Exploración...

Algunos miembros de la sección 8 enviados en trabajo de reconocimiento para determinar posibles peligros dentro del desierto, el grupo fue conformado por 4 arrancar de nivel medio de los cuales sólo volvió uno, su estado era penoso pues su cuerpo no soportaría más de 1 hora si no hubiese recibido atención médica; lo único que nos pudo informar antes de caer inconciente fue que vio un grupo de Vasto Lords, alrededor de 8 por lo que pudo contar. La batalla culminó con la aparición de un noveno que no tenía comparación con los demás, el resto de enmascarados se retiró y él solo terminó con los 4 arrancar, solamente él pudo escapar porque sus compañeros se sacrificaron.

Llega un cuervo blanco a cada arrancar que esté dentro de El Amanecer pidiendo que se reúnan en las instalaciones de la 8va fracción, varios de los miembros están de misión por lo que se pide colaboración externa; encontrarse con Kael el espada líder que es quien comandará la misión pues esta es una gran amenaza así como una oportunidad de traer más gente fuerte al castillo y frenar a los Shinigamis.

Los aposentos de la 8va sección estaban tan vacíos que se podían escuchar las motas de polvo, los pocos que había, caer al suelo para luego ser levantadas por la brisa. En medio del gran salón estaba una figura masculina de cabellera rubia que se ondeaban suaves dejando ver la marca, del número que lo nombraba como espada, en la nuca, este veían por una ventana hacía el basto desierto de Hueco Mundo, sus brazos estaban apoyados en la pierna derecha, la cual se sostenía en el marco de la ventana, la zurda colgaba moviéndose como un péndulo, tenía aún el papel con el informe en la mano y este, al igual que la pierna, colgaba mecido por el viento; su rostro estaba sereno aún cuando algo de preocupación lo tenía rondando, 3 muertos dentro de su sección no era bueno, susurrándole que era una muy mala señal.

Había mandado hace algunos minutos los cuervos blancos esperando a que alguien acudiera al llamado, sabía que podría hacerlo solo pero sería demasiado arriesgado pues eran 9 Vasto Lord los que habían aparecido en el desierto, era raro verlos reunidos, o siquiera verlos, pues eran demasiado raros para tener cerca a alguno, cuando los viera ya decidiría que hacer con ellos. Esperaría algunos minutos más, si nadie acudía al llamado iría él mismo.

Todavía estaba viendo hacía el desierto, las grandes extensiones de arena blanca que contrastaba perfectamente con el cielo oscuro perpetuo, de Hueco Mundo, adornado con tétricos árboles que ni podían moverse por alguna ráfaga de viento pues eran cristalinos; la vida ahí no era algo tolerado. Sus ojos se quedaron en una de las bestias que pasaba enfrente aún con la máscara completa; simplemente una bestia más… Pensó mientras se le venían a la mente aquellos pocos recuerdos que tenía de su vida pasada, pero no la de humano sino como ese hollow que aún mantenía una esencia orgullosa.

Estaba aún en sus cavilaciones cuando una voz dulce lo jaló con fuerza hacia su actual cuerpo; una presencia demasiado delicada para ser un arrancar se irguió ante sus ojos que aún mantenían ese pesar tranquilo de la pereza que le hacía tenerlos a medio abrir.

Está bien… Movió una pierna para luego dejarla en el suelo, al momento la diestra le seguía en el mismo camino dejándose al lado… Iremos… Su cuerpo se dispuso hacía adelante y ayudándose con las manos apoyadas en las rodillas se paró completamente.

Dio una paso al frente para luego dar el siguiente haciendo en cada uno de estos un sonido al dejarlos golpear el piso, se acercó a la chica alada mirándola a los ojos sin cambiar un ápice de su gesto tranquilo y cansado, pasó por su lado siguiendo el paso, seguramente ella lo seguiría si sus palabras fueron ciertas.

De que fracción es…? Preguntó en pocas palabras siguiendo su camino hacía, seguramente, el desierto blanco de fuera. Mantendría tal vez algo de conversación entre ambos para que el viaje no sea aburrido pero tampoco es que fuera un orador excelente así que solamente lo que había era lo que ofrecería, además la misión era primero.

Fué aquel un momento de interruptus en su haber. Su habitual meditación había sido interrumpida por una curiosa entidad, que había hecho su entrada a la grisacea, opaca habitación. Ahí, el Arrancar que se encontraba en la posición de loto, y ojos cerrados, no pudo evitar abrir uno, para contemplar al Cuervo Blanco, cuyas alas aleteaba, a medida que se acercaba. Al momento en que llegó, el Mensaje que portaba fué entregado, y recibido, de inmediata manera. A medida que el mensajero animal se iba retirando, el Fracción contemplaba como dicho ser contrastaba con su blanco puro, con el ambiente de la habitación. Finalmente, no pudo evitar abrir sus ojos, en un movimiento lento, para posteriormente hacerlos ver algo agitados, afectados. No pudo evitarlo... Se terminó levantando. Un movimiento rápido que le sacudió de su sopor, para llevarle a un erguir. Movió sus brazos hacia los lados y en círculos, mientras miraba hacia cualquier parte, contemplativo, pensando en la situación.

[...]

Así, apareció. Tras un viaje no muy largo, y relativamente relajador, Mael, el así llamado Fracción, finalmente llegó. Las estancias del Octavo Sector miró. La limpieza, la pureza, y la calma, eran algo que le agraba, algo que aprobaba. Su naturaleza juiciosa le llevaba a evaluar el lugar. La naturaleza del lugar le hacía sentirse... Agradado. Finalmente, cruzó por los pasillos, y entonces vió, o mejor dicho, percibió. Dos Arrancars... Uno muy, muy fuerte, y otra que sólo estaba un poquito debajo de sí mismo, se habían ido, se habían movido en una direccion específica. Hacia el Desierto Diamantino, como él lo llamaba, la Arena Blanca. Sabía que sería poco digno hacer lo que estaba por hacer... Pero sentía que debía hacerlo.

[...]

Al ir saliendo del Amanecer, se pudo visible hacer. Ante ellos dos, se encontraba él. Kamijyo hacia ellos de había dirigido, había sus Reiatsus seguido. Porque era bueno en eso, porque era algo necesario en él, y su función asignada, aún si fuese hace poco tiempo. Aún si fuese un miembro relativamente joven del Amanecer, teniendo solo un mes... O algo semejante. Una vez que llegó ante ellos, ante el Espada, y la Arrancar, se manifestó, mostrándose firme, y haciendo su presentación.

- Sumimasen...

Pronunció. "Disculpad..." Significando, dicho de manera bastante formal, en un natural japonés. Su actitud, y su Reiatsu, prácticamente traducían la idea, si es que alguno de ellos no la supiera. Luego de eso, bajó un poco su torso, y su cabeza, dejando notar su cabello negro, largo y suelto, así como su cráneo, en parte. Durante aquel momento y posición de humildad auto-inducida, prosiguió.

- Kamijyo Mael-desu... Fracción...

Habló de manera clara, y audible, pero que no superaba un tono de voz demasiado alto. Su aspecto estoico, su actitud solemne, su estatura de casi un metro con noventa, junto a su físico delgado, pero firme y desarrollado de forma concentrada, denotaban el tipo de persona, de ser que era. Un soldado, después de todo, o al menos, algo parecido a uno, alguien dedicado a actuar por sus ideales, y por sus deberes. Tras dejar pasar unos 15 segundos de respeto hacia Ambos, terminó por levantarse, irguiéndose denuevo en precisión. Sin decir nada más, se desabrochó aquel ropaje que cubría su boca y su cuello. Lo movió hacia un lado, y haciendo lo mismo con la chaqueta, dejó ver solo una pequeña parte de la piel frontal de su pecho. Ahí, en el sector izquierdo de su cuerpo, y por ende el derecho para el punto de vista de sus interlocutores, se encontraba. Un 11, nítido, y tatuado.

Tras eso, dejandolo ver... Decidió recoger sus ropajes, volviendo estos a cubrir su boca. Sus ojos de tono azul metálico contemplaban, firmes, tanto a la dama alada, como al señor espada. Sólo esperaba... No haber sido inapropiado... O sino sabría que merecería ser castigado. Al final, su boca no pudo evitar un desliz, para pronunciar algo más, algo final.

- Mi sección se especializa en... Evaluar poderes... Mi deber es estar... Aquí.

Y no dijo más. A pesar de su sosiego... Algo de nerviosismo estaba en su cuerpo. Estando ante un superior de tamaño poder... Sólo esperaba no haberse alejado del bien, de lo correcto, de lo absoluto, aquello a lo que aspiraba. Sólo esperaba... Haber sido preciso, haber sido como era debido.

El aburrimiento en sus ojos seguía tan notorio como minutos antes, siguió de largo a la puerta de los aposentos que tenía su fracción, podía escuchar los pasos de la chica que lo seguía, además de un sonido suave como del rozar de las manos en cabello, que le permitían diferenciar la soledad y la actual compañía de la que era partícipe en estos momentos.

La castaña, se había dado cuenta cuando pasó al lado, comenzó a hablar respondiendo las preguntas del espada; su voz suave con entonación de delicadeza completaban el perfil tímido que poseía, pero Kael sabía de sobra que las apariencias engañas… En muchos casos demasiado. Mantuvo la atención puesta en ella hasta que sintió otra presencia, realmente alguien más se les uniría…? Fue una pregunta que se le vino más por inercia que por algo en especial. Al cabo de algunos segundos pudo ver al dueño de aquel reiatsu dirigirse a donde estaban ambos arrancar, su rostro estaba cubierto hasta la mitad con ropas de cuero, hizo la presentación de cortesía para luego hablar sobre aquello a lo que se dedicaba su sección así como las razones por la cual estaba ahí, habían dos arrancar que pretendían formar parte de esta empresa, eso agradó al espada aunque no lo demostró en su rostro, no lo hacía con regularidad.

Kael, octavo espada… Se dirigió al recién llegado presentándose mientras sus pasos seguían en dirección al desierto blanco, pasó al lado de Mael siguiendo el camino hacía el primer punto de su expedición, luego de eso no habría vuelta atrás, está sería la inicial misión del espada esperando que pudieran volver tal y como llegaron.

[Continuación]