La Cacería de Alastor (Grupo 6) [TRAMA]

El paisaje árido del mundo hollow tenía un aspecto más desolador de lo acostumbrado; la luna se había vestido con ropajes teñidos de guerra, desprendiendo una luz rojida que poblaba de demonios las alargadas sombras de los árboles de roca. Yoel, había llegado un poco antes de lo acordado para poder hacerse un poco con el terreno. Aspiró el aroma del lugar con su escepcional olfato: olía a carne quemada y a deshechos. Parecía que el suelo donde pisaba hubiese sido testigo de una autentica carnicería.

El fetido olr era intenso en su nariz, no obstante, la masacre había sucedido un par de semanas atrás. Qué poco tiempo ha tardado en enemistarse con otros hollows. Espero que no tengamos que pelearnos por la cabeza del traidor. Mientras pensaba cómo afrontar ese posible problema, el lobo vio una sombra moverse entre los árboles por el rabillo del ojo. Su cuerpo se tensó como el de un gato e inconscientemente enseñó sus caninos como si fuese una bestia salvaje a punto de atacar.

El arrancar esperó unos instantes para ver si la criatura se asomaba a atacar, pero el único movimiento del que fue testigo lo produjo el viento al levantar un poco de arena. Intrigado, Yoel se acercó al grupo de retorcidos árboles donde había avistado el movimiento con paso lento pero decidido, alerta por si el enemigo le sorprendía.

Cuando ya casi estaba en el lugar exacto, se escucharon unos gruñidos detrás de él y el sonido de una risa angelical. El joven de cabello platino se giró al instante y miró atónito como un arrancar de bajo rango se acercaba a él arrastrandose con los brazos ensangretados y las pìernas seccionadas. Yoel caminó hacia la agónica criatura sin estar muy seguro de qué a hacer,aquel ser tenía profundas heridas por todo el cuerpo y no era capaz de pronunciar una sola palabra con coherencia.

Un destello azul surgió de entre al oscuridad, atravesando el cráneo del moribundo y apagando sus espeluznantes ojos agónicos cansados ya del horror del que habían sido testigo. El cuerpo se deshizo en polvo y el lobo recordó un viejo pasaje bíblico que le atormentaba en vida. Volvió a escuchar risas, pero esta vez más numerosas y muy cercanas. Cuando ya creía que iba a tener que desenvainar la espada, sintió cercana la presencia de unos reiatsus conocidos . Las risas cesaron, pero que daba clara la amenaza.