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Una pequeña sesión de anatomía [Flashback]
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Una pequeña sesión de anatomía [Flashback]
Viento gélido, oscuridad y arena blanca como la nieve. La roca fría de las paredes de la caverna parecía fosforecer en sutiles tonos verdes, y esa era toda la iluminación que había allá abajo. El origen de esta extraña luz era fruto de un fluído viscoso e inodoro que supuraban las pústulas de Absentia, a cuyo nido se acercó para encontrarla despierta, siguiendo sus movimientos con cautela. Miró hacia sus extremidades y vio la larga cola de serpiente que se replegó hacia si misma formando un improvisado escudo.
-Hoy no voy a jugar contigo, pequeña- dijo Elayne pasando de largo. Sus manos sostenían el fardo de instrumentos qirúrgicos con la familiaridad de alguien que está acostumbrado a usarlos. La criatura, aliviada, enterró la cabeza de hueso entre sus carnes e ignoró todo lo que pasaría a continuación.- Hoy he traído algo más interesante.
Directamente en el suelo, sobre el frazada de cirugías, yacía su nueva pieza de análisis. Se arrodilló ante el cuerpo inconsciente y estudió el conjunto: piel cenicienta, alto y delgado, un mechón de pelo negro envolviendo una oreja fina y deliciosa. Respiró hondo, saboreando el aroma de la intimidad y sensación de poder que ofrece el observar sin ser visto. Los ojos de la Arrancar rieron y su cuerpo vibró de malicioso regocijo.
Inclinándose sobre su cabeza le susurró con el tono sosegado que empleamos para hacer confidencias:
-Seguro que es la primera vez que hurgan tu cabecita. Prometo ser delicada.
La noche silenciosa había servido de aliada para sus deshonestos propósitos; ni un sólo sonido se escuchaba en el vasto desierto cuando, cargando firmemente el bulto en sus hombros, fluía entre las dunas hacia su escondrijo, entusiasmada por el obsequio que la suerte le había dejado al alcance. No era fácil conseguir un ejemplar así de fresco y entero. Quizá había ayudado el hecho de que fuera tan nuevo en esa forma. Pobrecito, pensó, todavía no tiene ni idea de lo traicionero que es este sitio. Pero ha sido afortunado de que fuera yo la que se aprovechase de él, y no otro. Seguro que alguno de esos bruscos glotones se lo habrían intentado comer. Criatura... Yo solamente voy a abrirte un poco y, cuando despiertes, ¡Pum! no te dolerá nada.
-Bueno... posiblemente no te duela demasiado- pensó en voz alta, sonriendo.
Se mostró muy considerada mientras le cortaba la piel con la cuchilla, poquito a poco. Fue una agradable sorpresa comprobar que, al retirar la careta del rostro, los músculos faciales eran iguales que los de un ser humano. Lástima que no pudiera haberlo hecho mientras él estaba despierto, para observarlos contraídos en una expresión de pavor y dolor. Al fin y al cabo eran de la misma Sección, debía tratarlo con mimo.
Ya que sus dudas en cuanto a su faz habían sido resueltas, prosiguió con su cráneo: Quería ver si éste y la máscara del Arrancar estaban conectados o, si por el contrario, la segunda estaba incrustada en la piel como un injerto. Resolvió que fuera cual fuera el resultado, se haría con un pequeño fragmento como recuerdo de la sesión.
Pasó mucho rato; horas de inspecciones en lugares prohibidos, de divertidos juegos en los que estimulaba su sistema nervioso con pequeñas descargas de electricidad, de intervenciones que saciaban sus inquietudes anatómicas y su gusto por la sangre. Al final, había hecho tal desastre con el cuerpo que, pensó, no tendría arreglo. Pero afortunadamente pudo dejarlo todo en su lugar, aunque para ello tuvo que dedicar gran cantidad de tiempo y algunas sustancias regeneradoras que había obtenido de distintos hollows. ¡Qué útil era, a pesar de lo que dijesen muchos, recolectar todo aquello! Algunas le servían para recuperarse cuando estaba herida, y otras la habían sacado en más de un apuro, cuando no le quedaba otra que escapar. Y las atesoraba a todas en frascos y recipientes bien etiquetados, escondidas en cuevas de difícil acceso como aquella, custodiadas por criaturas como Absentia.
-¡Ya estás listo, pequeño! Me quedaría encantada a esperar verte despierto, pero lo cierto esque tanta sangre me ha abierto el apetito. ¡Ya sé! Iré a buscar algo ligero cerca de aquí y luego volveré. Así podré darte las gracias en persona por haber podido estudiarte.
Le dio unas palmaditas en la frente antes de ponerse en pie y escabullirse hacia la salida, apremiada por los rugidos de su estómago.
-¡No te muevas de ahí!- ordenó, riéndose, desde el exterior.
-Hoy no voy a jugar contigo, pequeña- dijo Elayne pasando de largo. Sus manos sostenían el fardo de instrumentos qirúrgicos con la familiaridad de alguien que está acostumbrado a usarlos. La criatura, aliviada, enterró la cabeza de hueso entre sus carnes e ignoró todo lo que pasaría a continuación.- Hoy he traído algo más interesante.
Directamente en el suelo, sobre el frazada de cirugías, yacía su nueva pieza de análisis. Se arrodilló ante el cuerpo inconsciente y estudió el conjunto: piel cenicienta, alto y delgado, un mechón de pelo negro envolviendo una oreja fina y deliciosa. Respiró hondo, saboreando el aroma de la intimidad y sensación de poder que ofrece el observar sin ser visto. Los ojos de la Arrancar rieron y su cuerpo vibró de malicioso regocijo.
Inclinándose sobre su cabeza le susurró con el tono sosegado que empleamos para hacer confidencias:
-Seguro que es la primera vez que hurgan tu cabecita. Prometo ser delicada.
La noche silenciosa había servido de aliada para sus deshonestos propósitos; ni un sólo sonido se escuchaba en el vasto desierto cuando, cargando firmemente el bulto en sus hombros, fluía entre las dunas hacia su escondrijo, entusiasmada por el obsequio que la suerte le había dejado al alcance. No era fácil conseguir un ejemplar así de fresco y entero. Quizá había ayudado el hecho de que fuera tan nuevo en esa forma. Pobrecito, pensó, todavía no tiene ni idea de lo traicionero que es este sitio. Pero ha sido afortunado de que fuera yo la que se aprovechase de él, y no otro. Seguro que alguno de esos bruscos glotones se lo habrían intentado comer. Criatura... Yo solamente voy a abrirte un poco y, cuando despiertes, ¡Pum! no te dolerá nada.
-Bueno... posiblemente no te duela demasiado- pensó en voz alta, sonriendo.
Se mostró muy considerada mientras le cortaba la piel con la cuchilla, poquito a poco. Fue una agradable sorpresa comprobar que, al retirar la careta del rostro, los músculos faciales eran iguales que los de un ser humano. Lástima que no pudiera haberlo hecho mientras él estaba despierto, para observarlos contraídos en una expresión de pavor y dolor. Al fin y al cabo eran de la misma Sección, debía tratarlo con mimo.
Ya que sus dudas en cuanto a su faz habían sido resueltas, prosiguió con su cráneo: Quería ver si éste y la máscara del Arrancar estaban conectados o, si por el contrario, la segunda estaba incrustada en la piel como un injerto. Resolvió que fuera cual fuera el resultado, se haría con un pequeño fragmento como recuerdo de la sesión.
Pasó mucho rato; horas de inspecciones en lugares prohibidos, de divertidos juegos en los que estimulaba su sistema nervioso con pequeñas descargas de electricidad, de intervenciones que saciaban sus inquietudes anatómicas y su gusto por la sangre. Al final, había hecho tal desastre con el cuerpo que, pensó, no tendría arreglo. Pero afortunadamente pudo dejarlo todo en su lugar, aunque para ello tuvo que dedicar gran cantidad de tiempo y algunas sustancias regeneradoras que había obtenido de distintos hollows. ¡Qué útil era, a pesar de lo que dijesen muchos, recolectar todo aquello! Algunas le servían para recuperarse cuando estaba herida, y otras la habían sacado en más de un apuro, cuando no le quedaba otra que escapar. Y las atesoraba a todas en frascos y recipientes bien etiquetados, escondidas en cuevas de difícil acceso como aquella, custodiadas por criaturas como Absentia.
-¡Ya estás listo, pequeño! Me quedaría encantada a esperar verte despierto, pero lo cierto esque tanta sangre me ha abierto el apetito. ¡Ya sé! Iré a buscar algo ligero cerca de aquí y luego volveré. Así podré darte las gracias en persona por haber podido estudiarte.
Le dio unas palmaditas en la frente antes de ponerse en pie y escabullirse hacia la salida, apremiada por los rugidos de su estómago.
-¡No te muevas de ahí!- ordenó, riéndose, desde el exterior.
Lain- Arrancar Sinister
- Post : 143
Edad : 34
Re: Una pequeña sesión de anatomía [Flashback]
La canción del viento azotando el exterior. Susurros apenas perceptibles sobre la roca. Dolor, como si su cabeza estuviera clavada en la tierra. Su cuerpo plomizo, inamovible como el fango del río. Difícil pensar.
Klauss abrió los ojos pesadamente e hizo un vago intento por incorporarse, sin embargo, sintió una molestia en el pecho que lo hizo cambiar de idea. Abrió y cerró los puños, suspirando, y dejó vagar la vista, tratando de reconocer algo de lo que le rodeaba. No comprendía su actual situación, pero sentía que había una desagradable similitud con el pasado.
"¿Qué sitio es éste?"
Las paredes y el techo de piedra estaban cubiertos de una lúgrube capa de pintura luminosa y, excavados en los mismos muros, habían numerosos agujeros que cumplían la función de estanterías. En su interior se encontraban colocados recipientes de diversos tamaños y materiales, pero no alcanzaba a ver desde su posición lo que contenían. No tenía ni la más remota idea de qué hacía allí, y mucho menos de cómo había llegado.
"Veamos... Debo intentar recordar todo lo que hice antes de despertar aquí. No hace mucho que me instalé en El Amancer y apenas me he relacionado con alguien en este tiempo, así que no será muy complicado descubrir qué pasó. Bien. Recuerdo que me enseñaron la zona que debería encargarme de patrullar estos días... ese tipo, tenía un nombre difícil de pronunciar, comentó algo acerca de que algunos hollows de gran tamaño se estaban disputando el territorio y había que... dispersarlos. No, no creo que haya sido por culpa de eso. Ah, y la semana pasada me crucé con varios hombres que estaban practicando, pero no hablé con ellos. Por cierto, ¿qué es ese olor? No importa. Entonces... Ah, sí. Entonces conocí a aquella mujer. De mi Sección. Sí, tenía las tetas grandes y además tenía el cabello y los ojos claros, alguien habría pagado por ella, pero eso no... ¿De qué hablamos? No le presté mucha atención, no la merecía. Parecía tonta. Eh, el olor, este sitio huele a sangre. ¿Habrán matado a alguien? No hay nadie más aquí... Yo estaba hablando con esa mujer. Céntrate, Klauss. Estábamos hablando y ella se acercó demasiado. Tocó mi frente. Tocó mi frente y..."
Como si volviese a recorrerle, Klauss rememoró la desagradable sacudida que tensó cada uno de los músculos de su cuerpo. Y la incipiente oscuridad nublando su visión.
"Será zorra..."
Así que había sido aquella mujer.
Como una crisálida que sale lentamente de su sueño, la rabia se revolvía en el interior del Arrancar, devolviéndole las fuerzas necesarias para moverse. Apartó la sábana que lo cubría y expuso al cargado ambiente de la cueva su cuerpo desnudo.
"Desnudo."
-¿Qué demonios...?- logró balbucir, contrariado, y no pudo evitar una mueca de dolor extendiéndose en su rostro. Podía sentir la tierna carne de su garganta al rojo vivo, y no era la única zona en la que experimentaba esa incómoda sensación. Aprovechando la iluminación que ofrecían las paredes, se acercó a éstas para observar su aspecto: en su torso, sus brazos y piernas, incluso en los pies y posiblemente en todo el cuerpo, horribles quemaduras y huellas de lesiones grabadas en su piel. Tenían toda la imagen de ser heridas a medio curar.
"¿Pero cuánto tiempo llevo aquí? ¿Qué me ha hecho?"
Atribulado y consciente de que corría peligro si permanecía allí quieto, comenzó a moverse para alejar de sí la sensación de entumecimiento. El corriente sanguíneo reactivándose despertó punzadas en la carne y en la piel, pero él sabía sufrir, tanto como sabía hacerse sufrir a sí mismo, y lo soportó con el vigor con el que se soportan las agujetas o el dolor en los dedos cuando llevas la espada demasiado tiempo. Cuando creyó suficiente el calentamiento, buscó a Miseria y su ropa. El uniforme blanco se encontraba doblado en un pequeño taburete de piedra, el único asiento de la estancia, y apoyada al lado, su arma. Se lo puso de cualquier modo y se ató la zanpakutoh al cinto, sin demorarse más de lo necesario antes de dirigirse mediante furiosas zancadas a la salida.
Pero, justo cuando pensó que no tendría oportunidad de vengarse, sintió que su captora se acercaba.
---
Off Rol: Vaguería, vaguería~ 0 inspiración~
Klauss abrió los ojos pesadamente e hizo un vago intento por incorporarse, sin embargo, sintió una molestia en el pecho que lo hizo cambiar de idea. Abrió y cerró los puños, suspirando, y dejó vagar la vista, tratando de reconocer algo de lo que le rodeaba. No comprendía su actual situación, pero sentía que había una desagradable similitud con el pasado.
"¿Qué sitio es éste?"
Las paredes y el techo de piedra estaban cubiertos de una lúgrube capa de pintura luminosa y, excavados en los mismos muros, habían numerosos agujeros que cumplían la función de estanterías. En su interior se encontraban colocados recipientes de diversos tamaños y materiales, pero no alcanzaba a ver desde su posición lo que contenían. No tenía ni la más remota idea de qué hacía allí, y mucho menos de cómo había llegado.
"Veamos... Debo intentar recordar todo lo que hice antes de despertar aquí. No hace mucho que me instalé en El Amancer y apenas me he relacionado con alguien en este tiempo, así que no será muy complicado descubrir qué pasó. Bien. Recuerdo que me enseñaron la zona que debería encargarme de patrullar estos días... ese tipo, tenía un nombre difícil de pronunciar, comentó algo acerca de que algunos hollows de gran tamaño se estaban disputando el territorio y había que... dispersarlos. No, no creo que haya sido por culpa de eso. Ah, y la semana pasada me crucé con varios hombres que estaban practicando, pero no hablé con ellos. Por cierto, ¿qué es ese olor? No importa. Entonces... Ah, sí. Entonces conocí a aquella mujer. De mi Sección. Sí, tenía las tetas grandes y además tenía el cabello y los ojos claros, alguien habría pagado por ella, pero eso no... ¿De qué hablamos? No le presté mucha atención, no la merecía. Parecía tonta. Eh, el olor, este sitio huele a sangre. ¿Habrán matado a alguien? No hay nadie más aquí... Yo estaba hablando con esa mujer. Céntrate, Klauss. Estábamos hablando y ella se acercó demasiado. Tocó mi frente. Tocó mi frente y..."
Como si volviese a recorrerle, Klauss rememoró la desagradable sacudida que tensó cada uno de los músculos de su cuerpo. Y la incipiente oscuridad nublando su visión.
"Será zorra..."
Así que había sido aquella mujer.
Como una crisálida que sale lentamente de su sueño, la rabia se revolvía en el interior del Arrancar, devolviéndole las fuerzas necesarias para moverse. Apartó la sábana que lo cubría y expuso al cargado ambiente de la cueva su cuerpo desnudo.
"Desnudo."
-¿Qué demonios...?- logró balbucir, contrariado, y no pudo evitar una mueca de dolor extendiéndose en su rostro. Podía sentir la tierna carne de su garganta al rojo vivo, y no era la única zona en la que experimentaba esa incómoda sensación. Aprovechando la iluminación que ofrecían las paredes, se acercó a éstas para observar su aspecto: en su torso, sus brazos y piernas, incluso en los pies y posiblemente en todo el cuerpo, horribles quemaduras y huellas de lesiones grabadas en su piel. Tenían toda la imagen de ser heridas a medio curar.
"¿Pero cuánto tiempo llevo aquí? ¿Qué me ha hecho?"
Atribulado y consciente de que corría peligro si permanecía allí quieto, comenzó a moverse para alejar de sí la sensación de entumecimiento. El corriente sanguíneo reactivándose despertó punzadas en la carne y en la piel, pero él sabía sufrir, tanto como sabía hacerse sufrir a sí mismo, y lo soportó con el vigor con el que se soportan las agujetas o el dolor en los dedos cuando llevas la espada demasiado tiempo. Cuando creyó suficiente el calentamiento, buscó a Miseria y su ropa. El uniforme blanco se encontraba doblado en un pequeño taburete de piedra, el único asiento de la estancia, y apoyada al lado, su arma. Se lo puso de cualquier modo y se ató la zanpakutoh al cinto, sin demorarse más de lo necesario antes de dirigirse mediante furiosas zancadas a la salida.
Pero, justo cuando pensó que no tendría oportunidad de vengarse, sintió que su captora se acercaba.
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Off Rol: Vaguería, vaguería~ 0 inspiración~
Klauss- Arrancar Dexter
- Post : 211
Edad : 34
Re: Una pequeña sesión de anatomía [Flashback]
Mientras danzaban una vez más con los pasos de la lucha, Elayne sintió cómo un hormigueo refrescante la recorría, la abrazaba hasta que los dos hollows enormes como osos pardos rugieron con dificultad y entornaron sus ojos ahora sin vida contra el cielo. Coronó la columna del más corpulento y sin más ceremonias se alimentó de él, dejándole el otro a Absentia, que clavó los colmillos en la preciada presa con insólita avidez. En eso se resumía el secreto de su colaboración: ofrecer alimento a cambio de actuar de guardiana y dejarse extraer el fluído de sus úlceras. Aquello era mucho más de lo que un cualquier hollow podría esperar de un Arrancar.
-Ah, adoro el punto que obtienen cuando los cazas con descargas eléctricas. Casi como el pollo frito- la mujer de cabellos rubios dejó escapar un suspiro satisfecho-. Uhm, todavía no has termindo, ¿eh? Bueno, cuando lo hagas vuelve a la cueva, yo iré a ver si nuestro amigo ha despertado de la siesta.
No había querido irse demasiado lejos a cazar, aunque le había llevado algo de tiempo encontrar dos candidatos lo suficientemente grandes como para satisfacer su hambre por unas horas. Ahora, dejando atrás a Absentia disfrutando de su ágape, se preguntó qué tipo de conversación se daría en la caverna cuando el hombre recuperase la consciencia. ¿Se enfadaría? Era una posibilidad... Algunos se mostraban en exceso escrupulosos con eso de pedirles permiso para experimentar con su cuerpo. Gente rarita y egoísta, pensó ella.
Algo tiró de ella cuando asomó la cabeza por la entrada de la cueva, arrojándola sin miramientos contra el suelo. Consciente de lo que estaba sucediendo,mostró una de sus más cordiales sonrisas y soportó la amenazadora mirada dorada engarzada a la suya.
-¡Hey! Me alegra verte tan enérgico, estas últimas horas no estabas muy hablador- se rió sola de su propio chiste a la vez que se incorporaba-. Vaya, menuda cara. ¿Estás enfadado? Si es por las cicatrices y las marcas no te preocupes, ¡esa pomada regeneradora de tejidos es increíble! Incluso has mejorado desde que te dejé aquí. Antes parecías un rompecabezas a medio hacer.
Por la expresión sombría del hombre no le costó adivinar que ese no era el mejor modo de tranquilizarlo. Aunque débil, ahora estaba armado, ysería un grave problema que durante una pelea se rompiesen sus preciadas muestras, ordenadas y conservadas en los frascos que habían colocados por las paredes. Le había llevado mucho tiempo conseguirlas. No, no quería tener que luchar ahí.
-Verás... Si lo piensas, realmente te he hecho un favor. Ahora sé que no tienes nada raro en el cerebro, así que puedes tomártelo como un examen médico, ¿qué me dices? Incluso puedo hacer un informe sobre las reacciones que más curiosas he encontrado ante la estimulación eléctrica.
-Ah, adoro el punto que obtienen cuando los cazas con descargas eléctricas. Casi como el pollo frito- la mujer de cabellos rubios dejó escapar un suspiro satisfecho-. Uhm, todavía no has termindo, ¿eh? Bueno, cuando lo hagas vuelve a la cueva, yo iré a ver si nuestro amigo ha despertado de la siesta.
No había querido irse demasiado lejos a cazar, aunque le había llevado algo de tiempo encontrar dos candidatos lo suficientemente grandes como para satisfacer su hambre por unas horas. Ahora, dejando atrás a Absentia disfrutando de su ágape, se preguntó qué tipo de conversación se daría en la caverna cuando el hombre recuperase la consciencia. ¿Se enfadaría? Era una posibilidad... Algunos se mostraban en exceso escrupulosos con eso de pedirles permiso para experimentar con su cuerpo. Gente rarita y egoísta, pensó ella.
Algo tiró de ella cuando asomó la cabeza por la entrada de la cueva, arrojándola sin miramientos contra el suelo. Consciente de lo que estaba sucediendo,mostró una de sus más cordiales sonrisas y soportó la amenazadora mirada dorada engarzada a la suya.
-¡Hey! Me alegra verte tan enérgico, estas últimas horas no estabas muy hablador- se rió sola de su propio chiste a la vez que se incorporaba-. Vaya, menuda cara. ¿Estás enfadado? Si es por las cicatrices y las marcas no te preocupes, ¡esa pomada regeneradora de tejidos es increíble! Incluso has mejorado desde que te dejé aquí. Antes parecías un rompecabezas a medio hacer.
Por la expresión sombría del hombre no le costó adivinar que ese no era el mejor modo de tranquilizarlo. Aunque débil, ahora estaba armado, ysería un grave problema que durante una pelea se rompiesen sus preciadas muestras, ordenadas y conservadas en los frascos que habían colocados por las paredes. Le había llevado mucho tiempo conseguirlas. No, no quería tener que luchar ahí.
-Verás... Si lo piensas, realmente te he hecho un favor. Ahora sé que no tienes nada raro en el cerebro, así que puedes tomártelo como un examen médico, ¿qué me dices? Incluso puedo hacer un informe sobre las reacciones que más curiosas he encontrado ante la estimulación eléctrica.
Lain- Arrancar Sinister
- Post : 143
Edad : 34
Re: Una pequeña sesión de anatomía [Flashback]
Inspiró una copiosa cantidad de aire, dejando que los pulmones se hinchasen como un globo para después expulsarlo sonoramente por sus fosas nasales. Aquel simple ejercicio le hizo recuperar la apariencia de calma a la que siempre recurría en momentos delicados. Todavía el cuerpo le ardía a la más leve rozadura, a cada movimiento. Pero tenía que proyectar la imagen de alguien entero y seguro de sí mismo, por muy deplorable que fuera su estado.
Dejó que la desvergonzada Arrancar prosiguiera con sus justificaciones, a cada cual más absurda. Pronto se dio cuenta de que estaba nerviosa. Nerviosa por algo que él pudiera hacer.
-Dijiste que te llamabas Lain, ¿cierto?- preguntó él de pronto, provocando que la mujer enmudeciera en sus explicaciones. Asintió con un movimiento de su rubia cabeza, pero no dijo nada-. Bien, Lain. No voy a culparte de lo que has hecho. He actuado de forma estúpida bajando la guardia ante un desconocido. Gracias por recordarme que uno nunca está libre de peligro en el Hueco Mundo. Aunque sea un Arrancar.
La expresión tensa de la mujer demudó en una osada sonrisa, y de nuevo vomitó un torrente de palabras que expresaban sus deseos de trabajar unidos, enseñarle su colección y otra gran cantidad de insignificancias que el cerebro de Klauss se vio incapacitado para registrar en su totalidad. La dejó continuar, sonriendo; un gesto que cualquiera interpretaría de forma positiva.
-Disculpa. Acabo de recordar que quería añadir algo más a lo anterior- dijo, alzando la palma cálida y tierna y dejándola sobre la clara cabellera de Elayne. Los ojos de iris azul le estudiaron, afligidos de pura curiosidad. Entonces cerró los dedos entre su pelo y tiró de ella con violencia, estampando su rostro contra uno de los muros de roca hasta horadarla por la fuerza del golpe. Una, dos, tres veces. Cesó, y un gimoteo brotó de la boca sangrante de la chica. Klauss sintió que un dulce desdén se desplegaba en su cara.- Vuelve a intentar repetir la jugada de hoy, y comprenderás que este dolor es sólo un anticipo de lo que te sucederá-. Como si de pronto el contacto directo con ella le repugnase, abrió el puño y la dejó deslizarse entre sus dedos.
Dándole la espalda al cuerpo que se hacía un ovillo en el suelo cruzó la salida de aquel horrible lugar. Mientras andaba no sin dificultad reordenaba su sentido de la orientación para poder así regresar a El Amanecer. Diversas emociones se retorcián en su pecho al pensar en Elayne: ira, rencor, desprecio. Y a su pesar, gratitud.
Regresando al hogar grabó a fuego en su mente las dos valiosas lecciones que esa mujer le había enseñado:
Nada que vagara por esas tierras era inocente ni inofensivo, a pesar de su aspecto.
Y así pues, aquel lugar era exactamente igual de cruel que el mundo humano.
Dejó que la desvergonzada Arrancar prosiguiera con sus justificaciones, a cada cual más absurda. Pronto se dio cuenta de que estaba nerviosa. Nerviosa por algo que él pudiera hacer.
-Dijiste que te llamabas Lain, ¿cierto?- preguntó él de pronto, provocando que la mujer enmudeciera en sus explicaciones. Asintió con un movimiento de su rubia cabeza, pero no dijo nada-. Bien, Lain. No voy a culparte de lo que has hecho. He actuado de forma estúpida bajando la guardia ante un desconocido. Gracias por recordarme que uno nunca está libre de peligro en el Hueco Mundo. Aunque sea un Arrancar.
La expresión tensa de la mujer demudó en una osada sonrisa, y de nuevo vomitó un torrente de palabras que expresaban sus deseos de trabajar unidos, enseñarle su colección y otra gran cantidad de insignificancias que el cerebro de Klauss se vio incapacitado para registrar en su totalidad. La dejó continuar, sonriendo; un gesto que cualquiera interpretaría de forma positiva.
-Disculpa. Acabo de recordar que quería añadir algo más a lo anterior- dijo, alzando la palma cálida y tierna y dejándola sobre la clara cabellera de Elayne. Los ojos de iris azul le estudiaron, afligidos de pura curiosidad. Entonces cerró los dedos entre su pelo y tiró de ella con violencia, estampando su rostro contra uno de los muros de roca hasta horadarla por la fuerza del golpe. Una, dos, tres veces. Cesó, y un gimoteo brotó de la boca sangrante de la chica. Klauss sintió que un dulce desdén se desplegaba en su cara.- Vuelve a intentar repetir la jugada de hoy, y comprenderás que este dolor es sólo un anticipo de lo que te sucederá-. Como si de pronto el contacto directo con ella le repugnase, abrió el puño y la dejó deslizarse entre sus dedos.
Dándole la espalda al cuerpo que se hacía un ovillo en el suelo cruzó la salida de aquel horrible lugar. Mientras andaba no sin dificultad reordenaba su sentido de la orientación para poder así regresar a El Amanecer. Diversas emociones se retorcián en su pecho al pensar en Elayne: ira, rencor, desprecio. Y a su pesar, gratitud.
Regresando al hogar grabó a fuego en su mente las dos valiosas lecciones que esa mujer le había enseñado:
Nada que vagara por esas tierras era inocente ni inofensivo, a pesar de su aspecto.
Y así pues, aquel lugar era exactamente igual de cruel que el mundo humano.
Klauss- Arrancar Dexter
- Post : 211
Edad : 34
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