Mensajeros

Las fracciones de Enjeru, un par de gemelas que distaban demasiado una de la otra en muchos aspectos menos sus rostros, se presentaron a la sección 6. Aerea, la arrancar de cabellos negros que vestia ropajes goticos y llevaba un rostro frio, caminaba a paso lento y seguro con las manos en los bolsillos ignorando el mundo a su alrededor. Su hermana, Etter, por otro lado iba dando saltitos desordenando así sus cabellos del color del algodón de azucar (rosado) y sonriendo a cuanto se le atravezaba por el frente.

- Hyuu! un picnic Aerea, iremos de Picnic con Enjeru-Sama, y el tonto feo de Kyo, y los guapos de la 6ta sección - sus ojillos viciados brillaban de excitación.
- Te lo repetiré una última vez, no vamos de picnic, lo que Enjeru-Sama quizo decir es que haremos incursión en el mundo humano -
- No mientas... para qué vamos a ir allí? -
- Tu fuiste la que estaba escuchandolos aún cuando Marcus-Sama dejo bien claro que queria privacidad -
- Él nunca dijo eso... jum! -


Aerea prefirió solo dejarla que siguiera hablando de las maravillas que comerian en el picnic y de si debia preparar sandwiches mientras se acercaba a las oficinas de las fracciones de Okami. Llamó a la puerta poniendose de rodillas y esperó a que le atendieran mientras su hermana daba vuelta sa su alrededor cantando y bailando alegremente.

- Este es un mensaje de parte de Daaku Enjeru, Espada #1. Por petición de Marcus-San están invitados a asistir a un reconocimiento al Mundo Humano. Se les hará envio de las coordenadas a las que deben asistir con exactitud -

No dijo más porque eso era todo lo que sabia y las cosas que Etter decia que habia oido no eran fiables.

- Hyuuu! iremos a buscar al asesino de Aleación, booo - exclamó pegando su rostro al que habia abierto la puerta, la joven de rosados cabellos, su tono de voz pretendia ser asustador.

Aerea se puso de pie y tomando a Etter por el cuello salió sin más arrastrandola por el pasillo.

- Hyuuu!! no olviden traer sandwiches - gritó desde la puerta antes de desaparecer por la misma hacia los pasillos de El Amanecer

Alexander se encontraba ordenando un poco los trastos, juguetes y cojines de Okami-sama. En la mesa del centro de la habitación, estaba el mahjong perfectamente recogido y 2 tazas de un exquisito te inglés, que aun humeaba por su reciente preparación. Folk, solo había bebido un sorbo antes de comenzar con sus labores, pues, para él, cuando el té alcanzaba una temperatura concreta, era el momento en el que mejor sabía, exactamente, 3 minutos y 46 segundos después de servirlo. Si, había que reconocer que para algunas cosas, Alexander era un poco maniático. Trataba de mantener el cuarto lo mas limpio posible, pero, en un castillo en medio de semejante desierto, siempre había arena por todos lados... Era imperdonable, y tenía que estar limpiando casi constantemente.

Cuando todo parecía ordenado, a los 3 minutos y 12 segundos contados por su reloj de bolsillo, se dirigió a la pequeña mesa con paso calmado. Se sentó en el suelo de rodillas, en una postura realmente incómoda, pero la mesa, al gusto de Okami-sama, era demasiado baja para usar una silla. Cuando casi rozaba el asa de la taza con la punta de los dedos, sonó la puerta, con unos golpes secos pero suaves, acompañados de un murmullo de fondo.

Alexander se levantó, antes de que le diese tiempo a hacerlo su compañero - Habilidades que se van adquiriendo en la vida del mayordomo - y se dirigió hacia la puerta.

Una suave voz, aunque bastante, y quizá demasiado tajante y fría, habló de parte de Enjeru-sama, Primera Espada. - ¿Invitación de Marcus-sama? Que forma tan elegante de dar una orden... - pensó cuando giraba el pomo de la puerta.

Solo la había abierto un palmo cuando una niña de brillante pelo rosa, casi deslumbrante, se abalanzó sobre la ranura y lanzaba esa información extra, que con una voz tan dulce y alegre casi parecía de broma. Pero, analizando el contenido, si era cierto y no lo que parecía, era un tema muy serio. Entonces, la otra chica, ambas aparentemente pequeñas de edad y claramente pequeñas de constitución, cogió a la chica alegre del cuello del uniforme y se la llevó casi arrastrando. Folk estaba seguro de que la frase final - La de los sándwiches - era completamente de broma.

- Cierto... Ya hace algún tiempo que no se sabe nada de Aleación, y si ha desaparecido, tiene sentido que se convoque a nuestra sección para encontrarle. - pensó, a la vez que cerraba la pequeña ranura que le había dado tiempo a abrir. Después sacó su reloj de bolsillo, le abrió la cubierta apretando con el pulgar el pequeño botón de arriba, y se le escapó un gesto un tanto amargo. - Cuatro minutos y cincuenta y tres segundos... Se ha enfriado- pensó al acordarse del té. - ¡En fin! ¿Que se le va a hacer...? - dijo a la par que se giraba. - Chris-san, ¿ha oído?. Le parece que complazcamos la invitación del gran Marcus-sama? - dijo con un cierto matiz irónico en su voz, mirando la nuca de Chris que aun se encontraba sentado junto a la pequeña mesa.

[FDI: Siento la cutrez del post, prometo mejoras en próximas ocasiones.]


De modo que aquella era la manera que tenían los espadas de hacerse llegar los mensajes… Chris tenía entendido que normalmente lo hacían a través de los cuervos blancos. En su caso propio, dudaba que Okami, con la que tan buena simbiosis había demostrado tener desde que se conocieron, usara a su espada más silencioso para ese tipo de trabajos. Se hubiera reído, a no ser que aquello le supusiese tanto esfuerzo, de manera que prefirió a tender a Folk, al cual se le daban mucho mejor las actividades de tipo protocolario.

A la manera de ver de la fracción, la misión que les tocaba era, claramente, secundaria. Si un espada no tenía la suficiente conciencia como para representar su papel no merecía ser llamado de aquel modo. Era algo tan detestable como censurable. Pero el arrancar que se hacía llamar Chris Renoir decidió aparcar aquel pensamiento, pensaba aprovechar cualquier ocasión para hacerse con el máximo poder que pudieran ofrecerle. Si tenía que recoger a un espada irresponsable y desobediente estaba dispuesto a ello y lo haría sin proferir una sola queja. Estaba más que acostumbrado a vender su hábil acero, poco le importaba en que consistiera la misión, solo los beneficios que obtendría durante el transcurso de ésta. Por eso cuando su compañero le dio las directrices necesarias simplemente asintió, no es que tuviese nada mejor que hacer, a decir verdad.

Era hombre de pocas palabras, eso su compañero ya lo había podido experimentar en más de una ocasión. Se levantó, tras comprobar como su compañero desechaba el té que tanto se había afanado en preparar y acarició el pomo de su espada con una mueca de determinación en el rostro. Si continuaba con aquel estado casi letárgico lo más probable era que perdiese la cabeza.Sin mediar palabra salió por la puerta de su sección y esperó, acomodado contra la pared, que el fiel Alexander se uniera a él.

Mentiría si os dijera que el joven arrancar no estaba excitado por su inminente cambio de aires. Hacía años que Chris no visitaba el mundo humano. Había tomado algunos fragmentos de conversaciones ajenas y las había hecho suyas para entender un poco más del asunto. También había leído algo al respecto y contaba con no sorprenderse mucho. Un poco de luz y extraños carros llamados “coches” no iban a hacerle perder la cabeza. Su fría compostura era lo mejor que tenía, de ahí que no desease perderla por nada ni nadie de todos los mundos, los conocidos y los inventados. La había perdido una vez y aquello había acabado con él. “Una y no más” fue el último pensamiento al respecto que tuvo. Las cosas serían muy diferentes a su época al servicio del rey, y lo cierto era que lo prefería así. Cuanto más desconocido estuviese todo, tanto mejor. Aguardó aún unos minutos a que el antiguo mayordomo cruzase la puerta y se preguntó que habría ocurrido con ese tipo al que llamaban Aleación. No sabía nada al respecto, y a decir verdad tampoco le importaba, era simplemente una misión como otra cualquiera.

[OFF: Y tanto que perdonado, yo me siento orgulloso cuando escribo algo ni parecido a tu post >.<]

Alexander, un poco apenado se dispuso a tirar el té. Esta vez tendría que esperar, pues asuntos mas urgentes le requerían.

Su compañero, Chris, muchacho de pocas palabras, no parecía entusiasmado con la nueva misión, pero, ir el encuentro de un Espada no estaba nada mal a ojos de Folk.

Vio de reojo a Chris salir en silencio del cuarto, como un elegante felino que se marcha sin dejar rastro de su presencia, mientras dejaba caer el té lentamente por un lavabo cercano, sutilmente, sin manchar con siquiera una gota sus blanquísimos guantes. Tras la maniobra, se ajustó todo el uniforme, la camisa, la corbata, el cinturón y finalmente los guantes, y se dirigió a pasos largos pero calmados hacia la puerta colocando las manos a su espalda. Bordeó la mesa que repasó de un vistazo para asegurarse de que no quedaba ningún resto ni mancha, así como el resto de la habitación, y cuando todo estaba en orden, salió del cuarto, girándose para cerrar el portón y dejarlo a pocos centímetros de su propia cara.

Después parpadeo durante unos segundos, y al abrir los ojos, las pupilas estaban clavadas en la cara de su compañero. Era un chico de aspecto joven y de piel fina, con los rasgos marcados en su justa medida y con una expresión entre interesante e intrigante. Sin duda, podría volver locas a muchas de las arrancas que constantemente pululaban por semejante castillo.

- ¿Nos vamos ya?

Chris-sama no era lo que se podría considerar como una persona habladora, por lo que no esperaba una gran o elocuente respuesta por su parte, de hecho, ni siquiera esperaba respuesta. Quizá no mas que una leve afirmación con la cabeza, un pestañeo o simplemente que le devolviese la mirada. Cualquier señal sería válida para que se encaminasen hacia el punto de encuentro de su misión: El mundo real.

[OFF: Continua aquí.]