Neg.v2. Sala 3 - Hiro

En mitad del pasillo este, hay una gran puerta caoba, Al abrirla, se ve un estrecho pasillo con dos puertas a cada lado del mismo tono, esta vez más pequeñas. Eran pequeños quirófanos habilitados tras la guerra por falta de espacio. Ahora, se han vaciado y solo hay una mesa austera y tres sillas, los cuatro metalicos. El cuarto está bien ilúminado, como todos en esa especie de hospital y sobre la puerta, una pequeña cámara de video vigilancia, controlada en todo momento por el responsable que no perderá ni un detalle de lo que pase en esos cuatro cuartuchos. A los individuos a interrogar se les ha requisado las Zampakutous.


SALA 3 - Hiro
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El flexo estaba apagado sobre la mesa, envuelto en la claridad del habitáculo. Se notaba, quizás por primera vez en lo que iba de día, que el cuarto escuadrón se estaba tomando el asunto MUY en serio y parecía un poco más organizado, que falta le hacía.

Hiro estaba sentado en una silla, de frente a la puerta con la mirada perdida. Sus brazos sobre la mesa con los puños cerrados con violencia. Él no podía tener nada que ver con aquello, ¡¿estaba allí solo por haberse despertado por la noche porque un par de guardias inútiles gritaban y corrían por los pasillos?! Era un maldito sinsentido. Estaba totalmente desconcertado. Y además, ahora vendría cualquier salvaje a acribillarle a preguntas que no sabría responder y pensarían que estaba mintiendo, y le condenarían a vagar eternamente por Hueco mundo, huyendo de Hollows que tratasen de comérselo. Qué horror…

Alboroto fuera. Ya está, están decidiendo su condena sin preguntar… seguro.

- ¡¡Soy inocente!! - gritó en cuanto la puerta empezó a abrirse…

Comenzaba reinar en el cuarto un ambiente más orgnizado que momentos antes, tal vez fuera por la aparición de su capitán que los humos parecían haberse disuelto y el caos que había dominado las primeras horas y gran parte de la mañana, se iban esfumando como una boluta de humo en el aire. Y sin embargo, pese a todo, la shinigami seguía tan inquieta como cuando llegó al escuadrón esa misma mañana, mientras acortaba los pasos que la separaban de la sala donde debía continuar con la investigación. Las opciones llegaban a un punto muerto en cuanto tocaba con esa gran laguna que les había dejado durante la intervención de Mise-taicho... ¿estaba el culpable cerca con su respectiva zampakutou? Porque de ser así, había obtenido la sñel inequívoca de que el que fuera, seguía llevando a cabo su plan: la señal no mentía y eso, la inquietaba. Tenía que interrogar al mencionado Hiro pero aquello... Debía informar al menos a Kato de la señal, para que aquella pista relámago no se perdiera.

Invocó a una mariposa antes de entrar a la sala.

Mensaje para Shihoin Kato:

Mensaje para Shihoin Kato, Capitán del 5º Escuadrón.

El aparato ha reaccionado cerca de las salas de interrogatorio mostrando una señal; ha sido muy breve y se ha, literalmente, desvanecido del lugar; no creo que se trate de un shunpo. No puedo seguir el rastro debido al interrogatorio con Hiro. Si está cerca no deberíamos perderlo ni dejar que se mueva o salga del escuadrón.

Att. Otsuka Isono.

Dejó a la mariposa irse no sin mirar un par de veces el aparato que aún sostenía en la mano. Miró en derredor, al pasillo silencioso. Agaaró el pomo de la puerta y con un gesto seco abrió de par en par. El grito tras dar su primer paso hacia la estancia, hizo que se parase en seco bajo el marco de la puerta esbozando una expresión a medio camino del enfado y la incredulidad. Cerró tras de sí sin dirigirse al shinigami que esperaba sentado junto a la mesa.

-Me llamo Otsuka Isono, participo en la investigación relacionada con el fallecimiento del teniente Katsu del 7º Escuadrón -se presentó tomando asiento frente al shinigami-. Y tú, eres Hiro... ¿Qué tal, como te encuentras?

El muchacho parecía nervioso e irritado, por lo que mostrarse exigente podría no darle demasiados frutos al interrogatorio. Así pues, un poco de mano izquierda relajase la tensión del ambiente y terciase que el muchacho quisiera hablar con más calma. Isono se recogió un mechón de pelo tras la oreja, en un gesto informal mientras relajaba la expresión de su rostro, como si quisiera darle a entender que creía en su inocencia pese a no haber empezado la conversación. Apoyó las manos sobre la mesa, mostrándose dispuesta a hablar.

En un principio, aquella extraña mirada que le dedicó su subalterna le pareció extraña y fuera de contexto. Quizá fuese la ira que, aunque en descenso, aún seguía en su mente, pero no encontró relación entre ella y sus preguntas en un primer instante. No tardó en atar cabos cuando tanto ella como la chica que la había acompañado casi toda la jornada se dedicaron a enfatizar que ni sabían donde se encontraba Sakurai ni creían que fuera un tema importante a tratar ahora, con un crimen por resolver y un asesino por atrapar.

"Asuntos de nobles", pensó el peliblanco. Aún así no podía quitarse de la cabeza el aluvión de preguntas que le venían encima cada vez que visualizaba al grandullón enfrentándose al Kuchiki. Preguntas que quería hacerle a él, en persona, cuanto antes. Y encarecidamente antes de que el Segundo lo encontrase.

Ahora suponía que aquella mirada vino a significar "no preguntes por Sakurai aquí, memo, sino en privado". Como si la estuviera oyendo, vaya. En privado, eso pensaba hacer.

Para entonces Aoki ya había diversificado las tareas y asignado a cada uno o dos shinigamis un testigo al que interrogar. Isono había marchado a hacia su respectivo, así como Hayato. El resto aún permanecían en la sala que había quedado sin puertas recientemente. Incluida la shinigami de tez pálida y cabellos no más oscuros, que parecía no querer abandonar la sala sin resolver alguna que otra cuestión más. Kato pensó que debía aprovechar la coyuntura.

— Aoki, es obvio que me quieres aquí, pero ya no aguanto más. — confesó, aunque no era del todo sincero. — Tío, necesito romper algo para liberar tensiones, y tu Escuadrón ya tiene demasiados agujeros. — volvió a mentir, aunque nadie lo había podido adivinar. Demasiada práctica en las artes del engaño en tantas y tantas monótonas reuniones nobles que no interesaban lo más mínimo al Shihoin, pero donde debía mantener la sonrisa y compostura. Había colocado su mano, de nuevo, en el hombro sano de la mole de músculos que capitaneaba aquella División y ahora se la llevó a la frente, con sólo dos dedos extendidos. — No tardo nada, lo prometo.

Y desapareció en un shunpo, como si nada.



A la espalda de la pelirroja, el haori blanco desmangado apareció, justo al mismo instante que la Mariposa Infernal que llevaba su nombre había dejado la estancia, en su búsqueda. Ironías de la tecnología de comunicación shinigami.

Kato obvió al personaje de cabellos purpúreas que gritaba su inocencia y se centró en Isono. La asió del brazo, con suavidad, tan sólo para asegurarse de que localizaba en él toda su atención.

— Algo me dice que alguna noticia tienes sobre Sakurai. — dijo en tono burlón, evadiéndose de la tensión del momento y, ya de paso, de su propio enfado. Sin embargo, su semblante se tornó serio al instante. — Dime donde está, por favor. Es un gran amigo y quiero hablar con él, aclarar todo esto, antes de que el Segundo dé con sus huesos. — confesó. Su voz ahora denotaba ruego.

Necesitaba hablar con él, y lo necesitaba ahora, por lo que no se iría sin más información que con la que vino, al menos. Una vez Isono hubiera hablado, Kato volvería a sonreír y el buen humor brillaría de nuevo en sus ojos.

— Gracias, te debo una. — le dijo, guiñándole un ojo. — Y ahora me voy, que se supone que tendría que estar destrozando algo.

Y volvió a desaparecer, con la misma brevedad con la que había aparecido.

La persona que entró y se tragó el grito de Hiro no era otra que Isono. Hiro contempló con mirada casi aterrada a aquella mujer pelirroja acercarse hacia él. Tenía miedo y se moría de ganas por largarse de allí.

En cuanto cruzó el umbral de la puerta, Hiro se pegó al respaldo de la silla y agachó la cabeza, preparado para el capón, pero nuevos pasos se oyeron fuera hasta que a toda velocidad un capitán se detuvo bajo el marco de la puerta. ¿Un capitán? ¿Ya se había decidido su sentencia? Al menos era un capitán el que daría la orden de ejecutarle. ”Qué honor” pensó irnónicamente y temblando por dentro. Además, se sentía desprotegido sin su zampakutou, arma y amiga.

El capitán se esfumó tras intercambiar solo unas pocas palabras con la pelirroja… la pelirroja… le sonaba la cara. ¡Claro! Era la mujer que se encontraron esa misma mañana. Por suerte para él, no era la otra del pelo blanco. No conocía su nombre hasta que en ese momento salió de su propia boca.

No le tranquilizaba la intensa mirada granate de la mujer, y se mostraba terriblemente desconfiado. - Bien… aunque tengo un poco de miedo… ¿Voy a ser ajusticiado? ¿Qué tal se está en la torre blanca? ¿Estarán los capitanes presentes cuando se me ejecute? -, preguntó casi llorando, acompañado de un montón de preguntas similares, hasta que le parase los pies o no se le ocurriesen más…

Isono no hubiera espera que Kato apareciese justo cuando iba a empezar con las preguntas; había supuesto que aguardaría un momento menos... oportuno, pero si algo destacaba al capitán del quinto escuadrón era esa impulsividad casi irritante. La shinigami ladeó un poco la cabeza al verlo aparecer, excusándose ante Hiro por la interrupción.

-Disculpame un momento... -dijo sacando a Kato de la habitación; desconfiaba de las cámaras-. No tardo...

Cerró la puerta tras de sí cuando estuvo en el pasillo.

-No me esperaba que apreciera justo ahora, capitán... -masculló Isono sujetando el pomo con la mano-. Seré breve. Cuando salimos del cuarto no sabíamos por donde coger la investigación, ni teníamos información ni parecían muy dispuestos a darla así que pensamos que dar con Suzuhara era la forma de esclarecer u orientarnos un poco... Él debió pensar lo mismo porque no fue excesivamente complicado dar con él. Suzuhara nos sugirió que pidiéramos ayudar a Mise-taicho para dar con la zampa que pudo estar en el embrollo... Luego se marchó, dijo que estaría en el hogar de los Suzuhara... -explicó Isono de forma apresurada-. Él podrá contarte el resto... Tengo que regresar dentro, no quiero que se ponga aún más histérico.

Con un leve gesto de cabeza la hisnigami regresó al interior de la habitación mientras el capitán se esfumaba. Sonrió al entrar de nuevo, en parte excusándose por la interrupción y para evitar aún más nervios. Hiro ya precía un poco fuera de sí.

-Deberías refrenarte un poco con esas afirmaciones, todavía no hemos hablado lo suficiente como para porder afirmar algo así. Además, ¿si eres inocente... por qué habría que ajusticiarte? -inquirió retóricamente la shinigami sentándose de nuevo frente al shinigami-. Iremos por partes, ¿de acuerdo, Hiro? Primero, vas a tranquilizarte un poco; estoy aquí para averiguar que le sucedió al teniente Katsu, no para señalar a nadie con el dedo. Puedes confiar en la objetividad con la que te trato... Y segundo, vamos a empezar por todo lo que viste esa noche... Todo, Hiro...

Isono apoyó la espalda contra la silla; estaba tranquila. No confíaba de por sí solo en la gente, por una vez, estaba dispuesta a confiar en la palabra de aqul esmirriado shinigami.

Hiro se revolvió en su asiento. Su mirada continuaba siendo una mezcla entre confusa, desconfinza y odio. Se le mezclaban cientos de sentimientos en su cabeza y no paraba de repetir en su mente que él era inocente. Trató de calmarse, dejó de hablar a lo loco y la única muestra que dejaba ver era el incesante golpeteo de su pie en el suelo, típico signo de nerviosismo. Estaba controlando sus impulsos, pero seguramente, una sola palabra que no le gustase, y estallaría.

Comenzó su explicación, no habiendo escuchado esa especie de acusación vestida de sarcasmo. Tartamudeaba hasta el punto de ser difícil de entender.

- Des… después de… de la cena… me, me, me fui a dorm-mir. To-Todavía ssssería hora de, de la g-guardia aaaanterior… A… a media noche… escuché carreras en… el pasillo. Y me asomé… a ver qué pasaba… Miki Suzuhara e Inuzuki Rem estaban allí… Dijeron que entró alguien… Que ya avisarían esta mañana. No sé qué pinto yo aquí. Alguien debe haberme delatado. ¡Alguien debe haberme apuntado con el dedo! ¡Seguro que ese bastardo de Rem! O el inútil del Suzuhara. ¡Solo ellos sabían que yo estuve allí! ¡¿QUIÉN HA SIDO?!- . Conforme la conversación avanzaba, tartamudeaba menos, y se enfadaba más. Por un momento se podría atisbar un brillo de locura en sus ojos.

La primera declaración no parecía constar de nada incriminatorio; para ahondar algo más en el asunto, debía arriesgarse a preguntar algo más. La reacción de Hiro distaba mucho de ser del gusto de Isono. Los nervios y esa casi obsesión por sentirse vendido por sus compañeros podía denotar cierta rivalidad o desagrado hacia el pequeño de los Suzuhara y el tal Inuzuki; tal vez Hiro no se llevase bien con ellos o hubieran tenido algún tipo de roce en el pasado.

No quería romper la vía diplomática; aunque el cansacio y la frustración bien podía estropear todo aquel esfuerzo. Hiro comenzaba demostrar que no iba a ser fácil tratar con él en semejante estado de nerviosismo.

-Ninguno te ha señalado, Hiro. El hecho de que estés aquí es porque eres de las pocas personas que vió lo sucedido la noche en que pasó todo. Nadie se está librando de los interrogatorios -añadió Isono apoyando los codos sobre la mesa-. ¿Crees que alguno de tus compañeros querría perjudicarte con todo este asunto? ¿Alguno tenía algo en contra tuya? ¿Inuzuki, tal vez? ¿O Suzuhara?

Isono dejó las preguntas en el aire.

Si empiezas a tirar de la cuerda, prepárate para cualquier cosa, Isono. Está enfadado y si le provocas puede que no diga nada útil... murmuró Sangeki.

O puede que lo suelte todo pensó Isono.

Lo cierto es que Hiro no parecía poder controlar demasiado su enfado; provocarle era una opción para que terminase de perder los estribos y terminase soltando cuanto tenía en la cabeza. Quería ver si por la vía tranquila era posible obtener algo; mediar en lugar de presionarlo e incluso, llegar a hacer que el muchacho hablase abiertamente de lo que pensaba del escuadrón y de sus compañeros. Desde luego por su reacción, estaba segura de que tendría muchas cosas que decir sobre el cuarto.

Hiro bufó y miró hacia un rincón indignado. - Más le vale al taichou novato que ninguno de esos dos se libre de interrogatorio. - soltó con la boca pequeña.

Luego retomó su mirada desconfiada. - Mis habilidades curativas no son las mejores, y mi zampakutou aún no ha despertado. Esos dos se creen mejor que yo, y para colmo el pequeño Suzuhara es hermano del que iba a ser teniente. Esa maldita familia noble de clase media... - Se notaba en sus palabras que no era cuestión de odiar a ellos dos, sino algo más general, quizá a la cuarta división, quizá a todo el seireitei. - Y ese Inuzuki Rem. Desde la academia, desde siempre se le han dado bien las artes curativas, y se lo tiene bastante creido... - y cuando terminó el miedo volvió a inundar sus ojos hasta escapar en forma de llantina descontrolada.

- Pero eso no significa que yo pudiera o quisiera matarles... sniff... yo soy inocente... -

No era buena idea seguir preguntándole por los otros dos sospechosos, aunque tampoco iba a olvidar ese hilo. No creía que el pequeño shinigami pudiera o hubiera intentado siquiera matar a nadie; aunque derrochase genio y algo de mal humor, no tenía nada salvo grandes dosis de desconfianza. De todas formas debía haber algo más. La zampakutou de Hiro no había despertado, si era cierto, él no podía haber hecho nada contra Katsu.

A menos que esté encubriendo a alguien; eso no quita que no esté implicado, murmuró de nuevo Sangeki.

Pareces muy interesado en esto. ¿Serías tan amable de dejarme pensar? Si me dejas esas suposiciones sueltas, siempre tendré preguntas qué hacer y habrá manera de que consiga enfocar esto..., protestó Isono acariciándose con un dedo la línea de la mandíbula.

Preguntando se obtienen respuestas, niña...

Las cejas de la shinigami se fruncieron un instante, frustrada por el espíritu de su zampakutou. Sangeki pocas veces se equivocaba de la misma forma que pocas veces dejaba nada claro.

-Tranquilo Hiro... No llores... Dime ¿cómo funciona el escuadrón desde que Murakami es capitán? ¿Lo han acogido bien? ¿Hay alguien que no esté conforme con su nombramiento como capitán? ¿Crees que alguien querría perjudicarle? -inquirió girando el tema de la conversación-.

Intentaba hacerse una idea más precisa de cómo funcionaba el escuadrón desde que tenía nuevo capitán. Aunque le parecía rizar el rizo, la muerte del teniente había sido poco después de que hubieran nuevas asignaciones en determinados escuadrones. Quizás había alguien no demasiado contento con esas nuevas caras y había pensado que la mejor forma de desacreditar su posición era perjudicar al propio escuadrón. Tal vez Katsu había sido una víctima casi aleatoria; una forma aún más grave de acusar al escuadrón enfrentándolo a otro.

Piensa mal y acertarás...

Fuera lo que fuera, intentaría seguir por ahí, a ver qué sucedía.

Hiro secó sus lágrimas con las mangas del keikogi, y esnifó un par de veces para que el agüilla no saliera de su nariz. Trató de recomponerse en su asiento, y aún haciendo pucheros, se dispuso a responder...

- Aoki no es mal capitán. La adaptación ha sido difícil, ya que venía de otro escuadrón, y no precisamente acoplado a las labores de este. Pero no lo ha hecho mal. Al parecer, en su antiguo escuadrón, el segundo, se dedicaba a la parte curativa del mismo, evitando así que ciertos secretos salieran de la división. La única que quizá esté abiertamente en contra de Aoki es la señorita Komori... - y dejó la respuesta en el aire...

El ceño de Isono se crispó durante un segundo. La insinuación de Hiro no era lo que hubiera esperado. Observó con aquellos ojos felinos suyos los ademanes y gestos del muchacho, sopesando la respuesta que había dejado flotando en el aire. Komori Sharessu había estado participando en la investigación desde el punto de partida; su actuación e intervención la implicaban en el otro bando y sin embargo, Hiro la estaba señalando como la única descontenta con el capitán. Podría tratarse de simple disidencia u opiniones distintas que la hicieran tener una opinión contraria a Murakami. Además, cuando Mise la vió no dijo nada ni demostró ninguna señal... si es que en algún momento su participación se pudo considerar útil.

-Komori Sharessu está participando en la investigación Hiro, por su intervención no apostaría a que estuviera muy en contra de las órdenes de Maurakami-taicho-dijo Isono recostando la espalda sobre la silla-. ¿Qué clase de encuentros han provocado discusiones entre Komori y tu capitán? ¿Crees que alguno pudo agravarse y provocar alguna disicencia grave?

¿Cómo podían enredarse tanto las cosas en un escuadrón? ¿Cómo alguien podía colarse, desaparecer y dejar el escuadrón tan confuso que todos comenzaban a señalarse con el dedo? Podría haber un sinfín de razones por las que un subordinado se manifestase en contra de las directrices de un superior, pero había un aslto desproporcionado entre estar disconforme y llegar a un punto como aquel. El escuadrón estaba en un punto de tensión. No creía que Komori estuviera implicada de esa forma en la muerte del teniente.

Algo se le escapaba.

- Bueno... La familia Komori es de la media nobleza. Lleva muchos años enviando al escuadrón a sus hijos o hijas y siempre han servido con lealtad. Además tienen ese lema, casi estúpido a mi modo de verlo, pero que tengo que respetar, que consiste en curar a todos en el campo de batalla, tanto aliados como enemigos. Por esta razón, varios Komori murieron en la guerra... La señorita Sharssu lleva alrededor de cien años aquí, según parece, y no está del todo de acuerdo, con que un shinigami del segundo escuadrón, llevando escasas dos semanas en el mismo, se haga con el mando... O al menos eso se rumorea en el escuadrón. No he hablado personalmente con ella... tiene un carácter fuerte y a veces da miedo... Y dicen que algunas de las plantas que cultiva en el invernadero podrían incluso ser mortales... -

Conforme hablaba, es como si se fuese concentrando en recordar cosas de Sha, y se le fuese olvidando ese miedo atroz a su ejecucicón... empezaba a no sentirse tan incómodo en aquel cuartucho destartalado, lo que no quiere decir que bajase la guardia en ningún momento. Antes arremetió contra Inuzuki y Miki, y ahora, carga contra Sha. Él no parece tener problemas con el capitan, pero no parece contento con el escuadrón...

Antes de dejarle el turno de nuevo a la shinigami pelirroja, quiso hacer una última aportación. - Además de esa obsesión del capitán por la mujeres, que parece que a Sharessu-sama le crispa los nervios. Pero sus enfrentamientos no han pasado, que se sepa, de la pura ironía... - y una vez más, da la sensación de que, aunque cuenta mucho sobre Sha, se nota que no llega a tener confianza con ella. Todo lo que sabe es lo que se rumorea en el escuadrón.

Isono se llevó una mano al entrecejo en un ademán reflexivo. Cada pregunta le llevaba a un camino diferente, una nueva vía que carecía por completo de alguna conexión fiable con el caso; siempre había alguna nueva anotación, algo inesperado que torcía toda la información y la hacía más confusa. Primero la irritada reacción antes los dos chicos de la guardia, luego la familia de Komori... ¿Qué iba a ser lo siguiente? Se acarició en un gesto involuntario la ceja, esforzándose por no perder los nervios. Se mordisqueó el labio inferior un par de segundos, mostrándose tranquila. Dificil tarea dada la información que tenía.

Tenía que descartar la vía de los Komori.

-¿Cuántos Komori cayeron en la guerra, Hiro? -preguntó inclinándose sobre sus codos en la mesa-. ¿Qué rangos y qué papeles efectuaban en el escuadrón? Puede parecer una pregunta truculenta pero, ¿sus cuerpos tocaron la sala forense?

Esto es cada vez más absurdo... ¿Cuántos nobles dirigen el maldito Gotei? Así van las cosas, mucho peor cuando tienes la estúpida idea de que has de sanar a todos, aliados o no... Es la ideología más ridícula jamás puesta de manifiesto, pensó Isono. La mera idea de curar a un arrancar se le antojoba absurda y contraproducente; ellos no iban a mostrar la misma sensibilidad con un shinigami herido.

Sea buena o mala fama, a la nobleza les importa lo que se digan de ellos. Comparto tu opinión de que es totalmente innecesaria esa forma de ver la guerra, pero cuando eres una sombra bajo otras casas cualquier cosa es buena para que los rumores vuelen y se llame la atención. No debería sorprenderte esa clase de conductas... Ya sabes lo que hizo tu familia por conservar su precaria diginidad, susurró Sangeki.

No es necesario que me lo recuerdes; sabes que los cuestionó tanto como lo haría con cualquiera, noble o no. A veces la nobleza no es un valor añadido a las personas; ser de tal o cual familia, no nos convierte en mejores personas.

Es una verdad dolorosa que harías bien en no olvidar.

Estaba cansada y perdida. A cada segundo detestaba más aquella labor. Quien fuera que hubiera matado al teniente Katsu, había conseguido que todo el escuadrón se cerrase en banda.

- ¿Cuantos Komori? Pues... no se, seis o siete supongo... algunos ni siquiera volvieron a la sociedad de almas como tantos cuerpos que se perdieron, pero los que llegaron, seguramente, pasaron por manos de Chido nuestro forense. - la pregunta le cogió desprevenido. Hiro no tenía ni la más remota idea del porqué de aquella pregunta ¿Le incriminaría a él?.

Comenzó a sudar por las manos y su frente, y el pelo se le pegó a la piel. Estaba retomando la actitud defensiva del principio, y eso no ayudaba...