Hasta la primera gota...[Otsuka Isono]

Regis llegó a la gran puerta de la sala de entrenamiento. Era una puerta grande y pesada que una vez cerrada no dejaba que ningún sonido del exterior saliera para poder campar libremente hasta orejas de alguna de esas torres de comunicación andantes que deambulaban por el Seiretei. Detrás de esas mismas puertas se escondía una larga historia de superación personal, de agravios, de odios, de amores... pero sinceramente eso a Regis le daba igual.

Regis se encontraba allí porque todo shinigami tenia la obligación de mantenerse en forma con el fin de que en posible alarma fueran todos eficaces en el combate.

"Menuda chorrada, de eso se tendrían que ocupar las otras divisiones más físicas y menos cerebrales... para algo les enseñan a usar el brazo y no el cerebro, luego así les va...Para los que nos ocupamos de trabajos cerebrales esto es una perdida de tiempo... ya me gustaría ver al comandante rellenando todos los impresos sobre viajes al mundo humano..."

Resopló y empujo las puertas sin tal solo dignarse a mirar al guardián. El interior era de un blanco impoluto y la sala tenia una perfecta forma cuadrada, una forma de cuadrado...cuadrado gigante, pues sus dimensiones eran bastante descomunales, podrían luchar allí dos parejas de shinigamis sin llegar a molestarse entre ellos... Así pues Regis se dispuso a realizar lo que hacia cada tanda de entrenamiento, sacar impresos sin rellenar y dedicarse a rellenarlos.. era una suerte que nadie vigilara el interior más que aquel incompetente guardia.

" A veeeer... Autorización para material de academia de shingiamis... denegado falta el duplicado del informa A-48C... Confirmación de misión realizada con éxito... firma del oficial aquí..." Ahhh aquello era vida....

[Siento el post corto, empezar entrenamientos no es mi fuerte XD]

Isono caminaba directa hacia su objetivo. Esa mañana se había propuesto sincronizar sus movimientos entre su zampakutou y su shikai, debido a que pasaba de tener un arma a disponer de dos, las técnicas requerían de práctica para ir adquiriendo mayor soltura. Había practicado años atrás con ambas manos ocupadas, pero no terminaba de sentirse agusto sin haberlas despurado. Estaba acostumbrada a mover sus pies casi al ritmo de los golpes, porque lo que era capaz de desencadenar rápidamente una consecución. Pero se sentía, algo agarrotada.

Así que, esa misma mañana en cuanto se aseguró que nada se quedaba suelto en el escuadrón, se escabulló. Todavía había partes del Seireitei que no conocía, y aunque prefería entrenar al aire libre, el silencio y la ausencia de otros shinigamis la ayudarían mucho más a concentrarse en la medición de sus pasos. Estaba de buen humor o al menos eso sentía, aunque mantuviera el rostro serio y el paso firme.

La entrada a una de las salas estaba custodiada por un guardián con expresión aburrida. No puso problemas en dejarla pasarla, si apenas se percató en ella. Sujetó el pesado pomo de la puerta y tiró de ella hasta que los goznes chirriaron y la corriente fría del interior comenzó a salir, azotándole la cara. Apenas dio un paso y se detuvo para colocarse bien el pelo y percatarse, con cierto asombro, a otro shinigami.

Si creías que lo has visto todo en este mundo, siempre hay algo que te dice lo contrario, pensó al descubrir un montón de papeles minuciosamente colocados en el suelo, mientras el hombre escribía sobre ellos. Aquellas eran las cosas que no encajaban en la cabeza de Isono, las incoherencias e irracionalidades de las que gozaba el Gotei. A menudo se preguntaba, si habría algún shinigami cuerdo en toda la Sociedad de Almas.

El shinigami parecía tan enfrascado en sus papeles, que casi prefirió no decirle nada.

-Buenos días -saludó optando por hacer gala de un mínimo de educación, para acto seguido continuar a lo suyo-.


OFF: tampoco hace falta hacer "tochopost" XD

-Buenos días hasta que llegaste a molestar a la gente que de verdad trabaja... Pero bueno tampoco te puedo exigir nada más... Bfff -resopló declarando un intencionado y mal disimulado, desprecio-. ¿Y bien cuanto te piensas quedar? ¿No tienes cajas que cargar o cosas que atizar con un palo?

Sus pies se detuvieron en seco. No es que pensara que los shinigamis del Gotei estuvieran en sus sanos cabales, sino que había despreciables excepciones que hacían del lugar algo inaguantable. Jamás creyó que un simple saludo protocolario pudiera despertar semejante reluctancia en un individuo. Aquellos personajes eran los que o bien, necesitaban una buena paliza o una sobredosis de indiferencia. La mujer confiaba en sus habilidades lo suficiente como para no titubear si, llegado el momento o si volvía a soltar semejante sarta de burradas, partirle la cara y quedarse tranquila. Pero su buen hacer, sometiendo a aquella chispa incandescente de genio, le dictaba que lo mejor, era ignorarlo.

Con calma y sin responder siquiera a las pullas, avanzó despacio sacando a Sangeki y su guarda del cinto donde las tenía amarradas. Aquel incidente no la iba a distraer de sus objetivos esa mañana; se había levantado de buen humor, así que estaba por encima de semejantes niñerías. Desenvainó a Sangeki y con lentitud comenzó a trazar sus movimientos: paralelos horizontales, vertical y horizontal con guarda. Sucesiones de movimientos que le ayudaban a parar y golpear. Su mente se había olvidado por completo del sujeto que, estúpidamente se metía en una sala de entrenamiento a rellenar papeles.

Como culebras que se retorcieran en su pecho, Isono aguantó las sandeces de aquel estúpido shinigami. Durante un momento no comprendió por qué demonios insistía tanto en obligarla a irse, cuando había espacio suficiente como para no molestarse mutuamente. Pero estaba más que claro, y podía palparse en el aire, que aquel saco de imbecilidades no iba a cejar.

Bajó su zampakutou y la guarda hasta quedarse tocando el suelo con sus puntas, en una posición relajada y firme. Pese a que no le apetecía lo más mínimo, su mente ya analizaba todas las opciones de ataque que pudieran surgir. El hombre había flexionado las piernas, sin duda para afianzar los pies y darse mayor estabilidad; sin embargo, un centro de gravedad sólido no necesitaba de flexión, sino de control. Posicionar los pies de la forma correcta y con la separación suficiente otorgaba un punto de gravedad más firme, más estable y con mayor capacidad de movimiento, ya que no se otorgaba tensión a las extremidades. Y eso hizo ella: se posicionó lateralmente mirando al shinigami, con las piernas rectas en una postura cómoda y segura; sentía que no se tambaleaba aunque sus piernas estuvieran separadas dos palmos. Su mano izquierda era la más próxima al filo de la zampakutou del otro, la misma que sujetaba la guarda mientras que la derecha, sostenía a Sangeki.

Miró al hombre con expresión fría, poco amistosa.

-Si tanto te preocupa tu trabajo, ¿qué haces en una sala de entrenamiento? ¿Acaso tu escuadrón no tiene oficinas donde puedes trabajar? -masculló controlando el desprecio que ese hombre comenzaba a inspirarle-. Porque de ser así no tienes razones para estar aquí... No estoy dispuesta a entrar en un juego estúpido de "primera gota de sangre" simplemente porque a ti te dé la gana -decía con desprecio y sarcasmo-. Te lo diré muy claro: para rellenar papeles vete a tu escuadrón, maldito chupatintas.

Isono no estaba dispuesta a seguirle el juego a un sujeto como aquel. Sin embargo, el hombre había alzado su zampakutou frente a ella y aunque no quería, no se iba a dejar vapulear. Su mente estaba atenta a cada movimiento unidos su visión; esperaba un arranque de estupidez por parte de aquel shinigami, así que ella misma ya formulaba en su cabeza, las palabras necesarias.

Frialdad. Control. Calma. En un combate nada estaba decidido; nada salvo las consecuencias del mismo, algo que podría ser justificado, quizás algo por lo que verdaderamente se pudiera luchar, pero aquello... Aquello no era digno, ni honorable; ni siquiera era respetuoso ni halagador. Ahí no había ni pizca de dignidad, nada que pudiera excusar aquel comportamiento reprobable; sólo egoísmo, descontrolado, desmedido, alimentado por una arrogancia insana.

No había nada más que hablar, no cuando aquel desconocido ya había desenfudado su arma y pretendia atacarla. Ni siquiera se comportaba como un hombre. No había valor en sus palabras ni solemnidad en su reto, sólo obscecada estupidez, malsano orgullo. Era vergonzoso ver como un shinigami era capaz de alzar el filo brillante de su arma en contra de otro sólo por ocupar un lugar. Aquello no tenía explicación posible.

Sin embargo, la mano de Regis no parecía querer deponer semejante acto negligente. Asió la empuñadura de Sangeki con decisión, sintiendola bajo la piel, notando su peso tan familiar, tan definido y reconfortante. Sus ojos felinos se centraron en la figura de Regis desplazándose velozmente hacia ella. La postura y la forma del brazo podían indicar sus intenciones, la velocidad restaba capacidad de reacción pero Isono no se movió hasta el último momento.
De un rápido shumpo se desplazó hacia un lado, el opuesto al brazo ejecutor. Apenas se movió un metro, la distancia suficiente para evitar el golpe sin perder alcance, evitando al mismo tiempo darle continuidad de ataque a Regis. Depositando su peso sobre el pie izquierdo tras el shumpo, vislumbró con claridad la finalidad del golpe; cargando el peso sobre las piernas, descargó su zampakutou todavía enfundada en su guarda sobre Regis. El golpe no tenía una dirección definida, sino que se desplazaba en diagonal, un movimiento más natural y fluido.

Estaba dispuesta a impactar, tenía una amplia superficie donde hacerlo, bien la cabeza, el cuello o la espalda. Si conseguía darle, el golpe lo dejaría como mínimo aturdido y podría incapacitarlo en el siguiente.


OFF: me explico, lo que he hecho ha sido colocar a Isono en el lado contrario a la mano hábil; si eres zurdo, a la derecha y si eres diestro, a la izquierda. Como no sé con que mano empuña Regis, lo he dejado así

[Nunca se me dio bien relatar combates u.u]

Guarda. Espera. Llegaba el momento de sopesarse, de calibrar a qué punto estaban del otro, de vislumbrar puntos débiles y preparar movimientos. La postura de aquel shinigami mostraba su espera hacia el siguiente movimiento, la preparación hacia el siguiente paso. Era de esperar, que tras aquel primer tanteo, ella siguiera con el siguiente golpe tras haber sido Regis el desencadenante del primero; pero no iba a hacerlo. Era la opción más lógica y también la más estúpida; así que se acomodó sobre los pies, mientras extendía el brazo hacia delante con Sangeki enfundada.

-¿Te refieres a ese movimiento que acabas de hacer? ¿A eso llamas ataque? ¿A ese gesto lacio y sin fuerza? Pensaba que se te había escurrido un pie; he visto ataques mejor y con más gracia. Por un momento he llegado a pensar que eras un niño sujetando un palo demasiado grande para él -masculló Isono sin alzar la voz; pretendía seguirle el juego de insultos y menosprecios, realmente había sido un golpe lacio desde su punto de vista-.Hay niños en el Rukongai con más gracia.

El kido no era una opción viable: resultaría lenta y detectable, además su orgullo no le permitía zanjar el asunto de otra forma que no fuera su espada. Aquello lo zanjaría con Sangeki aunque le llevase todo el día. Separó un poco más las piernas, apenas unos centímetros los suficientes para acomodarse y equilibrar el centro de gravedad. Mantuvo las piernas rectas; la flexión, aunque fuese ligera sobrecargaba los músculos y al cabo de unos segundos la potencia de propulsión se reducía. Las piernas rectas redución la fuerza de movimiento pero no producía desgaste previo a la acción. Uno de sus pies, el derecho lo colocó ligeramente girado hacia el exterior mientras el izquierdo se mantenía recto al cuerpo; mientras su zampakutou regresaba al punto de origen: su cintura. La sujetó por debajo de la guarda mientras la otra mano sostenía con suavidad la empuñadura; no estaba sujeta al cinto, pero para alguien poco detallista era algo difícil de ver... y de comprender.

De esa punto, tenía opciones a todo, fuera lo que fuera.

OFF: esta vez no te explico más movimientos; a ver por donde me pillas

Los misteriosos ojos verdes de la mujer no abandonaron el recorrido que estaba trazando el shinigami a su alrededor, tal como haría cuando se tantea al oponente. La espada en ristre no parecía temblar, pero desde luego no era una buena forma de mantenerse en guardia; el movimiento se limitaba a un bloqueo, a un primer recibimiento que ocasionara un desencadenante. Si hubiera querido atacar, la espada se hubiera mantenido baja, o en una postura con mayor capacidad de ataque. Simplemente, podía estar esperando a que ella atacase o pensando qué hacer; fuera lo que fuera, ella estaba tan preparada para atacar como para bloquear.

Sin embargo, aquella treta no fue lo que hubiera esperado y pese a ello, no terminaba de sorprenderle. A fin de cuentas no había hecho otra cosa más que insultarla desde que llegó, aquello no era nada nuevo. Pero la ingenuidad de que algo así surtiría efecto, era casi divertido; aquel shinigami rezumaba desprecio por los demás incluso, por sus superiores, apostaria; denotaba soberbia y un negligente carácter egoísta. Imaginaba que algo así, la provocaría a atacar. Craso error. Era estúpido apostar por un caballo del que no se conocía nada que era justamente lo que estaba haciendo: jugar con cartas que para ellas, no eran ciertas. Sí, nació en el Rukongai pero tuvo la suerte de encontrar a su padre adoptivo allí mismo; su vida pudo ser complicada pero había crecido protegida y sin necesidades rodeada de las personas que únicamente necesitaba. Aquella treta no funcionaría.

La expresión de Isono cambió, aunque siempre atenta y vigilante al más mínimo movimiento; en sus labios se esbozó una ligera sonrisa llena de incredulidad.

-Será mejor que puebes con otra treta... Esa no te está dando buenos resultados -comentó-.

Entonces y sin previo aviso, comenzó a concentrar un poco de reiatsu y un poco más...

Como un relámpago que iluina el cielo en un destello cegador, el combate dio al fin, un comienzo. Aquel shumpo iniciaba algo mejor que aquella sucia treta que aquel anónimo estaba llevando tras plantear ese ridículo duelo. Observó en apenas un segundo lo que parecía iba a ser un barrido que por la velocidad, cargaría con mucha más fuerza. Debía actuar lo más rápido posible para no eliminar sus posibilidades; desde luego, si le impactaba, terminaría en el suelo. No podía esquivar el atauqe sin saber el punto de apoyo del pie, no sabríala distancia que lograría abarcar y eso, lo hacía difícillmente evasivo. Tenía que buscar la forma de bloquear y atacar, de tal manera que intentará acortar el tiempo de aquel combate.

¡Ve más allá! ¡Recuerda lo que soy, juez y verdugo, condena y salvación! ¡Sabes lo que puedes hacer!, la exhortó Sangeki, crudo en sus palabras, sentenciador en sus intenciones.

Y vislumbró una opción. Iba a atacar y lo haría. Su mano sujetaba la guarda de Sangeki, situada en su cintura, fuera del nudo que la aprisionaba mucho antes de que ese golpe desencadenara el combate. Era una costumbre que le había sido muy útil en más de una ocasión: simular que la zampakutou seguía sujeta. Todo se esclareció en su cabeza. Su mano izquierda se aferró con fuerza a la empuñado, dejando la derecha libre; adelantó la zampakutou enfundada en un movimiento diagonal de cara a Regis, en lo que iba a ser un bloqueo contundente. Estiró el brazo lo suficiente para que éste no llegará a extenderse del todo y el impacto no mellase la fuerza de la extremidad; tenía la intención de anticiparse al golpe, adelantándose para que el golpe se produjera sobre su zampakutou enfundada.

Un chasquido resonó en los oídos de Isono al sentir como el golpe descargaba contra su guarda, creándole una mella, pero no retrocedió. El extremo posterior de su zampakutou descansaba dolorosamente sobre su cadera habiendo ejercido como el segundo punto de apoyo para realizar el bloqueo. Ahora, estaban tan pegados el uno al otro, que iba a comenzar el verdadero baile.

Apenas los separaba un metro de distancia. Isono descargó el peso del pie izquierdo al derecho para que la fuerza de impacto se perdiera. Entonces giró el cuerpo para liberar su espalda mientras su mano se dirigía a la empuñadura de Sangeki y se libraba de la guarda aflojando la tensión del golpe, dejando el cuerpo de Regis suelto. Sus dedos se aferraron a la empuñadura, estaba tan cerca... Como un vals sangriento, aquel golpe podia ser el que sentenciara el combate...


OFF: me explico, vale? lo que he hecho ha sido bloquear con la espada enfundada para no romper la guarda al tiempo que se preparaba para desviar la fuerza del ataque colocando la zampa de forma diagonal vertical y horizontalmente usando la espalda como el segundo punto de apoyo (con uno, no se habría podido bloquear porque lo hubieras desviado); luego ha desviado el golpe hacia dentro para pillar la empuñadura y golpearte teniéndote cerca.
Si decides que te golpea, el impacto no lleva mucha fuerza porque no tiene impulso pero impactará en la zona troncal superior o en el cuello. No voy a hacerte daño, solo un corte poco profundo.
OFF2: si crees que me he excedido, dimelo y lo cambio.
OFF3: me he tenido que hacer hasta un esquema para poder verlo; si no lo ves, lo escaneo y lo pongo.

OFF: Dos cosas, si crees que me he flipado mucho lo cambio ^^U y si quieres decirle adiós puedes en un ultimo post, un placer luchar contigo, aunque no se me de muy bien relatar-lo

El rostro de alabastro de la shinigami se congeló al notar como el acero hendía en su cuerpo; durante un segundo la frustración al haber recibido un golpe se tornó rabia y vergüenza. Confiaba más que suficiente en su zanjutsu como para no cometer errores, su técnica resultaba tan intrincada y confusa que normalmente conseguía impactar sin problemas, se había esforzado tanto por depurarla que verse así, le resultaba una herida abierta y sangrante en su orgullo. Sin embargo, no sintió dolor.

Giró sobre sus talones en cuanto dejó de sentir el peso adicional sobre su espalda y quedaba liberada de la carga. Su rostro era una máscara fría e indolente, carente de sentimientos que se pudieran dilucidar; sus labios rosados se mantenían serios, esbozados en una ligera linea que denotaban no sólo concentración sino tenacidad que contenía aquella ira candente. Su oponente se alejaba de ella en dirección a la puerta; esperaba cualquier reacción de su parte y por ello se mantenía alerta. Sin embargo al girarse vio claramente lo que sucedía y podía al fin comprender, aquel extraño mutismo. Un delgado corte atravesaba el pecho en el centro, no demasiado largo como fruto del intento de esquiva; pese a todo la longitud del arma había conseguido salvar la distancia de desvió y pese a todo, había impactado.

Irguió la espalda, alzando ligeramente la cabeza; sus dedos aferraban su zampakutou, semejante a una oscura extensión de acero negro de su brazo. Isono no era arrogante no obstante, no pudo contener la pose altiva y la mirada directa y fría, carente de titubeos. Sin embargo cuando aquellas palabras llegaron a sus oídos casi sintió la tentación de mirar a su alrededor a la espera de que hubiera alguien más en derredor, tan incrédula tras recibir más de una pulla minutos antes.

Siguió quieta hasta que la puerta se cerró de nuevo, quedándose sola en aquella sala. Combates así, tan absurdos la exasperaban; sin embargo como anécdota no tenía desperdicio. Observó la oscura hoja de Sangeki y sin mediar ni media palabra con el espíritu de su zampakutou pudo centrarse en lo que había ido a hacer.

[Fin del Hilo]