Malas Noticias.

Por los pasillos del Quinto escuadrón se encontraba la pequeña enlace de la segunda división Tsubaki. Su trabajo normalmente le gustaba. Ser la portavoz de su capitana y de las fuerzas especiales era, la mayor parte del tiempo, un privilegio que disfrutaba con devoción. Sin embargo, otras veces no había buenas palabras que fueran a salir de su boca, por muy endulzada que sonase su suave y melodiosa voz. Ese momento era uno de ellos.

Después de los acontecimientos en Karakura y la reunión de capitanes que pasó poco después, Yoruko le había pedido que fuera a hablar con el tercer oficial del Quinto escuadrón. Un joven bastante guapo llamado Amai Satou. Tsuki le había visto alguna que otra vez en sus andanzas por el escuadrón al que pertenecía buscando a Kato o al capitán Karaiko. El Shihoin la mayoría de las veces le parecía demasiado despreocupado, pero Amai era distinto. Alguna que otra vez se había sorprendido mirándolo más de la cuenta, pero como buena shinigami del segundo, nunca había sido descubierta. O eso pensaba la pequeña.

Con rapidez, sus pasos la guiaban con los pasillos que bien conocía. Tsuki era bastante despistada, pero tenía una memoria excelente de lo que la rodeaba y podía recordar complejos laberintos con pasar solo una vez por ellos. Para la joven de cabello de luz de luna, no había secretos en el Seireitei.

Silenciosa como si de un gato se tratase, buscó con disimulo la habitación donde sabía que Satou se encontraría. Sentía su reiatsu venir de detrás de la puerte y elevó el suyo propio para advertirle que alguien se encontraba allí. Dio unos golpes con los nudillos en la puerta mirando hacia abajo sujetando con firmeza un pergamino que llevaba en una mano.

-¿Amai-san, está ahí? -preguntó con voz suave y cordial aclarándose la garganta después. -Tengo algo importante que decirte. Además, traigo órdenes de la capitana Hokori. ¿Puedo pasar? -continuó esperando una afirmación por parte del ocupante de aquella habitación.

Otra mañana productiva para el jovial shinigami. Amai llevaba despierto desde primera hora de la mañana. Los rayos de sol entraban desde su ventana directamente a la cara tal y como amanecía, de modo que podía aprovechar el día mucho más. El mayor problema es que, para que esto funcionase, tenía que extender el futon en medio de la habitación, haciendo que el lugar pareciese más desordenado de lo que realmente era.

Aunque esta mañana, para variar, no se había lanzado a la arena a practicar con su espada. Esta mañana, mucho más sereno de lo habitual, había tomado un libro (Cortesía del octavo escuadrón) y estudiaba con atención tratando de desenmarañar los secretos del bankai, que aún se le resistían.

El chico era práctico, y espabilado. Hacía bien una tarea cuando se le ordenaba, y desde luego, en el menor tiempo posible. Entregado a su escuadrón y ocupando todos sus ratos libres en estudiar o entrenar. Podría llegar a parecer un chico un poco agonía, pero él era así... o al menos así llevaba siendo una larga temporada, aunque quizás hoy cambiaran las cosas...

Sonó la puerta, lo que le sacó de su medio-trance. Notó encontes una presencia que le resultaba incluso familiar. Alguna vez la había sentido en su propio escuadrón, aunque no sabía muy bien de quien era. Aquel reiatsu era como un aroma agradable, que encuentras a menudo en un bar, pero que no sabrías decir exactamente de quien es. Y ese aroma estaba llamando a su puerta.

Se acercó presto, soltando un alargado "-HAAAAAAAAI!", detuvo sus pies juntos frente a la puerta, y la abrió con ambas manos. Conforme la puerta corría hacia su derecha, se desvelaba al otro lado una figura femenina, de cabellos plateados y ojos celestes y profundos como el cielo. Lo más curioso es que no reconociese su cara. Siempre pensó que aquel "aroma" pertenecía a alguien del quinto, pero empezaba a plantearse que se equivocase... Cosa que no solía pasar siquiera por su cabeza.

Se la quedó mirando un instante, descolocado, para luego girar la cabeza hacia un lado. La chica tenía una cara que seguramente la mejor definición era: Linda

- ¿Te conozco? Soy Amai Satou. Encantado. -. La extrañeza le complicaba la postura disciplinada que solía adaptar, y sonaba más bien seco, pero seguro que terminarían tomando confianza pronto.


[[OFF: Siento el retraaso, pero ya sabes q esta semana he estao hasta arriba. Cuando tu pequeña se presente, le daré pié a que pase a la habitación. ^^]]