Desgracias en la espera

La crudeza de la estampa que se veía forzado a vislumbrar era innegable. Un extraño escalofrío recorrió el cuerpo del arrancar ante tal abominación del destino. Ante él, aquellos restos esparcidos por el suelo suplicaban clemencia y redención frente a la terrible muerte que les esperaba. No los decepcionó. Taira, lenta y suavemente, en un acto de profundo y solemne sentimiento se inclinó y, siempre bajo un sepulcral silencio, pareció cerrar los ojos en el momento que sintió el punzante dolor de la amargura recorriendo cada centímetro de su cuerpo.

Ante algo tan desolador como aquello el arrancar no pudo más que reprimir su frustración porque todo hubiera acabado de aquel modo. Aquello no debía volver a suceder, se dijo. Una tragedia como aquella sin duda quebrantaría el alma del más cruel de los seres, pero Taira, conteniendo su pesar, alargó el brazo a la vez que extendía los dedos hacia la fuente de su dolor y, posando sobre ella las temblantes yemas de los dedos, susurró en unas palabras repletas de triste melancolía:

- Una galleta dinosaurio como tú jamás debería morir así. Perdóname.- y, recogiendo los tres fragmentos de la quebrada galleta de un rápido movimiento, los engulló. Deleitándose con el celestial sabor a cada momento que lo conservaba en su boca y con una ligera sonrisa ante la situación protagonizada, el particular arrancar prosiguió su camino por los pasillos del Amanecer, esperando la llegada de algún acontecimiento interesante o, en su defecto, la siguiente llamada al trabajo.

Pasos acelerados y furiosos acompañados de fuerte furor uterino. Así se podría describir la travesía que realizaba Emerald por los pasillos de la sección en busca del incompetente de Taira. La arrancar de cabellos verdes y ojos castaño claro, poseía un cuerpo bastante deseable y un generoso y bien relleno escote, sin llegar al punto de ser exagerado.

Sus vestimentas distaban mucho de ser aptas para el combate,ya que al encargarse principalmente de ayudar en temas de papeleo a Reiko,no solía entablar combate. Vestía una túnica abierta larga bajo la cual portaba un escotado vestido,ambos en blanco con bordados negros como era de costumbre.La túnica tenía como única intención proteger sus sensuales curvas del frío que solía hacer en El Amanecer.

Al fin alcanzó a ver a su objetivo,Taira...

-¡¡Taira-san!!-gritó a gran distancia desde detrás del arrancar para llamar su atención.
Una vez lo alcanzó continuó con su discurso.

-¿Qué se supone que haces todavía aqui? Akagami-san y Tatsuya-sama partieron hacia Europa hace ya bastante.¿Por que estás deambulando por los pasillos en vez de estar con ellos?
-¡Explícate!-Le exigió concluyendo con su arremetida.

La ira de los infiernos desencadenada en forma de arrancar de vertiginosas curvas arrollaba al sorprendido amante de las incoherencias sin darle la más mínima oportunidad de explicarse, ante lo cual Taira sólo pudo decir:

- Estooo…guaauu…joder con el Reiko… – Emerald pareció arquear una ceja ante lo cual Taira corrigió – digoooo…eeemm…¡Emerald!, sí que has crecido…se te ve genial… - acompañó el comentario con una amable y más tierna de lo habitual sonrisa, cambiando de repente el tono a una casi paternal y suave voz – gracias por la información Emerald, es todo lo que necesitaba para decidirme. – se dio la vuelta y antes de partir en una nueva dirección añadió:

- Dale recuerdos a Reiko y a Tatsuya-sama de mi parte, por si no nos encontramos próximamente, aunque puede que me pase a verles dentro de no demasiado tiempo. – comenzó a caminar en la nueva dirección escogida, no sin antes concluir, con una mueca de complicidad, - ¡Ah!, y cuídate, verdosa.

Con aquella última pieza del rompecabezas el puzzle estaba suficientemente claro como para saber qué hacer. Debía visitar a alguien. Y ese alguien no era otro que el anfitrión de aquellas tierras y líder de los arrancars: Marcus-sama, el Espada 0.

Durante largos meses Taira había estado notando cómo sus habilidades se veían desperdiciadas en un puesto tan intrascendente como el que ocupaba en la 4º Sección. Si bien había ingresado en las Secciones gracias al bueno de Alastor Mc-Gravian, antiguo espada de la 4º Sección, y había potenciado enormemente sus habilidades junto a este y su durante muchos años compañero Akagami Reiko, también era cierto que sentía constantemente que su puesto y labores se le quedaban cortas y oprimían su poder.

Por ello el cambio de escuadrón para solicitar el puesto como fracción era algo a lo que le había estado dando vueltas durante no pocas horas, y en un momento en que sus superiores le habían abandonado en el Amanecer para partir hacia Europa, no podía hacer menos que cumplir sus propios designios y solicitar un puesto sobre el cual había puesto el ojo en las últimas semanas: 9º Fracción.

- Parece que este no es mi día – susurró para sus adentros al encontrarse con que el pasillo por el cual debía proseguir estaba colapsado de rasos que, inexplicablemente, no hacían el menor intento de avanzar. – Veo que no me queda otra. – se resintió, y levantando la pierna izquierda en un ángulo de 90º hacia delante, y posándola sobre la pared más cercana, entró leve y sutilmente en fase con ella y, haciendo gala de una de las capacidades que su poder hollow le brindaba, comenzó a caminar por la misma como si del propio suelo se tratase. Llegando de esta forma al techo del pasillo, continuó su travesía bocabajo, dejando a más de uno boquiabierto.