Demanda de límite a la 13ª [TRAMA]

- Rápido, Chiesa-taichô, venga en cuanto pueda, creemos que hay una emergencia en el mundo humano. - Esas palabras, dicha por un shinigami aleatorio de su escuadrón fue lo último que escuchó antes de ponerse a correr, o más bien a andar rápido, en dirección hacia la sala, cercana al 12º escuadrón de donde compartían o robaban, no sabía muy bien como se lo habían explicado, la tecnología necesaria para poder llevar a cabo una correcta monitorización y control de lo que sucedía a los shinigamis una vez les abandonaban a su suerte en el mundo humano.

Según Bastian, después de aquella rápida petición, habrían pasado ya como 10 minutos, o incluso más, tiempo en el que el capitán de la 13ª división se encontraba intentando encontrarse en aquella maraña de paredes blancas y senderos iguales que decían que era su escuadrón. Aunque más que intentar encontrarse, estaba intentando encontrar el lugar donde le habían dicho que tenía que ir.

Pero ahora que lo pensaba con más frialdad, o quizás con el tiempo que le da uno cuando no tiene más que andar, creía recordar que nunca le habían dicho donde estaba el sitio donde quería ir. Y aquello solo hizo que se abriera otra pregunta en la mente del capitán, ¿si lo hubiera sabido se hubiera perdido?
Seguramente también habría dado un rodeo, aunque por lo menos sabría o intuiría si se encontraba cerca o si por el contrario estaba más lejos aún.

O quizás no.
Porque ser capitán era tan difícil, y porque los caminos de la 13ª tan intrincados y siniestros, cuando los de la 10ª eran sencillos y básicos, una delicia para gente tan dada a perderse.


¿Pero que veía a lo lejos?
Gracias a dios, el shinigami que le había indicado que tenía que ir a la sala aquella "comosellame" ya se encontraba allí y lo llamaba insistentemente, pues el capitán se había se había empeñado en tirar por la vía incorrecta.

Nada más entrar, a pesar de que todavía no se encontraba del todo situado, empezó a mandar. Había que controlar la situación antes de que ella te controlara a ti.

- Ponme en conexión directa con los enviados al mundo humano. - Le ordenó a la shinigami que parecía controlar todo aquello.

Mientras tanto, el shinigami que le había hablado la primera vez, le preguntó mientras se establecía la conexión con los enviados.

- Señor, ¿no ha tardado mucho en venir hasta un edificio que está al lado de donde le avisé?. - La pregunta podría parecer obvia.

- ¿Quieres ver cuanto tardas tu en ascender de nuevo? - No sabía que rango tenía ese shinigami en la escala de su escuadrón, pero si había algo que le molestaba era que alguien se metiera o hiciera preguntas indiscretas sobre su debilidad por los atajos largos que no llevan a donde quieres ir. Bueno, si una chica guapa preguntaba ya no era tan quisquilloso, aunque por dentro le siguiera molestando un poco.

- Capitán, ya les tenemos en linea. - Le inquirió la shinigami que controlaba la conexión antes de que siguiera protestando.

- Perfecto preciosa - le contestó con una sonrisa dispuesta para ese tipo de ocasiones. Ligera para no incomodar demasiado a quienes tenían que estar obligadas trabajando, pero igual de encantadora que siempre. - ¡Hey, shinigamis! ¿os hace falta una ayudita en contra del enemigo?

No sabía realmente cuantos arrancars había por allí, pero o eran muchos, o poderosos, o los shinigamis se estaban debilitando mucho.

El shinigami que me guiaba parecía saber bien lo que se hacía, sin duda tenía mucha experiencia.

No lo había entendido todo con claridad, me lo explicaron demasiado rápido y sin pautas, aunque me enteraría mejor de todo cuando llegase a la sala del 13º escuadrón.

Mi primer trabajo como Teniente, al menos el primero real, cuando baje al mundo humano no era teniente y ahora se me presenta esta oportunidad.

Entré en la sala, allí ya estaba Chiesa - sama, al parecer el ya se había puesto en contacto con el problema en sí, me quedaría allí por si necesitaba una mano, aunque en estos momentos me sentía más como un estorbo.

- Chiesa, Erienne está aquí para lo que desee - dije lo más brevemente posible para no interrumpirle.

Se le veía distinto, la faceta que ella conoció no era así, al menos antes parecía todo diversión para él. Ahora estaba algo más serio, aunque por como hablaba a los shinigamis no perdía del todo aquella faceta, sin duda se le notaba algo agobiado, o quizás era yo al estar allí en medio de tanta gente de un lado para otro. Sin duda alguna el capitán sabía que hacer en aquella situación y sabía mantener el orden.

Al poco de empezar a hablar por el intercomunicador, reconoció una voz a su espalda, lo cual le extrañó, pues apenas conocía a gente en su escuadrón. Pero rápidamente pudo identificar a su nueva teniente como la femenina voz que se había dirigido a él.

- Gracias, Erienne, pero creo que todo está aqui todo controlado - Le contestó sonriente, girando levemente la cabeza para poder ver a su interlocutora. Pero esa sonrisa se borró de su cara nada más escuchar el comentario sarcástico de quien identificaba como el capitán de la 7ª división.

Ya era la segunda vez en menos de un minuto en el que la gente se metía con su defecto, o quizás manía, el prefería llamarlo manía, de tardar más de lo debido en algunas situaciones. Más si no conocía los terrenos en los que se movía, pues si tenía conocimiento previo por lo menos podía defenderse, pero allí, al llegar nuevo, se perdía con asiduidad.

Tanta remover en la herida empezaba a cabrearle.

- ¡Si había capturas y problemas porque no han informado antes al Gotei! - Gritó cabreado, sin saber muy bien donde, pues aunque le habían dicho que podía hablar no sabía muy bien como tenía que hacerlo.Además de que lo que más le enfurecia no era esa situación, sino con el hecho de que el capitán de la 7ª división estuviera protestándole.

"Parece que el capitán Chiesa estaba de mal humor" - penso Erienne

Tampoco lograba escuchar lo que decían tras el transmisor, ni tampoco con quien estaría hablando, Erienne estaba algo confusa. No debía dejar aquel puesto, ya que su misión era aquella. Estaba algo decepcionada por no haber recibido antes el mensaje. Tampoco es que se lo hubiesen comunicado antes y al fin y al cabo lo importante es que todos estuviesen bien.

Erienne salio de aquella sala, cerró la puerta sigilosamente y se quedó apollada tras ella. Esperando a que su capitán o alguien pudiera explicarle mejor la situación, tampoco podrían dejarle solos por si necesitaban ayuda. Se quedó allí de brazos cruzados observando lo silencioso que estaba aquello, todo menos el capitán Chiesa que elevaba su tono de voz que hasta se el podía escuchar desde fuera.

Tras protestar vehemente, Chiesa pudo escuchar como las respuestas del mundo humano no eran, realmente, lo que esperaba escuchar. Parecía que ya se había hecho más de una petición a la 13ª división y que se habían demorado o se habían quedado sin contestar hasta que él llegó y tomó el control de todo.

Mal asunto si toda la división debe de estar atenta de un capitán novato. Debía de funcionar las cosas más rápida y mecánicamente, si no aquello sería un caos total y una anarquía donde no se daría ninguna a derechas.

Pero primero, antes de sepultar la confianza en aquella división había que cerciorarse de que aquellas acusaciones lanzadas por los nuevos altos mandos eran ciertas.

- ¿Han mandado avisos antes de que yo estuviera aquí y nadie los ha respondido? - Preguntó inquieto el capitán, esperando que debido al azar, no hubiera sido así y que la respuesta daba algún tipo de optimismo respecto del futuro.

- Chiesa-taichô, los nuevos protocolos no habían sido definidos por usted. Así que no sabíamos como actuar - Le contestó temeroso uno de los shinigamis que mantenían el mando de la transmisión hacia el mundo humano. Muchas veces, y debido a la regularidad de los contactos, aunque sean casi todos de poca importancia, siendo este una excepción, se seguían simplemente los protocolos y órdenes generales dictadas por el capitán o teniente. Además, nadie se lo saltaba, sabiendo lo escrupulosa que había sido Orokamono-taichô con ese tema.

- Merde - Tras un largo suspiro del capitán, esta palabra, en un tono bajo, era lo único que había salido de su boca, mientras se le veía pensativo, meditabundo. Había muchas cosas que hacer por allí, y el ataque se veía que había sucedido en el peor momento posible, cuando allí todavía no estaban ni tan siquiera con los pantalones puestos.

Miró a su teniente y le dijo con voz serena y decidida.
- Ve al 4º escuadrón y avísales de que deben mandar un escuadrón médico al mundo humano. Y si puedes, escribe unas normas de protocolo basadas en las del antigua capitana y añade algo si lo ves necesario. - Le ordenó a Erienne. Era él el que no tenía experiencia en aquel escuadrón, así que si había algo que cambiar ya lo vería con el tiempo y la experiencia, mientras había que fiarse de los experimentados de allí. Y quien mejor que su teniente.

- Siento la tardanza. El equipo médico está en camino. - Contestó Bastian con una voz algo apagada, e incluso algo tenebrosa. Había que ponerse manos a la obra ipso facto con su nuevo escuadrón.

Erienne, que estaba fuera de la sala aun nerviosa por el estado de Chiesa-sama, volvió su vista, dobló su cuerpo como una reverencia y dijo:

-Si Chiesa-sama, en seguida envío al equipo Medico

Salio corriendo para no defraudar a su taicho, era nueva y por ello quería dar buena imagen y ser eficaz. Corrió devuelta por los pasillos que aquel shinigami anteriormente le había guiado.

Cada vez aumentaba su paso, se escuchaban sus pasos por aquellos pasillos vacíos, aumento su velocidad al ver la escasez de personas, todas estaría haciendo su trabajo, esto de Europa había animado a la sociedad de almas. La rapidez del equipo medico dependía de Erienne, aumentaba su velocidad cada vez que pensaba en esto, y el 4º escuadrón aun estaba lejos.

Por ahora parecía que lo que podía hacer, estaba hecho, pues la emergencia que se había dado en el mundo estaba solucionada, o por lo menos finalizada, aunque no fuera con los resultados que deseaban todos, y su labor por allí parecía finiquitada, por lo menos temporalmente, porque tenía que acelerar, o por lo menos, instaurar unos códigos, unos procedimientos básicos en aquella división, lo cual le iba a molestar bastante, pues él no estaba acostumbrado a eso, sino a dejarse llevar, según el momento, no a crear sistemas infalibles para que se moviera toda una división.


Por suerte tenía a su teniente, quien se iba a llevar encima gran parte del trabajo, lo cual parecía gran parte de derivación o de delegación de responsabilidad, y en realidad lo era, pero también era un voto de confianza.
Había visto a su teniente tan decidida, quizá más segura de poder rellenar esos huecos que el capitán tenía más vacíos o en los que era más torpe, que había visto que muchas veces lo mejor no era intentar obcecarse en llevar todo hacia adelante ni todo al 100%, sino concentrarse en lo que realmente sabía hacer bien.

Y por ahora, lo que tenía que hacer, era recibir a los invitados a los portales que ofrecía su división.

Como buen anfitrión.