En los aposentos de Karasuma-Fukutaicho

Sintió que el mordisco le trasmitia descargas electricas por todo el cuerpo tanto que aflojó su propio agarre solo para emitir un quejido cargado de lujuria y placer, y despues volver a morderle dispuesta a marcarle, que recordara aquel encuentro por varios días, que la recordara a ella, a su aroma juvenil, a su cuerpo, sus ojos... su boca.

La excitación de él aumentaba la suya propia, ese ser bajo las ropas rogando por ser atendido tenia a Paprika al borde de colapsar y atender sus ruegos, con su mano seguia acariciandolo, sintiendolo en su magnificencia, sintiendo el calor intenso atravezar la hakama y ella negandose a escucharlo si no por el contrario buscando que se rindiera por completo a ella, que fuera él quien fuese en busqueda de ese oasis que ella le ofrecia y descansar allí su tortura.

Cuando su hakama cayó al suelo sus mejillas volvieron a incendiarse en rojo uniendose al tono de sus cabellos y haciendo que sus ojos azules ardieran como fuego, no tuvo tiempo de reaccionar siquiera cuando sintió la presión de los dedos de Taiga en su entrepierna, sus piernas fallaron de inmediato y volvió a liberarlo soltando un gemido - Taiga - susurró al oido del shinigami pegandose aún más a él para luego morderle suavemente el lobulo de la oreja y bajar lamiendole el cuello mientras trataba de liberarse del mordisco que la tenia prisionera. Su mano aumentaba la velocidad y la fuerza sobre la entrepierna de él .

Los gruñidos de Taiga comenzaron a despertar a ese dominador de bestias que habitaba dentro de ella y de su garganta comenzaron a salir suaves vibraciones como los ronroneos de un felino en celo.

- Domina! -
- Permite el dominio -

Las voces de su Zanpakutou le taladraron la mente mientras sentia que su pecho estallaria - Aagh! - gruñó despegandose violentamente del teniente sin importarle si se hacia daño o no, con sus manos se deshizo de las ropas de shinigami del hombre de una manera casi salvaje pero sin perder ni por un segundo la sensualidad, sus cabellos moviendose como una cascada de sangre, su respiración agitada y sus ojos como fuego. Una vez lo pudo observar correctamente se quedó estatica observando a aquel que osaba tocarla sin temor, su cuerpo, sus vendas. Regresó suavemente hacia él y sus manos le tocaron los muslos para ir subiendolos suavemente dejando que el frio de los mismo sirviera como un conector electrico a las terminales nerviosas del teniente, pasó acariciandole la entrepierna de la misma manera y despues por el torso hasta el pecho donde las dejó reposar para recargarse en él, su rostro encajado en el cuello de él y su respiración agitada, su aliento mentolado y suave. Por fin miró en donde estaban.

Se dejó abrazar sin oponer resistencia, como si por un minuto su bestia interna se hubiese calmado aunque en realidad acechaba. Terminaron recostados en el futón que estaba en el suelo de la habitación; Paprika puso sus manos bajo la almohada y la aferró con fuerza ahogando un gemidito al sentir la pierna del teniente en su entrepierna la cual estaba terriblemente humeda a causa de los juegos del hombre en ese santuario.

Notó que él támbien se habia calmado, habian llegado a un punto en que ambos estaban en acecho, haber quien saltaba primero. Los ojos de ambos ardian en un fuego tranquilo pero peligroso, y las gargantas de los shinigamis emitian gruñiditos de placer. Por el lado de Paprika esto le llegaba por las bestias que guardaba en su interior. Las palabras de él le calaron en la mente y se retorció como si aquello hubiese sido una amenaza a su territorio a su dominio, pero él era más fuerte que ella y estaba perdiendo poder sobre él a cada segundo que pasaba.

El movimiento de la rodilla del shinigami la hizo retorcerse a medida que la sensibilidad aumentaba en su cuerpo. Sacó sus manos de debajo de la almohada para recorrerle la espalda sin poder adivinar que este paso smplemente le costaria su libertad. Sus ojos se abrieron notablemente en evidencia de que iba a protestar pero los labios de él le sellaron los suyos en un beso calido y largo. Para cuando él se separo de estos y comenzó a besarle el cuello habia casi olvidado su cautiverio y su respiración se habia vuelto a alterar tan cerca que estaba de perder la poca cordura que poseia. Se mordió los labios cuando él llego a sus senos y comenzó a jugar con ellos. Volvió a mover las manos con ansias de detenerlo pero el cierre en su cuello la hizo recordar que habia caido en aquella trampa y tenia que liberarse aunque hacerlo implicaba dañarse.

Se sonrojó un poco al notar como observaba los tatuajes en su cintura que lograban verse aún a pesar de las vendas que cubria parte de su torso y de las cuales él habia retirado un poco para liberar sus senos de la presión puesta para ponerlos en lugar, ahora estaban allí, libres y tentadores. Aunque sus manos llegaban a la altura de sus senos sin necesidad de hacerse daño, no las movió por unos instantes mientras su mente se despejaba un poco y dejaba al lobo jugar con su presa.

Emitió un gemido al sentir la boca de él apoderarse de su entrepierna, su espalda se curvó y un gruñidito delicado surgió de sus labios mientras cerraba sus ojos y se deleitaba en la sensación. Su muslo izquierdo estaba vendado pero sobre el derecho podian notarse támbien dos tatuajes más del mismo estilo que los de su cintura al igual que en su pantorrilla izquierda. Tras unos segundos sus caderas comenzaron a moverse involuntariamente demostrandole al apuesto hombre que lo que hacia le gustaba, le enloquecia.

En un instante de lucidez Paprika empujó su cuerpo hasta quedar en posición sentada y se quedó observandole mientras la devoraba por entero - Parece un caminante del desierto que ha encontrado su oasis - exclamó extasiada observando la escena que su cuerpo habia desatado. Se agachó entonces un poco y se hizo con los cabellos del teniente y lo haló hacia arriba sintiendo como el más minimo movimiento le cortaba la respiración, pero soportandolo sin queja alguna. Lo tomó por la nuca entonces y lo besó con descaro pasando luego su lengua por su rostro saboreando así su propia escencia y deleitandose con esto.

Sus manos sobre el pecho de él y un poco de presión que le costó algo del preciado aire, y ahora ella estaba de nuevo sobre él, esta vez su entrepierna, inundada como estaba, calida; apoyada sobre la de él en una amenaza, en un chantaje. Se movió un poco para sentar su nuevo dominio - Libereme Taiga, no quiera que lo obligue a hacerlo, a las bestias no es bueno tenerlas en cautiverio - su voz era un susurro cautivante - a menos que se esté seguro que nunca van a escapar - está vez fué una treta, un reto directo. Sonrió y volvió a mover sus caderas sintiendo el roce directo de él y gimiendo de placer mientras subia y bajaba o se movia de forma pendular.

La escena era simplemente una delicia para el mejor de los vouyeristas. Un joven adulto dominado por una pequeña adolescente, ambos en toda su magnificencia, hermosos. El sudor corriendo por sus pieles y el instinto a la orden del momento. En un arranque instintivo Paprika decidió optar por el instinto de supervivencia y procreación del macho. Se agachó un poco colocando sus manos sobre el pecho de él, su mirada fija en la de él y las vendas cerrandose sobre su cuello, ella no se quejó, solo emitió un gemido a causa de una oleada extraña de placer que el peligro inminente le suponia. Era ahora misión del hombre el salvar a la presa, de una manera algo... ironica. Humedeció sus labios con su calida lengua mientras sus dedos frios tocaban la calida piel y sus caderas seguian moviendose sobre él aumentando la velocidad y la presión en aquella zona.

Habia mantenido su mirada fija en los intensos y arrebatadores ojos del teniente, su propia mirada era segura sin demostrar en absoluto los estragos que en su cuerpo suponia la falta de aire, aquel era un juego y ella lo arriesgaria el todo por el todo por salir vencedora. El placer que le suponia el roce de su entrepierna con la del shinigami le arrebataba la razón y el peligro habia salido de toda prioridad, sus caderas se movian cada vez más rápido y con más fuerza sintiendo la explosión inminente a raiz de aquel roce intenso. Su humedad aumentaba hasta desbordarse y el ambiente comenzaba a llenarse del delicado aroma de su piel. Y el chico entró en defensa incorporandose un poco ayudando así a que el aire regresara a los pulmones de Paprika y sus mejillas regresaran a su tono palido natural, ella tomó una amplia bocanada de aquel sagrado aire y sonrió sensualmente ante las palabras del teniente - No lo harian, es usted un hombre importante, yo... solo un punto más en una lista, podria defenderse perfectamente de cualquier acusación... nadie sabe que estamos aquí - le susurró al oido mientras sus dedos volvian a moverse sobre el pecho de aquel hombre y sus labios le recorrian el cuello. El nuevo mordisco la hizo curvarse un poco y emitir un gemido ahogado, levantó el rostro y al sentir sus manos libres las desplazó hacia los cabellos del shinigami acariciandolos y haciendo presión indicandole que no se detuviera, sus colmillos contra su piel la hacian enloquecer.

A medida que los gruñidos que Taiga emitia se hacian más fuertes y constantes, Paprika comenzó a notar que eran los mismos los que la hacian temblar, los que hacian que su vientre volviese a arder con fuerzas renovadas. Su propio interior se agitaba y dos voces se elevaban al unisono, controladores de bestias que añoraban dominar a la que ella tenia entre sus brazos. Embelezada como estaba, sus propios y suaves ronroneos ahogados por los gruñidos del teniente; no pudo reaccionar de manera alguna cuando la levantó para luego su espalda volver a estar sobre el suave futón, solo pudo gemir al notar todo el cuerpo de él sobre el suyo y su fuerza impidiendola moverse, incluso los resquicios de reiatsu que se liberaban en aquellos instantes le impedian irse en contra de aquel shinigami.

Sus piernas rodeaban la cintura del teniente mientras sus ojos como zafiros lo observaban, temblando, llenos de ansiedad, de deseos. Ronroneó al sentir de nuevo la entrepierna de él rozar la suya y se retorció sintiendo un escalosfrio intenso que la hizo emitir un gritito y morderse el labio inferior con fuerza - Fuku... taicho - suspiró al sentir como él jugaba con ella, ella temblando, y él con su sensual sonrisa, con su intensa mirada. Ella puso sus manos contra le espalda de él y la recorrió suavemente, trasmitiendo el delicado frio de su piel en contraste con el calor intenso que resultaba ser la piel del shinigami.

Ella lo laceró con su mirada, qué tipo de condiciones pretendia ponerle ahora que pensaba tenerla completamente dominada. Cuando él la poseyó ella se curvó como un felino, emitiendo un grito de placer mientras un calambre la recorria de pies a cabeza. Habia sido ya meses desde la última vez que habia sido tocada con aquellas mismas intensiones, y sin embargo, no recordaba la última vez que lo habia disfrutado tanto. Debia ser el poder que el Shinigami emitia, su cuerpo perfecto, su atracción arrebatadora, ese rostro divino. Quizá su voz, o la bestia que habitaba en él. No lo sabia y preferia no encontrar la respuesta, no queria enfrentar sentimientos donde no los hubo en un principio. Le tomó el rostro entre sus manos y lo besó de una manera pasional, jugando con sus lenguas a la par que sus caderas se movian al compás de las de él haciendo la unión de ambos cada vez más intensa.

Incluso la temperatura de su piel comenzaba a aumentar logrando que se emitiera un delicado vaho alrededor de ellos, como si estuviera en medio de un bosque helado, en un claro, y solo sus cuerpos emitieran algún tipo de calor a aquellas heladas condiciones. No le era normal sentir esas temperaturas subir en su interior y la sensación era increiblemente agradable, sumida con el placer que estaba viviendo simplemente no queria separarse de aquel cuerpo nunca jamás.

Lo abrazó mientras le mordia el lobulo de la oreja, dejando que sus quejidos aumentaran notablemente. Su mente cada vez más en blanco, el juego habia terminado, aquella era la conclusión. No habria ganador o perdedor. Ella estaba ganando al tener a aquel hombre emitiendo gruñidos de placer mientras la poseia, y él ganaba al poder desahogar su interior de aquella manera. Quién perdia entonces?. Con algo de esfuerzo logró ponerse junto con él en una posición en que ella estaba sentada sobre él, sus piernas aún rodeandole la cintura y sin embargo eran ahora sus caderas las que realizaban todo el movimiento de vá y ven. Sus manos pasaron de la espalda al pecho de él y lo acarició sin dejar de moverse de manera pendular. Sus senos se balanceaban a la altura del rostro del shinigami. Le levantó el rostro para observarlo una vez más a aquellos malditos y atractivos ojos y lo besó, esta vez con una mezcla de violencia en el acto, sus caderas aumentaron la fuerza, sus gemidos volvieron a subri de volumen hasta convertirse en grititos ahogados. Le atrapó el labio inferior con los dientes y lo alargó un poco mordiendolo bruscamente, dispuesta en realidad a reventarselo, comenzaba a sentir ansias de más y más, ya no era suficiente aquel va y ven de una pareja de enamorados...

- Taiga, haga que no pueda pensar en ningún otro ser nunca jamás, haga que tenga que regresar a usted y rogarle que me posea una y otra vez... hagame su esclava - aquella última premisa la susurró con descaro y un tono de suplica en la voz. Estaba enloqueciendo en esos brazos, no estaba pensando con claridad, solo queria más y más placer, haria lo que fuese por obtenerlo, lo que fuese. Gruñó entonces, un gruñido que manó desde su garganta de una manera natural, el gruñido de una trigresa en celo, un gruñido que llamaba al macho a dominar. Los movimientos de Paprika habian llegado a su máximo, la delicada piel de la chica estaba cubierta con perlas de sudor a raiz del esfuerzo que le suponia lograr el punto de placer que buscaba. Sus senos rebotaban mientras ella se aferraba de los hombros del shinigami para subir y bajar con más fuerza y rápidez, los ronroneos simplemente ya no existian solo gruñidos, estaba cerca de morir en brazos de aquel hombre, y deseaba morir asi, una y otra, y otra vez.

Los movimientos de Taiga eran cada vez mas rapidos y energicos, no podia parar. La delicada y tersa piel de Paprika parecia nieve recien caida, pero esta nieve estaba templandose, lo que en un principio era frio estaba cada vez mas tibio. El interior de aquella joven era lo que todo hombre querria, pero ella se lo habia brindado a el, su calidez.

-No quiero despertar de este sueño...- Pensó en voz baja y entrecortada por el esfuerzo.

Cada vez estaba mas cerca de lo que ambos buscaban, ese placer que viene camuflado en lo desconocido, sentia como estaba apunto de terminar aquel doloroso choque pero fortuito.

Las heridas de la noche anterior seguian ahi y los brazos de aquella belleza rojiza posados sobre la espalda del teniente deberian estar causandole dolor pero sin embargo solo sentia placer.

Al oir a aquella chica gritar, sabia que aquello estaba apunto de acabar, puso mas empeño en sus movimientos buscando el maximo punto de placer para ambos y entonces, la bestia de Taiga afloró y se lanzó a morderle el cuello antes de que ella llegara al punto sin retorno. Aquel mordisco hizo que el placer que ella estaba sintiendo se extendiera por todo el cuerpo.
De repente ella se incorporó poniendo la cara en el pecho del teniente, entonces ahi todo acabó. La sedienta bestia interna de Taiga se dió por satisfecha y puso fin a todo aquello.

Aquel beso fué algo especial... descarado y salvaje, pero a la vez suave y tierno... aquel beso no es de alguien que solo busca placer....

Respiracion acelerada, pulso acelerado y sudoración por parte de ambos, eso era buena señal.

El aire parecía diferente, ahora podia respirar con profundidad. La suave brisa que entraba por la ventana era muy reconfortante.

Paprika... Aquel nombre resonaba dentro de la cabeza del teniente cuando vió que dicha chica de sentaba en el escritorio, la miro a los ojos y la siguió con la mirada hasta el futón.
Una vez ella se tumbó el se tumbó al lado y susurrandole le dijo al oido...

-Ahora... como prometí antes, la acompañare a su escuadrón, pero... deberia acicalarse un poco, si gusta puedes usar mi baño para ello.

Tras decir esto, Taiga analiza todo el cuerpo desnudo de aquella bellisima joven y memoriza cada tatuaje.
Al fijarse en el tatuaje del cuello, le retira el cuello y lo ve al completo, despues de memorizalo, Taiga acerca sus labios al tatuaje y la besa muy suavemente mientras con las manos acaricia sin darse cuenta la suave piel de aquella joven.