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Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
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Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
Era una noche oscura de invierno. Las calles estaban desoladas, el frío inundaba las casas, las luces apenas alumbraban el suelo por donde se podía pisar. Ni un solo ruido, ni coches, ni gente…ni siquiera la respiración.
Las calles eran lúgubres, allá por donde mirases podía ser perfectamente un escenario de cuentos de terror. Se respiraba el miedo, y… ¿sangre? Avanzamos por la calle, persiguiendo este aroma, ese perfume con el que la muerte nos llama.
Una silueta, dibujada en la pared de una calle que cruzaba por la que estaba la joven a la que seguimos. Era una silueta humanoide, estaba tumbada o… más bien se estaba arrastrando por la fina capa de nieve del suelo. Alargaba el brazo como si su vida dependiese de llegar a alguna parte, y finalmente apareció en la esquina que unía aquellas calles.
La joven de cabellos claros se agachó para recoger al herido, sin duda alguna era uno de los últimos grupos que habían bajado al mundo humano. El único cuya línea se perdió en la espesura de aquella niebla, pues en su escuadrón no pudieron entablar contacto. Era un grupo de ocho, lo recordaba a la perfección, y ahora… ¿solo quedaba uno? El joven, con aspecto endeble y con poca constitución, estaba desmayado, apartado de aquella esquina de donde lo sacó Erienne. Su curiosidad innata le obligaba a mirar qué había sucedido en aquella escena de aquella batalla. Giró al esquina y… ningún cadáver, tan solo un gran charco de sangre, uno tan grande que… si en aquel momento le hubiesen dicho que allí habían perecido los ocho shinigamis ella se lo hubiese creído.
- ¿Queda alguien más?
- Nadie más. – escuchó por unos cascos que llevaba puesto en las orejas, desde los cuales se comunicaba con su escuadrón.
La teniente llevó arrastrando el herido como pudo hasta el dangai, y finalmente cruzar hasta la sociedad de almas. Ella era una joven con poca fuerza, pues su habilidades en el campo de batallas estaban más curtidas en la destreza y la agilidad. Aparte siempre se le ha conocido como una mujer algo torpe y descuidada, pero no en lo que su trabajo respecta.
Dejando al joven a un lado llamó a shinigamis de su mismo escuadrón para que cuidaran del joven herido. Estiró la mano para acoger en ella una mariposa, una bella mariposa de color azabache que revoloteaba por su palma hasta posarse finalmente.
MENSAJE PARA EL CAPITAN Y SUBORDINADOS DEL CUARTO ESCUADRÓN:
Este es un mensaje de parte de la teniente del decimotercer escuadrón, Erienne Veanna:
Acabamos de recibir un shinigami herido con cortes profundos. Ha sido trasladado desde el mundo humano y ahora mismo se encuentra en nuestro escuadrón. Ruego sea atendido urgentemente, está desangrándose por momentos.
Lamento las molestias que esto pueda acarrearle, y agradecería el esfuerzo que realice por nosotros.
Un saludo y gracias;
Las calles eran lúgubres, allá por donde mirases podía ser perfectamente un escenario de cuentos de terror. Se respiraba el miedo, y… ¿sangre? Avanzamos por la calle, persiguiendo este aroma, ese perfume con el que la muerte nos llama.
Una silueta, dibujada en la pared de una calle que cruzaba por la que estaba la joven a la que seguimos. Era una silueta humanoide, estaba tumbada o… más bien se estaba arrastrando por la fina capa de nieve del suelo. Alargaba el brazo como si su vida dependiese de llegar a alguna parte, y finalmente apareció en la esquina que unía aquellas calles.
La joven de cabellos claros se agachó para recoger al herido, sin duda alguna era uno de los últimos grupos que habían bajado al mundo humano. El único cuya línea se perdió en la espesura de aquella niebla, pues en su escuadrón no pudieron entablar contacto. Era un grupo de ocho, lo recordaba a la perfección, y ahora… ¿solo quedaba uno? El joven, con aspecto endeble y con poca constitución, estaba desmayado, apartado de aquella esquina de donde lo sacó Erienne. Su curiosidad innata le obligaba a mirar qué había sucedido en aquella escena de aquella batalla. Giró al esquina y… ningún cadáver, tan solo un gran charco de sangre, uno tan grande que… si en aquel momento le hubiesen dicho que allí habían perecido los ocho shinigamis ella se lo hubiese creído.
- ¿Queda alguien más?
- Nadie más. – escuchó por unos cascos que llevaba puesto en las orejas, desde los cuales se comunicaba con su escuadrón.
La teniente llevó arrastrando el herido como pudo hasta el dangai, y finalmente cruzar hasta la sociedad de almas. Ella era una joven con poca fuerza, pues su habilidades en el campo de batallas estaban más curtidas en la destreza y la agilidad. Aparte siempre se le ha conocido como una mujer algo torpe y descuidada, pero no en lo que su trabajo respecta.
Dejando al joven a un lado llamó a shinigamis de su mismo escuadrón para que cuidaran del joven herido. Estiró la mano para acoger en ella una mariposa, una bella mariposa de color azabache que revoloteaba por su palma hasta posarse finalmente.
MENSAJE PARA EL CAPITAN Y SUBORDINADOS DEL CUARTO ESCUADRÓN:
Este es un mensaje de parte de la teniente del decimotercer escuadrón, Erienne Veanna:
Acabamos de recibir un shinigami herido con cortes profundos. Ha sido trasladado desde el mundo humano y ahora mismo se encuentra en nuestro escuadrón. Ruego sea atendido urgentemente, está desangrándose por momentos.
Lamento las molestias que esto pueda acarrearle, y agradecería el esfuerzo que realice por nosotros.
Un saludo y gracias;
Última edición por Erienne el Vie Mar 04, 2011 11:42 pm, editado 1 vez
Erienne- Post : 673
Edad : 35
Re: Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
Por el cielo celeste del seireitei corría la brisa matutina. Desde la puerta a las dependencias del décimo tercer escuadrón, a la izquierda un soldado, uniformado de negro como es usual, a la derecha, otro como si fuera una copia del primero. A las espaldas, el escuadrón en sí, incluido el imponente edificio base, y al frente, el intrincado laberinto que compone la tierra de nadie del seireitei.
Pero, si fijas la vista en el cielo, allí viene, el majestuoso ave zampakutou de Noboru, surcándolo con maestría y pericia, conociéndose el propio seireitei mejor que su propio dueño.
Aterrizó justo a escasos metros de la entrada, donde Noburo saltó presto, y se acercó a paso ligero a uno de los guardias. El ave, sin necesidad de ordenarle nada, se desvaneció formando un polvo rojizo que se condensó alrededor de la vaina, volviendo a tomar la forma de la zampakutou sellada.
Apoyado por la inercia del vuelo, se acercó de pocas zancadas a uno de los guardias, y se detuvo en seco frente a él.
- Noboru, cuarto escuadrón. Se me ha hecho llamar y supongo esperan mi visita. - Tras un titubeo por parte del guardia, y una mirada entre ellos, asintió, y sosteniendo cada uno una solapa de la puerta, dejaron ver el interior de las dependencias del decimotercer-escuadrón [[OFF: No seré yo quien las describa]].
No tuvo que andar mucho hasta encontrar a la agitada Erienne. Ya era la segunda vez que se encontraban, y La inocencia de Noburu unida a la torpeza de la teniente, hacían de ellos una pareja particular.
- Ya estoy aquí, Veanna-Fukutaichou. ¿Cuál es el problema? -
Pero, si fijas la vista en el cielo, allí viene, el majestuoso ave zampakutou de Noboru, surcándolo con maestría y pericia, conociéndose el propio seireitei mejor que su propio dueño.
Aterrizó justo a escasos metros de la entrada, donde Noburo saltó presto, y se acercó a paso ligero a uno de los guardias. El ave, sin necesidad de ordenarle nada, se desvaneció formando un polvo rojizo que se condensó alrededor de la vaina, volviendo a tomar la forma de la zampakutou sellada.
Apoyado por la inercia del vuelo, se acercó de pocas zancadas a uno de los guardias, y se detuvo en seco frente a él.
- Noboru, cuarto escuadrón. Se me ha hecho llamar y supongo esperan mi visita. - Tras un titubeo por parte del guardia, y una mirada entre ellos, asintió, y sosteniendo cada uno una solapa de la puerta, dejaron ver el interior de las dependencias del decimotercer-escuadrón [[OFF: No seré yo quien las describa]].
No tuvo que andar mucho hasta encontrar a la agitada Erienne. Ya era la segunda vez que se encontraban, y La inocencia de Noburu unida a la torpeza de la teniente, hacían de ellos una pareja particular.
- Ya estoy aquí, Veanna-Fukutaichou. ¿Cuál es el problema? -
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
Las dependencias del 13º escuadrón estaban desiertas, pues todo el mundo estaba sumido en aquel percance o en otros asuntos de igual importancia. Los pasillos estaban bien iluminados con sus paredes de madera y su tatami de un color verdoso como si estuviese recién puesto.
Erienne estaba mirando a todos los sitios sin detener su mirada en ninguna parte en especial, a veces se mordía la mano para evitar el pánico y poder volver a la vida real. Sin sumirse del todo en sus pensamientos intentaba mantener la respiración normal sin llegar a desmayarse por hiperventilación.
Cuando Noboru llegó a las puertas del escuadrón Erienne no se paró a presentarse, pues él ya la conocía, ambos se conocían, y aunque ella siempre había sido de las mujeres recatadas y distantes no pudo evitar cogerle de la muñeca y pasearlo por los pasillos hasta llegar al punto clave.
Los pasillos daban a numerosos aposentos, de dormitorios y habitaciones con aparatos para comunicarse con sus compañeros, algún despacho y poco más que llamase la atención por donde pasaron. Todo estaba en perfecto orden pues Erienne era una maniática en cuanto a lo que se refería catalogar, clasificar o preparar las instalaciones adecuadas a las comodidades de todo el escuadrón. Le gustaba organizarlo todo, en su mayoría.
Iban a un paso bastante ligero, incluso para ella, normalmente ahora vendría un caso en el que se tropezara o se chocara contra algo o alguien, pero esta vez iba pensando en el tiempo que aquello gastaría, y aunque ella no lo hacía queriendo hizo todo lo posible por no retrasarse.
Al fin llegaron a un cuarto, con un par de camas, una de ellas estaba ocupada por el herido. Las sábanas estaban teñidas de un rojo oscuro que salía desde el cuerpo de Yami, el shinigami raso del decimo escuadrón.
La joven teniente estaba tiritando, en aquella sala se respiraba un aura fría, como si la muerte estuviese presente esperando a que aquel corazón dejase de latir. El joven estaba luchando en cada suspiro por su vida. Si las curas tardasen un poco más seguramente muera en aquella misma cama. Los miembros del treceavo apenas saben curar las heridas y se ve a simple vista por los malos vendajes que ha recibido. Había que hacerle allí una cura y después trasladarlo al cuarto escuadrón.
Si te acercas más a las heridas ves que están hechas por una katana, una zampakutoh más correctamente. Tiene heridas por todo el cuerpo y contando con su constitución no aguantará mucho. Tiene algunos tendones de las piernas cortados a sangre fría, con un perfecto corte sin titubear, excepto uno. Ese corte en especial llama la atención, parece como si el agresor se hubiese resistido y no hubiese querido hacerle daño a Yami.
[[Aquí la imagen del shinigami]]
[[Ahora es tu turno, dime qué quieres investigar y que curas le aplicas. Dime con máximo detalle a ser posible que haces con él. Su vida depende de Noboru]]
Erienne estaba mirando a todos los sitios sin detener su mirada en ninguna parte en especial, a veces se mordía la mano para evitar el pánico y poder volver a la vida real. Sin sumirse del todo en sus pensamientos intentaba mantener la respiración normal sin llegar a desmayarse por hiperventilación.
Cuando Noboru llegó a las puertas del escuadrón Erienne no se paró a presentarse, pues él ya la conocía, ambos se conocían, y aunque ella siempre había sido de las mujeres recatadas y distantes no pudo evitar cogerle de la muñeca y pasearlo por los pasillos hasta llegar al punto clave.
Los pasillos daban a numerosos aposentos, de dormitorios y habitaciones con aparatos para comunicarse con sus compañeros, algún despacho y poco más que llamase la atención por donde pasaron. Todo estaba en perfecto orden pues Erienne era una maniática en cuanto a lo que se refería catalogar, clasificar o preparar las instalaciones adecuadas a las comodidades de todo el escuadrón. Le gustaba organizarlo todo, en su mayoría.
Iban a un paso bastante ligero, incluso para ella, normalmente ahora vendría un caso en el que se tropezara o se chocara contra algo o alguien, pero esta vez iba pensando en el tiempo que aquello gastaría, y aunque ella no lo hacía queriendo hizo todo lo posible por no retrasarse.
Al fin llegaron a un cuarto, con un par de camas, una de ellas estaba ocupada por el herido. Las sábanas estaban teñidas de un rojo oscuro que salía desde el cuerpo de Yami, el shinigami raso del decimo escuadrón.
La joven teniente estaba tiritando, en aquella sala se respiraba un aura fría, como si la muerte estuviese presente esperando a que aquel corazón dejase de latir. El joven estaba luchando en cada suspiro por su vida. Si las curas tardasen un poco más seguramente muera en aquella misma cama. Los miembros del treceavo apenas saben curar las heridas y se ve a simple vista por los malos vendajes que ha recibido. Había que hacerle allí una cura y después trasladarlo al cuarto escuadrón.
Si te acercas más a las heridas ves que están hechas por una katana, una zampakutoh más correctamente. Tiene heridas por todo el cuerpo y contando con su constitución no aguantará mucho. Tiene algunos tendones de las piernas cortados a sangre fría, con un perfecto corte sin titubear, excepto uno. Ese corte en especial llama la atención, parece como si el agresor se hubiese resistido y no hubiese querido hacerle daño a Yami.
[[Aquí la imagen del shinigami]]
- Spoiler:
[[Ahora es tu turno, dime qué quieres investigar y que curas le aplicas. Dime con máximo detalle a ser posible que haces con él. Su vida depende de Noboru]]
Erienne- Post : 673
Edad : 35
Re: Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
Noboru llegó con su usual sonrisa, siempre calmado, siempre controlando sus impulsos. Se le veía casi demasiado tranquilo. Avanzaba a paso tranquilo hacia Veanna, con los ojos entrecerrados y encogido de hombros. No solía alterarse por nada, y sólo una cosa conseguía a veces sacarle de esa aparente paz. El contacto físico.
Y el momento en el que lo suaves dedos de Erie... Veanna-fukutaichou abrazaron su muñeca, una punzada recorrió todo su brazo, dislocó su hombro, subió por su cuello, y encendió su cabeza como si fuera una cerilla. Sonrojado hasta la médula, siguió a su guía a través del escuadrón sin opción alguna. Aunque, obviamente no podría volver a hacer ese camino. No se quedó con una sola esquina, ni con el color de las paredes ni con el buen estado, de esto solo se dio cuenta el que lo cuenta desde fuera.
Cuando soltó su muñeca, se sintió como si le hubiese llevado hasta un descampado en un maletero. Totalmente desubicado, sin saber ni siquiera por qué puerta había entrado. Recorrió la sala con la mirada, casi obviando la imagen de Veanna, para evitar volver a ruborizarse.
Un par de camas, una de ellas perfectamente envuelta en una sábana blanca impoluta, y la otra sabana roja intensa. Era una extraña combinación de colores. Deberían ser las dos blancas, se supone... Efectivamente eran las dos blancas, pero una de ellas estaba totalmente bañada por la sangre del shinigami convaleciente sobre ella. Noboru se acercó a el mientras se descolgaba la mochila típica del cuarto escuadrón.
Arrodillado junto a la cama, comenzó a examinarle. Tenía practicados unos pésimos vendajes, que lo primero que hizo fue cortarlos para poner unos nuevos. - ¿Quién es? Si no es de vuestro escuadrón, deberíais advertir al encargado de su división... - preguntó mientras quitaba las vendas endurecidas por la sangre del shinigami. Necesitaba saber su nombre para comunicarse con él, pero no se lo iba a preguntar. El pobre shinigami no estaba en condiciones de arrancarle palabras. Necesitaba de cada uno de sus alientos para sobrevivir con semejantes heridas.
Se remangó con una cinta cruzada a su espalda para que su ropa no interfiriese. Extraía instrumentos con maestría de la enorme mochila. Tijeras, vendajes, gasas, líquidos que solo los del cuarto sabrían que eran...
En su trabajo, no había distracciones, no importaba el frío que realmente imperaba en el habitáculo, no importaban los dedos de Veanna-fukutaichou, no importaba la exagerada cantidad de sangre que hasta impregnaba el tatami sobre el que se arrodillaba. Nada interfería...
Mientras le vendaba prestaba especial atención a las heridas, todas ellas hechas de forma elegante y sin el menor rastro de duda en ellas. Desprendían un reiatsu similar al que suelen poseer las zampakutous, pero no podía entretenerse ahora en esos asuntos de investigación, ahora había que salvarle la vida. Tenía una herida particular. Una sola. Era un corte distinto a los demás, dudoso, se denotaba un cambio en mitad del corte, y como se su hubiese hecho lentamente, y sin querer hacerlo. Llamó la atención de Noboru, pero una vez más, tuvo que apartarlo de su mente para hacer bien su trabajo.
Una vez completamente vendado, y practicados los primeros auxilios, se incorporó y le miró. Tenía los ojos rasgados, y tenía un cuerpo atlético y fibroso. Debía ser un hombre muy rápido para haber recibido semejantes heridas... Daba la sensación de que había algo detrás... algo extraño.
[[OFF: Su zampa está cerca? Pregunto, para no hacer metarrol... ^^
Lo dejo aquí para que tu digas algo, y luego nos lo llevamos al cuarto]]
Y el momento en el que lo suaves dedos de Erie... Veanna-fukutaichou abrazaron su muñeca, una punzada recorrió todo su brazo, dislocó su hombro, subió por su cuello, y encendió su cabeza como si fuera una cerilla. Sonrojado hasta la médula, siguió a su guía a través del escuadrón sin opción alguna. Aunque, obviamente no podría volver a hacer ese camino. No se quedó con una sola esquina, ni con el color de las paredes ni con el buen estado, de esto solo se dio cuenta el que lo cuenta desde fuera.
Cuando soltó su muñeca, se sintió como si le hubiese llevado hasta un descampado en un maletero. Totalmente desubicado, sin saber ni siquiera por qué puerta había entrado. Recorrió la sala con la mirada, casi obviando la imagen de Veanna, para evitar volver a ruborizarse.
Un par de camas, una de ellas perfectamente envuelta en una sábana blanca impoluta, y la otra sabana roja intensa. Era una extraña combinación de colores. Deberían ser las dos blancas, se supone... Efectivamente eran las dos blancas, pero una de ellas estaba totalmente bañada por la sangre del shinigami convaleciente sobre ella. Noboru se acercó a el mientras se descolgaba la mochila típica del cuarto escuadrón.
Arrodillado junto a la cama, comenzó a examinarle. Tenía practicados unos pésimos vendajes, que lo primero que hizo fue cortarlos para poner unos nuevos. - ¿Quién es? Si no es de vuestro escuadrón, deberíais advertir al encargado de su división... - preguntó mientras quitaba las vendas endurecidas por la sangre del shinigami. Necesitaba saber su nombre para comunicarse con él, pero no se lo iba a preguntar. El pobre shinigami no estaba en condiciones de arrancarle palabras. Necesitaba de cada uno de sus alientos para sobrevivir con semejantes heridas.
Se remangó con una cinta cruzada a su espalda para que su ropa no interfiriese. Extraía instrumentos con maestría de la enorme mochila. Tijeras, vendajes, gasas, líquidos que solo los del cuarto sabrían que eran...
En su trabajo, no había distracciones, no importaba el frío que realmente imperaba en el habitáculo, no importaban los dedos de Veanna-fukutaichou, no importaba la exagerada cantidad de sangre que hasta impregnaba el tatami sobre el que se arrodillaba. Nada interfería...
Mientras le vendaba prestaba especial atención a las heridas, todas ellas hechas de forma elegante y sin el menor rastro de duda en ellas. Desprendían un reiatsu similar al que suelen poseer las zampakutous, pero no podía entretenerse ahora en esos asuntos de investigación, ahora había que salvarle la vida. Tenía una herida particular. Una sola. Era un corte distinto a los demás, dudoso, se denotaba un cambio en mitad del corte, y como se su hubiese hecho lentamente, y sin querer hacerlo. Llamó la atención de Noboru, pero una vez más, tuvo que apartarlo de su mente para hacer bien su trabajo.
Una vez completamente vendado, y practicados los primeros auxilios, se incorporó y le miró. Tenía los ojos rasgados, y tenía un cuerpo atlético y fibroso. Debía ser un hombre muy rápido para haber recibido semejantes heridas... Daba la sensación de que había algo detrás... algo extraño.
[[OFF: Su zampa está cerca? Pregunto, para no hacer metarrol... ^^
Lo dejo aquí para que tu digas algo, y luego nos lo llevamos al cuarto]]
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
- Su nombre es Yami, shinigami raso del 10º escuadrón. Ahora mismo llamaré a un encargado de allí.
Erienne se alejó un momento mientras Noboru aplicaba todos los vendajes y curaciones a las heridas tan feas que tenía el paciente. Estiró el brazo hacia enfrente mientras notaba el cosquilleo en su palma de una mariposa de azabache. Susurrándole al oído mandó el mensaje al susodicho escuadrón. Ahora solo hacía falta esperar.
- ¿Cómo pinta? ¿Podrá salir de esta? Le he dicho al shinigami de su escuadrón que nos lo llevaremos al cuarto para que se vaya recuperando allí. Así que cuando esté en mejores condiciones te ayudaré a llevarlo, además aquí en medio lo único que hace es empeorar sus condiciones, revoluciona al personal y no estará atendido lo suficiente
Erienne quedó unos instantes parada, se puso colorada y volvió a mirar a Noboru
- No es que usted no sea lo suficientemente bueno, es que… allí en el cuarto seguro que tenéis mejores instrumentos que en un simple botiquín…
Las vendas se enrojecen un poco con el paso de los segundos, pero no demasiado como para cambiarlas. Un buen vendaje aplicado a tiempo ha sido suficiente para cortarle la hemorragia, ha perdido mucha sangre pero no es algo que no puedan solucionar los shinigamis del cuarto escuadrón. Ahora que estás más calmado comienzas a sentir más el reiatsu que yace en su interior…Los cortes son de una zampakutoh, y sabes muy bien cual es. Su zampa estaba justo a su vera
Aunque ahora mismo está inconsciente y sería de muy mal agrado informar sin tener otra opinión profesional. Puede que aquellas heridas no fueran provocadas por la misma, o puede que haya sido un mal tropiezo o desencuentro del combate.
Aun así sabes que los shinigamis del 10º no huyen del combate, no pudo hacerse esas heridas para aparentar estar muerto, aquí había algo que no olía bien.
Erienne se alejó un momento mientras Noboru aplicaba todos los vendajes y curaciones a las heridas tan feas que tenía el paciente. Estiró el brazo hacia enfrente mientras notaba el cosquilleo en su palma de una mariposa de azabache. Susurrándole al oído mandó el mensaje al susodicho escuadrón. Ahora solo hacía falta esperar.
- ¿Cómo pinta? ¿Podrá salir de esta? Le he dicho al shinigami de su escuadrón que nos lo llevaremos al cuarto para que se vaya recuperando allí. Así que cuando esté en mejores condiciones te ayudaré a llevarlo, además aquí en medio lo único que hace es empeorar sus condiciones, revoluciona al personal y no estará atendido lo suficiente
Erienne quedó unos instantes parada, se puso colorada y volvió a mirar a Noboru
- No es que usted no sea lo suficientemente bueno, es que… allí en el cuarto seguro que tenéis mejores instrumentos que en un simple botiquín…
Las vendas se enrojecen un poco con el paso de los segundos, pero no demasiado como para cambiarlas. Un buen vendaje aplicado a tiempo ha sido suficiente para cortarle la hemorragia, ha perdido mucha sangre pero no es algo que no puedan solucionar los shinigamis del cuarto escuadrón. Ahora que estás más calmado comienzas a sentir más el reiatsu que yace en su interior…Los cortes son de una zampakutoh, y sabes muy bien cual es. Su zampa estaba justo a su vera
Aunque ahora mismo está inconsciente y sería de muy mal agrado informar sin tener otra opinión profesional. Puede que aquellas heridas no fueran provocadas por la misma, o puede que haya sido un mal tropiezo o desencuentro del combate.
Aun así sabes que los shinigamis del 10º no huyen del combate, no pudo hacerse esas heridas para aparentar estar muerto, aquí había algo que no olía bien.
Erienne- Post : 673
Edad : 35
Re: Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
Una vez aplicados los primeros auxilios, y tras la tímida disculpa de Veanna-fukutaichou, Noboru se puso en pie, y giró sobre sus tobillos. La miró a los ojos y mostró una amplia sonrisa.
- Está estable, se recuperará. Pero tengo que llevarle enseguida al cuarto escuadrón... Usted encárguese de averiguar qué pasó con él. -. Luego, recorrió el cuarto con la mirada. Era uno austero y práctico, sin ningún tipo de decoración. Se notaba que es ese cuarto no se pasaba mucho tiempo, quizá fuera un dormitorio que solo se usaba para dormir algún raso, o quizá una sala habilitada para enfermería que no se solía usar... sea como fuere, no parecía precisamente una casa de ensueño...
En su recorrido, sus ojos se detuvieron en su zampakutou, apoyada a los pies de la cama, y un escalofrío le erizó los vellos de la espalda. Esa zampakutou tenía el reiatsu, si no idéntico, terriblemente parecido... Tendría que llevársela al cuarto también.
Se acercó a la espada, hizo una profunda reverencia ante ella, para disculpare por tocarla sin ser su propietario, y la tomó con suavidad, para meterla lueg en su cinto, junto a Kotowari. Acto seguido desenvainó su propia arma y volvió a invocar al ave. Esta vez estaba como más agazapado. Ese animal entendía la situación en todo momento, y no necesitaba intercambiar ni una sola palabra con su shinigami. Noboru, con ayuda de Erienne, depositó al shinigami a la espalda del ave y pidió a la teniente que le guiara a la salida.
Kotowari cruzó la puerta siguiendo a ambos shinigamis, y con el tercero a la espalda, encogida la zampakutou de tal manera que entraba con soltura por el pasillo.
Llegados a la salida, Noboru se despidió de Erienne con un simple gesto y añadió que - Nosotros nos ocuparemos de él, y en cuanto sepamos algo más, le informaremos. ¡Ah! Y para la próxima vez avisanos por el wakie que dejamos aquí la vez anterior, es más rápido que las mariposas... y acompañó otra brillante sonrisa...
Cuando le contestó, se marchó volando hacia su escuadrón, agarrado a las patas de kotowari...
OFF: Tu me dirás que quieres ahora, si hago un post investigando el cuerpo, o directamente m dices los resultados y envio a alguien, o si vas a hacerlo con sha o qué ^^
- Está estable, se recuperará. Pero tengo que llevarle enseguida al cuarto escuadrón... Usted encárguese de averiguar qué pasó con él. -. Luego, recorrió el cuarto con la mirada. Era uno austero y práctico, sin ningún tipo de decoración. Se notaba que es ese cuarto no se pasaba mucho tiempo, quizá fuera un dormitorio que solo se usaba para dormir algún raso, o quizá una sala habilitada para enfermería que no se solía usar... sea como fuere, no parecía precisamente una casa de ensueño...
En su recorrido, sus ojos se detuvieron en su zampakutou, apoyada a los pies de la cama, y un escalofrío le erizó los vellos de la espalda. Esa zampakutou tenía el reiatsu, si no idéntico, terriblemente parecido... Tendría que llevársela al cuarto también.
Se acercó a la espada, hizo una profunda reverencia ante ella, para disculpare por tocarla sin ser su propietario, y la tomó con suavidad, para meterla lueg en su cinto, junto a Kotowari. Acto seguido desenvainó su propia arma y volvió a invocar al ave. Esta vez estaba como más agazapado. Ese animal entendía la situación en todo momento, y no necesitaba intercambiar ni una sola palabra con su shinigami. Noboru, con ayuda de Erienne, depositó al shinigami a la espalda del ave y pidió a la teniente que le guiara a la salida.
Kotowari cruzó la puerta siguiendo a ambos shinigamis, y con el tercero a la espalda, encogida la zampakutou de tal manera que entraba con soltura por el pasillo.
Llegados a la salida, Noboru se despidió de Erienne con un simple gesto y añadió que - Nosotros nos ocuparemos de él, y en cuanto sepamos algo más, le informaremos. ¡Ah! Y para la próxima vez avisanos por el wakie que dejamos aquí la vez anterior, es más rápido que las mariposas... y acompañó otra brillante sonrisa...
Cuando le contestó, se marchó volando hacia su escuadrón, agarrado a las patas de kotowari...
OFF: Tu me dirás que quieres ahora, si hago un post investigando el cuerpo, o directamente m dices los resultados y envio a alguien, o si vas a hacerlo con sha o qué ^^
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
A escasos unos momentos de haberse marchado el shinigami del cuarto escuadrón llegó el encargado de aquella misión, o al menos por el momento. Miró a Erienne que estaba allí clavada como una estatua, como siempre en su mundo. Se acercó a ella con paso firme pero aun así, deseaba no tener que oír una respuesta desagradable por la boca de aquella mujer.
- He acudido en cuento me han informado… ¿Es usted la teniente del escuadrón no? – ella pareció asentirle con la cabeza. – Entonces cuénteme ¿Qué es lo que ha sucedido?
Él daba pequeños golpes con la suela de sus zancos, estaba un poco agobiado, el momento le pedía que estuviese estable y sereno, pero deseaba ponerle fin a esto y zanjar el tema. Quería saber que es lo que había pasado y por qué. Estaba estudiando la posibilidad de que si fuese un hollow, tendría que bajar él mismo a por él. Pero era extraño, se envió a un grupo entero y como dijo Kureha… solo apareció uno. Sabía que era capaz, pero preferiría ir de precavido y reunir a un grupo de gente para nada, antes que apostar su vida a cara o cruz. Quizás tendría que mandar algunas mariposas a algún escuadrón para que le ayudasen, por supuesto no haría falta capitanes, si se tratase de un hollow con un pequeño grupo quizás bastaría.
- He acudido en cuento me han informado… ¿Es usted la teniente del escuadrón no? – ella pareció asentirle con la cabeza. – Entonces cuénteme ¿Qué es lo que ha sucedido?
Él daba pequeños golpes con la suela de sus zancos, estaba un poco agobiado, el momento le pedía que estuviese estable y sereno, pero deseaba ponerle fin a esto y zanjar el tema. Quería saber que es lo que había pasado y por qué. Estaba estudiando la posibilidad de que si fuese un hollow, tendría que bajar él mismo a por él. Pero era extraño, se envió a un grupo entero y como dijo Kureha… solo apareció uno. Sabía que era capaz, pero preferiría ir de precavido y reunir a un grupo de gente para nada, antes que apostar su vida a cara o cruz. Quizás tendría que mandar algunas mariposas a algún escuadrón para que le ayudasen, por supuesto no haría falta capitanes, si se tratase de un hollow con un pequeño grupo quizás bastaría.
Última edición por Asahina Saeki el Miér Jun 15, 2011 3:25 am, editado 1 vez
Asahina Saeki- Post : 54
Edad : 35
Re: Amor propio Vol.1 De regreso del mundo humano
Erienne se espabiló cuando supo quien era el que le había venido a visitar. Con un par de palmadas en sus mejillas volvió de su mundo.
- Discúlpeme Asahina Saeki san. Estoy un poco marcada por el shock. De todo su grupo solo él salió con vida, y esta bastante grave aunque su vida ya no corre peligro según parece dijo el shinigami Noboru del 4º. No sabemos muy bien lo que ha pasado, pero un aviso hizo que bajase yo personalmente a ver lo ocurrido y… bueno… fue algo bastante tétrico. Quise largarme de allí cuanto antes, con un shinigami malherido no se debe pelear. No sé ni a que se estaban enfrentando. Vaya al 4º escuadrón, quizás él le resulte de más ayuda que yo. Si desea bajar yo le prepararé el dangai.
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- Discúlpeme Asahina Saeki san. Estoy un poco marcada por el shock. De todo su grupo solo él salió con vida, y esta bastante grave aunque su vida ya no corre peligro según parece dijo el shinigami Noboru del 4º. No sabemos muy bien lo que ha pasado, pero un aviso hizo que bajase yo personalmente a ver lo ocurrido y… bueno… fue algo bastante tétrico. Quise largarme de allí cuanto antes, con un shinigami malherido no se debe pelear. No sé ni a que se estaban enfrentando. Vaya al 4º escuadrón, quizás él le resulte de más ayuda que yo. Si desea bajar yo le prepararé el dangai.
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