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Klauss Halsted - 7ª Sección

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Klauss Halsted - 7ª Sección Empty Klauss Halsted - 7ª Sección

Mensaje por Klauss Vie Ene 01, 2010 8:00 am

Arrancar

- Nombre: Klauss Halsted

- Sexo: Insuficiente(?) . Masculino

- Edad real: Se desconoce

- Edad aparente: Veintipocos

- Descripción física:

Enfermizo y absorto, son dos de los adjetivos que más resaltan en su aspecto. Su rostro es fino y alargado, presentando un color pálido casi ceniciento, que sumado a las violáceas ojeras que se dejan ver en sus párpados inferiores le adjudican un permanente matiz delicado. Lleva el cabello negro como el carbón sin una mota de suciedad, aunque sus mechones dan la impresión de caerle descuidadamente por la frente, alcanzando la altura de su mirada, por lo que es un gesto habitual observar que los aparta sin mucha ceremonia hacia un costado.
Apenas pestañea, siendo una costumbre propia tratar de retener en la mente la mayor cantidad posible de detalles, considerando el parpadear una pérdida de tiempo. Una milésima desperdiciada. Sus pestañas son pobladas y largas, oscuras, y los ojos de un dorado brillante, como lámparas encendidas que abarcan todo a su alcance. Sus facciones son ligeramente afiladas, y los labios apenas tienen color. Su sonrisa es inusual, poco dado a esbozar este tipo de muecas, y cuando las realiza suelen preceder un sarcasmo o una acción cruel.

Habla de forma pausada, empleando un tono relajado que dista de ser tranqulizador. Pocas veces su ánimo ha sido alterado hasta el punto de habérsele oído gritar, y nadie aseguraría haberle escuchado reír siquiera en una ocasión.

De estatura considerable, rondando el metro noventa. Sus extremedides son largas, con un cuerpo bastante veloz y elástico, fibroso aunque delgado. Los músculos no abundan en él. Viste las ropas blancas como la mayoría de los Arrancar, apostando por un diseño cómodo y amplio de su uniforme que le facilita la movilidad. No siente la necesidad de desnudarse en público, pero si por alguna extraña razón se deshiciera de la parte superior de su atuendo podría apreciarse el hueco que quedó tras la ausencia de su cadena, alojado en el centro de su tórax.

Los restos de su máscara se encuentran incrustados en el costado izquierdo de su cabeza, representando el perfil del cráneo de algo similar a un cuervo, y también restan algunos trozos rodeando el cartílago de la oreja de ese mismo lado.

- Descripción psicológica:

Las drogas y los acontecimientos difíciles que marcaron su vida camuflaron su verdadera personalidad: la de un joven educado y religioso, agradecido de poder resultar útil a alguien con sus acciones. Su carácter se tornó agrio con el paso del tiempo, y la dependencia a los vicios le nubló la mente y marcó su desafortunado desenlace. El arrepentimiento que cargaba por sus culpas facilitó que se convirtiera en un ser oscuro e insaciable, ávido de poder y dominado por sus instintos. Y después de ese largo y tortuoso camino, afloró una nueva existencia, de inteligencia pragmática y debilidades que se sobrellevaban sin gran esfuerzo.

Klauss suele regirse por normas muy simples que le facilitan las cosas. Rechaza la responsabilidad de comandar a otros y rehúye la compañía de sus iguales, limitándose a realizar sus obligaciones con disciplina y en solitario. Notablemente reservado, pudiendo llegar a ser arisco con aquellos que hicieran intento de intromisión no autorizada en sus asuntos. No le gusta arriesgarse si no tiene grandes posibilidades de éxito. Su vida nunca le trajo buena fortuna, por eso no quiere cometer los mismos errores del pasado. Es difícil que encaje con alguien, hecho que se ve potenciado dado que se abstrae con facilidad, aunque reconoce que siente cierta atracción hacia personajes que inspiran un aura de misteriosa melancolía.
Con un temperamento que todos señalan como sereno y paciente, Klauss en ocasiones da la impresión de ser la calma que precede el estallido de la tormenta.


Resurrección

- Aspecto de la zanpakutou:
Spoiler:

- Nombre de la resurrección: Miseria

- Palabras para liberar: "Trastoca sus vidas, Miseria"

- Aspecto de la resurrección:

Emite las palabras de liberación, extendiendo su brazo hacia un costado, portador del arma, la cual parece fragmentarse en infinidad de diminutas esquirlas negras que comienzan a cubrirle cuan largo es, cambiando su aspecto:
Sus piernas se ven cubiertas por esa masa oscura que conforman una armadura que, aunque sólida, no dificulta sus movimientos. El torso queda al descubierto con extrañas marcas de corrupción, al igual que puede apreciarse el hueco que dejó su cadena.
Los cabellos negros parecen crecer, extendiéndose hasta quedar los más bajos pegados a la espalda, como si se hubiesen adherido a la piel. La máscara de huesos se aloja completa en su nuca, dando la impresión de que alberga a otro ser en ella.
Sus brazos tienen ahora un aspecto asimétrico, siendo que el izquierdo aumenta de tamaño y grosor, semejante al de una bestia con garras, y el derecho guarda una proporción adecuada en comparación a las medidas de su cuerpo.
Spoiler:

- Poder de la resurrección:

Aunque no rechaza el combate cuerpo a cuerpo su especialidad consta en alejarse y emplear técnicas a distancia que afecten en área. Su fuerte son los grandes grupos que se enfrentan a él sin mucha organización, pero puede verse en grandes problemas al dar con un experto en ofensiva a rango reducido.

Semilla de Corrupción: Originada por su arma. Para poder realizar el ataque su contrincante no debe encontrarse a más de treinta metros de él. La semilla se aferra al afectado y va nutriéndose de su energía durante dos turnos (dos post de la otra persona y dos míos), sin que él perciba alguna dolencia. Pasado este tiempo la simiente estalla e inflige daño a todo el que se encuentre a menos de trece metros del afectado. El perjuicio será mayor cuantos más hayan sido alcanzados por la explosión. La manera de esquivar este ataque o reducir sus daños es alejarse de inmediato de la persona afectada por la semilla. En su máximo grado de daño no causaría estado de muerte, pero sí daños graves- como se mencionó con anterioridad, el daño recibido depende de la cantidad de seres alcanzados por la habilidad y el poder de los mismos- y entumecimiento de las zonas afectadas.
---

Espiral del Tormento: Algunas de las plumas que cubren su figura se desprenden y comienzan a girar entorno a él, expandiéndose en su rotación y multiplicándose, hasta formar un torbellino negro que impide que entre o salga nada de ese diámetro que puede alcanzar los veinte metros. Klauss puede desviar ramales de plumas del tornado pasando el filo de su arma por una de sus paredes giratorias y enviándolas hacia sus enemigos. Este efecto se desactiva a su voluntad, cuando es seriamente agredido desde el interior o su concentración es precaria. Los adversarios que queden fuera del torbellino poco pueden hacer para interrumpirlo, pues éste repele los ataques que le dirijan, aunque claro está, siempre hay excepciones si le superan en nivel.
---

Furia de las Sombras: Klauss selecciona a un enemigo y dirige hacia él un inofensivo rayo color púrpura, marcándolo. A los pocos segundos al menos tres orbes del mismo color se crean a sus pies. La solución es alejarse de esas esferas antes de que inmolen, y andar con cuidado porque éstas se irán propagando allá por donde el que ha sido señalado pase. Las explosiones afectarán a varios personajes situados cerca de las dañinas burbujas. La marca desaparecerá a los tres turnos aproximadamente, y lo más recomendable hasta entonces es alejarse del afectado y vigilar dónde se ponen los pies.


Generales:

- Poder Hollow:
Graznido:Grito disonante que alcanza a los enemigos a un radio de quince metros, provocando que los afectados huyan despavoridos durante unos segundos en la dirección contraria a Klauss. Los efectos varían dependiendo del nivel y el estado sensitivo del adversario, siendo que solamente la habilidad le deje aturdido unos instantes si su poder es superior al de este Arrancar o posee una capacidad inusual para dominar sus emociones. Esta habilidad surte mayor efecto si los niveles de estrés, miedo o desesperación de Klauss son altos, infundiendo en los demás la desazón que él mismo experimenta. No nace de su voluntad que dicho poder afecte a unos u otros, así que tanto aliados como enemigos sufrirán los efectos si se encuentran en la distancia mencionada.

- Rango y sección: 7ª Sección. Segundo Arrancar, Arrancar raso o chico del café. Me vale con estar en la séptima.


Última edición por Klauss el Dom Ene 03, 2010 2:13 am, editado 2 veces
Klauss
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Klauss Halsted - 7ª Sección Empty Re: Klauss Halsted - 7ª Sección

Mensaje por Klauss Vie Ene 01, 2010 8:01 am

- Historia:

Klauss- I.

El incesante y hondo sonido del agua goteando sobre la piedra lo sacó de su letargo, o bien sucedió que el efecto de las drogas se había desvanecido. Pese a ello sus pensamientos seguían embotados, y sus músculos, entumecidos.

De la primera sensación que tomó consciencia fue de la humedad que le hacía endolecer los huesos, del frío que había enrojecido su piel y era el causante de que no pudiera sentir los dedos de los pies cuando los movía. Trató de centrarse en su respiración pesada, semejante a la ráfaga de un artilugio infernal. El ambiente era denso, olía a moho y a agua estancada, y lo amónico de su propia micción humedeciendo sus ropas le iritaba la piel y quemaba sus maltratados pulmones.
Logró alzar un brazo, pesado como una estaca, y enfocó la vista para observarse la palma de la mano. El dedo anular estaba torcido en un extraño ángulo, quizá roto, pero al menos los conservaba todos. Ladeando la cabeza, apoyada sobre la capa de mugre que cubría el pétreo suelo, pudo observar dónde se encontraba gracias al resquicio de luz que entraba por una estrecha ventana. Aquello era una celda.
Su reacción fue intentar recordar qué le había conducido hasta allí, pero no pudo. Y algo le decía que tampoco deseaba hacerlo. Por una causa desconocida se sentía un miserable, alguien que merecía estar en ese pozo de inmundicia en el que había caído. ¿Qué es lo que habría hecho?
Las manos de Klauss palparon entonces su cabeza. Su sentido del tacto le descubrió mechones de cabello espeso encostrados en sangre, y continuando el titubeante y torpe exámen sobre su cráneo dio con una herida que provablemente fuera la causante de su reciente desvanecimiento. Afortunadamente la temperatura de aquel lugar había impedido que la sangre, ahora coagulada, escapara sin mesura de su cuerpo trayéndole peores consecuencias.

Suspiró dolorosamente. El rayo de luz clara y tenue que se colaba por la diminuta rendija de una de las paredes le concedió la visión suficiente para percibir junto a la puerta una bandeja metálica. Ponerse en pie no se encontraba entre sus posibilidades, así que, alentado por los calambres que recorrían su hambriento estómago, se arrastró por el suelo pedregoso y de fango helado hasta quedar sin aliento, pero logrando llegar. Habían dejado un muslo de ave, un mendrugo de pan ennegrecido y un cazo oxidado con agua. El hedor de la carne en descomposición le golpeó el rostro cuando lo aproximó al plato, y la bilis acarició amargamente su paladar. Su cuerpo envuelto en ajadas vestiduras uniformadas comenzó a temblar en aquella lóbrega e insalobre habitación. Se sentía enfermo y exhausto, y entendió que si no engullía esa bazofia acabaría demasiado debilitado. Cerró los ojos y contuvo el aliento cuando comenzó a devorar la carne, reprimiendo las arcadas que producía el agrio sabor a la podredumbre en su boca, sofocando aquel gusto inmundo con el pan reblandecido en agua, y de un trago apuró el contenido del recipiente metálico. No recordaba que el agua supiera tan desagradable, pero no desentonaba comparado con el resto de su peculiar ágape.
Y de nuevo el silencio, cuando él queda tendido en el suelo, justo frente a la puerta. ¿Qué importancia tenía volver a arrastrarse hasta el lugar en el que despertó? El tiempo se sucedía de la misma forma en ambas partes. Las ratas morderían las puntas de sus zapatos de igual modo. Ratas. Habría cazado una de no sentirse tan cansado.

Progresivamente las drogas y sus efectos acabaron por abandonarle, dejándole más consciente de su propia y desafortunada situación. Sus sentidos acabaron acostumbrándose al ambiente sombrío y de ultratumba de aquel lugar. En un momento su oído pudo captar cómo comenzaba a nevar otra vez allá fuera; caían grandes y húmedos copos que llegaban al suelo con un sonido atenuado pero audible. Imaginó que acabarían colándose por el orificio que permitía escasamente la entrada de la luz, que cubriría la tierra oscura a su alrededor, y que aquel alfombrado prístino y helado no sólo congelaría su vida, sino también sus culpas. Por un desconocido motivo, a pesar de no tener recuerdos, sabía que no era una víctima de todo aquello. En la oscuridad de su corazón nacía la certeza de que ese encierro lo había ganado a pulso.

El tiempo pasaba, su mente aún emborronaba sus recuerdos, impidiéndole conocer su pasado. Tan sólo era capaz de rememorar una melodía, infantil y simple, mientras que la iluminación clara e ínfima que le ofrecía el exterior se consumía lentamente. O tal vez eran nuevas drogas ingeridas en la bebida la que oscurecían una vez más sus ojos. Se abandonó. No deseaba hacer más esfuerzos por recordar siquiera cómo se llamaba, cuando presentía que aquellos intentos por recuperar la memoría podrían conducirle a sentimientos como la tristeza o la desesperación. Permitió que sus párpados se cerrasen, e intentó imaginar la calidez del sol mientras se refugiaba en aquella cancioncilla, que resonaba en su mente con una voz que, sabía, no era la suya.
---

Dádiva- I.

Los ojos ambarinos de Klauss brillaban en la oscuridad con un deje de ansiedad. No desentonaba dicho estado de ánimo después de lo que habían pasado, y por las noches se intensificaba esa sensación de vulnerabilidad que había sido su más fiel compañera a lo largo de tantas semanas de huída. Darina le observaba en silencio, fingiendo dormir. Aquel insólito hombre despertaba su curiosidad.

Todo lo que sabía de él esque era extranjero -cosa que advirtió por el peculiar acento que se gastaba-, que no llevaba una moneda encima y no parecía tener residencia fija. También poseía manías extrañas, como mirar dentro de los armarios o debajo de los muebles cuando se ocultaban en alguna casa. Se frotaba las muñecas constantemente y murmuraba cosas inteligibles.En ocasiones se retiraba corriendo para vomitar, aunque no hubiera comido nada en todo el día. A la niña le habría asustado la actitud de aquel personaje si no fuera porque lo veía como a su salvador, y porque cuando trataba con ella demostraba ser algo más que un vagabundo desaliñado. Evitaba acercársele más de lo debido para no hacerla sentir inócomoda y hablaba con una cadencia que resultaría petulante en cualquier otra persona, pero no en él, que siempre iba rodeado de ese halo de misterio y superstición. Otro motivo por el que se encontraba agradecida era que no la forzaba a hablar de sus padres. Darina no comprendía todavía porqué motivo su familia y ella habían tenido que abandonar Pskov en mitad de la noche, saliendo en camisón al frío del invierno apenas con una bolsa de alimentos y un abrigado saco de piel de lobo cubriéndoles. Tampoco logró entender porqué aquellos hombres sucios y de sonrisas podridas les habían sorprendido en mitad del camino y...

-Sé que estás despierta, Darina- susurró con calma Klauss, provocando que diera un respingo de la sorpresa-. Y cálmate o vas a hiperventilar.

No la miraba a ella, sino que sus pupilas estaban clavadas de forma inquietante en la puerta, como si aguardaran que una figura violenta y letal irrumpiera y los atacara. Con los días había aprendido que el hablar pausado y tranquilo del joven no concordaba con la agitación interna que se manifestaba en sus ojos.

-Tuve una pesadilla y no pude volver a dormir- respondió la pequeña arrebujándose con la gruesa capa que le servía de manta. No necesitaba contarle en qué consistía su tormentoso sueño; era el mismo que la visitaba cada noche desde el asesinato de sus padres. Permaneció un par de minutos callada, meditando la cuestión que finalmente se animó a formular- ¿Crees que mamá estará enfadada conmigo?

-No. ¿Por qué iba a estarlo?- preguntó el otro a su vez, paciente.

-Pisé esa cosa asquerosa que le salía de la cabeza...- respondió ella con la voz preñada de lágrimas. Hubo un silencio extenso, en el que sólo se escuchaba el sollozo ahogado de la niña y el furioso viento que azotaba en el exterior.

-Duerme- susurró él desde algun lugar entre las sombras, y ella le hizo caso.
----

Dádiva- II.

No resultaba sencillo acostumbrarse al ambiente frío y agotador por el que se movían. La tierra estaba cubierta por una extensa y gruesa capa de nieve que ralentizaba su avance matutino. Darina siguió el ritmo marcado dificultosamente, perdiendo la capacidad sensitiva de sus extremidades inferiores a cada paso, hasta que no le quedó más opción que viajar sobre la espalda de Klauss. Por suerte la niña, con sus diez años y ligera como un pajarillo, no suponía una carga notable.

-En unas horas habremos llegado a la carretera, y entonces no será tan duro- la informó el hombre no sólo con intención de elevarle el ánimo, sino también de mantenerla despierta. La pobre alimentación que llevaba la cría y el hecho de dormir mal cada noche a causa de los sueños en los que revivía su tragedia no colaboraban en su descanso. Si la dejaba dormirse en medio de aquel temporal podría ser fatídico.- Dádiva - la llamó con el pseudónimo que le había asignado. Ella alzó la cabecita, atendiendo- ¿Por qué no me cantas esa canción de nuevo?

Se le iluminó el rostro sonrosado, esbozando una mueca alegre. Rodeó el cuello del joven en un abrazo y arrimó los suaves labios a su oído izquierdo, arrullándole con la nana que solía cantarle su madre. Darina solía pedirle que la entonara una y otra vez, y al parecer a Klauss le gustaba tanto como a ella, porque no eran pocas las veces que la había repetido para él desde que la escuchó cantarla por vez primera.

**Canción**

Se perdieron en el aire, gélido y fatigoso, las agudas notas que, como tañidos de una campana de cristal, habían emergido de la dulce boca de Darina. No se habían equivocado al ponerle ese nombre, pues era un auténtico regalo del cielo, no sólo por su candor, ahora afectado por la dura pérdida, sino por las notables aptitudes que poseía para la música y la danza. Ella quería dedicarse a eso cuando creciera, según le había dicho a Klauss, y éste prometió llevarla a un teatro cuando las cosas fueran mejor. Aquello no era un alivio, ni siquiera una esperanza, pero se trataba de una llama un tanto quebradiza de un pequeño fuego que la mantenía cuerda entre tanto dolor.

-Me quedaré contigo para siempre- anunció la niña con los ojos brillantes de un repentino entusiasmo, apartando con su pequeña nariz los mechones de cabello negro que caían sobre la nuca del joven, para depositar un beso en la piel de ésta, sin importarle que estuviera llena de roña. Ahora él era su familia, y nada podría volver a hacerle daño.

-Claro- dijo él, cediendo. Llevó una mano hacia atrás para palmearle la cabellera rubia en un gesto cariñoso-. Para siempre si así lo deseas.

Pero los planes no eran esos.
----

Klauss- II.

Despertó acosado por unos recuerdos tan vívidos que parecían quemar su cerebro, ya bastante dolorido. Recordó por fin los últimos días que gozó de parcial libertad, apiñado con una plétora de desconocidos en aquel ferrocaril, envuelto en el uniforme con el que ahora se sentía extraño.

Había sido toda una sorpresa encontrarse con Alois, regresado de su participación en Francia y que quedó descompuesto al ver el estado en el que se encontraba Klauss, a quien había tomado por un mendigo cuando se le acercó. Pidió dinero a su compatriota, pero éste se negó en rotundo al adivinar sus vicios. Aunque pudo percibir la repugnancia que suscitaba en la opinión de ese hombre, el militar checoslovaco acabó ofreciéndole un puesto entre el ejército que partiría a Siberia en un extenso viaje a bordo del Transiberiano. Tras varias horas de conversación y la férrea insistencia de su antiguo compañero, a Klauss no le quedó más que aceptar. Ya había intentado escapar una vez del ejército, y miseria era con lo único que había dado.

El trayecto estaba resultándole duro, se sentía un animal enjaulado y hambriento en aquella traqueteante máquina de hierro que le privaba de su dósis. Intentó contactar con algun vendedor abordo del ferrocaril, pero en su lugar recibió una dolorosa lección por promover esas faltas entre los milicianos de manera tan abierta. No soportaría mucho más aquella abstinencia.

Y entonces ocurrió. Ya habían recorrido la mitad del trayecto cuando el gobierno bolchevique ordenó detener a los desertores y repatriarlos a Austria. Les privaron de sus armas y golpearon con saña a aquellos que, como él, habían intentado resistirse.

Fue un alivio examinar detenidamente ese recuerdo que, por algún motivo, se había desencadenado en su memoria en forma de sueño. Podía rememorar a la perfección cada día encerrado en aquel vehículo, las escasas conversaciones en las que había participado. Si sólo fuera que le enviaban de nuevo a Austria no se habría sentido tan abrumado, pero había algo más, y así lo confirmaba el hecho de que estuviera recluído en una celda individual y no con el resto, y que le hubieran proporcionado ese trato tan inhumano. De un modo que en esos momentos encontraba inexplicable, habían descubierto lo que había hecho. Todas sus traiciones y delitos.

La presencia de esa acosadora amenaza le dio fuerzas para luchar. Por el resquicio de la pared pedregosa se colaba un nítido rayo de luz, insuficiente para alumbrar toda la celda o proporcionarle algo de calor, pero al menos le indicó que había comenzado un nuevo día, el segundo, desde que recuperó la conciencia, en esa celda horrorosa.
---

Dádiva- III.

"Es curioso cómo el tiempo pasa en la vida. A veces no es más que una neblina difusa, y sin embargo, hay acontecimientos que se quedan grabados a fuego en la memoria, y me asustaba reconocer qué marcaba la diferencia..."
*


A la altura del medio día, cuando los estómagos ya rugían con fiereza, Klauss dio el alto y se dispusieron a almorzar tranquilamente a un lado, a varios y seguros pasos del camino. Darina devoró el pellejo de carne seca y salada que le correspondía, mientras el joven se encontraba sentado a su lado con el mismo ánimo avizor que le caracterizaba. La niña se sintió contenta con su peculiar Guardián, y cada vez estaba más segura de que su encuentro había sido cosa del Dios del que le hablaba su madre.

-Agua- pidió tiritando de frío, y el hombre de cabellos desordenados y ojos amarillos como la miel derramada se afanó en complacer su deseo. Quizá se debiera a que los niños se encariñan pronto de alguien que les trata bien, o quizá fuera que aquel desgraciado suceso los había unido, pero en cuestión de semanas la menuda ya veía al extranjero como un familiar cercano.- Es una suerte que se deje ver el sol, ¿verdad?

Él observó a la muchacha con una intensidad que la asustó por unos momentos. ¿Había dicho algo malo?

-Sí. Hemos adelantado mucho camino gracias a ello- respondió con el mismo tono sosegado de siempre, disolviendo cualquier temor intuitivo. Señaló las botas marrones que calzaba, un par de números mayores que el suyo- ¿Cómo te van?

-Algo sueltas.

Se desplazó hasta quedar frente a ella, hincando una rodilla en el suelo y pidiéndole que alzara la pierna derecha para ajustarle mejor las correas al muslo. La tarea transcurrió en un agradable silencio, interrumpido como de costumbre por un comentario de la chiquilla.

-Cuando tengamos dinero tienes que comprarte un traje de seda, Klauss, y arreglarte-. Él por su parte continuaba entretenido con las cintas del calzado, pero sin ignorarla.- Y yo me compraré un vestido que haga juego con tus ropas. Entonces iremos al teatro como me dijiste, ¿a que sí?

-Claro- se limitó a contestar. Cuando hubo terminado con el primer borceguí pasó a su gemelo, procediendo con la misma eficacia.

-Klauss...

-Dime.

Hubieron unos segundos de indecisión.

-Te quiero-. El corazón de Darina palpitó como el de un animalillo enjaulado, aguardando la reacción del hombre. Estaba a punto de hiperventilar cuando él alzó el rostro y la observó de un modo tan vehemente que la hizo estremecer. Comenzó a pensar que había sido un error por su parte confesar sus inocentes sentimientos, pero cuando los pálidos y finos labios del hombre se curvaron en una sutil sonrisa, la primera que había dibujado en su rostro desde que se conocían, sus pulmones dejaron escapar un suspiro de alivio. Aunque el gesto apenas existió durante unos segundos, había resultado la mejor contestación que le podía dar.

-Vamos- la animó, ofreciéndole una pálida mano libre de guantes que la ayudaría a ponerse en pie.
-----

Klauss- III

Mientras recordaba el día en que abandonó, junto al resto de soldados, Moscú, consiguió hacer del resquicio de la pared una claraboya . Ayudándose de sus manos y el cuchillo que siempre llevaba atado a la pierna izquierda con una correa, había logrado agrandar aquella miserable grieta hasta convertirla en una apertura por la que su delgado cuerpo terminaría por poder pasar. Al tirar lo que quedaba de sillar, la luz del sol le dio de lleno en los ojos, cegándole sin piedad. Notó la brisa con mayor intensidad azotándole el rostro.

Exhausto se dejó caer al suelo, y contempló la celda ahora que la luz no estaba censurada. Una gran puerta de metal se alzaba ante él, sin ningún resquicio abierto, ni siquiera una gatera. La pared era de un gris oscuro que ampliaba la deprimente sensación de lobreguez. No pudo rechazar la pregunta de cuántos otros habrían desfallecido entre esas cuatro paredes. Intentó que ese pensamiento no le intimidase.

Al menos había salido de la oscuridad.

---
Dádiva- IV.

Poco a poco, los débiles rayos solares se ocultaron entre unos espesos nubarrones que ensombrecieron el cielo, dejando a los caminantes con una necesidad urgente de encontrar refugio antes de que oscureciera. Los pasos, cada vez más apremiantes, terminaron por llevarles a una destartalada casa de piedra ennegrecida y barro.

Darina estaba asustada, pues se había percatado que en las últimas horas de trayecto Klauss se mostraba más callado y tenso que de costumbre. Desistió en preguntarle qué le ocurría cuando por tercera vez fue ignorada.

-Dádiva- llamó. La voz sonaba entre irritada y contenida. Ella se acercó obediente, sin comprender qué estaba pasando. Klauss le cubrió ambos hombros con las manos, ejerciendo una leve presión sobre ellos que la chica interpretó como un intento de tranquilizarla-. He de salir, y tú debes permanecer aquí quieta hasta que vuelva.

-¿Por qué? ¿Qué ocurre?- preguntó atropelladamente, abriendo mucho los ojos. La seriedad con la que el otro hablaba acrecentaba su nerviosismo.

-Vi huellas por el camino y quiero asegurarme de que no haya nadie peligroso rondando la zona-. Acalló los comentarios que pugnaban por salir de su infantil boca con un gesto liviano de la mano- No pasará nada, pero hay que asegurarse. Tú te quedarás aquí quieta y me esperarás, ¿de acuerdo?

-Sí...

-Así me gusta- dijo a la par que le palmeaba la espalda con suavidad.
Klauss se abrochó el abrigo y se dirigió a la puerta, deteniéndose en el umbral para observar a la niña. Darina captó un leve temblor en sus extremidades, así como un brillo indeciso en su mirada. Algo le hizo presentir que las cosas no iban bien.

-Te esperaré- terminó prometiendo ella, a pesar de todo. Si no podía confiar en el criterio de ese hombre, su salvador, ¿en qué podría creer?

El joven asintió lentamente y giró sobre sus pies, saliendo por la puerta y dejándola sola.

Fue a sentarse en un rincón, abrazándose las piernas y apoyando el mentón sobre las rodillas flexionadas. Y esperó.
-------

Klauss- IV.

En el horizonte, la luz desaparecía, dando lugar al nimio fulgor plateado de la luna, que dibujaba extrañas figuras en la nieve, como espectros agazapados aprontando su emboscada.

Se encontraba muy débil, pero también decidido. No sabía lo que le esperaba allá fuera, pero la muerte acudiría a él si permanecía por más tiempo en la prisión.

Quizás se había acostumbrado a desmayarse por las drogas de la extraña bebida, y a despertarse agitado con el corazón desbocado, recordando todos esos rostros perdidos, todas esas víctimas como Darina … ¡Dádiva! Podía sentir su pequeño corazón latiendo cerca del suyo, como un leve aleteo, si se concentraba.
Se levantó resuelto, temblando, no sabía si de excitación o del frío que se colaba por cada resquicio de ese insano lugar. Consiguió encaramarse a la improvisada ventana, lo suficiente grande para que su delgado cuerpo pudiera salir por ella, y no hizo esperar más al exterior.

Pasó la rodilla derecha inclinando el cuerpo hacia el interior para moverse con mayor soltura, asegurando el pie en una grieta; seguidamente se encogió lo que le fue posible, con la coronilla rozando el borde superior. Una vez con medio cuerpo fuera, se sostuvo con las manos fuertemente asidas a cada costado de la apertura. Apenas se concedió tiempo para respirar hondo. Comprobó que el pie que ya estaba fuera tuviera un soporte seguro y se dispuso para extraer el otro. Todo aquello habría sido más sencillo a la luz del día, pero sus posibilidades de escapar aumentaban bajo el resguardo de las sombras.

Sentía los brazos agarrotados por la tensión, descendiendo desde aquella altura que no se atrevía a calcular. Las yemas de los dedos dejaban marcada la piedra con la sangre que brotaba de ellos. El dolor y el agotamiento eran insoportables.

Continuó por no supo cuánto tiempo más, asegurando los pies y sincronizando los movimientos de brazos y piernas. Su fuerza, ya de por sí escasa, se vio traicionada al escuchar unos gritos que rompieron su concentración, alertando en ruso que uno de los reclusos se fugaba. Perdió el equilibrio y no encontró nada a lo que aferrarse. Los pies no encontraban un apoyo sólido y todo su cuerpo se vio arrancado de la pared y arrojado al vacío, empujado por la gravedad.

La caída fue horrible. Pudo oír el enfermizo y crujiente sonido de los huesos rompiéndose dentro de él, la repugnante sensación de los órganos estallando y retorciéndose. Dolor, mucho dolor. La sangre emergía a borbotones de su boca, y la vida se escabullía con espasmosa rapidez, arrastrándolo a un abismo profundo y negro como la noche.

Se ahogó con el líquido carmesí antes de poder soltar un gemido de dolor.
----

Dádiva- V.

La madrugada arribó fría y temible, misteriosa como un profundo enigma. Darina se puso a temblar de la cabeza a los pies sin poder controlarlo. Era como si la noche se hubiera llenado de vientos aulladores y no hubiera sitio a donde ir.

-Klauss...-gimoteaba pobremente. Su voz resultaba pequeña e insignificante en el silencio. Habían pasado horas desde que la dejó allí, prometiéndole que volvería. ¿Qué podría haber sucedido para que se retrasara de aquella manera? Rogó para que no le hubiera sucedido nada malo, que aquellas huellas que fue a perseguir no augurasen ninguna desgracia.

Mientras pensaba en ello, creyó haber oído un leve ruído que llegaba desde fuera. Continuó inmóvil, dándose cuenta de que volver la cabeza en la oscuridad era inútil. Sin embargo, escuchó atentamente. Pisadas.

Podía sentir el eco de los latidos de su corazón en el cerebro como si el órgano arrancado hubiera sido colocado junto a su oreja. La sangre bullía con rabia, ardiendo. Prestó atención pero ya no escuchaba al dueño de esos pasos, que se habían desvanecido en la noche. Había sido fruto de su imaginación.

Aguardó el retorno de su Guardián otro largo rato, hasta que el cansancio físico y mental la vencerion y se sumió en un sueño inquieto, por una vez libre de pesadillas. Pasadas unas horas que a ella le parecieron escasos cinco minutos, alguien la despertó zarandeándola por los hombros.

-Tú, venga, despierta- le ordenó una voz tosca y masculina, con poco tacto, insistiendo hasta que ella abrió los ojos y le observó con la inocente mirada de alguien que acaba de despertar. Primero confusión, luego un horror puro se desató en los ojos azules de la niña. Comenzó a chillar asustada, revolviéndose para intentar escapar del agarre de ese hombre, pero el adulto la superaba en fuerzas y no la soltó. Pugnó por liberarse como lo haría un animal acorralado, lanzando patadas y mordiscos, arañando inútilmente las manos que se cerraban entorno a su cuerpecito. Toda lucha se interrumpió al recibir ella una sonora bofetada que la dejó aturdida durante unos momentos. La desesperación comenzó a embargar a Darina por momentos, reconociendo su fracaso. Un segundo hombre, más corpulento que el que la tenía inmovilizada, entró en la habitación y los observó a ambos. Al parecer eran socios, pues la situación no le inspiraba ninguna sorpresa.

-Escucha, niña, nadie va a venir a salvarte- le informó con fría claridad el recién llegado, evaluándola con la mirada mientras hablaba. Antes siquiera de que la chiquilla pudiera preguntarse porqué su salvador no estaba allí con ella, el mismo hombre se le adelantó:- Ahora somos tus dueños. Te compramos al extranjero que viajaba contigo.

-Sí, ese cabrón no tardó mucho en aceptar el trato- secundó su compañero con un deje malicioso, rozando una de las mejillas de la muchacha con las ásperas y cuarteadas yemas de sus dedos-. Fue mostrarle la puta droga y no se lo pensó.

No pudiendo controlarlo, Darina perdió la compostura y la abrumación contrajo su rostro. La verdad en sus palabras hizo que la abatiera una especie de vértigo mortal, espeluznante. De todas las posibilidades, aquella era de las peores que podían cruzarse en su camino.

-¡KLAUSS!- gritó como una plegaria el nombre del que la había acompañdo y cuidado, repitiéndolo otras tantas veces al ver que no acudía a su llamada de auxilio, ahora escupiéndolo como una maldición. Nadie vino a salvarla esta vez. Los otros dos sólo reían.

Su espíritu estaba ya tan quebrantado que no quería seguir gritando ni negando su horrible destino. Ni siquiera podía llorar. Había sido vencida y no podía hacer nada.
Los colores se difuminaron cuando el primer hombre se lanzó sobre ella. Y se deseó morir.
----

Dádiva- VI.

Boca seca, manos temblorosas. Las pupilas se movían con nerviosismo aunque trataba de fijarlas en un punto en concreto. Se ayudó con los labios resecos para atenazar la jeringuilla y llenarla de ese líquido que ansiaban sus venas. La desesperación se hizo visible en él cuando se desabrochó los pantalones y los dejó escurrirse hasta el suelo con movimientos trémulos. Las venas de sus extremidades y su cuello estaban destrozadas por el frenético consumo de heroína, y es por ello que se veía obligado a filerearse el miembro. Pero no le importaba, porque era necesario.

Se sacudió y contorsionó antes de quedar sentado en el suelo, exhalando un suspiro complacido. A través de las oscuras pestañas sus ojos se avivaron y su expresión se relajó. Parecía feliz, pero sólo era una ilusión que acababa por desvanecerse cuando el ácido avandonaba su cuerpo.

Como otras tantas veces, fue comido, absorvido, engullido y digerido por el adictivo que era su razón de vivir.

Dádiva...

¿Qué era ella para él? Nada especial, tan sólo una de otras muchas monedas que habían pasado por sus manos hasta ser intercambiadas por droga. Aquél era el precio de una vida: una jodida dosis. Desconocía para qué utilizarían a esos niños y mujeres... quizá para el tráfico de órganos, o el de la prostitución. Igual le daba.

Lo bueno de la droga, esque no le consentía tener remordimientos.
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Hollow

Ahí yacía Klauss Halsted, quebrado y frío en el suelo, hecho añicos tras la caída.
No quedaba mucho de él: unos cuantos huesos hechos -literalmente- polvo, amasijo de órganos todavía tibios, miembros torcidos y masa encefálica desparramada. Aquel golpe había sido tan terrible... Sin embargo quedaba lo suficiente para poder reconocerse a sí mismo. Permaneció acuclillado frente a la grotesca estampa que proporcionaba su cadáver durante el proceso en el que sus culpas eran materia corrosiva para su cadena.

La transformación se le antojó eterna y terriblemente dolorosa, pero, de algun modo, se sentía liberado.
El tiempo acabó por convertirse en algo intangible para él durante su época como hollow; los días de sucedían uno tras otro como si continuara encerrado en la insufrible celda, aunque las cosas se habían vuelto notablemente más sencillas. De sus instintos básicos, el que gobernaba por encima de todos ellos era el hambre voraz que experimentaba, y que intuitivamente aprendió a suavizar engullendo a sus congéneres. Él no había sido especialmente poderoso al principio -incluso en más de uan ocasión tuvo que huír para salvarse-, pero aprendió a aguardar oculto mientras se desarrollaba una pelea entre otros dos hollows, y cuando uno de ellos caía y el otro se encontraba debilitado, atacaba sin darle tiempo al vencedor de beneficiarse de sus ganancias. No era una táctica muy honorable, pero él nunca entendió de honor en vida, y ahora que estaba muerto y se había convertido en una aberración sanguinaria, no iba a cambiar.

Calcular con exactitud cuánto tiempo le llevó evolucionar no es algo que quedara a su alcance. Una vez superada esa etapa más primitiva, su maliciosa mente fue siendo capaz de absorver más conocimientos, y de ser consciente de sí mismo. Comprendió entonces que debía continuar el proceso, pues sólo de ese modo gozaría de una libertad lúcida y completa.

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Pues creo que eso es todo por el momento. Si veis que sobra o falta algo lo editaré lo más rápido posible. Muchas gracias ^^

P.D: Nana extraída de Aquí
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Mensaje por Okami Vie Ene 01, 2010 9:17 am

Creo q hasta el año q viene no podremos revisar la ficha XDDDD Tenía que hacer el chiste perdona xD

JODER! Qué pedazo de preludio XDD Ya lo miraremos con detenimiento. Así q un cuervo. Me gusta lo completa que está y las ideas q has tenido pese a no estar demasiado familiarizada con el mundo XDD confieso q yo me estoy poniendo al día ahora ^^

Aunque creo q lo q te faltaría es tu vidilla como arrancar, nose si es q llevas poco tiempo como tal o si has interactuado con alguno de los antiguos espadas o algo. Si quieres referencia sobre como eran te dejo el link:

Antiguos Espadas

Ya se te dirá algo por lo demás, por favor, ten algo de paciencia q los del staff somos una panda de borrachos juerguistas xDDD y cualquiera de los dos q diga lo contrario miente XDDD
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Mensaje por Klauss Vie Ene 01, 2010 9:48 am

Gracias por el link, yo esque enseguida me pierdo entre topics y siempre me salto algo ^^u

Sí, la vida como Arrancar no la añadí porque, si no me equivoco demasiado, hay un tipo de temas in-rol que son Flash Back, y tenía pensado desarrollar la etapa esa de dicho modo, interactuando con el resto de users y demás. Me pareció una manera interesante y creo que aportaría más cosas a la historia de Klauss que si la hiciera solo por mi cuenta. También lo había pensado así porque temo meter la pata poniendo cosas que luego no cuadren con en trasfondo del foro.

Y no os preocupéis por lo que se tarde en revisar la ficha, que tamos de fiesta =P
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Mensaje por Okami Dom Ene 03, 2010 1:47 am

Bueno... Por fin dos miembros del staff hemos tenido tiempo para revisar tu ficha por completo y hemos llegado a un acuerdo.

Teniendo en cuenta que los poderes son la parte que más dificulta las aceptaciones de las fichas hemos decidido que están bien salvo que deberías especificar que la Semilla de la Corrupción, sea un ataque que se pueda esquivar y que el daño de la explosión no sea fatal. XDDD Más que nada xq ninguno de los usuarios tiene poderes absolutos y algo así no deja capacidad de reacción al contrario.

Así que en cuanto tengas eso editado te aceptamos la ficha y a rolear se ha dicho ^^ Un saludo!



PD: Klauss... q cabrón eres... xDDDDD Pedazo de preludio ^^
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Mensaje por Klauss Dom Ene 03, 2010 2:20 am

Semilla de Corrupción: Originada por su arma. Para poder realizar el ataque su contrincante no debe encontrarse a más de treinta metros de él. La semilla se aferra al afectado y va nutriéndose de su energía durante dos turnos (dos post de la otra persona y dos míos), sin que él perciba alguna dolencia. Pasado este tiempo la simiente estalla e inflige daño a todo el que se encuentre a menos de trece metros del afectado. El perjuicio será mayor cuantos más hayan sido alcanzados por la explosión. La manera de esquivar este ataque o reducir sus daños es alejarse de inmediato de la persona afectada por la semilla. En su máximo grado de daño no causaría estado de muerte, pero sí daños graves- como se mencionó con anterioridad, el daño recibido depende de la cantidad de seres alcanzados por la habilidad y el poder de los mismos- y entumecimiento de las zonas afectadas.

Editado. Si hay alguna modificación más que deba hacer sobre la ficha no os cortéis,que ando pez en ésto y las observaciones me ayudan a mejorar. En cuanto a la habilidad, decir que resulta poco efectiva contra un único enemigo, sino que se luce cuando hay un mayor número de personas. Agh, es que la idea de efecto en área me puede xD

Y gracias por leeros el tostón de la vida de Klauss, pero a veces me emociono escribiendo ciertas cosas y... La verdad, habéis tenido paciencia xD Ya os pagaré las tazas de café que os habrá costado leerlo todo.
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Mensaje por Okami Dom Ene 03, 2010 2:29 am

Pues tras meditar mucho y tomar unas pocas pastillas de cafeína para reponerme del coñazo de preludio q he leído... (nah, es coña me ha encantado sinceramente XD Nota Mental: Tengo q terminar el mío y colgarlo -.-UU) Hemos constatado que ya podemos dar el visto bueno a tu ficha ^^

Así q te doy color ya y a rolear se ha dicho! ^^
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