Acechando un ejemplar irritable

El viento zarandeaba con violencia sus impecables ropas, tanto o más blancas que la arena del desierto en la que la suela de su calzado se hundía con facilidad en cada ocasión que se impulsaba, presuroso, para surcar el cielo de la noche, trazando extensos arcos con sus saltos, y notando la sensación de fría ingravidez en el estómago durante las lentas caídas.

Mascaba el agrio sabor de las palabras que pugnaban por escapar de sus labios, las que a duras penas reprimía junto a su deseo de golpear a la mujer que corría detrás de él. Viendo que la dejaba atrás y no le interesaba especialmente llegar al sitio al que se dirigían, aminoró su marcha, ajustándose a la de ella cuando se colocó a su lado. Elayne le sonrió como un cachorro excitado ante la idea de salir de excursión. Una expresión boba, determinó él. La luna se reflejaba en los mechones rubios de su corta y lustrosa cabellera, y el azul celeste de sus enormes ojos le conferían un aire lunático. Creyó oírla quejarse del pesado bulto que cargaba en su espalda, pero ignoró el comentario.

-¿Podrías recordarme el motivo de que esté aquí? - preguntó Klauss con una voz tan sinuosa como la de una víbora. Presintió lo que ella iba a contestar y la atajó-: Ya sé que vamos a por una muestra. Una de esas sustancias a las que dices encontrarles utilidad y, como no puedes contener el hollow, extraerle lo que le tengas que extraer y llenar los frascos, necesitas a alguien que te ayude. Sí, por eso mismo vamos a la zona noreste del desierto- la voz del Arrancar carecía de expresión pero parecía claro que no le entusiasmaba la idea-. Quiero que me recuerdes porqué he accedido a acompañarte.

Ninguno de los dos había olvidado el incidente ocurrido hacía varios años atrás, al poco de Klauss convertirse en un Arrancar y de ellos conocerse. Si Elayne estuviese en su sano juicio sabría que le convendría alejarse de él, pero en lugar de hacerlo solía buscar su compañía o hablarle como si fueran grandes camaradas. Más de una ocasión había acabado la mujer recibiendo algun zero por entrometida y molesta, pero incluso esos encontronazos parecían alimentar el interés que despertaba en ella. A veces la idea de matarla era insoportablemente tentadora. Como ella misma le había demostrado en el pasado, el hecho de que pertenecieran a la misma Sección no los protegía el uno del otro. Y Klauss se había hecho bastante fuerte desde entonces.

-Deberías hacerles caso cuando te dicen que malgastas el tiempo con estas cosas. No deberías recurrir a trucos baratos si posees las habilidades de un Arrancar. ¿O no confías acaso de tus propios poderes, Lain?

Elayne puso los ojos en blanco como primera medida contra los poco amables comentarios del hombre. Estaba segura de que si agarraba una piedra, le pintaba los iris amarillos, una línea inexpresiva como boca y le ponía una bonita peluca negra habría encontrado un clon exacto de Klauss Halsted.
Bueno, más o menos.

-En primer lugar, Don estoy demasiado ocupado haciendo nada como para ayudar a una compañera en una de sus útiles tareas para hacer la existencia más práctica a nuestros colegas de El Amanecer- ahí tuvo que tomar aire antes de proseguir- , no hay ninguna minusvalía repentina que me impida electrocutarte ahora mismo para demostrarte cuán segura estoy de mi potencial. Que no es el caso, porque justamente estás aquí para ayudarme. Además, sé cómo eres, y no creo que subestimes lo útiles que pueden resultar algunos hollows, o más bien lo que son capaces de hacer.

Desafortunadamente para Klauss, Elayne le había encontrado en más de una ocasión absorto en la contemplación de algun ejemplar robusto y prometedor. Se había percatado que al menos una parte de él suprimía la arrogancia innata de los Arrancar para dejar paso a la maravillosa curiosidad. Casi estaba segura de que, tan reservado y apático que parecía, el cuervo escondía una faceta más profunda e intelectual, repleta de cuestiones por resolver. Justo como ella.

-Como sabes, aunque iguales en esencia, todos son únicos. Algunos poseen habilidades que quizá influyan en el hecho de que, en un futuro, puedan evolucionar. Erróneamente, al encontrarse un hollow así lo que haría la mayoría de los nuestros sería matarlo. O cortarlo en pedacitos para ver cómo su organismo consigue que produzca, poniendo el caso que vamos a buscar hoy, segregar un paralizante de efectos duraderos. ¡Pero luego lo matarían igual! ¿Comprendes? ¿Puedes ver el gran error que hay en eso? - había algo de maternal en su tono, como si pensara que todo era demasiado complicado como para que el cerebrito del moreno lo pudiera asimilar-. Si los estudiamos y comprendemos pero luego los matamos, todo ese trabajo sólo habrá servido para saciar nuestro conocimiento. Hay que pensar que ese caso puede darse parecido en otros sujetos, pero nunca será el mismo. Por eso yo dejo con vida a los especímenes que considero de interés.

El hecho de que le hablase como si fuera estúpido le resultaba irritante, pero no tenía caso comenzar una discusión con ella.

-Ya veo. Consideras que es más útil que sigan en su territorio y tú puedas ir a tomar más muestras cuando se te acaben. Pero pongo en duda que alguien que no seas tú se interese por tener en su poder esas cosas. Quizá como mucho la Sección de Investigación- al decir ésto la miró significativamente, como diciéndole: "Donde deberías estar tú. Con el resto de bichos raros".- Además, si son débiles acabarán muertos de todas formas. No puedes oponerte al sentido común de las cosas. Es como tu labor de acompañar a esos hollows al mundo humano para que cacen allí, una idea más estúpida aun si cabe. Escucha, Lain. Tú crees que los ayudas, pero lo que haces no es otra cosa que condenar la futura eficacia de El Amanecer. Todos nosotros hemos podido convertirnos en lo que somos por nuestros propios medios. Sobrevivimos a cada obstáculo que se presentó, y no hay mejor carta de presentación para un Arrancar que ésa. Supervisando a esas criaturas harás que se acostumbren a lo fácil, y después no serán capaces de defenderse por ellos mismos. Sólo los fuertes continúan, ¿comprendes?

Pero la mujer no respondió, y guardó silencio el resto del trayecto, algo muy fuera de lugar en ella. Presumió que quizá se había ofendido por restar importancia a sus juegos de niñera, pero lo que había dicho no estaba exento de verdad. Fuera cual fuera el aspecto o la personalidad de los miembros de las trece secciones carecía de relevancia. Sólo había un dato incuestionable: El Amanecer unicamente acogía a los mejores de entre todos los fieros depredadores del Hueco Mundo.

"Pero convertirse en un Arrancar no significa alcanzar la meta. De hecho, al ponerte este uniforme no haces sino comenzar el verdadero juego, uno más sofisticado pero igual de despiadado".


El sonido siseante del viento cambiando las formas de las dunas lo inundaba todo. Con una callada desenvoltura, ambos miembros de la Séptima Sección avanzaban uno junto al otro, ahora sin cruzar palabra. Klauss lo prefería así.
No conseguía hacer continuo ninguno de los hilos de su pensamiento, así que puso a observar el aburrido paisaje, en el que hasta un árbol era novedad. Volvió el rostro hacia su derecha y las vio en la penumbra, teñidas con los mismos tonos pálidos que la arenosa superficie que había bajo sus pies.

-Ruinas- pronunció en voz alta. Aquello bastó para que Elayne saliera de su ensimismamiento y mirase a la dirección que apuntaban los ojos de él. Sin dudarlo se desviaron de su trayecto inicial y se dirigieron allá, casi con la certeza de que se trataba de un espejismo. Pero al llegar la piedra resultaba tan real como ellos dos.- Sólo se entrevé la superficie, la arena ha debido enterrarlo casi por completo- dedujo Klauss, acariciando el blanco tiza de lo que tenía el aspecto de haber sido alguna vez una columna- No tenía ni idea de que hubiesen más edificios aquí además de El Amanecer.

Todavía seguía molesta, y su compañero bien podría ponerse una medalla por ello, pues pocas cosas llegaban a enfadarla. Pero aquella forma de despreciar lo que hacía, de insinuar que todo aquel que no hubiera alcanzado su puesto sin ayuda era para considerarlo un inútil había sido peor que cualquier otro insulto. Toda su vida - y la que hubo después de su muerte- había sido practicamente dirigida por Zelman. Si las cosas fueran como Klauss decía y lo que ella había conseguido era una ilusión, ¿qué sentido tenía una vida engañada?
Bufó como un gato al que le hubieran pisado la cola.

-Es posible que enun pasado hubisen creado aquí un puesto para investigar los especímenes de la zona, y cuando ya no lo vieron necesario lo dejaron abandonado hasta que alguna tormenta de arena lo destrozó- dedujo ella cruzándose de brazos. El Arrancar con la máscara del cuervo reseguía las estrías del fuste con la yema de los dedos, como si buscase algun grabado antiguo oculto en su superficie. La luz de la luna vertía sus rayos sobre la escena de un modo curioso. Se preguntó qué clase de noche podía hacer que la piedra pareciera piel, y la piel, piedra. Sin pensarlo siquiera, comentó otra idea que cruzó su mente, mucho más descabellada que la anterior- Bueno... siempre se ha rumoreado la existencia de renegados. Arrancares que no siguen las normas de El Amanecer y deambulan por el desierto con el único propósito de no ser apresados- notó la intensa mirada del hombre, y se atrevió a añadir:- ¡Pero seguramente sólo sean cuentos! ¿Cómo iban a poder existir traidores con vida? Es imposible...

Algo hubo en el fondo de los ojos de Klauss que la hizo sentir inquieta. ¿Qué estaría pensando?

-Será preferible que no toquemos nada. Lo mejor será seguir con lo nuestro e informar a la vuelta a nuestro superior- recordó los rumores que corrían acerca de la mala relación que había entre la Fracción de su sección y Klauss-. Uhm... mejor enviaré yo ese cuervo blanco. Tenía pensado ponerme en contacto con él de todos modos.

Se acomodó el fardo que cargaba a la espalda e insistió una vez más para que fueran a atender su asunto. Algo reticente, el moreno abandonó las ruinas y la siguió. De nuevo el silencio fue el tercer integrante de su empresa, pero no pareció molestarle a ninguno.

Todavía a esa distancia se podían ver con claridad las inmensas figuras de piedra contra la opaca bóveda anochecida. Klauss no podía dejar de darle vueltas a lo que había comentado Elayne sobre aquellos renegados. Aunque sabía que era casi imposible oponerse a los deseos del Amanecer y salir con vida de ello, también era cierto que la interminable extensión del desierto podía ser refugio de algo más que hollows. Pensó que quizá sí sería posible que algun Arrancar, con la habilidad de ocultar su reiatsu y su presencia, pudiera estar escondido en alguna parte olvidada de ese mundo.

"¿Pero por qué? No comprendo qué puede hacer un solo Arrancar, o un grupo de ellos, contra todo El Amanecer. Y me cuesta encontrar una razón lo suficientemente poderosa como para que se condenen a una existencia de fugitivos. ¿Hay algo que se me escapa de todo este asunto?"

Por lo que él sabía, todos los que llegaban a convertirse en Arrancar estaban orgullosos de pertenecer a una de las doce secciones, porque aunque nada fuera fácil en el Hueco Mundo, estando en El Amanecer gozabas de una superioridad a la que ninguna otra raza podía ostentar.

-No lo entiendo- se le escapó en voz alta, un poco frustrado. Percibió que Elayne estaba mirándole y negó con la cabeza para hacerla entender que no tenía que ver con ella.

"Y para colmo, cada vez conozco menos a esta mujer. De pronto es una lunática que intenta abrirme la cabeza como se vuelve en alguien que dice cosas con sentido. ¿Será así de contradictoria su forma de ser o nuevamente se está aprovechando de su apariencia engañosa?"

Una exclamación ahogada lo devolvió al presente. Miró a Lain, que había extendido una de sus manos para señalar en dirección a una criatura enorme. Era tan gruesa y tan alta como un tanque y naciendo de su cuello, había numerosas cabezas enredándose y forcejeando entre ellas, rugiendo. Parecía la hidra de las leyendas clásicas.

-¿Estás segura de que podrás hacerlo sin matarla o llevarte un mordisco?

El repentino enfado se había esfumado por completo ante el hallazgo. Elayne nunca había visto a la criatura en persona, pues sabía de ella gracias a la información que había obtenido de otros hollows, y el verla allí, tan enérgica y feroz, la hizo sentirse verdaderamente impresionada.
Se descolgó el saco con el material para tomar muestras y lo lanzó a las manos de Klauss, que había aterrizado en la arena tras ella. Estaban a la distancia idónea para observar sin que el especímen se percatase de su presencia. Estaba realmente ocupada peleándose consigo mismo.

-¿Que si podré? ¡Claro que podré, cuervo! La dejaré tan dormidita como a un bebé y podré observarla de cerca el rato necesario- dijo con una imperecedera sonrisa abarcando su rostro-. Tú espera aquí hasta que te de la señal para que te acerques. Ya verás qué divertido, ¡disfruta del espectáculo!

Se fue dejando a Klauss en la retaguardia, avanzando con rapidez hacia la mole de carne y cabezas y notando cómo la electricidad fluía por su cuerpo. A medida que se aproximaba pudo presenciar una escena escalofriante: alguna de las cabezas eran aplastadas por las fauces de las otras, y devoradas. El cuerpo se alimentaba de sí mismo, tal como le habían contado. Solía cazar hasta quedar satisfecho, entonces, cuando pasaba una temporada sin encontrar alimento, aquel singular hollow tomaba la energía de sus propias cabezas como reserva, y éstas volvían a regenerarse cuando recuperaban fuerzas en la siguiente cacería. Era realmente fascinante esa forma de sobrevivir.

Apenas a unos metros de la bestia se detuvo. Primero tenía que descubrir cuál de todas esas segregaba la sustancia paralizante. Observó, atenta, y esperó que la que estaba buscando no hubiera sido ya engullida por el resto de sus bocas. Mirase donde mirase mordiscos famélicos, ojos enfebrecidos por el asesinato y gruñidos de dolor. Aquella maraña de violencia despertó algunas chispas involuntarias de sus manos, que fueron suficientes para llamar la atención de algunas miradas.

-Oh, oh- exclamó Elayne viéndose ahora del modo en el que la percibían: una presa. Se vio obligada a apartarse antes de que cayesen sobre ella todas esas bocas veloces como saetas. Un desgarrón en la manga de su uniforme le descubrió que algun colmillo la había alcanzado, pero al mirar no vio sangre. Suspiró al tiempo que giraba sobre sí misma y echaba a correr. Al mirar por encima de su hombro pudo comprobar con cierto alivio que no la seguían. Se había iniciado otra riña, aunque algunos cuellos seguían tirando hacia su dirección. No podría acercarse sin que centenares de dientes la atravesasen. Se le ocurrió una idea-. ¡Klauss, ven! Distráelas mientras yo me acerco.

Había estado observando durante todo el rato los movimientos de la Arrancar, y no le pasó inadvertida la reacción que había desatado la corriente eléctrica que recoría el cuerpo de Elayne al encontrarse junto al hollow. Quizá para un futuro le resultara útil conocer que ante sensaciones desbordantes la mujer no era capaz de controlar por completo esa energía.

Al recibir la llamada dejó el bulto en la arena y empleó su sonido para ponerse a la derecha de Lain. Quitando el desperfecto que había sufrido su ropa, no parecía estar herida.

-Trataré de ponerla de espaldas a ti- informó, y luego posó una mano sobre la empuñadura de Miseria para atraer la atención de la mujer de cabellos dorados hasta el arma-. No tengo intención de usarla hoy, pero te recuerdo que mi paciencia tiene un límite y no pienso estar toda la noche bailando con tu amigo. Actúa con rapidez cuando veas que es el momento.

Sin darle tiempo a replicar, Klauss se abalanzó sin miramientos hacia elengendro insaciable. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba a unos metros de su objetivo, lanzando un cero no a éste, sino a la arena que había cerca de él. Toda la tierra pareció estremecerse ante los efectos de la ráfaga de energía, tan feroz era el barullo. Como dirigidas de pronto por un único cerebro, los cráneos fijaron su vista en él y realizaron un embate sincronizado. Ahora que habían dado con un jugoso ágape, trabajarían como uno solo. El ímpetu del ataque elevó una polvareda que enturbió la vista que ofrecían los alrededores. Al disolverse, sólo quedó como huella ungran cráter en el suelo arenoso, pero no había ni rastro del cuerpo. Confusas y airadas, algunas caras alzaron los ojos al cielo. Y allí le encontraron.

-¡Lain, date prisa!- gritó por encima de esas bocas que se abrían para recibirle en su caída. El aliento cargado del mar de fauces le golpeó la nariz y le revolvió el estómago.

Casi le dio un vuelco al corazón cuando vio cómo su compañero de Sección proyectaba un cero hacia su precioso hollow. Por suerte, el hombre de cabellos negros no era tan estúpido como para dañar a la criatura que les había llevado horas encontrarla, pero aun así perdió el tiempo repitiendo una veintena de veces que no le hiciera daño.
Una vez consciente de que el cuervo cumpliría bien su tarea y era apremiante que ella localizase la cabeza en cuestión, se esforzó por identificarla entre el resto, aunque era difícil con tanto movimiento serpenteante.

"Veamos... una mancha roja en la coronilla, una mancha roja en..."

Pero no lograba dar con ella. ¡Diablos! ¿Y si se la habían comido?

De pronto vio cómo uno de los cráneos quedaba colgando flacidamente de su cuello. Los ojos de la bestia seguían los movimientos del Arrancar con nerviosismo, pero no podía mover nada más. Y allí estaba, el mordisco con el veneno paralizante, en la nuca.

-¡Aguanta, casi la tengo!- gritó con entusiasmo hacia Klauss, que se encontraba en una situación algo comprometida. Tenía que recordar compensarle de algun modo después, se estaba comportando bien el chico.

Aprovechando la distracción del hollow, Elayne se encaramó a su espalda y alzó la mirada para distinguir su objetivo. No fue tan difícil encontrarla ahora, viendo que muchas otras cabezas habían caído dormidas alrededor suya, afectadas por el veneno que iba destinado a Klauss. Haciendo acopio de su entereza se impulsó hasta alcanzar la garganta y descargar en ella el exceso de electricidad que había acumulado su cuerpo. El tiempo pareció detenerse por un minuto. El hollow se tensó como si todos sus músculos estuviesen agarrotados y luego cayó al suelo, formando un gran estruendo y una nube de polvo incluso más grande que la que había provocado antes el cero.

-Por fin...- dijo Lain con voz triunfante, dejándose caer de espaldas en la arena.

Cerró los ojos. Por un momento, el sonido del viento arrastrando los granos de arena fue lo único que se sentía. Qué calma, qué tranquilidad. Si simplemente pudiera echarse una siestecilla...

Un fuerte golpe en el abdómen le cortó la respiración y provocó que de su boca emergiera un aullido endolecido. A través de sus llorosos ojos azules vio a Klauss, que la apretaba contra el suelo con uno de sus pies.

-Auch...¡desconsiderado!- se quejó cuando recobró el álito y él se apartó. Fue a incorporarse, pero volvió a caer al suelo cuando el Arrancar de cabello negro como ala de cuervo le arrojó encima el saco que portaba el instrumental para adquirir las muestras. Se mordió la lengua para no insultarlo, pues sabía que el hombre se estaba tomando aquello como una pequeña venganza personal por haberle hecho invertir su tiempo en la cacería. Además, estaba acostumbrada a que la trataran de aquel modo.

Klauss aguardaba sentado en una robusta piedra, sus ojos dorados fijos en el hollow, no fuera que de pronto despertara y decidiera dar más guerra. Elayne, por su parte, se entretuvo llenando los tubos con aquel líquido paralizante, aunque lamentó con la boca pequeña -era evidente que no quería otra patada en el estómago- que se le hubieran roto dos de aquellos recipientes de vidrio.

Una vez cumplida la tarea partieron prestos. La criatura semejante a una hidra seguía inconsciente, pero no tardaría en recobrar el sentido.

-Oye, Klauss, gracias por acompañarme- el aludido no dijo nada, así que ella añadió:- si te apetece puedes acompañarme otras veces que salga a por nuevo material. Ultimamente tenemos mucho tiempo libre, y en ocasiones me aburro sola. Además, sé que a ti te gusta observar hollows, porque alguna que otra vez te he...

Pero la peligrosa mirada que le dedicó el joven, cuyos ojos de la tonalidad de la miel aparecían entornados y relucían como canicas, la hizo enmudecer y tragar saliva. Estaba claro que había sido un error mencionar ese aspecto tan privado.
El resto de camino de vuelta pasó en silencio, y al despedirse él apenas la miró.

-Qué tipo tan extraño. Por un momento creí que iba a matarme- comentó para sí en voz alta la mujer. Encogiéndose de hombros y sin darle más importancia, marchó a su habitación, cargando el saco sobre el hombro, y sonriendo ante la perspectiva de fabricar nuevos artilugios-. Bien, ¡a jugar!