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En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
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Chris Renoir
Daaku Enjeru
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En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
En el mundo humano
El reiatsu de Enjeru iba extendiendose por cielo, tierra y más allá, en busca del más ligero rastro, del aroma, de una pista que la guiara hacia la mente demencial del Espada. Su mente se expandia de la misma manera que su reiatsu mientras sentia como vidas se apagaban por la presión que su fuerza espiritual suponia. Al sentir aquellas debiles almas, la sed interior comenzó a aumentar, a gritos le pedia devorarles, pero se mantuvo en su estado pasivo mientras sus sentidos exteriores sentian y escuchaban a las fracciones.
Al fin...
Abrió los ojos y observó a la fracción de la 6ta Espada dirijirse a ella de una manera respetuosa, para complementar todo aquello con un cumplido. Enjeru sonrió dulcemente y estiró su mano de largos dedos hacia los cabellos del arrancar y acariciarlos desordenandolos - Regresamos - dijo como toda respuesta haciendo una señal a Aerea quien agachó la cabeza asintiendo, comprendiendo lo que posiblemente nadie más podria entender de los gestos silenciosos de la Espada. La arrancar movió sus dos brazos trazando lineas en el vacio y el cielo comenzó a agrietarse para dar paso a una amplia garganta.
- Hyuuu!! por qué regresamos Enjeru-Sama? -
- El rastro de Aleación tal como Enjeru lo habia previsto, se encuentra en el Hueco Mundo... no es obvio? -
- Pues no ¬¬! -
Aerea agarró a Etter del cuello de su blanco uniforme y comenzó a arrastrarla literalmente detrás de la silenciosa Espada que solo habia lanzado una mirada sin mayores significados y se habia dirigido hacia la garganta. Quizá trabajar con ella aún no mostraba nada de lo divertido que podia ser, o de lo que las fracciones esperaban.
-----------------------------------------
Hueco Mundo
- Ya sueltame! - la voz chillona de Etter hizo eco cuando salieron de la garganta, el aire frio lo envolvia todo y era casi imposible ver con la cantidad de arena que se arremolinaba en el terreno. Los pies de los arrancar se hundian en las suaves arenas y la misma se metia en cada rincón de las ropas. La bella Espada cubrió parte de su rostro con la amplia manga de su kimono y entrecerró sus ojos profundos, ampliando de nuevo sus sentidos. El rastro tenue de Aleación se hacia ligeramente más fuerte pero seguia siendo debil, como si hubiese estado allí hacia demasiado tiempo, como si estuvieran aun a miles de millas de distancia o como si simplemente ya no hubiese más rastro del Espada que alimentara aquel camino.
Aerea avanzó en primera fila esta vez y con movimientos de sus manos rompia la inclemente presencia del viento creando un camino limpio por el cual pudieran andar. Aun tenian que llegar más allá. El Amanecer no podia siquiera ser observado desde donde se encontraban, las presencias de otros Arrancar estaban bastante lejos, aquel sitio era un lugar lejano, un cementerio de antiguos hollows. Qué habia ido a hacer por allí Aleación?.
. Hyuuu!! que lentos son.. caminenle, caminenle!! - apuraba Etter a los tres varones de la comitiva - Hyuuu!!! mira, miraa... Aerea... somos tres chicas y tres chicos... uno para cada una... Tu te puedes quedar con el seriesote de Chris, yo me elijo al divino de Alex, y Enjeru pues se puede quedar a Kyosuke.. eh?... yo he notado como él la mira - todo aquello lo habia dicho en un tono de voz que podia ser escuchado sin problema por el desierto entero. La Espada avanzó dos pasos largos y agarrandola de los rosados cabellos le clavó la cara en las arenas haciendola literalmente comer de la misma y luego solo continuó su camino dejandola allí; con su elegante altivez, sin haber alterado ni por un segundo su deliciosa sonrisa.
La pequeña fracción soltó un par de lágrimitas de disgusto pero rápidamente alcanzó de nuevo a la comitiva y se quedó atrasito observando apenas por entre las piernas de los arrancar. Tuvieron que haber caminado con dificultad entre las arenas por largos minutos hasta que por fin el ciclón de arena, la muralla que protegia a aquel lugar, quedó tras ellos y a su vista se elevó la boca de un valle, la oscuridad de Hueco Mundo aún prevaleciendo pero habia una tenua iluminación, porveniente de ningún punto en particular que parecia llenarlo todo. Frente a ellos se elevaban rocas y montañas, y se alcanzaba a oir el susurro de un rio. Las memorias de la Espada se agolpaban, estaba segura de haber estado allí antes pero no lograba arreglarlas de tal forma que pudiera recordar cuando, cómo, con quien o por lo menos el nombre de aquel recondito lugar.
- Enjeru-Sama, es este el lugar? -
- Si, asi es -
- Cuales son sus ordenes? -
- Busquen -
- Entendido - la arrancar de cabellos negros se giró y observó a los demás - Ya la oyeron, dispercense y busquen todo posible rastro, no se alejen demasiado de un radio, si no encuentran nada regresen a este punto de reunión, si encuentran algo eleven su reiatsu, entendido? - Sin más realizó y Sonido atrapando a su hermana y despareció dando un salto sobre la roca que estaba frente a ellos cubriendoles el real panorama. La Espada sonrió, si Aerea le faltaba un día, quien interpretaria sus simples palabras?.
Off: Bueno, no conozco la descripción del lugar, por eso he puesto que al entrar al mismo la vista general nos la cubre una enorme roca que puede ser superada con un Sonido hacia arriba o rodeada por ambos lados. Ya conocen las indicaciones. Suerte en sus pesquisas.
El reiatsu de Enjeru iba extendiendose por cielo, tierra y más allá, en busca del más ligero rastro, del aroma, de una pista que la guiara hacia la mente demencial del Espada. Su mente se expandia de la misma manera que su reiatsu mientras sentia como vidas se apagaban por la presión que su fuerza espiritual suponia. Al sentir aquellas debiles almas, la sed interior comenzó a aumentar, a gritos le pedia devorarles, pero se mantuvo en su estado pasivo mientras sus sentidos exteriores sentian y escuchaban a las fracciones.
Al fin...
Abrió los ojos y observó a la fracción de la 6ta Espada dirijirse a ella de una manera respetuosa, para complementar todo aquello con un cumplido. Enjeru sonrió dulcemente y estiró su mano de largos dedos hacia los cabellos del arrancar y acariciarlos desordenandolos - Regresamos - dijo como toda respuesta haciendo una señal a Aerea quien agachó la cabeza asintiendo, comprendiendo lo que posiblemente nadie más podria entender de los gestos silenciosos de la Espada. La arrancar movió sus dos brazos trazando lineas en el vacio y el cielo comenzó a agrietarse para dar paso a una amplia garganta.
- Hyuuu!! por qué regresamos Enjeru-Sama? -
- El rastro de Aleación tal como Enjeru lo habia previsto, se encuentra en el Hueco Mundo... no es obvio? -
- Pues no ¬¬! -
Aerea agarró a Etter del cuello de su blanco uniforme y comenzó a arrastrarla literalmente detrás de la silenciosa Espada que solo habia lanzado una mirada sin mayores significados y se habia dirigido hacia la garganta. Quizá trabajar con ella aún no mostraba nada de lo divertido que podia ser, o de lo que las fracciones esperaban.
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Hueco Mundo
- Ya sueltame! - la voz chillona de Etter hizo eco cuando salieron de la garganta, el aire frio lo envolvia todo y era casi imposible ver con la cantidad de arena que se arremolinaba en el terreno. Los pies de los arrancar se hundian en las suaves arenas y la misma se metia en cada rincón de las ropas. La bella Espada cubrió parte de su rostro con la amplia manga de su kimono y entrecerró sus ojos profundos, ampliando de nuevo sus sentidos. El rastro tenue de Aleación se hacia ligeramente más fuerte pero seguia siendo debil, como si hubiese estado allí hacia demasiado tiempo, como si estuvieran aun a miles de millas de distancia o como si simplemente ya no hubiese más rastro del Espada que alimentara aquel camino.
Aerea avanzó en primera fila esta vez y con movimientos de sus manos rompia la inclemente presencia del viento creando un camino limpio por el cual pudieran andar. Aun tenian que llegar más allá. El Amanecer no podia siquiera ser observado desde donde se encontraban, las presencias de otros Arrancar estaban bastante lejos, aquel sitio era un lugar lejano, un cementerio de antiguos hollows. Qué habia ido a hacer por allí Aleación?.
. Hyuuu!! que lentos son.. caminenle, caminenle!! - apuraba Etter a los tres varones de la comitiva - Hyuuu!!! mira, miraa... Aerea... somos tres chicas y tres chicos... uno para cada una... Tu te puedes quedar con el seriesote de Chris, yo me elijo al divino de Alex, y Enjeru pues se puede quedar a Kyosuke.. eh?... yo he notado como él la mira - todo aquello lo habia dicho en un tono de voz que podia ser escuchado sin problema por el desierto entero. La Espada avanzó dos pasos largos y agarrandola de los rosados cabellos le clavó la cara en las arenas haciendola literalmente comer de la misma y luego solo continuó su camino dejandola allí; con su elegante altivez, sin haber alterado ni por un segundo su deliciosa sonrisa.
La pequeña fracción soltó un par de lágrimitas de disgusto pero rápidamente alcanzó de nuevo a la comitiva y se quedó atrasito observando apenas por entre las piernas de los arrancar. Tuvieron que haber caminado con dificultad entre las arenas por largos minutos hasta que por fin el ciclón de arena, la muralla que protegia a aquel lugar, quedó tras ellos y a su vista se elevó la boca de un valle, la oscuridad de Hueco Mundo aún prevaleciendo pero habia una tenua iluminación, porveniente de ningún punto en particular que parecia llenarlo todo. Frente a ellos se elevaban rocas y montañas, y se alcanzaba a oir el susurro de un rio. Las memorias de la Espada se agolpaban, estaba segura de haber estado allí antes pero no lograba arreglarlas de tal forma que pudiera recordar cuando, cómo, con quien o por lo menos el nombre de aquel recondito lugar.
- Enjeru-Sama, es este el lugar? -
- Si, asi es -
- Cuales son sus ordenes? -
- Busquen -
- Entendido - la arrancar de cabellos negros se giró y observó a los demás - Ya la oyeron, dispercense y busquen todo posible rastro, no se alejen demasiado de un radio, si no encuentran nada regresen a este punto de reunión, si encuentran algo eleven su reiatsu, entendido? - Sin más realizó y Sonido atrapando a su hermana y despareció dando un salto sobre la roca que estaba frente a ellos cubriendoles el real panorama. La Espada sonrió, si Aerea le faltaba un día, quien interpretaria sus simples palabras?.
Off: Bueno, no conozco la descripción del lugar, por eso he puesto que al entrar al mismo la vista general nos la cubre una enorme roca que puede ser superada con un Sonido hacia arriba o rodeada por ambos lados. Ya conocen las indicaciones. Suerte en sus pesquisas.
Daaku Enjeru- Post : 90
Edad : 41
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
[FDI: We need al narrador xD
Estoy un poco desubicada, si me he perdido algo, por favor, decídmelo.]
Las circunstancias a su alrededor solían carecer de orden o de concierto, era algo de lo que venía dándose cuenta desde hacía algún tiempo ya. Sin embargo Chris ya estaba acostumbrado a ello, sabía lo poco eficaz que era el destino y cuantos caprichos podía llegar a tener. No dijo nada. No tenía porque hacerlo, sobre todo porque era la Espada quien llevaba las riendas y tampoco parecía demasiado habladora. La dejó hacer. Él solo era una fracción, aunque daba por sentado que acabaría ascendiendo en la jerarquía de Hueco Mundo, no por el hecho de estar en un escalón más en el escalafón arrancar, sino por la necesidad, casi obsesión de obtener más y más poder. Si se quedaba donde estaba no obtendría más de aquel preciado manjar y era realmente suculento para dejarlo escapar. Tal fue la potencia de aquel pensamiento que se relamió (como el tigre que en el fondo era) solo de pensarlo. Aunque fue un gesto leve, apenas un amago, su lengua pasando lenta y fugazmente por sus labios entreabiertos. Por eso pudo ver por el rabillo del ojo como la señora Enjeru acariciaba el cabello de Alexander, aunque no dijo nada al respecto. Hacía relativamente poco tiempo que había llegado a la sociedad del Amanecer y no estaba seguro de cuales eran las costumbres. Se encogió de hombros (algo que era tan de él como tocar su espada) y prefirió centrarse en las palabras más que en las acciones, acciones que no entendía y que no iba a tomarse la molestia de entender. Asintió con una cabezada y siguió el camino marcado, que conducía a una garganta creada por la superior. Lanzó una nueva mirada a su compañero Alexander y se coló por el hueco, haría lo que le mandase la Espada. Chris Renoir siempre sería un soldado. Al menos de cara a la galería.
Tras el característico y casi inexplicable viaje a través de la garganta llegaron a un lugar de sobras conocido para una de las fracciones de Okami sama: el Desierto. Pese a la “nostalgia” (por darle algún calificativo a la especie de sentimiento que albergaba el joven Arancar en el pecho) los ojos verdes del muchacho no demostraron ningún tipo de emoción. Simplemente se cuadró frente a la Espada y esperó órdenes. Como si de una estatua de sal se tratase, Chris no se movió un ápice, únicamente sus ojos hicieron algún gesto para observar lo que ocurría, y bien que lo observó y oyó todo. Finalmente avanzaron y cuando volvieron a hacer un alto en el camino fueron los de Enjeru los que cuchichearon entre sí y luego se comunicaron con ellos. A Chris no le importaba demasiado quien diera las órdenes, le daba más bien igual, nunca le había importado demasiado vender su espada, pero no estaba seguro de que podría opinar su compañero, Folk Era bastante más estirado, tradicional y refinado y no estaba seguro de cómo podría sentarle que una persona que era igual a ellos en rango les hablara de ese modo tan poco apropiado. Él no contestó de inmediato, ¿contestar? No, no lo hizo. De hecho no tuvo ni una de sus espartanas respuestas. En ocasiones quien calla otorga y eso era lo que él estaba haciendo. No es que fuera un hacha detectando energías, lo suyo era el rastreo animal, por llamarlo de algún modo, pero si era la labor a realizar, la llevaría a cabo eficientemente. Suspiró inaudiblemente y acarició la empuñadura de su querida espada, como si de una amante se tratase. Una amante… no sabía el tiempo que hacía desde que yació por última vez con una mujer.
Las gemelas acababan de marcharse (dos chicas bastante diferentes) y Enjuru, Kyosuke, Folk y el propio Renoir se quedaron allí. Tal vez a la espera de nuevas noticias, quizás porque algo estaba a punto de ocurrir o porque la Espada tenía pensada otra actuación. La observó de reojo, a la espera de las novedades, que su instinto le decía que estaban allí. Estaba deseando que aparecieran, necesitaba acción desesperadamente.
Estoy un poco desubicada, si me he perdido algo, por favor, decídmelo.]
Las circunstancias a su alrededor solían carecer de orden o de concierto, era algo de lo que venía dándose cuenta desde hacía algún tiempo ya. Sin embargo Chris ya estaba acostumbrado a ello, sabía lo poco eficaz que era el destino y cuantos caprichos podía llegar a tener. No dijo nada. No tenía porque hacerlo, sobre todo porque era la Espada quien llevaba las riendas y tampoco parecía demasiado habladora. La dejó hacer. Él solo era una fracción, aunque daba por sentado que acabaría ascendiendo en la jerarquía de Hueco Mundo, no por el hecho de estar en un escalón más en el escalafón arrancar, sino por la necesidad, casi obsesión de obtener más y más poder. Si se quedaba donde estaba no obtendría más de aquel preciado manjar y era realmente suculento para dejarlo escapar. Tal fue la potencia de aquel pensamiento que se relamió (como el tigre que en el fondo era) solo de pensarlo. Aunque fue un gesto leve, apenas un amago, su lengua pasando lenta y fugazmente por sus labios entreabiertos. Por eso pudo ver por el rabillo del ojo como la señora Enjeru acariciaba el cabello de Alexander, aunque no dijo nada al respecto. Hacía relativamente poco tiempo que había llegado a la sociedad del Amanecer y no estaba seguro de cuales eran las costumbres. Se encogió de hombros (algo que era tan de él como tocar su espada) y prefirió centrarse en las palabras más que en las acciones, acciones que no entendía y que no iba a tomarse la molestia de entender. Asintió con una cabezada y siguió el camino marcado, que conducía a una garganta creada por la superior. Lanzó una nueva mirada a su compañero Alexander y se coló por el hueco, haría lo que le mandase la Espada. Chris Renoir siempre sería un soldado. Al menos de cara a la galería.
Tras el característico y casi inexplicable viaje a través de la garganta llegaron a un lugar de sobras conocido para una de las fracciones de Okami sama: el Desierto. Pese a la “nostalgia” (por darle algún calificativo a la especie de sentimiento que albergaba el joven Arancar en el pecho) los ojos verdes del muchacho no demostraron ningún tipo de emoción. Simplemente se cuadró frente a la Espada y esperó órdenes. Como si de una estatua de sal se tratase, Chris no se movió un ápice, únicamente sus ojos hicieron algún gesto para observar lo que ocurría, y bien que lo observó y oyó todo. Finalmente avanzaron y cuando volvieron a hacer un alto en el camino fueron los de Enjeru los que cuchichearon entre sí y luego se comunicaron con ellos. A Chris no le importaba demasiado quien diera las órdenes, le daba más bien igual, nunca le había importado demasiado vender su espada, pero no estaba seguro de que podría opinar su compañero, Folk Era bastante más estirado, tradicional y refinado y no estaba seguro de cómo podría sentarle que una persona que era igual a ellos en rango les hablara de ese modo tan poco apropiado. Él no contestó de inmediato, ¿contestar? No, no lo hizo. De hecho no tuvo ni una de sus espartanas respuestas. En ocasiones quien calla otorga y eso era lo que él estaba haciendo. No es que fuera un hacha detectando energías, lo suyo era el rastreo animal, por llamarlo de algún modo, pero si era la labor a realizar, la llevaría a cabo eficientemente. Suspiró inaudiblemente y acarició la empuñadura de su querida espada, como si de una amante se tratase. Una amante… no sabía el tiempo que hacía desde que yació por última vez con una mujer.
Las gemelas acababan de marcharse (dos chicas bastante diferentes) y Enjuru, Kyosuke, Folk y el propio Renoir se quedaron allí. Tal vez a la espera de nuevas noticias, quizás porque algo estaba a punto de ocurrir o porque la Espada tenía pensada otra actuación. La observó de reojo, a la espera de las novedades, que su instinto le decía que estaban allí. Estaba deseando que aparecieran, necesitaba acción desesperadamente.
Chris Renoir- Post : 144
Edad : 40
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
En un lugar del desierto...
Los dedos de Enjeru-sama, cogieron desprevenido a Alexander. Él era un hombre tan, respetuoso, y por qué no decirlo, distante, y ese contacto era casi nuevo para él, nadie llega al contacto físico con un mayordomo, ni lo hizo Elisa, ni lo hizo Alina más que para partirle la máscara en dos. Puede que el hecho de albergar un número indefinido de arañas en su cuerpo, también podía tener algo que ver con semejante reticencia.
El caso es que parecía haberle caído en gracia a la persona de la que actualmente recibía ordenes, y eso, nunca viene mal. Además, a Folk, también le parecía Enjeru-sama, una mujer muy interesante y mas elegante aún si cabe.
Enjeru-sama pasó a su lado, y a sus espaldas abrió una garganta, hacia el lugar del que parecía haber recibido ese rastro de energía espiritual, Hueco mundo. Lo traspasó, seguida de Etter y Aerea. Acto seguido, Alexander giró la cara para intercambiar una rápida mirada con Chris-san, y éste, sin mediar palabra, se coló por la garganta junto a las tres féminas. Folk, giró completamente su cuerpo, y se encaminó hacia la garganta mirando de reojo Gyambura, y se dirigió con paso largo y firme hacia su destino, Hueco Mundo, de vuelta al desierto...
Nada que destacar de la garganta, mas que la "discusión" perpetua entre Aerea y Etter. Cuando pusieron pié en el vasto desierto, no estaban en ningún lugar en concreto, la misma imagen de siempre, la misma arena blanca de siempre y la misma oscuridad de siempre... Y la misma voz chillona de Etter desde que se reunieron. Enjeru comenzó a andar delante, seguida de cerca de sus fracciones femeninas, y a unos pasos, Chris-san, seguido de Folk. Tras el comentario jocoso de Etter, que empezaba no extrañarle, miró a Chris sonriente, pero éste permaneció impasivo, como si ya hubiese aprendido a ignorarlas.
Pararon enfrente de una enorme roca, que les separaba de un no menos enorme panorama rocoso. Folk continuó andando hasta pasar a Enjeru, y colocarse al pie de la roca. Realizando un sonido, se colocó sobre la misma, junto a Aerea, a la que le apoyó la mano sobre su hombro. - Permítame, Aerea-san - dijo inclinándose, dejando sus labios a la altura de la oreja de la arrancar. Después se estiró y, suavemente, la hizo retroceder un paso para colocarse delante de ella. Lanzó una rápida vista al lugar y, en el interior de Alexander, sonó su voz, acompañada de eco y mas oscura de lo normal: - Buscadle... -. Entonces con una convulsión que le dejó encorvado hacia atrás, con las palmas hacia el frente y la mirada perdida en el cielo, una masa negra empezó a cubrirle. Pequeñas arañas salían de cada pliegue de su ropa, de sus guantes, sus zapatos y los bajos de sus pantalones. Todas y cada una, conforme tocaban el suelo, corrían hacia una dirección distinta a la inmediatamente anterior, mas que dispuestas a expandirse por el territorio que se encontraba frente a ellos. Cuando todas hubieron salido, se incorporó quedando completamente recto, cruzado de brazos y mirando atentamente la zona de búsqueda, con un gesto completamente serio, y ignorando todo lo que sucedía a su alrededor. Ahora solo había que esperar, si Aleación estaba allí, él lo encontraría... ¿lo o la? Nunca entendió a ese ser...
[OFF: Enjeru-sama, si gusta, describa la reacción de Etter a mi acercamiento, quizá no halla sido de su agrado. Señores, disculpen la tardanza así como la calidad del post, pero me encuentro de exámenes, y no he podido dedicarle el tiempo que me gustaría y necesitaría...]
Los dedos de Enjeru-sama, cogieron desprevenido a Alexander. Él era un hombre tan, respetuoso, y por qué no decirlo, distante, y ese contacto era casi nuevo para él, nadie llega al contacto físico con un mayordomo, ni lo hizo Elisa, ni lo hizo Alina más que para partirle la máscara en dos. Puede que el hecho de albergar un número indefinido de arañas en su cuerpo, también podía tener algo que ver con semejante reticencia.
El caso es que parecía haberle caído en gracia a la persona de la que actualmente recibía ordenes, y eso, nunca viene mal. Además, a Folk, también le parecía Enjeru-sama, una mujer muy interesante y mas elegante aún si cabe.
Enjeru-sama pasó a su lado, y a sus espaldas abrió una garganta, hacia el lugar del que parecía haber recibido ese rastro de energía espiritual, Hueco mundo. Lo traspasó, seguida de Etter y Aerea. Acto seguido, Alexander giró la cara para intercambiar una rápida mirada con Chris-san, y éste, sin mediar palabra, se coló por la garganta junto a las tres féminas. Folk, giró completamente su cuerpo, y se encaminó hacia la garganta mirando de reojo Gyambura, y se dirigió con paso largo y firme hacia su destino, Hueco Mundo, de vuelta al desierto...
Nada que destacar de la garganta, mas que la "discusión" perpetua entre Aerea y Etter. Cuando pusieron pié en el vasto desierto, no estaban en ningún lugar en concreto, la misma imagen de siempre, la misma arena blanca de siempre y la misma oscuridad de siempre... Y la misma voz chillona de Etter desde que se reunieron. Enjeru comenzó a andar delante, seguida de cerca de sus fracciones femeninas, y a unos pasos, Chris-san, seguido de Folk. Tras el comentario jocoso de Etter, que empezaba no extrañarle, miró a Chris sonriente, pero éste permaneció impasivo, como si ya hubiese aprendido a ignorarlas.
Pararon enfrente de una enorme roca, que les separaba de un no menos enorme panorama rocoso. Folk continuó andando hasta pasar a Enjeru, y colocarse al pie de la roca. Realizando un sonido, se colocó sobre la misma, junto a Aerea, a la que le apoyó la mano sobre su hombro. - Permítame, Aerea-san - dijo inclinándose, dejando sus labios a la altura de la oreja de la arrancar. Después se estiró y, suavemente, la hizo retroceder un paso para colocarse delante de ella. Lanzó una rápida vista al lugar y, en el interior de Alexander, sonó su voz, acompañada de eco y mas oscura de lo normal: - Buscadle... -. Entonces con una convulsión que le dejó encorvado hacia atrás, con las palmas hacia el frente y la mirada perdida en el cielo, una masa negra empezó a cubrirle. Pequeñas arañas salían de cada pliegue de su ropa, de sus guantes, sus zapatos y los bajos de sus pantalones. Todas y cada una, conforme tocaban el suelo, corrían hacia una dirección distinta a la inmediatamente anterior, mas que dispuestas a expandirse por el territorio que se encontraba frente a ellos. Cuando todas hubieron salido, se incorporó quedando completamente recto, cruzado de brazos y mirando atentamente la zona de búsqueda, con un gesto completamente serio, y ignorando todo lo que sucedía a su alrededor. Ahora solo había que esperar, si Aleación estaba allí, él lo encontraría... ¿lo o la? Nunca entendió a ese ser...
[OFF: Enjeru-sama, si gusta, describa la reacción de Etter a mi acercamiento, quizá no halla sido de su agrado. Señores, disculpen la tardanza así como la calidad del post, pero me encuentro de exámenes, y no he podido dedicarle el tiempo que me gustaría y necesitaría...]
Alexander Folk- Desaparecido
- Post : 262
Edad : 35
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
Apenas habían estado todos reunidos en esa ciudad humana por poco tiempo cuando Enjeru dio una indicación de lo mas inesperada, la orden de regresar a Hueco Mundo de inmediato parecía ser ilógica e inexplicable, acababan de llegar y ni siquiera dieron inicio a una expedición superficial como era la costumbre de la primera Sección, ellos como expertos en exploración sabían el proceso y el supuesto protocolo en casos como ese, cuando necesitaban encontrar a un compañero. En esta ocasión las cosas se dieron de forma diferente, al fin y al cabo Enjeru tenía mucha mas experiencia en ese tipo de misiones asi que probablemente el tiempo y las circunstancias le darían la razón, si los hacía volver ella tendría sus razones, además no podía desobedecer órdenes directas. Kyosuke confiaba en Enjeru asi que la siguió de vuelta por la misma garganta donde habían llegado.
La primera en salir fue la melliza más ruidosa y escandalosa, Etter, ella parecía estar muy entusiasmada con toda la situación. Kyosuke no le hizo mucho caso al comentario de Etter ya que ese tipo de intervenciones eran bastante comunes en ella, solo le hacía gracia, Kyosuke giro para ver la reacción de los otros dos fracciones de la sexta sección. Chris no mostró señal de reacción alguna mientras Alex encontró el comentario divertido, al parecer Kyosuke y Alex se podrían llevar de maravilla, con Chris no se sabía porque siempre andaba serio todo el tiempo.
Tenían que iniciar su expedición pero el panorama no era muy claro, además a pesar de todas sus travesías en el desierto Kyosuke no reconocía esta parte del desierto de Hueco Mundo, por un lado la blanca arena, el cielo oscuro y el horizonte apenas visible eran similares a cual otra vista desde cualquier otro punto en Hueco Mundo, lo que si constituía una variación era la sensación de otras presencias no muy lejos de ahí, esperaba que se tratara de Aleación ya que mientras mas rápido terminaran con aquella misión, mas pronto podrían descansar en sus respectivas recámaras. La sensación de intranquilidad se mantenía en el ambiente, Kyosuke estaba dispuesto a iniciar la expedición en ese extraño lugar pero una gigantesca piedra interfería con su camino, Alex ya había subido la piedra y bajado hacia el otro lado, Kyosuke pudo ver como muchísimas arañas salían de sus ropas. Era algo bastante raro pero interesante, las arañas serían utiles en la búsqueda, por lo menos Kyosuke pensaba que ese era su propósito, sino sería algo que hizo sin sentido. Kyosuke se quedó encima de la gran piedra, esperaba que alguien lo acompañe, ese tipo de misiones en solitario eran bastante aburridas de por si y todo empeoraría sin nadie con quien hablar. Ojala que alguien se animara a acompañarlo.
Las posibilidades se abrían, irían literalmente hacia lo desconocido, era de suponerse que Kyosuke no era el único que no conocía aquella parte del desierto, la única que debía tener una idea aunque sea vaga del sector era Enjeru, ella si debía saber que tipo de criaturas vivían por esos lares, esperaba que ella lo acompañase o le de algún tipo de indicación directa y explicita, la posibilidad de que se vieran involucrados en una batalla crecía en la mente Kyosuke, eso le resultaría muy entretenido, a lo mejor se topaban con la bestia que mató a Aleación, obviamente esto es en el caso que estuviese muerto. Una batalla con una bestia poderosa sería excelente. El entusiasmo se acrecentaba en Kyosuke y ahora si esperaba con ansias la compañía de Enjeru, Alex o Chris; también sabía que todos no irían juntos, para hacer la búsqueda mas rápida tenían que separarse.
La primera en salir fue la melliza más ruidosa y escandalosa, Etter, ella parecía estar muy entusiasmada con toda la situación. Kyosuke no le hizo mucho caso al comentario de Etter ya que ese tipo de intervenciones eran bastante comunes en ella, solo le hacía gracia, Kyosuke giro para ver la reacción de los otros dos fracciones de la sexta sección. Chris no mostró señal de reacción alguna mientras Alex encontró el comentario divertido, al parecer Kyosuke y Alex se podrían llevar de maravilla, con Chris no se sabía porque siempre andaba serio todo el tiempo.
Tenían que iniciar su expedición pero el panorama no era muy claro, además a pesar de todas sus travesías en el desierto Kyosuke no reconocía esta parte del desierto de Hueco Mundo, por un lado la blanca arena, el cielo oscuro y el horizonte apenas visible eran similares a cual otra vista desde cualquier otro punto en Hueco Mundo, lo que si constituía una variación era la sensación de otras presencias no muy lejos de ahí, esperaba que se tratara de Aleación ya que mientras mas rápido terminaran con aquella misión, mas pronto podrían descansar en sus respectivas recámaras. La sensación de intranquilidad se mantenía en el ambiente, Kyosuke estaba dispuesto a iniciar la expedición en ese extraño lugar pero una gigantesca piedra interfería con su camino, Alex ya había subido la piedra y bajado hacia el otro lado, Kyosuke pudo ver como muchísimas arañas salían de sus ropas. Era algo bastante raro pero interesante, las arañas serían utiles en la búsqueda, por lo menos Kyosuke pensaba que ese era su propósito, sino sería algo que hizo sin sentido. Kyosuke se quedó encima de la gran piedra, esperaba que alguien lo acompañe, ese tipo de misiones en solitario eran bastante aburridas de por si y todo empeoraría sin nadie con quien hablar. Ojala que alguien se animara a acompañarlo.
Las posibilidades se abrían, irían literalmente hacia lo desconocido, era de suponerse que Kyosuke no era el único que no conocía aquella parte del desierto, la única que debía tener una idea aunque sea vaga del sector era Enjeru, ella si debía saber que tipo de criaturas vivían por esos lares, esperaba que ella lo acompañase o le de algún tipo de indicación directa y explicita, la posibilidad de que se vieran involucrados en una batalla crecía en la mente Kyosuke, eso le resultaría muy entretenido, a lo mejor se topaban con la bestia que mató a Aleación, obviamente esto es en el caso que estuviese muerto. Una batalla con una bestia poderosa sería excelente. El entusiasmo se acrecentaba en Kyosuke y ahora si esperaba con ansias la compañía de Enjeru, Alex o Chris; también sabía que todos no irían juntos, para hacer la búsqueda mas rápida tenían que separarse.
Kyosuke Gyambura- Post : 105
Edad : 33
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
Tras aquella gigantesca roca se podía ver perfectamente el paisaje que predominaba en aquel lugar. Un paisaje en el que predominaban huecos árboles, casi de cristal, los cuales formaban un bosque que parecía de un artificial hielo. El cielo, por el contrario, parecía oscurecerse, como si la luz que desprendiera aquel mundo se fuera apagando conforme uno se alejaba del Amanecer, formando un tétrico paisaje, donde los reflejos podrían confundir a los menos concentrados, donde había mil grietas donde el peligro podía acechar.
Pero sobre todo, donde se notaba un gran reiatsu. Quizás no asfixiante ni agotador, pero que no temía reducirse frente a otros individuos de gran poder. ¿Sería el rey de aquella zona?
Pero sobre todo, donde se notaba un gran reiatsu. Quizás no asfixiante ni agotador, pero que no temía reducirse frente a otros individuos de gran poder. ¿Sería el rey de aquella zona?
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
Aerea habia sido detenida en seco por la presencia de Alexander, se habia girado a mirarlo elevando una de sus cejas y esperando alguna explicación. Sin embargo, el escenario que se abria frente a ella la desvió de su atención hacia la fracción masculina, que extraño lugar. Etter por su parte seguia con sus ojillos puestos sobre Folk y le sonreia dulcemente con un brillo especial mientras se mecia las manos. Pero al verlo acercarse cómo se habia acercado a Aerea emitió un gritito ahogado de disgusto - Hyuuu! - los celos se la habian carcomido por dose segundos y sin embargo una mirada de Enjeru habia bastado para detenerla de hacer alguna escena estupida, poder que no habia valido de nada cuando el millar de arañas habian salido de él de aquella asquerosa forma - AH!!! - el grito agudo llenó con un eco la distancia - Que asco, que asco - la arrancar buscaba protección aplastando bajo sus piececillos algunas de las arañas. Por su lado, Aerea jugueteaba en silencio con un par de las mismas que habian llegado hasta su mano para luego ponerlas con calma entre las demás de la orda. - QUE ASQUEROSIDAD!!! - exclamaba llena de pavor y disgusto la chiquilla de cabellos de algodón mientras saltaba a los brazos de su hermana y le murmuraba - Sabes.... es tuyo, te lo regalo, ya no lo quiero... agh!!! bichos, bichos!!! - Aerea simplemente la miró y negó con la mirada.
Enjeru habia observado a las dos fracciones a su lado y luego con un simple sonido habia aparecido junto a la Alexander y observó a las arañas descender la roca como si una manta movil se tratara, meterse entre cada cavidad, entre cada espacio de los extraños arboles de cristal. La sensación de reconocimiento aumentaba mientras sus ojos azules se desplazaban sobre el escenario de cristal pero no lograba hallar ese recuerdo. No fueron necesarias las arañas para sentir aquel reiatsu que provenia desde más allá de aquellos arboles, un reiatsu retador, un reiatsu que parecia llamarles. - No es Aleación - dijo con simpleza cruzando sus manos dentro de las amplias mangas de su kimono
- Pero no podemos irnos, quizá es lo que haya matado a Aleación, Enjeru-Sama -
- Hyuuu!!! no, no, es muy debiiiil... cómo iba a matar al demente de Aleación? -
- Lo que sea, pareciera ser lo único aún vivo en este lugar, podriamos preguntarle, por algún precio recibiremos una respuesta -
Las arañas regresaban a su dueño sin mayor información, algunos rasgos de criaturas menores que podrian ser destruidas con el roce del viento, y una que otras de mayor nivel que se ocultaba entre las cavernas, temerosa, no valian siquiera la pena gastar un segundo de energia por ellas.
- La perdición de los idiotas es su prepotencia - exclamó Enjeru de nuevo mientras con un nuevo sonido descendia de la enorme roca para aparecer en la base de la misma al otro lado de donde Kyosuke y Renoir se habian quedado. Aerea y Etter hicieron lo mismo no sin que antes Etter le mostrara su lengua a Alexander en un gesto infantil y bastante molesto y asqueado - Arañas.. agh!!! no podian haber sido mariposas o serpientes? -
Enjeru ya habia comenzado a caminar cuando sus fracciones femeninas se unieron a ella, su mente seguia divagando entre pensamientos, tratando de encontrar el adecuado. Los sentidos de las tres arrancar estaban a la defensiva mientras atravezaban el bosque de árboles ancestrales cuyas sombras podian alertar a los menos prevenidos.
- Hyuuu!!! Enjeru-Sama... de verdad.. iremos a ver a ese? -
- No, iremos de picnic -
- Claro que iremos... tonta... es el único que puede darnos noticias de Aleación -
- Ais -
A medida que iban caminando y acercandose, la maraña de árboles se hacia más espesa impidiendo el uso de sonidos. Mas de una vez se habia detenido y observado hacia el cielo pero decistido de intentar avanzar por arriba, era mejor mantener sus reiatsus bajos, por lo que prácticamente desapareció el suyo, a lo que Etter y Aerea reaccionaron de la misma manera - No es bueno alertar - susurró. Eran un equipo de investigación, sabia que los demás se morian de ganas, quizá, de poner sus manos sobre alguna batalla, pero por su parte, Enjeru era de las que preferia prevenir tales enfrentamientos ya que echaban a perder todo lo referido a la exploración.
Por fin, el silencio se estaba volviendo incluso incomodo para Enjeru mientras se preguntaba a si misma si habia sido en realidad necesario ocupar a las fracciones de Okami en aquella misión que parecia no llevar a mayores lados. El reiatsu estaba prácticamente en sus narices cuando la Espada se detuvo en seco - Cuidado - fué todo lo que dijo antes de llevar su mano izquierda a la empuñadura de su Zanpakutoh y ponerse a la defensiva. En un simple vistazo no se podia notar nada más allá de las siluetas de los árboles, todo era un solo ciclo de sombras que se amontonaban contra ellos y dificultaba la visión. Si se concentraban demasiado, podrian notar la presencia de delicados reiatsus, casi extintos, hasta que Enjeru desenvainó su espada y esta hizo un choque metalico que llenó el espacio con un eco ahogado. Habia sido en esa milesima de segundo que un reiatsu más potente habia aprecido de la nada para luego desaparecer de nuevo como si nunca hubiese existido.
- Hyuu!!! qué demonios ha sido eso!! -
- Las sombras, son las sombras -
Aerea habia sacado támbien su Zanpakutoh, un puñal de empuñadora de plata que llevaba dentro de su bota derecha, la empuñaba defensivamente mientras miraba a su alrededor y unia su espalda con la de su hermana que parecia tener problema para sacar su propia Zanpakutoh, una daga dorada con hoja serpentina que puso frente a ella mientras temblaba a la expectativa de un ataque sorpresivo.
Y entonces, de repente, el ambiente estalló en una decena de reiatsus combinados que se lanzaban al ataque de los arrancar, en un silencio absoluto, solo defraudados por su fuerza espiritual. Eran las sombras que tomaban formas humanoides y salian directamente en las narices de los arrancar con sus garras como cuchillos afilados. Sus ataques se dirigian directo a las cabezas de cada uno de los invasores de su territorio, dependia de ellos actuar lo suficientemente rápido contra aquella emboscada, porque aunque era solo un ser el que los atacaba era notorio que estaban rodeados, y vendrian uno tras otro al ataque.
--------
Off: Pues eso, las sombras son sus enemigos, ustedes describan sus actos. El reiatsu que desprenden estos hollow son partes de un mismo reiatsu, se sienten como individuos pero si se concentran notaran que se trata de un mismo organismo. A ustedes les dejo cómo los atacan, qué hacen contra ellos, cuantos se les lanzan a cada uno a arrancarles el cuello. Diviertanse todo lo que deseen, luego yo daré el veredicto final. Son hollows sin mayor poder pero nos superan por mucho en número.
Enjeru habia observado a las dos fracciones a su lado y luego con un simple sonido habia aparecido junto a la Alexander y observó a las arañas descender la roca como si una manta movil se tratara, meterse entre cada cavidad, entre cada espacio de los extraños arboles de cristal. La sensación de reconocimiento aumentaba mientras sus ojos azules se desplazaban sobre el escenario de cristal pero no lograba hallar ese recuerdo. No fueron necesarias las arañas para sentir aquel reiatsu que provenia desde más allá de aquellos arboles, un reiatsu retador, un reiatsu que parecia llamarles. - No es Aleación - dijo con simpleza cruzando sus manos dentro de las amplias mangas de su kimono
- Pero no podemos irnos, quizá es lo que haya matado a Aleación, Enjeru-Sama -
- Hyuuu!!! no, no, es muy debiiiil... cómo iba a matar al demente de Aleación? -
- Lo que sea, pareciera ser lo único aún vivo en este lugar, podriamos preguntarle, por algún precio recibiremos una respuesta -
Las arañas regresaban a su dueño sin mayor información, algunos rasgos de criaturas menores que podrian ser destruidas con el roce del viento, y una que otras de mayor nivel que se ocultaba entre las cavernas, temerosa, no valian siquiera la pena gastar un segundo de energia por ellas.
- La perdición de los idiotas es su prepotencia - exclamó Enjeru de nuevo mientras con un nuevo sonido descendia de la enorme roca para aparecer en la base de la misma al otro lado de donde Kyosuke y Renoir se habian quedado. Aerea y Etter hicieron lo mismo no sin que antes Etter le mostrara su lengua a Alexander en un gesto infantil y bastante molesto y asqueado - Arañas.. agh!!! no podian haber sido mariposas o serpientes? -
Enjeru ya habia comenzado a caminar cuando sus fracciones femeninas se unieron a ella, su mente seguia divagando entre pensamientos, tratando de encontrar el adecuado. Los sentidos de las tres arrancar estaban a la defensiva mientras atravezaban el bosque de árboles ancestrales cuyas sombras podian alertar a los menos prevenidos.
- Hyuuu!!! Enjeru-Sama... de verdad.. iremos a ver a ese? -
- No, iremos de picnic -
- Claro que iremos... tonta... es el único que puede darnos noticias de Aleación -
- Ais -
A medida que iban caminando y acercandose, la maraña de árboles se hacia más espesa impidiendo el uso de sonidos. Mas de una vez se habia detenido y observado hacia el cielo pero decistido de intentar avanzar por arriba, era mejor mantener sus reiatsus bajos, por lo que prácticamente desapareció el suyo, a lo que Etter y Aerea reaccionaron de la misma manera - No es bueno alertar - susurró. Eran un equipo de investigación, sabia que los demás se morian de ganas, quizá, de poner sus manos sobre alguna batalla, pero por su parte, Enjeru era de las que preferia prevenir tales enfrentamientos ya que echaban a perder todo lo referido a la exploración.
Por fin, el silencio se estaba volviendo incluso incomodo para Enjeru mientras se preguntaba a si misma si habia sido en realidad necesario ocupar a las fracciones de Okami en aquella misión que parecia no llevar a mayores lados. El reiatsu estaba prácticamente en sus narices cuando la Espada se detuvo en seco - Cuidado - fué todo lo que dijo antes de llevar su mano izquierda a la empuñadura de su Zanpakutoh y ponerse a la defensiva. En un simple vistazo no se podia notar nada más allá de las siluetas de los árboles, todo era un solo ciclo de sombras que se amontonaban contra ellos y dificultaba la visión. Si se concentraban demasiado, podrian notar la presencia de delicados reiatsus, casi extintos, hasta que Enjeru desenvainó su espada y esta hizo un choque metalico que llenó el espacio con un eco ahogado. Habia sido en esa milesima de segundo que un reiatsu más potente habia aprecido de la nada para luego desaparecer de nuevo como si nunca hubiese existido.
- Hyuu!!! qué demonios ha sido eso!! -
- Las sombras, son las sombras -
Aerea habia sacado támbien su Zanpakutoh, un puñal de empuñadora de plata que llevaba dentro de su bota derecha, la empuñaba defensivamente mientras miraba a su alrededor y unia su espalda con la de su hermana que parecia tener problema para sacar su propia Zanpakutoh, una daga dorada con hoja serpentina que puso frente a ella mientras temblaba a la expectativa de un ataque sorpresivo.
Y entonces, de repente, el ambiente estalló en una decena de reiatsus combinados que se lanzaban al ataque de los arrancar, en un silencio absoluto, solo defraudados por su fuerza espiritual. Eran las sombras que tomaban formas humanoides y salian directamente en las narices de los arrancar con sus garras como cuchillos afilados. Sus ataques se dirigian directo a las cabezas de cada uno de los invasores de su territorio, dependia de ellos actuar lo suficientemente rápido contra aquella emboscada, porque aunque era solo un ser el que los atacaba era notorio que estaban rodeados, y vendrian uno tras otro al ataque.
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Off: Pues eso, las sombras son sus enemigos, ustedes describan sus actos. El reiatsu que desprenden estos hollow son partes de un mismo reiatsu, se sienten como individuos pero si se concentran notaran que se trata de un mismo organismo. A ustedes les dejo cómo los atacan, qué hacen contra ellos, cuantos se les lanzan a cada uno a arrancarles el cuello. Diviertanse todo lo que deseen, luego yo daré el veredicto final. Son hollows sin mayor poder pero nos superan por mucho en número.
Daaku Enjeru- Post : 90
Edad : 41
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
OFF: Le toca a Chris pero en vista de su ausencia, voy a postear yo ^^. Aun excusado, siento el parón, revivamos esto!!!
Nada que destacar, piedras, arena, y mas piedras.... y mas arena. Había algún que otro Hollow, pero nada a lo que se debiese prestar especial atención. Enjeru se colocó a su lado como buscando algo. Algo que pareció no encontrar. Las arañas volvieron silenciosas al cuerpo de Folk, silenciosas al menos en comparación con los gritos de Etter. Una vez que no quedó ninguna araña a la vista, Enjeru clavó su invisible daga de sarcasmo en el costado de Folk, y éste, en lugar del grito producido por el dolor se semejante puñalada pueda causar, solo exclamó - Ni siquiera usted misma sabe cuan verdaderas son sus palabras... - en una voz al volumen suficiente para que Enjeru lo escuchase. Después se bajó de la piedra, y sin mediar palabra, puso rumbo al bosque del que parecía venir ese reiatsu. Folk también bajó y acalló la queja de Etter, colocando su mano huesuda y revestida de blanco cerca de la boca de la misma, haciéndola callar, y sin dejar de mirar a Enjeru. Después miró a Chris para indicarle con la cabeza que debían acompañarla y ambos empezaron a caminar detrás suya.
Caminaron en silencio hasta bien adentrados en el bosque. No habían acordado estrategia de defensa, solo cabía esperar que no pasara nada... cosa que Folk dudaba mucho. Y, efectivamente, dos pasos más bastaron para que ocurriese. Enjeru dio el aviso, tras el cual Folk tensó los hilos que iban desde las puntas de sus dedos de una mano, a la otra. Se puso alerta, se giró a su izquierda dando la espalda a Chris y inspeccionó el área de 180 grados que su posición le permitía. Luego Enjeru desenvainó y apareció un poderoso reiatsu por encima de sus cabezas, para tras unas milésimas de segundos desaparecer. - Aquí están - dijo Folk en voz baja, casi imperceptible. De repente reapareció el mismo reiatsu, de ninguna parte en particular, y por todas a la vez, y después decenas de sombras con forma pseudo-humana, dada su gran estatura y corpulencia de varias, se abalanzaron sobre sus cabezas. El "rival" de Folk era enorme, o al menos eso pensó al ver sus ojos brillar a aproximadamente 3 metros, entre los árboles. Antes de llegar a ver su cuerpo, el monstruo lanzó su enorme zarpa contra el cuerpo de Folk, y este, gracias a que estaba preparado, dio un salto, colocándose sobre su antebrazo. Después se lanzó a la carrera hacia el hombro del mismo y como había dejado los hilos por debajo del brazo a propósito le cortó el brazo dando un salto al llegar al hombro. El brazo cayó haciendo un ruido estruendoso para luego desaparecer convirtiéndose en humo. El monstruo ahora le lanzaba un golpe con el dorso de la mano que le quedaba. Alexander a la espalda del monstruo detiene el golpe de una patada que le propina en la muñeca y que le hace retroceder unos centímetros para luego lanzarse a por él, saltar justo delante suya hasta colocarse en sus hombros y volver a saltar hacia donde unos instantes antes había dejado el grupo. Esta vez fue la cabeza del oscuro ser la que cayó, a los pies de Folk. Cada uno hacía sus peripecias, y las sombras iban cayendo, pero no parecían acabarse. Cuanto tiempo iban a tener que estar matando bichos de esos para que se acabasen, si es que se acababan...
Nada que destacar, piedras, arena, y mas piedras.... y mas arena. Había algún que otro Hollow, pero nada a lo que se debiese prestar especial atención. Enjeru se colocó a su lado como buscando algo. Algo que pareció no encontrar. Las arañas volvieron silenciosas al cuerpo de Folk, silenciosas al menos en comparación con los gritos de Etter. Una vez que no quedó ninguna araña a la vista, Enjeru clavó su invisible daga de sarcasmo en el costado de Folk, y éste, en lugar del grito producido por el dolor se semejante puñalada pueda causar, solo exclamó - Ni siquiera usted misma sabe cuan verdaderas son sus palabras... - en una voz al volumen suficiente para que Enjeru lo escuchase. Después se bajó de la piedra, y sin mediar palabra, puso rumbo al bosque del que parecía venir ese reiatsu. Folk también bajó y acalló la queja de Etter, colocando su mano huesuda y revestida de blanco cerca de la boca de la misma, haciéndola callar, y sin dejar de mirar a Enjeru. Después miró a Chris para indicarle con la cabeza que debían acompañarla y ambos empezaron a caminar detrás suya.
Caminaron en silencio hasta bien adentrados en el bosque. No habían acordado estrategia de defensa, solo cabía esperar que no pasara nada... cosa que Folk dudaba mucho. Y, efectivamente, dos pasos más bastaron para que ocurriese. Enjeru dio el aviso, tras el cual Folk tensó los hilos que iban desde las puntas de sus dedos de una mano, a la otra. Se puso alerta, se giró a su izquierda dando la espalda a Chris y inspeccionó el área de 180 grados que su posición le permitía. Luego Enjeru desenvainó y apareció un poderoso reiatsu por encima de sus cabezas, para tras unas milésimas de segundos desaparecer. - Aquí están - dijo Folk en voz baja, casi imperceptible. De repente reapareció el mismo reiatsu, de ninguna parte en particular, y por todas a la vez, y después decenas de sombras con forma pseudo-humana, dada su gran estatura y corpulencia de varias, se abalanzaron sobre sus cabezas. El "rival" de Folk era enorme, o al menos eso pensó al ver sus ojos brillar a aproximadamente 3 metros, entre los árboles. Antes de llegar a ver su cuerpo, el monstruo lanzó su enorme zarpa contra el cuerpo de Folk, y este, gracias a que estaba preparado, dio un salto, colocándose sobre su antebrazo. Después se lanzó a la carrera hacia el hombro del mismo y como había dejado los hilos por debajo del brazo a propósito le cortó el brazo dando un salto al llegar al hombro. El brazo cayó haciendo un ruido estruendoso para luego desaparecer convirtiéndose en humo. El monstruo ahora le lanzaba un golpe con el dorso de la mano que le quedaba. Alexander a la espalda del monstruo detiene el golpe de una patada que le propina en la muñeca y que le hace retroceder unos centímetros para luego lanzarse a por él, saltar justo delante suya hasta colocarse en sus hombros y volver a saltar hacia donde unos instantes antes había dejado el grupo. Esta vez fue la cabeza del oscuro ser la que cayó, a los pies de Folk. Cada uno hacía sus peripecias, y las sombras iban cayendo, pero no parecían acabarse. Cuanto tiempo iban a tener que estar matando bichos de esos para que se acabasen, si es que se acababan...
Alexander Folk- Desaparecido
- Post : 262
Edad : 35
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
[FDI: Ya estoy de vuelta, perdón por la tardanza y espero que no esté demasiado mal, que el tiempo sin postear, oxida.
¡FELIZ AÑO!]
Chris Renoir no estaba acostumbrado, ni mucho menos, a ser la presa de nada ni de nadie. Normalmente era él quien acechaba, quien pasaba horas acosando a las presas, volviéndolas locas, y aprovechando su desesperación para hacerlos caer en sus crueles trampas. Por eso la paciencia en alguien como él era una virtud (a veces hasta un defecto) que parecía no tener fin. En aquel desierto llenos de hermosos aunque melancólicos árboles de cristal, y rodeado de aquellos arrancars y en la tesitura en la que se encontraban confiaba en que aquel rasgo de su personalidad fuera un aliciente más que un lastre. Observó los movimientos de la Espada, aquella hermosa ninfa de movimientos sensuales, desde la distancia y dejó caer sus ojos en los demás, entre ellos Alexander, al que observó con mayor interés. Definitivamente no tenían nada en común, ni siquiera el físico. Y tal vez por eso la señora Okami los hubiera elegido a ambos, por aquel extraño compañerismo mezclado con la complementación que a todas vistas compartían. Cuando su compañero le hizo aquella seña no se lo tomó como una orden. Ninguno de ellos se tomaría una observación del otro como tal. Así que le siguió sin poner objeciones.
Respecto a la situación. Chris conocía su propio poder mejor que nadie, sabía cuales eran sus puntos fuertes y era plenamente consciente que ni él, ni nadie, tenía un poder absoluto. En su caso, no era un experto reconociendo riatsu, podía sentirlo, era un buen rastreador si se proponía algo, aunque no notaba los matices y no era como la Espada número 1. Aún así no era un bobo, algo había notado, tal vez un cambio en el ambiente, en la situación o ambos a la vez. Algo que hizo que su postura se hiciera más agresiva. Sus dedos se volvieron tensos en torno a la empuñadura de su Zanpakutoh y sus ojos, más rasgados y brillantes, como los de un felino. Por fin Enjeru movió su mano y el arrancar supo que se esperaba de él. Había sentido un poder, un poder enorme que había aparecido para luego desaparecer y multiplicarse. Renoir olisqueó el aire, como el depredador que se jactaba de ser, y pequeñas oleadas de energía le llegaron. Eran muy numerosas -demasiado- y el chico no pudo más que excitarse. Durante su vida hollow había sido un tigre, era lógico que su instinto animal se escapara a borbotones. Incluso para ser él, se le notaba animado, dispuesto a saltar en cualquier momento, hasta una sonrisa torcida apareció en sus labios. Aunque Folk ya no estaba para verle y los demás se encontraban lejos como para hacerlo.
Pero no saltó de inmediato. En un primer momento el asesino se dedicó a continuar acariciando su espada, como si él no fuera más que un observador en aquella batalla. Tal vez las formas humanoides pensaron aprovecharse de ello. Pero Chris estaba prevenido y cuando dos de aquellas cosas se acercaron hasta él desde ambos lados, desenvainó su arma y se dejó caer en el suelo, como si fuera un luchador de Capoera. En esa postura levantó la pierna y derribo a una de las figuras de sombras mientras clavaba su espada en el pecho de la otra, que comenzó a chillar. Chris sonrió, con cierto aire animal, y vio por el rabillo como la criatura a la que acababa de tumbar se levantaba y se le echaba encima. Rodó por el suelo para esquivarla y volvió a patearla, esta vez en las piernas. La criatura no era demasiado veloz, de ahí que el francés tuviera tiempo de levantarse, inmovilizarla con una pierna y cortarle la cabeza de un violento tajo. Hubiera sido muy sencillo continuar haciendo aquello, pero todos los seres que les atacaban no eran iguales; Los había de todo tipo y el primero al que se enfrentó era algo más resistente. De ahí que pronto el arrancar se viera volviendo a enfrentarse contra aquello con más insistencia. Sin embargo, el problema de aquellos seres no era precisamente su fuerza, si no su número, que multiplicaba por mucho el de los recién llegados.
¡FELIZ AÑO!]
Chris Renoir no estaba acostumbrado, ni mucho menos, a ser la presa de nada ni de nadie. Normalmente era él quien acechaba, quien pasaba horas acosando a las presas, volviéndolas locas, y aprovechando su desesperación para hacerlos caer en sus crueles trampas. Por eso la paciencia en alguien como él era una virtud (a veces hasta un defecto) que parecía no tener fin. En aquel desierto llenos de hermosos aunque melancólicos árboles de cristal, y rodeado de aquellos arrancars y en la tesitura en la que se encontraban confiaba en que aquel rasgo de su personalidad fuera un aliciente más que un lastre. Observó los movimientos de la Espada, aquella hermosa ninfa de movimientos sensuales, desde la distancia y dejó caer sus ojos en los demás, entre ellos Alexander, al que observó con mayor interés. Definitivamente no tenían nada en común, ni siquiera el físico. Y tal vez por eso la señora Okami los hubiera elegido a ambos, por aquel extraño compañerismo mezclado con la complementación que a todas vistas compartían. Cuando su compañero le hizo aquella seña no se lo tomó como una orden. Ninguno de ellos se tomaría una observación del otro como tal. Así que le siguió sin poner objeciones.
Respecto a la situación. Chris conocía su propio poder mejor que nadie, sabía cuales eran sus puntos fuertes y era plenamente consciente que ni él, ni nadie, tenía un poder absoluto. En su caso, no era un experto reconociendo riatsu, podía sentirlo, era un buen rastreador si se proponía algo, aunque no notaba los matices y no era como la Espada número 1. Aún así no era un bobo, algo había notado, tal vez un cambio en el ambiente, en la situación o ambos a la vez. Algo que hizo que su postura se hiciera más agresiva. Sus dedos se volvieron tensos en torno a la empuñadura de su Zanpakutoh y sus ojos, más rasgados y brillantes, como los de un felino. Por fin Enjeru movió su mano y el arrancar supo que se esperaba de él. Había sentido un poder, un poder enorme que había aparecido para luego desaparecer y multiplicarse. Renoir olisqueó el aire, como el depredador que se jactaba de ser, y pequeñas oleadas de energía le llegaron. Eran muy numerosas -demasiado- y el chico no pudo más que excitarse. Durante su vida hollow había sido un tigre, era lógico que su instinto animal se escapara a borbotones. Incluso para ser él, se le notaba animado, dispuesto a saltar en cualquier momento, hasta una sonrisa torcida apareció en sus labios. Aunque Folk ya no estaba para verle y los demás se encontraban lejos como para hacerlo.
Pero no saltó de inmediato. En un primer momento el asesino se dedicó a continuar acariciando su espada, como si él no fuera más que un observador en aquella batalla. Tal vez las formas humanoides pensaron aprovecharse de ello. Pero Chris estaba prevenido y cuando dos de aquellas cosas se acercaron hasta él desde ambos lados, desenvainó su arma y se dejó caer en el suelo, como si fuera un luchador de Capoera. En esa postura levantó la pierna y derribo a una de las figuras de sombras mientras clavaba su espada en el pecho de la otra, que comenzó a chillar. Chris sonrió, con cierto aire animal, y vio por el rabillo como la criatura a la que acababa de tumbar se levantaba y se le echaba encima. Rodó por el suelo para esquivarla y volvió a patearla, esta vez en las piernas. La criatura no era demasiado veloz, de ahí que el francés tuviera tiempo de levantarse, inmovilizarla con una pierna y cortarle la cabeza de un violento tajo. Hubiera sido muy sencillo continuar haciendo aquello, pero todos los seres que les atacaban no eran iguales; Los había de todo tipo y el primero al que se enfrentó era algo más resistente. De ahí que pronto el arrancar se viera volviendo a enfrentarse contra aquello con más insistencia. Sin embargo, el problema de aquellos seres no era precisamente su fuerza, si no su número, que multiplicaba por mucho el de los recién llegados.
Chris Renoir- Post : 144
Edad : 40
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
Kyosuke había estado pululando por aquel extraño lugar, sabía que se encontraba dentro de los desiertos del Hueco Mundo pero al mismo tiempo se sentía tan distante de el. Los paisajes eran diametralmente opuestos, generalmente los terrenos del desierto que estaban cerca al Amanecer eran lugubres, de arena blanquísima con el cielo negro creando un contraste notable pero también dándole un sentido de equilibrio al paisaje. Parecía que ahora estaban tan lejos de aquel lugar. Árboles de hielo y extrañas lagunas de cristal hasta el final del horizonte con algunas ocasionales porciones de arena era lo que veían sus ojos en ese momento. Kyosuke sentía el movimiento de sus compañeros, no era necesario mirarlos, solo los sentía, mas bien si le prestaba atención a Enjeru y a las mellizas, la curiosidad de Etter los había puesto en bastantes aprietos en numerosas oportunidades. Todos caminaban pero nada pasaba, no había nada que se pudiera considerar relevante en su búsqueda de Aleación, ninguna cosa a la cual podían intentar llamar “pista”, nada.
En fin, todo el panorama se estaba tornando aburrido y monótono, nada que hacer y nada que los entusiasme para seguir aquella misión con mas ganas o energía, repentinamente la vocecilla de Etter se oyó como cortando con un cuchillo el ambiente silencioso que se mantenía. De inmediato la mayoría se puso en posición de extrema atención para ver lo que ocurría. De improvisto unas extrañas sombras se revelaron como las causantes de todo aquel alboroto…un golpe de suerte, ahora lucharían, por lo menos ese era el punto de vista y la opinión de Kyosuke de aquella situación. Había que verificar la fuerza de aquellas sombras, eran como doce de ellas pero seguramente eran mas, Kyosuke esperaba que las sombras representen algún tipo de esfuerzo que pudiera aunque sea ser considerado entrenamiento, Kysouke estaba a punto de atacar a esas sombras que obviamente estaban en contra de ellos, sin embargo había una cosa de la que no se había percatado, esta vez no pelearía solo, eso simplemente no podía suceder.
Kyosuke podía ser de lo más amigable y amistoso la mayor parte del tiempo sin embargo a la hora de luchar la situación cambiaba radicalmente. Ya sea por orgullo o por honor Kyosuke nunca peleaba acompañado, por ninguna circunstancia, solo había una excepción para aquella regla auto-impuesta. La única persona con la que Kyosuke pelearía hombro a hombro es Enjeru, nadie mas. Vio como Alexander y Chris ya habían iniciado la batalla contra las sombras que estaban cerca de ellos. –No puedo creer mi mala suerte- musitó Kyosuke en voz baja, solo Enjeru lo escucharía, mientras las dos fracciones de la octava espada peleaban contra sus respectivos oponentes. Las sombras se aproximaban mas y en mayor número, tenía que intervenir además las ganas de luchar ya eran insoportables. Kyosuke incrementó su reiatsu, el sonido de la electricidad pasando por el cuerpo de Kyosuke y las chispas que producía volaban por el aire llevadas por el viento cayendo en aquella superficie parecida al cristal. Llamaría la atención de unos cuantos y los alejaría lo suficiente como para que sea considerada aparte, levantó su mano y una descarga eléctrica salió disparada en dirección a un grupo de sombras, no estaba seguro de cuantos eran. Las sombras se movían en su dirección así que hizo varios Sonidos para alejarse, todavía podía ver a Enjeru a la distancia, se uniría a el o lucharía sola?. -Por fín paz y tranquilidad para poder pelear tranquilo- dijo Kyosuke, toda aquella frase resultaba una total paradoja.
[Off: Les pido disculpas a todos por todo lo que los he hecho esperar, ahora si regreso de lleno a postear xD ]
En fin, todo el panorama se estaba tornando aburrido y monótono, nada que hacer y nada que los entusiasme para seguir aquella misión con mas ganas o energía, repentinamente la vocecilla de Etter se oyó como cortando con un cuchillo el ambiente silencioso que se mantenía. De inmediato la mayoría se puso en posición de extrema atención para ver lo que ocurría. De improvisto unas extrañas sombras se revelaron como las causantes de todo aquel alboroto…un golpe de suerte, ahora lucharían, por lo menos ese era el punto de vista y la opinión de Kyosuke de aquella situación. Había que verificar la fuerza de aquellas sombras, eran como doce de ellas pero seguramente eran mas, Kyosuke esperaba que las sombras representen algún tipo de esfuerzo que pudiera aunque sea ser considerado entrenamiento, Kysouke estaba a punto de atacar a esas sombras que obviamente estaban en contra de ellos, sin embargo había una cosa de la que no se había percatado, esta vez no pelearía solo, eso simplemente no podía suceder.
Kyosuke podía ser de lo más amigable y amistoso la mayor parte del tiempo sin embargo a la hora de luchar la situación cambiaba radicalmente. Ya sea por orgullo o por honor Kyosuke nunca peleaba acompañado, por ninguna circunstancia, solo había una excepción para aquella regla auto-impuesta. La única persona con la que Kyosuke pelearía hombro a hombro es Enjeru, nadie mas. Vio como Alexander y Chris ya habían iniciado la batalla contra las sombras que estaban cerca de ellos. –No puedo creer mi mala suerte- musitó Kyosuke en voz baja, solo Enjeru lo escucharía, mientras las dos fracciones de la octava espada peleaban contra sus respectivos oponentes. Las sombras se aproximaban mas y en mayor número, tenía que intervenir además las ganas de luchar ya eran insoportables. Kyosuke incrementó su reiatsu, el sonido de la electricidad pasando por el cuerpo de Kyosuke y las chispas que producía volaban por el aire llevadas por el viento cayendo en aquella superficie parecida al cristal. Llamaría la atención de unos cuantos y los alejaría lo suficiente como para que sea considerada aparte, levantó su mano y una descarga eléctrica salió disparada en dirección a un grupo de sombras, no estaba seguro de cuantos eran. Las sombras se movían en su dirección así que hizo varios Sonidos para alejarse, todavía podía ver a Enjeru a la distancia, se uniría a el o lucharía sola?. -Por fín paz y tranquilidad para poder pelear tranquilo- dijo Kyosuke, toda aquella frase resultaba una total paradoja.
[Off: Les pido disculpas a todos por todo lo que los he hecho esperar, ahora si regreso de lleno a postear xD ]
Kyosuke Gyambura- Post : 105
Edad : 33
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
[En honor de doña Okami XD, haber si me inspiro y cerramos esto algún dia antes de su regreso de Europa, oren a los dioses haber si me manda musita XD.]
Daaku Enjeru- Post : 90
Edad : 41
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
Aquellas informes sombras parecían no cesar nunca en su empeño. Alimentadas por aquella cerrada noche, aquellas criaturas por momentos más consistentes y poderosas, hacían frente a los intrusos; aquellos ilusos que se habían atrevido a atravesar aquella espesura.
Los arrancars desconocían la fuente de tales formas hostiles, y aunque en principio se libraban de ellas con gran facilidad, el cansancio y la creciente agresividad y fortaleza de aquellas sombras no tardarían en hacer mella en nuestros protagonistas.
Había un arrancar que se había alejado algo más del grupo, Kyosyke, el cual se había zafado hábilmente de unas cuantas sombras con un eléctrico ataque. Pero a él se le acercó una sombra algo más determinada, con lo que parecía ser la forma de un lobo gigantesco. Tras un par de galopadas, clavando sus garras en la tierra de aquel bosque, aquel monstruo saltó sobre un árbol, el cual usó para apoyar su ofensiva y que quedó quebrado en dos. La enorme sombra se avalanzó con fiereza sobre Kyosuke con las fauces abiertas, dispuesto a aplastar a aquel intruso.
Mientras tanto, numerosas, aunque más pequeñas, sombras se habían apostado alrededor de Alexander, al cual, a través de sus ataques habían ido conduciéndolo hacia su compañero de Sección, Chris Renoir. Desde la oscuridad acechaban ahora a aquellos dos arrancars, mostrando solo sus iluminados ojos entre la arboleda durante un instante, justo antes de atacar. Cuatro sombras saltaron sobre las Fracciones, las cuales estaban ahora casi espalda con espalda. Sombras sin forma, aunque con algunos apéndices que se intuían afilados, viniendo cada una de un punto cardinal. Justo cuando alcanzasen, otra sombra, algo más basta, caería sobre ellos desde la copa de los árboles que le rodeaban, intentando coger distraídos a ambos arrancars.
Enjeru parecía no ser, por ahora, objetivo de aquellas sombras. Reiatsus diversos, pero provenientes de una sola fuente. Inteligente, quizá, optando por no atacar, a la poderosa Espada ni sus acompañantes, aunque su suerte podría cambiar pronto ya que, como decíamos, las sombras parecían crecer en fuerza y número, al contrario de lo esperado.
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OFF: Dejad a Enjeru para el final, ya que será roleada por el Staff como PNJ. Seguid el turno como lo teníais, pero sin Enjeru, pues... ^^
Los arrancars desconocían la fuente de tales formas hostiles, y aunque en principio se libraban de ellas con gran facilidad, el cansancio y la creciente agresividad y fortaleza de aquellas sombras no tardarían en hacer mella en nuestros protagonistas.
Había un arrancar que se había alejado algo más del grupo, Kyosyke, el cual se había zafado hábilmente de unas cuantas sombras con un eléctrico ataque. Pero a él se le acercó una sombra algo más determinada, con lo que parecía ser la forma de un lobo gigantesco. Tras un par de galopadas, clavando sus garras en la tierra de aquel bosque, aquel monstruo saltó sobre un árbol, el cual usó para apoyar su ofensiva y que quedó quebrado en dos. La enorme sombra se avalanzó con fiereza sobre Kyosuke con las fauces abiertas, dispuesto a aplastar a aquel intruso.
Mientras tanto, numerosas, aunque más pequeñas, sombras se habían apostado alrededor de Alexander, al cual, a través de sus ataques habían ido conduciéndolo hacia su compañero de Sección, Chris Renoir. Desde la oscuridad acechaban ahora a aquellos dos arrancars, mostrando solo sus iluminados ojos entre la arboleda durante un instante, justo antes de atacar. Cuatro sombras saltaron sobre las Fracciones, las cuales estaban ahora casi espalda con espalda. Sombras sin forma, aunque con algunos apéndices que se intuían afilados, viniendo cada una de un punto cardinal. Justo cuando alcanzasen, otra sombra, algo más basta, caería sobre ellos desde la copa de los árboles que le rodeaban, intentando coger distraídos a ambos arrancars.
Enjeru parecía no ser, por ahora, objetivo de aquellas sombras. Reiatsus diversos, pero provenientes de una sola fuente. Inteligente, quizá, optando por no atacar, a la poderosa Espada ni sus acompañantes, aunque su suerte podría cambiar pronto ya que, como decíamos, las sombras parecían crecer en fuerza y número, al contrario de lo esperado.
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OFF: Dejad a Enjeru para el final, ya que será roleada por el Staff como PNJ. Seguid el turno como lo teníais, pero sin Enjeru, pues... ^^
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
Folk se defendía como buenamente podía de la oleada de "seres" sombríos que acechaban al grupo. Se deshizo de algunos pequeños casi a pisotones, y de otros no tan pequeños ayudándose de su arma más fiel, sus hilos. Seccionaba miembros que se disolvían al llegar al suelo, convirtiéndose en una especie de polvo oscuro que se elevaba enrareciendo el ambiente. El lugar era aún más tenebroso cuantos más de esos monstruos acababan.
Ya, al borde del agotamiento, Alexander clavó la rodilla en el suelo, jadeando aceleradamente, mientras varias gotas de sudor corrían por su frente arrugada. Las enjugó con su mano derecha enguantada. Folk ya aparentaba más de sesenta años, debido al agotamiento tanto físico como de reiatsu. Pero aún con sesenta, tenía mucha guerra que dar...
Entonces unas sombras le hicieron retroceder atacándole con fiereza, provocando varios cortes en sus brazos y muslos. Folk, tan tiquismiquis como era, tenía perfectamente controlado el campo de batalla, y dónde estaban exactamente sus compañeros, y retrocedió hasta que pudo sentir el calor de la espalda de Chris. No había ni un metro entre ellos, y ambos estaban acorralados. El mayordomo ya casi iba a la desesperada. Cerró sus puños con tanta fuerza como pudo hasta hacerlos crujir de la presión, tomó aire, y lanzó los hilos hacia uno de los seres de los que se distinguía su posición por sus brillantes ojos rojizos. Una vez atrapada la sombra, tiró de ella con fuerza y otras tres se abalanzaron sobre ambos. Folk deseó que Chris pudiese hacerse cargo de las otras dos, aunque seguramente se las ventilase de un solo sablazo. Folk interpuso su presa entre él mismo y la sombra que le venía de frente, haciendo que su cuchilla se clavase en su presa, para asestar un puñetazo entre los ojos del ser atacante, quitándose a sus dos contrincantes de en medio en un rápido movimiento.
Y antes de tener tiempo de reaccionar a más, mientras aún recogía su puño con los nudillos del guante desgarrados por el golpe, una figura enorme se dibujó entre los pocos claros del cielo que se vislumbraba desde la espesura del bosque. Inmediatamente y como buenamente puede, Folk con un rápido movimiento de brazos y dedos queda suspendido en el aire con los brazos abiertos, como si una fuerza enorme tirase de sus brazos en direcciones opuestas.. Del mismo modo, la sombra de tamaño considerable, queda suspendida a unos metros sobre su cabeza en la misma postura... Folk no aguantaría mucho... Giró su cabeza para hablarle al mosquetero, que ya se había encargado de las alimañas.
- Chris... San... Acaba con... él... - Le incitó y tosió varias veces... Sería Chris quien acabase con la criatura...
Ya, al borde del agotamiento, Alexander clavó la rodilla en el suelo, jadeando aceleradamente, mientras varias gotas de sudor corrían por su frente arrugada. Las enjugó con su mano derecha enguantada. Folk ya aparentaba más de sesenta años, debido al agotamiento tanto físico como de reiatsu. Pero aún con sesenta, tenía mucha guerra que dar...
Entonces unas sombras le hicieron retroceder atacándole con fiereza, provocando varios cortes en sus brazos y muslos. Folk, tan tiquismiquis como era, tenía perfectamente controlado el campo de batalla, y dónde estaban exactamente sus compañeros, y retrocedió hasta que pudo sentir el calor de la espalda de Chris. No había ni un metro entre ellos, y ambos estaban acorralados. El mayordomo ya casi iba a la desesperada. Cerró sus puños con tanta fuerza como pudo hasta hacerlos crujir de la presión, tomó aire, y lanzó los hilos hacia uno de los seres de los que se distinguía su posición por sus brillantes ojos rojizos. Una vez atrapada la sombra, tiró de ella con fuerza y otras tres se abalanzaron sobre ambos. Folk deseó que Chris pudiese hacerse cargo de las otras dos, aunque seguramente se las ventilase de un solo sablazo. Folk interpuso su presa entre él mismo y la sombra que le venía de frente, haciendo que su cuchilla se clavase en su presa, para asestar un puñetazo entre los ojos del ser atacante, quitándose a sus dos contrincantes de en medio en un rápido movimiento.
Y antes de tener tiempo de reaccionar a más, mientras aún recogía su puño con los nudillos del guante desgarrados por el golpe, una figura enorme se dibujó entre los pocos claros del cielo que se vislumbraba desde la espesura del bosque. Inmediatamente y como buenamente puede, Folk con un rápido movimiento de brazos y dedos queda suspendido en el aire con los brazos abiertos, como si una fuerza enorme tirase de sus brazos en direcciones opuestas.. Del mismo modo, la sombra de tamaño considerable, queda suspendida a unos metros sobre su cabeza en la misma postura... Folk no aguantaría mucho... Giró su cabeza para hablarle al mosquetero, que ya se había encargado de las alimañas.
- Chris... San... Acaba con... él... - Le incitó y tosió varias veces... Sería Chris quien acabase con la criatura...
Alexander Folk- Desaparecido
- Post : 262
Edad : 35
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
No era su primera vez. Durante años había regentado los fondos más bajos del París de las revoluciones y se había visto envuelto en mil y una escaramuzas. Más veces de las estrictamente necesarias su grupo había sido el menos numeroso y en una sola ocasión (cuya conclusión final fue ni más ni menos que su propia muerte) aquello había significado la diferencia. Pero en todos aquellos encuentros poco agradables había existido un factor que debía tenerse en cuenta: la parte humana de sus adversarios. En esta ocasión no contaba con ello, y aunque, cierto es, aquel desierto había sido su hogar hasta hacía bien poco, jamás, en todos sus años en Hueco Mundo, se había encontrado con algo semejante. Había tumbado a varios enemigos, pero dudaba de que fueran finitos. Sobre todo porque por cada uno que caía en la reyerta eran dos los que tenía que combatir a continuación. Chris nunca había dudado de sus dotes para la batalla, era fiero, veloz y absolutamente letal, pero no carecía del don de la inmortalidad. Y esa falta empezaba a pasarle factura al alto mosquetero de ojos verdes. Con el uniforme de arrancar rasgado a la altura del pecho (con la máscara obviamente a la vista) y el fino rostro ensangrentado no daba su mejor aspecto. Aún así no pensaba rendirse. Y menos cuando el reiautsu de Folk se concentró en su espalda. Porque éste se encontraba solapado a extrañas fuentes de energía desconocidas. El francés se volvió por un momento para mirar a su compañero y a punto estuvo de perder varios dedos por ese desliz, pues una de las sombras se lanzaba sobre él en aquel momento.
Interponiendo su arma en el último momento, y con algo más de fuerza de la que estaba ejerciendo previamente, aquella sombra había errado su ataque y solo había llegado a magullar la mano enguantada del joven, que siseó con desagrado y con un gruñido animal se lanzó contra ella y literalmente la embistió. No iban a volver a pillarle desprevenido, por eso cuando cuatro sombras cayeron en el campo de acción que Renoir y Folk compartían las estaba esperando. Hizo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo y a una velocidad vertiginosa se coló entre sus dos atacantes y comenzó con su macabra coreografía. Oscuros miembros volaban en todas direcciones mientras el atractivo arrancar los desmembraba. Sin embargo, y pese a sus esfuerzos la respiración empezó a hacérsele pesada. Tal fue el caso que tuvo que detenerse a tomar aire y entonces volvió a encontrar los ojos de un Folk algo más anciano.
- Chris... San... Acaba con... él...– definitivamente no podía hacer otra cosa. Su compañero presentaba un raro aspecto suspendido en el aire, con ambos brazos abiertos en cruz, como si alguien (o más bien algo) tirase de los hilos que llevaba siempre entre los dedos y eran sus armas. La escena se congeló a escasos metros de los ojos verdes del mosquetero y éste apretó los dientes, como una bestia a punto de precipitarse contra su enemigo. Aquel no era su fuerte, ¿ayudar a un igual? No creía en la amistad, había tenido de sobra en su lejana vida humana, nunca las buenas palabras significaran nada para él, ni siquiera las palabras en general, sin embargo esta vez tenía que hacer algo, y no solo por Folk, Okami o el mismo.
- Merde- escapó de sus labios, y en su idioma natal, cuando ya se precipitaba contra la bestia hecha de tinieblas. Afianzó la posición de sus botas en el suelo y con un giro de muñeca su arma rasgó el aire en dos, así como a aquella criatura, que aún tuvo de tiempo de mostrarle unas fauces tan bestiales como el mismo infierno. Y como ya os avancé, no era su primera vez, de manera que cuando los colmillos de aquel ser se cernieron contra su cuello desnudo supo que aquello no era bloqueable. Debía hacer algo, pero no iba a absorber todo el daño, algo quedaría marcado en su pálida piel. De manera que lo único que pudo hacer fue ladear la cabeza, para que aquel mordisco no le arrancase la cabeza o algún otro miembro importante.
Tras recibir la dentellada Chris rodó por el suelo, para caer cerca de su compañero, que seguía presentado el aspecto de un hombre en los primeros años de su edad anciana. Con una mano en la herida sangrante del cuello, el arrancar dejó escapar un gorjeo de sus labios y se incorporó con una rodilla en tierra. Poco a poco se levantó y alzó su arma por encima de la cabeza, estaba dispuesto a morir matando si era necesario. Si la cosa seguía así iba a tener que esforzarse al máximo y sabía lo que conllevaba aquello. A sus espaldas y frente a ellos, las sombras se multiplicaban.
Interponiendo su arma en el último momento, y con algo más de fuerza de la que estaba ejerciendo previamente, aquella sombra había errado su ataque y solo había llegado a magullar la mano enguantada del joven, que siseó con desagrado y con un gruñido animal se lanzó contra ella y literalmente la embistió. No iban a volver a pillarle desprevenido, por eso cuando cuatro sombras cayeron en el campo de acción que Renoir y Folk compartían las estaba esperando. Hizo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo y a una velocidad vertiginosa se coló entre sus dos atacantes y comenzó con su macabra coreografía. Oscuros miembros volaban en todas direcciones mientras el atractivo arrancar los desmembraba. Sin embargo, y pese a sus esfuerzos la respiración empezó a hacérsele pesada. Tal fue el caso que tuvo que detenerse a tomar aire y entonces volvió a encontrar los ojos de un Folk algo más anciano.
- Chris... San... Acaba con... él...– definitivamente no podía hacer otra cosa. Su compañero presentaba un raro aspecto suspendido en el aire, con ambos brazos abiertos en cruz, como si alguien (o más bien algo) tirase de los hilos que llevaba siempre entre los dedos y eran sus armas. La escena se congeló a escasos metros de los ojos verdes del mosquetero y éste apretó los dientes, como una bestia a punto de precipitarse contra su enemigo. Aquel no era su fuerte, ¿ayudar a un igual? No creía en la amistad, había tenido de sobra en su lejana vida humana, nunca las buenas palabras significaran nada para él, ni siquiera las palabras en general, sin embargo esta vez tenía que hacer algo, y no solo por Folk, Okami o el mismo.
- Merde- escapó de sus labios, y en su idioma natal, cuando ya se precipitaba contra la bestia hecha de tinieblas. Afianzó la posición de sus botas en el suelo y con un giro de muñeca su arma rasgó el aire en dos, así como a aquella criatura, que aún tuvo de tiempo de mostrarle unas fauces tan bestiales como el mismo infierno. Y como ya os avancé, no era su primera vez, de manera que cuando los colmillos de aquel ser se cernieron contra su cuello desnudo supo que aquello no era bloqueable. Debía hacer algo, pero no iba a absorber todo el daño, algo quedaría marcado en su pálida piel. De manera que lo único que pudo hacer fue ladear la cabeza, para que aquel mordisco no le arrancase la cabeza o algún otro miembro importante.
Tras recibir la dentellada Chris rodó por el suelo, para caer cerca de su compañero, que seguía presentado el aspecto de un hombre en los primeros años de su edad anciana. Con una mano en la herida sangrante del cuello, el arrancar dejó escapar un gorjeo de sus labios y se incorporó con una rodilla en tierra. Poco a poco se levantó y alzó su arma por encima de la cabeza, estaba dispuesto a morir matando si era necesario. Si la cosa seguía así iba a tener que esforzarse al máximo y sabía lo que conllevaba aquello. A sus espaldas y frente a ellos, las sombras se multiplicaban.
Chris Renoir- Post : 144
Edad : 40
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
[OFF: Importante. Editado y ampliado el final.]
El combate avanzaba con dificultad, las sombras parecían no acabarse, y los arrancars estaban cada vez más agotados. Gyambura, en el suelo, sostenía las fauces abiertas de la inmensa sombra con forma de lobo que se le abalanzó instantes antes. Con ambas manos ocupadas, difícil le resultaría coger su arma. Entonces el animal, cerró con violencia su mandíbula tomando al arrancar por el torso y lanzándolo a toda velocidad, arrasando con varios árboles antes de detenerse contra una roca de tamaño considerable. De no ser por su duro hierro, quizá lo hubiese partido en dos, pero no le salvo de quedar inconsciente por el impacto.
Entre tanto, Las fracciones de la sexta sección soportaban las arremetidas del oscuro ejército inacabable. Algunas caían con facilidad, otras no tanto. La enorme sombra que cayó sobre sus cabezas duró poco antes de ser cortada por la mitad por la hábil espada de Renoir, no sin antes recibir un fuerte mordisco a la altura de su cuello.
Y en un momento como elegido al azar, todas las sombras se detuvieron, sin desviar la mirada de los oponentes. Todos los presentes se mantenían en guardia, recobrando el aliento con dificultad. El lobo al que se enfrentaba Gyambura también se detuvo a escasos metros del cuerpo inconsciente del arrancar. Enjeru seguía pasando desapercibida para las sombras, sin explicación aparente. De pronto se hizo el silencio, no escuchándose más que el jadeo de las fracciones, y de ninguna parte en concreto, se escuchó lo que podría describirse como el aliento de una criatura, al tiempo que el suelo de la zona se vio cubierto por una densa niebla que cubría los pies de todos. Las sombras comenzaron a recular, justo antes de lanzarse a la carrera alejándose del campo de batalla, dejando a las fracciones y a la espada buscando de donde había venido el sonido, mirando hacia todas partes.
Sin sonido alguno, en pleno silencio de la noche, todos sintieron una presión espiritual sobre sus hombros comparable a la que podría tener un antiguo espada. El aire era denso, la niebla se asentó, formando una capa aún más opaca y las fracciones agotadas se precipitaron contra el suelo, Enjeru supo soportar la presión, aunque con notable dificultad.
A lo lejos, comenzaron a crujir los troncos de los árboles, y la luna menguante que alumbra el Hueco Mundo como único foco, fue cubierta por una inmensa figura que incluso asomaba por encima de los árboles más bajos. Un único cuerno se silueteaba en el cielo con el resplandor de la luna de fondo, y una pezuña enorme hacía aparición en el campo de combate. Debía medir unos cuatro metros, quizás más, y un pelaje denso cubría todo su cuerpo. El animal tomó aire y volviendo a liberar una cantidad de reiatsu similar a la antes descrita, lanzó un rugido que seguro se llegó a escuchar en el castillo de marfil que es el amanecer… Quizá alguno de los presentes fuese capaz de reconocer a esa bestia…
Mientras tanto, la 1º Espada, frente a frente con semejante monstruosidad, se erguía difícilmente en pie a causa de la opresiva densidad espiritual del ambiente, forzando hasta el último músculo de su cuerpo al límite con tal de no caer arrodillada, doblegada.
El animal, entonces, se detuvo por un instante, dejando escapar su iracundo aliento sobre la arrancar que frente a él se hallaba. Durante unos segundos su descomunal cuerpo pareció oponerse a los salvajes instintos que le incitaban a abalanzarse sobre ella, a despedazarla entre sus fauces hambrientas y devorarla con avidez. Después, desapareció.
Impulsándose con fiereza y a una velocidad fuera de lo concebible, la bestia se lanzó contra Enjeru, barriéndola literalmente con el dorso de su garra derecha. La Espada apenas si pudo preveer semejante muestra de velocidad por parte de una criatura de tal envergadura. Era algo que, simplemente, atentaba contra los límites de lo racional.
Siendo así, la 1º Espada salió despedida con una fuerza descomunal, hasta dar a parar con un gigantesco árbol – de unos diez metros de diámetro – y quedar empotrada en él. Hendida en un cráter chorreante de sangre arrancar, la malherida criatura solo tuvo tiempo de colocar su zampakutou, aún envainada, frente a ella en posición vertical, sujetándola con ambas manos a modo de una última defensa desesperada.
La acometida no tardó llegar. Tal y como ocurrió en la primera ocasión, la bestia de negro pelaje embistió con suma velocidad, golpeando con ferocidad a la arrancar una y otra vez, con los puños cerrados, y hundiéndola cada vez más en el frío árbol de piedra. Cada golpe resonaba con dolor, seguido al principio por el gemido agonizante de la Espada y, finalmente, sólo por silencio.
Tras el último ataque, el iracundo animal retiró el puño lentamente de su objetivo. De entre los restos pulverizados del tronco cayó entonces algo metálico, alargado. Un sonido tintineante se dejó oír al colisionar esto con el suelo y, al mirar la bestia encontró, para su macabra satisfacción, la zampakutou quebrada, y aún envainada, de la 1º Espada. En cuanto a esta, su cuerpo yacía ensangrentado y profundamente magullado en el lugar donde efectuó aquella última defensa; inmóvil, inerte, pero aún bello…
El combate avanzaba con dificultad, las sombras parecían no acabarse, y los arrancars estaban cada vez más agotados. Gyambura, en el suelo, sostenía las fauces abiertas de la inmensa sombra con forma de lobo que se le abalanzó instantes antes. Con ambas manos ocupadas, difícil le resultaría coger su arma. Entonces el animal, cerró con violencia su mandíbula tomando al arrancar por el torso y lanzándolo a toda velocidad, arrasando con varios árboles antes de detenerse contra una roca de tamaño considerable. De no ser por su duro hierro, quizá lo hubiese partido en dos, pero no le salvo de quedar inconsciente por el impacto.
Entre tanto, Las fracciones de la sexta sección soportaban las arremetidas del oscuro ejército inacabable. Algunas caían con facilidad, otras no tanto. La enorme sombra que cayó sobre sus cabezas duró poco antes de ser cortada por la mitad por la hábil espada de Renoir, no sin antes recibir un fuerte mordisco a la altura de su cuello.
Y en un momento como elegido al azar, todas las sombras se detuvieron, sin desviar la mirada de los oponentes. Todos los presentes se mantenían en guardia, recobrando el aliento con dificultad. El lobo al que se enfrentaba Gyambura también se detuvo a escasos metros del cuerpo inconsciente del arrancar. Enjeru seguía pasando desapercibida para las sombras, sin explicación aparente. De pronto se hizo el silencio, no escuchándose más que el jadeo de las fracciones, y de ninguna parte en concreto, se escuchó lo que podría describirse como el aliento de una criatura, al tiempo que el suelo de la zona se vio cubierto por una densa niebla que cubría los pies de todos. Las sombras comenzaron a recular, justo antes de lanzarse a la carrera alejándose del campo de batalla, dejando a las fracciones y a la espada buscando de donde había venido el sonido, mirando hacia todas partes.
Sin sonido alguno, en pleno silencio de la noche, todos sintieron una presión espiritual sobre sus hombros comparable a la que podría tener un antiguo espada. El aire era denso, la niebla se asentó, formando una capa aún más opaca y las fracciones agotadas se precipitaron contra el suelo, Enjeru supo soportar la presión, aunque con notable dificultad.
A lo lejos, comenzaron a crujir los troncos de los árboles, y la luna menguante que alumbra el Hueco Mundo como único foco, fue cubierta por una inmensa figura que incluso asomaba por encima de los árboles más bajos. Un único cuerno se silueteaba en el cielo con el resplandor de la luna de fondo, y una pezuña enorme hacía aparición en el campo de combate. Debía medir unos cuatro metros, quizás más, y un pelaje denso cubría todo su cuerpo. El animal tomó aire y volviendo a liberar una cantidad de reiatsu similar a la antes descrita, lanzó un rugido que seguro se llegó a escuchar en el castillo de marfil que es el amanecer… Quizá alguno de los presentes fuese capaz de reconocer a esa bestia…
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Mientras tanto, la 1º Espada, frente a frente con semejante monstruosidad, se erguía difícilmente en pie a causa de la opresiva densidad espiritual del ambiente, forzando hasta el último músculo de su cuerpo al límite con tal de no caer arrodillada, doblegada.
El animal, entonces, se detuvo por un instante, dejando escapar su iracundo aliento sobre la arrancar que frente a él se hallaba. Durante unos segundos su descomunal cuerpo pareció oponerse a los salvajes instintos que le incitaban a abalanzarse sobre ella, a despedazarla entre sus fauces hambrientas y devorarla con avidez. Después, desapareció.
Impulsándose con fiereza y a una velocidad fuera de lo concebible, la bestia se lanzó contra Enjeru, barriéndola literalmente con el dorso de su garra derecha. La Espada apenas si pudo preveer semejante muestra de velocidad por parte de una criatura de tal envergadura. Era algo que, simplemente, atentaba contra los límites de lo racional.
Siendo así, la 1º Espada salió despedida con una fuerza descomunal, hasta dar a parar con un gigantesco árbol – de unos diez metros de diámetro – y quedar empotrada en él. Hendida en un cráter chorreante de sangre arrancar, la malherida criatura solo tuvo tiempo de colocar su zampakutou, aún envainada, frente a ella en posición vertical, sujetándola con ambas manos a modo de una última defensa desesperada.
La acometida no tardó llegar. Tal y como ocurrió en la primera ocasión, la bestia de negro pelaje embistió con suma velocidad, golpeando con ferocidad a la arrancar una y otra vez, con los puños cerrados, y hundiéndola cada vez más en el frío árbol de piedra. Cada golpe resonaba con dolor, seguido al principio por el gemido agonizante de la Espada y, finalmente, sólo por silencio.
Tras el último ataque, el iracundo animal retiró el puño lentamente de su objetivo. De entre los restos pulverizados del tronco cayó entonces algo metálico, alargado. Un sonido tintineante se dejó oír al colisionar esto con el suelo y, al mirar la bestia encontró, para su macabra satisfacción, la zampakutou quebrada, y aún envainada, de la 1º Espada. En cuanto a esta, su cuerpo yacía ensangrentado y profundamente magullado en el lugar donde efectuó aquella última defensa; inmóvil, inerte, pero aún bello…
Narrador- Post : 85
Edad : 44
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
Andaba Pretov cojeando por los las blancas arenas de Hueco Mundo, sus ojos bañados en sangre y su bastón hundiéndose a cada golpe contra el suelo; cuando de repente sintió un reiatsu ligeramente familiar. Era este un reiatsu que, pese a la lejanía y la tenue señal que se alcanzaba a percibir desde su posición, transmitía poderío, fuerza y majestuosidad.
Nada más sentirlo, Pretov se quedó inmóvil, atento al leve flujo que desde ahí atinaba a percibir, y tratando de agudizar sus sentidos al máximo. Aunque no podía evitar sentir que ya se había cruzado antes con aquel individuo, se veía incapaz de identificar al arrancar poseedor de aquel reiatsu.
- Maldita sea. – dijo, contrariado con su fallido intento de reconocer la señal. Y, acto seguido, inició su camino hacia el punto de donde procedía el reiatsu, mediante una serie de Sonidos consecutivos.
Cuanto más se acercaba a su destino, más parecía aproximarse a la tan ansiada respuesta, pero también más incógnitas se planteaban:
¿Por qué demonios se parecía tanto aquel reiatsu al de un Antiguo Espada? ¿Qué estaban haciendo ahí la 1º Espada y las Fracciones de Okami? ¿Por qué parecía como si se avecinase un enfrentamiento…?
Tantas preguntas y tan pocas respuestas ocupaban la mente del 2º Espada en su camino hacia la verdad, hacia el más que probable enfrentamiento. No parecía que aquel individuo recién aparecido tuviera la sola intención de mostrarse para charlar un rato. Allí habría un derramamiento de sangre.
Y precisamente un “derramamiento de sangre” era lo que mostraban sus ojos, empapados en el fluido carmesí, cuando al fin llegó a su destino. Así que, limpiándose el rostro ensangrentado con el dorso de la mano, se dispuso a examinar la impactante escena:
El reiatsu que había ido sintiendo durante todo el camino era ahora desmesurado, subyugante; a la altura de la gigantesca criatura que se alzaba ahora frente a las hordas del Amanecer. Pretov empezaba ahora a sentir dificultades para mantenerse firme, ya no sólo por la inconmensurable presión espiritual, sino por el temor que recorrió breve, como un escalofrío, su espalda, al reconocer a la enorme bestia frente a él.
- Ohh, mierdaa…- de inmediato, comenzó a llevarse la mano al cinto, donde aún descansaba Traición, el arma selladora de su Resurrección. – Tú eres…eres…
Las palabras salieron entrecortadas de entre los labios temblorosos de Pretov, incrédulas e inseguras. Fue entonces cuando presenció la brutal acometida de aquella bestia de negro pelaje contra la 1º Espada.
Tras impactar Enjeru contra el enorme árbol cristalino, y no contento con ello, el animal se lanzó a rematarla, no cesando la violencia ni por un solo instante, hasta poder estar seguro de que su enemiga quedaba bien incapacitada, o muerta…
A apenas unas decenas de metros de aquello, el 2º Espada permanecía al margen, inseguro y temeroso de sufrir el mismo destino que la que ostentaba un rango equivalente al suyo. Cada golpe que recibía Enjeru-sama acentuaba aquel creciente temor ante una muerte como aquella…
- Enjeruu…idiota… - un golpe de la bestia resonó con violencia. – Idiota…idiota…- otro golpe, seguido por un grito de dolor de la Espada. – Enj… - apenas podía mantener la concentración, y menos aún viendo a su compañera caer inevitablemente ante las embestidas de una criatura muy superior a sus fuerzas. Casi le reprochaba en silencio a la Espada que no hubiera aguantado, que no hubiera podido hacerle frente a su adversario o, al menos, resistir para combatirlo junto a él.
Iban a necesitar ayuda para acabar con aquella bestia. Y la iban a necesitar ya. Pretov se giró entonces hacia las exhaustas fracciones de Okami – Chris y Folk – y les gritó desesperadamente en forma de reproche:
- ¿¡Qué hacéis ahí parados!? ¡Largo de aquí, tenéis que avisar a Marcus de todo esto! – hizo una brevísima pausa, adoptando ahora un todo casi funerario, resignado. – Avisadle de que Alastor Mc-Gravian, Antiguo 4º Espada, sigue con vida…
No hacía falta añadir nada más. El hecho de que la descomunal bestia negra no hubiera vuelto al Amanecer tras la Guerra y que hubiera atacado de tal manera a una Espada, era signo inequívoco de su traición a la nueva jerarquía de poder.
Así, y en un último arrojo de valor antes de enfrentarse al Antiguo Espada, volvió a dirigirse a las Fracciones de la 6º Sección:
- ¡Marchaos ahora! Y llevaros a las Fracciones de Enjeru con vosotros. Poco tienen que hacer aquí en ese estado. – Pretov se giró entonces hacia la enorme bestia negra, elevando su reiatsu sobremanera al tiempo que lo maldecía entre dientes. Tocaba comprobar la diferencia de poder entre un antiguo y un nuevo Espada…
La gigantesca criatura pareció entonces girarse hacia Pretov, entornando apenas levemente los ojos para dedicarle una incisiva mirada de soslayo. Al instante, el 2º Espada adoptó una posición de combate.
Conocía ya la insólita velocidad de su rival, y no era momento de andarse con rodeos; pues había presenciado en primera persona lo que una Espada despistada significaba para el descomunal Alastor, y no tenía la más mínima intención de seguir los pasos de Enjeru. Rápidamente, su mano se ciñó con fuerza a la empuñadura de su zampakutou, desenvainándola al instante y empuñándola en posición de aquel que va a realizar el hara-kiri. Así, y arrodillándose en el suelo, hundió con decisión el arma en su propia carne, dispuesto a dar rienda suelta a su verdadero poder. No podía andarse ahora con minucias. Ante aquella bestia, sólo cabía una opción:
- Quebranta todo lazo, Traición...
Nada más sentirlo, Pretov se quedó inmóvil, atento al leve flujo que desde ahí atinaba a percibir, y tratando de agudizar sus sentidos al máximo. Aunque no podía evitar sentir que ya se había cruzado antes con aquel individuo, se veía incapaz de identificar al arrancar poseedor de aquel reiatsu.
- Maldita sea. – dijo, contrariado con su fallido intento de reconocer la señal. Y, acto seguido, inició su camino hacia el punto de donde procedía el reiatsu, mediante una serie de Sonidos consecutivos.
Cuanto más se acercaba a su destino, más parecía aproximarse a la tan ansiada respuesta, pero también más incógnitas se planteaban:
¿Por qué demonios se parecía tanto aquel reiatsu al de un Antiguo Espada? ¿Qué estaban haciendo ahí la 1º Espada y las Fracciones de Okami? ¿Por qué parecía como si se avecinase un enfrentamiento…?
Tantas preguntas y tan pocas respuestas ocupaban la mente del 2º Espada en su camino hacia la verdad, hacia el más que probable enfrentamiento. No parecía que aquel individuo recién aparecido tuviera la sola intención de mostrarse para charlar un rato. Allí habría un derramamiento de sangre.
Y precisamente un “derramamiento de sangre” era lo que mostraban sus ojos, empapados en el fluido carmesí, cuando al fin llegó a su destino. Así que, limpiándose el rostro ensangrentado con el dorso de la mano, se dispuso a examinar la impactante escena:
El reiatsu que había ido sintiendo durante todo el camino era ahora desmesurado, subyugante; a la altura de la gigantesca criatura que se alzaba ahora frente a las hordas del Amanecer. Pretov empezaba ahora a sentir dificultades para mantenerse firme, ya no sólo por la inconmensurable presión espiritual, sino por el temor que recorrió breve, como un escalofrío, su espalda, al reconocer a la enorme bestia frente a él.
- Ohh, mierdaa…- de inmediato, comenzó a llevarse la mano al cinto, donde aún descansaba Traición, el arma selladora de su Resurrección. – Tú eres…eres…
Las palabras salieron entrecortadas de entre los labios temblorosos de Pretov, incrédulas e inseguras. Fue entonces cuando presenció la brutal acometida de aquella bestia de negro pelaje contra la 1º Espada.
Tras impactar Enjeru contra el enorme árbol cristalino, y no contento con ello, el animal se lanzó a rematarla, no cesando la violencia ni por un solo instante, hasta poder estar seguro de que su enemiga quedaba bien incapacitada, o muerta…
A apenas unas decenas de metros de aquello, el 2º Espada permanecía al margen, inseguro y temeroso de sufrir el mismo destino que la que ostentaba un rango equivalente al suyo. Cada golpe que recibía Enjeru-sama acentuaba aquel creciente temor ante una muerte como aquella…
- Enjeruu…idiota… - un golpe de la bestia resonó con violencia. – Idiota…idiota…- otro golpe, seguido por un grito de dolor de la Espada. – Enj… - apenas podía mantener la concentración, y menos aún viendo a su compañera caer inevitablemente ante las embestidas de una criatura muy superior a sus fuerzas. Casi le reprochaba en silencio a la Espada que no hubiera aguantado, que no hubiera podido hacerle frente a su adversario o, al menos, resistir para combatirlo junto a él.
Iban a necesitar ayuda para acabar con aquella bestia. Y la iban a necesitar ya. Pretov se giró entonces hacia las exhaustas fracciones de Okami – Chris y Folk – y les gritó desesperadamente en forma de reproche:
- ¿¡Qué hacéis ahí parados!? ¡Largo de aquí, tenéis que avisar a Marcus de todo esto! – hizo una brevísima pausa, adoptando ahora un todo casi funerario, resignado. – Avisadle de que Alastor Mc-Gravian, Antiguo 4º Espada, sigue con vida…
No hacía falta añadir nada más. El hecho de que la descomunal bestia negra no hubiera vuelto al Amanecer tras la Guerra y que hubiera atacado de tal manera a una Espada, era signo inequívoco de su traición a la nueva jerarquía de poder.
Así, y en un último arrojo de valor antes de enfrentarse al Antiguo Espada, volvió a dirigirse a las Fracciones de la 6º Sección:
- ¡Marchaos ahora! Y llevaros a las Fracciones de Enjeru con vosotros. Poco tienen que hacer aquí en ese estado. – Pretov se giró entonces hacia la enorme bestia negra, elevando su reiatsu sobremanera al tiempo que lo maldecía entre dientes. Tocaba comprobar la diferencia de poder entre un antiguo y un nuevo Espada…
La gigantesca criatura pareció entonces girarse hacia Pretov, entornando apenas levemente los ojos para dedicarle una incisiva mirada de soslayo. Al instante, el 2º Espada adoptó una posición de combate.
Conocía ya la insólita velocidad de su rival, y no era momento de andarse con rodeos; pues había presenciado en primera persona lo que una Espada despistada significaba para el descomunal Alastor, y no tenía la más mínima intención de seguir los pasos de Enjeru. Rápidamente, su mano se ciñó con fuerza a la empuñadura de su zampakutou, desenvainándola al instante y empuñándola en posición de aquel que va a realizar el hara-kiri. Así, y arrodillándose en el suelo, hundió con decisión el arma en su propia carne, dispuesto a dar rienda suelta a su verdadero poder. No podía andarse ahora con minucias. Ante aquella bestia, sólo cabía una opción:
- Quebranta todo lazo, Traición...
Pretov Ivanovich- Post : 34
Edad : 32
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
En un momento seleccionado al azar en el tiempo, las sombras se detuvieron en seco, segundos antes de comenzar a retirarse… ¿Miedo? Por un instante pudo parecerlo, pudo parecer que se dieron cuenta de que no tenían nada que hacer contra el grupo al que se enfrentaba… Efectivamente, era miedo lo que hacía a las sombras retroceder, pero no era la causa la que planteaba el mayordomo en su mente…
El crujir de un árbol a una distancia relativamente lejana, daba pistas de lo que atemorizaba al ejército de sombras. De entre las copas de los cristalinos árboles, se dejaba entrever una descomunal figura de pelaje oscuro y un único cuerno asimétrico.
Tal y como el enorme ser entró en acción, Folk se precipitó hacia el suelo sin remedio, sangrando las heridas más profundas de su cuerpo, y corriendo la sangre por los surcos que producían las arrugas en su piel. Tenía un aspecto envejecido debido a la carencia pronunciada de reiatsu, que cada vez era menos por la aplastante presión del ambiente. Quedó finalmente postrado de rodillas en el claro del bosque, con la espalda erguida, y dedicó una mirada al oscuro cielo del Hueco mundo, viendo como la luna quedaba oculta por la criatura. Una gota de sudor recorrió su frente, mezcándose con la sangre que manaba del borde de su ojo.
La criatura arremetió con brutalidad, y una velocidad impensable para esa gran masa, contra la líder del escuadrón, la primera espada, Enjeru. Su belleza se vió truncada tras el primer zarpazo, que la envió contra un árbol, donde se ensañó con ella hasta dejarla completamente inmóvil. Imperceptible para el sorprendido mayordomo, un nuevo reiatsu entraba en acción, Pretov, que tras la brutal paliza a la espada ordenó la retirada inminente del resto de la cuadrilla. En fracciones de segundo, el pensamiento de Folk trazó el plan de huida. Contando con que eran dos los que aún se mantenían conscientes - Folk y Chris- y cuatro los que no - los altos cargos de la primera sección al completo - sería difícil salir de allí con todos.
Alexander clavó un puño en el suelo… - Te tengo para casos como este… - susurró con la vista fija en la arena. - ¡Marian! - gritó como hablándole a la arena. Y justo después, con la atenta mirada del monstruo, se lanzó a la carrera hacia las dos pequeñas fracciones, inconscientes en el blando suelo. Quizá pasó una disculpa por la cabeza del mayordomo, pero tan fugaz, que no se puede poner en palabras, fue solo el sentimiento. Colocado entre las dos, las golpeó con tanta fuerza como pudo en el pecho, enterrándolas en la arena de un solo golpe. Miró a la criatura a sus brillantes ojos rojos, que alternaba la mirada a uno a otro, dudando si ir a por el mayordomo, a por el mosquetero o a por Pretov. Entonces, el tullido arrancar, pareció volverse más suculento a ojos de Alastor… ¡¿Alastor?! Si lo que había dicho era correcto, que bien podía serlo por los rasgos físicos, se enfrentaban a un antiguo espada, y además, a uno de los fuertes, al menos físicamente. Definitivamente, había que huir.
Con un simple gesto, extendió el brazo hacia dónde yacía Gyambura, el último cabo suelto. Dejar la labor de cargarlos hasta el amanecer a Chris sería una locura, de hecho, Folk ni siguiera estaba seguro de que mosquetero llevase al mayordomo en caso de necesidad, mucho menos, fracciones desconocidas de otra sección. Contrajo sus músculos del hombro, atrayendo el cuerpo de Gyambura con relativa facilidad, mientras justo debajo de Alastor, brotaba una inmensa araña negra, con el abdomen recubierto de pelo, con lo que sería la máscara hollow en su cara, con las ocho aperturas para sus ojos, y de unos tres metros de diámetro, algo menos… Marian. Había necesitado un rato para acudir a su llamada, pero ya estaba aquí, y portaba a las dos pequeñas a su espalda. Alexander, con Gyambura cargado al hombro, dio la orden a su esbirra, cuya lealtad consiguió solo unos días antes.
- ¡Marian! ¡Llévalas a las tres al castillo! ¡Rápido! - La voz en grito de Folk sonaba desgarrada y anciana. Sin dudar, el enorme octópodo mordió una rasgadura del kimono de la espada, y la arrastró, hundiendose con las tres mujeres en la arena, desapareciendo del terreno de batalla. Inmediatamente después de dar la orden, se lanzó a la carrera, con Gyambura a sus espaldas como el que lleva un saco de patatas, hacia donde Chris, para huir de allí tan rápido como pudiesen. Le dedicó una mirada, a modo de interrogante… - ¿Tienes algo más que hacer o nos vamos? - daban a entender sus oscuros ojos, expresión que de seguro, Chris entendería a la perfección…
[OFF: Siento la longitud, y haber hecho tantas cosas en un solo post, pero como quien dice, estamos solos chris y yo, y este tema hay que irlo cerrando. Si quieres hacer algo, adelante, Folk te esperará. Haz tu el último post y vámonos de aquí.]
El crujir de un árbol a una distancia relativamente lejana, daba pistas de lo que atemorizaba al ejército de sombras. De entre las copas de los cristalinos árboles, se dejaba entrever una descomunal figura de pelaje oscuro y un único cuerno asimétrico.
Tal y como el enorme ser entró en acción, Folk se precipitó hacia el suelo sin remedio, sangrando las heridas más profundas de su cuerpo, y corriendo la sangre por los surcos que producían las arrugas en su piel. Tenía un aspecto envejecido debido a la carencia pronunciada de reiatsu, que cada vez era menos por la aplastante presión del ambiente. Quedó finalmente postrado de rodillas en el claro del bosque, con la espalda erguida, y dedicó una mirada al oscuro cielo del Hueco mundo, viendo como la luna quedaba oculta por la criatura. Una gota de sudor recorrió su frente, mezcándose con la sangre que manaba del borde de su ojo.
La criatura arremetió con brutalidad, y una velocidad impensable para esa gran masa, contra la líder del escuadrón, la primera espada, Enjeru. Su belleza se vió truncada tras el primer zarpazo, que la envió contra un árbol, donde se ensañó con ella hasta dejarla completamente inmóvil. Imperceptible para el sorprendido mayordomo, un nuevo reiatsu entraba en acción, Pretov, que tras la brutal paliza a la espada ordenó la retirada inminente del resto de la cuadrilla. En fracciones de segundo, el pensamiento de Folk trazó el plan de huida. Contando con que eran dos los que aún se mantenían conscientes - Folk y Chris- y cuatro los que no - los altos cargos de la primera sección al completo - sería difícil salir de allí con todos.
Alexander clavó un puño en el suelo… - Te tengo para casos como este… - susurró con la vista fija en la arena. - ¡Marian! - gritó como hablándole a la arena. Y justo después, con la atenta mirada del monstruo, se lanzó a la carrera hacia las dos pequeñas fracciones, inconscientes en el blando suelo. Quizá pasó una disculpa por la cabeza del mayordomo, pero tan fugaz, que no se puede poner en palabras, fue solo el sentimiento. Colocado entre las dos, las golpeó con tanta fuerza como pudo en el pecho, enterrándolas en la arena de un solo golpe. Miró a la criatura a sus brillantes ojos rojos, que alternaba la mirada a uno a otro, dudando si ir a por el mayordomo, a por el mosquetero o a por Pretov. Entonces, el tullido arrancar, pareció volverse más suculento a ojos de Alastor… ¡¿Alastor?! Si lo que había dicho era correcto, que bien podía serlo por los rasgos físicos, se enfrentaban a un antiguo espada, y además, a uno de los fuertes, al menos físicamente. Definitivamente, había que huir.
Con un simple gesto, extendió el brazo hacia dónde yacía Gyambura, el último cabo suelto. Dejar la labor de cargarlos hasta el amanecer a Chris sería una locura, de hecho, Folk ni siguiera estaba seguro de que mosquetero llevase al mayordomo en caso de necesidad, mucho menos, fracciones desconocidas de otra sección. Contrajo sus músculos del hombro, atrayendo el cuerpo de Gyambura con relativa facilidad, mientras justo debajo de Alastor, brotaba una inmensa araña negra, con el abdomen recubierto de pelo, con lo que sería la máscara hollow en su cara, con las ocho aperturas para sus ojos, y de unos tres metros de diámetro, algo menos… Marian. Había necesitado un rato para acudir a su llamada, pero ya estaba aquí, y portaba a las dos pequeñas a su espalda. Alexander, con Gyambura cargado al hombro, dio la orden a su esbirra, cuya lealtad consiguió solo unos días antes.
- ¡Marian! ¡Llévalas a las tres al castillo! ¡Rápido! - La voz en grito de Folk sonaba desgarrada y anciana. Sin dudar, el enorme octópodo mordió una rasgadura del kimono de la espada, y la arrastró, hundiendose con las tres mujeres en la arena, desapareciendo del terreno de batalla. Inmediatamente después de dar la orden, se lanzó a la carrera, con Gyambura a sus espaldas como el que lleva un saco de patatas, hacia donde Chris, para huir de allí tan rápido como pudiesen. Le dedicó una mirada, a modo de interrogante… - ¿Tienes algo más que hacer o nos vamos? - daban a entender sus oscuros ojos, expresión que de seguro, Chris entendería a la perfección…
[OFF: Siento la longitud, y haber hecho tantas cosas en un solo post, pero como quien dice, estamos solos chris y yo, y este tema hay que irlo cerrando. Si quieres hacer algo, adelante, Folk te esperará. Haz tu el último post y vámonos de aquí.]
Alexander Folk- Desaparecido
- Post : 262
Edad : 35
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
La herida abierta en el cuello de Chris sangraba sin tregua. Era como si hubiesen decidido colocar en su fina garganta un grifo de chorro continuo e incansable. El pañuelo con el que se cubría la antigua máscara hollow había tornado su nívea consistencia en sanguínea esencia y se mostraba rasgado, dejándose ver el trozo de hueso que se pegaba en su tráquea, aún así era lo único que le sirvió para detener la hemorragia y lo llevaba atado de un modo distinto, con un nudo duro pero que le permitiese respirar. Sus ojos, más verdes que nunca debido a los purpúreos surcos que los enmarcaban, a juego con su piel de porcelana, se movían a toda velocidad alrededor del campo de batalla.
La situación no podía ser más desfavorable, y si era posible que los acontecimientos dieran otra vuelta de rosca, serían sus cadáveres los que adornaran la blanca arena del desierto. Pero aún había estrategias por pensar, y eso emocionó (pensemos que es Chris y que no tenderá a emocionarse excesivamente) al mosquetero, que ya levantaba su arma de nuevo. Sin embargo no hubo nada que hacer, la esencia del lugar se transformó de pronto, sin previo aviso o pistas al respecto. Un silencio, una escasez de sonidos densa, pegajoso se adueñó de la zona de batalla, como si de pronto todo se hubiera vuelto de cristal, congelado, a la espera de algo que no iba a hacerse esperar. Y las sombras fueron las primeras en percatarse, porque detuvieron su avance en seco, ¿asustadas? Recularon y el joven de ojos verdes volvió el rostro y el sonido, como de un basto rugido de animal, le despeinó. ¿Qué era aquel enorme riatsu qué hizo caer a Folk y que obligó al mosquetero a apoyarse en un árbol, a su espalda?
Con fuerza de voluntad (teniendo en cuenta su estado por la pérdida de sangre y aquella gran mole de poder) volvió el rostro un poco más y la tierra a sus pies vibró, aquella fuerza, aquella desmesurada muestra de energía hizo que Chris abriera un poco más los ojos, ¡lo que hubiera dado por luchar con aquel tipo, por vencerle y arranarle todo eso de raíz!, pero para acercarse lo primero que tendría que hacer consistía en sacar la espada, así Centinela Oscuro podría darse un festín. Pero no hubo ocasión, ni en esos momentos ni en los que se avecinaban.
Enjeru, aquella mujer que era la número uno, la más poderosa de entre las Espadas, o eso era lo que se decía, no había tenido ni tiempo de respirar, no había tenido opciones, pues en varias acometidas y golpes había acabado desechada, como si de una simple muñeca rota se tratase. Si “eso” había acabado con la hermosa Enjeru no quería ni pensar que haría con alguien de menos poder. Aún así no se achantó, Chris era demasiado racional para preocuparse de las cosas que no pudiera controlar. Y sabía lo que se avecinaba, a pesar de no tener en su mano la capacidad de detenerlo.
Aquel tipo era monstruosa y aberrantemente fuerte, poderoso y grande como una montaña, y aunque la Fracción no estaba acostumbrada a demostrar emociones, esta vez se permitió tragar saliva ruidosamente. Aquello era fascinante, ese poder… No iba a poder tocarlo, y no solo por la diferencia de poder, sino también porque otro de los espadas acababa de hacer su aparición, Pretov, el segundo, y lo hizo justo cuando la primera sílaba de su resurrección amenazaba con hacer su aparición. Chris apretó la mano alrededor de su arma y escuchó las órdenes levemente irritado, probablemente el cambio apenas perceptible de su reiatsu nadie lo notó, podría tratarse de nerviosismo a ojos de los que no le conocían. Así que se agarró más fuerte el pañuelo alrededor del cuello y miró a Folk, que ya había movido sus piezas (aquellas arañas eran bastante útiles ahora que se daba cuenta) para ayudar a las fracciones de la caída Enjeru. Por él podrían haberse podrido allí mismo, convertidos en pienso para aquella monstruosidad, sino habían sido capaces de permanecer conscientes es que no merecían vivir. Ladeó la cabeza, de modo que unas cuantas greñas le rodaron por el rostro y asintió ante las insinuaciones de su compañero, hora de marcharse, las órdenes de un Espada, pese a no ser el suyo eran incuestionables. En un último momento se volvió hacía el Espada, que le superaba, de largo además, y maldijo en su fuero interno cuando su resurrección le golpeó en la cara. Comenzó a caminar tras la otra Fracción y prometió que algún día, uno no tan lejano, sería capaz de plantarle cara a cualquiera, también a un Espada. Se mordió los labios y comenzó a aligerar el paso mientras el mayordomo, a su lado, cargaba con la única fracción masculina de la primera sección.
[FDI: Vámonos en realidad, porque aquí ya está todo el pescado vendido ]
La situación no podía ser más desfavorable, y si era posible que los acontecimientos dieran otra vuelta de rosca, serían sus cadáveres los que adornaran la blanca arena del desierto. Pero aún había estrategias por pensar, y eso emocionó (pensemos que es Chris y que no tenderá a emocionarse excesivamente) al mosquetero, que ya levantaba su arma de nuevo. Sin embargo no hubo nada que hacer, la esencia del lugar se transformó de pronto, sin previo aviso o pistas al respecto. Un silencio, una escasez de sonidos densa, pegajoso se adueñó de la zona de batalla, como si de pronto todo se hubiera vuelto de cristal, congelado, a la espera de algo que no iba a hacerse esperar. Y las sombras fueron las primeras en percatarse, porque detuvieron su avance en seco, ¿asustadas? Recularon y el joven de ojos verdes volvió el rostro y el sonido, como de un basto rugido de animal, le despeinó. ¿Qué era aquel enorme riatsu qué hizo caer a Folk y que obligó al mosquetero a apoyarse en un árbol, a su espalda?
Con fuerza de voluntad (teniendo en cuenta su estado por la pérdida de sangre y aquella gran mole de poder) volvió el rostro un poco más y la tierra a sus pies vibró, aquella fuerza, aquella desmesurada muestra de energía hizo que Chris abriera un poco más los ojos, ¡lo que hubiera dado por luchar con aquel tipo, por vencerle y arranarle todo eso de raíz!, pero para acercarse lo primero que tendría que hacer consistía en sacar la espada, así Centinela Oscuro podría darse un festín. Pero no hubo ocasión, ni en esos momentos ni en los que se avecinaban.
Enjeru, aquella mujer que era la número uno, la más poderosa de entre las Espadas, o eso era lo que se decía, no había tenido ni tiempo de respirar, no había tenido opciones, pues en varias acometidas y golpes había acabado desechada, como si de una simple muñeca rota se tratase. Si “eso” había acabado con la hermosa Enjeru no quería ni pensar que haría con alguien de menos poder. Aún así no se achantó, Chris era demasiado racional para preocuparse de las cosas que no pudiera controlar. Y sabía lo que se avecinaba, a pesar de no tener en su mano la capacidad de detenerlo.
Aquel tipo era monstruosa y aberrantemente fuerte, poderoso y grande como una montaña, y aunque la Fracción no estaba acostumbrada a demostrar emociones, esta vez se permitió tragar saliva ruidosamente. Aquello era fascinante, ese poder… No iba a poder tocarlo, y no solo por la diferencia de poder, sino también porque otro de los espadas acababa de hacer su aparición, Pretov, el segundo, y lo hizo justo cuando la primera sílaba de su resurrección amenazaba con hacer su aparición. Chris apretó la mano alrededor de su arma y escuchó las órdenes levemente irritado, probablemente el cambio apenas perceptible de su reiatsu nadie lo notó, podría tratarse de nerviosismo a ojos de los que no le conocían. Así que se agarró más fuerte el pañuelo alrededor del cuello y miró a Folk, que ya había movido sus piezas (aquellas arañas eran bastante útiles ahora que se daba cuenta) para ayudar a las fracciones de la caída Enjeru. Por él podrían haberse podrido allí mismo, convertidos en pienso para aquella monstruosidad, sino habían sido capaces de permanecer conscientes es que no merecían vivir. Ladeó la cabeza, de modo que unas cuantas greñas le rodaron por el rostro y asintió ante las insinuaciones de su compañero, hora de marcharse, las órdenes de un Espada, pese a no ser el suyo eran incuestionables. En un último momento se volvió hacía el Espada, que le superaba, de largo además, y maldijo en su fuero interno cuando su resurrección le golpeó en la cara. Comenzó a caminar tras la otra Fracción y prometió que algún día, uno no tan lejano, sería capaz de plantarle cara a cualquiera, también a un Espada. Se mordió los labios y comenzó a aligerar el paso mientras el mayordomo, a su lado, cargaba con la única fracción masculina de la primera sección.
[FDI: Vámonos en realidad, porque aquí ya está todo el pescado vendido ]
Chris Renoir- Post : 144
Edad : 40
Re: En algún lugar del desierto... de cuyo nombre no quiero acordarme [Trama]
La eterna luna oprimía el ambiente con su luz blanquecina y mortuoria, bañando los parajes desérticos por los que Chris y Folk regresaban – junto con sus moribundos compañeros –, rumbo al Amanecer. La blanca arena a sus pies crujía a cada paso, tal era el silencio predominante tras la Resurrección del 2º Espada.
Bien a lo lejos quedaba ya el campo de batalla para aquellos que lograron huir, mas aún podrían sentir, y sufrir, los efectos del asfixiante reiatsu del Antiguo Espada en su forma de máximo poder. A su lado, el potencial desplegado por Pretov hasta entonces no era más que una simple ola en un océano de poderío y salvaje majestuosidad.
Y el silencio perduró apenas unos segundos más. Quizás menos. A continuación, algo estalló en el horizonte, empujando a las agotadas Fracciones de Okami de bruces contra el suelo. Entonces, y tras apenas unas brevísimas décimas de segundo, el estallido se repitió, haciendo temblar el suelo bajo los arrancar, y desplazando con brusquedad la arena en las inmediaciones. El combate hacía comenzado.
Y una tras otra, las explosiones de poder se sucedieron, creando una funesta cadencia de golpes, cual macabra melodía de muerte en el reino de los vacíos.
Un tambor de guerra que iniciaría el levantamiento de la bestia negra, Alastor, Antiguo Espada, contra el blanco castillo del Amanecer y el dominio del Espada 0. Un tambor que podría marcar el destino entre el auge y la caída de Hueco Mundo tal y como lo conocemos…
Bien a lo lejos quedaba ya el campo de batalla para aquellos que lograron huir, mas aún podrían sentir, y sufrir, los efectos del asfixiante reiatsu del Antiguo Espada en su forma de máximo poder. A su lado, el potencial desplegado por Pretov hasta entonces no era más que una simple ola en un océano de poderío y salvaje majestuosidad.
Y el silencio perduró apenas unos segundos más. Quizás menos. A continuación, algo estalló en el horizonte, empujando a las agotadas Fracciones de Okami de bruces contra el suelo. Entonces, y tras apenas unas brevísimas décimas de segundo, el estallido se repitió, haciendo temblar el suelo bajo los arrancar, y desplazando con brusquedad la arena en las inmediaciones. El combate hacía comenzado.
Y una tras otra, las explosiones de poder se sucedieron, creando una funesta cadencia de golpes, cual macabra melodía de muerte en el reino de los vacíos.
Un tambor de guerra que iniciaría el levantamiento de la bestia negra, Alastor, Antiguo Espada, contra el blanco castillo del Amanecer y el dominio del Espada 0. Un tambor que podría marcar el destino entre el auge y la caída de Hueco Mundo tal y como lo conocemos…
Narrador- Post : 85
Edad : 44
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