Rutina, Soledad y Cordura

Alexander se encontraba en el vasto desierto de Hueco mundo, solo sin nadie a su alrededor, solo el y sus propios pensamientos. Era algo que Alexander empezó a hacer tras convertirse en un arrancar, pasear, pasear solo cada día como una eterna rutina por el gran desierto de Hueco Mundo, ese lugar que era igual que el. Cuando el desierto estaba tranquilo no pasaba nada, era un mar de tranquilidad. Pero cuando las tormentas de arena cubrían ese vasto desierto era la representación de la mayor desesperación, un festival de muerte del cual pocos Hollows podían llegar a sobrevivir, no solo era terrible por la fuerza que la arena conseguía, la cual podía acabar con un menos perfectamente y con algún que otro adjuchas de nivel medio, el verdadero peligro era lo que se ocultaba en la arena, los hollows anteriormente conocidos como los mas poderosos hasta la aparición de los arrancars, los vasto lordes. Vasto lord, lo que Alexander fue en su día, y que muy pocos hollows llegaron a ser, los Vasto Lordes vivían en la oscuridad, nunca salían de Hueco Mundo, se pasaban el día escondidos y solo salían cuando la tormenta de arena llegaba y solo para poder cazar a sus victimas, camuflados en la arena. Era por todo esto por lo cual Alexander se veía tan parecido al desierto, podía parecer muchas veces tranquilo y seguro, y algunas veces lo era, pero otras era un verdadero festival de destrucción y muerte igual que el desierto.

Alexander seguía paseando, pensando en su soledad, estaba solo desde que nació como humano hasta el momento en el que estaba entonces siempre había estado solo, nunca tuvo amigos, familiares o aliados. Siendo un arrancar como lo era entonces seguía estando solo, quizá era porque llegaba demasiado poco tiempo siendo un arrancar, o por su forma de ser, Alexander poco a poco se empezaba a dar cuenta de que su sed de sangre que ya formaba parte de el era uno de los principales motivos por los cuales no se relacionaba con los demás arrancars, a pesar de que quisiera. Pero el nunca lo admitiría nunca admitiría que se sentía solo, el acarrearía con su soledad.

Con cada paso que Alexander daba por ese basto desierto se daba cuenta de que en ese momento estaba en uno de sus momentos de máxima cordura, esos paseos por el desierto conseguían que la sed de sangre de Alexander desapareciera, en ese instante solo era un arrancar que paseaba si ninguna intención de entrenar, asesinar o vengarse.

Alexander siguió su camino por el desierto empezando a sentir que había otro arrancar por la zona.