amago de detenerla, pero no vio necesario entrometerse en asuntos del escuadrón, y mucho menos si una de las dos partes es la propia capitana. Sujetó fuertemente la empuñadura de su zampakutou, por si se viese obligado a intervenir.

La capitana le acusaba y él se colocaba su escudo de ironía, en un rifirrafe que parecía llevar mucho latente (o no)en ambos shinigamis. Aunque Kaori también sabía atacar con indirectas, y parecía manejarlas hábilmente.

Entonces, inesperadamente para ambos shinigamis de la cuarta, Yagami solicitó que fuesen ellos, por razones de imparcialidad y objetividad, los que realizasen el interrogatorio. Kaori tras dudar unos instantes, Se lo permitió. Quizá es lo que pensaba desde el principio. Se levantó y se retiró al fondo de la sala, para sentarse junto a Tatsuro. Éste como si de un resorte se tratase, se levantó tal y como la capitana rozó el suelo, sin necesidad de una orden ni una petición de la susodicha. Se dirigió vagamente a la mesa de lo interrogatorios.

Noboru mientras tanto, adoptaba una postura más adecuada para su nueva labor, reclinándose sobre la mesa, apoyando los codos en la misma, y entrelazando sus dedos para sostener su cabeza por el mentón. - Bueno, como pides, seremos nosotros los que te interroguemos. Te hago saber que ninguno de los dos sabemos nada de la división, más allá de lo que hemos visto hoy. - Tatsuro se sienta con las piernas cruzadas a su lado, y deja la katana a su izquierda, a mano. Noboru continúa. - Con esto te quiero decir que no des nada por sabido, y expliques lo que creas que es digno de explicación, como si lo explicases a un plus del mundo real, con la diferencia de que nosotros sabemos de que va en general... - Hizo una pausa y tomó aire antes de continuar - Aclarado eso, explícanos no que creas conveniente, para tener algo sobre lo que preguntarte... - acabó Noboru dando pié a que comenzase a hablar Yagami, no sin antes la precisa acotación del poli malo: - Y más te vale tener una buena coartada... -

Realmente parecía que a Tatsuro le daba mala espina, visto su comportamiento, y Noboru parecía dispuesto a escuchar su defensa, tratando de no malinterpretarle y manteniéndose imparcial, pensando que es inocente hasta que se demuestre lo0 contrario...

[FDI: Perdón por el retraso, ya te comenté que estoy muy pegada. A ver como queda.]

A ojos de Yagami san la impetuosa Izumi-taichou nunca había sido precisamente un pozo de virtudes, de hecho todas sus cualidades le parecían más bien puros defectos. Era dura, estricta, prepotente, y sobre todo una principiante. Hacía muy poco que ocupaba el puesto de capitana y sus pretensiones eran inmensas, desproporcionadas. Los cambios, la sangre nueva y la rectitud de su conducta en ocasiones conseguía le sacarle de quicio, y no solo a él, sino a otros muchos, de los cuales unos callaban y otros se dedicaban a expresar libremente su opinión. Kaori san hacía caso omiso de todo, pero aquel no era el camino. El entrenador de los recién llegados mostraba abiertamente su hostilidad y había sido así desde el primer momento. La primera vez que la muchacha llegó al escuadrón ambos supieron que no se iban a llevar bien. Él era ferviente conservador y seguía los dictados de Valeria-taichou al pie de la letra, mientras que ella, una muchacha de ojos oscuros y mirada penetrante, abogaba por el cambio constante. Era lógico que no se llevasen bien. Y cuando ella había ascendido, la tirantez se había calmado, pero salía a la luz en varias ocasiones.

Precisamente por el resquemor claro entre ambos, el viejo Yagami había usado su intelecto (que él sabía superior al de su contrincante verbal) y se sentía francamente reconfortado con el resultado. La tenía donde quería, con un yukata manchado con su propia sangre y apoyada en la pared, como una observadora más que como la propia juez. Maldita niñata. Ojala aprendiera un poco con aquello. Además, eso era precisamente lo que había estado esperando desde no sabía el tiempo. Sin afectar sus rasgos se volvió hasta los shinigamis del cuarto escuadrón, que parecían haber comido el anzuelo también. Estaba seguro de que serían más inteligentes que Kaori, por ello no pensaba tentar a la suerte y se camufló en su personalidad reservada y colaboradora. A fin de cuentas era un hombre sencillo, sabía lo que tenía que hacer. Y más lo supo cuando captó los roles que usaban sus interrogadores. Aquello era muy propio de aquella retrasada que se hacía llamar capitana. Aún así, parpadeó un par de veces, mostrando una leve interrogación en sus cejas fruncidas.

Tras unos segundos de silencio, tal vez utilizados para dar un poco de dramatismo o por simple juego comenzó a hablar. Con una voz clara.
- De modo que debo contar lo que sé- y por el rabillo del ojo observó a la capitana, que tenía los brazos cruzados sobre el pecho y asistía a la conversación en silencio- de acuerdo entonces. Es muy poco lo que sé, pero os seré completamente sincero- al menos lo que diría sería cierto, pero seguramente se guardase unas cuantas cosas- muchos de este escuadrón no comulgan con las decisiones de la capitana. Yo soy uno de los shinigamis más antiguos y muchos son los que me piden mi opinión al respecto. Bien es sabido que no soy uno de sus favoritos, pero soy lo suficientemente inteligente como para no atacar a mi superior en su propia cama. Uno de esos shinigamos descontentos, como habréis supuesto, era ese joven que anda desaparecido y del que todos hablan, Sagara. He de reconocer que fue un poco más persistente que otros- dijo, con la voz algo afectada- quizás debería haber comentado algo con la capitán o el teniente, pero no lo hice. Si por ello debo ser condenado estoy dispuesto a ello- y presentó la manos, aparentemente sumiso, punto que irritó a Kaori, que apretaba los puños con fuerza. Aún así nada se reflejó en su rostro, solo un leve resplandor en sus ojos negros, que pronto apartó de los de aquel hipócrita mentiroso.

Entonces la mano de Yagami salió disparada, sin previo avisó e impactó en la mandíbula del shinigami que tenía delante y resultó ser Karuga Tatsuro. Se levantó de un saltó y preparó un ataque.
- Conquistador. Máscara de carne y sangre. 10.000 formas, Agitación. Aquellos que coronan el nombre de una persona. Infierno y caos. Dirigíos al sur y acariciad las remotas aguas. Hadou 31 - Shakkahou ( Artillería Carmesí )- y un rayo del mismo color de la sangre atravesó la pared contraria. Antes de que el sonido de la piedra cayendo al suelo alertara a todo el escuadrón Yagami vio a la capitana desenfundar su arma y saltar hasta él, cuya respuesta fue sonreír plácidamente y repetir el hadou, colocando una pila de escombros entre él y sus posibles perseguidores- más suerte la próxima vez, Kaori-chan, pero puedo darte un último consejo- gritó, para hacerse oír por encima del derrumbe- no hay dos sin tres y el tercero es el perdedor, el cerebro y el que manda, aunque perdiese todo.

El triunfal Yagami pudo oír el siseo en los labios de la capitana y salió corriendo, al parecer la noche iba de escapes y persecuciones.

Parecían discutir en silencio. El hilo tenso que les separaba parecía que podría romperse en cualquier momento, y no era para menos, pues el poco rato que llevaban sendos shinigamis del cuarto escuadrón simplemente en presencia del viejo ya comenzaba a incomodarles. Kagura trataba de ignorar la riña perpetua de esos dos, y Noboru se sentía fascinado por la frialdad con la que Izumi arremetía contra Yagami, y con la que se defendía al mismo tiempo de las suyas. Y por malas intenciones que llevasen las puñaladas del hombre, la capitana las encajaba con una simple mueca. Un espectáculo digno de ver. El viejo entonces comenzó su versión de los hechos, cargando las explicaciones de rodeos, sin dejar las cosas del todo claras, muy a la interpretación del oyente. Justo lo que habían pedido que no hiciese.

- Con qué fue mas persistente Sagara? -- preguntó serio Noboru. Pregunta que quedaría sin contestación, pues Yagami se abalanzó contra Tatsuro, tumbándolo de un golpe en uno de sus infinitos momentos de despiste y ensoñación, golpeándole la base de la mandíbula. Éste descolocado se aferró al brazo de Noboru para mantener el equilibrio, consiguiendo únicamente desequilibrar al chico, impidiéndole detener el hadou inminente que preparaba el viejo. Pero... ¿Iba contra una pared? ¿Iba a huir? Otra vez no... Y efectivamente, el hadou impactó de lleno en la pared, abriéndole un hueco de escapada, y huyendo así. No sin un "incomprensible-para-los-del-cuarto-escuadrón" comentario. El acto reflejo fue el obvio, Noboru cogió a Tatsuro por el pelo y aplastó su frente contra el suelo para colocarle en postura de disculpa. Y gritó, audible para gran parte del escuadrón la más formal y correcta disculpa en perfecto japonés.

- ¡Lo sentimos mucho, Izumi Kaori-taichô! -

Una vez disculpados, Noboru mismo dejó escapar la duda que le carcomía las entrañas. - Izumi-taichô, sabe a que se ha referido con su último comentario? -. Tatsuro no decía nada, solo resoplaba, somnoliento como siempre, contra el tatami polvoriento de la agujereada estancia...

[OFF: Te posteo a estas horas para hacerme a la idea de lo cansaos que están mis pobres shinigamis... Si Tatsuro no rinde bien es por eso, prueba tu a estar despierta a esta hora xDD Nah, en verdad es que me ha venido la musa, a buenas horas, eh??]

Todo había ocurrido demasiado rápido. Ni siquiera los sentidos súper desarrollados de una shinigami con rango de capitán pudieron reaccionar. En un momento se encontraba acomodada contra una de las paredes del cuarto de la sala de interrogatorios y al siguiente se encontraba con el arma desenfundada intentado detener a uno de sus hombres, que pretendía escapar por una pared derruida por él mismo. El puñetazo y el cañón carmesí parecían haber salido de un cuento, de una historia de fantasmas que en realidad no podía, o no debía materializarse. Sin embargo ambos sucesos habían ocurrido de verdad, eran tan reales como el recuerdo del dolor en su mano o el regusto ácido del ataque. Karuga Tatsuro había recibido un puñetazo en pleno rostro y de la propia inercia del impacto había agarrado a su compañero, Kentaro Nobouro, consiguiendo que ambos quedasen fuera de juego. Tal vez por ello su impotencia fue mayor, porque fue la única que podía hacer algo y sin embargo, no lo hizo, no tuvo tiempo. Lo último que oyó antes de percibir las rápidas pisadas del interrogado en el suelo fue aquella extraña advertencia: el tercero, ¿a qué querría referirse Yagami con aquello?, ¿el tercer oficial, quizás? No estaba segura, sobre todo porque ni Natsu ni ella habían pensando en un sustituto para Kazama-san. Aunque aquello pasó por su cabeza solo de soslayo, pues tras la marcha de aquel tipo lo único que pudo hacer fue soltar un sonoro chasquido y darle una patada a la pared donde descansaban los pedruscos. Cuando se volvió sus ojos se toparon con un par de chicos arrodillados frente a ella que se disculpaban de la manera más formal posible. Los dientes de la capitana chirriaron.

Tuvo que hacer un esfuerzo titánico, una hazaña de fuerza de voluntad, para no coger la espada del huido, que aún se encontraba en la sala y empezar a destrozar cosas. Sus ojos se volvieron del acerco cuando los clavó en los jóvenes y cuando habló su voz, algo suave normalmente, sonó metálica, entre la indiferencia y el caos, absolutamente contenida. La única muestra de desbordamiento eran sus manos, convertidas en puños. Aquella era una costumbre odiosa y brutal, pero no podía hacer nadar por remediarlo.
- No es momento de pedir disculpas- explicó, o más bien exigió y, tomando el arma del shinigami desaparecido, se dirigió hasta la puerta para abrirla- no estoy muy segura de que significa la estupidez que acaba de decir ese traidor, pero en cuanto lo encuentro os aseguro que desgranaré sus palabras una a una a base de puñetazos- y uno de éstos fue a caer contra la puerta con barrotes. Luego movió la mano arriba y abajo para desentumecerla (al menos no era la misma que el atacante, posiblemente Sagara Shinta, le había hecho sangrar) y a continuación descorrió el cerrojo y salió al pasillo, envestida con su poder de capitana. No sabía muy bien por donde empezar a buscar, pero una cosa si tenía clara: debía salir de inmediato. En un abrir y cerrar de ojos recuperó sus ropas habituales y se las enfundó sin ceremonia alguna. Luego eligió a un par de shinigamis, que resultaron ser la agresiva Suzuki Kaede y el temerario Kanade Elijah [FDI: En breve serán subidos al correspondiente post]) y volvió a pedirles a los chicos del cuarto escuadrón que fueran con ella. Daba la sensación que aquella noche nadie iba a dormir. Demasiadas sorpresas para una sola noche, muy poco habitual, ciertamente. Pero ya se sabía, podían pasar días sin que ocurriese nada y de pronto todo lo que estaba por venir hacerlo de golpe. Aquello era algo que la arisca capitana ya había aprendido desde su más tierna infancia de caras sucias y pies despellejados en el Rukongai.

Pero no era momento de ponerse a recordar el pasado, y mucho menos hurgar en él. La sucesora de Valeria taichou no podía hacer eso. Alguien la había atacado, alguien que con toda seguridad ocupaba un dormitorio vacío. Además uno de sus detractores acababa de poner otra piedra de algo más, algo que aún no estaba claro y que, en cierta medida, tenía miedo de descubrir. Apretó la zanpakutoh de Yagami, que había recogido por si debían tener un combate hacerlo lo más justo posible, y se dirigió a sus compañeros con un matiz de irritación en la voz.
- Esta vez no se va a escapar- y sus pasos, ligeros, pero seguros se abrieron paso por el jardín que tanto amaba.

[FDI: Es cierto, a veces la Musa te saca de la cama para que te ponga a escribir. Me alegro de que lo haya hecho contigo, de verdad. Pues continuar en el otro sitio cuando lo hagan los demás ^^]