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La Partida [Kobayashi Hayato]
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La Partida [Kobayashi Hayato]
Se dirigía al séptimo escuadrón, caminaba con andares firmes y seguros, gesto serio y adusto y una extraña caja rectangular con casillas blancas y negras y un pergamino lacrado. Aquél pergamino sería el que le concedería la ansiada liberta y le separaría totalmente de su padre. Todavía tendría que obedecer sus ordenes para no ser castigada, pero no tendría que verlo tan a menudo. Sus dedos acariciaron distraidamente el pergamino y movió los labios en una mueca que podría asemejarse a una ligera sonrisa.
El tablero también tenía importancia, se lo habían regalado en la academia y ahora que iba a formar parte quería evaluar el potencial que tenía el Capitán de aquel escuadrón. La única pega que tenía es que era un hombre, los detestaba a todos, sucios, repulsivos, apestosos, maleducados y acosadores. Cerró el puño libre con crispación recordando las noches que había tenido que ir a complacer a su progenitor. El hedor volvía a su mente como si estuviese allí en ese momento, el alcohol, el sudor y el posterior olor a repulsivo sexo.
Tuvo que detenerse y respirar hondo durante un rato, no debía seguir pensando en esas cosas, ahora se abría una nueva puerta por la que podría escapar de su influencia y estar por fin a salvo. Recompuso su aspecto y siguió andando hasta que llegó a su destino. Este no daba muy buena impresión, el suelo era terroso y el poco césped que crecía se encontraba en mal estado. Había demasiados edificios, menos mal que se había informado con anterioridad de la forma y la situación de las dependencias del escuadrón, memorizándolas en el proceso.
Llegó hasta la puerta del Capitán Kobayashi y llamó con un golpe seco y fuerte. Sin esperar respuesta entró y se puso firme, no sin antes hacer una reverencia. Se acercó a la mesa en rápidas y largas zancadas, depositó sobre la mesa la caja, que resultó ser un tablero de ajedrez cortado por la mitad y con una par de bisagras y un cerrojo con capacidad para contener las fichas del juego y le tendió el pergamino lacrado al hombre.
En el pergamino se podía leer un trazo ligero:
“Se recomienda a Watabe Hitomi como shinigami rasa del séptimo escuadrón, por sus méritos en la Academia en los campos de inteligencia y estrategia.
Tras tenderle el pergamino, ella se había dedicado a abrir el tablero y colocar todas las piezas sobre el mismo poniendo las blancas en el lado de su futuro jefe y las negras del suyo. Cuando este levantó la mirada para encararla Hitomi le miró seriamente a él y al tablero. Una vez que el Capitán entendió su gesto se sentó en seiza y sacó el arma, que siempre llevaba en la espalda a la altura de la cintura en posición horizontal con el mango hacia la izquierda y la depositó delante suya (ya que era ambidiestra) con la empuñadura mirando al varón y esperó a que hiciera el primer movimiento.
El tablero también tenía importancia, se lo habían regalado en la academia y ahora que iba a formar parte quería evaluar el potencial que tenía el Capitán de aquel escuadrón. La única pega que tenía es que era un hombre, los detestaba a todos, sucios, repulsivos, apestosos, maleducados y acosadores. Cerró el puño libre con crispación recordando las noches que había tenido que ir a complacer a su progenitor. El hedor volvía a su mente como si estuviese allí en ese momento, el alcohol, el sudor y el posterior olor a repulsivo sexo.
Tuvo que detenerse y respirar hondo durante un rato, no debía seguir pensando en esas cosas, ahora se abría una nueva puerta por la que podría escapar de su influencia y estar por fin a salvo. Recompuso su aspecto y siguió andando hasta que llegó a su destino. Este no daba muy buena impresión, el suelo era terroso y el poco césped que crecía se encontraba en mal estado. Había demasiados edificios, menos mal que se había informado con anterioridad de la forma y la situación de las dependencias del escuadrón, memorizándolas en el proceso.
Llegó hasta la puerta del Capitán Kobayashi y llamó con un golpe seco y fuerte. Sin esperar respuesta entró y se puso firme, no sin antes hacer una reverencia. Se acercó a la mesa en rápidas y largas zancadas, depositó sobre la mesa la caja, que resultó ser un tablero de ajedrez cortado por la mitad y con una par de bisagras y un cerrojo con capacidad para contener las fichas del juego y le tendió el pergamino lacrado al hombre.
En el pergamino se podía leer un trazo ligero:
“Se recomienda a Watabe Hitomi como shinigami rasa del séptimo escuadrón, por sus méritos en la Academia en los campos de inteligencia y estrategia.
Firmado: Director al cargo del Instituto Shino”
Tras tenderle el pergamino, ella se había dedicado a abrir el tablero y colocar todas las piezas sobre el mismo poniendo las blancas en el lado de su futuro jefe y las negras del suyo. Cuando este levantó la mirada para encararla Hitomi le miró seriamente a él y al tablero. Una vez que el Capitán entendió su gesto se sentó en seiza y sacó el arma, que siempre llevaba en la espalda a la altura de la cintura en posición horizontal con el mango hacia la izquierda y la depositó delante suya (ya que era ambidiestra) con la empuñadura mirando al varón y esperó a que hiciera el primer movimiento.
Última edición por Watabe Hitomi el Miér Jun 22, 2011 6:26 am, editado 1 vez
Watabe Hitomi- Raso Meiyo
- Post : 10
Edad : 44
Re: La Partida [Kobayashi Hayato]
Aquella mujer era, cuando menos, desconcertante. En el poco tiempo que llevaba como capitán, se había visto tratado con respeto y también con desprecio, con burla y con rabia, pero nunca con el sereno desafío con el que aquella chica entró en su despacho sin esperar invitación, le mostró sus respetos y se acercó hasta su escritorio. Hayato recordaba haber intentado entablar conversación con ella, pero todo intento de comunicación había resultado infructuoso.
-Buenas tardes, señorita -le parecía haber dicho. O algo que no sonaba muy diferente, por lo menos-. ¿Puedo saber a qué se debe su visita?
No había habido respuesta. Eso había hecho que la cabeza de Hayato se inclinara unos 30 grados hacia adelante, mientras sus ojos se levantaban exactamente el mismo ángulo, de modo que no dejaban de clavarse en los de la muchacha. O, mejor dicho, en donde deberían haber estado los dos ojos de la muchacha; espacio ocupado en aquel momento por un ojo en condiciones y un inerte parche oscuro. Los párpados del capitán se entrecerraron. ¿Quién era aquella mujer tuerta y a qué había acudido a su despacho?
La respuesta llegó inscrita en un pergamino, con la letra del director de la Academia. Watabe Hitomi, leyó. En sus días como sirviente, había oído hablar de un Watabe, aunque nunca le había conocido. Al parecer se trataba del heredero de una familia noble bastante venida a menos. Por la forma que tenían de hablar de él, no parecía precisamente gozar del favor de sus maestros. Nunca había oído que tuviera una hija, ni una sobrina, pero en cambio sí sabía que su mujer había muerto tiempo atrás. Quizás no se tratara de los mismos Watabe.
Lo que sí estaba claro es que la chica tenía una seguridad en sí misma digna de mención. Entrar de aquel modo en su despacho, sin mediar palabra, y, con toda la tranquilidad del mundo, proceder a montar el tablero de ajedrez sobre su propia mesa no era algo de lo que todo el mundo fuera capaz. De algún modo, aquello era irritante y admirable a la vez. Y muy desconcertante.
Sin embargo, el capitán estaba dispuesto a jugar. Le intrigaba aquella chica. Si el señor director había decidido recomendarla para el séptimo, debía de ser alguien con potencial. El hecho de que sus habilidades comunicativas dejaran mucho que desear por el momento podía ignorarse. Hayato incluso llegó a preguntarse si no sería el ojo vacío su única mutilación y Hitomi-san sería acaso incapaz de hablar.
Observó como ella se sentaba y dejaba el arma sobre la mesa, con la empuñadura orientada hacia él. Aquello reducía las posibilidades de que perteneciera a una casa noble. En aquellos círculos, solía considerarse que dejar la propia arma al alcance del interlocutor constituía una ofensa hacia el mismo, una especie de insinuación de que la habilidad del otro no bastaba para dañarle. A Hayato le parecía un pretexto bastante estúpido de los nobles para matarse entre ellos, pero no eran pocos los que habían muerto por este motivo y otros más absurdos.
Apartó la mirada de la empuñadura ornada y la centró sobre el tablero. Ella había terminado ya de colocar las piezas, le había cedido las blancas -un detalle honorable, observó Hayato- y esperaba que iniciara la partida. Levantando los ojos de nuevo hacia Hitomi, como si temiera perderse algún detalle que le diera alguna pista de lo que pasaba por la cabeza de aquella shinigami enigmática, movió sin pensarlo mucho el peón del rey dos cuadros hacia adelante.
-Buenas tardes, señorita -le parecía haber dicho. O algo que no sonaba muy diferente, por lo menos-. ¿Puedo saber a qué se debe su visita?
No había habido respuesta. Eso había hecho que la cabeza de Hayato se inclinara unos 30 grados hacia adelante, mientras sus ojos se levantaban exactamente el mismo ángulo, de modo que no dejaban de clavarse en los de la muchacha. O, mejor dicho, en donde deberían haber estado los dos ojos de la muchacha; espacio ocupado en aquel momento por un ojo en condiciones y un inerte parche oscuro. Los párpados del capitán se entrecerraron. ¿Quién era aquella mujer tuerta y a qué había acudido a su despacho?
La respuesta llegó inscrita en un pergamino, con la letra del director de la Academia. Watabe Hitomi, leyó. En sus días como sirviente, había oído hablar de un Watabe, aunque nunca le había conocido. Al parecer se trataba del heredero de una familia noble bastante venida a menos. Por la forma que tenían de hablar de él, no parecía precisamente gozar del favor de sus maestros. Nunca había oído que tuviera una hija, ni una sobrina, pero en cambio sí sabía que su mujer había muerto tiempo atrás. Quizás no se tratara de los mismos Watabe.
Lo que sí estaba claro es que la chica tenía una seguridad en sí misma digna de mención. Entrar de aquel modo en su despacho, sin mediar palabra, y, con toda la tranquilidad del mundo, proceder a montar el tablero de ajedrez sobre su propia mesa no era algo de lo que todo el mundo fuera capaz. De algún modo, aquello era irritante y admirable a la vez. Y muy desconcertante.
Sin embargo, el capitán estaba dispuesto a jugar. Le intrigaba aquella chica. Si el señor director había decidido recomendarla para el séptimo, debía de ser alguien con potencial. El hecho de que sus habilidades comunicativas dejaran mucho que desear por el momento podía ignorarse. Hayato incluso llegó a preguntarse si no sería el ojo vacío su única mutilación y Hitomi-san sería acaso incapaz de hablar.
Observó como ella se sentaba y dejaba el arma sobre la mesa, con la empuñadura orientada hacia él. Aquello reducía las posibilidades de que perteneciera a una casa noble. En aquellos círculos, solía considerarse que dejar la propia arma al alcance del interlocutor constituía una ofensa hacia el mismo, una especie de insinuación de que la habilidad del otro no bastaba para dañarle. A Hayato le parecía un pretexto bastante estúpido de los nobles para matarse entre ellos, pero no eran pocos los que habían muerto por este motivo y otros más absurdos.
Apartó la mirada de la empuñadura ornada y la centró sobre el tablero. Ella había terminado ya de colocar las piezas, le había cedido las blancas -un detalle honorable, observó Hayato- y esperaba que iniciara la partida. Levantando los ojos de nuevo hacia Hitomi, como si temiera perderse algún detalle que le diera alguna pista de lo que pasaba por la cabeza de aquella shinigami enigmática, movió sin pensarlo mucho el peón del rey dos cuadros hacia adelante.
Kobayashi Hayato- Post : 272
Edad : 36
Re: La Partida [Kobayashi Hayato]
Sabía que los nobles podían tomarse aquellos gestos muy mal, pero había reglas como aquellas que eran una estupidez, el arma siempre debía colocarse en e suelo a la izquierda, ya que era más difícil desenvainar desde esa posición, pero que pasaba con los zurdos y que pasaba con los ambidiestros como ella, ¿Cómo demostrar entonces el susodicho respeto? Por eso había colocado el arma de esa manera y cuando el Capitán la miró mostró ambas manos con las palmas hacia arriba, dándole a entender que era ambidiestra, por lo que colocar el arma a la izquierda solo era seguir el protocolo, no indicar una deferencia con el interlocutor y esperaba que el varón entendiese aquél simple gesto.
La pregunta la había ignorado ya que no había necesidad alguna de responderla al venir explicado en la carta. Era una perdida de tiempo y un gasto de saliva innecesario, no había hecho un gesto ni un movimiento de más.
El hombre aceptó su desafío, y movió el peón del rey ¿por qué ese y no el de la reina, que salía con una protección previa?. Calculó su siguiente movimiento, podría bloquear su avance haciendo un movimiento espejo que desembocaría en el movimiento de peón reina, peón alfil, alfil o caballo, también podría sacar alguno de sus caballos, pero aquellas piezas tenían un valor estratégico elevado. Con decisión tomó el peón de la reina negra con dos dedos y lo avanzó dos casillas. Ese gesto le serviría para saber si el Capitán sería capaz de sacrificar un peón, es decir si arriesgaría la vida de un raso como ella para acabar con un hollow dejándolo a su suerte.
Aunque se había informado con anterioridad quería comprobar ella misma el carácter y las capacidades del shinigami que pertenecía a la alta nobleza y era su futuro Capitán, siempre que este la aceptase. El riesgo que había corrido al introducirse de aquella manera era alto, pero con ello también mostraba sus cualidades al superior.
(Tablero con los movimientos que llevamos, si no se ve avisa)
La pregunta la había ignorado ya que no había necesidad alguna de responderla al venir explicado en la carta. Era una perdida de tiempo y un gasto de saliva innecesario, no había hecho un gesto ni un movimiento de más.
El hombre aceptó su desafío, y movió el peón del rey ¿por qué ese y no el de la reina, que salía con una protección previa?. Calculó su siguiente movimiento, podría bloquear su avance haciendo un movimiento espejo que desembocaría en el movimiento de peón reina, peón alfil, alfil o caballo, también podría sacar alguno de sus caballos, pero aquellas piezas tenían un valor estratégico elevado. Con decisión tomó el peón de la reina negra con dos dedos y lo avanzó dos casillas. Ese gesto le serviría para saber si el Capitán sería capaz de sacrificar un peón, es decir si arriesgaría la vida de un raso como ella para acabar con un hollow dejándolo a su suerte.
Aunque se había informado con anterioridad quería comprobar ella misma el carácter y las capacidades del shinigami que pertenecía a la alta nobleza y era su futuro Capitán, siempre que este la aceptase. El riesgo que había corrido al introducirse de aquella manera era alto, pero con ello también mostraba sus cualidades al superior.
(Tablero con los movimientos que llevamos, si no se ve avisa)
- Spoiler:
blancas arriba, negras abajo
d2-d4, e7-e5
Watabe Hitomi- Raso Meiyo
- Post : 10
Edad : 44
Re: La Partida [Kobayashi Hayato]
Hayato respondió al gesto de Hitomi con uno de su mano derecha, hacia arriba y hacia fuera, que denotaba la poca importancia que daba al protocolo excesivamente intrincado. La cortesía era algo correcto y necesario, vital para un guerrero. Pero por esa misma razón Kobayashi consideraba que debía ser sencilla. Cuando unas pocas reglas básicas se convertían en un formulaico y contradictorio cuerpo de tradición, algo estaba fallando.
Algo parecido ocurría a la hora de llevar tropas al campo de batalla: del mismo modo que un caballo siempre se movería como un caballo, por mucho que uno necesitara que se moviera como un álfil, un soldado era un soldado. Si uno necesitaba darle más que unas pocas instrucciones sencillas, algo estaba fallando en su entrenamiento.
Kobayashi observó interesado como la chica realizaba un movimiento reflejo del suyo. ¿Era una forma de ponerle a prueba o de mostrar los dientes ya desde el principio de la partida? Quizás las dos cosas.
Cogió el caballo de la reina y lo movió hacia adelante y a la derecha, acercándolo al centro del tablero, donde estaba el punto de presión ejercida por los peones. Desde su privilegiada posición, la pieza no sólo protegía a su peón avanzado, sino que también amenazaba al peón indefenso de su adversaria. Sin embargo, sabía demasiado bien lo efímero de aquella situación, que cambiaría -tal vez por completo- en cuanto ella jugara su turno.
FDI: Nunca he aprendido a jugar al ajedrez en serio, así que no sé cómo llamar a los movimientos. Los describiré como buenamente pueda n_n"
FDI2: Hayato no pertenece a la alta nobleza. Fue un sirviente, y los sirvientes tienen oídos, así que sabe algunas cosas sobre los nobles de la Sociedad de Almas, pero nada más.
Algo parecido ocurría a la hora de llevar tropas al campo de batalla: del mismo modo que un caballo siempre se movería como un caballo, por mucho que uno necesitara que se moviera como un álfil, un soldado era un soldado. Si uno necesitaba darle más que unas pocas instrucciones sencillas, algo estaba fallando en su entrenamiento.
Kobayashi observó interesado como la chica realizaba un movimiento reflejo del suyo. ¿Era una forma de ponerle a prueba o de mostrar los dientes ya desde el principio de la partida? Quizás las dos cosas.
Cogió el caballo de la reina y lo movió hacia adelante y a la derecha, acercándolo al centro del tablero, donde estaba el punto de presión ejercida por los peones. Desde su privilegiada posición, la pieza no sólo protegía a su peón avanzado, sino que también amenazaba al peón indefenso de su adversaria. Sin embargo, sabía demasiado bien lo efímero de aquella situación, que cambiaría -tal vez por completo- en cuanto ella jugara su turno.
FDI: Nunca he aprendido a jugar al ajedrez en serio, así que no sé cómo llamar a los movimientos. Los describiré como buenamente pueda n_n"
FDI2: Hayato no pertenece a la alta nobleza. Fue un sirviente, y los sirvientes tienen oídos, así que sabe algunas cosas sobre los nobles de la Sociedad de Almas, pero nada más.
Kobayashi Hayato- Post : 272
Edad : 36
Re: La Partida [Kobayashi Hayato]
[Perdón por la tardanza >.<]
El Capitán había sacado un caballo para proteger a su peón, ella le miró escrutadora e intensamente con su único ojo. ¿Como estaría interpretando el hombre sus intenciones?¿Se lo tomaba como una batalla real o como un simple juego? Si se lo tomaba en serio, ¿realmente enviaría a alguien superior a ayudar a un shinigami en un uno contra uno?.
Para ella aquellas piezas tenían un valor que no tenía nada que ver con las puntuaciones que tenían en el juego. Este era un batalla de shinigamis contra hollows. Los peones eran los shinigamis rasos y los hollows más básicos. Los alfiles, shinigamis que no tenían un rango oficial, pero que ya habían luchado en numerosas batallas, curtidos en el combate y por parte del enemigo los Arrancars, criaturas que habían roto su mascara y sobrevivido al proceso. Los caballos, Primeros Oficiales y Arrancars, cuya función era la de mantener el orden y transmitir las ordenes de sus superiores a sus pelotones. Las torres, Tenientes y Fracciones, versados en el arte del combate y con la capacidad para mandar a más de un pelotón. Las damas o reinas, Capitanes y Espadas, jefes de batalla capaces de dirigir batallones completos, con siglos de experiencia en sus espaldas. Y por último los reyes, el Comandante y el Primer Espada, los comandantes, máximas autoridades, líderes indiscutibles y dirigentes de sus respectivos mundos.
Cierto era que un caballo, o primer oficial tenía un radio de acción más amplio y protegía a la vez que atacaba, pero era sacar una pieza importante demasiado pronto. Volvió a mirar el tablero y se concentró en su siguiente movimiento. Sería uno muy fácil, y le permitiría sacar a un aliado poderoso en un futuro, no tan poderoso como el caballo, pero igual de útil. Cogió el peón que estaba situado en frente del rey y lo avanzó una casilla, protegiendo así a su compañero.
(Posición del tablero y "pequeño" off)
El Capitán había sacado un caballo para proteger a su peón, ella le miró escrutadora e intensamente con su único ojo. ¿Como estaría interpretando el hombre sus intenciones?¿Se lo tomaba como una batalla real o como un simple juego? Si se lo tomaba en serio, ¿realmente enviaría a alguien superior a ayudar a un shinigami en un uno contra uno?.
Para ella aquellas piezas tenían un valor que no tenía nada que ver con las puntuaciones que tenían en el juego. Este era un batalla de shinigamis contra hollows. Los peones eran los shinigamis rasos y los hollows más básicos. Los alfiles, shinigamis que no tenían un rango oficial, pero que ya habían luchado en numerosas batallas, curtidos en el combate y por parte del enemigo los Arrancars, criaturas que habían roto su mascara y sobrevivido al proceso. Los caballos, Primeros Oficiales y Arrancars, cuya función era la de mantener el orden y transmitir las ordenes de sus superiores a sus pelotones. Las torres, Tenientes y Fracciones, versados en el arte del combate y con la capacidad para mandar a más de un pelotón. Las damas o reinas, Capitanes y Espadas, jefes de batalla capaces de dirigir batallones completos, con siglos de experiencia en sus espaldas. Y por último los reyes, el Comandante y el Primer Espada, los comandantes, máximas autoridades, líderes indiscutibles y dirigentes de sus respectivos mundos.
Cierto era que un caballo, o primer oficial tenía un radio de acción más amplio y protegía a la vez que atacaba, pero era sacar una pieza importante demasiado pronto. Volvió a mirar el tablero y se concentró en su siguiente movimiento. Sería uno muy fácil, y le permitiría sacar a un aliado poderoso en un futuro, no tan poderoso como el caballo, pero igual de útil. Cogió el peón que estaba situado en frente del rey y lo avanzó una casilla, protegiendo así a su compañero.
(Posición del tablero y "pequeño" off)
- Spoiler:
blancas arriba, negras abajo
d2-d4, e7-e5
g1-f3, d7-d6
[OFF: No se hasta donde llegan tus conocimientos, pero creo que los básicos los sabes, ¿no?, de todas maneras intentaré ayudarte en lo que pueda ^^. El movimiento que a lo mejor te da más la tabarra es el enroque, que puede ser el corto o el largo. Ambos consisten en mover el rey dos casillas hacia la torre y esta dos casillas hacia el rey. En el enroque largo ambas piezas quedarían en la misma casilla, por lo que se avanza una casilla más.
Los movimientos no tiene ninguno nombre, excepto el enroque. Luego hay términos como tablas (empate o que el rey no pueda hacer ningún movimiento por que entra en jaque y no parte de jaque y no se puedan mover otras piezas), jaque (una pieza amenaza al rey) y jaque mate (cuando el rey esta amenazado y todas las casillas colindante están amenazadas).
Luego el tablero tiene una serie de coordenadas en horizontal y vertical. Horizontal: de la "a" a la "h" de izquierda a derecha. Vertical de 1 a 8 de arriba a abajo por lo tanto el peón blanco de la torre de la izquierda tal como tenemos el tablero estará en a2 y se podrá mover a a3 o a4 según su situación actual. El contrario lo tiene en sentido contrario, en espejo, pero para no liarnos más no lo tendremos en cuenta.
Espero que te sirva y lamento el off tan tocho. Cualquier cosa me tienes por mp ]
Watabe Hitomi- Raso Meiyo
- Post : 10
Edad : 44
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