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Mensaje por Murakami Aoki Dom Sep 05, 2010 12:06 am

Negligencia: Volumen 1
Post Mortem.

Ésta es la primera parte de la trama. Aquí se contará las primeras horas tras la muerte de Katsu. El como afectará la noticia a los cercanos y al cuarto escuadrón… La entrada a la trama aún está abierta, aunque seguramente, tras este “capítulo”, ya tendré a los shinigamis que me ayudarán a resolverlo, es decir, los participantes finales. Para cualquier duda, enviadme un MP.


------------------------------------- La Noche Del Crimen -------------------------------------

Las 4:29 del “antes meridium”. El escuadrón al completo permanecía en silencio, a oscuras, acechante. Noche cerrada sin luna, y sin un solo brillo que diese calma a la angustia incesante de permanecer rodeado de tinieblas, más que la lumbre que un individuo porta en un farol. Se escucha a veces el tintineo de la lámpara, a causa del tembleque en las piernas del shinigami… ¿Miedo? Quizá sea lo más probable. Las sombras parecen moverse, en ocasiones se pueden ver por instantes los ojos rojos de la noche mirándote fijamente, aunque solo tú lo veas, y otras veces, solo sientes esa mirada en tu nuca, con la certeza de que, aunque te vuelvas, allí no habrá absolutamente nada.

Se abre de golpe una de las puertas correderas a la derecha del shinigami, provocando un fuerte estruendo que se acaba perdiendo en el eco del pasillo acompañado del cascabeleo que el farol ha producido al caer al suelo. El shinigami contempla la puerta abierta, de espaldas a la pared contraria. Tembloroso, toma la lumbre por la anilla metálica, y la acerca al borde de la puerta.

“Forense” Puede leerse en un pequeño cartel desgastado. El escalofrío recorre al centinela desde su nuca a sus talones, pasando por cada fibra de su cuerpo. Finalmente traga saliva y entra en la estancia, candil por delante, y otea la sala en busca del más leve movimiento. De repente la puerta se cierra bruscamente, y otro ser de forma humanoide y ropajes oscuros, para ocultarse de la noche salta hacia el centinela.

La luz se enciente, y son dos los shinigamis que están en el suelo, uno de ellos, riendo a carcajadas, agarrándose el estómago como si un “alien” tratase de escapar, y el otro con su cara humedecida en lágrimas de terror y su entrepierna de alguna otra sustancia amarillenta.

- ¡JAJAJA! ¡¡Deberías haberte visto la cara!! - soltaba uno entre carcajadas. - ¿¡Cómo se te ocurre Miki!? Sabes que odio hacer guardia… - le responde el otro. - ¡Por eso mismo estúpido! - Contestó antes de continuar con su risotada.

Ambos guardan silencio durante un instante cuando el sonido de pisadas pasa a toda velocidad al otro lado de la puerta. Acto seguido, y al mismo tiempo, se abrazan temblorosos y con los ojos abiertos de par en par.

- ¿Qué ha sido eso? - preguntó el que antes se desternillaba. - Tú sabrás. Tú eres el bromista de la noche. - - Ren, te juro que no es cosa mía - - ¡Entonces tenemos que ir a por él! - y antes de terminar de decirlo, ya atravesaba la puerta de papel con todo su cuerpo. Ambos eran shinigamis de tamaño medio, Ren un poco más alto que Miki. Corrieron a toda velocidad tras el sonido, sin llegar a divisar ni tan siquiera una silueta. Cada vez que ellos volteaban una esquina, el sujeto giraba la siguiente, haciendo imposible verle. Tras menos de un minuto de carrera por el escuadrón, oyeron cómo se abría una puerta. Giraron en la que parecía ser la última esquina, y a media altura en el pasillo, entraron en la única puerta abierta.

La habitación estaba a oscuras, vacía, con las camas hechas y con sábanas limpias. Las cortinillas que separaban una cama de otra dando cierta sensación de individualidad se mecían al vaivén de la brisa que se colaba por la ventana abierta. Al parecer, había escapado…

La conversación duró escaso un minuto frente a la ventana. El que fuese, había escondido a la perfección su reiatsu, y por más que lo intentaron, no consiguieron detectar ni tan siquiera un rastro del camino que había realizado. Además era rápido y había conseguido pasar desapercibido todo el tiempo, y de no ser porque lo oyeron, no hubiese sido detectado.

Se encendió la luz del pasillo, Miki tomaró la empuñadura de su zampakutou, la desenvainó el otro en tensión, esperando a ver quien entraba, ¿sería otro integrante del escuadrón, una emergencia de un herido, o el asaltante? Asomó entonces, despacio, el pelo despeinado de Hiro, un shinigami joven en el escuadrón, pero que parecía tener un talento nato. Afeminado, tímido y asocial serían buenos adjetivos para él. Ambos shinigamis se relajaron, dejando escapar al unísono un suspiro sonoro.

- No nos des esos sustos Hiro… -
- ¿Qué es este alboroto…? ¿Hay algún problema? - preguntó intrigado el nuevo shinigami. Su voz sonaba casi en susurro, cargada de miedo, como si le fuesen a gritar de un momento a otro. - Al parecer ha entrado alguien al escuadrón, pero aún no sabemos que ha hecho… ha huido. - fue la contestación. -Por cierto, a ti hoy no te tocaba guardia, ¿no? -- No… pero… me ha despertado vuestro alboroto… - dijo mientras se encojía, como si fuesen a echársele encima por decirles algo así. - Bah, pues vuelve a la cama… mañana veremos que ha pasado y daremos el informe… -. Hiro asintió levemente con la cabeza, y se fue…


------------------------------------- Al Dia Siguiente -------------------------------------

- ¡¡Murakami-taichô!! -

El barullo se agolpaba en la puerta de la habitación del recientemente nombrado capitán de la cuarta división. Llevaba ya varios días durmiendo poco, poniendo en orden todas las cosas del escuadrón, arreglando papeleo atrasado y ese tipo de cosas… Ahora que era capitán debía hacer lo posible y lo imposible por que las cosas fueran sobre ruedas. Y anoche por fin, pudo descansar con la conciencia tranquila.

Es temprano, acaba de amanecer, pero el escuadrón parece revuelto. Aoki reconoce la voz que grita su nombre enseguida. Loki, otro de los polémicos shinigamis de la cuarta división, y es que el salto del undécimo a éste era abismal. Pero parecía adaptarse con facilidad. Su voz era grave y potente y resonaba en su enorme caja torácica como si estuviera hueco. Se notaba que era un shinigami noble y leal, y había hecho buenas migas con el capitán en poco tiempo.

Aoki se incorporó en su futón, bostezó y se desperezó soltando un leve gemido desde sus fosas nasales. Finalmente se levantó y mientras se aseaba deprisa, su nombre volvió a resonar en el cuarto, acompañado de tres sonoros golpes en la puerta. De haber sido de papel, la puerta ya no estaría allí. Se ajustó su ropa interior, se puso por encima los anchos hakama y con un par de vueltas del obi, aún sin atar, abrió la puerta. El cuerpo de Loki, mayor que el de Aoki que ya es decir, tenía la mano alzada con el puño cerrado con intención de volver a llamar, o en su defecto, derribar la puerta de una vez por todas. Era un shinigami enorme, de aquellos que empezaban a gobernar el cuarto escuadrón, de piel morena y cabello blanco. Quizá fuese un Shihouin, pero acordó en su momento con Aoki que prefería mantener su nombre y apellido en el anonimato, y que simplemente se le llamase "Loki".

- Loki… Ya sabes que me rechinan los oídos cada vez que me llaman por mi apellido, déjalo ¿vale? comenzó el grandullón a modo de “Buenos dias” - Pero siendo usted capitán… - respondía con simpleza el compañero, casi acobardado. Demasiado respetuoso para gusto de Aoki. El gesto del curandero no fue más que una simple sacudida de cabeza. ¿Qué es todo este alboroto? - Preguntó aún adormilado, y entre bostezo y bostezo. Loki hizo el gesto como si se acabase de acordar de algo. - ¡Ah! Es una emergencia. Será mejor que lo veas con tus propios ojos. Vente. - El espejo del alma de Aoki reflejaba un claro gesto de resignación y desgana. Descalzo y con el torso aún más desnudo de lo normal, se encaminó a toda prisa tras el shinigami que había venido a recogerle.

Tras girar dos esquinas, un grupo demasiado elevado de shinigamis se agolpaba en la puerta de una de las salas de curas… Cuando Aoki llegó a la mancha negra, simplemente se aclaró la garganta y unos pocos shinigamis se apartaron dejando el hueco libre hasta la entrada. Caminó a paso calmado, solemne. Puso atención a los comentarios de los shinigamis, pero con el barullo se solapaban unos a otros… En la puerta, Sakurai los retenía, de manera que no entró ni uno más de lo necesario. Su gesto era serio, casi tenso. Aoki ya comenzaba a preocuparse, tanta seriedad le escamaba. Junto a su querido compañero noble - para no agradarle la nobleza, sus mejores amigos eran nobles, su teniente, se aclaró la garganta una vez más, y se dirigió al resto con voz serena, ocultando esa pizca de inquietud que surgía en su mente.

- Señores, seguro que tienen mucho trabajo que hacer. A vuestras cosas. - e inmediatamente, comenzaron a alejarse en ambas direcciones del pasillo. Entonces se giró encarando a sakurai, que le sacaba casi un palmo en altura, algo loable. - Buenos días, Sakurai… - y se adentró en la sala. Loki cerró la puerta a sus espaldas, por lo que solo quedaban dentro Sakurai, Loki, Akemaru, tan serio recto y estricto como siempre, y la inquietante presencia de Chido. Sea donde fuera que estuviese ese hombre, todo a su alrededor se volvía sombrio y tenebroso. Ese silencio reglamentario que imponía a los que tenía cerca acrecentaba la tensión en el ambiente. Además, la presencia del forense en aquella sala, ara aún más desconcertante. También, y para no variar, Noboru estaba apoyado en la ventana, mirando al exterior. Ese chico estaba metido en todos los fregados, pero era raro no verle alegre. Algo pasaba. Finalmente cruzó una mirada seria con Sha, y su cara era familiarmente seria y con esa pincelada de enfado. Por primera vez en la mañana, esa cara seria no le preocupaba, era normal en ella, al menos con Aoki. Aún no se había pronunciado en la elección de su teniente, esa era otra de las tareas más que pendientes... Había grandes promesas en el escuadrón. Tras un saludo similar al que antes le concedió a Sakurai, se dirigió a los allí presentes.

- Bueno ¿qué? Alguien me expli- y de pronto empalideció, su respiración cesó y el tiempo se detuvo para él. Su mente no podía crear ninguna frase, solo era una amalgama de pensamientos confusos, de incertidumbre. Sobre una única camilla yacía un cuerpo, tapado por completo por una sola sábana que cubría desde su rostro a sus pies. Chido se consideró en ese momento el más apropiado para dar la noticia. Se colocó a su lado, y en uno de sus susurros, simplemente dijo… - Lo siento Aoki… Es Katsu Ryuga -

En ese momento, tanto el forense como quienes tenía cerca, tuvieron que sujetarle para que no cayese al suelo. Las piernas de Aoki dejaron de sostenerle y su cuerpo, su mente y su corazón solo lamentaban la perdida de un tan viejo y buen amigo. Era extraño como alguien, de un día para otro, desaparece, y más aún cuando se supone que está a tu cuidado. Le culpabilidad le invadía imparable, atravesando todas las fronteras de su mente, echando por tierra todas las excusas que se ponía para tratar de evitar ese pensamiento, pero todo fue inútil.

Cuando finalmente recuperó la conciencia, y tomó control de su mente de nuevo, se encontraba arrodillado en el suelo, con varias manos en su espalda, prestándole apoyo.

- ¿Cómo ha sido…? - preguntó con su voz transportada en un suspiro. - No sabemos nada Aoki… - respondió esta vez Noboru, con un tono tan serio como jamás había visto nadie en el escuadrón. - ¡¿Cómo que no sabeis nada?! ¡Encontrad al responsable directo cuanto antes! Ya tendría que estar aquí, delante mía. - ordenaba a gritos. Al primero, Chido abandonó el cuarto, no soportaba las voces y tenía pinta de que iban a inundar la conversación, quedando solo Noboru, Sakurai, Sha y Loki. Aoki parecía enfurecido. Miraba a unos y a otros y al mismo tiempo no miraba a nadie. Tenía la mirada perdida, desbocada.

- Alguien debe haber visto u oído algo. Encontrad ese algo. Cámaras, los centinelas, la puerta, la recepción o lo que sea, encontradlo… Reunid información en el escuadrón, y si lo necesitais, pedid ayuda a otros escuadrones. Un shinigami no muere de la noche a la mañana así como así, necesitamos una explicación. - En la voz de Aoki se notaba como trataba de ahogar sin éxito el agobio y la tristeza que le invadía. Ahora tendría que dar esta noticia funesta a sus compañeros… Washiru, Gennosuke y Yamato. No les agradaría. Y al capitán del séptimo… Lo peor de todo, es que de un momento para otro, tenía un montón de trabajo, tenía que entristecer a un montón de shinigamis, y que lo que menos se le apetecía en el mundo era hacer algo que no fuese sentarse a meditar… Aunque se concedería para sí unos minutos al menos, unos más que merecidos minutos solemnes a su compañero.

- Vamos, manos a la obra… largaos… - les dijo a sus chicos. En poco tiempo, todos abandonaron la habitación. Cuando se cerró la puerta, Aoki no pudo evitar derramar unas lágrimas por Katsu. Se acercó a la camilla y destapó su cara. No había sufrimiento alguno, su cara denotaba completo descanso… descanso eterno. Volvió a taparla, y se sentó a su lado, y sostuvo su mano, fría como el mármol de “El amanecer”…




[OFF: Siento la tragedia. Narrad si queréis el porqué estabais en el cuarto, lo que hicisteis antes, cómo os habíais enterado o lo que os dé la gana, y sobre todo, cuando Aoki os hecha del cuarto teneis que dirigiros al hilo de ayuda externa, y allí os reunireis todos los que participareis en la trama.... Ahí tengo un par de shinigamis que estarán para echaros una mano si la necesitáis.

Por cierto, Loki será - junto con Noboru, que ya os he dicho que se apunta a un bombardeo - el NPC que os eche una mano en la trama…

Spoiler:

Estos son Inuzuki Ren (Izquierda) y Miki Suzuhara (Derecha, hermano lejano de Sakurai)

Spoiler:


y por último, este es Hiro ^^

Spoiler:

]
Murakami Aoki
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Mensaje por Suzuhara Sakurai Lun Sep 06, 2010 2:08 am

Uno a uno, numerosos rasos del 4º Escuadrón iban llegando, agolpándose contra la puerta de la estancia señalada, e intentando atisbar un ápice de lo acontecido tras los poderosos músculos del Suzuhara. Y es que en la boca del embudo que formaba aquella marea negra de shinigamis, se encontraba el noble y gigantesco Sakurai, su gesto serio, tenso; bloqueando la curiosidad de sus compañeros con la sola fuerza de sus brazos.

Si aquel hubiese sido un día corriente, una jornada cualquiera entre las otras muchas de su estancia en aquel escuadrón, se habría limitado a suprimir la molesta avalancha con un par de conjuros kido en el lugar y momento indicado. Pero aquel no era un día cualquiera.

A su espalda, yaciente en una cama y cubierto por completo con una blanca sábana, yacía el que otrora fuese Teniente del 7º Escuadrón, Ryuga Katsu. Para aquellos que no le conociesen, se trataba de un tipo ligeramente reservado; un tipo que había suplido su invidencia a base de coraje y valía, hasta llegar a convertirse en la mano derecha de Kobayashi-taicho. Un tipo que había muerto bajo el cuidado del 4º Escuadrón, poco después de haber sido tratado por el Suzuhara.

“La vida es el fin que justifica los medios”, solía decirse a sí mismo el noble shinigami; pero aquella vez no había logrado preservarla. En su mente, cientos de pensamientos le se entrelazaban para turbar su ya de por sí nublada conciencia. ¿Cómo era posible? ¿Por qué yacía Katsu muerto a su espalda? ¿Por qué, cuándo él había creído que sus condiciones eran saludables tras su tratamiento…? ¿Por qué, entonces, había muerto?


“¿Acaso ha sido por mi culpa…?


“No, Saku. Tú hiciste lo que pudiste y lo necesario en su momento. No te atormentes. Tú no has matado a Katsu.”


“¿¡Y cómo demonios puedes estar tan segura…!?


“Saku…”

“Lo siento, Kagami-chan…Es…simplemente que…no sé. No entiendo nada…”

Y la blanca dama en su zampakuto suspiró, preocupada por su compañero. Trató de pronunciar unas palabras consoladoras o un consejo que le sacara de su turbación, pero nada en que pensase parecía transmitir fielmente lo que ella hubiera querido. No encontraba las palabras para sacar de aquella agonía a Sakurai…

Y entonces, el recientemente nombrado Capitán del 4º Escuadrón apareció. El hombre con quién Sakurai había aprendido la mayor parte de lo que ahora sabía de artes curativas: Murakami Aoki. En su camino hacia la puerta, dispersó con facilidad la multitud de shinigamis que poco a poco se había ido congregando; y dedicó un saludo al Suzuhara al pasar a su lado. Él se limitó a inclinar su cabeza, pues pocas palabras podrían salir de su garganta en aquel instante. Había oído que el difunto teniente y él habían sido grandes amigos durante su etapa de formación en la Academia, lo cual acuciaba el desasosiego que, poco a poco, iba inundando todo su ser, llenando su conciencia propia de miseria y desesperación.


“Yo lo maté…”


“Saku…”

Apenas percibió como reales los momentos siguientes a la aparición de su Capitán. Pese a que conocía lo irremediable de la situación, no fue capaz de volverse a observar la escena. No fue capaz de mirar cómo Aoki descubría la muerte de su amigo; ni tan siquiera de pronunciar unas palabras consoladoras. No fue capaz de acudir a sostener a su Capitán cuando éste cayó derrotado ante la pesadumbre. Ni se movió. Se sentía muerto por dentro.


“Yo lo maté…”

Entonces Aoki irrumpió en sus pensamientos, ordenando a todos que se marchasen de la estancia. Que averiguasen quién era el responsable de la muerte de Katsu.


“Fui yo…”

Y todos se fueron a cumplir con su labor. Todos, menos Sakurai. Él permaneció el último, inmóvil tal y como lo había estado los instantes anteriores. Intentó hablar a su superior y amigo.


“Debo decírselo…”

Pero no pudo. No pudo pronunciar aquellas palabras al hombre que contemplaba destrozado la muerte de su amigo. Simplemente, no podía. Era demasiado humano para hacerlo…

Así que se marchó; silencioso, ausente; incapaz siquiera de volver a mirar a Aoki antes de abandonar la estancia en busca de una solución a todo aquello.

“La vida es el fin que justifica los medios”, le devolvió una brisa en sus pensamientos.


“Sí. Pero en ocasiones, la muerte sería un final más apropiado para algunos de nosotros…”
Suzuhara Sakurai
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Mensaje por Sha Lun Sep 06, 2010 8:34 am

Sha había llegado a la habitación antes de que todos los shinigamis del escuadrón se agolparan. Solía levantarse temprano para pasarse por el invernadero cuando observo movimiento en una de las habitaciones.

Había llegado allí lo más rápido que pudo, Noboru, el encargado de transporte de heridos le había comentado por encima la situación. Katsu, el teniente del séptimo escuadrón había fallecido, más bien asesinado por lo que mostraban las pruebas. O quizás es que Sha sea muy desconfiada.

Murakami Aoki se había presentado ya en el lugar, siendo Capitán aun tenía cosas que aprender como la puntualidad, siendo el último y el más importante en presentarse allí daba mucho que hablar.

Si aquello de verdad era un asesinato el culpable debería conocer a la perfección como se mueven los del cuarto escuadrón, al menos en cuanto a turnos y guardias. El cuarto escuadrón había quedado ridiculizado al haberse hecho ver tan vulnerable. Quizás el culpable no estaba dentro del escuadrón pero tiene contacto con éste.

Con paso firme salió de la habitación y esperó apoyada en la pared de brazos cruzados a que todos los que estaban en la habitación saliesen. Uno de los ultimos en salir fue Shiba, se dirigió a él atrayendole por un gesto para que se acercara.

- Shiba Akemaru - san, me gustaría preguntarte cuales eran los turnos de esta noche hasta la hora en que se encontró el cuerpo y quien fue el que dio la alerta.
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Mensaje por Kobayashi Hayato Lun Sep 06, 2010 9:49 pm

El rostro de Kobayashi Hayato se contraía en una imperfecta máscara de impasibilidad. Con todos los músculos en tensión y un color algo más pálido de lo habitual, trataba sin mucho éxito de disimular una preocupación que le había atenazado desde que había recibido la mariposa infernal.

Las últimas semanas no habían sido en absoluto positivas. Desde que vestía el haori de Capitán, todo parecía ir mal, empezando por el desastroso enfrentamiento en Europa, el secuestro de su compañera, la polémica reunión de Capitanes y su más que controvertida forma de devolver la calma a Gennosuke Shin. En definitiva, desde su ascenso no había hecho más que perder amigos y distanciarse del resto de la Sociedad de Almas. ¿Y ahora le llegaban noticias de que algo malo le había pasado al único shinigami que todavía parecía confiar en él? No podía imaginarse qué podía ir peor... Y, si en aquel momento hubiera sabido la verdad, ni siquiera hubiera sido capaz de asimilarla.

¿Qué podía haber ocurrido? Katsu había salido bastante maltrecho de su encuentro con los Espada, pero tenía entendido que se había recuperado bien: aquel mismo día, cuando había salido de la reunión de Capitanes y había pasado por aquellas mismas dependencias a las que se dirigía para visitarle, le habían dicho que estaba recuperado y que ya se había marchado. ¿Habrían cometido un error en el Cuarto Escuadrón? No, ese no era su estilo. Si en algo se podía confiar en la Sociedad de Almas era en las artes curativas de la Cuarta División. ¿Qué le había pasado, entonces, a Katsu? ¿Tal vez los Espada le habían hecho algo en el combate de lo que nadie se había percatado? En ese caso, era su culpa, su culpa por llevarle a un enfrentamiento con dos Arrancar de máximo nivel en su primer día como Teniente.

Llegó a los edificios del Cuarto Escuadrón a una velocidad mucho superior de a la que solía andar. Por si su expresión no le traicionara lo suficiente, sus gestos inquietos terminaban de venderle. La masa de gente que todavía se agolpaba en el lugar, mantenidos a una respetuosa distancia de la Sala de Curas Número 32 por la arenga de su Capitán, enmudeció al verle llegar. La tensión del ambiente podía cortarse con una zanpakutô cuando se abrieron para dejarle pasar. Aunque cruzó a través de ellos a toda prisa y sin mirarles más que de reojo, pudo percatarse de las miradas clavadas en él, los rostros contraídos y las respiraciones aguantadas que sólo podían significar malas noticias.

Terminó de recorrer el pasillo con el corazón en un puño, sólo para entrar por la puerta y verse sacudido por la realidad en toda su crudeza. No hacía falta preguntar nada: la sábana cubriendo el cuerpo que yacía en la cama y la expresión destrozada del Capitán Murakami sosteniendo una mano rígida como la de una estatua no dejaban ningún lugar a dudas. Ryuga Katsu-shotaichô, el mejor de sus hombres, su Teniente y compañero, no volvería a acompañarle en ninguna de sus batallas.

Cerró los ojos con fuerza para contener las emociones. Tuvo que tragar saliva para deshacer el nudo que había aparecido de repente en su garganta y que amenazaba con asfixiarle. Katsu, el valiente y alegre Katsu... Se le echaría de menos.

Lentamente, en contraste con las prisas que había tenido hasta el momento, se acercó hasta la cama en la que descansaba su amigo. Abatido, pero con firmeza, sostuvo entre ambas manos la enorme manaza de Aoki y la inerte de Katsu, todavía enlazadas, saludándoles a los dos en respetuoso silencio, un silencio lleno de dolor y emociones contenidas, que no quebró hasta al cabo de unos minutos, cuando se volvió hacia el Capitán y le preguntó, con un hilo rasgado de voz:

-¿Qué le ha ocurrido?
Kobayashi Hayato
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Mensaje por Murakami Aoki Lun Sep 13, 2010 11:52 am

  • Sha:

Negligencia: Vol. 1 -Post Mortem Shibaakemaru

Los shinigamis fueron saliendo poco a poco de la sala de curas para dejar a solas a Murakami con su difunto amigo. Chido había salido solo un poco antes, y se había refugiado en su cubil, donde no reinaba más rey que el silencio, y él era el unico cuerpo que aún poseía un alma, su departamento forense. Loki, por su parte, se apartó pronto, y preparó las mariposas para emitir el mensaje de solicitud de ayuda por parte de otros escuadrones.

Shiba tenía el pelo alborotado. Era evidente que había venido a ver la situación tal y como despertó, y no se detuvo ni si quiera a peinarse. Salió de la sala a paso severo, y con la espalda tan recta como era costumbre en él. Tenía los ojos cerrados dando fé de lo que decía que se conocía el escuadrón como a la palma de su mano, y podía moverse por él con los ojos vendados. Tal y como giró a su izquierda al salir, Sha le detuvo. Sha era una mujer estricta, que no se andaba con tonterías. Quizá demasiado, demasiado metida en su trabajo. Tanto que dejaba de un lado los sentimientos, y eso había ocasiones en las que no era la mejor opción. Pero qué se le iba a hacer, así era ella. Así de profesional.

Shiba se giró ante su llamada y la encaró enarcando una ceja, abriendo los ojos despacio.

- Ah! Komori Sharessu-sama… Me disponía a comprobar eso inmediatamente. Si quiere acompañarme… - Y se giró y sin decir nada más, puso camino hacia su departamento. Era un chico que para su aparente corta edad, era de los más arrogante que te podías encontrar en la sociedad de almas, pero qué se le iba a hacer, hacía bien su trabajo, y también dejando siempre al margen los motivos personales. Justo detrás suya abandonó la sala Sakurai, y de forma cortés le invitó a acompañarles. - Suzuhara, usted también debería acompañarnos... -. La relación entre estos dos no era la mejor, pero eran momentos difíciles y debería hacer de tripas corazón. Con la certeza de que ambos le seguían, comenzó a comentar lo poco que sabía de la situación.

- El aviso lo ha dado un shinigami del laboratorio, el que retomó la guardia a primera hora de la mañana. Avisó hace escasos veinte minutos. Su nombre es Makihara Kuromachi. La guardia nocturna la han hecho Suzuhara Miki e Inuzuki Ren. Y la guardia anterior fue cosa de Loki y la señorita Sei, pero ambos aseguran que estaba vivo cuando finalizó su guardia. Como comprobaréis he hecho mis deberes, y he estudiado el caso. Ojalá todos cumpláis vuestra parte con al menos la mitad de eficacia. ¿Qué a donde vamos? A recoger los papeles donde está todo esto por escrito, lo vamos a necesitar… -. Lo dicho, era la arrogancia personificada.- Ya sabeis todo lo que está por escrito, así que porqué no vais e informáis a esos chicos de la situación? Gracias... -. Ya habían llegado a la puerta del escuadrón, y fuera esperaban varios shinigamis, convocados por el propio escuadrón para que ayudasen a escalrecer lo ocurrido. Sería labor de ambos shinigamis, ponerles al día, y hacer un buen trabajo en equipo para que se encontrase lo antes posible la razón de la muerte del teniente del séptimo escuadrón. Para cuando ambos quisieron darse cuenta, Shiba ya se había esfumado.

[OFF: Ahora que estás al tanto de algo, coméntalo a los que no son del escuadrón. Tú y Sakurai os cambiais de hilo]

  • Hayato:

La muerte. Casi no debería significar nada para uno de los llamados “dioses de la muerte” o “shinigamis”, y sin embargo allí estaba uno de ellos, llorando el rapto de su amigo y compañero de parte de la dama de la cara blanca, que sin avisar empuñó su guadaña contra él, y le arrebató el último aliento sin darle la más mínima posibilidad de defenderse…

Sería digno de plasmar si fuera posible el cúmulo de pensamientos del enorme shinigami, ahora encogido junto al cuerpo yaciente en la camilla de Katsu. Pero uno se pregunta, cuando los humanos mueren, los que se encuentran a su alrededor lloran su pérdida, y su desaparición del mundo material, y sin embargo, uno de estos individuos uniformados de negro se presenta ante su espíritu para concederle una nueva vida, y al punto final de los finales, le añade con sutileza dos puntos suspensivos.

Quizá ese ciclo desconocido para los humanos se repita en otros niveles, y quizá alguien por encima de esto, que aún esté por conocer, le conceda, una vez más, otra vida a Katsu. Quizás un… Llamémoslo “onigami”, dios de los demonios, le conceda otra oportunidad, y en este preciso instante, esté contemplando la escena junto al alma de Katsu, sacada de ese puñado de espiritrones que componen su cuerpo espiritual, instantes antes a llevárselo a su nueva “Demon Society”. Cualquier cosa era válida para la maltrecha mente del joven capitán. Teorías sin fundamentos, que, si conseguían calmar las cosas en la cabeza de Aoki, las tomaría como verdades al menos temporalmente. Y es que… “no hay dos sin tres”.

A los pies de la camilla, como si fuese la esquela, los Kanjis que formaban el nombre completo del difunto, junto a un puñado de números sin importancia para este instante.

Y entre semejante cúmulo, un par de manos más se unieron al enlace. Aoki miró a su lado antes de abrir los ojos. Casi sintió miedo de quien pudiera ser. Desde luego no era una chica. Sus amigos tampoco podrían ser, aún no habían sido avisados, y Sakurai tiene una mano fácilmente reconocible. Solo podía ser una persona, y era a quien menos ganas tenía de darle la fatídica noticia. Despegó sus párpados con cuidado, como si fuesen a salir sus orbes si los abría del todo, y frente a sus pupilas, Hayato Kobayashi taichô. No podía ser otro. No hizo ningún gesto, pero la sola mirada debió servirle de saludo.

A los pocos minutos, él fue quien rompió el silencio. La voz de Aoki no salía, no sabía qué decir, y ni falta hacía ya dar la más que obvia noticia. La pregunta de Hayato era imposible de responder. Y por más que lo intentó durante varios segundo, su voz no consiguió salir. Cada vez que pensaba la frase “Aún no lo sabemos”, un nudo se formaba en sus cuerdas vocales, y su lengua no respondía a las señales que enviaba el cerebro.

- Kobayashi-taichô… Sie… - y el resto de la frase solo la articuló con los labios, pero no llegó a salir. Tras un par de intentos más, consiguió arrancar esa frase de sus pensamientos, y decirla, aunque preferiría batirse a muerte con un espada que tener que volver a decirlo… - Lo siento, pero… aún… aún no… aún no sabemos nada. -. A lo que continuó un suspiro, y antes de volver a sumirse en un silencio que de seguro les engulliría a ambos, continuó la breve y casi innecesaria explicación. - No quiero teorizar sobre su defunción, ni decirle cosas que quizá no sean ciertas. Ya tengo a todo mi escuadrón trabajando en ello. Le juro, por la amistad que guardaba con su teniente, que descubriremos la verdad con la mayor brevedad posib… - y antes de acabar la frase, que desde la mitad iba a trompicones, se sumió de nuevo en el llanto, agachó la cabeza y dejó que sus lágrimas descendieran hasta la punta de su nariz para lanzarse al vacío como pedazos de su alma que iban muriendo poco a poco. Y en el suelo se formaba un diminuto charco de culpabilidad que hacía patente su desespero…
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Negligencia: Vol. 1 -Post Mortem Empty Re: Negligencia: Vol. 1 -Post Mortem

Mensaje por Kobayashi Hayato Miér Sep 15, 2010 11:56 pm

Hayato apartó educadamente la mirada, dejándole espacio para que vertiera sus lágrimas. No era correcto mirar mientras un guerrero tan noble y tan fuerte lloraba con aquella amargura, parecía casi una violación de su intimidad.

¿No sabían nada? ¿Cómo podían no saber nada? Sabrían al menos qué lo había matado, ¿no? ¿Cómo era posible que en medio del escuadrón médico un shinigami pudiera morirse sin que nadie tuviera idea de por qué? Aquello le contrariaba, pero no hubiera tenido ningún sentido dirigir su ira contra Murakami. El Capitán del Cuarto Escuadrón y Katsu siempre habían estado muy unidos, y estaba seguro de que la situación le frustraba tanto como a sí mismo.

Caminando sin hacer apenas ruido, se alejó de Aoki, rodeando la cama para acercarse a Katsu por el otro lado. Cogió la esquina de la sábana y la apartó lentamente, dejando al descubierto el rostro de su difunto Teniente, sereno y vacío de la luz que siempre lo había iluminado.

Katsu... Ryuga Katsu... ¿Qué podía haberle pasado? Una y otra vez pensaba en su estado al volver de Europa, en sus numerosos golpes y heridas. ¿Podía haber sido a raíz de aquello? No se le ocurrían muchas más posibles causas: Katsu ni siquiera había tenido tiempo de terminar de recuperarse y reincorporarse al Escuadrón antes de... de terminar como estaba ahora, frío e inerte frente a sus ojos.

El nudo de su garganta volvió a rebelarse y enrollarse sobre sí, como si su tráquea se hubiera vuelto una serpiente constrictora que tratara de asfixiarse ella misma. ¿Ese era el resultado de su primera batalla como Capitán? Una shinigami atrapada en Hueco Mundo, con un destino más que oscuro, y su propio Teniente fallecido sin que ni siquiera comprendiera por qué. Era un absoluto fracaso como Capitán de la Séptima División.

Las emociones se apoderaron de él, las piernas le fallaron y tuvo que sentarse en otra de las sillas de la sala de curas para no caer de rodillas al lado de la cama en la que yacía el cuerpo. ¡No! Se resistía a creer aquello. Tenía que haber otra causa, algo en lo que no hubiera reparado nadie... Pero no. Sabía que la explicación más sencilla solía ser la correcta, y en ese caso la más sencilla era que fuera culpa suya.

Los ojos le ardían y le costaba respirar. Aún así, reunió fuerzas para volver a ponerse en pie, tapar de nuevo con respeto y casi con cariño a Katsu, rodear la cama de vuelta a donde estaba Murakami, ponerle una mano en el hombro y decirle, con los ojos brillando de desesperación contenida:

-Aoki... -Era la primera vez en todas sus vidas que le llamaba por su nombre de pila-.Necesito saber por qué murió...
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Mensaje por Murakami Aoki Lun Oct 11, 2010 1:52 am

Una mano cálida en su hombro le sacó del trance, y luego la voz firme del capitán de la séptima división le devolvió a la realidad, No había tiempo para eso, había que ponerse a trabajar YA.

Frotó sus ojos con una sola mano y se secó las mejillas y el tabique nasal. Se le debía ver en un estado deplorable, incluso peor que a quien más le debería de importar que en principio sería su capitán. Debía ser duro ver a un subordinado en esa situación, como Sakurai, Sha o cualquiera de los suyos, hasta el último shinigami del cuarto escuadrón. Igual de duro que hubo de ser la pérdida de la chica del noveno en la misión. Era imperdonable, y a partir de ahora, Aoki mismo haría lo posible por evitar el mayor número de bajas que le fuese posible, adoptando una postura mucho más seria ante cualquier tema, aunque no fuese lo común en él. Pero el duro golpe cambiaría algo en el funcionamiento interno del capitán de la cuarta...

- Tienes razón Hayato... Siento no saber nada aún, voy a ver a Chido, Le dejo un rato de intimidad para que se despida... - y colocó su propia mano sobre la cálida mano que le mantenía unido a la realidad, un vínculo casi ínfimo, pero más que necesario en ese momento. No podía descolgarse, no podía sentirse solo, porque estaría perdido en el mar de culpabilidad de formaban sus lagrimas.

Miró una última vez al suelo decaído, y rió por no llorar al ver las gotas de sus lágrimas sobre el frío mármol del piso de la habitación. Tenía que salir de ese charco, y tenía que hacerlo ahora.

Se puso en pié, decidido, casi sacándole una cabeza a su acompañante, pisó sus lágrimas para dejarlas atrás, y se dirigió hacia la puerta, no sin antes detenerse junto al capitán, y ser esta vez el que sujetaba el hombro de su acompañante. - Lo siento una vez más, Kobayashi-taichô -

Y sin decir nada más, ni siquiera volver a mirarle, se encaminó decidido hacia la salida, perdiéndose de la puerta hacia fuera. Ahora lo que pasara fuera de ese cuarto no debía tener importancia para el capitán. Era el último rato que compartirían, y debía aprovecharlo...

[[OFF: Despidete, Hayato, luego vuelvo y te doy las noticias de la muerte, o al menos lo que haya podido descubrir mi querido forense... PD: Se me han saltado las lágrimas con tu post]]
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Mensaje por Kobayashi Hayato Jue Nov 18, 2010 1:24 pm

La puerta se cerró con un ominoso "clic". Ese fue el último sonido audible en la sala, al que siguió un absoluto y solemne silencio. El capitán Kobayashi permaneció unos instantes mirando la puerta, para luego volverse hacia la cama en la que descansaba Katsu.

Nunca en su vida se había sentido tan solo.

Aoki se había marchado, para permitirle despedirse del que había sido su Teniente durante tan poco tiempo, pero sencillamente no sabía de qué podía servirle. Estaba muerto, era una carcasa vacía. No había nada de Katsu en aquel cuerpo inerte tapado por una sábana, nada de la luz de su sonrisa ni de su gesto tímido pero valiente.

Katsu... Nunca se lo perdonaría. Por supuesto que no era el primer compañero que perdía, pero la forma en que habían ido las cosas lo hacía sin duda la baja más dura que había soportado en su carrera de Shinigami. Ni siquiera en todos sus años como Teniente se había sentido tan responsable de una muerte: siempre estaba ahí la figura de Tsukiho Raho para cargar con el peso de las decisiones. Incluso la propia muerte del Capitán había sido responsabilidad suya. Pero Katsu, el soldado más valiente que había tenido, había muerto por su culpa. Y eso era algo que pesaba terriblemente sobre sus hombros.

Espero que puedas perdonarme, le dijo, sin palabras que rompieran el silencio. ¡Maldita sea! ¿Por qué Katsu? ¿Porqué él? Katsu, tan joven, tan resuelto, tan jovial... No podía ocurrírsele nadie que mereciera la muerte menos que él. Y, sin embargo, ahí estaba, tan frío como el metal de su cama. Era injusto. Y sentía ganas de rebelarse contra ello, por mucho que supiera que era inútil.

El nudo en su garganta parecía estarse extendiendo al pecho. No hubiera podido decir lo que sentía: era rabia, tristeza, impotencia, culpa... todo mezclándose y revolviéndose, luchando por la supremacía de sus emociones. Aún quedaba algo dentro de sí lo suficientemente consciente como para alegrarse de que no hubiera nadie más en la habitación que pudiera verle en ese estado cuando, abatido, se dejó caer en la silla que había ocupado Murakami, cubrió sus ojos con la mano derecha y los sintió arder como tizones al fuego.
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Mensaje por Sha Mar Nov 30, 2010 6:48 am



Toco dos veces la puerta, llamando suavemente en ella. Era raro ver como Sha a veces irrumpía de una forma tan natural y normal para los demás, sabía que en aquella situación no podía actuar tan… impulsiva.

- ¿Se puede… - Echo un vistazo rápido a la habitación para acabar la frase – Kobayashi Hayato taicho?

Con dulzura abrió la puerta y la volvió a cerrar, se acercó muy despacio hacia el capitán del séptimo escuadrón.

- Capitán, Chido-san va a proceder a analizar a la victima, quería comentárselo para ir preparando la sala. Si quiere puede preguntarle si es posible quedarse. – Hizo unos minutos de pausa y cabizbaja soltó – Siento mucho su perdida Kobayashi Hayato taicho, le prometo que haré cuanto esté en mi mano para encontrar al culpable.

Diciendo esto volvió a su tarea, trajo consigo los materiales necesarios para que Chido procediese a su tarea. Lo dejó todo en una bandeja sobre una mesa cerca del cuerpo. Momento que aprovechó para echarle un ojo por encima sin que se notase demasiado, ya que ella no podía tocar el cuerpo y mucho menos estando el capitán delante.

Quería inspeccionar cualquier posibilidad de indicios de contusiones, algún orificio por donde penetrase una aguja o algo similar. Mientras esperaba la llegada de Chido san para poder partir después.


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Mensaje por Murakami Aoki Jue Dic 09, 2010 11:17 am

Una vez listos los preparativos, la puerta se abrió una vez más. Chido se introdujo en el habitáculo con paso felino, aunque solemne. Quizá sus pisadas no retumbasen en las paredes cual jinete con armadura completa al descender de su caballo, pero su mera presencia, aunque inquietante, se dejaba respetar.

Dirigió una mirada fugaz a "la señorita Komori" que se estiró, casi como cuadrada ante su sargento. Luego una infinitamente más afable a Kobayashi, dentro de lo posible, y con una leve reverencia con la cabeza le dio por saludado.

Avanzó hasta el fondo del cuarto, corrió las cortinas dejando la sala en penumbra. LE hizo un gesto con la cabeza a Sharessu para que se marchase, y una vez hubo abandonado el cuarto, se dirigió a Hayato. A una distancia prudente de aproximadamente un metro, le comentó con brevedad.

- Taichô, deje que cuide de él, averiguaré tanto como pueda. El escuadrón está patas arriba buscando al culpable. Confíe en nosotros. Ahora si se ha despedido... -. Esperó a la confirmación, y a que abandonase el cuarto.

Cuando Hayato salió, a su espalda se encendió el foco que le serviría de lumbre al forense. Ya estaba manos a la obra, aunque ni siquiera él mismo sabía si llegaría a encontrar algo más.

OFF: Sha, no ves nada de nada, ni contusiones, ni cortes, ni actos de violencia. KAtsu estaba prácticamente recuperado. Hacía 3 días desde que fue tratado por sakurai, y ya había hasta paseado por el cuarto escuadrón un par de veces. seguramente hoy se le daría el alta, y no ves nada de nada ^^* lo siento.

Hayato, todos están haciendo algo, así que metete en el hilo que quieras, o investiga por tu cuenta en cualquier otra parte del sereitei/rukongai/camara de los 47/hueco mundo/casa de la abuela de Yamamoto.... xo si abres un tema nuevo avisa, vale?? ^^
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Mensaje por Sha Vie Dic 10, 2010 3:27 am

Sha bajo la cabeza, como asintiendo y a la vez diciendo adiós.

- Chido-san por favor, cuando termines mandeme una mariposa. Yo mantendré informado al capitán. Además he perdido de vista a Suzuhara Sakurai así que por lo visto, por el momento, yo soy la que está al mando. Iré mientras ha hablar con Shinoin Kato.- hizo una pausa – Kobayashi Hayato – hizo el mismo gesto con la cabeza para decir adiós.

Con pasos firmes y lentos dejó aquella sala, con la puerta cerrada para que nadie molestase al forense.

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Mensaje por Murakami Aoki Mar Ene 04, 2011 12:46 pm

Hayato, aún sigues en la puerta, sin haberte movido cuando escuchas esto:

- ¡ALERTA A TODOS LOS SHINIGAMIS DEL CUARTO ESCUADRÓN! EL SHINIGAMI DE NOMBRE SUZUHARA SAKURAI SE ESTÁ DANDO A LA FUGA TRAS ATACAR AL TENIENTE DE LA NOVENA DIVISIÓN. REPITO, EL SHINIGAMI DE NOMBRE SUZUHARA SAKURAI SE ESTÁ DANDO A LA FUGA TRAS ATACAR AL TENIENTE DE LA NOVENA DIVISIÓN... -

No sabes quien es ese tal Suzuhara Sakurai, pero te suena el nombre... Si quieres, haz lo que te de la gana en el cuarto escuadrón, o salte a buscarle... seguro que un capitán no tarda muxo en dar con un tercer oficial... ^^
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Mensaje por Kobayashi Hayato Jue Ene 27, 2011 11:20 pm

[FDI: Siento el retraso (otra vez). Los exámenes me han tenido cautivo en sus garras durante todo este tiempo. Seré sincero: me siento como si acabara de bajar de una nave espacial y no tengo mucha idea de hacia dónde irme, así que me pongo a tu disposición y me ofrezco a encaminarme hacia donde te vaya mejor que esté. Me he dado una vuelta por los hilos y me parece que el tema de Suzuhara está prácticamente liquidado, no? Siempre puedo salir a buscarlo y terminar en otro sitio (Kobayashi nunca se ha destacado por tener un olfato especialmente fino para los reiatsus), o encontrarlo y enterarme un poco de cómo va el percal, que soy el que menos idea tiene de nada. En fin, que en tus manos me pongo. Y prometo no volver a desaparecer... por lo menos en unos días n_n']
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