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Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
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Hitsuya Yamato
Murakami Aoki
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Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Negligencia: Volumen 1
Malas Noticias.
Malas Noticias.
Aquí recibiré a mis queridos colegas, y conocidos de Katsu: Gennosuke, Yamato y Washiru... Mi idea, ya que Yamato está en algún lugar del cuarto, sería que cuando vinieseis los dos nobles, ir a la sala de Yamato y contároslo allí, pero si Yamato se ve en condiciones de venir, pos os lo cuento en mi cuarto... como veais. Entrad akí sin orden alguno, tal y como llegueis...
----------------------------------------------
Aoki había vuelto a su cuarto, a meditar con calma todo lo acontecido... No podía creerlo... ¿Katsu muerto? era algo que casi le sonaba a absurdo. Estuvieron juntos desde la academia, había ido a misiones juntos, matado hollows. Fueron los primeros en visitarle cuando perdió la vista... Cientos de recuerdos de una amistad de más de cien años, que se dice pronto, que ahora se habían quedado en nada más que eso: Recuerdos.
Se encontraba tirado en su asiento, con los codos apoyados sobre la mesa, sujetando la sien con la punta de sus dedos, y con los ojos cerrados, absorto en sus pensamientos. Acababa de volver de dar la mala noticia al capitán, y dejarle a solas con su difunto teniente... Cuando llegó a su cuarto, llamó a sus antiguos camaradas, y ahora estaba a la espera para seguir dando malas noticias, para seguir jodiendole el día a todos los que tenían que saberlo. Y de veras, que no quería, que si por él fuese, se tumbaría en la cama, cerraría los ojos, y "Mañana sería otro día" y, de hecho, si aún fuese su época de teniente, se lo habría dejado a alguien, y hubiese tratado de evadirse de la realidad, pero ahora las cosas había cambiado, y tenía que poner la cara él mismo. Definitivamente necesitaría nombrar un teniente, y rápido...
La muerte rondaba su cabeza. No podría estar tranquilo... ¿Dormir con la conciencia tranquila? Hasta que cogiera a quin fuese que había acabado con Katsu no descansaría... Quizá fuese un descuido, pero en cualquier modo es imperdonable, que alguien que de un descuido acaba con la vida, no solo de un amigo suyo, sino además de un teniente del gotei trece, no podría estar entre sus filas...
Y absorto en sus pensamientos, la puerta sonó, haciéndo que todo su cuerpo se sacudiese de forma repentina, tensandose cada uno de sus músculos...
Se levantó con la pesadez de su cuerpo, sintiendo como levantaba más peso del que jamás había elevado en ninguno de sus entrenamientos intensos... Fue tambaleante hasta la puerta, se paró frente a ella, tomó aire, lo soltó de golpe y se estiró, tratando de tener un aspecto menos demacrado de los que se sentía su alma...
Abrió la puerta y saludó a quien estaba en frente suya con la mano levantada, y el gesto serio, soberbio, duro... solemne...
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Hitsuya Yamato se despertó en su habitación unas horas después de haber quedado inconsciente en el campo de batalla. Solo recordó las palabras de Uller antes de que perdiera el conocimiento. Supuso que había sido él el que lo había traído hacia el 4º escuadrón y que había sido Aoki el que le había tratado. Lástima. Aún tenía esperanzas de volver a ver a sus queridas cirujanas de su vez anterior.
Al despertarse en la habitación vio que estaba completamente solo. Miró a su alrededor buscando a alguien que tal vez tuviera que hacerle algún reconocimiento o comprobar sus constantes aunque no vino nadie. Recorrió con la mirada la habitación y reparó en un trozo de papel doblado que había encima de la mesilla de noche al lado de su cama. Tomó el papel y reconoció la letra de Aoki al instante.
"Yamato, tengo un asunto importante que tratar con vosotros. Ven a mi habitación, está al final del pasillo a la derecha del escuadrón.
Aoki."
Yamato releyó la nota unas cinco veces antes de decidirse a ponerse en pie, bastante confundido. ¿Aoki serio? Debía ser algo grave sin duda. No sabía exactamente cuanto tiempo había estado inconsciente aquella vez, pero seguro que se encontraba en mejores condiciones de las que despertó después de la guerra. Sus heridas casi habían sanado por completo aunque seguía sintiendo el hombro algo dolorido.
Movió el brazo algo para desentumecer los músculos y se puso el uniforme. Tomó a Hagane y se encaminó hacia la habitación de Aoki dejando la suya cerrada. No tardó mucho en encontrar su camino y llamó a la puerta con los nudillos y expresión tensa. Que Aoki estuviera serio no era una buena señal. No había ni una broma ni un pequeño dibujo. Nada. Aquello no le daba muy buena espina.
Al abrir la puerta Yamato abrió la boca para gastarle una broma pero al ver su expresión enmudeció y solo asintió con la cabeza cuando el grandullón le dejó entrar. Observó la habitación buscando alguna razón por la que les había llamado. Había sido el primero en llegar y no le sorprendió ya que había estado allí en el mismo escuadrón. Miró a Aoki esperando a que dijera algo, alguna razón por la cual estaba allí con esa expresión de haber visto algo terrible. Una punzada de nerviosismo se hizo cargo de su estómago apretándolo de tal manera que se le hizo extremadamente molesto.
-Esperamos a los demás, verdad? -preguntó al teniente del 4º buscando algo de lo que hablar. Se refería a sus amigos comunes: Washiru, Gennosuke y Katsu.
Al despertarse en la habitación vio que estaba completamente solo. Miró a su alrededor buscando a alguien que tal vez tuviera que hacerle algún reconocimiento o comprobar sus constantes aunque no vino nadie. Recorrió con la mirada la habitación y reparó en un trozo de papel doblado que había encima de la mesilla de noche al lado de su cama. Tomó el papel y reconoció la letra de Aoki al instante.
"Yamato, tengo un asunto importante que tratar con vosotros. Ven a mi habitación, está al final del pasillo a la derecha del escuadrón.
Aoki."
Yamato releyó la nota unas cinco veces antes de decidirse a ponerse en pie, bastante confundido. ¿Aoki serio? Debía ser algo grave sin duda. No sabía exactamente cuanto tiempo había estado inconsciente aquella vez, pero seguro que se encontraba en mejores condiciones de las que despertó después de la guerra. Sus heridas casi habían sanado por completo aunque seguía sintiendo el hombro algo dolorido.
Movió el brazo algo para desentumecer los músculos y se puso el uniforme. Tomó a Hagane y se encaminó hacia la habitación de Aoki dejando la suya cerrada. No tardó mucho en encontrar su camino y llamó a la puerta con los nudillos y expresión tensa. Que Aoki estuviera serio no era una buena señal. No había ni una broma ni un pequeño dibujo. Nada. Aquello no le daba muy buena espina.
Al abrir la puerta Yamato abrió la boca para gastarle una broma pero al ver su expresión enmudeció y solo asintió con la cabeza cuando el grandullón le dejó entrar. Observó la habitación buscando alguna razón por la que les había llamado. Había sido el primero en llegar y no le sorprendió ya que había estado allí en el mismo escuadrón. Miró a Aoki esperando a que dijera algo, alguna razón por la cual estaba allí con esa expresión de haber visto algo terrible. Una punzada de nerviosismo se hizo cargo de su estómago apretándolo de tal manera que se le hizo extremadamente molesto.
-Esperamos a los demás, verdad? -preguntó al teniente del 4º buscando algo de lo que hablar. Se refería a sus amigos comunes: Washiru, Gennosuke y Katsu.
Hitsuya Yamato- Post : 38
Edad : 39
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Yamato estaba al otro lado de la puerta, con una expresión jocosa y la boca abierta, apunto de soltar alguna de las suyas. De haber sido otro momento, de seguro le habría arrancado una sonrisa al grandullón, pero no esta vez. Esta vez era un caso distinto. Le dejó pasar al cuarto, y el shinigami solo le faltó olisquear el ambiente en busca de alguna prueba que le ahorrase a Aoki dar la noticia... Ahora que lo pensaba, debería haberlo puesto en una pancarta al fondo del cuarto, tras su escritorio, y se ahorraría decir esas duras palabras, que empezaba a dudar que fuese capaz de articular.
Descuidado, dejó la puerta entreabierta. No era capaz de concentrarse en nada de lo que hacía. Seguro que si cogiese una katana, su empanada mental haría que la cogiese del filo. No prestaba atención a sus acciones ni a su expresión, solo a su pensamiento, desordenado, destartalado, como un cuarto que acaba de ser registrado, puesto patas arriba y con todos los cajones sacados y los papeles desperdigados por el suelo. Y ahora tocaba ordenar ese montón de papeles y hacer un informe. El interior de su cabeza era de locos.
- Yamato... -. No sabía como empezar su frase... y finalmente comenzó tratándo de llamar la atención de su compañía... Ahora venia la parte dificil. Le dejó tiempo para preguntar, incluso para asustarle. No fue intencionado, pero debía tomarselo con calma para no decírselo demasiado de golpe. - Es Katsu... - Ya se iba acercando... A cada palabra hacía una pausa, su lengua se trababa, y sus manos no dejaban de temblar. Se supone que la muerte debería estar más que reconocida para alguien como Aoki, capitán del cuarto escuadrón, cosa que Yamato quizá aún no supiera. La dama negra no espera a nadie, y tarde o temprano se llevará a unos y otros... Pero esta vez ha sido demasiado repentino. Uno jamás podría acostumbrarse a su poder, al hecho de que con un giro de muñeca, su guadaña rebana el alma de quien ella decide. Podría parecer injusto, pero no deja de ser la realidad.
Cerró los ojos, apartó la vista, y dejó escapar su pensamiento entredientes, con voz débil, dubitativa, y temblorosa, pero de seguro que Yamato lo habría oido. - Esta noche... Ha muerto... -. Ya estaba dicho. Solo esperó paciente a la reacción de Yamato, que sin duda sería inesperada, fuera cual fuese.
Descuidado, dejó la puerta entreabierta. No era capaz de concentrarse en nada de lo que hacía. Seguro que si cogiese una katana, su empanada mental haría que la cogiese del filo. No prestaba atención a sus acciones ni a su expresión, solo a su pensamiento, desordenado, destartalado, como un cuarto que acaba de ser registrado, puesto patas arriba y con todos los cajones sacados y los papeles desperdigados por el suelo. Y ahora tocaba ordenar ese montón de papeles y hacer un informe. El interior de su cabeza era de locos.
- Yamato... -. No sabía como empezar su frase... y finalmente comenzó tratándo de llamar la atención de su compañía... Ahora venia la parte dificil. Le dejó tiempo para preguntar, incluso para asustarle. No fue intencionado, pero debía tomarselo con calma para no decírselo demasiado de golpe. - Es Katsu... - Ya se iba acercando... A cada palabra hacía una pausa, su lengua se trababa, y sus manos no dejaban de temblar. Se supone que la muerte debería estar más que reconocida para alguien como Aoki, capitán del cuarto escuadrón, cosa que Yamato quizá aún no supiera. La dama negra no espera a nadie, y tarde o temprano se llevará a unos y otros... Pero esta vez ha sido demasiado repentino. Uno jamás podría acostumbrarse a su poder, al hecho de que con un giro de muñeca, su guadaña rebana el alma de quien ella decide. Podría parecer injusto, pero no deja de ser la realidad.
Cerró los ojos, apartó la vista, y dejó escapar su pensamiento entredientes, con voz débil, dubitativa, y temblorosa, pero de seguro que Yamato lo habría oido. - Esta noche... Ha muerto... -. Ya estaba dicho. Solo esperó paciente a la reacción de Yamato, que sin duda sería inesperada, fuera cual fuese.
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Yamato dudó. Dudó más de lo previsible, y pasaron solo unos pocos segundos, que parecieron eones entre los silenciosos shinigamis. El pliegue del Hakama de Aoki se deformaba bajo la presión de sus dedos tensos, que con la fuerza actual romperían un cuello sin esfuerzo. Apretaba los dientes con intensidad y sintió el sabor de la sangre que comenzó a manar de sus encías recorriendo y enrojeciendo su lengua. Tragó la mezcla de saliva y culpabilidad, el trago más duro quizá de su vida.
El silencio se vio quebrado por el suave correr de la puerta por el surco. Al otro lado, el soberbio Chido, renombrado forense del cuarto escuadrón. Al parecer, ya debía haber finalizado su trabajo, y habría un motivo que anunciar a su colega, y al resto de shinigamis que debiesen ser informados. Caminó, con el leve sonido de los tabi amortiguando el tacto con el suelo de madera, en sigilo felino. No despegó sus labios entendiendo que se encontraba entre amigos tratando un asunto importante, así que simplemente, dejó la misiva sobre la mesa, giró sobre sus talones, y se fue por donde entró, cerrando la puerta a sus espaldas.
Aoki la tomó en silencio, dedicando una mirada a Yamato que le haría saber que ahí estaban los motivos, y que guardase solo un momento. Abrió uno de los cajones de su escritorio con el pulso tembloroso, y extrajo un elegante abrecartas dorado. Rompió la parte superior del sobre, y sacó el papel bien doblado por tres partes, que desplegó para leer en silencio.
Al acabar la carta, tragó saliva una vez más, para humedecer el nudo que se había formado entre su garganta y la palabra “descuido”. Apretaba los dedos en torno al abrecartas. Alzó la mirada para dirigirsela a su compañero, aún silenciado por el shock, para explicarle lo poco más que sabía, y con la certeza de que su cara encajaría tarde o temprano un puño de su curtido amigo.
- Y la causa… - y en cuanto empezó a hablar, su voz se eclipsó por el estruendo de la puerta al abrirse de nuevo… Esta vez, Suzuhara Miki, un joven prometedor en el escuadrón se mantenía al otro lado, despeinado y adormilado, con ciertas legañas alrededor de sus entornados ojos. No era un buen momento para andarse con tonterías, y el capitán no acababa de entender que demonios hacía aquel chico allí. Comenzó a hablar con desgana y desdén, lentamente, con el peso que el sueño parecía ejercer sobre su cuerpo.
- Taichou, anoche… y dejo escapar un bostezo que parecía incontenible. - Anoche entró alguien, pero escapó antes de que le diese tiempo a hacer nada… - Su voz calmada se contrarrestaba con la tensión muscular de Aoki. La gota de sangre de la palma de su mano comenzaba a resbalar abrecartas abajo… - Espero que no haya pasado nada, ha sido solo un descuido. -
Un descuido… un descuido… ¿un descuido?... ¡¿UN DESCUIDO?! Aoki de un golpe clavó la daga de una cuarta en la mesa hasta la parte en la que la sostenía, acto que pareció sacar a Yamato de su trance- Luego se levantó dejando caer la silla a sus espaldas, colocó un pie sobre la mesa, y saltó hasta la puerta, apartando a Yamato y lanzándolo contra el suelo, y sujetando con su enorme manaza el cuello del pequeño Miki hasta caer al suelo. En mitad del pasillo, Aoki tenía completamente dominado al Shinigami, y levantaba el puño sobre su cabeza una y otra vez para lanzarlo a toda velocidad contra la cara del cada vez más magullado chico. Su mirada estaba desbocada, y su cuerpo no reaccionaba al constante pensamiento de “Detente”.
El silencio se vio quebrado por el suave correr de la puerta por el surco. Al otro lado, el soberbio Chido, renombrado forense del cuarto escuadrón. Al parecer, ya debía haber finalizado su trabajo, y habría un motivo que anunciar a su colega, y al resto de shinigamis que debiesen ser informados. Caminó, con el leve sonido de los tabi amortiguando el tacto con el suelo de madera, en sigilo felino. No despegó sus labios entendiendo que se encontraba entre amigos tratando un asunto importante, así que simplemente, dejó la misiva sobre la mesa, giró sobre sus talones, y se fue por donde entró, cerrando la puerta a sus espaldas.
Aoki la tomó en silencio, dedicando una mirada a Yamato que le haría saber que ahí estaban los motivos, y que guardase solo un momento. Abrió uno de los cajones de su escritorio con el pulso tembloroso, y extrajo un elegante abrecartas dorado. Rompió la parte superior del sobre, y sacó el papel bien doblado por tres partes, que desplegó para leer en silencio.
“Por la presente se informa de los detalles extraídos del cuerpo del difunto Katsu Ryuga, ex-teniente del séptimo escuadrón del Ilustre Gotei Trece. Se han detectado rastros de reiatsu desconocido, así como de los últimos shinigamis que estuvieron en contacto con él, como son:
- Murakami Aoki: Capitán del cuarto escuadrón
- Suzuhara Sakurai: Shinigami raso del cuarto escuadrón
[[Y varios nombres más]]
Se ha llegado a la conclusión de que ha sido un claro caso de negligencia, una cura mal practicada o un descuido en su atención. Se está barajando la hipótesis de que haya sido algo intencionado, pero aún no hay pruebas de ello.”
- Murakami Aoki: Capitán del cuarto escuadrón
- Suzuhara Sakurai: Shinigami raso del cuarto escuadrón
[[Y varios nombres más]]
Se ha llegado a la conclusión de que ha sido un claro caso de negligencia, una cura mal practicada o un descuido en su atención. Se está barajando la hipótesis de que haya sido algo intencionado, pero aún no hay pruebas de ello.”
Al acabar la carta, tragó saliva una vez más, para humedecer el nudo que se había formado entre su garganta y la palabra “descuido”. Apretaba los dedos en torno al abrecartas. Alzó la mirada para dirigirsela a su compañero, aún silenciado por el shock, para explicarle lo poco más que sabía, y con la certeza de que su cara encajaría tarde o temprano un puño de su curtido amigo.
- Y la causa… - y en cuanto empezó a hablar, su voz se eclipsó por el estruendo de la puerta al abrirse de nuevo… Esta vez, Suzuhara Miki, un joven prometedor en el escuadrón se mantenía al otro lado, despeinado y adormilado, con ciertas legañas alrededor de sus entornados ojos. No era un buen momento para andarse con tonterías, y el capitán no acababa de entender que demonios hacía aquel chico allí. Comenzó a hablar con desgana y desdén, lentamente, con el peso que el sueño parecía ejercer sobre su cuerpo.
- Taichou, anoche… y dejo escapar un bostezo que parecía incontenible. - Anoche entró alguien, pero escapó antes de que le diese tiempo a hacer nada… - Su voz calmada se contrarrestaba con la tensión muscular de Aoki. La gota de sangre de la palma de su mano comenzaba a resbalar abrecartas abajo… - Espero que no haya pasado nada, ha sido solo un descuido. -
Un descuido… un descuido… ¿un descuido?... ¡¿UN DESCUIDO?! Aoki de un golpe clavó la daga de una cuarta en la mesa hasta la parte en la que la sostenía, acto que pareció sacar a Yamato de su trance- Luego se levantó dejando caer la silla a sus espaldas, colocó un pie sobre la mesa, y saltó hasta la puerta, apartando a Yamato y lanzándolo contra el suelo, y sujetando con su enorme manaza el cuello del pequeño Miki hasta caer al suelo. En mitad del pasillo, Aoki tenía completamente dominado al Shinigami, y levantaba el puño sobre su cabeza una y otra vez para lanzarlo a toda velocidad contra la cara del cada vez más magullado chico. Su mirada estaba desbocada, y su cuerpo no reaccionaba al constante pensamiento de “Detente”.
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Se marchó de la escena sin titubearlo, esperaba que nadie se le interpusiera, ni mucho menos que se opusieran a sus ordenes, por eso haría caso omiso a cualquier comentario de sus compañeros de la otra sección.
Paseaba por los pasillos sigilosos, demasiado, después de todo el alboroto de esa misma mañana. Mientras caminaba firme y recta a veces echaba una ojeada a Sakurai, su propio compañero había sido el ultimo en curar a Katsu, no dudaría en cogerle cuando estuvieran a solas para interrogarle, aunque soltaría pocas palabras no al final contestaría a lo que ella buscaba, aunque las tuviera que sacar con sacacorchos.
Al fondo del pasillo se abrió bruscamente la puerta del despacho de su capitán... Aoki golpeaba una y otra vez con el puño a Miki Suzuhara, hermano de Sakurai. Sha de un shumpo apareció tras Aoki con la zampakutoh desenvainada y apuntando al cuello de Aoki, dándole la espalda a Yamato del cual no se había percatado de que estaba allí.
- ¿Y tú eres capitán del cuarto escuadrón? No deberías castigar de ese modo a tus subordinados. Espero que tengas una buena razón para hacer esto. – Dijo sin mover ni un ápice su Zampakutoh.
Realmente esperaba que fuera Miki el que tuvo la negligencia con Katsu, si no entendería que estaba ocurriendo allí. Pero visto el panorama, tampoco le quedaba otra ya que a ella los miembros del escuadrón también le importaban. Tampoco estaba segura de la reacción de su compañero Sakurai, ni del joven Yamato, del cual se había movido lentamente hacia un lado para no darle la espalda a ningún shinigami.
Paseaba por los pasillos sigilosos, demasiado, después de todo el alboroto de esa misma mañana. Mientras caminaba firme y recta a veces echaba una ojeada a Sakurai, su propio compañero había sido el ultimo en curar a Katsu, no dudaría en cogerle cuando estuvieran a solas para interrogarle, aunque soltaría pocas palabras no al final contestaría a lo que ella buscaba, aunque las tuviera que sacar con sacacorchos.
Al fondo del pasillo se abrió bruscamente la puerta del despacho de su capitán... Aoki golpeaba una y otra vez con el puño a Miki Suzuhara, hermano de Sakurai. Sha de un shumpo apareció tras Aoki con la zampakutoh desenvainada y apuntando al cuello de Aoki, dándole la espalda a Yamato del cual no se había percatado de que estaba allí.
- ¿Y tú eres capitán del cuarto escuadrón? No deberías castigar de ese modo a tus subordinados. Espero que tengas una buena razón para hacer esto. – Dijo sin mover ni un ápice su Zampakutoh.
Realmente esperaba que fuera Miki el que tuvo la negligencia con Katsu, si no entendería que estaba ocurriendo allí. Pero visto el panorama, tampoco le quedaba otra ya que a ella los miembros del escuadrón también le importaban. Tampoco estaba segura de la reacción de su compañero Sakurai, ni del joven Yamato, del cual se había movido lentamente hacia un lado para no darle la espalda a ningún shinigami.
Sha- Post : 46
Edad : 74
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Se había quedado completamente petrificado. Las palabras que Aoki había pronunciado cayeron al herido oficial como una jarra de agua fría. Katsu, muerto?! Pero si acababa de oír por parte de un par de shinigamis que el teniente estaba herido pero no moribundo. Sabía que habría llegado a estar en el 4º escuadrón y ¡¿ahora le venía con estas?! Yamato cerró los puños y los ojos con fiereza intentando controlar la rabia que fluía por su cuerpo. Katsu muerto y bajo el cuidado de Aoki.... Nunca jamás habría pensando que ese inepto pudiera llegar a ser tan sumamente estúpido.
Para Yamato, Katsu había sido casi un hermano. Era el más joven del grupo, al menos en apariencia, y le había cogido cariño. Todos lo sabían. Y más aún se volvió algo sobreprotector cuando perdió la vista. No cesaría en el empeño de devolverle aquella sonrisa cálida que siempre los alegraba a pesar de las broncas. Se había sentido tan orgulloso cuando se enteró que de Hayato lo había seleccionado como su teniente que no cabía en sí de gozo. Ahora todos los miembros del grupo eran tenientes, menos él. Poco o nada le importaba a Yamato ese detalle pero aún así... Se sentía como si le hubiera fallado a un hermano pequeño.
El golpe que dio el gigantón sobre la mesa hizo que la frágil tranquilidad que había conseguido mantener el oficial del 11º escuadrón se rompiera como una copa ante una cantante soprano en una de sus notas más altas. Desvió la mirada hacia el suelo solo para leer un par de nombres de la lista y la palabra "Negligencia".
Ya había desaparecido Aoki de su alcance antes de que pudiera engancharle por el cuello. Y el hecho de que le hubiera empujado no ayudaba a que el oficial se relajase en absoluto. Se había lanzado sobre un shinigami que acababa de llegar y aquello, si no hubiera estado cegado por la furia, habría resultado tremendamente raro en Aoki. No solía pelearse con los demás, muy al contrario que Gennosuke o él mismo. Una shinigami del escuadrón apareció detrás de Aoki colocando su filo en el cuello aunque el oficial no pensaba dejar que nadie se interpusiera entre él y su objeto de furia.
-¡¡APARTA!! ¡¡Maero, Hagane no shishi!! -gritó a Sha tras haber desenvainado su zanpakutou con el filo reluciente.
De un golpe, destrozó el suelo que había delante de él y saltó hacia delante con el tetsubo levantado. Suerte que Aoki era grande ya que el marco de la puerta estaba más levantado que de costumbre aunque la punta lo destrozó. El shikai de Yamato impactó con toda su fuerza en el costillar derecho de Aoki mandándolo a volar hacia uno de los laterales destinado a alejarlo de su presa y apartarlo para poder golpearle con total tranquilidad de que no le haría daño a ninguno de los demás que se encontraban allí. De un shunpo desapareció levantando el arma por encima de su cabeza destinado a descargar otro golpe con potencia sobre el torso del recién nombrado capitán.
-¡¡SE SUPONE QUE ESTABA BAJO TU CUIDADO!! ¡¡PEDAZO DE MIERDA!! -gritó preso de la furia haciendo descender su arma otra vez sobre el enorme capitán. Los ojos de Yamato centelleaban con furia dando a su mirada de por sí carmesí un tono brillante de locura en ellos.
Para Yamato, Katsu había sido casi un hermano. Era el más joven del grupo, al menos en apariencia, y le había cogido cariño. Todos lo sabían. Y más aún se volvió algo sobreprotector cuando perdió la vista. No cesaría en el empeño de devolverle aquella sonrisa cálida que siempre los alegraba a pesar de las broncas. Se había sentido tan orgulloso cuando se enteró que de Hayato lo había seleccionado como su teniente que no cabía en sí de gozo. Ahora todos los miembros del grupo eran tenientes, menos él. Poco o nada le importaba a Yamato ese detalle pero aún así... Se sentía como si le hubiera fallado a un hermano pequeño.
El golpe que dio el gigantón sobre la mesa hizo que la frágil tranquilidad que había conseguido mantener el oficial del 11º escuadrón se rompiera como una copa ante una cantante soprano en una de sus notas más altas. Desvió la mirada hacia el suelo solo para leer un par de nombres de la lista y la palabra "Negligencia".
Ya había desaparecido Aoki de su alcance antes de que pudiera engancharle por el cuello. Y el hecho de que le hubiera empujado no ayudaba a que el oficial se relajase en absoluto. Se había lanzado sobre un shinigami que acababa de llegar y aquello, si no hubiera estado cegado por la furia, habría resultado tremendamente raro en Aoki. No solía pelearse con los demás, muy al contrario que Gennosuke o él mismo. Una shinigami del escuadrón apareció detrás de Aoki colocando su filo en el cuello aunque el oficial no pensaba dejar que nadie se interpusiera entre él y su objeto de furia.
-¡¡APARTA!! ¡¡Maero, Hagane no shishi!! -gritó a Sha tras haber desenvainado su zanpakutou con el filo reluciente.
De un golpe, destrozó el suelo que había delante de él y saltó hacia delante con el tetsubo levantado. Suerte que Aoki era grande ya que el marco de la puerta estaba más levantado que de costumbre aunque la punta lo destrozó. El shikai de Yamato impactó con toda su fuerza en el costillar derecho de Aoki mandándolo a volar hacia uno de los laterales destinado a alejarlo de su presa y apartarlo para poder golpearle con total tranquilidad de que no le haría daño a ninguno de los demás que se encontraban allí. De un shunpo desapareció levantando el arma por encima de su cabeza destinado a descargar otro golpe con potencia sobre el torso del recién nombrado capitán.
-¡¡SE SUPONE QUE ESTABA BAJO TU CUIDADO!! ¡¡PEDAZO DE MIERDA!! -gritó preso de la furia haciendo descender su arma otra vez sobre el enorme capitán. Los ojos de Yamato centelleaban con furia dando a su mirada de por sí carmesí un tono brillante de locura en ellos.
Hitsuya Yamato- Post : 38
Edad : 39
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Momentos antes, Sakurai avanzaba con paso acelerado, aunque con desgana, por los pasillos del 4º Escuadrón.
Frente a él, Sharessu lideraba la marcha, como aquel que desea zanjar un asunto con atino y prontitud. Había que reconocer que su iniciativa estaba resultando inestimable en aquellos momentos de revuelo y, ¿por qué no?, desespero.
Veinte metros…
Poco a poco, se acercaban a la puerta de la estancia en que, a juzgar por las aún lejanas voces que se oían, ya había reunidos al menos tres individuos. Uno de ellos le era por completo desconocido, mientras que los otros dos resultaban ser nada menos que su taichō y mentor, y su hermano pequeño, Miki. Sentía curiosidad por saber qué estaría pasando dentro; así que aceleró algo el paso.
Quince metros…
Las voces frente a él se hacían más nítidas a cada paso dado, desvelando una discusión entre Aoki y el tipo desconocido que poco bueno parecía presagiar. Y de pronto, tras la inconsciente declaración del joven Suzuhara; se desató el caos.
El ruido de los golpes procuró la pronta reacción de Sharessu, que salió disparada hacia el interior de la habitación. Unos pasos atrás, Sakurai la seguía, enfurecido por la deshonrosa actuación de su hermano, recién revelada; aunque preocupado por su integridad entre tal marea de golpes que, por suerte o por desgracia, aún no sabía a quién estaban siendo destinados. Tenía todo el sentido del mundo que fuese una pelea entre Aoki y el desconocido, tras su discusión. O al menos eso quería creer Sakurai.
Tres metros. Dos…
Un pasó. Y entró. Su cuerpo quedó paralizado un instante ante la violenta visión de Aoki hundiéndole la cara a hostias a su hermano. Sea disculpada la expresión. Ninguna otra lo hubiera descrito mejor.
Y fue en ese lapso de desatino del grandullón durante el cual Sharessu desenvainó su arma, amenazando a su capitán si no soltaba al jovencísimo raso. Sakurai, mientras, no podía creer lo que estaba viendo: Sus principios en contradicción.
Por una parte, sentía la necesidad de castigar a Miki él mismo por semejante descuido. Se tomaba muy en serio su labor como hermano mayor y responsable de guardar la honra de los Suzuhara ante el resto de la Sociedad de Almas. Y semejante acto de su hermano la ponía en claro entredicho. Y mucho…
Sin embargo, todo ello tenía una visión opuesta. Como noble, y aunque no le gustase hacer gala de ello, gozaba de ciertos privilegios sobre el resto de plebeyos de la Sociedad de Almas. Y no lo reconocía por despecho, sino porque era una realidad: el máximo tribunal de justicia , la Cámara de los 46, estaba íntegramente formada por nobles. Y de hecho, su propio padre era uno de ellos. Y como noble y hermano mayor, no iba a permitir que ningún plebeyo alzase la mano sobre la cabeza de un Suzuhara. O, al menos, no sin consecuencias.
Aunque fuera su maestro, su superior y amigo. Y aunque le debiese lealtad por ello…
“La sangre y el honor por encima de todo, Sakurai…” — el recuerdo de las pláticas de su padre se hacía innegable. — “Le debes más a tu familia que a cualquier otra fuerza en este mundo. No lo olvides nunca…Honra a tu linaje…Protege a los tuyos…”
— ¡¡ SHINASAII! ¡¡KAGAMI NO SHINSEI…!!
Al instante, las garras de bruñido acera blindaron sus brazos con la forma liberada de la dama de los espejos, expidiendo en el proceso haces de luz blanquecina y de aspecto etéreo. Mientras, el tetsubo de aquel salvaje enfurecido ya golpeaba a Aoki por primera vez, justo sobre las costillas, lanzándole a volar por los aires en una dolorosa parábola. Y parecía dispuesto a rematar la faena…
— Eso sí que no… — murmuró Sakurai entre dientes, enfurecido. En aquel momento, la ira hacía que no le cayese precisamente en gracia el desbocado Aoki, pero su instinto y sentido del deber no le dejaban más opción que acudir en “ayuda” de su capitán. No quería más desgracias por hoy.
— “Vamos allá, Saku…Y que el destino nos perdone.”
— ¡Bakudō 63,! ¡¡Sajo Sabaku…!! — profirió, mientras corría en feroz embestida hacia la retaguardia que Yamato había dejado expuesta, al encarar a un Aoki arrinconado contra la pared.
Al momento, una gruesa cadena de luz rodeó a Aoki y su atacante, cerrándose con violencia en torno a ellos y apretándolos el uno contra el otro de manera poco sutil; e inutilizando al mismo tiempo el mazazo de Yamato. Por su parte, Sakurai embistió cual estampida de rinocerontes, agarrando al atacante por detrás de la cabeza, con la palma de su manaza blindada abierta en dimensiones desmesuradas; y la hizo estamparse sin piedad contra la frente expuesta de su capitán, también inmovilizado y de espaldas a la pared.
La colisión resonó seca y dolorosa en la estancia, provocando que sendos hilillos de sangre surcaran las correspondientes frentes de los shinigamis. No eran heridas de importancia, pero de seguro el repentino ataque los habría cogido desprevenidos. Y ahora que ambos shinigamis se encontraban forzosamente cerca el uno del otro, Sakurai acercó la cabeza a la de ambos, tratando de contener la agitada respiración, y tomando un tono serio como pocos otros.
— Por favor… — desvió la mirada hacia su hermano, que yacía en el suelo y contra la pared, paralizado del miedo y con la cara llena de sangre y lágrimas. Al fin y al cabo, todavía era poco más que un niño. — Por favor, parad… — repitió, su voz más apagada a cada momento, como derrotado por las circunstancias. — Gurē — salió con desgana de sus labios; y las cadenas luminosas volvieron a desaparecer, tragadas en un destello luminoso entre las garras de Kagami no shinsei.
Libres los individuos y sujetos sus siguientes movimientos a su propio conciencia, Sakurai volvió a acercarse al lugar en que yacía su hermano, arrodillándose junto a su cuerpo agarrotado por el miedo y el dolor. Se tomó un instante en tragar saliva, intentando controlar sus desbocados sentimientos y aparentar una serenidad que en realidad le costaba mantener. Pero se la debía.
Se la debía por ser su hermano; un simple joven que nunca quiso ser shinigami. Un joven que siempre amó el estilo de vida que por ser noble le había sido destinado. Que siempre aspiró a convertirse en un gran comerciante, negociador, o incluso político. Seguir los pasos de su padre como noble y dejar el Gotei 13 a almas más aventureras, como la de su Sakurai.
Pero el destino le había destinado a una vida de la que él no gozaba; y al descubrir en él indicios de un alma capaz de convertirse en shinigami, fue enviado a la Academia sin mayor consideración. Y ahora se encontraba aquí, magullado como nunca hubiera imaginado y desesperado por encontrar una salida a aquella vida que no sentía como suya.
— Miki…— susurró Sakurai. Su voz casi sonó tierna, dentro de lo esperado. — Por favor, necesito que nos digas todo lo que viste. Todo. Necesitamos saber qué pasó para terminar con este asunto lo antes posible. — posó entonces la mano aún enguantada sobre el –en comparación – pequeño hombro de su hermano. — Cuando todo esto haya acabado; yo mismo me ocuparé de hablar con nuestro padre para que te saque de aquí y te instruya en los negocios familiares. ¿Qué te parece? — la comisura derecha de su labio casi se despegó en una insinuada sonrisa cómplice.
Al momento, Miki levantó el rostro, en una mezcla de incredulidad y alegría. Hizo el amago de sonreír, aunque dadas sus condiciones el gesto no resultó muy logrado; pero se entendió.
— Ahora, Miki…— inquirió — ¿Qué nos puedes contar de la otra noche…?
Y dirigió un momento la mirada atrás, dirección a la de su capitán y el otro individuo. Buscaba, por una parte, asegurarse de que los ánimos se hubieran enfriado lo suficiente como para que aquella refriega no continuase. Por otra, esperaba que Aoki retomara las riendas como capitán del 4º Escuadrón y le diese aunque fuera un gesto aprobatorio que le confirmara que estaba haciendo lo correcto.
En caso de que todo se torciera, iba a tener q asegurarse de que su hermano no volvía a resultar herido, pasase lo que pasase. En aquel momento, y pese a todo, debía evitar que cualquiera de aquellos shinigamis, enfurecidos por la pérdida de su amigo, pudieran hacer pagar a su hermano un error que quizás no cometió. Al fin y al cabo, si era cierto que alguien asesinó al Teniente del 7º Escuadrón, cuando este ya casi se encontraba en buen estado…¿Cómo demonios podría haber plantado frente Miki a semejante asesino sin perder la vida él mismo? Por otra parte, y aun habiendo corrido a dar la voz de alarma, aquello seguramente tampoco hubiera evitado la fugaz actuación homicida.
Tantas incógnitas y tensiones que se arremolinaban, enturbiando la visión de aquel acertijo macabro que tenía en pie de guerra al Escuadrón de los curanderos. Aquello debía esclarecerse, y pronto. No podían permitir que entre el revuelo y la agitación alguien más pudiese perder la vida.
“Prepárate, Kagami. Porque resolveremos esto aunque tengamos que hacerlo por nosotros mismos…”
---------
*Gurē = Gris
[OFF: De nuevo, disculpad la tardanza. Problemillas con los ordenadores y el tiempo.]
Frente a él, Sharessu lideraba la marcha, como aquel que desea zanjar un asunto con atino y prontitud. Había que reconocer que su iniciativa estaba resultando inestimable en aquellos momentos de revuelo y, ¿por qué no?, desespero.
Veinte metros…
Poco a poco, se acercaban a la puerta de la estancia en que, a juzgar por las aún lejanas voces que se oían, ya había reunidos al menos tres individuos. Uno de ellos le era por completo desconocido, mientras que los otros dos resultaban ser nada menos que su taichō y mentor, y su hermano pequeño, Miki. Sentía curiosidad por saber qué estaría pasando dentro; así que aceleró algo el paso.
Quince metros…
Las voces frente a él se hacían más nítidas a cada paso dado, desvelando una discusión entre Aoki y el tipo desconocido que poco bueno parecía presagiar. Y de pronto, tras la inconsciente declaración del joven Suzuhara; se desató el caos.
El ruido de los golpes procuró la pronta reacción de Sharessu, que salió disparada hacia el interior de la habitación. Unos pasos atrás, Sakurai la seguía, enfurecido por la deshonrosa actuación de su hermano, recién revelada; aunque preocupado por su integridad entre tal marea de golpes que, por suerte o por desgracia, aún no sabía a quién estaban siendo destinados. Tenía todo el sentido del mundo que fuese una pelea entre Aoki y el desconocido, tras su discusión. O al menos eso quería creer Sakurai.
Tres metros. Dos…
Un pasó. Y entró. Su cuerpo quedó paralizado un instante ante la violenta visión de Aoki hundiéndole la cara a hostias a su hermano. Sea disculpada la expresión. Ninguna otra lo hubiera descrito mejor.
Y fue en ese lapso de desatino del grandullón durante el cual Sharessu desenvainó su arma, amenazando a su capitán si no soltaba al jovencísimo raso. Sakurai, mientras, no podía creer lo que estaba viendo: Sus principios en contradicción.
Por una parte, sentía la necesidad de castigar a Miki él mismo por semejante descuido. Se tomaba muy en serio su labor como hermano mayor y responsable de guardar la honra de los Suzuhara ante el resto de la Sociedad de Almas. Y semejante acto de su hermano la ponía en claro entredicho. Y mucho…
Sin embargo, todo ello tenía una visión opuesta. Como noble, y aunque no le gustase hacer gala de ello, gozaba de ciertos privilegios sobre el resto de plebeyos de la Sociedad de Almas. Y no lo reconocía por despecho, sino porque era una realidad: el máximo tribunal de justicia , la Cámara de los 46, estaba íntegramente formada por nobles. Y de hecho, su propio padre era uno de ellos. Y como noble y hermano mayor, no iba a permitir que ningún plebeyo alzase la mano sobre la cabeza de un Suzuhara. O, al menos, no sin consecuencias.
Aunque fuera su maestro, su superior y amigo. Y aunque le debiese lealtad por ello…
“La sangre y el honor por encima de todo, Sakurai…” — el recuerdo de las pláticas de su padre se hacía innegable. — “Le debes más a tu familia que a cualquier otra fuerza en este mundo. No lo olvides nunca…Honra a tu linaje…Protege a los tuyos…”
— ¡¡ SHINASAII! ¡¡KAGAMI NO SHINSEI…!!
Al instante, las garras de bruñido acera blindaron sus brazos con la forma liberada de la dama de los espejos, expidiendo en el proceso haces de luz blanquecina y de aspecto etéreo. Mientras, el tetsubo de aquel salvaje enfurecido ya golpeaba a Aoki por primera vez, justo sobre las costillas, lanzándole a volar por los aires en una dolorosa parábola. Y parecía dispuesto a rematar la faena…
— Eso sí que no… — murmuró Sakurai entre dientes, enfurecido. En aquel momento, la ira hacía que no le cayese precisamente en gracia el desbocado Aoki, pero su instinto y sentido del deber no le dejaban más opción que acudir en “ayuda” de su capitán. No quería más desgracias por hoy.
— “Vamos allá, Saku…Y que el destino nos perdone.”
— ¡Bakudō 63,! ¡¡Sajo Sabaku…!! — profirió, mientras corría en feroz embestida hacia la retaguardia que Yamato había dejado expuesta, al encarar a un Aoki arrinconado contra la pared.
Al momento, una gruesa cadena de luz rodeó a Aoki y su atacante, cerrándose con violencia en torno a ellos y apretándolos el uno contra el otro de manera poco sutil; e inutilizando al mismo tiempo el mazazo de Yamato. Por su parte, Sakurai embistió cual estampida de rinocerontes, agarrando al atacante por detrás de la cabeza, con la palma de su manaza blindada abierta en dimensiones desmesuradas; y la hizo estamparse sin piedad contra la frente expuesta de su capitán, también inmovilizado y de espaldas a la pared.
La colisión resonó seca y dolorosa en la estancia, provocando que sendos hilillos de sangre surcaran las correspondientes frentes de los shinigamis. No eran heridas de importancia, pero de seguro el repentino ataque los habría cogido desprevenidos. Y ahora que ambos shinigamis se encontraban forzosamente cerca el uno del otro, Sakurai acercó la cabeza a la de ambos, tratando de contener la agitada respiración, y tomando un tono serio como pocos otros.
— Por favor… — desvió la mirada hacia su hermano, que yacía en el suelo y contra la pared, paralizado del miedo y con la cara llena de sangre y lágrimas. Al fin y al cabo, todavía era poco más que un niño. — Por favor, parad… — repitió, su voz más apagada a cada momento, como derrotado por las circunstancias. — Gurē — salió con desgana de sus labios; y las cadenas luminosas volvieron a desaparecer, tragadas en un destello luminoso entre las garras de Kagami no shinsei.
Libres los individuos y sujetos sus siguientes movimientos a su propio conciencia, Sakurai volvió a acercarse al lugar en que yacía su hermano, arrodillándose junto a su cuerpo agarrotado por el miedo y el dolor. Se tomó un instante en tragar saliva, intentando controlar sus desbocados sentimientos y aparentar una serenidad que en realidad le costaba mantener. Pero se la debía.
Se la debía por ser su hermano; un simple joven que nunca quiso ser shinigami. Un joven que siempre amó el estilo de vida que por ser noble le había sido destinado. Que siempre aspiró a convertirse en un gran comerciante, negociador, o incluso político. Seguir los pasos de su padre como noble y dejar el Gotei 13 a almas más aventureras, como la de su Sakurai.
Pero el destino le había destinado a una vida de la que él no gozaba; y al descubrir en él indicios de un alma capaz de convertirse en shinigami, fue enviado a la Academia sin mayor consideración. Y ahora se encontraba aquí, magullado como nunca hubiera imaginado y desesperado por encontrar una salida a aquella vida que no sentía como suya.
— Miki…— susurró Sakurai. Su voz casi sonó tierna, dentro de lo esperado. — Por favor, necesito que nos digas todo lo que viste. Todo. Necesitamos saber qué pasó para terminar con este asunto lo antes posible. — posó entonces la mano aún enguantada sobre el –en comparación – pequeño hombro de su hermano. — Cuando todo esto haya acabado; yo mismo me ocuparé de hablar con nuestro padre para que te saque de aquí y te instruya en los negocios familiares. ¿Qué te parece? — la comisura derecha de su labio casi se despegó en una insinuada sonrisa cómplice.
Al momento, Miki levantó el rostro, en una mezcla de incredulidad y alegría. Hizo el amago de sonreír, aunque dadas sus condiciones el gesto no resultó muy logrado; pero se entendió.
— Ahora, Miki…— inquirió — ¿Qué nos puedes contar de la otra noche…?
Y dirigió un momento la mirada atrás, dirección a la de su capitán y el otro individuo. Buscaba, por una parte, asegurarse de que los ánimos se hubieran enfriado lo suficiente como para que aquella refriega no continuase. Por otra, esperaba que Aoki retomara las riendas como capitán del 4º Escuadrón y le diese aunque fuera un gesto aprobatorio que le confirmara que estaba haciendo lo correcto.
En caso de que todo se torciera, iba a tener q asegurarse de que su hermano no volvía a resultar herido, pasase lo que pasase. En aquel momento, y pese a todo, debía evitar que cualquiera de aquellos shinigamis, enfurecidos por la pérdida de su amigo, pudieran hacer pagar a su hermano un error que quizás no cometió. Al fin y al cabo, si era cierto que alguien asesinó al Teniente del 7º Escuadrón, cuando este ya casi se encontraba en buen estado…¿Cómo demonios podría haber plantado frente Miki a semejante asesino sin perder la vida él mismo? Por otra parte, y aun habiendo corrido a dar la voz de alarma, aquello seguramente tampoco hubiera evitado la fugaz actuación homicida.
Tantas incógnitas y tensiones que se arremolinaban, enturbiando la visión de aquel acertijo macabro que tenía en pie de guerra al Escuadrón de los curanderos. Aquello debía esclarecerse, y pronto. No podían permitir que entre el revuelo y la agitación alguien más pudiese perder la vida.
“Prepárate, Kagami. Porque resolveremos esto aunque tengamos que hacerlo por nosotros mismos…”
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Suzuhara Sakurai- Post : 40
Edad : 32
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Solo cinco golpes alcanzó a atizarle al joven Suzuhara, cuando la pronta actuación a su alrededor le contuvo de manera desesperada. Todo a su alrededor parecía temer la muerte de Miki.
Empezando por Sharessu que en una fracción de segundo y con mayor presteza que ninguno apuntaba al cuello del capitán con su arma. La shinigami denotó una estupenda velocidad de reacción, aunque, para su desgracia, y la del resto de los presentes no fue suficiente. La mente de Aoki dudó un instante ante la amenaza de la Komori, tiempo más que suficiente para, que una punzada de dolor le atravesara el pecho de costado a costado. El tetsubo de Yamato rompía varias costillas de un solo golpe que puso al grandullón en vuelo hasta recorrer al menos tres metros.
El golpe anuló al capitán de la cuarta, que como aturdido en mitad del pasillo, tenía la mirada perdida en el parqué. Es decir, no se pudo dar cuenta de que, delante suya, Yamato empuñaba su arma por encima de su cabeza, dispuesto a descargar otro golpe, contra Aoki. Se repetía, pero esta vez, en vez de acribillar a puñetazos Aoki a Miki, molería a batazos Yamato al primero. O al menos así sería hasta que alguien, léase el otro Suzuhara, detuviese esa cadena de violencia que por un momento pareció no tener fin.
Solo un instante le bastó al candidato a teniente de la cuarta división para calmar los humos de los dos ensañados shinigamis. Un bakudou sin cántico, no especialmente poderoso para semejantes dos moles, pero que no duró lo suficiente como para necesitar ser rota.
Aoki al menos, se había calmado, y no se movería en un rato largo - y menos con las varias costillas rotas -. Sakurai, aunque se tomó su rato en reaccionar, seguramente a causa de la vorágine de golpes que se formó de repente, fue el que consiguió detener el caos.
Aoki le devolvió la mirada, mirada que más que otra cosa, denotaba disculpa, disculpa por no haber podido contenerse, por reaccionar de aquella forma tan brusca. Por mucho trabajo que hubiese en la división, nada era excusa para aquel comportamiento. Miki, tras esbozar aquella mueca que podría asemejarse a una sonrisa, desfalleció, quedando inconsciente en brazos de Sakurai. Su interrogatório se vería postergado. Ahora, alguien tenía que retomar las riendas del grupo. Sha parecía una buena candidata, Sakurai había intervenido de la forma más correcta y objetiva dentro de las posibilidades, y Yamato, en el paso de los años, había demostrado ser un gran lider. Solo cabía esperar que no se emprendiese una discusión sobre cómo actuar, y que colaborasen entre los tres. Aoki, igualmente, azotado por la situación, se derrumbó, dejándo resbalar su espalda por la pared hasta llegar al suelo, con los ojos cerrados, sumido en una oscura inconsciencia.
[OFF: Os quedais solos.
Sakurai, toda esta movida es en el pasillo, pero no te pongas ahora a cambiar el post que te ha quedado de vicio. HE estado pensando, porque en principio supuse que no os enteraríais de nada. pero considerando la situación, no me parece descabellado. Además, tanto Sha como Sakurai habéis introducido la palabra Negligencia de una forma consciente en el post, y parecéis haber reaccionado en consecuencia, así que consideraré que lo habéis oído. Ahora, estáis relativamente solos, con dos shinigamis a interrogar inconscientes, no sabéis durante cuanto tiempo. Ánimo.]
Empezando por Sharessu que en una fracción de segundo y con mayor presteza que ninguno apuntaba al cuello del capitán con su arma. La shinigami denotó una estupenda velocidad de reacción, aunque, para su desgracia, y la del resto de los presentes no fue suficiente. La mente de Aoki dudó un instante ante la amenaza de la Komori, tiempo más que suficiente para, que una punzada de dolor le atravesara el pecho de costado a costado. El tetsubo de Yamato rompía varias costillas de un solo golpe que puso al grandullón en vuelo hasta recorrer al menos tres metros.
El golpe anuló al capitán de la cuarta, que como aturdido en mitad del pasillo, tenía la mirada perdida en el parqué. Es decir, no se pudo dar cuenta de que, delante suya, Yamato empuñaba su arma por encima de su cabeza, dispuesto a descargar otro golpe, contra Aoki. Se repetía, pero esta vez, en vez de acribillar a puñetazos Aoki a Miki, molería a batazos Yamato al primero. O al menos así sería hasta que alguien, léase el otro Suzuhara, detuviese esa cadena de violencia que por un momento pareció no tener fin.
Solo un instante le bastó al candidato a teniente de la cuarta división para calmar los humos de los dos ensañados shinigamis. Un bakudou sin cántico, no especialmente poderoso para semejantes dos moles, pero que no duró lo suficiente como para necesitar ser rota.
Aoki al menos, se había calmado, y no se movería en un rato largo - y menos con las varias costillas rotas -. Sakurai, aunque se tomó su rato en reaccionar, seguramente a causa de la vorágine de golpes que se formó de repente, fue el que consiguió detener el caos.
Aoki le devolvió la mirada, mirada que más que otra cosa, denotaba disculpa, disculpa por no haber podido contenerse, por reaccionar de aquella forma tan brusca. Por mucho trabajo que hubiese en la división, nada era excusa para aquel comportamiento. Miki, tras esbozar aquella mueca que podría asemejarse a una sonrisa, desfalleció, quedando inconsciente en brazos de Sakurai. Su interrogatório se vería postergado. Ahora, alguien tenía que retomar las riendas del grupo. Sha parecía una buena candidata, Sakurai había intervenido de la forma más correcta y objetiva dentro de las posibilidades, y Yamato, en el paso de los años, había demostrado ser un gran lider. Solo cabía esperar que no se emprendiese una discusión sobre cómo actuar, y que colaborasen entre los tres. Aoki, igualmente, azotado por la situación, se derrumbó, dejándo resbalar su espalda por la pared hasta llegar al suelo, con los ojos cerrados, sumido en una oscura inconsciencia.
[OFF: Os quedais solos.
Sakurai, toda esta movida es en el pasillo, pero no te pongas ahora a cambiar el post que te ha quedado de vicio. HE estado pensando, porque en principio supuse que no os enteraríais de nada. pero considerando la situación, no me parece descabellado. Además, tanto Sha como Sakurai habéis introducido la palabra Negligencia de una forma consciente en el post, y parecéis haber reaccionado en consecuencia, así que consideraré que lo habéis oído. Ahora, estáis relativamente solos, con dos shinigamis a interrogar inconscientes, no sabéis durante cuanto tiempo. Ánimo.]
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Sha había demostrado ser lo suficientemente rápida como para esquivar el ataque de Yamato, no se lo esperaba del todo, pero no bajo la guardia desde el momento en que supo que el joven se encontraba casi a su espalda.
Tras ver la tremenda paliza al propio capitán de su escuadrón Sha enfundó su zampakutoh, no le veía sentido por ahora sostenerla con la mano, tampoco los medios curativos servían ahora de ésta, pues ella prefería curar con sus propias manos, ya que le otorgaba experiencia en el ámbito de la herboristería.
Se acercó a Suzuhara al que le extendió un bote de un líquido blanco, casi espeso, una especie de pomada. La pomada era casi milagrosa, sellaba a la perfección cualquier herida sangrante y hacía la cicatrización aún más rápida. Además la había perfeccionado para que aliviara el dolor y evitara (en su gran mayoría) los hematomas.
-Suzuhara Sakurai, extiende esto por las heridas de tu hermano, y después llevalo a la enfermería. Tendremos que posponer el interrogatorio, aunque creo que de aquí podemos sacar algunas conclusiones – miró con mas detenimiento a Sakurai – No me mal interpretes, solo digo que al parecer aquella noche ocurrió algo, y puede que no fuese del todo una mala medicación. – Se cruzó de brazos – En cualquier modo, llevalo a la enfermería, yo me ocuparé de Murakami. – Le extendió unas vendas que llevaba siempre dentro de un bote, como si fuese una medicina más, y le cortó una buena tira – Por si lo necesitas.
Sha se fue directa a Aoki, a pesar de haber sido dura con él y de sus pésimas tareas como capitán, aparte del jaleo que siempre lograba montar, su obligación y su código era curarle. Realizó la operación que le había comentado a Suzuhara, extendió la pomada sobre las heridas de Murakami, no sin antes limpiarla, y por ultimo vendó las heridas más feas y las posibles contusiones que podía tener, al menos hasta dejarlo en la enfermería y que allí lo inspeccionasen mejor.
- A partir de aquí vamos solos, el capitán no podrá ayudarnos, y el interrogatorio deberá ser pospuesto
Cogió a Aoki para colgárselo sobre los hombros, un peso muerto que no parecía ejercer tanta fuerza sobre el cuerpo de Sha, y que parecía poder manejarlo ella sola.
Se acercó a Yamato mientras emprendía el camino a la enfermería para susurrarle en voz baja.
- Ya ni puedo estar segura de algunos compañeros del cuarto escuadrón.
Aquellas palabras tuvo que soltarlas, aquellas palabras que tanto el dolían, un miembro del cuarto escuadrón, quizás mas de uno. Metido en todo este embrollo, en un asesinato a un shinigami, a uno de los suyos. Sin embargo ella sola no iba a poder abarcar todos los miembros de aquel escuadrón, no podía hacerlo sola. En cierto modo fue una especie de grito de auxilio pidiendo que por favor la ayudasen, pero Sha era demasiado orgullosa para pedir aquello. Quizás tan solo con aquel comentario dejaba todo claro y en su sitio.
Tras ver la tremenda paliza al propio capitán de su escuadrón Sha enfundó su zampakutoh, no le veía sentido por ahora sostenerla con la mano, tampoco los medios curativos servían ahora de ésta, pues ella prefería curar con sus propias manos, ya que le otorgaba experiencia en el ámbito de la herboristería.
Se acercó a Suzuhara al que le extendió un bote de un líquido blanco, casi espeso, una especie de pomada. La pomada era casi milagrosa, sellaba a la perfección cualquier herida sangrante y hacía la cicatrización aún más rápida. Además la había perfeccionado para que aliviara el dolor y evitara (en su gran mayoría) los hematomas.
-Suzuhara Sakurai, extiende esto por las heridas de tu hermano, y después llevalo a la enfermería. Tendremos que posponer el interrogatorio, aunque creo que de aquí podemos sacar algunas conclusiones – miró con mas detenimiento a Sakurai – No me mal interpretes, solo digo que al parecer aquella noche ocurrió algo, y puede que no fuese del todo una mala medicación. – Se cruzó de brazos – En cualquier modo, llevalo a la enfermería, yo me ocuparé de Murakami. – Le extendió unas vendas que llevaba siempre dentro de un bote, como si fuese una medicina más, y le cortó una buena tira – Por si lo necesitas.
Sha se fue directa a Aoki, a pesar de haber sido dura con él y de sus pésimas tareas como capitán, aparte del jaleo que siempre lograba montar, su obligación y su código era curarle. Realizó la operación que le había comentado a Suzuhara, extendió la pomada sobre las heridas de Murakami, no sin antes limpiarla, y por ultimo vendó las heridas más feas y las posibles contusiones que podía tener, al menos hasta dejarlo en la enfermería y que allí lo inspeccionasen mejor.
- A partir de aquí vamos solos, el capitán no podrá ayudarnos, y el interrogatorio deberá ser pospuesto
Cogió a Aoki para colgárselo sobre los hombros, un peso muerto que no parecía ejercer tanta fuerza sobre el cuerpo de Sha, y que parecía poder manejarlo ella sola.
Se acercó a Yamato mientras emprendía el camino a la enfermería para susurrarle en voz baja.
- Ya ni puedo estar segura de algunos compañeros del cuarto escuadrón.
Aquellas palabras tuvo que soltarlas, aquellas palabras que tanto el dolían, un miembro del cuarto escuadrón, quizás mas de uno. Metido en todo este embrollo, en un asesinato a un shinigami, a uno de los suyos. Sin embargo ella sola no iba a poder abarcar todos los miembros de aquel escuadrón, no podía hacerlo sola. En cierto modo fue una especie de grito de auxilio pidiendo que por favor la ayudasen, pero Sha era demasiado orgullosa para pedir aquello. Quizás tan solo con aquel comentario dejaba todo claro y en su sitio.
Sha- Post : 46
Edad : 74
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
— ¡¿Pero qué cojones ha pasado aquí?! — exclamó en un grito Kato, con los ojos desorbitados, observando la escena.
El Shihoin aún no podía asimilar lo que estaba viendo. Haber sentido la liberación de un shikai dentro del Seireitei, dentro de un escuadrón, era, cuanto menos, inusual, pero aquello ya era demasiado. Una pared destrozada por un impacto, Aoki en medio insconciente en manos de Sha, sangrando por un costado; Sakurai estaba junto a su hermano Miki y tambíen había liberado su zanpakuto. Kato conocía ya bien aquellos dorados guanteles. También se encontraba otro shinigami más, una cara conocida, aunque sólo le venían recuerdos borrosos de él. Seguramente habrían compartido alguna que otra noche de... distensión por el Rukongai junto con Aoki. Portaba un tetsubo que rezumaba reiatsu. Sin duda el origen de la energía espiritual que había alertado al Capitán del Quinto.
No tuvo que divagar demasiado para atar cabos y encajar los datos. Aquel tetsubo había sido el causante de la herida de Aoki, el dilema era por qué. ¿Qué había llevado a aquel shinigami de cuyo nombre no podía acordarse a llevar a cabo aquel ataque? Estaba claro que el ambiente era más que tenso en aquel escuadrón tras los hechos de la pasada noche, pero no lograba entender los motivos del portador del tetsubo para tal exagerada acción. Seguramente a Kato le faltaba algo de información que el resto de allí presentes ya tenían, y no lograba encontrar la lógica a todo aquel asunto.
Un bakudo resonaba en el aire y pronto supo como se había calmado todo tan pronto. Miró a Sakurai, y sonrió entre dientes. Se acercó a él y puso su mano sobre el musculoso hombre del gigantón. Musitó un "¿Todo bien?" para asegurarse de que podría lidiar con su hermano y con el beligerante shinigami y, tras asegurarse de obtener algún tipo de respuesta o gesto afirmativo, se dirigió hacia el cuerpo de Aoki, bajo el cual estaba la pequeña Sha, la cual transportaba al enorme shinigami con irrisoria facilidad.
— Komori... Sharessu, si no me equivoco, ¿verdad? — introdujo Kato, al llegar junto a Sha a modo de saludo. — ¿Qué tal está Aoki? ¿Está consciente? — preguntó, algo atropellado en sus palabras. — Debo hablar con él, traigo un mensaje de Chido-san y es importante. Te acompañaré mientras lo curas. — concluyó. De repente supo que había sido algo tosco en sus maneras para alguien que, al fin y al cabo, a penas conocía de un par de veces. Por ello añadió: — He venido aquí para cooperar en todo lo posible, ¿vale? — dijo mostrando media sonrisa que inspiraba confianza. — Pídeme ayuda para lo que sea, para lo que necesites... — acabó, dejando la frase sin acabar, abierta.
El paso era lento, pero se dirigían a la enfermería sin pausa. Kato apoyó su mano sobre la descomunal espalda de su amigo, pensativo. Aquel asunto cada vez pintaba peor. Primero aquella extraña piedra, luego la exagerada tensión que había vivido en el pasillo. Cada vez se oscurecía más el tema, pero más se esclarecía para Kato la opinión que había confeccionado minutos atrás: aquel no era un caso de negligencia.
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Yamato estaba fuera de sí, tanto que para él no existía nada más que el recién nombrado capitán y él. El resto de los reiatsus habían desaparecido de la faz de la tierra como si el golpe que había propinado a Aoki los hubiera exterminado de un plumazo. Un bakudô le impactó desde detrás haciendo que cayese contra Aoki y una mano tomó la cabeza del oficial chocándola contra su enemigo en aquellos instantes. El propio Yamato se impulsó hacia delante para hacer el golpe contra el gigantón más duro aún y así sentir él menor impacto.
Sus ojos se cerraron algo mareado y notó como el reiatsu desaparecía escuchando las palabras del teniente. No había nada más que decir. Yamato se puso en pie llevándose una mano a su cabeza y la sacudió apoyándose en la pared para recuperar el equilibrio. Tras unos segundos en los que escuchó la voz de la chica sin saber exactamente qué le decía. No tenía nada que hacer allí. Él era un guerrero y su enemigo había caído ya al suelo. No podría desenvainar contra él por mucho que quisiera convertir su cabeza en una masa sanguinolenta por haber dejado que Katsu muriera estando bajo su cuidado.
Cerró los puños con fuerza al mismo tiempo que los ojos y se mordió la lengua por no decir nada más. Entró en el despacho de mala gana y selló de nuevo su zanpakutou. Se inclinó para coger la vaina de su arma y la envainó colocándola en su obi. Cuando estuvo a punto de salir del despacho vio la hoja que le habían traído del informe donde ponía claramente la palabra negligencia. Tomó la hoja y salió de la habitación hundiéndola en la mano de Kato casi dirigiéndole una mirada furiosa aunque sabía que debía controlar su enfado en presencia de un capitán, no estaba de humor para mucho protocolo.
-Aquí está algo que debería saber, taichô. Yo no tengo nada más que hacer aquí -sentenció y se dispuso a salir de allí caminando con firmeza por el pasillo.
Se pasó una mano por el rostro revolviendo aún más sus oscuros cabellos y chasqueó la lengua molesto por no haberle podido dar la paliza que se merecía a ese estúpido gigantón. Ya se las vería con él más tarde. Y más le valía explicarlo todo antes de hundirle la cara a otro subordinado.
Sus ojos se cerraron algo mareado y notó como el reiatsu desaparecía escuchando las palabras del teniente. No había nada más que decir. Yamato se puso en pie llevándose una mano a su cabeza y la sacudió apoyándose en la pared para recuperar el equilibrio. Tras unos segundos en los que escuchó la voz de la chica sin saber exactamente qué le decía. No tenía nada que hacer allí. Él era un guerrero y su enemigo había caído ya al suelo. No podría desenvainar contra él por mucho que quisiera convertir su cabeza en una masa sanguinolenta por haber dejado que Katsu muriera estando bajo su cuidado.
Cerró los puños con fuerza al mismo tiempo que los ojos y se mordió la lengua por no decir nada más. Entró en el despacho de mala gana y selló de nuevo su zanpakutou. Se inclinó para coger la vaina de su arma y la envainó colocándola en su obi. Cuando estuvo a punto de salir del despacho vio la hoja que le habían traído del informe donde ponía claramente la palabra negligencia. Tomó la hoja y salió de la habitación hundiéndola en la mano de Kato casi dirigiéndole una mirada furiosa aunque sabía que debía controlar su enfado en presencia de un capitán, no estaba de humor para mucho protocolo.
-Aquí está algo que debería saber, taichô. Yo no tengo nada más que hacer aquí -sentenció y se dispuso a salir de allí caminando con firmeza por el pasillo.
Se pasó una mano por el rostro revolviendo aún más sus oscuros cabellos y chasqueó la lengua molesto por no haberle podido dar la paliza que se merecía a ese estúpido gigantón. Ya se las vería con él más tarde. Y más le valía explicarlo todo antes de hundirle la cara a otro subordinado.
Hitsuya Yamato- Post : 38
Edad : 39
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Washiru llegaba tarde a la reunión que se había programado, más que nada porque se le había llamado con poca antelación y había tenido que resolver un asunto urgente que se había planteado en su escuadrón. Que no existiera otra figura que el teniente en su escuadrón hacía que éste quedara bastante desamparado cuando Washiru tenía que responder ante alguna otra responsabilidad, como era el caso ahora.
De camino al cuarto escuadrón pensaba que quizás fuera buena idea crear una figura que pudiera actuar en su ausencia. Algo parecido al rango de 3er oficial del escuadrón, pero que además pudiera tomar algunas decisiones más importantes que solían afectar directamente al devenir del escuadrón y que no hiciese falta que un oficial de alto rango, como el teniente o capitán, estuvieran presentes físicamente para que se llevaran a cabo.
Ensimismado en sus propios pensamientos iba, tan concentrado, que apenas se cercionó del alterado estado que presentaba Yamato, el tercer oficial del 11º escuadrón cuando pasó a su lado. Si bien no sabía a que se debía su presencia allí, en el 4º escuadrón, pues no tenía ninguna herida de importancia visible, tampoco le resultó demasiado intrigante o curioso que llevara un rostro de cabreo, pues que no era nada que no se esperara de la división en la que se encontraba.
Tras ese pensamiento fugaz, volvía a su idea inicial, con intención de madurarla y poder llevarla a cabo rápidamente, sin que eso entorpeciera su labor de teniente, sino como medio para que resultara más útil y rápido el manejo del 9º escuadrón para cuando hiciera falta que este entrara en acción en alguna intervención de emergencia.
La situación que se encontró, con una habitación con claros signos de haberse producido una pelea allí, con todo alborotado y patas arriba, y solo la presencia del 3er oficial de la división, Suzuhara Sakurai, allí.
Quizás por venir sin prestar atención a los signos que decían que esa podía ser una posibilidad, se encontró totalmente desorientado ante la situación, no teniendo más que hacer que buscar explicación sobre lo ocurrido en el escuadrón.
- Suzuhara-san, ¿que se ha producido en el escuadrón? - Preguntó, intentando mostrar la frialdad acostumbrada, pero viendo como la situación le había, de alguna manera, sobrepasado, por lo que el tono de su voz quedó más en discordancia con la pretendida indiferencia, aprendida de tantos años viviendo como noble.
De camino al cuarto escuadrón pensaba que quizás fuera buena idea crear una figura que pudiera actuar en su ausencia. Algo parecido al rango de 3er oficial del escuadrón, pero que además pudiera tomar algunas decisiones más importantes que solían afectar directamente al devenir del escuadrón y que no hiciese falta que un oficial de alto rango, como el teniente o capitán, estuvieran presentes físicamente para que se llevaran a cabo.
Ensimismado en sus propios pensamientos iba, tan concentrado, que apenas se cercionó del alterado estado que presentaba Yamato, el tercer oficial del 11º escuadrón cuando pasó a su lado. Si bien no sabía a que se debía su presencia allí, en el 4º escuadrón, pues no tenía ninguna herida de importancia visible, tampoco le resultó demasiado intrigante o curioso que llevara un rostro de cabreo, pues que no era nada que no se esperara de la división en la que se encontraba.
Tras ese pensamiento fugaz, volvía a su idea inicial, con intención de madurarla y poder llevarla a cabo rápidamente, sin que eso entorpeciera su labor de teniente, sino como medio para que resultara más útil y rápido el manejo del 9º escuadrón para cuando hiciera falta que este entrara en acción en alguna intervención de emergencia.
La situación que se encontró, con una habitación con claros signos de haberse producido una pelea allí, con todo alborotado y patas arriba, y solo la presencia del 3er oficial de la división, Suzuhara Sakurai, allí.
Quizás por venir sin prestar atención a los signos que decían que esa podía ser una posibilidad, se encontró totalmente desorientado ante la situación, no teniendo más que hacer que buscar explicación sobre lo ocurrido en el escuadrón.
- Suzuhara-san, ¿que se ha producido en el escuadrón? - Preguntó, intentando mostrar la frialdad acostumbrada, pero viendo como la situación le había, de alguna manera, sobrepasado, por lo que el tono de su voz quedó más en discordancia con la pretendida indiferencia, aprendida de tantos años viviendo como noble.
Kuchiki Washiru- Oficial Gi
- Post : 116
Edad : 38
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Antes de que Miki pudiera abrir la boca para comenzar a decir lo que sabía, Sharessu intervino para ordenar a Sakurai que llevase a su hermano la enfermería; al tiempo que le tendía un bote de blanquecina sustancia. Sakurai la aceptó de buena gana e hizo una inclinación de cabeza a modo de fugaz agradecimiento, aunque sin dejar de pensar en lo inoportuna que había resultado su intervención.
“Tengo que averiguar lo que pasó aquella noche…pero no puedo hacerlo con tanta gente metiendo las narices por aquí.”
Y concluyó que no iba a llevar a su hermano a la enfermería. En su lugar, y tras dedicar una sonrisa tranquilizadora a su buen amigo Kato, tomó a su hermano entre sus brazos; disponiéndose a salir de la estancia, aunque asegurándose de no hacerlo hasta que los dos capitanes, Yamato y Sha hubieran desaparecido del lugar. Y entonces, justo cuando creía que iba a poder escapar con Miki a un lugar donde poder hablar tranquilamente, otro teniente apareció.
Kuchiki Wahiru, noble personaje y Teniente del 9º Escuadrón, venía caminando con gesto serio en dirección a aquel sitio. “Ahora no, por dios. No tengo tiempo para esto…”.
Y seguía acercándose… Ya era más que obvio que se dirigía hacia ellos dos. “No lo hagas. Vamos…no lo hagas”. Pero no se detuvo.
— Suzuhara-san, ¿que se ha producido en el escuadrón? — inquirió, con claro aspecto de hallarse sorprendido ante la situación, por mucho que su lograda indiferencia de noble hiciera de máscara ante sus sentimientos.
Pero Sakurai no lo estaba escuchando. Veía sus labios moverse, pero su mente se hallaba en otro lugar; decidiendo lo que podría suponer un vuelco a su vida. Necesitaba deshacer todo aquel entuerto; y tanta gente investigando, tantas mentes curiosas e inquisitivas se interponían en su camino…
— Lo siento, Kuchiki-san. — comenzó, con voz apagada, casi ausente. — Lo siento de veras… — hizo una pausa. — Si hay alguien que conoce bien el sentido del honor de un noble, ese debe ser usted…Así que, por favor; entienda que todo esto lo hago por el honor de mi familia. Por favor, entiéndalo… — acabó, susurrando.
En su mano derecha, aún enguantada, las ondulaciones en el aire parecieron resquebrajarse, como un espejismo que se hace añicos; y la voz apesadumbrada de Sakurai salió de entre sus labios, pronunciando una palabra…
— Gurē — de repente, las doradas cadenas del bakudō 63 aparecieron en torno al noble Kuchiki, aferrándose en torno a él con rudeza e inutilizando sus movimientos momentáneamente.
Segundos después, Sakurai ya se encontraba en el otro extremo del pasillo, con su hermano semiinconsciente sobre su hombro izquierdo, y volviendo a liberar al Teniente del 9º Escuadrón con la misma palabra con la que lo había inmovilizado - Gurē - ; con lo que el Sajo Sabaku retornó, de nuevo, al guantelete derecho de Kagami no shinsei.
“Esto es una locura, Saku, y lo sabes…” — reprendió, con un tono más cercano a la preocupación que al enfado. — “No sólo por usar kidō contra un superior, ¡sino porque esto te convierte en aún más sospechoso de lo que ya eras…!”
“Lo sé, Kagami, lo sé. Pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras lanzan acusaciones contra un Suzuhara. Simplemente, no puedo. Además, ya está hecho…” — una pausa —“Ahora la única opción posible es descubrir quién mató a Ryuga Katsu.”
Y con ello en mente, desapareció del lugar por medio de un shunpo, no dejando más rastro tras de sí que al desconcertado Washiru. Por ahora, debería encontrar un lugar seguro donde dejar a Miki. Y tras ello, no le quedaba más remedio que investigar por su cuenta la controvertida muerte del Teniente del 7º Escuadrón; huyendo, si era preciso, de las fuerzas del Gotei 13.
Ahora que todos los indicios le señalaban como principal sospechoso de asesinato, su propia vida y honor dependían de solventar aquel asunto antes de que las fuerzas del Seireitei lograran darle caza.
“Confía en mí, Miki. No dejaré que el responsable salga impune de todo esto...Lo juro...”
________
*Gurē = Gris
“Tengo que averiguar lo que pasó aquella noche…pero no puedo hacerlo con tanta gente metiendo las narices por aquí.”
Y concluyó que no iba a llevar a su hermano a la enfermería. En su lugar, y tras dedicar una sonrisa tranquilizadora a su buen amigo Kato, tomó a su hermano entre sus brazos; disponiéndose a salir de la estancia, aunque asegurándose de no hacerlo hasta que los dos capitanes, Yamato y Sha hubieran desaparecido del lugar. Y entonces, justo cuando creía que iba a poder escapar con Miki a un lugar donde poder hablar tranquilamente, otro teniente apareció.
Kuchiki Wahiru, noble personaje y Teniente del 9º Escuadrón, venía caminando con gesto serio en dirección a aquel sitio. “Ahora no, por dios. No tengo tiempo para esto…”.
Y seguía acercándose… Ya era más que obvio que se dirigía hacia ellos dos. “No lo hagas. Vamos…no lo hagas”. Pero no se detuvo.
— Suzuhara-san, ¿que se ha producido en el escuadrón? — inquirió, con claro aspecto de hallarse sorprendido ante la situación, por mucho que su lograda indiferencia de noble hiciera de máscara ante sus sentimientos.
Pero Sakurai no lo estaba escuchando. Veía sus labios moverse, pero su mente se hallaba en otro lugar; decidiendo lo que podría suponer un vuelco a su vida. Necesitaba deshacer todo aquel entuerto; y tanta gente investigando, tantas mentes curiosas e inquisitivas se interponían en su camino…
— Lo siento, Kuchiki-san. — comenzó, con voz apagada, casi ausente. — Lo siento de veras… — hizo una pausa. — Si hay alguien que conoce bien el sentido del honor de un noble, ese debe ser usted…Así que, por favor; entienda que todo esto lo hago por el honor de mi familia. Por favor, entiéndalo… — acabó, susurrando.
En su mano derecha, aún enguantada, las ondulaciones en el aire parecieron resquebrajarse, como un espejismo que se hace añicos; y la voz apesadumbrada de Sakurai salió de entre sus labios, pronunciando una palabra…
— Gurē — de repente, las doradas cadenas del bakudō 63 aparecieron en torno al noble Kuchiki, aferrándose en torno a él con rudeza e inutilizando sus movimientos momentáneamente.
Segundos después, Sakurai ya se encontraba en el otro extremo del pasillo, con su hermano semiinconsciente sobre su hombro izquierdo, y volviendo a liberar al Teniente del 9º Escuadrón con la misma palabra con la que lo había inmovilizado - Gurē - ; con lo que el Sajo Sabaku retornó, de nuevo, al guantelete derecho de Kagami no shinsei.
“Esto es una locura, Saku, y lo sabes…” — reprendió, con un tono más cercano a la preocupación que al enfado. — “No sólo por usar kidō contra un superior, ¡sino porque esto te convierte en aún más sospechoso de lo que ya eras…!”
“Lo sé, Kagami, lo sé. Pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras lanzan acusaciones contra un Suzuhara. Simplemente, no puedo. Además, ya está hecho…” — una pausa —“Ahora la única opción posible es descubrir quién mató a Ryuga Katsu.”
Y con ello en mente, desapareció del lugar por medio de un shunpo, no dejando más rastro tras de sí que al desconcertado Washiru. Por ahora, debería encontrar un lugar seguro donde dejar a Miki. Y tras ello, no le quedaba más remedio que investigar por su cuenta la controvertida muerte del Teniente del 7º Escuadrón; huyendo, si era preciso, de las fuerzas del Gotei 13.
Ahora que todos los indicios le señalaban como principal sospechoso de asesinato, su propia vida y honor dependían de solventar aquel asunto antes de que las fuerzas del Seireitei lograran darle caza.
“Confía en mí, Miki. No dejaré que el responsable salga impune de todo esto...Lo juro...”
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*Gurē = Gris
Suzuhara Sakurai- Post : 40
Edad : 32
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
[[En fins... en vista de que Chiesa no está... sigo yo...]]
Y paseaba ajetreado, como todos los shinigamis esa mañana, camuflado entre el tumulto. Cabezas mas altas, otras más bajas... Y de repente, un paso que se destacaba. El enorme Suzuhara, que no Miki, sino Sakurai, corría a contracorriente entre el barullo. Era normal, parecía que iba a ser el siguiente teniente, y seguramente estaría más aliado con aquel follón que el resto.
La sorpresa fue, al girar la próxima esquina, al ver al teniente de la novena división, y nada menos que un Kuchiki, en el suelo envuelto por las cadenas de lo que parecía un bakudou. Acto seguido, los altavoces instalados en el escuadrón, enviaron con una voz clara el mensaje siguiente:
- ¡ALERTA A TODOS LOS SHINIGAMIS DEL CUARTO ESCUADRÓN! EL SHINIGAMI DE NOMBRE SUZUHARA SAKURAI SE ESTÁ DANDO A LA FUGA TRAS ATACAR AL TENIENTE DE LA NOVENA DIVISIÓN. REPITO, EL SHINIGAMI DE NOMBRE SUZUHARA SAKURAI SE ESTÁ DANDO A LA FUGA TRAS ATACAR AL TENIENTE DE LA NOVENA DIVISIÓN... - y acto seguido se cortó la comunicación. Se hizo el silencio.
La calma que precede a la tempestad, pues en un par de segundos, cada shinigami miraba al que tenía a su lado para saber si era Sakurai. Nuestro aleatorio protagonista, al igual que todos, se puso a correr en busca del dichoso teniente en potencia...
[[OFF: En este hilo solo el Kuchiki posteará y será para decir qué va a hacer... Ahora emvio el mensaje a todos los implicados en la trama. Entre tanta gente, nadie encuentra a Sakurai, pero os digo que como quien dice, ya se ha ido del cuarto escuadrón, así que no os paréis a buscarlo. Simplemente que lo sepáis. ^^ creo q no me dejo nada...]]
Y paseaba ajetreado, como todos los shinigamis esa mañana, camuflado entre el tumulto. Cabezas mas altas, otras más bajas... Y de repente, un paso que se destacaba. El enorme Suzuhara, que no Miki, sino Sakurai, corría a contracorriente entre el barullo. Era normal, parecía que iba a ser el siguiente teniente, y seguramente estaría más aliado con aquel follón que el resto.
La sorpresa fue, al girar la próxima esquina, al ver al teniente de la novena división, y nada menos que un Kuchiki, en el suelo envuelto por las cadenas de lo que parecía un bakudou. Acto seguido, los altavoces instalados en el escuadrón, enviaron con una voz clara el mensaje siguiente:
- ¡ALERTA A TODOS LOS SHINIGAMIS DEL CUARTO ESCUADRÓN! EL SHINIGAMI DE NOMBRE SUZUHARA SAKURAI SE ESTÁ DANDO A LA FUGA TRAS ATACAR AL TENIENTE DE LA NOVENA DIVISIÓN. REPITO, EL SHINIGAMI DE NOMBRE SUZUHARA SAKURAI SE ESTÁ DANDO A LA FUGA TRAS ATACAR AL TENIENTE DE LA NOVENA DIVISIÓN... - y acto seguido se cortó la comunicación. Se hizo el silencio.
La calma que precede a la tempestad, pues en un par de segundos, cada shinigami miraba al que tenía a su lado para saber si era Sakurai. Nuestro aleatorio protagonista, al igual que todos, se puso a correr en busca del dichoso teniente en potencia...
[[OFF: En este hilo solo el Kuchiki posteará y será para decir qué va a hacer... Ahora emvio el mensaje a todos los implicados en la trama. Entre tanta gente, nadie encuentra a Sakurai, pero os digo que como quien dice, ya se ha ido del cuarto escuadrón, así que no os paréis a buscarlo. Simplemente que lo sepáis. ^^ creo q no me dejo nada...]]
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Washiru había realizado una pregunta, más bien rutinaria, pues se encontraba bastante perdido en aquella situación. Pero la apariencia sombría y apenumbrada del tercer oficial del 4º escuadrón no era nada halagueña.
Parecía que estuviera en otro mundo, en otra realidad paralela en la que el teniente de la 9ª división no se encontraba presente en aquella habitación ni estaba hablándole ni preguntándole sobre lo que acabara de pasar. Como si en esa realidad paralela no hubiera pasado nada o no pasara nunca jamás.
Sin embargo Washiru no entendió, o por lo menos no lo hizo a tiempo, que aquella pose, aquella apariencia de confusión de Suzuhara no era producto del efecto que lo que había pasado, los altercados que podían haber sucedido en aquella división, de como le hubieran afectado de sobremanera, sino de que en su mente se estaba gestando lo que haría a continuación. Lo que podía pasar en el futuro, todos los actos que conllevarían el cometer todo lo que le estaba pasando por la cabeza, y, a la vez, lo que pasaría, lo que desencadenaría el que no realizara lo que tenía pensado.
Cuando apenas escuchó a Suzuhara, no pudo entender más que retazos sueltos, que en un principio no le dió coherencia a la frase, pero una vez logró unirlo todo bajo las premisas que más le habían llamado la atención, aquello de "honor de noble" y "honor de familia" ya era demasiado tarde.
Al igual que al interpretar la expresión del principio, había tardado demasiado en interpretar sus palabras. Y cuando quiso darse cuenta, se encontraba en un bakudoh que le había lanzado, deteniéndole más aún de lo que le detenía la confusión.
Pero una vez lo hubo soltado, las cosas ya quedaban más claras para Washiru. Si un shinigami escapaba atacando en su huida a un teniente que simplemente pedía explicaciones sobre lo sucedido, es que no estaba pasando nada bueno. Y el culpable parecía ser aquel que huía sin que nada se interpusiera en su camino, sin que el atacar a los demás fuera un problema lo suficientemente grande para que pudiera ser evitado.
Debía de salir y ponerse de inmediato en contacto con algún shinigami. Debía de poner en orden y captura al tercer oficial de la 4ª división, aunque todavía no supiera por qué, ni lo grave que podía ser el asunto.
[Añado esto que ya lo tenía y últimamente no puedo escribir muy seguido.]
Parecía que estuviera en otro mundo, en otra realidad paralela en la que el teniente de la 9ª división no se encontraba presente en aquella habitación ni estaba hablándole ni preguntándole sobre lo que acabara de pasar. Como si en esa realidad paralela no hubiera pasado nada o no pasara nunca jamás.
Sin embargo Washiru no entendió, o por lo menos no lo hizo a tiempo, que aquella pose, aquella apariencia de confusión de Suzuhara no era producto del efecto que lo que había pasado, los altercados que podían haber sucedido en aquella división, de como le hubieran afectado de sobremanera, sino de que en su mente se estaba gestando lo que haría a continuación. Lo que podía pasar en el futuro, todos los actos que conllevarían el cometer todo lo que le estaba pasando por la cabeza, y, a la vez, lo que pasaría, lo que desencadenaría el que no realizara lo que tenía pensado.
Cuando apenas escuchó a Suzuhara, no pudo entender más que retazos sueltos, que en un principio no le dió coherencia a la frase, pero una vez logró unirlo todo bajo las premisas que más le habían llamado la atención, aquello de "honor de noble" y "honor de familia" ya era demasiado tarde.
Al igual que al interpretar la expresión del principio, había tardado demasiado en interpretar sus palabras. Y cuando quiso darse cuenta, se encontraba en un bakudoh que le había lanzado, deteniéndole más aún de lo que le detenía la confusión.
Pero una vez lo hubo soltado, las cosas ya quedaban más claras para Washiru. Si un shinigami escapaba atacando en su huida a un teniente que simplemente pedía explicaciones sobre lo sucedido, es que no estaba pasando nada bueno. Y el culpable parecía ser aquel que huía sin que nada se interpusiera en su camino, sin que el atacar a los demás fuera un problema lo suficientemente grande para que pudiera ser evitado.
Debía de salir y ponerse de inmediato en contacto con algún shinigami. Debía de poner en orden y captura al tercer oficial de la 4ª división, aunque todavía no supiera por qué, ni lo grave que podía ser el asunto.
[Añado esto que ya lo tenía y últimamente no puedo escribir muy seguido.]
Kuchiki Washiru- Oficial Gi
- Post : 116
Edad : 38
Re: Negligencia: Vol. 1 -Malas Noticias
Lo que vallas a hacer ahora sigue siendo decisión tuya, Kuchiki Washiru. Decide, y rolea aquí o dime donde estarás cuando lo sepas. ^^
Murakami Aoki- Post : 763
Edad : 34
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Jue Abr 30, 2015 3:40 am por Kenta
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Sáb Mayo 03, 2014 7:20 am por Invitado
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Dom Mar 23, 2014 7:39 am por Invitado
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