Una mañana límpida [Ryuu Shiba]

Nubes borregosas cubrían a intervalos el cielo despejado y azul esa mañana; la brisa fresca se colaba por la ventana abierta de par en par de la sala principal del escuadrón, donde la teniente, sentada frente a una mesa cubierta de papeles y carpetillas. Sus ojos de vívido verde paseaban con pereza sobre las nubes, que lentamente trazaban un recorrido sobre el cielo creando huecos por los que se colaba la luz en parsimoniosos intervalos.

Un suspiro nostálgico escapó de los labios de la shinigami, mientras sus dedos hacían repiquetear sobre la madera de la mesa, el pincel con el que había estado trabajando hasta que su mente, se dejó llevar por un sentimiento de inevitable meditación. El cargo no le estaba dando tanto problemas ni quebraderos de cabeza como hubiese podido imaginar, ni tantas diferencias con Kato como quizás, ambos hubiesen esperado, por lo que en realidad ser teniente le estaba resultando más gratificante y sencillo. Su carácter organizado y su férrea disciplina facilitabanm aunque fuesen detalles que pasasen por alto a la austera shinigami.

Sin embargo, aquella mañana estaba especialmente nostálgica. Echaba en falta algo más de tiempo para deambular por el Rukongai, entrenar sus horas largas y distendidas, e incluso salir a beber con las chicas del Gotei. Durante algunas horas había avanzado el papeleo que siempre se terminaba por acumular, pero tras la abrir la ventana para airearse la cabeza, se le fue el santo al cielo. Y entre suspiros, el trabajo se había quedado estancado.

-Necesito estirar las piernas... -musitó en voz baja, desviando sus ojos rasgados y párpados perezosos hacia su zampakutou, que reposaba junto a la pared-.

Desplanzado los pies hacia atrás, se puso en pie dejando que su abundante melena cayera hacia delante en una cascada roja. Estira la espalda cerrando los ojos de puro gusto hasta notar como las vértebras se desentumecen.

Aspira con fuerza.