Neg.v2. Un inciso.

Aoki corrió con todas sus fuerzas a su dormitorio. No sabía qué podía haber hecho quien fuera que había entrado, o cuáles eran las intenciones si es que no llegó a entrar. Subió las escaleras a toda velocidad, seguido de cerca por el Shihouin y una vez en la primera planta se trasportó a la esquina del pasillo con un shumpo, y una vez más a la posición justo delante de su puerta. Del ímpetu, sus calcetines se deslizaron unos centímetros por la tarima, al tiempo que habría de par en par la puerta de su cuarto. En cuanto se detuvo completamente, adentró medio cuerpo en el cuarto y para su sorpresa, sobre su cama yacía convaleciente el hermano de Sakurai.

El grandullón debió entender que su hermano estaba en peligro y pensó que en el dormitorio del capitán del cuarto escuadrón estaría “a salvo”. Aoki se lanzó de rodillas junto al pequeño Suzuhara. Si el asesino había estado ahí, era probable que estuviese en peligro. Miki se retorcía en su lecho, o mejor dicho en el del capitán. Y más aún al ver al que poco antes le había destrozado la cara. Estaba mejor, pero seguía teniendo hematomas, el labio roto y la nariz torcida.

- ¡Vosotros! Buscad algo de ese cretino, una miserable pista, algo tiene que haberse dejado detrás. ¡LO QUE SEA! - y comenzó a inspeccionar el cuerpo del chico. En el centro de su estómago latía un poderoso reiatsu, idéntico a la piedra que apareció en el cuerpo de Katsu. Si se dejaba ahí moriría en poco tiempo, en cuestión de horas… o menos. - Muchacho, lo siento por lo de antes. Y por lo de ahora. -. Lo último lo dijo en voz muy baja.

Sin avisar, le incorporó bruscamente, le sujetó la frente con su mano izquierda, e introdujo dos dedos de su derecha en la boca del joven. Era imperante que vomitase aquella cosa y lo consiguió. El cuarto del capitán quedó prendido de un olor suficientemente desagradable para que los cuatro prefirieran salir. Por suerte, allí estaba la piedra, con forma de “9” de un color verde intenso, mucho más que el de Katsu, al mantener todas sus facultades aún. Por suerte.

- Vamos, ahora descansa, esa piedra verde del suelo te hubiera matado… -. La expresión del chico era de horror puro. Aoki le recostó, como si fuera un muñeco, y apoyó una mano en su frente y otra en su estómago. Luego giró su cabeza para dirigirse a sus acompañantes. - ¿Ha habido suerte? Hay que coger a ese cabrón. -


[[OFF:
¿Qué encontráis? pues en principio un cuarto que os esperábais más grande para ser donde duerme semejante masa muscular. A la izquierda, una simple cama. Justo en frente...un escritorio poco adornado, y a la derecha una estantería con algunos libros.
¿Pistas? No hay pisadas y está ese sutil reiatsu que lleváis buscando desde que empezamos. Si preguntáis en el pasillo (con bastante gente) nadie ha entrado ni salido antes de nosotros. Sea lo que sea se ha materializado dentro, ha hecho la fechoría, y se ha desmaterializado, y un shinigami no puede hacer eso. Tenéis bastante claro que es obra de una zampakutou.
]]

[OFF] Dejo en spoiler la salida del otro post, que puede que haya referencias.
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Spoiler:

Nada más cruzar el umbral de aquella sala, quedando ésta desierta, Aoki comenzó a correr como si le persiguiera el diablo. En el último tramo antes de llegar a su dormitorio, el ímpetu de su shunpo fue tal que hasta resbaló unos centímetros sobre la tarima. Este minúsculo hecho despertó media sonrisa nostálgica en el Shihōin, recordando las lecciones de Hohō de su abuelo. "Antes de aprender andar, has de conocer cómo permanecer el pie" le había comentado una vez, con aquella apacible y solemne voz que siempre lo acompañaba. "Y antes de volar, has de saber cómo aterrizar" había añadido, instruyéndole en las artes del Paso Instantáneo. Kato imitó a la mole de músculos, pero su aterrizaje fue sutil y grácil cual felino

Pero aquel esbozo de sonrisa, añorante de viejos tiempos, se esfumó de su cara cuando Aoki abrió la puerta de su propio dormitorio con presura y el peliblanco pudo observar su interior. El dormitorio del Capitán, dadas sus dimensiones, era algo más grande de lo habitual, al igual que el menaje de la sala.

Sin embargo todo aquello pasó desapercibido a su atención, que se centró en la figura menuda del menor de los Suzuhara. Al parecer Sakurai, a parte de noquear a un Kuchiki, había escondido a su hermano allí, dado que todos lo acusaban a él de la muerte de Katsu. Estúpidos todos, pues las pruebas, a poco que indagaron, demostraban que el pobre joven no fue más que una cabeza de turco en todo aquel asunto.

Nada más poner un pie en la sala, algo vibró en su pecho, bajo sus ropajes. El aparato que el Duodécimo les había dejado había reaccionado. De nuevo ese reiatsu. Aoki espetó algunas palabras, llevado por la tensión del momento. El joven Suzuhara parecía presentar los mismos síntomas que Katsu. Kato obedeció, sabiendo que poco más que entorpecer haría si se acercaba junto a Aoki, y echó mano del aparato, sin apartar un ojo de lo que ocurría metros allá.

El indicador daba señales de que el reiatsu había estado presente en aquella sala, pero sólo trazas de él restaban en aquel momento. Kato no tardó en caer en la cuenta de que en todo el trayecto de ida al dormitorio del Capitán, el artefacto no había reaccionado ni una sola vez. "Esto es jodidamente raro", pensó de primeras el Shihōin. Mas no tardó en recordar las teorías que acababan de sorprenderle. "Una zanpakuto", se dijo. "Una zanpakuto puede materializarse en este cuarto y desmaterializarse antes de salir de él", cabiló. "Así su reiatsu no podría ser rastreado y sólo quedarían residuos allí", pensó, hilando cada acontecimiento.

Para cuando había Aoki había expulsado aquella piedra, tan curativa como mortal, a Kato sólo le rondaba una pregunta en su cabeza. "¿Cómo podrían hallar una zanpakuto sellada cuya única pista para rastrearla era su reiatsu cuando se materializaba?" Por cada shinigami del Gotei existía una zanpakuto. Cualquiera, a simple vista, podría ser la mano ejecutora de aquellos delitos. ¿Cómo encontrarlo?

— ¿Ha habido suerte? Hay que coger a ese cabrón. — preguntó Aoki tras dejar recostado al maltrecho shinigami.

— Pueeees... me temo que tengo noticias malas y buenas, al respecto de esa pregunta. — replicó, con gesto torcido. — El cacharro de Akira dice que el reiatsu que había en el cuerpo de Katsu ha estado aquí, pero sólo ha reaccionado al entrar en el dormitorio. — comenzó a explicar, mostrando el alto el aparato. — Es decir, no ha reaccionado por el camino, por lo que debió aparecer y desaparecer aquí. Es decir, que bien nos enfrentamos a un erudito del kido que ha usado Kūkanten'i y deberá dar cuentas frente a los 46, o bien, como mencionaba la shinigami del Tercero, se trata de una zanpakuto. — explicó. — Llegó aquí sellada, la materializaron, intentó matar a Miki y volvieron a sellarla. Lo cual nos indica que no sólo sería el arma el asesino, lo cual ya sería bastante raro de por sí, sino que el shinigami que la porta debe ser el artífice de todo el plan y su zanpakuto el brazo ejecutor. — Se calló durante unos segundos. También puede que fuera la misma zanpakuto quien controlara a su dueño, pero eso era improbable. Por ello no quiso ser tajante: — Al menos es la explicación más simple que explica todo.

La investigación lo había llamado desde que conoció el kido y la amplia diversidad de este. Por ello sabía que había cierta ley que sostenía que, habiendo que explicar un proceso, la teoría con menos elementos, la más simple de todas, era la que más probabilidad tenía de ser cierta. Aunque podría ocurrir que hubiera factores que se escaparan a las mentes de los improvisados investigadores, por lo que Kato no pudo ni quiso ser rotundo.

— Hasta aquí las "buenas noticias". — prosiguió, enmarcando esas palabras con los gestos de comillas en el aire. — Y de ella se derivan las malas. ¿Cómo demonios encontramos una zanpakuto? Quiero decir... la única pista que tenemos es el reiatsu de la zanpakuto materializada, por lo que nos dicen las pruebas, pero mientras esté sellada... ¡podría ser cualquier arma de cualquier shinigami! — espetó. — ¿Se te ocurre que alguno de tus shinigamis puediera hacer adoptar forma humana a una zanpakuto? — preguntó, con tacto en su timbre, pues, aunque Aoki ya debía haberlo asimilado, estaba culpando directamente a un miembro del Cuarto. — Porque sino me temo que hemos llegado a un callejón sin salida, a no ser que el resto de testigos aporte algo.

Y estaba en lo cierto. O el Capitán de la Cuarta División tenía algo que añadir a las cábalas de Kato, o dependían de los juicios de valor y de la memoria de los testigos. Mal asunto.

Malditos fueran mil veces esos malditos Capitanes, así perdiera el negro el color y al otro se le desinflasen los músculos, cuanto odio...¿y aquella era su primera misión?, ¿dar paseos?...se iban a enterar de quién era él y que cosas no podían hacerle. Dejando su reiatsu al mínimo emitió una serie de hondas para ver si había alguien cerca, pero estaba todo despejado.

Con una sonrisa maliciosa sacó el kukri de la manga y se puso a rascar en la pared escribiendo un mensaje.

Salió de la habitación sonriente y palmeándose las manos con felicidad, pasó al lado de una puerta y le hizo un agujerito con el dedo -ups- miró a través de este para ver su contenido...nada. Aquello era aburrido, al final tendría que buscarlos por su cuenta, ya que no aparecía nadie que pudiese guiarlo, o se llevaría la bronca. Se quedó quieto concentrándose con facilidad y buscó los reiatsus más fuertes de la zona. Afortunadamente para él estaban cerca. Corrío por los pasillos atronadoramente, gritando que los dos capitanes eran unos acosadores que abusaban de niños pequeños. Esperaba que alguien lo oyese, tenían que haberlo oído.

Llegó al cuarto justo en el momento en el que el grandullón señalaba una piedra del suelo. Renshu quedó aturdido -¡Guau!, que cantidad de reiatsus. Aquí a todo el mundo le da por entrar con Shumpos ¿no?...ah y si me decís que tengo que hacer lo agradecería. No me gusta estar en un sitio y ser ignorado. Ponedme al día, ¡narices!- dijo poniéndose en medio de la sala con los brazos en jarras

Suzuhara ya estaba a salvo, y mientras estuviese en su habitación, así sería. Al menos a partir de ahora que tenía la posibilidad de vigilarle... aunque, corriendo tal riesgo, tal vez pudiese convencer a Mamoru de protegerle... Que para algo se le pagaba.

Las hilvanaciones de Kato, a raiz de las teorías de Hotaru, tenían sentido. Una zapakutou que se plantó allí dentro, hizo la "trastada", y desapareció. Pero se supone que el usuario debería estar cerca... - Kato, tanto si es la materialización de una zampakutou, como si es su liberación, el usuario debe estar cerca, ¿verdad? Quiero decir, ¿podemos suponer que es probable que el usuario se encuentre dentro del escuadrón? - Quizá fuese recomendable cerrar las salidas del escuadrón, o mejor aún, comprobar si alguien había salido en los últimos 5 minutos. Hoy, se tomaría registro de todo el que entrase o saliese del escuadrón.

- De todos modos salgamos, aquí abajo están haciendo interrogatorios, no sería bueno molestar con ruidos. -

Al salir al pasillo, un par de shinigamis se quedaron mirando a los dos capitanes por un momento, antes de proseguir su camino. Aoki se arrodilló junto al pequeño Renshuu. - Pequeño, ¿hasta donde sabes? Confío plenamente en las facultades del segundo escuadrón, se que podrías hacer este trabajo bastante bien. La cosa es que anoche, - tragó saliva antes de pronunciar sus siguientes palabras - uno de los míos asesinó al teniente de la séptima división, el shinigami Ryuuga Katsu-fukutaichou. Estamos tomando declaración a los más cercanos al caso, pero aún nos queda el hermano de este chico que estaba en mi cuarto. - Por un instante, miró a Kato de reojo. En esa mirada, más intensa que cualquiera que pudiesen haber intercambiado en sus días de gamberrismo corriendo por el rukongai, le dijo cuanto confiaba en él, y la fe que tenía puesta en que él, como su antiguo capitán, se encargaría de que Sakurai estuviese bien. - Necesito que le encontréis. Y ya no es solo por este asunto, sino porque aunque no lo sepa, cuanto más tiempo huya, peor será la condena. Y no quiero carteles en el rukongai de "Se busca vivo o muerto". Queda clara la labor, ¿pequeñín? -. Luego se puso en pie y se encaró al moreno shinigami. Le sostuvo el hombro, y como apunto de llorar, le habló mirándole a los ojos. - Kato, se que Sakurai te importa tanto como a mí, y por su seguridad, necesito que le encuentres. No estoy muy seguro de dónde encontrarle, quizá su familia sepa algo, quizás se esconda en tu división, porque desde luego en la mía no. Kato, necesito que le encuentres y que le traigas. Y ya de paso, explícale al pequeño como van las cosas. - y terminada su más petición que orden, introdujo su mano en la extraña manga que componía el uniforme del capitán de la cuarta para extraer un pequeño amuleto de madera roída, pendiente de un cordón grueso de cuerda deshilachada. Tenía un aspecto realmente antiguo. Se lo tendió al pequeño Ren. - Éste es el reiatsu que buscamos, pero no me pierdas el amuleto, por favor. -

Ese amuleto se lo dió Suzuhara como regalo el día que Aoki ascendió a capitán, hace menos de una semana. Estaba impregnado del reiatsu del Suzuhara, y tenía unas ciertas facultades curativas.

Luego los miró a uno y al otro. - Cuento con vosotros. -


[[OFF: Momento emotivo de Aoki. Si tenéis alguna pregunta, hacedla, sino, iros, y abrid un post en cualquier parte del seireitei o del rukongai donde valláis a buscar a este hombre, y mandadme el link o colgadlo aki o lo que sea. Ya os responderé si encontráis algo o no.]]

Tarde, pero había llegado. Y no precisamente en silencio. Con tanta ira expresada y tanta prisa, casi se olvida del pequeñajo que le había encomendado Yoruko. Ahora, exento de rabia tras puertas rotas y gritos a tutiplén, la voz y la forma de hablar de aquel shinigami le hizo gracia. Recordó las incisivas preguntas que había hecho de viaje hacia el Cuarto Escuadrón, obviadas por el enfado del Shihōin.

— ¡Hola! Ya estás aquí... — fue su respuesta a la larga frase del niño-shinigami. — ¿Ya has averiguado por ahí por qué tengo el pelo blanco, la piel marrón y los ojos dorados? — preguntó, burlón. — Creía que ya te habían explicado en el Segundo para qué estabas aquí. — dijo, poniéndose un poco más serio, pero no demasiado. — Eres el representante de las Fuerzas Especiales del Gotei en este caso de asesinato, así que estás aquí para atrapar al asesino cuando nosotros demos con él, ¿entendido? — informó, con la paciencia que le caracteriza y un tono ameno, confraternizando con la voz de niño de su aquel shinigami. — Dime, ¿se te da bien el rastreo de reiatsu? — preguntó, mientras Aoki se giró durante un segundo para atender a Miki. — Porque tengo algo para ti. — Kato sacó de debajo del haori el frasco con las últimas gotas de reiatsu concentrado. — Ten, analiza este reiatsu y apréndetelo de memoria. Creemos que pertenece a una zanpakutō, así que deberas estar atento en todo momento, porque puede aparecer y desaparecer en cuestión de segundos. Si lo localizas, avisa cuanto antes.

Aoki volvió a prestarle atención y expuso algo que aún no había tenido en cuenta. De ser el asesino una zanpakutō, su dueño debía andar cerca para liberarla y manejarla. Kato desconocía si una el espíritu de un arma shinigami podía tener voluntad propia más allá que en la conciencia y Mundo Interior del portador. En principio, por lo que la lógica le decía, eso era imposible.

— Tienes razón, Aoki, el shinigami debía estar cerca, pero ya ha tenido tiempo suficiente para huir. — se lamentó. — Al menos espero que tenga razón, sería una locura que una zanpakutō vagara por ahí con voluntad propia, más si esta es la de ir asesinando shinigamis, sus supuestos amos. De todos modos no vendría mal preguntar al Octavo, por si hubiera algún antecedente en la Historia Shinigami. — El peliblanco se detuvo un segundo a pensar. — ¿Qué lugares hay por aquí cerca donde poder manejar una zanpakutō a relativa distancia sin ser visto o parecer sospechoso? No sé, supongo que debía mantener el contacto visual para manejar el arma correctamente, pero a su vez debía estar fuera del cuarto o no podría haber escapado y habríamos sentido aquí su reiatsu.

Sakurai volvió a cruzar su mente, y con ello la preocupación volvió a él. Necesitaba explicaciones de su propia boca, y se moría por encontrar un respiro en aquel asunto y correr a verle. Se había planteado contarle a Aoki sus intenciones, pero no estaba seguro que su amigo aceptara tales actos, dudosamente legales. La invitación a dejar el cuarto fue acogida con ilusión por el Shihōin, así podría despejar su abrumada cabeza.

Compartió unas palabras, voz quebrada mediante, con el joven Renshū, entre las que se incluía el nombre de Sakurai, para luego dedicarle una significa mirada a Kato. Éste no supo al principio como interpretarla, pero no tardó en darse cuenta cuan equivocado estaba acerca de lo que él pretendía hacer. Ahora sabía que apoyaría cualquier decisión que tomara por el bien del Suzuhara, sea ésta de la índole que fuera. Por ello, una sonrisa, mezcla de alivio y alegría, se dibujó en su rostro. Sin embargo duró poco, pues no le gustó lo que oyó a continuación.

Ahogó un ademán, en el que iba a interrumpir a Aoki, pero se limitó a digerir sus palabras en silencio. Aunque cuando se volvió a dirigir hacia él, intuyó de nuevo ese atisvo de complicidad, no cedía en su empeño y quería mantener a Renshū en la búsqueda de Sakurai, implicando a las Fuerzas Especiales con ello. Esperó a que el forzudo Capitán le entregase el amuleto que guardaba con tanto recelo, aquel que contenía el reiatsu de Sakurai, para intervenir.

— Aoki, ¿puedo hablar contigo un segundo a solas? — Se alejó unos pasos del joven del Segundo, una vez tuvo su respuesta afirmativa. — No creo que sea buena idea inmiscuir a las Fuerzas Especiales aún. — dijo con entereza, una vez se aseguró que Renshū no podía oírlos. — Creo que lo mejor será que nos separemos. Yo iré a buscar a Sakurai a la Mansión Suzuhara y él, con la excusa de que al no ser noble no sería bien recibido sin haber anunciado su visita, buscará por otro lado, ¿de acuerdo? — Era la única solución diplomática que se le había ocurrido.

Una vez todo aclarado, Kato esbozó su mejor sonrisa y se acercó de nuevo al renacuajo. Imitando al Capitán del Cuarto segundos atrás, el cano shinigami se agachó, para hablar con el de Segundo a su altura.

— Para abarcar más terreno, vamos a separarnos, ¿de acuerdo? — preguntó. — Nos mantendremos informados a través de Mariposas Infernales. Tú irás donde el amuleto te guíe, yo me llegaré a la Mansión Suzuhara. Dudo que allí dejen pasar a alguien sin ser invitado, pero no rechazarán la visita de un Shihōin. — aclaró, con falta altivez en su tono. — Te mantendremos informados, Aoki. Cuenta con nosotros.

Dibujó una sonrisa en su rostro, cargada de complicidad hacia su amigo, durante un segundo, para desaparecer fugazmente tras él.

CONTINÚA AQUÍ

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[OFF] Completaré el link cuando cree el otro post. Tengo que hablar con Sakurai antes. Aoki, te pasaré el enlace por MP cuando lo tenga, además de incluirlo aquí.

Miró al negro que le había hablado en primer lugar -No, pero ya no me parece tan interesante saberlo Capitán Chocolate...y no, no he sido informado de lo que tenía que hacer, si no nó habría preguntado, las cosas que no sé las pregunto. Las funciones del segundo escuadrón me las conozco, gracias. Gracias al Capitán Musculitos sé que tengo que buscar a un asesino y mis especialidades son las de rastreo y ocultación- les comentó con una sonrisa en su rostro, ajeno al sufrimiento de los demás y un cierto rintintín en su joven vocecilla

Ambos se agacharon y les dieron cada uno un objeto, hilando lo que había podido escuchar e intuir se acusaba a un shinigami, un tal Suzuhara, de haber matado al teniente materializando su espada, si sus conclusiones no eran erroneas. Estaba absorto en sus cavilaciones y no se dío cuenta de como Kato hablaba en voz baja con Aoki, él seguía pensando, tenía dos muestras de Reiatsu, una de Suzuhara y otra de lo que se suponía que era una zampakutou. Si era una zampakutou el reiatsu tendría que ser identico o parcialmente parecido al del "presunto traidor". Si no se parecían es que el primer y el segundo reiatsu no pertenecían a la misma persona y tendría que buscar otro culpable además de al susodicho Suzuhara.

Los Capitanes terminaron su charla privada justo cuando empezaba a concentrarse en ambos reiatsus, pero el hombre de tez oscura lo interrumpió dandole ciertas indicaciones que lo le gustaron y lo demostró con un moín desagradable, fue a dar su respuesta y esta vez su voz era distinta, más grave, más madura, más peligrosa -Me parece absurdo que no me dejen entrar, al segundo escuadrón no se le cierran las puertas y podemos actuar de una manera o de otra, entrando por la puerta principal o con sigilo; si se niegan a colaborar en una investigación del Gotei 13 podrían ser acusados de traición ante la Camara de los 43, pero bueno, como tu digas, si quieres ir tú, vé. Es el mejor sitio para empezar a buscarle, así que si le encuentras avisamé. Ahora dejame que me vuelva a concentrar en estos reiatsus y compruebe si pertenecen a la misma persona o no- Tras decir estas palabras se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas y un objeto en cada mano, suspendidas en el aire por encima de las rodillas, ignorando todo lo que había a su alrededor, centrandose únicamente en ambos objetos, canalizando su reiatsu en ellos, buscando la pista que indicasen sus procedencias. El que lo viese desde fuera podría ver una fina capa de reiatsu azúl verdoso alrededor de su cuerpo y una mayor concentración del mismo alrededor de sus manos, los ojos cerrados, entrecejo fruncido y perlas de sudor surcándole el rostro.

Cuando terminó y les dio su respuesta (A editar a expensas de lo que me diga Aoki) se dirigió al rukongai para poder comenzar a investigar desde allí. Cuando salió por la puerta se giró hacia el musculoso Capitán -¡Ahm! se me olvidaba, cuando salía de la habitación vi como entraba un extraño individuo, no detecté reiatsu alguno, pero como iba con prisas no hice nada. Espero que no haya pasado nada grave, sus pintas eran muy sospechosas- su rostro era una mascara, su voz no daba atisbos de mentiras y su reiatsu estaba tranquilo y firme como una patena. Tenía ganas de reirse, daría cualquier cosa por ver la cara que ponía aquél gigantón al ver la pintada que había hecho en el cuarto anterior...lastima que tuviese trabajo que hacer.

[OFF: Siento el cutrepost, pero bueno. Y lo dicho, si son iguales o tienen la misma base quiere decir que la espada pertenece al shinigami, si nó, es que son de distintas personas. Así que Aoki, ya me dices lo que detecta Renshu al analizar las dos muestras de reiatsu que se le dan y edito para poder contaroslo ^^]