Aoki VS Carolyn (Que gratuito todo...)

Esa misma mañana llegó un aviso al despacho del capitán de un shinigami herido a causa de un hollow en el mundo humano. Se necesitaba atención urgente, y el mismísimo capitán se dirigió en su rescate.

Aoki caminaba a paso rápido por el tramo que divide la sociedad de almas del mundo humano, hasta que se encontró con las puertas de salida. Ambas se abrieron de forma automática, y la luz del mundo humano deslumbró al shinigami.

Nikkou... Uno de esos pueblos que conservan las tradiciones japonesas, llenos de templos, casas de techos bajos y suelos sin asfalto, y no más que tristes caminos de albero. El pueblo estaba sumido en una arboleda densa, en la que en ciertos puntos ni siquiera llega la luz del sol. El sol era menos... artificial que en la sociedad de almas, y el aire parecía más limpio, aunque también era más limpio que en otros muchos lugares del mismo mundo humano. Aún así, se respiraba diferente, era como si fuese más denso, como si el aire sobre su cabeza pesara más.

Aoki no tardó en notar el limitador que pesaba sobre sus hombros. Un peso añadido al del Haori, que aunque elegante, pesaba como él solo. De cualquier modo, lo llevaba con orgullo, nunca con superioridad.

Solo unos metros delante suya, yacía el shinigami semi inconsciente. Aoki sujetó su cabeza para incorporarle, y él, entreabrió un ojo, le miró sólo con media pupila, y levantó el dedo apuntando a algún lugar de la pagoda imponente que se levantaba ante ellos. Aoki dirigió su mirada, y en la silueta del edificio se vislumbraba una forma circular semitransparente.

De repente, una flecha, se clavó en el cuello del shinigami, atravesando al mismo tiempo la mano del capitán de la cuarta. El shinigami murió en el acto. Aoki rompió la flecha por la mitad justo delante de la tráquea atravesada del shinigami, que produjo un sonido escalofriante, y la extrajo tirando con su mano. Luego la quitó también de su palma, sacó un vendaje rápido de su manga, que traía preparado para el shinigami, y mientras corría hacia la pagoda, esquivando la lluvia de flechas que se clavaban a su alrededor, se vendaba la mano con presura.

Al pie de la pagoda, lanzó un shumpo que le plantó en la baranda del tercer piso, y un salto más, que le envió junto al hollow. Era una esfera con un ojo en el centro, de cuya pupila salía esa ristra de flechas. De un solo movimiento, desenvainó y rasgó por la mitad la esfera ocular que estaba delante suya... En el mismo momento, se apagó la pupila y la bola rodó hasta caer al suelo en el cual se deshizo.

Desde el último techo de la pagoda, sintió una presencia más. Daba una imagen sublime, allí arriba, completamente inmóvil, en contraste con el sol, con su blanco haori sin mácula, y su zampakutou desenvainada igualmente inmaculada. Su cuerpo estaba en tensión, a la espera de que apareciese su rival, que de seguro lo haría de un momento a otro...

- Al parecer aún puedo jugar más. Así que las ratas acuden donde están las demás – dijo moviéndose con pasos sensuales y cortos contoneando todo su cuerpo – Qué lastima que seas un shinigami… - dijo con voz decepcionante cuando vio al shinigami – Pobre shinigami, es como una rata, sabe que es la cena de la serpiente, y sabe que va a atacar de un momento a otro, pero sabe que únicamente le queda de vida lo que tarde en jugar con ella.

Carolyn se sentó en el bordillo del tejado, con las piernas cruzadas una sobre la otra, mientras se apoyaba la cabeza sobre su mano, cuyo dedo meñique estaba siendo mordido por sus dientes mientras una risa lobuna aparecía en su rostro. Sin duda algunos gestos de Okami se le estaban empezando a pegar.

- ¿Qué os hace pensar que con solo uno podríais contra mí?

Hizo un sonido que le hizo colocarse detrás de Aoki mientras hizo un pequeño gemido, más bien un bufido de gato, casi como un susurro cerca de su oreja. Volvió a realizar un sonido que la colocó delante de Aoki, aun con la Zampakutoh desenvainada le hizo un gesto con el índice de su mano, ordenándole sensualmente que fuese a por ella.

- Os voy a enseñar por qué no podéis venir de uno en uno – dijo cada vez alzando su tono de voz - ¿Creéis que podéis menospreciarme por que solo sea una arrancar? No sabéis con quien os metéis.

Olisqueó el ambiente. Mientras se mordía los labios, relamiéndoselos.

- ¿Hueles eso? Tu sangre me está llamando. Eres joven y bastante fuerte, seguro que tu sangre es deliciosa. – hizo una pausa para morderse la mano, tanto hasta hacerse sangre y lamerla – Me excita solo de pensar en bebérmela toda, notar esa calidez en mis labios y como me quema en la garganta.

Carolyn se estaba impacientando, pero no se movía del sitio. Cada vez que pensaba en beber la sangre de las victimas se volvía como un chacal, un depredador impaciente por su presa. Y al último shinigami no pudo abastecerse con él. Además ahora su sangre estaría fría, no iba a tener el gusto.

Volvió a lamerse la mano, sensualmente, para que las últimas gotas de su propia sangre quedaran dentro de su boca y terminar en su esófago. De nuevo el mismo gesto con su dedo índice indicándole que fuese a por ella.

- No te cortes cielo. Soy demasiada mujer para ti.

La osada arrancar se acercaba vacilante una y otra vez, y hablaba con esa voz siseante, guiada por esa lengua viperina. Cuanto más se acercaban sus caras, más estrangulaba Aoki a su propia zampakutou con sus enormes manazas, cesando la presión cuando se retiraba. La arrancar, claramente inferior a él, parecía creerse superior, solo por conocer la limitación de Aoki en el mundo humano.

La invitación sensual con su dedo índice le dio ganas de cortárselo de un tajo, junto con el resto del brazo, pero lanzarse a un intrincado combate así como así quizá no sería adecuado, podría ensuciar su nuevo haori. En ese instante menospreciaba a su rival, y lo sabía, pero lo que no sabía era el modo de no hacerlo. parecía una diminuta gata inocente y crédula, jugueteando con un rotweiler. No parecía saber donde se estaba metiendo.

Luego, mordió su mano hasta hacerla sangrar, y bebió el líquido carmesí que de ella manaba. Esa arrancar estaba totalmente loca, y parecía creerse la protegida de un dios.

La palabra mujer no llegó a escapar de su boca, cuando Aoki, sin avisar, y harto de tanta palabrería arremetió con su hombro en el centro de su estómago, lanzándola fuera del tejado, y sin dejarla caer, envainó en un solo movimiento, la apuntó con ambas manos, y comenzó a conjurar un hadou. Si no hacía nada, terminaría por llevarse la cicatriz de un bonito Shakkahou a su "casa", por llamar a aquel sitio repugnante de alguna manera. Era hora de empezar el combate y dejarse de palabrería.

La joven arrancar había leído las intenciones del shinigami, aunque ella no pudiese conjurar ese tipo de magia podía reconocer una cuando la veía. No el hechizo pero si que peligraba.

Hizo un sonido rápidamente, no sabía cuanto iba a durar aquello, y se colocó detrás de él a unos cuantos metros por detrás. Esta vez al menos guardaría las distancias. Entonces solo le quedaba un movimiento rápido, si es que lo conseguía le daría, si no al menos conseguiría tiempo, y finalmente lanzó su Cero.

- La próxima vez mantenme agarrado con esos fuertes brazos si me quieres dar cielo. - tuvo un escalofrío cuando se imagino la escena. - Además así podremos rozar nuestras pieles cálidas. No me gustaría tener que despedirme de ti sin antes sentir a mi presa. Es tan aburrido cuando mueren tan rápido, los hombres ya no sabéis satisfacer a las mujeres.

- Hadou no san juu ichi: ¡Shakkahou! -

Y el hadou surcó el aire dejando su rastro rojizo similar al cero a su espalda. La arrancar consiguió desvanecerse a tiempo, y si esta vez se volvía a colocar a su espalda ya sería la segunda vez. En una reacción cuando menos rápida, lanzó un sablazo a su espalda, sin pensar en nada, girando todo su cuerpo sobre un solo pie. Un barrido con su katana que habría partido a la chica en dos si hubiese calculado mal la distancia.

Sin darse cuenta, había hundido su particular zapato en las tejas de la pagoda hasta el tobillo. Cuatro metros más allá, casi al otro lado de la misma, la arrancar lanzaba su ataque estrella: Cero. El corpulento shinigami no encontró mejor escapatoria que su propio e inestable suelo. De un solo golpe, hundió su parte del tejado cayendo al interior, evitando así el impacto del cero.

Sin perder ni un momento, envainó y salió por la parte contraria, en la que se encontraba la mujer arrancar hasta tomarla por el cuello con su mano herida. Se relamía gozosa. Parecía disfrutar de su propia verborrea.

- ¿Hablas tanto con todos tus oponentes? Y lo que me parece más curioso... ¿Te excitan los shinigamis? -

Aumentó la presión sobre la arrancar, pero el dolor no le permitía sostenerla mucho más, así que simplemente la lanzó fuera de la pagoda en dirección a la entrada principal, para lanzarse detrás suya con las manos desnudas, dispuesto a aplastarla contra el suelo.

No la subestimaba, pero en el mundo humano, y con una mano de menos, no podía hacer mucho más...

La arrancar estaba jugando, auqnue sabía que no debía jugar con fuego aquello la divertía. Además siempre había tenido la suerte (o desgracia para otros) de encontrarse siempre con algo, o alguien que la defendiera de sus meteduras de patas. Esta vez estaban solos, esta vez no había ayudas, por eso Carolyn no estaba TAN bocazas como de costumbre, y eso que no paraba de hablar, pero como ya dije, se lo tomaba a juego.

Un dolor fuerte en el cuello la aprisionaba, sentía un ardor como aquella vez cuando Okami la estaba estrangulando. Pero las serpientes se escabullen a la perfección, era cuestión de tiempo que se soltara, pero no quería demostrar todos los ases de su manga. Se sentía extraña, no por la situación, si no que aquella presa le estaba gustando, normalmente alguien se agobiaría por no poder respirar pero a ella aquello le gustaba, y en ningún momento puso cara de sufrimiento, todo lo contrario.

Momentos después se encontraba de nuevo en el suelo, entrada principal, y de frente al robusto Shinigami, que si llegaba a alcanzarla con aquellos músculos iba a dolerle quizás más que cualquier castigo de Okami. Y de nuevo antes de que lograra impactar ambos cuerpos con la embestida de aquel toro desapareció de su vista. Un shumpo la había colocado unos cuantos metros más atrás de donde estaba, en dirección contraria.

Sus mangas se deslizaron por sus hombros, dejando poco a la imaginación. Dejando al aire un precioso escote, muy sensual y muy insinuador. Se sentó en el suelo dejando sus dos piernas en la misma dirección una sobre la otra, como si estuviese posando ante una cámara y con su cuerpo hechado para adelante para mostrar aun más el busto que tenía, que no era poco.

- Qué más da si es un Arrancar o un Shinigami. Reconozco los hombres que merecen la pena conocer cuando me los encuentro. Si no hablase tanto con mis oponentes jamás podría conocerlos en profundidad no crees? – dijo llamándole con el dedo índice.

Postrado en el suelo, y con su enorme puño clavado en el mismo la miró girando la cara por encima del hombro...

- ¿Me estás diciendo que quieres charlar un rato? -

Desencajó el puño de las baldosas de piedra y giró su cuerpo al completo para mirarla de arriba a abajo. Tenía un cuerpo prominente, de esos que de estar en el cuarto escuadrón, sería un blanco de acoso de su honrado capitán. Quizá se dignase a intercambiar unas palabras con el portento, y, su era tan bocaza como parecía, quizá se le escapase algo de información sobre la actualidad en hueco mundo.

Aunque en ningún momento se le ocurriría bajar la guardia. No parecía la más noble arrancar al mando de Marcus.

- Y... ¿en qué te basas para saber si merece la pena conocer al hombre que se planta en frente tuya...? - Y sus manos recorrieron su propio torso, mostrándose cómo si fuera un anuncio. Por unas palabras no iba a pasar nada...

Carolyn destensó los hombros. Era la primera vez que su presa le dejaba vía libre. Sus instintos depredador le incitaban a saltar sobre su presa, y su parte de… ¿mujer? También le insistía en saltar, pero no de la misma manera.

- ¿Quién ha dicho de hablar? No estoy aquí para escuchar a un shinigami. A menos que me cuentes los planes de… vuestra sociedad…

Carolyn sabía que aquello no iba a pasar, pero si volvía a su sección con el cadáver de un shinigami y la información necesaria para debilitar a los de la sociedad de almas… iba a ganarse un buen puesto dentro de Hueco Mundo.

- Cielo, creo que estos días hay mucho revuelo, no estoy para hablar, no quiero ser amiga de un shinigami… Creo que ambos sabemos en qué me baso para saber si un hombre merece la pena o no. ¿No hacéis eso los hombres? Creo que está bastante claro cuando una mujer…como yo… merece la pena.

Frente a los ojos de Aoki la silueta de la joven había desaparecido por completo. Un ruido detrás de él le habría llamado la atención. Al menos eso es lo que ella deseaba, no quería inquietarle, y muchos menos asustarle, parecía que la conversación iba por buen camino.

- Aunque no esté para hablar, si estoy aquí para otras cosas – dijo relamiéndose los labios apoyada en una esquina de la pared.

En el mismo momento en el que la arrancar desapareció de delante de sus ojos, Aoki cruzó su katana envainada por detrás de su espalda, para cubrírsela. Luego le dirigió la mirada, girando solo su cabeza y posar sus ojos en los de ella.

- Creo que vas a tener que ponérmelo más claro... No acabo de saber por donde vas... - dijo con un tono infinitamente más suave que el que mantuvo todo el rato.

Había que reconocer, por enésima vez que aquella chica estaba de buen ver, y cada vez al grandullón le costaba más verla como una enemiga. Quizá esa fuera su habilidad, o eso fuera lo que pretendía...

Estranguló la empuñadura con fuerza a la espera del siguiente paso de la arrancar. Le daba mucho a la lengua para no querer hablar... Quizá llegaran a llevarse bien...